Perder un combate no era el fin del mundo para nadie, significaba que aún faltaban por pulir algunos aspectos con algo de entrenamiento, puede que también la suerte haya tenido mucho que ver pero definitivamente a Koko no le había sentado muy bien el haber perdido de tal manera su primer combate. ¿Por qué? No había logrado dar ni un solo golpe a su contrincante y desde la primera sorpresa con aquellos clones ya no logró recuperarse de ninguna manera.
«Con eso fijo que Gouna me regañará »Pensaba decaída mientras regresaba a aquel edificio en el que todos los shinobis de Uzushiogakure residían dentro de los valles. Luego del combate y de su paso por el hospital, la kunoichi se había visto obligada a cambiar su vestimenta temporalmente hasta conseguirse otro conjunto similar al habitual. Ahora vestía con una playera blanca y ajustada de mangas largas y con una apertura algo grande para la cabeza, la tela casi no lograba cubrir los hombros de la chica y en cuanto a extensión podría confundirse con un vestido ya que llegaba a cubrir perfectamente los glúteos y poco más. Debajo de dicha prenda vestía unas calzas del mismo color y sin ningún tipo de detalle. Tampoco llevaba su equipo ninja así que cualquiera que la viera sin conocerla probablemente la confundiría con una civil que regresaba de hacer los recados.
A causa de los daños que se llevó durante el combate, la Kageyama no había podido proseguir con su rutina y tampoco tenía el ánimo para mantener una buena alimentación. Luego de todo lo ocurrido había descuidado bastante su alimentación, solo ingería comida chatarra en cantidades sin importarle nada más y ni siquiera se dignaba a salir de la habitación por mucho tiempo, solo por lo hacía para comprar más comida como ese día soleado en que se apareció con un par de bolsas llenas de comida instantánea, papas fritas, dulces variados e infinidad de cosas poco saludables. Seguramente sea demasiada comida para una sola persona...
Considerando que la chica aún estaba algo quemada —toda su piel gozaba de un ligero tinte rojizo— no podía hacer ningún tipo de movimiento sin sentir un ardor bastante molesto y aquello la motivaba a moverse muy lento o directamente no hacerlo, así que de aquí a que llegase a la escalera que daba con las habitaciones de las mujeres en Nantōnoya seguramente pasarían unos cuantos shinobis… O puede que se hayan ido todos, después de todo no hay mucho para hacer allí adentro, menos en las habitaciones.
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¡PLAF!
Alguien chocó contra Koko y ambos cayeron al suelo, quedando sentados uno enfrente de otro. Quiso el destino que ese alguien fuese nada más y nada menos que el responsable de las quemaduras que todavía se podían apreciar cubriendo algunas partes de la figura de Koko; Uchiha Akame. El muchacho había entrado en la residencia cargado de libros de muy distinta índole y grosor —desde tomos técnicos sobre manejo de naturalezas elementales hasta novelas fantásticas—, de tal forma que la montaña que llevaba entre las manos le tapaba la visión.
—Ugh, eh, lo siento... —masculló el Uchiha, incorporándose mientras se frotaba el trasero dolorido—. ¿Kageyama-san?
«No hay duda, ¡es ella! Reconocería esos ojos tan particulares en cualquier sitio, y esas...» De repente Akame se puso rojo como un tomate y, tratando de disimularlo, se apresuró a recoger los paquetes de comida que ahora estaban dispersos por todo el suelo. Luego se los ofrecería a la kunoichi.
—Lo siento, Kageyama-san —repetiría, quizás más formal de lo que ella esperase—. Ha sido culpa mía, no te he visto.
Sus libros todavía estaban esparcidos por el suelo, pero en ese momento Akame estaba nervioso como un quinceañero —lo era— y sólo podía intentar no quedar como un idiota frente a Koko.
Ese impacto… Desde el primer toque la chica ya había sentido el ardor producto de las quemaduras que pronto se acentuaría exponencialmente al caer de culo al piso. Ni bien aterrizó sintió como cada músculo se contraía y una mueca de dolor se le dibujaba en el rostro, incluso una lagrimilla se le escapó de un ojo pero tan pronto como alzó la vista y vio a aquel con quién chocó su rostro cambió rápidamente.
—¡Ah! Este… —Hizo una ligera pausa mientras trataba de recordar—. ¿Akame-san? —Preguntó con una mirada que acompañaba a su duda.
No era que no le importase el nombre de aquel que le había dado una paliza, pero es que entre todo lo que ocurrió en el lugar no podían culparla por haberse olvidado del nombre de su contrincante.
«¿Por qué él? Me podía topar con tantos otros, como Datsue o el rubio pero… ¿Justo él? »Se lamentaba mientras se ponía de rodillas allí mismo donde había caído, su idea era la de recolectar todos los libros que se habían caído de las manos de Akame pero… ¿Por qué diablos traía tantos encima?
—Yo tampoco iba muy atenta —respondió con una sonrisa algo nerviosa.
A diferencia de él, ella se estaba tomando su tiempo para juntar libro por libro en un intento por minimizar el ardor que pudiera sentir por el simple hecho de moverse, de ahí que ella siguiera con esa lenta tarea mientras que su interlocutor ya había hecho absolutamente todo con la misma eficiencia con la que días atrás la había “cocinado viva”.
—Puedes llamarme Koko si lo deseas —le indicó tomando un libro de tapa oscura y dura—. Por cierto, no pude decírtelo en su momento pero… Buena pelea —estaba nerviosa y se le notaba en la mirada.
Pero era lo único que se le ocurría para romper el hielo con ese chico, después de todo parecía ser excesivamente serio y formal, no por nada la llamaba por el apellido.
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5/08/2017, 17:59
(Última modificación: 6/08/2017, 13:17 por Uchiha Akame.)
Al Uchiha le tranquilizó en cierto modo ver cómo aquella chica parecía tan nerviosa como él. Mientras Akame recogía las bolsas de comida de la kunoichi, ella hacía lo propio con sus libros. «Por Tsukiyomi, esto se parece al inicio de más de una historia picante...» Al instante se sonrojó aun más por haber pensado en aquello, y trató de disimularlo agachándose todavía más.
Una vez recogió todas las bolsas y Koko todos sus libros, Akame se las ofreció como si estuviesen haciendo un intercambio.
—Gracias, Kageya... Koko-san —se corrigió el Uchiha, forzando una sonrisa nerviosa—. Y gracias por lo del combate, eh, uh, espero que te estés recuperando bien.
Aquella era la primera vez que había peleado tan en serio contra alguien; y el hecho de que Koko fuese de su propia Aldea le infundía confianza. No pudo evitar que sus ojos se desviaran a las quemaduras que la kunoichi lucía con dolor.
—Y, eh, bueno... ¿Te duele mucho?
«Uchiha Akame boca de jarra, ¿qué clase de pregunta es esa? ¡Ha recibido el impacto de una técnica de Katon de rango A, pues claro que le duele, idiota!»
—Veo que estas aprovisionándote para coger fuerzas... Eh... ¡Bien! Así seguro que te recuperas antes —balbuceó luego, tratando de arreglarlo—. Aunque esto... No es muy sano, ¿no?
La chica no había sido tan rápida como Akame a la hora de recolectar libros pero al final logró hacerlo justo a tiempo para el intercambio, aunque ella seguía de rodillas en el suelo y… El chico podría haberse tomado las molestias de ofrecerle una mínima ayuda pero en su lugar le dio las cosas y habló un tanto más.
De todas formas, Koko al tomar sus bolsas dejó las cosas a cada lado y se levantó algo lenta en un intento por no generar más ardores de los necesarios.
—Arde más que nada —indicó ya enderezándose e intentando suprimir la mueca de molestia que adornaba su rostro—. Podrías haberme dejado peor si hubieses querido, ¿verdad? —Agregó dedicándole una media sonrisa, también nerviosa.
Tras responder a la pregunta, la chica se agachó para tomar sus cosas y probablemente se iría para evitar hacer el ridículo, es decir, mientras más tiempo se mantuviese allí más riesgo corría de hacerlo. Pero lamentablemente al Uchiha no se le escapó el detalle de la comida, mayormente chatarra que más que ayudar a nadie le afectaría de forma negativa y a la pobre pecosa se le subió rápidamente la sangre a la cara tiñéndola completamente roja, incluso más que a él momentos atrás.
—No no, esto es… —Ahora estaba más nerviosa que antes y no iba a poder ocultarlo—. Son unas chucherías que me encargaron en casa —añadió retrocediendo unos pasos y soltando una risita nerviosa.
«¡Pero qué digo! ¡Si vivo sola! »Pensó justo después de lo dicho, pero ya no podía retractarse de lo dicho aunque muy probablemente el Uchiha no se dejaría engañar por una mentira tan vaga como esa así que lo único que le quedaba por hacer a la Kageyama era intentar desviar la conversación.
—¿Quieres algunas? Si quieres subimos a mi habitación.
Luego de aquello la chica se quedó completamente paralizada, manteniendo la alegre y algo nerviosa sonrisa mientras en su cabeza una sola frase pudo escucharse. «¿Por qué dije eso…? »Ahora sí que no tenía forma de remediar las cosas.
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Akame se quedó completamente en blanco ante la contestación de aquella chica. Durante el combate le había parecido que lo estaba dando todo, pero ahora se la veía más bien insegura. Tanto como él mismo. «Supongo que es algo que tenemos en común... Los dos estamos más cómodos en mitad de la lucha».
—Eh, bueno, yo... —quería contestar algo ingenioso y encantador, algo como... «¿Qué diría Datsue-kun?»—. Todavía tengo que mejorar mucho.
«Bueno, probablemente eso no es lo que hubiese dicho el Intrépido...» Akame sólo esperaba que fuese lo suficientemente neutral como para no ofender a su compañera.
Tomó los libros entre manos mientras Koko cogía sus propias bolsas. Al acercarse a ella pudo comprobar como la kunoichi parecía tan avergonzada como él —aunque no entendía por qué—, y cuando habló no hizo más que confirmarlo. «¿En casa? Pero si las habitaciones son individuales, ¿a qué se ref...?» La kunoichi interrumpió sus cavilaciones.
—¿Quieres algunas? Si quieres subimos a mi habitación.
Akame notó cómo se le paraba el pulso. Fue sólo un instante, pero el muchacho juraría a partir de aquel día que, en ese momento, en la zona común de Nantōnoya, su corazón había dejado de latir. El color de su rostro pasó del rojo tomate a un blanco más pálido que un lienzo. «¿Subir... A... Su... ¡Habitación!?». Rápidamente el Uchiha tuvo que llevarse una mano a la nariz —sin poder disimularlo— para evitar que un chorro de sangre descendiera rápido y veloz como un escape de gas a presión.
—¡Ah, eh, yo... Te lo agradezco mucho, Koko-san! —consiguió decir al final—. Pero la verdad es que no suelo comer... Bueno... Chucherías. Sin embargo —se apresuró a decir—, conozco un sitio donde ponen un sushi buenísimo. Está muy cerca de aquí.
El gennin se rascó la cabeza, sonriendo con cierto nerviosismo.
—Si quieres puedo invitarte a comer. Ya sabes, eh... Como compensación por haber desparramado tus bolsas. Eh, sí, eso... Si quieres.
Simplemente asintió ante la contestación del Uchiha, ella también tenía mucho por mejorar, más que él probablemente ya que no había logrado dar ni un solo golpe en todo el combate y probablemente haya sido una actuación simplemente atroz. No sería sorpresa que luego de aquello medio mundo pase a apostar por Akame.
Luego de aquello, justo cuando ella le invitó a subir a su habitación y que al mismo tiempo le naciera el deseo de ser devorada por la tierra, el chico se puso tan pálido como un muerto haciendo que ella por un instante se quedase en silencio y algo asustada. «Ay dios » pensó al imaginarse lo peor. Incluso dio un paso hacia atrás, estaba dispuesta a desaparecer de la escena para asegurarse de que no la culparían de haber matado a su compañero hasta que…
—¿Eh? —Soltó sorprendida al ver las reacciones en el contrario.
Se había cubierto la nariz como si alguien le hubiese dado un buen golpe en la cara y claro que la iba a preocupar, si nadie le había puesto un dedo encima. Movió las manos, las llevó cerca del rostro del chico pero este mientras hablaba logró distraerla completamente así que jamás llegó a establecer el contacto físico.
—¿Sushi? Bueno pero deja que me deje las bolsas en mi habitación —respondió nerviosa aunque ahora por las reacciones ajenas y no por lo que ella misma estaba haciendo.
¿Qué se suponía que hacía en una situación así? Los dos estaban igual de nerviosos y solo lograban malinterpretarse mutuamente…
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—Eh, sí, claro, cómo no —contestó Akame que, a su vez, cayó en la cuenta de que él también tenía una pesada pila de libros entre las manos y que lo normal no era llevársela al restaurante—. Bueno, pues... Nos vemos ahora, sí, eso.
Mientras iba hacia su propia habitación —dio gracias a los dioses por que las dependencias de Nantōnoya no eran mixtas— tuvo algo de tiempo para intentar calmar mente y cuerpo. «¿Por qué demonios me he puesto tan nervioso, joder? Venga, me cago en todo, tienes que calmarte. ¡Es sólo una compañera de Aldea! Una rematadamente buenorra, claro, ¡pero eso no debería importar! Somos ninjas de Uzushiogakure no Sato, joder. Somos profesionales.»
Dejó los libros sobre el escritorio de su apartamento y se lavó la cara con agua fría, frotándose los ojos a conciencia. Allí, en el cuarto de baño, el espejo le devolvió a la cruda realidad mediante un sencillo truco; enseñarle su propio reflejo. La cara delgada y aguileña, la nariz torcida, una pequeña cicatriz en el labio y otra en el mentón. Un trozo del lóbulo izquierdo que le faltaba. «Uchiha Akame, eres un estúpido pretencioso. ¿Qué chica querría...?»
Salió de su habitación con un temple bien distinto. Podría decirse que estaba hasta molesto, incómodo por no ser capaz de entender qué había llevado a Koko siquiera a entablar conversación con él. «Ahora me cambiaría gustoso por Datsue-kun...» Su compañero de profesión y de aventuras nunca había tenido problemas para hablar con las chicas, mucho menos se había sentido incómodo en presencia de alguna.
Sea como fuere, el Uchiha terminó por verse esperando de brazos cruzados en la sala común de la residencia. Los dedos de su mano derecha martilleaban con ritmo nervioso su brazo izquierdo.
Con todo dicho ya no quedaba mucho por hacer así que sin dudarlo subió las escaleras para ir directa hasta su habitación donde solo dejaría las bolsas sobre la cama y regresaría a la puerta, aunque dudó por un instante. «Momento, ¿se supone que es una cita? »Se preguntó con la mano en el pomo de la puerta.
Si resultaba ser una cita, la chica iba a estar un tanto complicada en varios aspectos. «¡No tengo nada para ponerme! Y no traigo de esas cosas que se ponía Noemi, ¡estoy jodida! »Pensaba muy nerviosa mientras miraba en cada rincón de su habitación en busca de algo que pudiera servirle para la cita, pero sin ningún éxito ya que la única ropa que se trajo era prácticamente pijamas o ropa deportiva, nada que sirviera para una cita salvo —tal vez— aquello que llevaba en ese preciso instante. «Tendré que ir así, ni siquiera sé maquillarme así que aunque tuviese de esas cosas… »Tampoco era una opción salir a comprar nada ya que ni bien bajara seguramente se encontraría al Uchiha esperándole.
Y así fue, luego de su debate mental de lo que hacer y pronto resignarse, bajó las escaleras y allí estaba Akame, con cara de pocos amigos. «Coño… ¿Tanto me tardé? »Pensó algo asustada mientras se acercaba nerviosamente al contrario. Si vamos al caso, con lo nerviosa que estaba tampoco tenía buena noción del tiempo que pasaba.
—Si quieres lo dejamos para otro día —fue lo primero que le dijo mientras se le acercaba algo temerosa.
¿Se nota que no conoce a Uchiha Akame? Probablemente Noemi le hubiese dicho un buen par de cosas para no estarse nerviosa frente a él pero ella estaba en Uzushiogakure, imposible pedirle consejo de ningún tipo.
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6/08/2017, 22:16
(Última modificación: 6/08/2017, 22:19 por Uchiha Akame.)
Akame alzó la mirada cuando intuyó la figura de su compañera de Villa aparecer por las escaleras que daban acceso a las dependencias femeninas. No pudo evitar mirarla de arriba a abajo, bien detenidamente, y tuvo casi que palmearse la cara para poder reaccionar cuando Koko se le acercó. Sus palabras le sentaron como un jarro de agua fría por alguna razón que todavía no era capaz de entender —inútil, como era, en ese tipo de terrenos—. «Bien, ahora me despido cortesmente y cada uno a lo suyo. ¡Ah, por Amaterasu, estoy deseando empezar con "Teoría y Práctica Básica del Elemento Viento"!»
Mas no fue eso lo que salió de sus labios, sino un tímido balbuceo. Otra vez.
—¡No! Quiero decir, eh, uh, a no ser que hayas cambiado de opinión, claro —trató de hacer acopio de fuerza de voluntad y arrojo, y añadió con más firmeza—. Todavía me gustaría compensarte por lo de antes. Y el sushi de ese restaurante es delicioso, deberías probarlo.
«Ahora sí, joder, ¡ahora sí! Ya le voy agarrando la mano a esto», se dijo para sí el Uchiha, sumamente orgulloso del paso adelante que acababa de dar —al menos para él—. No comportarse como un auténtico inadaptado social era algo que, tarde o temprano, tendría que aprender a hacer; especialmente cuando aprobase el examen de ascenso a chuunin. No podría coordinar a un equipo si se trababa al hablar con una kunoichi.
Pronto la malacara del chico se esfumó dejando escapar un balbuceo que dejaba en evidencia su estado real. «Ya, se hacía el malo para no parecer nervioso »se planteó en silencio mientras le miraba fijamente en un intento por entenderle. Y es que para ella no había motivos para que Akame estuviese así, a no ser que —al igual que ella— esta fuese su primera cita en la vida, si es que así se lo podía llamar a eso.
—Por lo del combate no te preocupes, en unos días ya se me pasará todo —le indicó en un intento por hacerle olvidar ese asunto—. Vamos, comemos un tanto y nos olvidamos de todo, ¿te parece? —continuó aun algo nerviosa.
¿Terminarían bebiendo? Puede que sean muy jóvenes para ello, pero es sabido que hay muchos lugares donde se vende alcohol a menores sin problemas mayores, aunque ciertamente Koko no tenía mucha idea de a dónde terminarían por ir, era Akame el que conocía la ubicación del restaurante.
De cualquier manera, la pecosa se dio media vuelta y se dirigió a la puerta desde la cual se asomó para mirar el exterior por si tuviese miedo de que alguien la observase.
—¿Vamos? No sé dónde me dices que queda —le dijo al chico mirándole por encima del hombro.
Aunque si vamos al caso, la heterocroma no llevaba ningún tipo de herramienta encima, ni siquiera su bandana así que a menos que la reconocieran del combate o algún otro shinobi conocido, seguramente pasaría como una civil más.
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El Uchiha asintió con una sonrisa sincera en el rostro. Las palabras de Koko habían funcionado de maravilla para quitarle un poco de esa tensión que le mordía el estómago y le impedía hablar. Ahora al menos estaba seguro de que la kunoichi no le guardaba resentimiento por el combate.
— ¡Claro! No está lejos.
Akame salió del edificio principal de la residencia acompañado —esperaba— de la muchacha de ojos dispares. Caminaron durante unos minutos por las calles de Nantōnoya mientras el Sol de Verano les bronceaba un poco. Hacía un día perfecto; cielo azul, brisa fresca y el paisaje rural de los Dojos no hacía sino mejorarlo.
Se detuvieron por fin frente a un local bajo, bastante pequeño en apariencia y sin muchos adornos. Era un edificio de piedra blanca y tejado azul claro, y se entraba por una puerta corredera tradicional sobre la que había un humilde letrero que rezaba...
Sushi Jinbei y hermanos
El mejor sashimi del Valle
— Aquí es —exclamó el Uchiha con una sonrisa.
De tanto pensar en el delicioso pescado que estaban a punto de degustar la boca se le hacía agua y el estómago le rugía con ansia. Aquellos sentimientos habían sustituído al nerviosismo y la vergüenza, por lo que Akame estaba mucho más cómodo. Abrió al puerta e ingresó al local. Era un sitio pequeño, con apenas seis o siete mesas y una barra de madera pulida tras la que se encontraban las cocinas. Del techo colgaban un par de lámparas de papel de arroz y, en general, el local correspondía a una estética clásica y tal vez un poco antigua.
Había un par de muchachos algo más mayores que los gennin, enfundados en uniformes de cocina, que movían sendos cuchillos a las órdenes de un hombre que rondaría la treintena y que llevaba un sombrero acreditativo de chef.
— Buenas tardes —saludó el Uchiha.
Un tipo cuarentón y regordete salió de detrás de la barra para saludarles. Era completamente calvo, y sus ojos oscuros revisaron con interés a los muchachos, deteniéndose especialmente en la bandana de Uzushio que Akame llevaba en la frente.
— ¡Ah, queridos ninjas! Tomen asiento, por favor. Enseguida les atiendo.
Akame tomó la silla más cercana y se sentó. El camarero les repartió un par de cartas y les pidió orden de las bebidas; a lo que el Uchiha contestó con una sencilla petición —un té verde muy cargado—.
— Bueno y... ¿Qué te parece?
El Uchiha pronto respondió a la indicación dada por la pecosa y se acercó a ella dispuesto a indicarle el camino. Aunque no hubo contacto físico de ningún tipo lo cual atentaba contra la idea que ella tenía de una cita, por lo menos de lo que Hideo y Noemi le tenían dicho. «¿No se supone que me lleva de la mano o algo así? »Se preguntó a sí misma algo nerviosa al no saber cómo diantres actuar, ni siquiera le habían aclarado si se supone que es el hombre quien da ese primer paso o es la chica así que ante la duda prefirió mantenerse a un lado de Akame, a corta distancia pero sin contacto.
Luego de una corta caminata llegaron al local, algo pequeño a decir verdad pero a diferencia de muchos Sakamotos, a ella poco le importaban esas cosas mientras pudiera comer bien —en el caso de restaurantes, claro—, además, era un compañero de la aldea quien la estaba acompañando y dicho sea de paso le había recomendado la comida de allí, aunque los planes de la chica para esa noche era la de hincharse con comida chatarra y engordar unos kilos para matar la depresión.
—Buen día —saludó sin dejar de inspeccionar los alrededores con la mirada cual niña curiosa.
No había nada raro en el lugar, los empleados hacían su trabajo indistintos de lo que pasara por la puerta y un hombre de mediana edad les atendió rápida y cordialmente. Aunque pareció haber reconocido que Koko también era una kunoichi por cómo la saludó.
Tras aquello y ver cómo su compañero tomaba asiento, ella tomó la silla que quedaba justo enfrente así podía estarse cara a cara con él. Por su parte, simplemente se pidió un zumo de naranja.
—Se ve bien y los empleados parecen buena gente —respondió apoyando un codo sobre la mesa para usar esa misma mano de soporte para su cabeza—Solo me falta probar la comida —agregó dedicándole una ligera sonrisa al Uchiha.
Seguía un tanto nerviosa pero por lo menos ya el chico se estaba tranquilizando, lo cual le daba algo más de confianza aunque podría ser mejor. «Al menos no vine con lo que uso normalmente cuando trabajo, eso sí que hubiese sido un desastre de cita »Pensaba en silencio respecto a su vestimenta.
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Akame le devolvió una sonrisa satisfecha a la kunoichi, que parecía bastante conforme —al menos de momento— con el lugar, y luego hundió sus ojos en la carta repleta de deliciosas variedades de sushi. La gran mayoría del repertorio estaba compuesto por peces fluviales como el salmón, ya que el mar quedaba un tanto lejos y Akame sabía que Jinbei —el propietario— jamás se arriesgaría a servir pescado que no estuviese fresco.
Cuando el camarero volvió con una taza de madera humeante y un vaso de cristal con zumo de naranja, Akame despegó sus ojos de la carta y recitó.
—Yo tomaré Makizushi de salmón. Y, ¿podría decirle a Jinbei-san que ponga mucho wasabi? —pidió, dubitativo.
El robusto camarero sonrió ampliamente mientras tomaba nota de la orden.
—¡Gran elección, shinobi-san! El salmón está fresquísimo, pescado esta misma mañana en los ríos de la cordillera —aseguró, inflando el pecho como un pavo real—. ¿Y la señorita?
Luego de analizar rápidamente el interior del local y dar su aprobación al Uchiha, la chica se centró en la carta que les habían llevado para toparse con infinidad de sushis distintos que siendo sinceros, a ella al menos no le sonaban de nada y probablemente sea porque casi toda su vida dependió de lo que servían en la residencia Sakamoto o ahora que vive sola, suele cocinar lo que se le venga en gana sin siquiera saber cómo se llama cada plato.
El lado positivo fue que su acompañante decidió ordenar primero por lo que no tendría que arriesgarse a escoger el peor plato de todos, además de que el empleado afirmó que el salmón estaba muy bueno. No había forma de fallar allí.
—Pediré lo mismo, pero con menos wasabi de ser posible —respondió sonriente.
Lo último que necesitaba era quemarse también las entrañas con el picante.
Y ahora la pregunta; ¿cómo seguir con la conversación y la cita en general? ¿Tendría que esperar pacientemente por la comida y ya? Probablemente no, se tornaría un tanto aburrido para ambas partes, pero de nuevo, Koko jamás tuvo una cita con nadie así que no tenía mucha idea de nada, tampoco estaba tan habituada a socializar como algunos de sus parientes así que tendría que arriesgarse de alguna forma.
—Entonces… Eres de la misma promoción que Noemi, ¿verdad? —Consultó dirigiendo la mirada en Akame.
Su hermana tal vez fuese lo mejor para sacar un tema de conversación, además de que en el torneo si mal no recordaba el chico la había confundido con ella como tantos otros.
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