Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
2/05/2017, 21:30 (Última modificación: 29/07/2017, 02:32 por Amedama Daruu.)
El muchacho se vistió con el delantal para no mancharse el uniforme, y accedió a ayudar a su madre. Era un día particularmente difícil en la Pastelería de Kiroe-chan, y de todos modos estaba tomándose un descanso en el entrenamiento. Así pues, cogió la bandeja y empezó a tomar comandas y a servir pasteles, helados, batidos, chocolates y cafés.
No sabía a santo de qué había sido una mañana tan transitada por allí, pero cuando se acabó el alboroto y no había casi nadie, prácticamente por inercia Daruu siguió con su trabajo. Ahora no había nadie, y su madre salió de la cocina con un par de bolsas de la compra vacías.
—Ya que te veo con ganas, ¿por qué no te quedas mientras yo voy a hacer unas compras? —dijo, en ese tono que significa claramente te ordeno que te quedes aquí, y no se te ocurra decirme que no, pero sin perder la sonrisa—. ¿Vale?
—Vale, mamá. —Y en realidad, no le importaba. Como he dicho, seguiría trabajando allá casi por inercia. Además, actualmente la cafetería estaba vacía. Por otra parte, todo el mundo sabe que cuesta más empezar y dejar de hacer algo que continuar haciéndolo, de modo que se dejó llevar.
Al cabo de un rato, después de la hora del almuerzo, entró Mogura-san, un antiguo compañero suyo de academia. No habían hablado mucho, pero no le caía especialmente mal. Era un joven muy formal, serio. No podía decir que se llevaban bien, tampoco. Pero si algo sabía, es que a esa hora, siempre que venía, se pedía un buen trozo de pastel de fresa. De modo que Amedama Daruu empezó a cortar un trozo metódicamente y a colocarlo en un platillo pequeño.
Cuando tomó asiento, el muchacho se dirigió hacia la mesa y le puso el plato en frente. Hizo una pequeña y breve reverencia de saludo.
—Saludos, Mogura-san —se introdujo—. ¿Pastel de fresa, como siempre? ¿Quieres algo más?
Había pocas cosas en aquel mundo que le alegrasen tanto la existencia como lo hacía el pastel de fresa. Las normas de etiqueta o los sufijos estaban bien, pero llegaba un punto del día en que ya se tornaba molesto usarlos para cada situación cotidiana sin tener oportunidad de dar un respiro.
Eso era lo bueno del pastel de fresa, podía tratarlo como quisiera y siempre a saber bien. Podía comerlo de forma elegante y tomarse su tiempo o bien podía devorarlo a contrarreloj, total iba a saber bien igual.
Aquel era un día de caprichos, había salido a dar un paseo por la mañana después de tener atendidos sus deberes diarios. Recorrió las calles de la aldea paseando con su paraguas hasta que llegó la hora de la comida. Sin pensarlo mucho se procuró un lugar en una tienda que conocía bien, yakiniku fue la opción de ese día.
Al finalizar su comida de finas tiras de carne asadas por él mismo, era hora de conseguir un postre más que adecuado. Y si bien tenía un mar de opciones, pues podía permitírselo, para Manase Mogura la elección estaba hecha hacía muchísimo tiempo.
Pastel de fresa.
El joven médico de cabello azabache se encontraba entonces delante de las puertas de un negocio que frecuentaba bastante. La Pastelería de Kiroe-chan era no solo un refugio de la lluvia sino que también era el hogar de un pastel de fresa que el chico disfrutaba probar siempre que tuviese oportunidad.
Después de ingresar en el local, colocó su paraguas en un pequeño receptáculo dedicado específicamente para eso. Se sentó y prácticamente al momento el mozo se presentó con lo que tanto deseaba.
Buenas tardes, Daruu-san.
Correspondió la reverencia del joven colega.
Pastel de fresa, como siempre. Un poco de té verde sería excelente.
Contestó entonces a la pregunta del muchacho.
¿Qué podía decir Manase Mogura de alguien como Amedama Daruu? Realmente no lo conocía mucho a pesar de haber tenido la experiencia de asistir juntos a la academia. Quizás lo más destacable que podría señalar es que sentía cierta confianza con el chico como para dirigirse hacía él por su nombre más que por su apellido.
6/05/2017, 14:11 (Última modificación: 29/07/2017, 02:33 por Amedama Daruu.)
—Pastel de fresa, como siempre. Un poco de té verde sería excelente
Daruu asintió como única respuesta, y volvió detrás de la barra. Asió una jarra de té verde recién hecho que su madre había preparado hacía nada y la virtió dentro de una taza. Puso la taza en un plato blanco poco ornamentado y se la llevó a la mesa de Mogura de nuevo.
Dudó unos instantes, miró alrededor, y al ver que no había nadie más como clientela, retiró una silla y tomó asiento con él.
—Oye, ¿te importa que me siente contigo a hablar un poco? Está todo bastante aburrido por aquí a esta hora de la tarde —solicitó—. No hice muchos amigos en la Academia. Quizás me convendría conocer gente.
Sonrió.
—Ese pastel de fresa está excepcional hoy. Hace poco cambiamos de proveedor de fresones, y estos tienen un sabor muy intenso.
9/05/2017, 17:25 (Última modificación: 29/07/2017, 02:33 por Amedama Daruu.)
Como siempre, el servicio era digno del propio emperador, si es que existía alguno en Onindo. La elección de vajilla fue la más adecuada a ojos de Mogura, un recipiente simple que no buscaría competir en ningún momento con la preciosa pieza de pastel de fresa.
Todo lo contrario, adelante.
Contestó rápidamente a la pregunta del joven, correspondiendo la sonrisa. No podía decir que le daba la razón en lo que a falta de emoción en aquel momento de la tarde se refería.
Este es uno de los momentos más emocionantes de mi día.
Pensaba Mogura, pero en lo que estaba de acuerdo era en que tampoco contaba con muchos amigos por su parte. ¿Por qué no intentarlo con su viejo compañero de academia?
—Ese pastel de fresa está excepcional hoy. Hace poco cambiamos de proveedor de fresones, y estos tienen un sabor muy intenso.
Ya habían sido correctamente presentados, no había mayor razón para esperar a devorar aquella delicia.
Estoy seguro de que sabrá tan bien como se ve, ahora si me disculpas un segundo...
Comentó con una ligera sonrisa en su rostro y sin mayor demora tomó la cuchara. Sin perder demasiado la postura, llevó la cuchara con su mano hasta la porción de pastel, cercenó entonces una esquina y sin pensarlo dos veces se la llevó a la boca.
Si el joven Amedama tenía intenciones de envenenar a Mogura, aquel era su momento. Lo último que esperaría el joven médico era ser asesinado por aquello que tanto apreciaba.
Por suerte no fue el caso.
Ah...
El tono de voz del muchacho seguramente lo decía todo. Sus sentidos se habían perdido durante un par de segundos de toda limitación terrenal y llegó a sentirse uno con el universo mismo.
No podía esperar menos, esta delicioso.
Finalmente de sus labios escaparon un par de palabras que evidenciaban su satisfacción, pero todo estaba sellado en la feliz expresión del médico.
9/05/2017, 22:51 (Última modificación: 29/07/2017, 02:33 por Amedama Daruu.)
—Estoy seguro de que sabrá tan bien como se ve, ahora si me disculpas un segundo...
Mogura sonrió y tomó la cuchara con la mano. No tardó en degustar el sabor del pastel de fresa de su madre, y por su cara tenía toda la pinta de que le había gustado.
—Ah... No podía esperar menos, está delicioso.
Daruu inclinó un poco la espalda en una reverencia informal.
—Gracias de parte de mi madre, supongo —dijo—. Siempre te pides pastel de fresa, te debe de gustar bastante, ¿eh?
Se dejó llevar y se recostó en la silla. Suspiró y estiró un poco la espalda. Había estado un rato de pie detrás del mostrador, y ahora tenía una ligera molestia. Miró a las luces apagadas del techo, como si quisiera buscar inspiración en ellas para saber qué decir a continuación.
¡Por los llantos de Amenokami, qué difícil era hacer amigos!
—Esto... ¿qué tal vas como genin? ¿Va bien el trabajo?
11/05/2017, 15:55 (Última modificación: 29/07/2017, 02:34 por Amedama Daruu.)
—Gracias de parte de mi madre, supongo. Siempre te pides pastel de fresa, te debe de gustar bastante, ¿eh?
Mogura sin dudar un momento, correspondió la reverencia del joven mozo. El pastel de fresa no precisaba modales, pero Daruu no dejaba de ser una persona y como tal merecía su cuota de respeto.
Así es, el pastel de fresa es mi postre favorito. Es posible que enferme si no como un poco cada día.
Confesó con una ligera sonrisa en el rostro. Por su parte el antiguo compañero de academia se puso cómodo en la silla, recostando su espalda contra esta. En los momentos de silencio que habrían pasado el joven médico aprovecharía para hacer un segundo ataque al pastel.
—Esto... ¿qué tal vas como genin? ¿Va bien el trabajo?
La forma de preguntar de Daruu llamó la atención de Mogura, no sonaba del todo como una pregunta casual que haría un vendedor a un cliente casual. Dejó su cuchara un momento sobre el plato y tomó un sorbo de té para bajar el bocado que había dado.
Ser genin ciertamente te hace gozar de un poco de libertad, ya no hay necesidad de cumplir con los horarios de la academia.
Comentó con una ligera sonrisa en el rostro. El joven Manase no odiaba precisamente la academia de Amegakure, pero aquellos ejercicios eran un poco barbaricos, no era un lugar al cual le gustaría volver.
En cuanto al trabajo...
Dijo mirando un segundo la taza de té verde.
Dividir el tiempo entre la tienda y misiones es un poco complicado. ¡A penas hace unos días pude realizar una misión!
Había algo en el tono de Mogura que seguramente podría notar una persona que lo escuchase hablar siempre, no estaba aferrado tan religiosamente a las formas como solía hacerlo. Esperaba que de esa manera Daruu pudiese relajarse un poco más y sentir mas amena la conversación.
15/05/2017, 20:43 (Última modificación: 29/07/2017, 02:33 por Amedama Daruu.)
—Ser genin ciertamente te hace gozar de un poco de libertad, ya no hay necesidad de cumplir con los horarios de la academia. En cuanto al trabajo...
»Dividir el tiempo entre la tienda y misiones es un poco complicado. ¡A penas hace unos días pude realizar una misión!
»¿Cómo han estado las cosas por tu lado?
Daruu suspiró.
—En la cafetería trabaja mi madre, y yo la ayudo. Desconozco tu situación, pero en mi caso supongo que eso hace que no esté tan agobiado con esto y le pueda dedicar más a la tarea de ser ninja. Mi madre se retiró de kunoichi ya hace tiempo, así que ocupa la mayor parte de su horario aquí —contestó Daruu—. Pero yo tengo problemas con no tener horarios, Mogura-san. Verás, la academia te obligaba a ir, a entrenar, pero ahora tienes que sacar el tiempo para entrenar por tu cuenta, y tú haz eso después de haberte matado en una misión.
Hizo un aspaviento con la mano.
—Pero supongo que bien, todo bien. Me gustaría hacer más, ya sabes, ganar más ryou. Nunca he tenido otra inspiración para meterme a esto. Es un trabajo honrado.
Hizo una pausa.
—Y eso también me trae preocupaciones. Es decir, mi visión del mundo la veo igual, pero no paro de ver gente con objetivos a largo plazo y motivaciones para ser ninja, y... Yo no tengo ninguna. Supongo que hice esto por inercia, ya sabes: estoy en una aldea ninja, pues soy ninja. Me gusta, no te lo voy a negar, pero... No sé. Es como si sintiese que debería tener algo que me falta.
Realmente no esperaba aquella respuesta por parte del joven mozo, no habían sido pocas las veces en que Mogura había cruzado las puertas de ese negocio y se había sentado a comer un delicioso trozo de pastel. ¿Cuánto tiempo llevaba aguantándose todo aquello?
Las pastelería de Kiroe era un negocio que le pertenecía a la persona que llevaba ese nombre, su hijo solamente le daba una mano, eso no distaba mucho del tipo de relación que tenía el joven médico con su abuelo. Pero de alguna manera era como que hasta ese punto llegaban las similitudes de los dos genin.
Daruu, por sus palabras, clamaba tener un problema de libertad. Era una persona con demasiada libertad y no sabía que hacer con eso. Por su parte, Mogura nunca había tenido ese tipo de problema pero porque de alguna manera había cambiado los horarios de la academia por una rutina impuesta por su anciano pariente.
Las palabras que escapaban de los labios del muchacho tomarían finalmente un sentido un poco más filosófico.
En el momento en que me gradué de la academia y recibí mi bandana, una buena cantidad de horas de rutina fueron quitadas de mis hombros. ¡Estaba bastante feliz por eso! Tenía mucho tiempo para dedicar mi esfuerzo en tareas que fueran de mi agrado pero el abuelo fue directo y muy claro al respecto.
Se interrumpió a si mismo para dar un sorbo a su taza de té.
La disciplina es algo que nunca puede faltar. Sin disciplina es prácticamente seguro que uno va a terminar enfermo de libertad, tanto tiempo libre y sin un objetivo que perseguir no auguran nada bueno.
El anciano cambió casi todos mis horarios de entrenamientos por jornadas de lectura, toneladas de pergaminos sobre medicina, si no estaba con la cabeza entre los libros me encontraba reemplazándolo en la tienda o realizando algún viaje por motivos similares, un día a la semana lo dedicaba a entrenar mi cuerpo y otro podía descansar.
En algún punto de todo eso se había dado cuenta de que inconscientemente se había descargado con el joven mozo un buen tramo de su historia de vida, puntualmente lo que involucraba su entrenamiento y rutina diarios. Tomó un segundo sorbo de su taza y trató de volver al punto.
Lo importante es la disciplina, Daruu-san. Si haces sandalias, haces sandalias y buscas depurar el método hasta que seas el mejor y tus sandalias sean las mejores. Las mejores sandalias seguramente sean muy valiosas. Lo mismo aplica para nosotros. ¿No te parece?
Finalmente y tras preguntarle su opinión al muchacho, dio un nuevo sorbo a la taza de té y atacó su pastel.
18/05/2017, 14:18 (Última modificación: 29/07/2017, 02:34 por Amedama Daruu.)
En el momento en que me gradué de la academia y recibí mi bandana, una buena cantidad de horas de rutina fueron quitadas de mis hombros. ¡Estaba bastante feliz por eso! Tenía mucho tiempo para dedicar mi esfuerzo en tareas que fueran de mi agrado pero el abuelo fue directo y muy claro al respecto.
Se interrumpió a si mismo para dar un sorbo a su taza de té.
La disciplina es algo que nunca puede faltar. Sin disciplina es prácticamente seguro que uno va a terminar enfermo de libertad, tanto tiempo libre y sin un objetivo que perseguir no auguran nada bueno.
El anciano cambió casi todos mis horarios de entrenamientos por jornadas de lectura, toneladas de pergaminos sobre medicina, si no estaba con la cabeza entre los libros me encontraba reemplazándolo en la tienda o realizando algún viaje por motivos similares, un día a la semana lo dedicaba a entrenar mi cuerpo y otro podía descansar.
Daruu bajó la mirada y se rascó la barbilla.
Lo importante es la disciplina, Daruu-san. Si haces sandalias, haces sandalias y buscas depurar el método hasta que seas el mejor y tus sandalias sean las mejores. Las mejores sandalias seguramente sean muy valiosas. Lo mismo aplica para nosotros. ¿No te parece?
—Sí, supongo que tienes razón —respondió Daruu—. Pero no tengo problemas de disciplina, quiero decir, aparte de un par de veces que simplemente no me siento con ánimos para entrenar. Me refiero más bien a la falta de una motivación aparte del dinero.
>Aunque, quizás... hace poco conocí a un Uchiha de Uzushiogakure. Se llamaba Akame. Me pareció un auténtico gilipollas, por que me dijo que no porque tenga un dojutsu debería dedicarme a esto, pero su manera de ver las cosas me ha picado últimamente para hacerme más y más fuerte.
Giró la cabeza a un lado, como un perro que mira a su dueño pero no entiende.
—No sé si de verdad quiero demostrarle que soy un ninja tan o más digno que él, o si sólo quiero partirle la boca. Me preocupa.
20/05/2017, 16:41 (Última modificación: 29/07/2017, 02:34 por Amedama Daruu.)
Daruu clamaba no tener problemas de disciplina, al menos nada serio. Pero había algo en su vida que le hacía carecer de motivación para ser ninja más allá de la remuneración monetaria. ¿Qué podía decirle una persona como Mogura que prácticamente seguía el legado de su clan tan bien como le era posible?
>Aunque, quizás... hace poco conocí a un Uchiha de Uzushiogakure. Se llamaba Akame. Me pareció un auténtico gilipollas, por que me dijo que no porque tenga un dojutsu debería dedicarme a esto, pero su manera de ver las cosas me ha picado últimamente para hacerme más y más fuerte.
Aquello le hacía recordar la experiencia que tuvo un par de meses atrás con shinobi de Uzushiogakure, ese chico rubio de pésimos modales. Pero parecía que el intercambio que el joven mozo había tenido con Uchiha Akame había sido diferente.
—No sé si de verdad quiero demostrarle que soy un ninja tan o más digno que él, o si sólo quiero partirle la boca. Me preocupa.
No pudo evitar desviar ligeramente la mirada hacía el techo por un segundo mientras se tomaba el mentón. La intervención de Akame en la vida de Daruu había tenido un efecto interesante, le había dado una excusa para pulirse como shinobi, pero la pregunta era obvia.
¿Qué vas a hacer cuando Uchiha Akame ya no tenga valor en tu vida? Me refiero... es una especie de solución a medias lo que estas trabajando en esta situación. Tarde o temprano llegará el día en que puedas partirle la boca a ese shinobi de Uzushiogakure. ¿Pero después qué?
La vista del joven médico volvería a posarse sobre su viejo compañero de academia. Tenía cierta curiosidad por saber que pensaba hacer después de cumplir con aquel objetivo, si es que había contemplado la llegaba de ese día.
22/05/2017, 23:52 (Última modificación: 29/07/2017, 02:35 por Amedama Daruu.)
Estaba costando sacar el tema. Finalmente, se impacientó, y retiró la silla. Se levantó, y puso ambas manos sobre la mesa.
—No tenía objetivos, Mogura-san. Eso es lo que estoy tratando de decir —explicó—. Y sentía que mi vida tenía menos sentido que la del resto. Todos motivados con algo que hacer. Pero hace poco, por lo de Akame y por otras muchas cosas, encontré lo que quería hacer.
»Ser fuerte. Ser mejor. Lo que pasa es que hasta ahora no he conseguido empezar a aplicarlo. Y creo que necesito algo que no puede darme mejor sino un compañero de la academia.
Suspiró.
—Termínate ese pastel de fresa, Mogura-san. Porque hoy vamos a pelear.
24/05/2017, 16:31 (Última modificación: 29/07/2017, 02:35 por Amedama Daruu.)
Finalmente la paciencia de Daruu salió a flote y tomó posesión de su cuerpo y sus movimientos. Se levantó y corrió la silla para poner luego sus manos sobre la mesa y soltarle la verdad de todo aquello. ¿Qué le había dicho exactamente aquel muchacho Akame como para que se pusiera de esa manera?
»Ser fuerte. Ser mejor. Lo que pasa es que hasta ahora no he conseguido empezar a aplicarlo. Y creo que necesito algo que no puede darme mejor sino un compañero de la academia.
El joven mozo clamaba tener un objetivo claro en su presente, y necesitaba ayuda de nada mas ni nada menos que Manase Mogura. En aquel momento, cuando escuchaba las palabras que escapaban de los labios del muchacho, los ojos de Mogura estaban abiertos de par en par, sorprendido.
—Termínate ese pastel de fresa, Mogura-san. Porque hoy vamos a pelear.
Se relajó un poco, al menos podría terminar de comer su postre. Bajo esos términos no podía negarse, al menos en ese momento.
Entonces, Daruu-san. Terminaré de comer mi pastel de fresa, mientras tanto podrías comentarme como pretendes encarar esta situación.
Dijo posando su mirada sobre la de su compañero para luego atacar el pastel de fresa con su cuchara.
Imagino que no vamos a pelear en este preciso lugar.
Apresuró a decir antes de comer el bocado de pastel. Pelear dentro de la pastelería sonaba a una sentencia segura de muerte, peor que patear los papeles de Yui-sama en su despacho.
27/05/2017, 16:02 (Última modificación: 29/07/2017, 02:35 por Amedama Daruu.)
—Entonces, Daruu-san. Terminaré de comer mi pastel de fresa, mientras tanto podrías comentarme como pretendes encarar esta situación. Imagino que no vamos a pelear en este preciso lugar.
—¿Eh? —Daruu levantó una ceja. Miró a su alrededor—. ¡Claro que no! Si le hacemos un estropicio a mi madre en la cafetería, nos corta las pelotas.
»Esperaremos a que mi madre vuelva. Y después iremos al torreón de la academia. A alguna de esas salas de entrenamiento enormes.
Los muchachos esperaron a que la madre de Daruu hiciera acto de aparición. Daruu se preparó un batido de vainilla y se comió un donut mientras tanto. Mogura y él no entablaron demasiada conversación adicional, sólo cosas anodinas que no merece la pena contar aquí.
Cuando la mujer llegó al lugar, saludó con su habitual calidez a Mogura, y Daruu la informó de que se iba a dar un paseo con su compañero de academia.
···
Habían elegido un campo de combate destinado a los duelos de Taijutsu en el Torreón de la Academia: una sala vacía que nadie estaba usando en ese preciso momento. El suelo era de tierra batida clara, y tenía unas líneas pintadas dividiendo el ring en dos justo por el centro. Ambos combatientes estaban separados por unos escasos seis metros.
—Bien, Mogura-san. ¿Comenzamos?
«Ahora que lo pienso, no tengo ni idea de cuales son las habilidades de Mogura-san. Tengo que andarme con cuidado.»
120/120
–
140/140
– 20 metros de hilo, 3 bombas de humo, 2 kunai y 1 antídoto en el portaobjetos, atado al muslo derecho 20 senbon, en 4 paquetes de 5 atados en el cinturón
29/05/2017, 18:49 (Última modificación: 29/07/2017, 02:35 por Amedama Daruu.)
La única cosa que parecía no tener sentido en ese momento era que el joven mozo había propuesto un lugar un tanto pasado de moda para hacer entrenamientos, la vieja academia. Todo el mundo parecía últimamente concurrir con mas frecuencia al Torreón de pruebas, pero hey, también estaba bien la academia.
El joven médico pudo finalizar su porción de postre, lo cual agradecía encarecidamente. Hubiese detestado tener que dejar de lado su pastel de fresa para atender a un combate de manera tan repentina.
...
El postre había sido terminado de comer, la madre de Daruu hizo su aparición y el par pudo marcharse habiendo hecho las respectivas despedidas.
El lugar que eligirían no sería otro que un sitio destinado al entrenamiento de Taijutsu, posiblemente el único campo en el que Mogura podía decir que tenía alguna clase de dominio dejando de lado sus habilidades médicas. El piso no era de sus terrenos preferidos, prefería la comodidad de un piso de madera bien cuidado como el que tenía en su casa pero peor era la calle.
—Bien, Mogura-san. ¿Comenzamos?
Diría su contrincante a una buena distancia. El momento era real, no había forma de evitarlo ni postergarlo. Daruu no era un recién conocido al que podía meterle excusas o decirle alguna mentira blanca como para que se conforme y otro día vuelva a intentarlo.
Tenía que pelear.
Comencemos, Daruu-san.
Fueron las palabras que escaparían de sus labios mientras con una de sus manos realizaba el shinobi kumite, ante todo tenía que seguir el protocolo. En un entrenamiento de combate era donde más se precisaba demostrar respeto por su oponente y compañero.
30/05/2017, 12:10 (Última modificación: 29/07/2017, 02:35 por Amedama Daruu.)
—Comencemos, Daruu-san —respondió Mogura, y realizó el sello de la confrontación, una tradición ancestral shinobi para combates de entrenamiento de igual a igual. Daruu, que no era muy dado a protocolos, solía olvidarse de esos detalles, y de un respingo lo formuló también, sintiéndose un poco torpe.
Después de ello activó su byakugan y adoptó un kumite de lucha propio de su clan, aprendido de su abuela. Entonces sin más dilación salió corriendo hacia el ninja médico y trató de fintar a Mogura golpeándole primero con la zurda en la cara con el puño cerrado, manteniendo la diestra atrasada, la pierna izquierda adelantada y flexionada y la pierna derecha estirada hacia atrás.
120/120
–
140/140
– 20 metros de hilo, 3 bombas de humo, 2 kunai y 1 antídoto en el portaobjetos, atado al muslo derecho 20 senbon, en 4 paquetes de 5 atados en el cinturón
Daños previstos: 13 PV por puñetazo
Técnicas utilizadas
¤ Byakugan (Seijuku) ¤ Ojo Blanco (Desarrollado) - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Hyuuga 25 - Gastos: 11 CK (divide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: Percepción + 10 - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: (ver descripción)
El temido y famoso Dōjutsu del clan Hyuuga. Cuando se activa, las pupilas del usuario se marcan en sus irises blancos, y hace aparecer un conjunto de venas hinchadas que van desde los laterales de la cabeza hasta la parte exterior de los ojos. Esta técnica ocular es conocida por garantizar a los miembros de la familia una percepción visual extrema. La primera de sus habilidades otorga un campo de visión de casi trescientos sesenta grados, excepto un pequeño punto cerca de la nuca, recelosamente guardado, localizado justo encima de la tercera vértebra torácica. La segunda habilidad otorga una visión telescópica y que penetra a través de los objetos sólidos. El Byakugan puede entrenarse, por lo que el alcance de estas habilidades depende en gran medida de cada usuario.
Los Byakugan desarrollados permiten ver en 360 grados a una distancia de 1 metro por cada 10 de Percepción, hasta un máximo de 5 metros. Además, permiten utilizar la visión telescópica a una distancia de 40 metros por cada 10 de Percepción, con un máximo de 400 metros. El bonus de Percepción del Byakugan cuenta para dicho baremo. Además, el usuario es capaz de percibir los movimientos rápidos y reaccionar ante ellos con mayor eficacia.
Además de percibir el chakra y su color, el usuario adquiere la habilidad de ver con todo lujo de detalles el sistema circulatorio del chakra, desbloqueando el estilo de combate Taijutsu característico del clan, el Juuken. Además, gracias a esto adquiere una mayor destreza para distinguir entre técnica y ser vivo, garantizándole discernir entre la mayoría de clones e ilusiones ambientales y una amenaza real (el Kage Bunshin es la única excepción), y para analizar la naturaleza de diversos jutsus. Puede observar el flujo del chakra dentro de un oponente para saber si está preparando alguna treta o de donde viene el chakra de determinada técnica y prevenir nuevos usos recordando los sutiles movimientos del chakra dentro de él. Permite distinguir si alguien, además de sí mismo, está siendo afectado por un Genjutsu recesivo (no ambiental).