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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
¿Tomarse algo? Era buena idea, pero quizá algo arriesgada. Habían pasado el último año haciéndose putadas los unos a los otros. Ahora, recién hechas las paces, unas copichuelas y unos brindis podían sellar aquella extraña alianza…

…o hacer reflotar viejos rencores.

Quizá lo mejor fuese dejar que los nuevos términos con los que se trataban se asentasen un poco antes de hacer nada más. Justo iba a tirar por aquella dirección cuando oyó una voz que le heló la sangre.

Datsue miró a Ayame, horrorizado. «No puede ser…» ¿Cómo? ¿En qué momento? ¡Pero si Ayame parecía estar de lo más tranquila!

Hola, Uchiha. ¿Me recuerda?

El Sharingan brilló en su mirada por puro instinto.

¡Se ha hecho con su control! ¡Rápido, Daruu! —Datsue realizó un sello y se agarró la muñeca con la otra mano. De las yemas de sus dedos salieron cinco llamas moradas que representaban los cinco elementos chinos en kanjis—. ¡Sujétala!

«¡JAAAAAAAAAAÁ! Oh, ¡esto va a ser divertido!»
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
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Grupo 1:
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#62
Pero Ayame se curzó de brazos y apartó la mirada a un lado, todavía rencorosa.

Oh, Ayame, venga, enrrolla...

»...te.

Daruu quedó paralizado y blanco como la leche. Kokuo había tomado el cuerpo de Ayame momentáneamente para dejar claro que no ayudaría al trío para combatir contra Kurama y sus Generales, ni para ponerse en contra de ningún otro bijuu. Luego le dedicó una de sus mordaces sonrisas a Datsue, quien advirtiendo a Daruu y actuando con celeridad formó en sus dedos la técnica con la que Eri había sometido a Kokuo cuando quiso escapar galopando sobre las llanuras del exterior de Uzushio.

Rápidamente, Daruu se interpuso entre ellos dos, con los brazos abiertos.

¡No! ¡Espera! ¡No te precipites! —exclamó Daruu. «Eres gilipollas, Kokuo, ahora vamos a tener que contárselo»—. ¡Todo tiene una explicación!

»Kokuo, basta, no queremos más peleas. Por favor. Deja que esté Ayame —dijo, echando una vista de reojo atrás—. Además, no esperábamos tu ayuda. Ya lo sabes.

Volvió a mirar a Datsue.

Creo que que vamos a tener que tomarnos algo, ¿eh? Creo que tenemos algo de qué hablar.
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#63
La reacción en Datsue fue instantánea: el horror transformó sus facciones y sus ojos se iluminaron instantáneamente con el color rojo del Sharingan. Kokuō bajó la mirada hacia su barbilla inmediatamente, pero cualquier rastro de burla se transformó en una oscura sombra cuando vio que los dedos del Uzujin se recubrían por cinco llamas púrpuras.

¡Se ha hecho con su control! ¡Rápido, Daruu! —Alentó al Amejin—. ¡Sujétala!

Ella soltó una risa seca, mordaz.

¡JA! Oh, me encantará ver cómo lo intentan... —canturreó, pero ni siquiera hizo el amago de moverse del sitio.

Afortunadamente, Daruu no tardó en interponerse entre los dos.

¡No! ¡Espera! ¡No te precipites! —le gritó a Datsue, alzando los brazos a modo de barrera de contención entre los dos—. ¡Todo tiene una explicación! Kokuō, basta, no queremos más peleas —añadió, dirigiéndose esta vez al Bijū—. Por favor. Deja que esté Ayame. Además, no esperábamos tu ayuda. Ya lo sabes.

Que no cunda el pánico, sólo quería dejarles clara mi posición. Por si en algún momento se les llegaba a olvidar —respondió, seria. Aunque en su rostro apareció una sonrisa divertida cuando añadió—: Además, habría sido indecoroso no salir a saludar a un... viejo amigo. Ahora, si me disculpan —Kokuō inclinó el cuerpo en una elegante reverencia, extendiendo un brazo con una floritura.

Un último espasmo recorrió su cuerpo, y la muchacha se incorporó de golpe con las mejillas encendidas y los ojos chispeantes.

¡Mira, de verdad te lo digo, a veces me dan ganas de poder cogerte del cuello y estrangularte! —se le escapó en voz alta.

Ayame había vuelto.

Y cuando reparó de nuevo en la presencia de Daruu y Datsue soltó un gemido lastimero y se masajeó el puente de la nariz. ¿Y ahora cómo demonios iba a explicar aquello? ¡Y encima había tenido que ser frente a Uchiha Datsue!

—Creo que sí que vamos a tener que tomarnos algo, ¿eh? —intervino Daruu—. Creo que tenemos algo de qué hablar.

Ayame, dándose por rendida, hundió los hombros y soltó un suspiro al cielo.

Si vamos a hablar no puede haber nadie alrededor. Nunca sabemos quién puede estar escuchando.
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—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#64
De todo lo que podía esperarse, lo que menos se imaginaba Uchiha Datsue era que Daruu defendiese al bijū de Ayame. No solo la defendió con palabras, sino que se interpuso entre los dos. «Pero, ¿¡qué cojones...!?» Y luego… Luego habló a Kokuo como si fuese una persona y no lo que era: la jodida reencarnación del mal.

La cara de Datsue era todo un poema: tenso, incrédulo y cauteloso. La escena que estaba presenciando era demasiado surrealista como para que supiese siquiera cómo reaccionar. Shukaku, descojonándose en su interior, no ayudaba tampoco.

Tardó un buen rato en abrir la boca, después de que Ayame pareciese recuperar el control.

Os estáis quedando conmigo, ¿verdad? —Era eso, ¿no? Una jodida broma desde el principio. Tenía que serlo. No había otra explicación razonable.


• • •


Conocedor de aquellas tierras casi como la palma de sus manos, Datsue sugirió que tuviesen su charla en un sitio muy especial. En un pequeño pueblo de la Ribera del Norte, al que habían llegado tras veinte minutos de caminata siguiendo el curso del río.

Allí, en un puesto junto a la orilla, un anciano de camisa florida y pantalón corto alquilaba barcas por un tiempo limitado y un precio bastante asequible —en verano, Datsue sabía que el precio era bastante más alto—. Como se sentía en una pequeña deuda moral, el Uchiha apretó los dientes e insistió en invitar él. No sin hacer un pequeño regateo con el dueño de las barcas, claro. Había costumbres que nunca se iban.

¡Por los Dioses! ¡Está bien, está bien! ¡Veinte ryos serán! Pero no lo vayáis contando por ahí, por favor… —pidió, cogiendo el billete que Datsue le tendía—. Oye, chico, ¿te he visto por aquí antes? Me suena…

Qué va. Primera vez que vengo aquí —replicó, cogiendo el boleto de dos horas que acababa de pagar.

El anciano se encogió de hombros y procedió a realizar su oferta habitual: bebida, comida de picoteo, pienso para cisnes… Oh, sí. Por aquella zona solía haber cisnes y eran una gran atracción, especialmente para turistas.

Datsue consideró que ya había gastado bastante y no pilló nada.

La barca que les tocó era sencilla, blanca por el exterior y azul en el interior, de madera. Pequeña, sí, pero lo suficiente espaciosa para que, bien acurrucados, entrasen cinco personas. El Uchiha se sentó en la madera transversal que atravesaba por la mitad el interior de la barca y tomó los remos.

Ayame y Daruu podían sentarse bien al frente, o si preferían estar más cómodos uno al frente y otro detrás.

Ah, tendríais que ver esto en verano. Está a tope —comentó, mientras aproximaba lentamente la barca a un pequeño grupo de cisnes blancos. Estaban relativamente solos. Se veían dos barcas más, a lo lejos, usada por dos parejas.

Datsue las contempló por un momento, distraído. Recordaba que había tenido la idea de traerse a Aiko hasta allí, cuando…

«¡Mierda! ¡Otra vez!»

Verán, Uchiha Datsue se había impuesto un reto hacía algo más de una semana: no dedicar ni un solo pensamiento a Aiko en todo el día. Aquel era el décimo día consecutivo que fallaba.

En fin, soy todo oídos —dijo, colocando los remos en la barca y poniéndose cómodo. A unos diez metros, casi a mitad de río, unas boyas con el cartel:

¡PELIGRO!
NO PASAR
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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#65
Si vamos a hablar no puede haber nadie alrededor. Nunca sabemos quién puede estar escuchando.

Os estáis quedando conmigo, ¿verdad?

Daruu se encogió de hombros, miró a Ayame un momento y luego a Datsue de nuevo.

Me gustaría decirte que sí. La vida sería mucho más sencilla. Pero... —Se encogió de hombros.


· · ·


Daruu se sentó frente a Datsue, la ceja alzada en una mueca de absoluta pero sana desconfianza. Desconfianza porque Datsue les había llevado a la Ribera Norte, y nada más llegar ya había regateado con el barquero de aquél lago. En muchas ocasiones, Datsue le había dicho a Daruu que los de la Ribera Sur eran unos hijos de puta sin escrúpulos, reencarnaciones de los espíritus más perversos del Yomi. Ahora Daruu tenía miedo de dos cosas: a) que esa afirmación fuera cierta para los habitantes de las dos riberas y b) que aunque no fuese cierta, todos los ribereños del norte fuesen igual que Datsue. El barquero hablaba muy parecido a él. Y el cabrón al final había conseguido engatusarle con una bolsa de patatas fritas con aquella labia suya. Peligroso, muy peligroso.

«Oh, no». Imagínate a veinte tíos por la orilla gritando YEEEEEEEHAAAAAAAAAA. Ahora sabes lo que estaba pasando por la distraída mente de Daruu.

Ah, tendríais que ver esto en verano. Está a tope —dijo Datsue. Daruu miró alrededor. Se encontraban cerca de un pequeño pueblo siguiendo el curso del río. Datsue les había llevado a un lago con unas barcas de madera. Ahora les conducía a un grupo de cisnes blancos, muy bonitos, a decir verdad.

Hubiera sido una estampa idílica, de no ser por ese sospechoso cartel que anunciaba el peligro con letras enormes, rojas.

¿Y ese... cartel, Datsue? —Daruu abrió la bolsa de patatas fritas y la paseó por delante de Ayame y del Uchiha—. ¿Queréis?
[Imagen: K02XwLh.png]

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#66
A Ayame también le habría gustado afirmar las palabras de Datsue, poder reírse en su cara y gritar que todo había sido una broma de mal gusto. ¡Una transformación a medio hacer quizás!

Pero la vida nunca era tan sencilla. Y los secretos siempre salían a la luz cuando menos debían hacerlo.

Los dos Amejines se dejaron guiar por el Uzujin hasta un pequeño pueblo de la Ribera del Norte que se encontraba a unos veinte minutos del Árbol Sagrado. Allí, junto a la orilla del río, un anciano de camisa colorida y florida y pantalones cortos desempeñaba su oficio de alquiler de barcas. Quizás para sorpresa de ambos, el Uchiha se ofreció a invitarles al paseo, aunque no dudó en utilizar su lengua de plata para regatear el precio del pasaje. Después, como todo buen vendedor, les ofreció una serie de extras: bebida, comida... ¡Incluso pienso para los cisnes que nadaban apaciblemente por el lago!

Ni que decir tiene que Ayame no pudo resistirse...

La muchacha terminó sentándose en la barca junto a Daruu y frente a Datsue, quien había decidido coger los remos.

Ah, tendríais que ver esto en verano. Está a tope —comentó el Uchiha.

Ayame, que había apoyado el codo en el borde de la barca y la barbilla en ella, observaba con gesto distraído al grupo de cisnes que se veía un poco más allá.

Es muy bonito... —respondió, ensimismada. Las aguas del río discurriendo por debajo de ellos, la silueta del Árbol Sagrado adivinándose a lo lejos... Desde luego, lo último que habría tenido en mente había sido disfrutar de algo así precisamente con Uchiha Datsue.

En fin, soy todo oídos.

El momento tan temido había llegado. Sin mover la cabeza, Ayame giró sólo los ojos para mirarle. Y suspiró. ¿Por dónde podía empezar?

«¿De verdad le va a contar algo así a ese Uchiha, señorita?»

«¡Maldita, no me has dejado elección! ¿Pero cómo se te ha ocurrido hacer una cosa así, salir así?»

Kokuō ya no está encerrada en mí —habló, tras varios largos segundos. Aunque se apresuró a corregirse—. Bueno, sí. Pero no... Digamos que al final llegamos a un mutuo acuerdo, y ambas compartimos cuerpo. Por eso puede manifestarse cuando quiera.

¿Y ese... cartel, Datsue? —preguntó Daruu, señalando un cartel con letras rojas que presagiaba un peligro desconocido—. ¿Queréis? —añadió, ofreciéndoles patatas a ambos.

Pero Ayame le ignoró durante un momento.

Oye, no nos estarás conduciendo a una trampa, ¿verdad? —preguntó, recelosa.
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#67
La mandíbula de Datsue fue cayéndose más y más a medida que Ayame profundizaba con su explicación. Palabras como que Kokuo ya no estaba encerrada en ella, que ahora compartían cuerpo por un mutuo acuerdo, o que podía manifestarse cuando quería le reventaron, de un bombazo, todos los esquemas que tenía en mente. Y como sucede con todas las grandes revelaciones, a Datsue le llevó su tiempo procesarlo.

¿Y ese... cartel, Datsue?

Datsue, en su mundo, giró la cabeza lentamente hacia el cartel.

Oye, no nos estarás conduciendo a una trampa, ¿verdad?

Le estaba costando, le estaba costando mucho concentrarse en lo que le decían. Sus palabras sonaban lejanas y pertenecientes a un idioma extraño, del que solo podía captar pequeñas cosas por el contexto o los gestos.

No, claro que no… —En un segundo plano, su mente seguía trabajando en el rompecabezas que le había dado Ayame. Comprendía cada pieza y dónde debía colocarlas, pero luego, al hacerlo, la imagen que se componía no tenía sentido. Simplemente, no lo tenía—. Eso es porque ahí está la Ribera del Sur —explicó, con la simpleza y naturalidad de quien dice la mayor obviedad del mundo—. Ya deberías saber lo hijos de puta que son, Daruu.

»No sé si te lo contó, Ayame, pero Daruu y yo nos vimos obligados a matar a uno de esos cabronazos. Bueno, tras una buena borrachera —aclaró, sonriente—. ¿Te acuerdas, Daruu? ¿Eh? ¿Eh? Jo-der, ¿qué nos pimplamos? ¿Una botella de ron entre los dos, a pelo? Menuda cogorza, tío, menuda…Clic. ¡UN MOMENTO!

Cuando al fin fue capaz de vislumbrar el cuadro, Datsue pegó tal brinco que cayó de culo en la parte trasera de la barca, llevándose un buen golpe en la nuca. Le saldría chichón, pero en aquel momento ni lo sintió.

¿¡Que QUÉ!? ¿¡QUÉ HABÉIS HECHO LOQUÉ!? P-Pero, p-pero… ¡¿PERO ESTO ES EN SERIO!? Se os ha ido la flapa —continuó atropelladamente, negando con la cabeza—. Se os ha ido la flapa pero bien, ¿eh?

Todavía no podía creérselo. Todavía no quería creérselo. Una parte de él, se negaba a pensar que verdaderamente había hecho las paces con dos locos suicidas.

No, no, no. Estáis de coña. —Es que no tenía sentido. No tenía—. ¿Por qué ibais a hacer una cosa así?«Imposible. ¡Imposible!»
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#68
Ambos rechazaron su ofrecimiento. Daruu se encogió de hombros y se llevó una patata particularmente doblada sobre sí misma a la boca. Qué ricas.

Ignorando la bomba que acababa de caer sobre la barca —desplegada por el bombardero AYA-12ME— Datsue pasó a comentar que el cartel estaba ahí porque al otro lado estaba la Ribera del Sur. Daruu no pudo evitar soltar una pedorreta fruto de la risa que se le escapaba. Se tapó la boca con la mano. El amejin hubiese jurado por todo lo que es sagrado, así os lo digo, que al otro lado del cartel estaba escrito el mismo, el mismo mensaje. Con la misma tipografía y todo, ¿eh?

Datsue siguió evadiendo la explosión hablando sobre el maldito capitán pirata al que tuvieron que matar para sobrevivir en la isla, y, para desgracia de Daruu, sobre la botella de ron. El muchacho se rascó la cabeza y apartó la mirada, sobretodo la apartó de Ayame. Y entonces, como caída del cielo, la reacción de Datsue, la de verdad, llegó.

Ya de entrada a Daruu le había parecido extraño que Datsue no tuviese nada que decir sobre lo de Kokuo y Ayame. Pero supuso que, como una bomba de verdad, tardó unos segundos en caer al suelo. Y ahora a Datsue le había golpeado la onda expansiva. Como si así fuese, cayó hacia atrás y se golpeó la cabeza. La barca se tambaleó unos instantes.

¡Eh, cuidado!

No, no, no. Estáis de coña. —Es que no tenía sentido. No tenía—. ¿Por qué ibais a hacer una cosa así?«Imposible. ¡Imposible!»

Porque tuvimos mucho... tiempo para hablar con ella —dijo Daruu—. Y parecía mucho más... humana de lo que ella misma querría admitir. —Daruu miró a Ayame—. Decidimos apostar y nos tocó el caballo ganador. —Se rio frente a su propio chiste. Ay. Kokuo le mataría—. A mí también me pareció una locura en su momento, pero ha cumplido su palabra, excepto para hacer ciertas travesuras como la que viste antes.

»De todas formas, la propia Kokuo nos advirtió de que tu bijuu no es igual que ella. Ella es educada, comprensible y sólo quiere que los humanos la dejen en paz. ¿El tuyo...? Quiero decir, Shukaku.
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#69
No, claro que no… —respondió un distraído Datsue, al que le parecía costar cerrar la boca de tanto que la había abierto con la confesión de Ayame—. Eso es porque ahí está la Ribera del Sur —explicó, con la simpleza de quien explica que en Amegakure llueve. Pero Daruu se echó a reír ante un chiste que Ayame no terminaba de pillar—. Ya deberías saber lo hijos de puta que son, Daruu. No sé si te lo contó, Ayame —añadió, como si hubiese percibido la confusión de la kunoichi—, pero Daruu y yo nos vimos obligados a matar a uno de esos cabronazos. Bueno, tras una buena borrachera —aclaró, sonriente.

Pero Ayame no sonreía, ni siquiera se llegó a preguntar por qué los Ribereños del Sur eran tan malos. Y es que otra cosa había llamado a la puerta de su ira. Giró la cabeza para mirar a Daruu (que se empeñaba en apartarle la mirada); o, más bien, para apuñalarle con sus ojos. Una mirada que poco tenía que envidiar a las de Kokuō.

No... no me lo contó —siseó entre dientes.

¿Te acuerdas, Daruu? ¿Eh? ¿Eh? Jo-der, ¿qué nos pimplamos? ¿Una botella de ron entre los dos, a pelo? Menuda cogorza, tío, menuda… —continuaba Datsue, hasta que algo pareció encajar en su cabeza, y el Uchiha se cayó de culo de su asiento, provocando que la barca oscilara peligrosamente y sus ocupantes tuvieran que agarrarse para no caer—. ¡UN MOMENTO!

¡Eh, cuidado!

¿¡Que QUÉ!? ¿¡QUÉ HABÉIS HECHO LOQUÉ!? P-Pero, p-pero… ¡¿PERO ESTO ES EN SERIO!? Se os ha ido la flapa. Se os ha ido la flapa pero bien, ¿eh?

Ayame contuvo la respiración momentáneamente. Aquella. Aquella era la reacción que había estado esperando.

No, no, no. Estáis de coña. ¿Por qué ibais a hacer una cosa así?

Porque tuvimos mucho... tiempo para hablar con ella —se adelantó Daruu—. Y parecía mucho más... humana de lo que ella misma querría admitir.

No se atreva a insultarme de esa manera, humano —dijo Kokuō, a través de los labios de Ayame. La pobre muchacha, ruborizada hasta las orejas, se tapó la boca inmediatamente.

Decidimos apostar y nos tocó el caballo ganador —continuó él, riéndose de su propio chiste—. A mí también me pareció una locura en su momento, pero ha cumplido su palabra, excepto para hacer ciertas travesuras como la que viste antes. De todas formas, la propia Kokuō nos advirtió de que tu bijuu no es igual que ella. Ella es educada, comprensible y sólo quiere que los humanos la dejen en paz. ¿El tuyo...? Quiero decir, Shukaku.

Ayame se volvió con timidez hacia Datsue.

Durante mi... cautiverio, estuve encerrada en una jaula diminuta. Tan pequeña que ni siquiera podía moverme... —relató—. Yo sólo estuve así un par de meses, pero si para mí fue un infierno, no quiero ni imaginar lo que había sido para Kokuō hasta ahora, que han sido años y años de encierro en esas condiciones. Me contó su historia, Datsue, y entendí cómo se debía sentir por culpa de nosotros, los humanos. Entendí su rabia y su dolor, y por eso no quería que volviera a esa jaula y le hice una promesa. El contrasellado de los Sabios Uzumaki funcionó, por supuesto, y siempre les estaré agradecidos por salvarme... Pero no podía dejar que Kokuō volviera a esas condiciones. Así que... cumplí mi promesa y la liberé.
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#70
Cuanto más hablaba Daruu, menos convencía a Datsue. Empezó diciendo que parecía más humana de lo que ella misma querría admitir. Vale, podía comprarlo. Había humanos llenos de maldad, sádicos y asesinos. Ni siquiera tenía que irse muy lejos. Ahí estaban los ribereños del Sur, después de todo. Pero cuando ya dijo que Kokuo era educada y comprensible, ya le perdió.

Sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo cuando volvió a oír la voz de Kokuo, y su cuerpo, inconscientemente, se puso en estado de alerta. Estaba a un mal movimiento por parte de ella de activar el Sharingan.

¿El tuyo...? Quiero decir, Shukaku.

El Gran Shukaku, Padre del Desierto —corrigió, en un acto reflejo. Si iban a llamarle por su nombre, al menos que fuese el verdadero.

Pero antes de añadir nada, fue Ayame quien intervino. Aseguró que su cautiverio mientras Kokuo estaba libre había sido un infierno. Y no lo dudaba. No lo dudaba en absoluto. Pero, ¿de ahí a sentir compasión por el bijuu? Si estaba encerrado, ¡era porque se lo merecía! ¿Qué película le estaban contando?

Ayame… —Trató de medirse. De controlar su lengua. Pero se lo estaban poniendo francamente difícil—. Si Kokuo está encerrada, es por una buena razón. —Joder, ¿y de verdad estaba libre? ¿De verdad podía salir cuando quería? Quizá activar el Sharingan no era tan mala idea, después de todo—. ¿O es que ahora vas a ir liberando criminales asesinos de sus celdas solo porque se sintieron rabiosos y dolidos cuando cometieron sus crímenes?

No le quedaba trabajo que hacer ni nada.

Daruu… ¿Educada? Te lo puedo comprar —Sí, al menos trataba de usted a las personas. Eso no se lo podía negar—. Pero, ¿comprensible? ¿Qué quiere vivir en paz? ¿Estamos hablando de la misma Kokuo que hizo lanzar a Ayame una bijuudama contra mí y un centenar de personas inocentes que había en el estadio? ¿Esa Kokuo?
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#71
El Gran Shukaku, Padre del Desierto —les corrigió Datsue.

Y la voz de Kokuō sonó increíblemente divertida cuando comentó:

«Oh, típico de mi hermano...»

Ayame… —continuó el Uchiha, y Ayame supo muy bien lo que venía a continuación: una de las principales razones por las que no quería que aquel secreto saliera a la luz—. Si Kokuo está encerrada, es por una buena razón. ¿O es que ahora vas a ir liberando criminales asesinos de sus celdas solo porque se sintieron rabiosos y dolidos cuando cometieron sus crímenes?

Pero Kokuō no es...

Daruu… ¿Educada? Te lo puedo comprar. Pero, ¿comprensible? ¿Qué quiere vivir en paz? ¿Estamos hablando de la misma Kokuo que hizo lanzar a Ayame una bijuudama contra mí y un centenar de personas inocentes que había en el estadio? ¿Esa Kokuo?

Los ojos de Ayame se ensombrecieron, húmedos.

Sí. Y la misma Kokuō que devastó la Ciudad Fantasma —se adelantó Ayame, antes de que Daruu pudiera intervenir—. Datsue, sé que es muy difícil de entender. Lo entiendo. No espero que todo el mundo comparta mi punto de vista... Ya me parece un milagro que Daruu lo hiciera.

»Pero los Bijū han sido utilizados y manipulados por la humanidad desde el principio de los tiempos. Los usaron en contra de su voluntad como armas para sus guerras, y cuando vieron y temieron que eran más peligrosos de lo que podrían a llegar a controlar nunca, los aniquilaron. Los borraron del mapa, sin más. Y ahora que están volviendo a aparecer en el mundo lo que estamos haciendo es condenarlos a una vida de cautiverio para toda la eternidad. No me malinterpretes, por favor, no estoy tratando de justificar nada, ¿pero no eres capaz de imaginar por un momento cómo se sienten? ¿Aunque sea un poco?
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#72
Tras destaparse el meollo del asunto, enseguida Ayame y Datsue se enzarzaron en una discusión con argumentos que Daruu tenía muy recientes. No en vano los había hablado tanto con Kokuo como con su madre. Es más, compartía algunos de los que estaban lanzando el uno y el otro, aunque había abandonados muchos de los que Datsue decía. O más bien los había enterrado.

Dudo que lo de la Ciudad Fantasma pueda perdonarse fácilmente —dijo Daruu—. Pero también dudo que lo que les hicieron a ellos puedan perdonarlo ellos fácilmente. Supongo que Kokuo, lo que hizo en la Ciudad Fantasma, fue simplemente defenderse, y si no defenderse, pues matar a todo el mundo emputadísima —se encogió de hombros.

»Datsue, igual que te hemos perdonado a ti porque "te sentías rabioso y dolido" cuando nos hiciste las putaditas varias que nos hiciste —dijo—, hemos hablado con Kokuo. Además, supongo que si te encontrases a quien mató a tu Hermano ahora mismo... ¿lo matarías?

»Bien. Pues a ella le usaron a sus OCHO Hermanos en una guerra. Luego los mataron a todos, castigándoles por unos crímenes que no eran suyos sino de las Cinco Grandes. Y aún por encima ahora los encierran dentro de alguien. Insisto, no estoy diciendo que aquí se perdone todo y jijí de gratis.

Miró a Ayame. Volvió a mirar a Datsue.

»Pero le dimos la palabra de hacer todo lo posible por intentar mejorar su calidad de vida si no nos boicoteaba y poseía a Ayame, y de momento está cumpliendo su palabra de forma honorable. Podría habernos matado y escapado hace poco, cuando estábamos lejos de la aldea. Y no lo hizo. Sé que es una locura para ti.

»Pero yo creo en ella...

»...aunque a veces sea una gilipollas insoportable.
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#73
¿Qué si era capaz de imaginarse lo que sentían, preguntaba Ayame? Pues no, no era capaz. Porque para eso, para verdaderamente ponerse en la piel de ellos, antes tendría que arrancarse el corazón y disfrutar con el mal ajeno. Con la destrucción. Con el dolor. Con la muerte.

¿Cómo empatizar con algo así?

Y que le comparasen las putaditas que él hacía llevado por la rabia con asesinatos en masa le molestó. Le molestó mucho. No sabía ni por donde empezar a responder.

Optó por lo último que soltó Daruu.

Claro que no ha escapado —dijo, como si eso tuviese una explicación muy fácil—. ¿Por qué lo haría? Ya se lo dije a ella cuando me la encontré. En el Chunin, bastaron tres ninjas que no llegaban ni a la mayoría de edad para capturarla en menos de cinco minutos. Y tal y como le adelanté en el Bosque de Hongos, no iba a durar mucho en esta ocasión tampoco. Cuánto tiempo aguantó esta vez, ¿eh? ¿Una semana? ¿Dos? ¡Sabe que no puede hacer nada contra los ninjas!

¡Por eso no había intentado escapar! ¡Era evidente!

Ah, pero ahora, con Ayame, goza cierta de libertad. Si vuelve a intentar escapar, sabe que la pillarán, y sabe que probablemente se le acabará el chiringuito. ¡Si es que no le conviene!

»¿Habéis pensado en que os esté engañando? ¿En que os esté manipulando? —Porque los bijuus eran los reyes en eso—. Joder, ¡que estamos hablando de que el propio Rikudo-senin selló a los nueve en vasijas! ¡Jodidas vasijas, joder! ¡Que ni ver mundo podían! Y digo yo que si el Sabio de los Seis Caminos lo hizo, ¡sería por una buena razón!

Por ejemplo, para evitar jodidas masacres.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#74
Las palabras de Datsue volaron como navajas envenenadas. A decir verdad, Ayame no había esperado que la creyera ni que compartiera su punto de vista, pero se sintió herida de todas maneras. Inclinó el cuerpo hacia delante para responder cuando una voz resonó en su cabeza.

«Si van a hablar de mí, al menos déjenme estar presente para defenderme.»

Ayame se quedó con los ojos abiertos como platos. De las pocas veces que Kokuō había decidido intervenir, lo había hecho por su propia cuenta, sin ningún tipo de permiso. Ayame lanzó un largo suspiro y miró a su alrededor, asegurándose de que no pudiera haber ojos u oídos indiscretos.

Kokuō quiere intervenir —informó a sus acompañantes, para que no les pillara de sorpresa lo que estaba a punto de hacer.

Aunque era muy posible que les sorprendiera de igual manera. A ambos. Porque cuando cruzó los dedos índice y corazón sobre los de la otra mano en forma de cruz en el típico sello de la técnica del Kage Bunshin no fue una réplica de Ayame lo que surgió tras la nube de humo, ni siquiera fue la réplica humana del Gobi con sus cabellos albos. No. Lo que surgió fue una pequeña criatura del tamaño de un peluche con cuerpo de caballo, cabeza de cetáceo con cuatro cuernos sobre su cabeza y cinco colas ondeando tras su espalda. El Gobi se sentó sobre el regazo de Ayame y clavó en Datsue sus ojos aguamarina.

Ayame lo había conseguido. Había conseguido extraer la propia esencia del Bijū en su forma natural, tal y como era su deseo.

No me subestime, humano —habló, con profundo desprecio—. Si de verdad lo hubiese deseado, lo primero que habría hecho cuando me liberaron habría sido destruir una de sus preciosas aldeas. Ya lo hice una vez, nada me impedía volver a hacerlo, con ninjas o sin ellos. O podría haberme unido a mi hermano para ayudarle con su plan. Pero en su lugar me alejé, quise huir de todo conflicto, ya fuera con ustedes o con Kurama. Huí hasta la parte más recóndita del mundo buscando simplemente vivir en paz, sola. He tenido muchas ocasiones para acabar con alguno de ustedes: ¿O acaso el señorito Juro no le dijo que hablé con él después de que usted pusiera pies en polvorosa dejándole a solas con un monstruo? ¿O no cree que podría haber aprovechado cualquier momento dentro de la aldea para destruirla, ahora que puedo salir a voluntad? La señorita, en mitad de un plácido sueño... y de un segundo a otro todo habría desaparecido. Y no se le ocurra pronunciar el nombre de Padre sin ni siquiera llegar a comprender su grandeza —añadió, amenazadora—. Vanidosos humanos... Si Padre nos encerró no fue para protegerlos a ustedes de nosotros, sino al revés. Padre sabía bien lo avariciosos que son los humanos, conocía bien su sed insaciable de poder, y sabía bien que nos utilizarían en su beneficio. Y, oh, sorpresa: No se equivocaba. Como nunca se equivocó.

»Puede que la señorita sea una estúpida y ya haya dejado de verte como un enemigo...

¡Oye!

Pero a mí no me engaña, Uchiha Datsue. Sólo un demonio como usted podría albergar a un demonio como mi hermano. Oh, usted también guarda la destrucción en su interior. Una destrucción mucho más sádica y sangrienta que la que yo podría llegar a ejercer jamás. Una pequeña muestra de ello...

»Es la bonita firma que le dejaste a cierta estatua de cierto Kage en el Valle del Fin —culminó, con una sonrisa recubierta de dientes afilados.

Y Ayame alzó la cabeza hacia Datsue, petrificada por la sorpresa. ¿De verdad había sido él quien...?




¤ Bijū Bunshin no Jutsu
¤ Técnica del Clon de la Bestia con Colas
- Tipo: Apoyo
- Rango: S
- Requisitos: Ninjutsu 70, Amistad con el Bijū
- Gastos: 50 CK (impide regeneración de chakra)
- Daños: -
- Efectos adicionales: -
- Sellos: Sello de clonación especial
- Velocidad: Instantánea
- Alcance y dimensiones: -
Técnica inspirada en el Kage Bunshin no Jutsu; sin embargo, al contrario que en esta, el usuario no divide su chakra para crear los clones, sino que tira del chakra de su Bijū y lo proyecta al exterior. De esta manera crea una réplica real del shinobi que lo usa, pero con los rasgos del Bijū en cuestión (en el caso de Ayame, el pelo blanco con las puntas de color crema y los iris aguamarina con una sombra roja bajo el párpado inferior) y su personalidad, por lo que podrán ser diferenciados sin ningún tipo de problema ni necesidad de Dōjutsu. Además tiene total libertad de movimiento con respecto a su creador.

Al realizar esta técnica, el usuario deja de tener acceso al chakra del Bijū, pues es este quien lo adquiere como reserva de energía (100 CK), y a las habilidades innatas que le otorga. Además, el clon del Bijū será capaz de realizar tanto las técnicas del usuario como las técnicas que tiene como Bijū, pero no podrá acceder a las diferentes formas de Jinchūriki (capas de chakra y demás). Sin embargo, esta técnica no replica las armas y herramientas del usuario, por lo que deberá pasárselas en caso de que necesitara utilizarlas. Al ser una réplica real y no ilusoria, también puede sangrar, aunque se dispersará ante tres golpes físicos o un ataque lo suficientemente fuerte (30 PV), o si el usuario original de la técnica sufre un daño único de más de 50 PV.

En el momento del desvanecimiento de la réplica, el Bijū volverá al interior del cuerpo del Jinchūriki en el que se encuentra sellado, y con él el chakra restante que le quedara en ese momento.

Alterador (Chibi Bijū Bunshin no Jutsu - Técnica del Clon de la Pequeña Bestia con Colas): Con esta variación de la técnica, la réplica del Bijū no adquiere la forma humana del usuario en cuestión, sino que toma la forma original del Bijū pero en una versión mucho más disminuida de tamaño. En el caso de Kokuō, pasaría a tener como máximo el tamaño de un caballo adulto y, dado que no cuenta con manos para realizar sellos, no podría realizar las técnicas del usuario sino que se limitaría a las suyas propias como Bijū. El uso de esta alteración de la técnica se ve limitado a uno por día.

«Desgraciadamente no puedo hacerte libre... Pero al menos podemos ser compañeras.» —Aotsuki Ayame.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#75
Si aquella discusión era del todo inverosímil, agárrate que vienen curvas. Kokuo pidió a Ayame intervenir, e intervino, claro que lo hizo. Daruu dudaba que sus argumentos convenciesen a Datsue a la primera —lo mismo que había pasado con él—, porque de nuevo eran desde su punto de vista y los humanos tenían años, años de educación en contra.

Los bijuus eran unos monstruos de los que nos debíamos proteger... encerrándolos.

Claro que Daruu se olvidó de todo eso cuando...

»Es la bonita firma que le dejaste a cierta estatua de cierto Kage en el Valle del Fin

¿¡QUÉ!? —Daruu se levantó de golpe. La barca se tambaleó. Señaló a Datsue con el brazo temblando. No era enfado, ya era... ¿sorpresa? ¿Inquietud?—. ¡Sabía que habías sido tú, no me digas cómo pero lo sabía! ¿¡Cómo!?

»¡Si la estatua hubiera seguido en pie cuando lo de Uzushiogakure, Kokuo no habría llegado a lanzar la bijuudama! ¡Esa estatua tenía una de mis marcas!

Se giró hacia Kokuo. Esta vez la señaló a ella.

¡Un momento! ¿Y tú cómo lo sabías?

Entonces la miró. La miró bien por un momento, por primera vez en varios minutos, desde que Ayame la había materializado. Porque no se había fijado bien. Porque Kokuo era...

...Kokuo parecía...

...un peluche.

¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Pareces un moñeco!
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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