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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
El viaje había sido duro. Nunca había estado tan lejos de casa, y habían tenido que acampar varias veces a la intemperie. Pero todo estaba bien, porque había algo que tenía que ver. Su madre se había quedado en Tanzaku, donde tenía una reunión con un importante proveedor de harina para las masas de la pastelería. Daruu se había escabullido, si escabullido era la palabra, porque técnicamente su madre sabía dónde iba. Él no se lo había contado claro.

Pero ella lo sabía.

Extendió la mirada por el camposanto de historias. Activó su Byakugan y miró más allá. Y vio... vio... Nada. No vio nada, porque no había nada. Pero era de esas nadas que son algo, que cuentan más con lo que callan que con lo que gritan.

El cráter que descansaba infame, donde antaño debía erigirse Konoha, la ciudad de su antiguo clan, era más grande de lo que le habían contado. Y eso era mucho tamaño. Ni siquiera podía alcanzar con la mirada más allá del centro, y eso que tenía muy buena vista, dadas las circunstancias.

Puso un pie en el borde vertical del cráter y se dejó caer, patinando por la tierra y rompiendo el extraño silencio. Desactivó sus ojos, y caminó, caminó, caminó hacia el centro, pensando en cómo debió haber sido alguna vez vivir en aquella aldea.

Por ejemplo, en cómo podía vivir la gente más allá del País de la Tormenta con tantos días de sol. Joder, no estaba acostumbrado. Era su primera vez fuera, y ya estaba deseando volver.
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#2
Después de su parada en Ushi para descansar por su pequeño viaje por Oonindo, Eri decidió que, para completar su pequeño periplo, lo mejor sería pasar por el Bosque de la Hoja y acercarse al cráter del que tantas veces había escuchado y leído. Curiosa como la que más y un poco decepcionada al no haberlo podido ver con sus propios ojos con anterioridad, vio con claridad que aquel momento iba ser el adecuado.

Por tanto, dejando atrás el sinfín de árboles y la frondosidad del bosque, encontró lo que ahora se conocía por los Restos de Konoha. Nunca pudo imaginarse con exactitud lo que podría haber sido vivir allí, quizá lo mismo que vivir en Uzushiogakure pues no estaban muy alejadas la una de la otra, pero, ¿quién sabía?

Sus ojos de color extraño observaron con extraña tranquilidad el enorme agujero que se encontraba delante de sus pies, y el silencio que la acompañaba hacía que la piel de su nuca se erizase y tuviese que reprimir los escalofríos que la recorrían, pero por lo demás, sí, estaba tranquila.

Hasta que detectó un intruso en la imagen que sus orbes magenta proyectaban: ahí, en medio del cráter se encontraba lo que podía ser una persona que, debido a la lejanía, no apreciaba con claridad. ¿Quién podría haber allí en el centro? ¿Acaso... Konohagakure existía y todo este tiempo habían sido engañados por los libros y las leyendas? ¿Sería aquel el kage de Konoha? Las preguntas eran pocas, pero respuestas las mismas: ninguna.

Curiosa, decidió acercarse y resolver sus dudas por ella misma, por lo que se deslizó más rápido de lo que hubiese querido hacia el interior del cráter, y cuando ya estaba lo suficientemente cerca, actuó.

Perdona, ¿por casualidad no serás, y recalco lo de casualidad; un habitante de Konoha emergido del cráter? — Allá iba la pequeña bomba.
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#3
Estaba ensemismado en el centro del cráter, observando el horizonte en la lejanía cuando una voz le sobresaltó, a sus espaldas. Daruu se dio la vuelta de golpe e inicialmente se puso en guardia, pero bajó enseguida los brazos.

Se trataba de una muchacha bajita de tez clara y nariz chata, con unos ojos grandes de un brillante color magenta. A juego con el pelo, debemos aclarar, de color púrpura, corto y casi tan despeinado como el suyo, con un flequillo recogido hacia la izquierda. Llevaba un jersey a juego con su pelo, aunque Daruu no se estaba fijando precisamente en el jersey. Parecía una niña pero desde luego no era una niña en todos los sentidos. Avergonzado, subió los ojos hacia su cabecita, que dada a su corta estatura veía desde arriba. Era una kunoichi de Uzushiogakure.

—Perdona, ¿por casualidad no serás, y recalco lo de casualidad; un habitante de Konoha emergido del cráter? —dijo la chica.

¿Q-qué...? —La miró a los ojos, tratando de discernir si estaba intentando tomarle el pelo o no. No, no lo estaba, no lo parecía. Dejó escapar una sonora carcajada—. Di-disculpa, pero no —se limpió una lágrima con un dedo y señaló su bandana de Amegakure, firmemente asida a la frente—. De aquí procede mi clan, y mi aldea está muy lejos. Aprovecho un viaje con mi madre para visitar los restos de la Hoja.

«Deberías de revelar menos información, idiota», le picó un bicho arriba en la cabeza.
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#4
Cuando la persona que se encontraba de pie frente a ella se dio la vuelta, Eri no pudo evitar abrir los ojos de asombro al encontrarse con un chico de ojos blancos. No eran azules, ni grises, eran blancos.

«Como las nubes»

Sin duda, los dos orbes que adornaban la parte superior de su cara era una cosa peculiar que la muchacha no podía dejar de mirar, sin embargo, también habían rasgos que no eran atípicos en las personas: un tatuaje dibujado en su mejilla derecha de dos colores que le recordaron vagamente al perro que le gruñía cuando iba de camino a la academia, ¿acaso tendría relación con algún tipo de perro? ¿Una mascota fantasma del pasado que le atormentaba por las noches? Puede que sí, puede que no.

Tuvo que parar de analizarle pues la voz del desconocido se coló en sus pensamientos con un suave tartamudeo, sin embargo, no se le pasó por alto el símbolo que llevaba gravado en la frente.

«No, no es de Konoha...»

¿Q-qué...? — Preguntó el de Amegakure para luego soltar una risotada que hizo como sentir a Eri como si su pregunta fuese lo más tonta del mundo. Y la verdad, es que lo era ahora mismo. —. Di-disculpa, pero no

La pequeña se rascó la nuca mientras formaba una sonrisa nerviosa, acababa de meter la pata hasta el fondo, y se había dado cuenta un poco más tarde de lo habitual.

«Si tan solo le hubiese visto la frente...»

De aquí procede mi clan, y mi aldea está muy lejos. Aprovecho un viaje con mi madre para visitar los restos de la Hoja.

La de cabellos púrpura no le estaba prestando mucha atención ya que sus ojos comenzaban a picarle de tal estupidez que había preguntado, sin embargo no quería que aquel chico la viese llorar por tal tontería. Pero... ¡Es que había sido muy tonta!

P-perdona... — Se disculpó bajando la mirada. — Es que... Como te había visto aquí... En el centro... Solo... ¡Ay! — Sorbió antes de que no pudiese retener más las ganas de llorar. — ¡Lo siento mucho!
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#5
La extraña de Uzushiogakure agachó la cabeza y se disculpó:

—P-perdona... —balbuceó—. Es que... Como te había visto aquí... En el centro... Solo... ¡Ay! —Sorbió por la nariz, como llorando—. ¡Lo siento mucho!

A Daruu toda aquella reacción le parecía exagerada, propia de una niña pequeña quizás. Tal vez sí que fuese una niña. Una niña con muchas tetas pero una niña al fin y al cabo. Le puso la mano en la cabeza y le dio tres toquecitos.

Tap, tap, tap.

—No pasa naaaada, no pasa nada —consoló—. ¿Pero cómo voy a ser de Konoha? Si esto lleva cientos de años muerto.

»Ni siquiera mis ojos pueden ver el pasado.
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#6
Eri se llevó las manos a los ojos para secarse las lágrimas que se arremolinaban en ellos cuando notó como una mano desconocida la comenzaba a dar golpecitos en la cabeza. Y eso, no entendiendo por qué, la reconfortó de sobremanera.

—No pasa naaaada, no pasa nada ¿Pero cómo voy a ser de Konoha? Si esto lleva cientos de años muerto.

«Ya lo sé... Jo...»

Pero antes de que pudiese añadir algo en su defensa o dejar claro que había sido totalmente un malentendido, una jugarreta jugada por su alocada mente, el chico añadió un último comentario.

—Ni siquiera mis ojos pueden ver el pasado.

La de cabellos púrpura pestañeó dos veces, ¿sus ojos? ¿Qué pasaba con sus...? ¡Ah! ¡Sería algún tipo de dojutsu! La joven se emocionó tanto que reactivó su positivismo y alegría en un abrir y cerrar de ojos. Creía recordar haber leído algo sobre los jutsus oculares, pero más allá del Sharingan no había llegado.

Tampoco es que le hubiese resultado muy apetecible hasta el momento.

Disculpa mis modales, mi nombre es Eri. — Se presentó ahora como era debido. Y, ¿quién sabe? Si se lo ganaba bien podría preguntarle acerca de esos ojos místicos que poseía. — Supongo que como has podido ver...«Qué chispa tengo.»Soy de Uzushiogakure, ¡es la primera vez que conozco a un chico de otra villa!

«Bueno, no del todo, pero es que el otro era un tanto... Especial. Este parece más normal.»

Ahora solo esperaría a ver si veía una brecha para atacar con preguntas.
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#7
—Disculpa mis modales, mi nombre es Eri —se presentó la muchacha—. Supongo que como has podido ver... Soy de Uzushiogakure, ¡es la primera vez que conozco a un chico de otra villa!

Daruu rió.

—¡Ja! Desde luego, eso mis ojos sí que lo pueden ver, sí... Encantado. Me llamo Amedama Daruu. —Y extendió el brazo hacia adelante para apretar su mano.

»No eres la primera persona que conozco de otra villa, pero de momento eres la persona más normal que conozco de la tuya, te lo aseguro.

«Y aún no estoy del todo seguro.»
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#8
—¡Ja! Desde luego, eso mis ojos sí que lo pueden ver, sí... Encantado. Me llamo Amedama Daruu.

Ambos apretaron la mano del otro, sin embargo, el chico de nombre Daruu añadió más información a la conversación.

»No eres la primera persona que conozco de otra villa, pero de momento eres la persona más normal que conozco de la tuya, te lo aseguro.

La chica enarcó una ceja, curiosa, ¿había conocido a más gente de su villa? ¿Y ella era la más normal? Su mente trabajó a toda velocidad para encontrar a alguien más especial que una servidora, y lo peor es que acudieron más nombres de los que se esperaba.

¿Ah, sí? — Preguntó. — Pues que yo sea la normal significa que has conocido a alguien muy especial. Espero que no fuese... — Intentó decir algún nombre, pero, la verdad, es que no se le ocurría en aquel momento ninguno que pegase con la frase. — Vale, me has pillado, en Uzushiogakure creo que el más normal es aquel Uchiha. — Admitió con un poco de vergüenza, y es que Akame seguramente era el más normal, aunque no lo conocía demasiado como para asegurarlo. — Pero somos buenos shinobi, ¡te lo juro!

Sin saber muy bien por qué estaba diciendo esa sarta de palabras sin mucha coherencia, decidió que lo mejor era cerrar el pico y cambiar de tema. Ahora solo necesitaría encontrar uno que no la dejase en evidencia.
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#9
—¿Ah, sí? Pues que yo sea la normal significa que has conocido a alguien muy especial. Espero que no fuese...

Y tanto que lo era. Tan especial que intentó matar a Daruu nada más verle.

—Vale, me has pillado, en Uzushiogakure creo que el más normal es aquel Uchiha. Pero somos buenos shinobi, ¡te lo juro!

Daruu rió.

—Bueno, para ser un buen shinobi se tiene que cumplir la función principal de un shinobi, que es cumplir su misión, supongo —contestó Daruu—. Pero se puede ser un hijo de puta.

Se dio la vuelta y se estiró, dando un bostezo que le hizo abrir la boca como una ballena tragando plancton.

—Yo me encontré con un loco que se lanzó a matarme nada más verme, y eso que no le había hecho nada. Bueno, creo que le mojé sin querer, pero sin mediar palabra intentó apuñalarme en la pierna y todo.
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#10
—Bueno, para ser un buen shinobi se tiene que cumplir la función principal de un shinobi, que es cumplir su misión, supongo. Pero se puede ser un hijo de puta.

Supongo que tienes razón. — Coincidió Eri torciendo el labio, pensativa; mientras Daruu se daba la vuelta y se estiraba.

«¿De verdad la función principal de un shinobi es cumplir su misión? ¿Y si se mata a alguien inocente para cumplir esa misión? ¡También se tiene que tener algo de mentalidad!»

Y Daruu volvió a hablar.

—Yo me encontré con un loco que se lanzó a matarme nada más verme, y eso que no le había hecho nada. Bueno, creo que le mojé sin querer, pero sin mediar palabra intentó apuñalarme en la pierna y todo.

¿Que qué? — Más que preguntar parecía que su boca se iba a desencajar. — ¿Intentó matarte nada más verte? ¿Por qué? ¿Cómo se moja a alguien sin querer y éste quiere matarle por ello? — Intentó imaginárselo de mil maneras diferentes, pero no le parecía ni medio normal. — No lo comprendo. — Admitió, frunciendo el ceño.
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#11
—¿Que qué? —Asombrada, la kunoichi cuestionó—. ¿Intentó matarte nada más verte? ¿Por qué? ¿Cómo se moja a alguien sin querer y éste quiere matarle por ello?

—Pues tal y como te lo estoy diciendo, Eri-san —explicó—. Sin darme opción a pedir disculpas ni nada, pegó un salto y empezó a atacarme.

—No lo comprendo.

—Ya, la verdad es que yo tampo... ¡Cuidado!

Un shuriken gigantesco, convertido por un extraño en una ironía terriblemente cruel (y afilada) se dirigía por el flanco derecho hacia la kunoichi. Daruu se abalanzó sobre ella para apartarla del proyectil. Las puntas del arma pasaron rozándole el pelo, y casi juró haber oído el sonido de su oreja desprendiéndose del resto de su cabeza de forma tan fidedigna como si hubiera sucedido de verdad.

Los cuerpos de los dos niños cayeron en la tierra. Daruu, terriblemente avergonzado, se separó de Eri, y luego se sintió estúpido por avergonzarse de salvarle la vida, pero ese es otro tema. Se levantó.

Había un ninja. Era grande y corpulento, y vestía un traje azul marino y un chaleco verde. Atada a la cabeza, protegiéndole la frente, semioculta por su media melena cobriza, yacía una bandana... con un símbolo que recordaba haber visto sólo en los libros de historia.

—¡¡Estáis profanando los restos sagrados de Konohagakure!! —exclamó—. ¡Largo, o seréis pasto de los gusanos!

Sucedió una cosa curiosa. Sucedió que quería hacerle caso y salir corriendo, pero sus pies no se movieron. Algo le impedía moverse, y estaba casi seguro que no era ningún tipo de técnica.

Era, quizás, su propia estupidez. ¿Eso era un chaleco de chunin? ¿Eso había sido un shuriken gigante? Eran dos genin, ¿qué clase de oportunidad remota había de que pudieran hacerle frente? Es más, he aquí otra razón, más poderosa todavía, que sí hizo hacerle retroceder un paso y levantar las manos, en señal de tregua: ¿qué razón tenían para negarse a abandonar el cráter? Ni que les fuera la vida en ello.

—Esto... No queremos problemas, ¿vale?

—¡¡LARGO!!
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#12
Antes de poder seguir con su conversación tan casual en un lugar normal y corriente como podía ser, no sé, un cráter; la pequeña fue arrollada por el chico que la acompañaba. La chica cerró los ojos esperando el impacto y cuando llegó, se permitió un par de pequeños segundos para volver a abrirlos, justo cuando Daruu ya se separaba de ella.

La pequeña se encontraba desconcertada, y tras juzgar el sonido que había escuchado instantes antes de caer ató cabos, ¡acababan de atacarles y Daruu había salvado su corta vida! Pero antes de agradecimientos o palabras bien sonantes, una tercera persona hizo acto de presencia, y no parecía especialmente contento. Eri entrecerró los ojos para analizar el símbolo que se ocultaba tras sus cabellos, pero no logró descifrarlo con total claridad.

—¡¡Estáis profanando los restos sagrados de Konohagakure!! ¡Largo, o seréis pasto de los gusanos!

Eri tiritó cuando logró ponerse de nuevo de pie, por ello sintió que volvería a caer si no se centraba en mandar las señales adecuadas a sus piernas. ¡Ella no quería problemas de ninguna de las maneras! Además, si la persona que tenía delante a pocos metros decidía ponerse a pelear con ambos, saldrían perdiendo, porque, no sabía Daruu; pero ella acababa de graduarse hace poco y prácticamente carecía de experiencia.

—Esto... No queremos problemas, ¿vale?

Disculpa... — Balbuceó la pequeña agarrando la prenda superior de Daruu. — Vámonos Daruu... Venga...

Lo mejor sería hacer lo que decía el hombre y salir de allí por patas. Uno era ser un ninja y luchar por lo que era justo, y otra cosa era arriesgar su vida en una pelea que no tenía posibilidades de ganar.
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#13
Eri tiró de la manga de su chaqueta y le insistió para que se fueran. A Daruu le pareció una idea extremadamente razonable y sensata, de modo que tardó aproximadamente cero coma dos segundos en darse la vuelta y echar a correr sin mirar atrás.

Los dos muchachos corrieron por la superficie cóncava del cráter hasta que lo abandonaron por completo. No contentos con eso, siguieron corriendo hacia adelante hasta internarse en el Bosque de la Hoja, muy adentro. Daruu no dijo nada durante todo el recorrido. Tenía un extraño nudo en la garganta que le indicaba que sí, efectivamente, había estado a punto de morir. Y había sido algo real, no un entrenamiento.

Sólo cuando llegaron a un pequeño claro iluminado por los pocos rayos de sol que conseguían cruzar entre las ramas y hojas de los robles, Daruu se dejó caer, cansado, sobre el tronco de uno de los árboles, y espiró un largo y tendido suspiro.

—Casi la palmamos.

¿En serio? ¿Tanto tiempo callado y tenía que constatar lo evidente? ¡Venga, dí algo más!

—Ese tipo llevaba una bandana de Konohagakure. Lo he visto en clase —dijo pues, aún agitado—. ¿Tenías alguna noticia de que quedaban ninjas de Konoha vivos? Creía que la aldea no había vuelto a refundarse.
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#14
Al final Daruu reaccionó de la mejor forma posible, y es que seguía preguntándose ¿qué probabilidades tenían de sobrevivir frente a un desconocido seguramente con mayor experiencia en combate que ellos? Además, ¿para qué? Así que ambos echaron a correr como si la vida les fuese en ello hasta que, no solo dejaron el cráter en el olvido, sino que acabaron en un punto en el que Eri no había estado con anterioridad en el Bosque de la Hoja.

Bueno, tampoco es que hubisese recorrido el bosque de cabo a rabo, además, lo más importante era huir de allí lo antes posible. Y solo cuando Daruu decidió parar su carrera bajo un claro, ella se dejó caer incluso antes que él, sobre el duro suelo que se le antojaba incluso el mejor sitio para descansar, dejando caer los cortos cabellos del flequillo sobre sus ojos cansados.

—Casi la palmamos.

Levantó la mirada y lo divisó entre los mechones para encontrarlo en la misma situación que ella, sí, era cierto, casi acababan con sus propias vidas de no ser por la llamada de la lógica picando en sus cerebros y con voz aguda repitiendo: salid de allí, salid de allí, peligro, PELIGRO.

Quiso contestarle, pero sus cortos jadeos se lo impidieron. Intentó recuperar el aliento para hablar y que no se pensase que no quería hablar con él, o que estaba asustada -que lo estaba-, pero sus pequeños pulmones no querían servirla, así que decidió esperarse hasta que el de ojos blancos volvió a hablar.

—Ese tipo llevaba una bandana de Konohagakure. Lo he visto en clase. ¿Tenías alguna noticia de que quedaban ninjas de Konoha vivos? Creía que la aldea no había vuelto a refundarse.

«¿Konoha...?»

¿¡Era de Konoha!?

¿Konoha...Gakure? — Preguntó aún sin haber recobrado el aliento en su totalidad. — Que yo recuerde, fue destruida hace mucho tiempo... ¿C-cómo puede ser? — Cuestionó al aire, pues parecía que ninguno de los dos tenía la más mínima idea. — No sabía nada sobre ningún ninja de la Hoja vivo... — Murmuró esta vez.

Echó una rápida ojeada a su espalda, cercionándose de si alguien les seguía o no.
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#15
—¿Konoha... Gakure? —preguntó la muchacha, dubitativa—. Que yo recuerde, fue destruida hace mucho tiempo... ¿C-cómo puede ser? No sabía nada sobre ningún ninja de la Hoja vivo...

Miró hacia atrás, por si les seguía alguien.

—Tranquila, dudo que vengan a por nosotros —negó Daruu con la cabeza—. Aquél ninja estaba haciendo aspavientos y todo para que nos largásemos de allí. No tendría sentido que volviera a matarnos.

«O eso espero, por la cuenta que nos trae.»

Se levantó y se rascó la coronilla.

—De modo que lo de que Konoha está muerta y enterrada es un hecho para vosotros también. —Se rascó la barbilla—. Eri-san, ¿sabes donde estamos? ¿Conoces algún sitio cercano donde tomar algo? Una ciudad, o un asentamiento con una posada o taberna. Así podemos pensarlo con más calma.

»Además, si nos cruzamos con un ninja de tu aldea, podrías contárselo. Creo que a Uzushiogakure, no, a todas las aldeas les concierne saber que Konohagakure está rearmándose... O un grupo de ninjas que se hacen llamar de Konoha, claro. A estas alturas, quién sabe.
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