— ¡Yoko! ¡El gato se llamaba Yoko!

El corazón de Eri dio un vuelco cuando el joven rubio exclamó aquello en medio de su relato, ¡parecía que se estaba acordando! Al final, sería él con quien se había encontrado... ¡Era genial!

— Sí, tienes razón, ahora lo recuerdo. Eras tu, sin duda. ¿como podría haber olvidado una chica tan guapa? Este Yota.... En fin, no tenías ninguna obligación de ir a rescatar aquella gata. Digamos... que yo me ocupe del rescate.

—¿De verdad? ¡Eso es maravilloso! —exclamó la joven mientras se levantaba del banco de un salto, presa de la emoción —. ¡Menos mal! Tenía miedo de que al gato le hubiera pasado algo malo... Y... —hizo una breve pausa, para darle incluso más emoción —. ¡T-te acuerdas! Erastú, ¡eras tú! Por eso cuando escuché tu nombre...

Pero luego volvió el arrepentimiento.

—Debo compensarte haberte dejado colgado, dime, ¿qué podría hacer por ti? —preguntó mientras terminaba sus preciados dangos y miraba fijamente a Yota, esperando la petición del chico para poder compensar su huida hacía ya una estación.

—¿De verdad? ¡Eso es maravilloso! —exclamó la joven mientras se levantaba del banco de un salto, presa de la emoción —. ¡Menos mal! Tenía miedo de que al gato le hubiera pasado algo malo... Y... —hizo una breve pausa, para darle incluso más emoción —. ¡T-te acuerdas! Erastú, ¡eras tú! Por eso cuando escuché tu nombre...

Se emocionó y sintió un gran alivio a partes iguales. Gran parte de su malestar radicaba en que a Yoko no le hubiera pasado nada malo.

— No, el que se llevó la peor parte fui yo. Parecía bastante asustada y me regaló unos cuantos arañazos, pero al menos la cosa acabó bien

Señalaba mis mejillas a medida que me explicaba, indicando que el felino me dibujó una especie de mapa sobre ellas. Después, Eri volvió a un tono pesado antes de decir algo más.

—Debo compensarte haberte dejado colgado, dime, ¿qué podría hacer por ti?

Aquello me descolocó. No esperaba aquella reacción. Algo para compensar lo que sucedió unos meses atrás. No era ni mucho menos necesario pero...

— Cierto, cierto... Deberías. Pero... la cuestión es ¿qué podrías hacer por mí? — pregunté finalmente esbozando una media sonrisa al mismo tiempo que cruzaba nuestras miradas — Apenas te conozco, quién sabe qué podrías hacer

«Quizás algo que no pueda hacer por mis propios medios»

— Cierto, cierto... Deberías. Pero... la cuestión es ¿qué podrías hacer por mí? Apenas te conozco, quién sabe qué podrías hacer.

La kunoichi frunció el ceño levemente, casi ni se podía apreciar; pero lo hizo. No entendía bien a lo que quería referirse Yota con lo que acababa de decir.

—Pues, no sé; te puedo invitar a cenar, ¿limpiarte los zapatos? —sugirió mientras se rascaba la nuca —Puedo ayudarte a entrenar si quieres, no soy muy buena y eso, no pasé ni de la primera ronda... —aquello último lo dijo en tono bajo y con los ojos entrecerrados, aún resentida con su contrincante.

»Algo sencillo.

—Pues, no sé; te puedo invitar a cenar, ¿limpiarte los zapatos? —sugirió mientras se rascaba la nuca —Puedo ayudarte a entrenar si quieres, no soy muy buena y eso, no pasé ni de la primera ronda...

— Vaya, lo siento. Pero no creo que seas tan mala peleando si tu aldea optó por enviarte hasta aquí

Estaba siendo demasiado dura consigo misma. Estaba convencida de que algo tenía para estar en aquel lugar en condición de combatiente.

»Algo sencillo.

Me quedé pensando, rascándome el mentón y la mirada perdida al mismo tiempo que soltaba un "hmmm" de lo más pensativo. Estaba buscando algo realmente interesante, ¿Qué diantres podría hacer aquella chica tan guapa por mi?

— Pero volviendo a lo que nos incumbe... — dije, saliendo de mi trance — ¿Limpiarme los zapatos? Nunca te pediría eso. ¿Pelear? Nah, eso podríamos hacerlo sin que hubieran favores de por medio. No. Debe ser algo diferente...

De pronto me golpee la frente y recibí el impacto del metal de la bandana en el talón de mi mano.

— Pero antes de nada tienes que prometerme que no te vas a negar, ¿Vale?

Sonreía inocentemente.

— Vaya, lo siento. Pero no creo que seas tan mala peleando si tu aldea optó por enviarte hasta aquí

A aquello Yota solo fue respondido por Eri sacándole la lengua a modo de burla.

— Pero volviendo a lo que nos incumbe... ¿Limpiarme los zapatos? Nunca te pediría eso. ¿Pelear? Nah, eso podríamos hacerlo sin que hubieran favores de por medio. No. Debe ser algo diferente...

—¿Qué clase de cosa?

La verdad es que a cada segundo que pasaba allí de pie en frente a aquel kuseño, tenía sus dudas de si había obrado bien diciéndole que le compensaría con cualquier cosa. Claro que pensaba que la diría algo como: invítame a cenar, o hazme la colada. ¿Y si ahora le pedía que... No sabía, comprase el último tomo de la saga Bolt, el Inuzuka raitonero? ¡Pero eso costaba un ojo de la cara!

Y no un ojo cualquiera, tendría Sharingan, seguramente.

— Pero antes de nada tienes que prometerme que no te vas a negar, ¿Vale?

—Confío en que no me harás hacer ninguna cosa que salga de lo normal... Espero —dijo la joven mientras ponía ojos de cachorro abandonado —. No, ¿Yota-san?

Parpadeó varias veces, aquello había solucionado a veces muchos problemas con su hermano... ¿Valdría con él?

Probablemente la chica de los cabellos púrpuras se estuviera montando sus películas. Que si esto, que si lo otro. Quien sabe lo que se habría imaginado que iba a pedirle pero lo cierto es que tenía en mente algo muy... cotidiano. Algo que no supusiera un gran esfuerzo para la muchacha, pero que a su vez tuviera una cierta importancia. Al menos para mi.

—Confío en que no me harás hacer ninguna cosa que salga de lo normal... Espero —dijo la joven mientras ponía ojos de cachorro abandonado —. No, ¿Yota-san?

Asentí con la cabeza ante la duda de la uzujin.

— Eso es Eri-chan, eso es... Algo... normal

— Eso es Eri-chan, eso es... Algo... normal.

La chica asintió después de que Yota le dijese que sería algo normal, así que podía desechar la mitad de lo que se le había venido a la mente, eso pensando que Yota a lo mejor tenía por "normal" un término completamente diferente. Pero eso Eri no lo sabía.

—Bien, pues, no me negaré a hacerlo —dijo al cabo de unos segundos, la verdad es que no podía negarse, no sabía ni qué era como para ir diciéndole que no de primeras, al fin y al cabo rescató al gato que ella no pudo rescatar, así que se lo debía —. ¿Ya sabes qué será?

Aquella pregunta no era por urgencia, sino por curiosidad, así que el tono sonó más melodioso que de costumbre.

—Bien, pues, no me negaré a hacerlo

— Perfecto, perfecto

Lo había prometido. Ya no podía negarse, podría pedir cualquier cosa que lo tendría que hacer. Que le tirase un chorrazo de agua al primero que pasase por la calle, que se pusiera a hacer el mono en mitad de la calle, que pidiese limosna como si fuera una sin techo. Lo que fuera y tendría que cumplirlo.

Sonreí y la miré directamente a esos ojos violáceos que tenía.

—. ¿Ya sabes qué será?

Asentí ante la curiosidad de la uzujin.

— Sí. Quiero que me beses. Pero nada de besitos artificiales, quiero uno de verdad

Boom.

Mi petición ya estaba echada y mi capacidad para encajar collejas o bofetones también. Sería una reacción más que esperable cuando un desconocido te pide que le beses, supongo. Pero aquello era algo que no podía conseguir por mi mismo. Quiero decir, necesitaba la colaboración de alguien más y... ¿Quién mejor que una chica guapa como Furukawa Eri?

— Sí. Quiero que me beses. Pero nada de besitos artificiales, quiero uno de verdad.

...

Nada, en el cerebro de la kunoichi no había nada, ni información, ni ideas, si quiera réplicas. Su cara al principio estaba igual que antes de que Yota dijese lo que quería, pero luego fue cambiando, poco a poco, como si las palabras estuviesen entrando por un pequeño conducto hacia su mente y fueran procesadas poco a poco. Su rostro normalmente sonrosado, adquirió un tono carmesí digno de su propia villa mientras que sus ojos se abrieron casi como dos platos grandes.

—Pero... Yota-san... —intentó decir con una voz extrañamente más chillona de lo normal, seguramente porque se encontraba en un estado de nervios impropio de ella —. Sé que no puedo... Negarme pero... T-tengo novio...

«¡Quién me mandará prometer cosas!»

La muchacha fue cambiando su expresión cuando vio lo que tenía preparado para ella. No le había gustado nada e incluso cerré los ojos e hice una mueca como diciendo "que sea rápido, por favor". Pero la palma de su mano no llegó a impactar mi mejilla sino que...

—Pero... Yota-san...

... En su lugar se asomaron excusas.

—. Sé que no puedo... Negarme pero... T-tengo novio...

Ahora estábamos en situación pero la verdad, me importaba varios cominos si tenía novio. Me la traía al pairo, para ser honestos. Además, era solo un beso, inofensivo, no haríamos daño a nadie. Ojos que no ven, corazón que no siente. Lucharía un poco más por aquel beso robado.

— Entiendo... — me vi obligado a interpretar un papel, tan solo esperaba que todo saliese a la perfección — Pero tan solo te estoy pidiendo un beso, un inofensivo beso. Con eso nuestra deuda quedaría saldada y no hacemos daño a nadie. Ya sabes, ojos que no ven, corazón que no siente.

Di una rápida ojeada al lugar.

— Fíjate bien, no hay nadie. Nadie nos va a ver y te prometo que será uno y ya está

— Entiendo... Pero tan solo te estoy pidiendo un beso, un inofensivo beso. Con eso nuestra deuda quedaría saldada y no hacemos daño a nadie. Ya sabes, ojos que no ven, corazón que no siente. —dio una ojeada al lugar, al parecer para que ella misma también mirase a su alrededor y comprobase que, pese al lugar donde se encontraban, había poca gente —. Fíjate bien, no hay nadie. Nadie nos va a ver y te prometo que será uno y ya está.

Eri se rascó la mejilla aún colorada y miró también a su alrededor, sin embargo no podía, no debía, ¡ella le había jurado lealtad a Nabi! También había prometido que lo haría, pero... ¡No se esperaba que Yota pidiese eso! Aunque, pensándolo mejor, no conocía a aquel chico lo suficiente para esperar algo o dejar de esperar cosas. Apretó los puños y miró al suelo, se sentía cabreada consigo misma.

—No puedo Yota, lo siento —murmuró al cabo de unos segundos, sujetándose el brazo izquierdo con el derecho —Si Nabi lo hiciese a mis espaldas me sentaría muy, pero que muy mal, no puedo hacerle ese feo...

«Pero estoy faltando a mi promesa...»

No podía dejar de sentirse mal consigo misma, y aquel sentimiento era horrible.

Eri empezó a hacer de todo con el propósito de no cruzar la mirada conmigo. Estaba incomoda, demasiado incomoda. Y bueno, en realidad tampoco era agradable para mí, si tuviera novia y supiese que se va besuqueando por ahí con otros por estúpidas promesas supongo que me sentaría mal y acabaría bastante cabreado. Fidelidad. Una de tantas trivialidades de la vida. ¿qué era la fidelidad si el otro no sabía? Exacto, en ese caso no existiría y allí no había nadie.

Frotaba mi nuca con al palma de mi mano tratandod e hallar la manera porque... Una promesa era una promesa.

—No puedo Yota, lo siento —murmuró al cabo de unos segundos, sujetándose el brazo izquierdo con el derecho —Si Nabi lo hiciese a mis espaldas me sentaría muy, pero que muy mal, no puedo hacerle ese feo...

— Vale, te entiendo ¿Sabes?

«Sí, sí, pero que hay de esa promesa»

— Me conformaré con uno aquí — me señalé la mejilla — Eso sí puedes hacerlo, ¿Verdad?

Si darme un beso en la mejilla no fuera posible... Entonces tenía un problema y debería ir buscando otra cosa que no fuera un maldito beso.

— Vale, te entiendo ¿Sabes?

El corazón de la kunoichi comenzó a relajarse, poco a poco, tras oír aquello que Yota había dicho. Entendía a la joven, entonces dejaría de insistir sobre aquel beso, ¡claro que sí! Así podría esperar a alguna chica, alguna que le gustase mucho, en el momento adecuado... Y todo lo que conlleva.

— Me conformaré con uno aquí —señaló su mejilla —. Eso sí puedes hacerlo, ¿Verdad?

Eri tomó aire, sí, bueno, era un beso, pero era un beso en la mejilla, no tenía por qué ser malo, ¿no? A Ryu siempre le daba muchos besos en la mejilla, y cuando se conocía con alguien a veces... Podía tomarse como un gesto de educación.

—Está bien.

Coincidió la joven mientras se acercaba a Yota, roja aún como un tomate. Cuando estuvo lo suficientemente cerca del chico se puso de puntillas y apoyó su mano izquierda en su hombro para mayor estabilidad, estampándole un beso en la mejilla que él mismo había señalado. Luego se separó, muy rápidamente.

—¿Y bien? —preguntó con un hilo de voz.

—Está bien.

Suspiré aliviado. Al fin íbamos a poner fin a esa problemática con un beso cualquiera, pero un beso era un beso. Lo tamría encantado.

— Bien, bien, estupendo. Pongamos fin a todo lo relacionado con el gato del puente Kannabi

Y así fue. Eri se acercó, dispuesta a entregarme ese beso, apoyándose en mi hombre y poniéndose de puntillas acercándose cada vez más a mi rostro. De pronto llegaron los nervios y sabía que tan solo habría una oportunidad. Calculé los tempos y en el momento justo...

... Nuestros labios se juntaron.

Me había girado en el momento justo para que no fuera un simple beso en la mejilla, sino que cumpliera con la promesa inicial, uniéndose nuestros labios en un fugaz beso. Otro día se lo pensaría dos veces antes de hacer promesas que nos e viera en condiciones de cumplir.

— Lo siento, Eri. Pero una promesa es una promesa — dije con una sonrisa de "no me pegues plis" por lo que acababa de hacer. — Ahora está todo como debería. El gato está a salvo, tu has cumplido conmigo y podemos seguir con nuestras vidas, ¿No es genial todo?

Acentué mi sonrisa.

— Además, nadie nos ha...

—Además, nadie nos ha...

Las pupilas de Yota se contrajeron de pronto. Quizá por la sorpresa. Quizá por la emoción del momento. O quizá…

… por un flash. Un flash más brillante y deslumbrante que las luces de neón que desprendían los distintos carteles de las tiendas. Era el segundo que se había producido, pues el primero había ocurrido segundos atrás, cuando shinobi y kunoichi se habían fundido en un beso. Un beso robado.

La pequeña plaza donde se encontraban, apenas con un par de árboles y un banco, estaba casi desierta. Quizá por ello se sintieron seguros, a salvo de miradas indiscretas. Pero siempre hay quien ve, siempre hay quien vigila... y más cuando te llamas Sakamoto Noemi o Furukawa Eri. Y es que, aunque ellas todavía no lo supiesen, estas dos kunoichis eran el centro de obsesión de cierto shinobi…

… de cierto shinobi que se encontraba en lo alto de un tejado. Allí era de donde había provenido el flash, de lo alto de una pequeña edificación a no más de veinte metros de donde se encontraban.