En la calle, algunas personas que cruzaban por delante de la casa de la bruja les dedicaron unas miradas cargadas de significado. Daruu bajó la mirada, totalmente avergonzado. «Yo, víctima de estas milongas, y ahora seré un hazmerreír...»

—Entonces, ¿hace una pizza? La verdad es que nunca las he probado pero he oído hablar bastante bien de ellas.

Daruu dio un paso atrás y se llevó una mano a la cabeza, en un gesto exagerado que no se correspondía absolutamente para nada con la situación.

—¿Que no... has probado una pizza en tu vida? —exclamó, horrorizado—. ¡Pero sí es lo más delicioso del planeta!

»¡Vamos! No hay tiempo que perder. Tienes que ver mundo, Yota-san.

Los muchachos caminaron en dirección al lugar que la vieja bruja les había indicado. Aunque el objetivo de Daruu a aquellas alturas era bien distinto al del kusajin.

—¿Que no... has probado una pizza en tu vida? —exclamó, horrorizado—. ¡Pero sí es lo más delicioso del planeta!

»¡Vamos! No hay tiempo que perder. Tienes que ver mundo, Yota-san.

Hice una cara de circunstancias, por las palabras del amejin lo mío era una especie de sacrilegio. Un pecado capital. Yo qué sé, algo así.

— Esto... No, nunca. Ya va siendo hora de probarlas — dije para luego soltar una carcajada.

Acto seguido nos pusimos manos a la obra, saliendo de Sendoshi y enfilando el camino hasta la cordillera. Nos llevo un rato, sí. El suficiente para ir haciendo espacio en el estomago, abriendo su boca y hacer que aquella pizza entrase aún mejor. Si era la mitad de buena de lo que la gente decía aquella noche iba a cenar realmente bien. Lo que pasaría después... Solo Rikudo lo sabía.

— ¡Ahí está!

La noche no tardaría en adueñarse del lugar pero ahí estábamos, frente a aquella pizzeria. No era muy grande. Un pequeño local con unas pocas mesas y si Daruu hacia uso de su byakugan vería que tras las paredes que escondían la cocina, ¡Había un horno de leña! Estaban aislados de todo, desde luego, pero no eran unos aficionados pizzeros.

— Bueno, y... ¿Qué hay que pedir en una pizzeria, Daruu-san? — pregunté confuso. Realmente no sabía muy bien qué había que pedir y al parecer él dominaba del tema. su ayuda sería esencial en la decisión. Incluso viendo los cartelones encima de la pared que mostraban lo que servían, prefería que me guiase el gennin.

Poco a poco el sol fue ocultándose entre las montañas de la Cordillera, y los dos genin caminando hacia ellas. No tardaron nada más que un ratito en llegar frente a la pizzería en cuestión, mientras charlaban sobre cosas sin importancia animadamente.

—¡Ahí está! —Yota señaló al edificio, una pequeña casona a través de las ventanas de la cual podían verse varias sillas y mesas dispuestas ordenadamente. Había un par de personas comiendo, pero estaba vacía. Sin embargo, el delicioso olor que llegó a las fosas nasales de Daruu indicó sin ninguna duda que allí se estaban cocinando buenas pizzas.

Desvió la mirada hacia un lateral, donde el sendero serpenteaba y se metía entre los árboles de la ladera de la montaña: por ahí se debía de ir a la susodicha cueva.

—Bueno, y... ¿qué hay que pedir en una pizzería, Daruu-san? —preguntó Yota.

—Pues evidentemente, una pizza, tío —rio Daruu—. Echas un vistazo a la carta, y la que tenga ingredientes que más te apetezcan, la pides. Seguro que están todas de muerte.

Los muchachos entraron en la pizzería y tomaron asiento. No transcurrió mucho rato hasta que una señora entrada en años con el cabello ceniciento les atendiera.

—Para mi, una carbonara, por favor.

El olor se colaría hasta nuestras entrañas. Bendito olor a comida recién hecha y gustosa. Resultaba hasta embriagador. No dudamos en acceder al interior del sitio y vimos como sorprendentemente habían algunos clientes, no muchos claro. Ya sería raro ver aquel lugar a rebosar teniendo en cuenta la caminata que tenías que pegarte para llegar hasta él. Sin duda la publicidad del negocio era esencial para que aquella pizzería fuese prospera.

—Pues evidentemente, una pizza, tío —rio Daruu—. Echas un vistazo a la carta, y la que tenga ingredientes que más te apetezcan, la pides. Seguro que están todas de muerte.

— Vale, una pizza entonces — acompañé su risa con la mía — Veamos, déjame ver...

—Para mi, una carbonara, por favor.

Daruu ya se había adelantado pues tenía clarísimo lo que quería pedir. Mientras tanto yo terminaba de hacer mi elección.

— Para mi una 4 quesos

— Vale, chicos, marchando una carbonara y una 4 quesos. Id tomando asiento, tardarán unos 10 minutos en hacerse

Y eso hicimos. Fuimos hasta una de las mesas pequeñas hasta que nuestro culo reposaba sobre nuestras respectivas sillas a la espera de la famosa pizza hasta que la mujer trajo las dos pizzas bien calentitas dispuestas a ser engullidas por sendos gennins. Tuvieron incluso la amabilidad de servir la pizza ya cortada con sus 8 porciones triangulares.

— ¡Buen provecho!

Yota había pedido una cuatro quesos. «Buena elección, normalmente. Pero yo no me arriesgo». A Daruu no le hacía mucha gracia el queso azul, entre otros quesos fuertes, de modo que hasta que no estuviese completamente seguro que la pizza de cuatro quesos en cuestión no iba a llevarlo, no solía pedirlo.

Al cabo de un tiempo, el olor de la pizza invadió de nuevo su nariz. Eran las suyas, estaba seguro. Se giró a tiempo para ver cómo las traían, y como si fuera un robot con el blanco fijado no pudo evitar seguirlas con la mirada hasta que las depositaron frente a ellos.

—¡Gracias! Buen provecho, Yota. Verás, no te arrepentirás.

Cogió un trozo y le dio un bocado. Sabía a DIOSES.

—Y biemfff. —Tragó—. ¿Crees que lo del tablero va a funcionar? Yo sigo creyendo que es un cuento de uzureño distraído.

Santo Dios, ¿Como podía estar tan bueno aquello? Osea, era una simple masa con una capa de tomate y luego un montón de queso estampado y fundido por encima pero, JODER estaba que te cagas. Eso si, había alguno de los quesos que resultaba bastante fuerte para el paladar, aunque sin duda eran todos apetitosos y la mezcla se antojaba impresionante.

—Y biemfff. —Tragó—. ¿Crees que lo del tablero va a funcionar? Yo sigo creyendo que es un cuento de uzureño distraído.

La verdad es que a medida que pasaba el tiempo cada vez tenía menos fe en aquello.

— Oye tío, esto está que te cagas, ¿Por qué no he comido esta cosa antes? — dije tras finalizar la primera porción Ah, sí... la caja esa conductora de chakra. No sé, Daruu-san. Es raro. Demasiado. Suena a trampa para turistas y eso de qué solo funcione las noches de luna llena, más sospechoso aún pero hasta que no lo probemos no lo sabremos, supongo..

Cogí la segunda porción y comencé a devorarla. Joder, seguía estando tan buena que de pronto quería probar todas las pizzas de aquel sitio.

— No sé, igual lo mejor sería dejarlo estar...

—Oye tío, esto está que te cagas, ¿por qué no he comido esta cosa antes?

Daruu rio con gusto y le dio otro bocado a su pizza.

—Pues tú sabrás. Ahora comprenderás por qué me puse así cuando me lo dijiste. —Pero, pese a todo, la reacción de Daruu seguía siendo exagerada.

—Ah, sí... la caja esa conductora de chakra. No sé, Daruu-san. Es raro. Demasiado. Suena a trampa para turistas y eso de qué solo funcione las noches de luna llena, más sospechoso aún pero hasta que no lo probemos no lo sabremos, supongo...

«Joder, ¡al fin lo admite!»

—No sé, igual lo mejor sería dejarlo estar...

Daruu se debatió internamente. Él, desde luego, no tenía ni una pizca de intención de meterse en una cueva en una noche de luna llena a jugar con espíritus, y eso que no era supersticioso. Pero es que ya no era sólo el supuesto espíritu con el que contactasen, sino además los animales salvajes que podrían haber allá dentro.

O peor. Algo podría hacerles pam pam en el coco.

—Pero a ver... —Por otra parte, habían llegado hasta aquí sólo por Yota. Se sentiría muy mal, ahora, si no depositaba un poco de confianza en él—. Tú querías hacer esto desde el principio. ¿Y si por no hacerlo pierdes una pista muy valiosa? Merecería la pena intentarlo... ¿quizás? Al fin y al cabo, lo único que podría pasar es que nos quedásemos sin saber nada más y con la certeza de que una vieja nos ha engañado.

—Pues tú sabrás. Ahora comprenderás por qué me puse así cuando me lo dijiste.

Sí, sí, Lo tenía presente. Quien avisa no es traidor. Pero a veces uno es demasiado impulsivo y esas cosas, se fuerza a creer en lo inverosímil y acaba pasando lo que tiene que pasar.

—Pero a ver... —Por otra parte, habían llegado hasta aquí sólo por Yota. Se sentiría muy mal, ahora, si no depositaba un poco de confianza en él—. Tú querías hacer esto desde el principio. ¿Y si por no hacerlo pierdes una pista muy valiosa? Merecería la pena intentarlo... ¿quizás? Al fin y al cabo, lo único que podría pasar es que nos quedásemos sin saber nada más y con la certeza de que una vieja nos ha engañado.

Pam. El muy mamón dio en el clavo, ese clavo ardiendo al que cualquier garrulo se aferraría, incluso se agarraría con los dientes y se acabaría quemando vivo. Pero lo peor de todo es que yo pensaba lo mismo. ¿Y si..? Aquello me lo repetí cientos de veces a lo largo del día. Qué digo, miles de veces. en el supuesto de que la vieja dijese la verdad no me lo perdonaría en la vida.

Pero entonces se me ocurrió algo.

— Creo que se me ha ocurrido algo. Vayamos a la cueva esa a ver si hay peligros. En el peor de los casos nos encontraríamos algún animal, entonces corremos en dirección contraria y nos vamos. No sé, si ya hemos llegado hasta aquí, que por cierto, ya ha valido la pena solo por esta pizza, creo que por intentarlo ya no perdemos nada. Así que venga, a terminar de comer y a explorar

Eso fue lo que hice nada más cerrar el pico, seguir devorando las pocas porciones que ya quedaban de aquella masa con queso fundido, producto de los mismísimos dioses.

—Creo que se me ha ocurrido algo. Vayamos a la cueva esa a ver si hay peligros. En el peor de los casos nos encontraríamos algún animal, entonces corremos en dirección contraria y nos vamos. No sé, si ya hemos llegado hasta aquí, que por cierto, ya ha valido la pena solo por esta pizza, creo que por intentarlo ya no perdemos nada. Así que venga, a terminar de comer y a explorar.

Daruu asintió con energía y siguió deleitándose con su pizza, que ya casi sólo era media pizza. Los muchachos comieron y charlaron animadamente durante un rato. Cuando ya sólo le quedaba un trozo, la luna brillaba afuera, claramente visible por la ventana, e iluminaba el lugar con cierto tinte azulado.

—Es la hora —dijo Daruu, y ahora que se acercaba el momento, la verdad, estaba un poco nervioso—. ¿Estás seguro de querer hacer esto, Yota?

Cogió su último trozo de pizza para disfrutarlo.

—Es la hora

Glup.

Engullí el último trozo de pizza a la vez que la luz de la luna se colaba por las ventanillas del local e iluminó nuestros rostros. La tensión iba en aumento.

¿Estás seguro de querer hacer esto, Yota?

— Pueeeeees, en realidad no pero... Hemos venido a jugar, ¿No?

Sonreí con tal de calmarme al mismo tiempo que unas mariposillas reactivaban los nervios de mi cuerpo en una situación algo incómoda. ¿Qué diantres encontraríamos en aquella cueva del demonio? Quedaba poco para averiguarlo.

— Venga, vamos

Antes de salir, obviamente pagamos nuestras pizzas y le dimos las gracias a la trabajadora del local por tan suculento manjar. Después fuimos en busca de la dichosa cueva, con la cajita bajo el brazo y cada uno con su respectiva pieza de madera, según la vieja, indispensable para llevar a cabo aquello.

— Bien, pues aquí estamos. ¿Estás seguro de querer hacer esto? Quiero decir... No tienes por qué hacerlo

Ante nosotros, el umbral y la oscuridad nos aguardaban, en una cueva que despedía un fresco más que agradable para la época del año en la que estábamos. De hecho se podía percibir la humedad del lugar.

—Pueeeeees, en realidad no pero... Hemos venido a jugar, ¿No? —dijo Yota.

Daruu asintió. «¿Jugar con los espíritus sigue siendo jugar? En mi opinión, no. Si es que lo que ha dicho la vendehumos es verdad, SI ES QUE ES VERDAD, estaríamos metiéndonos en terreno fangoso, no solucionando ningún problema tuyo, Yota-san. Pero te prometí que te seguiría.»

Los muchachos pagaron la comida, agradecieron el servicio y salieron, internándose en el sendero que llevaba al frondoso bosque a los pies de la cordillera. A medida que se iban internando, los sonidos naturales que emergían a su alrededor iban incrementando en cantidad y en volumen. A Daruu le ponía especialmente nervioso el ocasional graznido de los cuervos...

—Bien, pues aquí estamos. ¿Estás seguro de querer hacer esto? Quiero decir... No tienes por qué hacerlo. —dijo Yota, cuando ya estaban frente a la entrada de la caverna. De ella salía una agradable corriente de aire frío que aliviaba el calor pero que le trajo malos recuerdos por culpa de alguien llamado Hibagon.

—¿No es precisamente lo mismo que te he preguntado antes? —rio el muchacho—. Mira... Por si acaso, sólo por si acaso, déjame comprobar una cosa con mi técnica.

Daruu activó su Byakugan y oteó el interior de la gruta.

—¿No es precisamente lo mismo que te he preguntado antes? —rio el muchacho—. Mira... Por si acaso, sólo por si acaso, déjame comprobar una cosa con mi técnica.

— Hmmm si bueno — reí de puro nerviosismo — Vale, vale, me gusta la idea. Tener todo controlado será mucho mejor

De nuevo, el amejin, tal y como sucediese antes de entrar en la garita de la bruja de Sendoshi, se le hincharon las venas alrededor de sus ojos y parecía que empezaba a examinar la zona, el interior de la cueva.

*Joder, ¿Cómo mierdas hace para ver desde ahí fuera?*

Sin duda se trataba de algún tipo de pdoer y eso de los ojos le delataba en gran medida aunque claro, yo no tenia ni pajolera idea de lo que hacia realmente. Pero el patrón se repitió en las dos ocasiones.

Con el byakugan, Daruu pudo ver que no se trataba de una cueva muy profunda. La humedad prevenía de las corrientes que había tras la roca, seguramente algún rio cruzaba por su parte superior o algo así ya que caían gotitas del elemento líquido. Sin embargo, habría algo que le llamaría la atención... El suelo disponía de una especie de mecanismo y por las lineas que se trazaban en el suelo, parecía ser una especie de "puerta" pues había un gran espacio debajo que formaba una gran sala allí habían un par de hombres y... también había una maldita vieja, probablemente la misma vieja de Sendoshi. Apestaba a trampa y a problemas.

— ¿Y bien? ¿Ves algo raro?

Daruu acercó la vista. No era una gruta demasiado profunda. Al parecer era, tal y como les había contado la supuesta bruja, una caverna simple con una entrada. Ellos se sentarían allí en medio, en el suelo y... «Un momento... ¿qué es eso?» Había unas líneas en el suelo, como si éste estuviera encajado allí antinaturalmente. Arrugó el entrecejo.

—Yota, algo anda mal. El suelo es como una trampilla gigante. Espera. —Avisó a Yota por si acaso se le ocurría entrar en la cueva.

Utilizó su visión penetrante para ver lo que había debajo de tierra. Otra sala, mucho más grande. Allí habían dos hombres y... la vieja bruja de la casa de las setas.

—Mira. Sugiero una cosa. —Daruu sacó la ficha del bolsillo y cogió el tablero que tenía Yota, lo levantó por los aires y, cuando éste cayó, le propinó un golpe por la palma que lo redujo a polvo tras una potente ráfaga de chakra—. Nos cagamos en la puta madre de la vieja vendehumos y nos vamos a casa.

»Ahí dentro hay una trampilla, y en la sala de debajo hay dos tíos esperando junto a nuestra encantadora abuelita. A ti no sé, a mí me suena a trampa mortal.

—Yota, algo anda mal. El suelo es como una trampilla gigante. Espera.

— ¿A qué te refieres?

No entendía una mierda. ¿De qué narices estaba hablando? No se veía nada extraño, todo aparentaba estar tranquilo y no había nada que temer, eso parecía, si... el amejin parecía concentrarse todavía más y entonces reveló lo que tenía que decir. Los peores temores hechos realidad.

—Mira. Sugiero una cosa.

— ¡Eh! ¿Qué haces tio? — el muy mamón destrozo la caja esa que llevaba bajo el brazo con alguna técnica de esas suyas

Nos cagamos en la puta madre de la vieja vendehumos y nos vamos a casa.

»Ahí dentro hay una trampilla, y en la sala de debajo hay dos tíos esperando junto a nuestra encantadora abuelita. A ti no sé, a mí me suena a trampa mortal.

Te lo juro por Rikudo mismo, ¿Cómo diantres había podido ver todo aquello? Basta de rodeos, necesitaba respuestas y las necesitaba ya. O eso o me volvía loco allí mismo.

— Vale, supongamos que dices la razón y que te creo, que ya es mucho decir. Ni siquiera te has movido del sitio y ya sabes todo lo que hay allí dentro, ¿Cómo diantres lo sabes?

Yota parecía bastante enfadado. Es normal, al fin y al cabo, ¿a quién crees más, a una vieja que dice que puede hablar con los muertos o a un tío de otra aldea que te dice que puede ver a través de las paredes?

—Vale, supongamos que dices la razón y que te creo, que ya es mucho decir. Ni siquiera te has movido del sitio y ya sabes todo lo que hay allí dentro, ¿Cómo diantres lo sabes?

Daruu suspiró.

—Tranquilo, por favor, Yota-kun —dijo, extendiendo las palmas de las manos y retrocediendo un paso—. Entiendo que no me creas. Supongo que te debo una explicación.

»Estos ojos son un poderoso Dojutsu. Puedo ver a través de las paredes, entre otras cosas. Por ejemplo, si cierro los ojos, y formas un número con las manos detrás de tu espalda, muy probablemente si no pegas la mano a tu cuerpo pueda ver qué número has hecho.

»Me puedes creer, o podemos hacer la prueba. Incluso te dejo ponerte detrás de un árbol.