Katsue le examinó, lentamente. Después, empezó a sacudir la cabeza, negando el éxito de Kazuma.

— Puede que la chica aceptara, si no tiene otra cosa mejor que hacer, pero dudo mucho que para su hermana sea lo correcto — Katsue se encogió de hombros —. Antes, los hombres llevaban flores a las casas y se arrodillaban ante sus padres para pedir la oportunidad de pasar un poco de tiempo con sus hijas. La verdad es que ahora eso es bastante antiguo, y se ha perdido.

» ¿Sabes que? Desconozco cuantos hombres habrán pretendido a su hermana mayor. Probablemente, ella lo que va a buscar en tí es un reflejo de ellos, o quizá de alguna esperanza frustrada — murmuró Katsue.

Viendola bien, Kazuma podría entender que el asunto de las citas no era para nada tan sencillo como el chico había imaginado en un principio. Incluso ella parecía tener problemas para encontrar una manera.

— Lo primero que es importante, es la actitud, ¿entiendes? Cabeza bien alta, hombros firmes. Vamos, levanta, quiero verte practicar — Katsue le observó bien —. Tienes que decir algo con gancho. Sin ser demasiado pretencioso, pero tampoco tan aburrido, ¿entiendes? A tu frase le falta ese algo. Algo así como añadir un: "Me sentiría encantando con tu presencia". Tienes que hacerla sonrojarse sin quererlo.

Kazuma se levantó y se puso firme, sacando un poco el pecho. No era la imagen de un conquistador, pero se sabía sereno y determinado.

—Ya… Pensé que el “Me sentiría encantando” estaba implícito en el hecho de invitarla a salir… —Se quedó quieto y reflexiono sobre que otra estrategia podría abordar para su invitación—. ¿Qué tal algo como “Miou-san, sería fantástico si me acompañaras y tuviésemos una cita el siguiente kaseyōbi en la tarde, ¿Qué me dices?”?

Contrario a su semblante habitual, neutro, se aseguró de sonreír tenuemente, pese a que se sentía un tanto dramático por aquella forma de hablar, pese a que era lo más habitual entre sus contemporáneos.

—Y quizás agregarle a eso una mano tendida amablemente… —musito.

Katsue observó como Kazuma hacía un triste intento de conquistador, sacando pecho y poniéndose firme. Hizo una mueca de "más o menos", moviendo su mano al compás.

— Luego repasaremos eso — accedió, permitienole sentarse otra vez.

—Ya… Pensé que el “Me sentiría encantando” estaba implícito en el hecho de invitarla a salir…

La hermana de Juro suspiró, con algo de melancolía.

— Oh, Kazuma. ¡Hay tanto que tienes que aprender del amor! Las cosas nunca están implícitas, y cuánto más las aclares, mejor — le dijo Katsue —. Es una buena forma de evitar incómodos inconvenientes, como que un tío al que le has dicho: "hey, te queda bien la sudadera" se presente el día siguiente en tu puerta con un ramo de flores creyendo que estás enamorada de él.

Probablemente, y solo probablemente, no estaba haciendo referencia a ningun caso concreto que afectara a Kazuma, pero la mujer continuó hablando, tras escuchar la frase del pupilo de Juro.

— Está bien, le ha da un aire más... juvenil — le concedió Katsue —. Aunque tampoco tienes que parecer desesperado por estar con ella. Tienes que hallar un equilibrio. Oh, ¿Eso que veo es un intento de sonrisa? Me gusta, me gusta. Veras, Kazuma-kun, las primeras palabras son vitales para una cita. Los primeros segundos son el tiempo en que una chica decide si la persona en cuestión merece la pena o no Por eso mismo, cómo actues también es relevante.

»No te ofendas, pero tienes que sacarte el palo del culo durante un rato. Tu rostro es siempre muy... impasivo. Supongo que la chica estará acostumbrada, pero creo que una sonrisa le gusta a todo el mundo. Tienes que sonreír más cuando vayas a decirselo.

Luego de un lapso de reflexión, Katsue señalo uno de los que probablemente era uno de sus mayores puntos débiles al momento de socializar. Aquella expresión serena y sin emociones aparentes, casi de indiferencia. En un principio no suponía ningún problema, pues estaba seguro de que a Miou le agradaba su aire relajado… Aun así, sentía que la ocasión requeriría hacer un esfuerzo, entregar algo diferente.

—¿Qué tal así? —pregunto justo antes de ampliar su sonrisa lo suficiente como para mostrar sus dientes, levantar las mejillas y entornar un poco los ojos.

Aquella no era la sonrisa de alguien colmado de felicidad, pero bien podría llegar a pasar por un alegre chico de su edad…, una apariencia muy poco común para quienes conocían su poca expresividad.

Kazuma lo intentó, y bueno... aunque es verdad que era algo forzada, la verdad es que su aspecto mejoraba bastante. Sí, Katsue asintió, satisfecha.

— Bien, tenemos la postura y las palabras. Esto ya es algo — dijo, aunque la verdad es que ni habían empezado con lo importante —. Ésto es una sugerencia , pero dependiendo de cómo sea la familia, quizá agradezcan alguna clase de regalo por visitar su casa, como algunas flores, unos bombones o algo así. Aunque también podrían rechazarlos.

La mujer se encogió de hombros, con un claro "haz lo que mejor creas".

— Vale. Una vez la muchacha acepte tu invitación, ¿Qué haces? ¿Que tienes pensado hacer con ella?

—…Esto es una sugerencia, pero dependiendo de cómo sea la familia, quizá agradezcan alguna clase de regalo por visitar su casa, como algunas flores, unos bombones o algo así. Aunque también podrían rechazarlos.

Aquello representaba un problema. La familia de la doncella en cuestión era bastante pudiente y de gustos muy refinados; y él era pobre y de gustos simples… Tendría que tener cuidado, pues la temible hermana mayor no dudaría en atacar aquel punto con una rápida y acida critica.

—Vale. Una vez la muchacha acepte tu invitación, ¿Qué haces? ¿Qué tienes pensado hacer con ella?

—He estado pensándolo —respondió cruzando las manos frente a su cara e inclinándose, pensando con profundidad—. Comprobé que sus gustos siguen iguales (teatros, museos y similares), pero aun así hay algo distinto, algo… raro: sé que le siguen gustando, pero su interés y prioridades parecen estar en otro lado… De pequeña tenia cierto complejo de princesa, por lo que sé que le resultan importantes la atención y el comportamiento… Pero siento que está esperando algo más, algo que se me escapa…

Suspiro y se reclino en la silla.

—En ese sentido, en eso de madurar, creo que me ha sacado bastante ventaja...

Katsue frunció el ceño, mientras trataba de entender el mensaje en clave que eran los sufrimientos de Kazuma. Sí, desde luego, apestaba a adolescente.

—En ese sentido, en eso de madurar, creo que me ha sacado bastante ventaja...

— Las chicas suelen madurar antes — admitió la hermana de Juro —. Pero los chicos no suelen fijarse en eso. Creo que eres un chico bastante maduro, Kazuma-kun. Madurar... no es la palabra que estás buscando, en realidad. Una persona puede... madurar, y no estar preparada para ciertas cosas. Ya me entiendes.

Katsue se cruzó de brazos y le observó, fijamente.

— Sé sincero, Kazuma-kun. ¿Has besado a alguna chica en tu vida?

—Sé sincero, Kazuma-kun. ¿Has besado a alguna chica en tu vida? —pregunto arrojándole una mirada indagadora.

—Pues, no, jamás —respondió algo sorprendido, pues creía que por su aspecto y poca sociabilidad era algo bastante obvio…, quizás—. ¿Cree que Miou-san esté interesada en esas cosas? Ya sabe, romance…, abejas y flores…

Supuso que era posible en alguna etapa de su vida, pero no concebía que la inocente y tímida Miou que conocía fuese a dejarse llevar por los instintos de la adolescencia… Aunque la hermana mayor había dicho algo sobre una etapa rebelde. Quizás aquella fuese la interpretación que daba al florecer emocional de su pequeña hermana.

Kazuma dijo algo bastante evidente. Katsue solo pudo asentir. Por supuesto que sabía que no lo había hecho, pero quería sinceridad por parte del muchacho.

—Pues, no, jamás ¿Cree que Miou-san esté interesada en esas cosas? Ya sabe, romance…, abejas y flores…

— No conozco a esa chica lo suficiente, pero viendote a tí, diría que eso es precisamente lo que parece que te asusta — dijo Katsue, reprimiendo una sonrisa —. Kazuma-kun, sabes que eso es lo que se busca en una cita, ¿verdad?. El hombre quiere enamorar a la mujer. El romance es el plato principal, y el beso, el postre.

» Kazuma-kun... ¿A ti te gusta esa chica? Y no me refiero como una amiga.

—De cierta manera, si: pero también hay algo de curiosidad, miedo, orgullo —aseguro, como si fuese algo trivial—. Pero en cuanto a ella, nadie puede asegurarlo: no sé si nuestros gustar son compatibles o de la misma magnitud, si son solo los impulsos y la curiosidad o algo más… Por eso creo que debo de conseguir esa cita y hacerlo bien, para tener todo claro…

Al menos esa era la teoría, pues resultaba fácil decírselo a Katsue: cuando tuviese enfrente a la muchacha en cuestión, puede que su calma no fuese suficiente para mantenerle en el camino. Y por supuesto, él estaba planeado únicamente sus pasos; pero se tratase de una cita, un baile o una partida de Shōgi, las reglas involucraban a dos jugadores.

—Quizás es un poco irresponsable el suponer… pero lo cierto es que planear no se me da bien, caso contrario a lo bueno que soy improvisando y manteniendo la calma…, al menos eso creo, en mantener las cosas simples en mis pensamientos.

Lo cual era otra forma de decir que no tenía seguridad de nada, y que por tanto no desgastaría su mente imaginándose escenarios y prediciendo emociones… A su manera, solo haría lo mejor posible y ya vería como recorrería aquel camino.

Katsue suspiró. El chico empezaba a desesperarla cada vez más: a cada pregunta que le hacía, le respondía con palabreria y palabreria aburrida, como si estuviera recitando el manual de un diccionario de pura memoria. ¿De verdad era así siempre con todo el mundo?

— Nunca puedes estar del todo seguro de ser correspondido, cariño. Ese es el principal problema del amor — dijo Katsue, extendiendo el dedo índice —. Está bien, si quieres usar la cita como un medio para aclararte, tu verás. Ese es tu problema después de todo. Pero no te puedes quedar paralizado mientras estés con ella, ni por supuesto, dejarla tirada. Una vez que empieces la cita, no hay vuelta atrás hasta que la dejes en su casa. Lo entiendes, ¿no?

Katsue se encogió de hombros, mirando al chico de cabellera gris.

— Te recomiendo que la lleves a un sitio elegante. No demasiado vulgar, pero tampoco reservado. Es tu primera cita, después de todo — murmuró —. Lo que has dicho está bien. Podéis asistir a algún lugar público juntos., como el teatro, el museo, o lo que quiera que le guste. Pero no sería una cita que se precie si no cenáis, o al menos, os sentáis a conversar durante un tiempo cara a cara.

—Cara a cara… —dijo por lo bajo.

Aquel termino parecía preocupar a Kazuma, de hecho, parecía la raíz de la mayoría del problema.

—Es un poco difícil preguntarlo... —De pronto parecía un tanto avergonzado—. ¿Pero que debería hacer cuando ella intenta… "intimidarme"? ¿Acaso eso es normal en las citas?

Esta vez fue el turno de Katsue de sorprenderse, cuando el chico le hizo una pregunta un tanto extraña. Kazuma, de forma tímida, habló por lo bajo.

—Es un poco difícil preguntarlo... ¿Pero que debería hacer cuando ella intenta… "intimidarme"? ¿Acaso eso es normal en las citas?

Katsue alzó una ceja.

— ¿"Intimidarte"? — ¿El chico se estaba refiriendo a...? —. Vaya Kazuma-kun, yo imaginaba que tu cita era una chica dulce y reservada. Aunque claro, la gente cambia mucho con la adolescencia.

» ¿Qué te intimida de ella exactamente? ¿Es su comportamiento? ¿Sus actos? ¿Su cuerpo? Dime, ¿Cómo se comporta cuando está contigo? — Katsue se llevó una mano al mentón, impaciente —. Si tienes tantos problemas en explicarlo, dime una situación en la que te sientas así. Así te podré entender mejor.

La mujer trataba de no mostrar la desesperación que sentía a ratos. No es que fuera algo dificil de entender: era su primera cita, el chico estaba nervioso y no sabía cómo actuar. Pero aun así, la situación era casi surrealista, y más con la hermana de por medio. Los chicos deberían ser más naturales.

—Es un poco difícil de explicar —alego con un suspiro—. Ya me habían intimidado anteriormente, en mis días de academia, pero esto es distinto. No es violento ni ofensivo, pero sin duda es un desafío a mi serenidad.

Era natural que se sintiese de tal forma, pues ya tenía experiencia lidiando con el acoso académico y jamás había cedido o mostrado debilidad, pero el coqueteo, aquel sutil arte, era algo que se le antojaba demasiado confuso.

Ooyagi Miou era una chica con la sobriedad y las maneras de una princesa. En sus días de academia era sumamente tímida y retraída, razón por la cual el aplomo y determinación serena de Kazuma le atraían tanto. Sus intereses siempre habían sido sencillos y orientados a la cultura y a la educación familiar; pero en cuanto se graduó, en cuanto comenzó a entender sus fuerzas se dio cuenta de que poseía unas alas inmensas. Esto fue reforzado por el hecho de que tenía un potencial enorme como ninja, lo que hizo florecer en ella una confianza y un carisma hasta entonces ignorado por todos… Para ella era la primavera de la vida, pero para sus padres y hermana era la mayor de las etapas de rebeldía… Ahora era una doncella guerrera y deseaba poner a prueba sus nuevas armas de vida en alguien que mereciese su afecto y respeto, que para el momento era Kazuma.

—Son muchas cosas: su forma de moverse, de invadir mi espacio personal —explico haciendo gestos con sus manos—. Además de sus posturas y ese juego de pestañeos tiernos, su forma de caminar y la manera que tiene de moldear su voz… Y que puede pasar de ser dulce y tímida, a orgullosa y dominante con la velocidad con que cambia la dirección del viento.

»No sé qué hacer: es vergonzoso dejarme atrapar, pero no es educado aparentar indiferencia.

—Son muchas cosas: su forma de moverse, de invadir mi espacio personal. Además de sus posturas y ese juego de pestañeos tiernos, su forma de caminar y la manera que tiene de moldear su voz… Y que puede pasar de ser dulce y tímida, a orgullosa y dominante con la velocidad con que cambia la dirección del viento.

¡Oh, el amor adolescente! Katsue no pudo evitar esbozar una sonrisa. Desde luego, las mujeres tenían clase en el arte de la seducción. Las chicas jovenes solían ser más torpes e inexpertas, pero prácticamente en todos los casos, le llevaban la delantera a los hombres respecto a las sutilezas.

Supuso que para un chico tranquilo e imperturbable como Kazuma, dejarse llevar por sus sentidos más bajos era algo que le perturbaba.

»No sé qué hacer: es vergonzoso dejarme atrapar, pero no es educado aparentar indiferencia.

— Veras, Kazuma-kun. Las chicas tienen muchas formas de intimar. A veces, se tocan el pelo, o mantiene la mirada, ladean la cabeza, se acercan... Sí, creo que lo has descrito bastante bien. Esa chica está intimando contigo — Katsue contuvo la risa. Parecía estar hablando de alguna clase de criatura de otro mundo, y no de una simple chica adolescente —. No te preocupes, no es algo malo. Es... la forma que tiene una chica de demostrar que le gusta una persona. Estoy segura de que habrás oído de cómo funciona la reproducción de los animales. A veces, hay ritos previos, que hace el macho o la hembra para demostrar que están en ese periodo y atraerse mutuamente, como bailes, o llenarse de colores, o...

» Lo que quiero decir es que no debes tener miedo. Esa chica te está demostrando su afecto — repuso Katsue. ¿Por qué era tan dificil explicar algo tan facil de ver? —. [color=yellowgreen] Debes corresponderle. Supongo que los chicos teneis formas distintas de demostrar algo así.

Sí, desde luego. Pero claro, Kazuma no tenía mucha idea del tema, y no pensaba enseñarle algo tan dificil en las primeras lecciones. Tendrían que conformarse con algo.

— Recuerdas la sonrisa que te dije, ¿verdad? Usala, no solo cuando vayas a recogerla. Cuando sientas que llega uno de sus momentos de "incomodidad", donde ella hace esas cosas, tú sonriele. Eso hará que al menos no parezcas una piedra — repuso Katsue —. Hay otra cosa que puedes hacer, aunque esta es un poco más atrevida: puedes guiñarle el ojo. Pero te recomiendo que eso lo hagas en el... "momento adecuado", ¿sabes?