Después de un fuerte grito y del desplome de su cuerpo en esa superficie barrosa, no hubo nada más. No hubo más intenciones ni más movimientos ni más palabras para detener lo inevitable. Se había cerrado su telón.

Solo sintió como esas balas le habían arrebatado la vida entera.

Ahora solo le quedaban unos segundos antes de perder la conciencia, viendo desde el suelo al chico victorioso y a su compañero siendo torturado lentamente por la otra mujer. Su visión no llegaba más allá y la luz ya se estaba yendo del todo, pero sabía por los que los demás habían pasado. Ahora entendía más las advertencias de Nao cuando estaban yendo hacia allí. Advertencias que su terqueza tomó a la ligera.

«Ojala puedas salvarte.» Le costaba creer que Toshio pueda escapara de aquella situación, pero deseaba con todo que pueda hacerlo.

«Ojala haberme tomado esto en serio. Si estaba más entrenada... yo hubiera podido ayudarlos. Por lo menos un poco más. Hubiera podido salvar a alguno...»

Finalmente, todo se terminó de poner oscuro.

«Perdón por no volver. Shirō. Hinata. Mamá. Papá. Perdón...»

"No me escuchaste"

Además de la voz de Jun, Ranko escuchaba a alguien hablar en la lejanía. Sin embargo, su voz era más clara que la de Marrow, Ruhara, Toshio, Jun, y sus golpes juntos.

"¿Qué pasa cuando no podemos derrotar a nuestro rival?"

Mientras el dolor le hacía despertar, Ranko se dio cuenta de que estaba abrazando a alguien. Alguien frío e inmóvil. Su pecho comenzó a dolerle más que cualquier otra parte de su cuerpo.

Antes de abrir los ojos, vio su mano, rota por su hermana, hace ya tanto tiempo.

"Retrocedemos y... Analizamos."

"¿Y qué hiciste, Ranko?"

Comenzó a abrir los ojos y la vio. El rostro de Lyndis, durmiendo. Su visión se tornó borrosa por las lágrimas.

"¿Y qué hiciste, Ranko? Dime."

"Madre, yo..."

"¿¡Qué hiciste!?"

"¡La maté!"

Ranko quiso alzar la mano, acariciar su rostro con todo el cariño que le tenía. Quiso darle un último beso. Quiso decirle que la amaba una última vez. Pero no pudo. Su cuerpo no le respondió.

"¡La maté! ¡Fui una estúpida y ataqué! ¡Ataqué a ciegas cuando debía de haber seguido los consejos de Nao! ¡Alenté el deseo de combate de Lyndis cuando sabía que tenía que controlarla! ¡Dejé que me cegara la ira por una vez en la vida y Lyndis sufrió por ello! ¡Murió por ello! ¡Murió por mí! Mi amor... Murió por mí... Por mi estúpida vida... Mi amor... Waai-chan...

Al fin escuchó a Toshio y a Ruhara. ¿Y si saltaba de repente y le lanzaba una patada a la chica? No, posiblemente soltaría alguna artimañana para hacer inútil su golpe. ¿Valía la pena arriesgarse? No. Ya había matado a Lyndis. ¿Qué importaba ya? Pero no podía dejar solos a sus refuerzos. ¿Importaba? No podía dejar que murieran también. ¿Pero le importaba?

Una parte le decía que se levantara. Que el estar de pie le daría energía para pelear, e inspiraría a sus aliados. Otra parte le decía que ella misma estaba muerta ya.

Y mientras su mente se decidía, su alma lloraba, y su cuerpo no hacía nada.

El plan de Ruhara era que se fuese cortando poco a poco con su katana. Hizo que Toshio cogiese el arma y entonces se quedó un segundo pensando en cómo empezar. No iba a ir directamente a cortar dedos, tal vez un par de cortes superficiales para calentar el ambiente, aunque no tenía mucho tiempo así que ir directamente a los dedos era buena idea, tal vez hacerle cortarse la... Pero Toshio tenía otros planes, aprovechó esa breve pausa para provocarse un daño que cortase del todo la conexión mental entre ellos. Se clavó la espada en el pecho sin ningún miramiento.

— ¿¡Pero qué haces, animal!? — estaba airada, pero algo mareada por haber perdido involuntariamente el control. — ¡Rindete! ¡No tienes nada que hacer!

Ahora solo quedaba él en combate. No tenía ninguna opción. Y Marrow se acercaba.

Marrow fue espectador de como a Jun se le apagaba la mirada, cayendo al suelo inerte, inconsciente. En el momento en que quedó quieta se giró y fue a recoger el arma de la chica. Se agachó a coger la kodachi mientras sus dagas de hueso se retraían. Tenía la intención de volver a Jun y hacer algo, pero al girar vio a Toshio agarrar su propia katana y apuñalarse. Para posteriormente oír el grito de Ruhara, indignada.

— Ruhara, deja de jugar y acaba el trabajo, tenemos mejores cosas que hacer. — a pesar de haber dado esa orden, empezó a acercarse al chico, kodachi en mano. — Chico, no compliques esto más. Estoy cansado de tener que ser cruel.

Su expresión era fria y seria, como la de un tiburon, con los brillos de la capa de chakra enfatizando lo apagada que estaba su mirada. De nuevo, se pararía cuando estuviese a un par de metros, atento a lo que hiciese aquel animal arrinconado y a su respuesta.

— ¿Qué... pasa...? —Le dijo a Ruhara, resollando, aunque sonriendo—. ¿Te da miedo rematarme?

Empezó a toser sangre mientras, con ambas manos, agarró la katana por ambos costados de la hoja para sacarla de su abdomen de forma dolorosa y la dejó caer al suelo. No tenía fuerzas para levantarla. Gritó, dolía demasiado, y Marrow ahora se acercaba a él con frialdad. Si el general lo miraba a los ojos, no vería miedo en ellos, vería resignación. Ya había temido demasiado, ya había huido demasiado, y aún así no podía ser valiente, levantarse, luchar y ganar. Solo podía desafiar la muerte a la cara y... aceptarla.

— ¿Y qué con eso? ¿Eh? —Le respondió burlón al general, con una sangrienta sonrisa—. ¿Se... supone que tengo que dejarte las cosas fáciles?

Empezó a levantarse, poco a poco, pero su cuerpo no se movía. Estaba cansado y malherido y se esforzaba en contener las lágrimas. Se había dado cuenta entonces de que se había mentido a sí mismo... Sí tenía miedo, sí que tenía mucho miedo. No quería morir. ¡No quería! Quería vivir, quería que Yuki le perdonase por lo que fuese que hubiese hecho, quería volver a reír junto a sus amigos en el Acantilado Rompe-Olas, quería regresar a casa para decirle a Kinumi que todo estaba bien, quería crecer, casarse y cuidar de unos niños que probablemente no soportaría, aunque los amaría un montón y tenía miedo. Tenía miedo de perderlo todo.

Bajo el agua, una Uchigatana roja y negra flotaba cargada de chakra...

"¿Y puedes moverte?"

Aquella voz, ya tan lejana, hizo que abriera los ojos más. La realidad se hizo incluso más real, y su cuerpo comenzó a moverse.

"Respiras. ¿Tienes brazos? ¿Tienes piernas? ¡Ja! ¿Para qué pregunto? Claro que tienes piernas. Entonces puedes moverte. ¿Quieres ir a partirles la cara? Con gusto. Pero siento que olvidas algo, Ranko-chan."

"Violeta... Senpai..."

Logró incorporarse, levantar su cuerpo por encima del de Lyndis, apoyándose en rodillas y manos con dificultad. Alzó la mirada entre las plantas de arroz. Los enemigos se acercaban a Toshio.

"Y no es la primera vez que lo olvidas hoy. Los conejos son seres de tierra. Y cavan. Como yo. Ranko. Todavía hay vidas que dependen de ti. Aguanta. Un poco. Más."

Hizo sellos y concentró mucho chakra. Tanto que le hizo comenzar a resollar. Y el lodo se hizo aún más lodoso, tanto, que impediría que Marrow y Ruhara se movieran de su lugar. Afortunadamente, Toshio no se encontraba entre ellos. Ranko terminó de ponerse en pie.

—¡TOSHIO! —gritó. La desesperación era tangible en su voz —. ¡Toma a Jun y vete! ¡YA!

Ahora, aunado al que estaba herida y muy cansada, se le sumaba que el chakra le había drenado más. Estaba segura de que no iría ya a ninguna parte. Una parte de ella habría preferido escapar. Escurrirse entre los cadáveres con Lyndis a cuestas. Llevársela a su madre y llorarla juntas. ¿Pero y Toshio y Jun? ¿Sacrificaría a dos personas vivas para darle un entierro a la chica que amba? ¿O se sacrificaría para darle a esos dos una oportunidad más, por pequeña que fuese?

"Con mi sacrificio... Sirvo a Kusagakure..."

La atención de Marrow estaba demasiado centrada en el pelirrojo. Si no hubiese sido por eso, podría haber reaccionado mucho antes a la kusajin que se alzaba entre los muertos. Podría haberla pateado de nuevo al suelo antes incluso de que se levantase.

Sin embargo, acabó reaccionando tarde, cuando ésta ya estaba empezando la cadena de sellos. Dio un paso atrás mientras formulaba él mismo un solo sello.

— ¡Ruhara, cuidado! — fue lo último que se supo de él antes de que desapareciese.

Al instante, aparecería a un par de metros de Ranko, a su izquierda. De un salto, recortaría la distancia que les separaba, buscando apuñalarla con su kodachi y caerle encima para inmovilizarla. No podría detener la técnica, pero podría asegurarse de que no volviera a levantarse.

Ruhara se acercó hasta estar a unos tres metros de Toshio, con cada paso iba descartando una técnica con la que despedazar a Toshio. Podría ir por lo basico y pegarle un Mizurappa en la cara, podía recoger algunas de sus agujas y jugar a los dardos, tal vez tirarle el Sirope en la cara... Cuando llegó a los tres metros se paró, pues había tenido la idea más perfecta del mundo. Se le iluminó la cara y sonrió, preparada para ejecutar su técnica.

— Preparate para algo...

— ¡Ruhara, cuidado!

— ¿Qué?

No llegó a formular el sello, miró a Marrow y siguió su mirada hasta Ranko, que estaba a punto de lanzar una técnica. Se preparó para recibir el golpe, pues la había cogido por sorpresa, sin embargo, el golpe fue hundirse más en el barro y que este se endureciese rápidamente. Marrow ya estaba sobre la atacante, así que se giró rápidamente hacia Toshio. ¿Era esto parte de algún plan que habían urdido en secreto? ¿Se había hecho la muerta para atraparla ahora? ¿¡Es que no podía disfrutar de una buena muerte!? Oh, había matado a la peliplateada esa. Ni tan mal.

Ruhara centró de nuevo su atención en Toshio, esperando ver su plan y rematarlo de forma completamente abrumadora y humillante.

Al menos había atrapado a la mujer. Ranko deseaba poder seguir peleando y darle su merecido, pero no importaba. Lo único que importaba era que Toshio lograse moverse y se llevara a Jun. Sólo eso. Ni Lyndis ni ella tenían salvación. Y eso... Estaba bien.

El peliblanco se movió hacia ella. Gracias a que apareció a unos metros, pudo reaccionar con decente velocidad. Había soltado su sai después de su arranque de furia, pero su wakizashi aún seguía con ella.

Casi instintivamente, Ranko desnevainó a Higanbana y giró para bloquear la kodachi de Marrow empuñando su arma con ambas manos. No sólo eso, sino que giró su espada velozmente para desarmarlo. Desafortunadamente, Ranko estaba demasiado cansada para resistir el salto del general. Mientras caía hacia atrás, empujada por él, Ranko mantendría la empuñadura de su wakizashi contra su pecho, intentando, al menos, que la fuerza del salto de Marrow cayera sobre el filo del arma. El calor de aquella aura ardiente posiblemente le devoraría, pero no se iría del mundo sin una última puñalada.

"Higanbaga, ¿Eh?" La voz de su madre resonó en su cabeza de nuevo. "Es un nombre peligroso."

«Vamos, acércate un poco más...»

Allí, en la situación en la que se encontraba, Toshio no podía hacer más que esperar a que se acercase. ¡Ni siquiera tenía las fuerzas para moverse por su cuenta! Sus escasas reservas de chakra estaban casi al máximo, de eso no podía quejarse, pero su cuerpo, sus piernas... ¡Simplemente no se movían! Ni siquiera se había puesto de pie todavía. No tenía a donde huir ni tenía como huir. Probablemente le quedaban unos pocos movimientos antes de desplomarse del cansancio.

En cambio, Ruhara y Marrow, si bien no estaban al 100% estaban mucho mejor que él. Si Toshio estuviese en posición de calcular sus probabilidades de victoria, las tendría que contar en decimales.

«No te enfades mucho cuando nos encontremos, papá... he dado lo mejor de mí».

Ya estaba completamente listo para irse al otro mundo con un último ataque suicida, cuando pudo ver a Marrow mirar más allá de él justo antes de desaparecer y que los pies de Ruhara se hundiesen en el suelo. Durante un momento, se giró para ver a dónde había ido el Kaguya, escuchando entonces a Ranko gritarle.

El chico no respondió, o al menos no lo hizo inmediatamente, en cambio, apuntó directamente al general, que había cometido el error de darle la espalda. Bajo el agua, la espada empezaría a moverse por sí sola viajando directamente hasta uno de los tobillos de Marrow, buscando clavarse en él para despegar su pie del resto de su cuerpo (50 PV penetración).

Ruhara probablemente se vería tentada a avisar a Marrow de algo, aunque no pudiese ver el proyectil bajo el agua, ya había visto su truco antes. Por lo que, para impedirlo, mientras estiraba el brazo hacia Marrow, cogía la vaina de su arma con la otra para lanzársela a Ruhara directamente a la garganta para interrumpirla (15 PV).

— Lo... siento mucho, Ranko-chan... —Decía, ya de pie, pero tembloroso—. Pero no creo que vaya a ir a ningún lado...

Como Ruhara había esperado, Toshio intentó algo. Señaló al general con su dedo y entonces algo en el agua salió disparado en su dirección. Sin embargo, ella estaba preparada, no para avisar a Marrow, sino para rematar a Toshio. Su confianza en su general era inquebrantable. ¿Pensaba acaso el kusajin que podía abatirlo? Fuera cual fuera la treta, no sería más que un cachorrito intentando tirar abajo una montaña

Realizó el sello del tigre y ya. Era su técnica insignia, la que tan bien le había ido contra esa loca peliplateada. Un remolino se formó justo entre las piernas de Toshio para golpearle en la zona más hiriente de todas, en la entrepierna. Pero el pelirrojo no había terminado y le lanzó la vaina a Ruhara. Incapaz de mover sus pies, la chica intentó agacharse para esquivarla. No tuvo esa suerte y aquel proyectil le impactó en toda la frente.

— Pero ¿qué cojones te pasa? — le dijo mientras se frotaba la frente, aunque igual estaba hablando con un eunuco a esas alturas.

Su espada chocó contra una de la kusajin y Marrow pudo reconocer lo que Ranko quería hacer, la técnica de Desarme. Y la dejó hacerlo. Las armas no eran su cosa, nunca lo habían sido. Había cogido esa espada para terminar la faena, pero si tenía que pelear, lo haría con sus metodos. A la vez que su arma salía despedida, su cola se movió rápidamente para barrer las piernas de la kusajin (25 PV).

La atención de Marrow estaría centrada en la katana que blandía Ranko cuando un sonido de un torpedo le hizo fijarse en algo que viajaba bajo el agua, abriendo de par en par el charco y separando sus aguas. Iba directo a su tobillo. Levantó el pie en cuanto lo vio, esquivando por completo cualquier daño que fuese a recibir de aquel ataque en ese tobillo. Pero detrás de ese tobillo, estaba el otro. La katana se clavó y Marrow hundió más el pie. Aunque no pudiese moverlo, así no le fallaria la pierna.

Sus ojos volverían rápidamente a Ranko, si seguía en pie.

Si se hubiese permitido girarse para comprobar que su ataque había dado en el blanco, Toshio probablemente habría festejado el haber impactado, pero no fue así. Su atención estaba puesta completamente en el combate que tenía enfrente. Marrow y Ranko estaban relativamente lejos de ellos, así que tenía tiempo y espacio para combatir con calma, por lo que quizás...

¡Ruhara realizó un sello! Si hubiese sido más observador o más inteligente, el chico habría predicho que se trataba de la misma técnica con la que había matado a Lyndis, pero ni siquiera se dio tiempo para comprobar lo que estaba sucediendo antes de tirarse al suelo rodando en diagonal hacia adelante y la derecha. El colmillo de agua se alzó como si de una especie de géiser se tratase, destrozando en su camino las sandalias ninja del herrero por el roce.

Al rodar, el chico utilizó las fuerzas que le quedaban para abalanzarse sobre Ruhara con las manos por delante. Con una de ellas intentaría agarrarle la cara, mientras con la otra intentaría agarrarle el brazo que tuviese más cerca de su portaobjetos. La mujer se daría cuenta rápidamente de una cosa en cuanto Toshio le hubiese agarrado. ¡Sus manos ardían! (15 PV por agarre).

— Pasa... que el combate a terminado.

"¿Por qué es peligroso, madre?"

Había logrado desarmar a Marrow, aunque Toshio no había huido. Claro. Nadie le hacía caso, como siempre. No importaba ya. No tenía ni la fuerza ni el chakra para moverse. Y si así fuera ¿Qué pasaría? ¿Acaso sería más rápida estando herida que Marrow, lo suficiente para escapar? Sintió el golpe de la cola de fuego del general, y su mundo dio vueltas.

Ranko cayó una vez más. Sus últimos rastros de voluntad le hicieron asir la espada con fuerza y enterrarla en el suelo, como si fuera a impulsarse en ella para levantarse y usarla de nuevo. Pero sus dedos perdieron fuerza y la soltaron.

"Hemos estudiado el Hanakotoba, ¿No?"

"Sí, madre. Los lirios araña rojo, higanbana, la flor del equinoccio... Es una flor preciosa..."

"La flor del infierno. Crece en cementerios."

Cuando su cabeza y espalda cayeron contra el lodo de nuevo, quiso alzar la vista. Ya no sentía el cuerpo, y solamente veía el brillo de la hoja sucia de su espada enterrada. No podía ver ya dónde estaba Marrow, ni Toshio. Sin embargo, sí podía ver a Lyndis, a unos metros. Ranko suspiró. Sólo pudo escuchar la voz de su madre, aquella explicación que le había dado hacía tanto tiempo.

"Se dice que una higanbana florece..."

Ranko intentó inútilmente alcanzar a Lyndis con su mano, pero se rindió después de dos segundos. Todo se oscureció una vez más, con más intensidad y frío que la anterior.

"En el sitio donde dos personas se ven por última vez."

Ruhara pudo ver a Toshio abalanzarse e hizo un sello del carnero antes de intentar detener el ataque del pelirrojo. Fue hacerlo y deshacerlo. Interceptaría la mano que iba a su cara con su propia mano, entrelazando los dedos de Toshio, pero no podría evitar que la agarrase con la otra su brazo.

— Sí, sin duda. — Ruhara ya no se reía malevolamente, tenía una sonrisa casi melancolica.

Se quedó ahí parada, intentando mantener a Toshio agarrado tanto como él intentaba agarrarla a ella. La lava que brotaba de sus dedos hizo que soltara una mueca, pero no deshizo el agarre ni bajó la fuerza.