Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Con la llegada de la primavera, el Jardín de los Cerezos empezaba a recuperar los colores y belleza perdidos por el paso del frío invierno. Los cerezos estaban distribuidos en largas columnas, formando pasillos paralelos entre ellos y moldeando con sus altas ramas —algunas ya con la flor abierta— una especie de bóveda celeste de distintos matices rosados, entremezclados con tonos dorados provenientes de la luz del sol, que se colaba por los huecos.
Era mediodía, y a aquellas horas muchas familias se encontraban en pleno picnic, intercambiándose palabras y sonrisas. El segundo tipo de invitados estaba conformado por parejas, cada una bajo un árbol aquí y allá, intercambiando también sonrisas y otro tipo de cosas más… íntimas.
Finalmente se encontraba Haskoz. Solo, sin manta sobre la que acomodarse ni comida con la que llenar el estómago. Alejado de la multitud y de miradas indiscretas, estaba sentado sobre el suelo y con la espalda apoyada en el tronco de un cerezo. Tenía los ojos cerrados, aparentemente dormido, y una flor de cerezo había caído sobre su cabellera blanca. Se le podía ver con sus habituales ropajes: una sudadera con cremallera y totalmente abierta, gris, sobre una camisa de tiras blanca. El pantalón era de tipo chándal, de un azul oscuro, y sobre su diestra reposaba un kunai. En la izquierda, su bandana, que por algún motivo había desanudado del cuello.
Todo parecía indicar que estaba disfrutando de la soledad y de un día tranquilo. Pero, con Uchiha Haskoz, las cosas no siempre eran las que aparentaban...
AO: 1
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
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Aquel era un día sumamente tranquilo sin ningún tipo de urgencia que la obligase a salir corriendo de casa ni de la aldea, tenía la posibilidad de desperdiciar su tiempo como mejor le pareciera pero claro, siendo una kunoichi tan mediocre como lo era ella, lo mejor era dedicarse a pulir sus habilidades aunque fuese con el mismo aire.
Con o sin compañeros de entrenamientos, la rubia tomó todas y cada una de sus espadas, las colgó por todo su cuerpo con su respectiva vaina y salió de casa con el conjunto azulado habitual sin el top de cuero cuya única función era abrigarla.
«Y pensar que el abuelo y papá podían manejar dieciséis espadas. »Pensaba la joven mientras deambulaba por las calles de la aldea sin prestar demasiada atención a nada, siquiera a una que otra mirada fugaz de algún peatón o comentario aleatorio. Después de todo, si no era por su atractivo físico la reconocían por la fama de su clan.
Pero mientras caminaba solitaria entre árboles de cerezo —Ignorando totalmente a las múltiples parejas que se hallaban en la escena— pudo distinguir cierta cabellera blanca de alguien que estaba completamente solo. Pero no solo eso, de alguna parte sentía que le conocía, aunque podía estarse confundiendo perfectamente, después de todo solo le llama la atención el color de su cabello, no podía decir que tuviese ningún otro rasgo que reconociera.
De todas maneras, la chica se acercó a este desconocido con el ceño ligeramente fruncido hasta una distancia prudente notando que este tenía la bandana de Uzushio a la vista aunque bastante suelta, probablemente estuviese haciendo el flojo.
—Hey, ¿te apetece entrenar un rato? —Soltaría con una sonrisa de medio lado dibujada en el rostro.
No quería sonar borde ni nada por el estilo, menos con un desconocido, aunque lo del entrenamiento era una simple excusa para acercarse a él y comprobar si es o no quién está pensando.
15/01/2017, 05:24 (Última modificación: 15/01/2017, 05:26 por Uchiha Datsue.)
El sonido de unos pasos amortiguados por el tupido césped del Jardín de los Cerezos se hacía cada vez más claro y cercano. Alguien se acercaba, y si su oído no le fallaba, se dirigía directamente hacia la zona mortal. Hacia él.
—Hey, ¿te apetece entrenar un rato?
Uno de los ojos de Haskoz se entreabrió, mostrando un destello rojizo, clavando su pupila negra en la figura que se alzaba ante él. Luego la mirada bajó, comprobando donde estaba pisando, y fue entonces cuando le devolvió la sonrisa.
La diestra de Haskoz, que sujetaba el kunai, se movió de forma imperceptible. Lo justo para cortar el hilo metálico atado a una de las ramas que nacía del cerezo sobre el que descansaba. La rama, doblegada hacia abajo por el propio hilo, saltó de pronto hacia arriba, recuperando su posición natural y arrastrando con el movimiento al segundo hilo atado en ella.
Este segundo hilo terminaba en lazo. Un lazo colocado estratégicamente en frente de Haskoz, justo donde la kunoichi había pisado, ignorando la trampa. Con el tirón de la rama, el lazo se cerró de golpe, aferrando el tobillo de ella, y la alzó por los aires de improvisto, dejándola colgando boca abajo, con la cabeza a metro y medio del suelo. Todo ello en una fracción de segundo.
Las carcajadas de Haskoz se extendieron por el Jardín de los Cerezos como una brisa otoñal. Se levantó, con el sharingan de dos aspas brillando en sus pupilas, y se acercó con una expresión entre divertida y curiosa.
—¿Pero mira a quién he pescado? —sonrió, divertido—. ¿No es la mismísima hija de los Sakamoto? ¿Noemi? —Si bien su familia era bien conocida en la Villa, Haskoz la reconoció por otros motivos muy distintos. Todavía recordaba aquella votación ultrasecreta que habían hecho los chicos de la Academia para elegir a la estudiante más atractiva del curso. Una votación en la que Noemi, junto con otra estudiante llamada Eri, había arrasado. Ahora que la veía tan de cerca, el Uchiha no podía estar más de acuerdo con el resultado.
»¿Qué tal las vistas desde ahí, a todo esto? —comentó, jocoso.
AO revelada
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Por una vez en la vida que intentaba ser agradable con alguien le respondían de tal manera. Una trampa que no se había percatado que existía principalmente por el hecho de que se encontraban en el interior de la aldea por lo que este tipo de peligros deberían de ser inexistentes o por lo menos eso era lo que Noemi pensaba al respecto, nunca se hubiese imaginado que caería tan fácilmente en algo así y terminaría colgada de un pie.
—Uchiha Haskoz… —Murmuró ceñuda presionando los dientes casi al punto en que estos rechinarían. —No jodas y bájame. —Exigió cruzada de brazos y manteniendo la pierna libre apegada a la otra. Vano intento de mantener mínimamente la dignidad.
«Aunque sea un idiota tiene exactamente lo que necesito. »Pensaba tratando de convencerse a sí misma de seguir sus intentos por relacionarse con aquel chico de actitudes cuestionables. O sea, ¿quién pone una jodida trampa en medio de la villa? Cualquiera podría haber caído en ella, incluso un anbu algo distraído o puede que Shiona si estaba con un mal día. Pero no, terminó siendo la Sakamoto.
—¿Siempre haces estas estupideces? —Consultaría mientras esperaba pacientemente a que el de cabellos blancos se moviera y dejase de burlarse de ella.
«Algún día me la cobraré. »Se decía a sí misma la muy rencorosa.
—Uchiha Haskoz… —Haskoz saboreó su ira apenas contenida como la miel más dulce, y soltó una corta carcajada cuando ella trató de mantener las piernas juntas por vergüenza—. No jodas y bájame.
El Uchiha ladeó la cabeza. Lo cierto era que estaba disfrutando con la visión que tenía frente a él. ¿Por qué, entonces, ponerle fin tan pronto? Sus ojos pasaron de la mirada esmeralda de ella hacia arriba, bajando por su cuerpo. Lo primero que le llamó la atención —aunque quizá el término llamarle la atención era quedarse corto—, fueron sus pechos. Grandes y prominentes como pocas veces había visto, que amenazaban con hacer estallar el fino bañador que las mantenía comprimidas. Siguió subiendo, no sin esfuerzo por apartar la mirada de aquella maravilla moldeada por los Dioses, hasta toparse con las katanas que tenía amarradas por todo el cuerpo. Eran muchas, demasiadas para usar todas a la vez. Se preguntó para qué querría tantas, y entonces, probablemente impaciente, la kunoichi cortó su hilo de pensamientos:
—¿Siempre haces estas estupideces?
El Uchiha le respondió con una sonrisa, para luego encogerse de hombros. Se llevó el mango del kunai a la boca y se anudó la bandana al cuello. Luego pasó su brazo izquierdo por los hombros de ella, y la alzó para poner su torso en horizontal. Seguidamente tomó de nuevo el kunai en su diestra y, de un salto, cortó el hilo que la mantenía presa, pasando acto seguido, en plena caída, su brazo derecho por debajo de las piernas de ella, para tomarla así en brazos y evitar que se diese de bruces contra el suelo.
—¿Todavía quieres ese entrenamiento? —preguntó, serio. Todavía no la había soltado.
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Desde su posición si bien, sus propios senos le complicaban la visión, podía ver cómo el contrario se tomaba su tiempo para hacer el sencillo trabajo de soltarla y si no lo había hecho ella misma era porque sabía que se terminaría por golpear contra el suelo, pidiéndoselo al Uchiha corría el mismo riesgo considerando que la había dejado colgada, pero tenía la mínima esperanza de que se mostrase un tanto piadoso y no fuese tan bruto.
Por suerte, luego del asalto visual, el chico alzó a la rubia ligeramente para luego cortar el hilo y atraparla antes de caer. «Bueno, al menos puede ser delicado. »Pensó aun con el ceño fruncido ya que no le encontraba la gracia al estar siendo cargada por alguien que la había dejado colgada segundos atrás.
—Te juro que te devolveré la que me hiciste. —Dijo enojada la chica que ya estaba buscando liberarse del agarre ajeno.
Una kunoichi siendo llevada como princesa es estúpido, si al menos no tuviese todas sus espadas encima y la bandana podría ser pasable, como una civil común y corriente pero no, tenía que estar armada y todo…
Sonrió, y por un momento consideró la posibilidad de soltarla de golpe y dejarla caer de culo, pero cuando se quiso dar cuenta Noemi ya se había soltado de su agarre y puesto en pie. Una pena. Hubiese sido gracioso…
—¿Y por qué no ahora? —preguntó de pronto. Más que desafiante, el Uchiha estaba animado. Noemi había abierto una puerta. Una puerta a entrenarse, a combatir, y un Uchiha que se preciase nunca cerraba esa puerta. O al menos no él—. Hay una plaza cerca de aquí… Y después de todo querías entrenar, ¿no?
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Nuevamente estaba con los pies en la tierra como ella prefería que fuese y con un poco de suerte no habría ninguna otra trampa que la molestase nuevamente o atentase con lo que quedaba de su dignidad. Inclusive se había dado el lujo de alejársele un par de pasos en plena desconfianza pero una provocación era algo que no podía dejar pasar por varios motivos, lo sucedido era uno de ellos.
—No veo que tengas nada para hacer frente a una espada. —Diría casi con desprecio mirándole por encima del hombro. —Pero si insistes, vamos. —Concluyó.
Tras ese intercambio de palabras la kunoichi comenzó a caminar en la dirección donde se hallaban las plazas de piedra donde usualmente los shinobis entrenaban aunque fuese por un momento, con un poco de suerte alguna se encontraría disponible para ellos dos.
—¿Estás seguro que podrás? —Preguntó con desgano mientras se ubicaba cerca del centro del círculo de piedra.
Aunque estaba la posibilidad de que el chico se haya esfumado y fuese de los que provocan solo para desaparecer luego, pero a saber, si allí estaba Noemi encantada le daría un buen par de golpes.
—No veo que tengas nada para hacer frente a una espada
Lo dijo con tanta sinceridad y simpleza que Haskoz se quedó con la boca entreabierta, momentáneamente mudo y sin recursos para responder. ¡Vaya! ¡Pero si tiene carácter! Y yo que pensaba que solo era una cara bonita...
—Pero si insistes, vamos.
—Insisto —se limitó a decir, siguiéndola jardín adentro hasta encontrar una plaza, de veinte metros de diámetro.
Haskoz se quitó la sudadera, dejando al descubierto una camisa de tiras blanca y unos brazos que, mucho se temía, todavía no tenían el volumen muscular que deseaba. Tiró la sudadera en el borde de la plaza y se acercó al centro, encarando a Noemi.
—¿Estás seguro que podrás?
El Uchiha se sonrió. Una cosa era que le infravaloraran una vez, y otra muy distinta que lo hiciesen dos veces. Y menos en un lapso de tiempo tan corto.
—Tan seguro como que en Ame está lloviendo. No te contengas —añadió, echando un vistazo rápido a sus katanas, mientras sentía un cosquilleo en la nuca…
Hizo caso omiso al cosquilleo y alzó la diestra, con dedos índice y corazón levantados, y realizó el saludo de rigor. El saludo que les permitía combatir como camaradas de aldea.
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«Al menos no es un cobarde. »Se planteó al voltearse y hallar al chico allí a unos pasos de distancia, despojándose de la sudadera que seguramente le estorbaría en aquella práctica que tendrían sobre ese disco de piedra.
Por si fuera poco, el de cabellos blancos se mostraba sumamente seguro pidiendo a la chica que no se contuviese pero no le podría cumplir con tal capricho. «Tendrás que aguantarte. »No se lo diría para que no hayan quejas, no quería tener accidentes graves del tipo “Mató a su compañero de entrenamiento por accidente” por lo que se dedicaría a usar el revés de la hoja.
De todas formas no podían empezar la pelea sin antes realizar esa especie de saludo que les enseñaban a todos los shinobis en la academia, así que sin atreverse a sospechar del contrario, la rubia extendió su mano y entrelazó sus dedos con los ajenos por unos instantes tras lo cual se alejaría de él dando un par de saltos.
—Avisa cuando quieras parar. —Soltó a secas al mismo tiempo en que tomaba una de las katanas que tenía en la espalda superior. —Te dejaré empezar y todo.
Y ahí estaba otra vez, demostrando esa superioridad que creía poseer sobre él. Lo decía con tanta naturalidad y franqueza que hasta empezaba a preocuparse. ¿Tendría algún as bajo la manga? ¿Algún jutsu secreto que le permitiese decidir el combate con facilidad? No lo sabía, pero hablando de aquella forma empezaba a sospecharlo.
—Te dejaré empezar y todo.
Haskoz la observó por unos instantes, analizándola: la posición de combate, la katana corta que portaba en sus manos… Era algo más corta que la suya, que guardaba en casa. Y, por su experiencia, sabía que no eran tan fáciles de manejar como en un primer momento se podía intuir. Manejar katanas implicaba sacrificar las manos para realizar sellos, y eso era algo que el Uchiha tenía que aprovechar si quería ganar aquel combate de entrenamiento. Y no solo eso. Manejar katanas también implica otra cosa…
Se llevó la mano al portaobjetos, y sacó de ella un… objeto, lo suficientemente pequeño para que quedase oculto bajo su mano cerrada. Entonces la lanzó contra el suelo, momento en el cual cerró los ojos, y un fogonazo de luz estalló en el centro de la plaza, cegando a todo aquel que hubiese mirado...
Estado de Haskoz
• PV:
135/150
–
• CK:
60/60
–
Sharingan activado
Inventario:
Hitai-ate [Cuello]
Portaobjetos [Lateral derecho de la espalda, a la altura de la cadera][9/10]
Bomba sonora x1
Bomba de humo x1
Bomba de luz x1 (Usada)
Hilo shinobi 1/3
Paquete de 15 makabishi x1
Kunai x1
Shuriken x3
Daño recibido
Daño causado
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Ya estaba todo dicho por lo que no tenía ningún tipo de sentido volver a hablar, tampoco menospreciar a su rival que justamente era un Uchiha, algo que debería de tener muy en cuenta si alguna vez se ve obligada a pelear en serio contra uno.
Lo mejor era que accedió abiertamente a realizar la primera acción, aunque se esperaba algo más sencillo como un ataque frontal y no una jodida bomba de luz cegadora. Algo para lo que ninguna academia te prepara, menos si estás con las dos manos en el mango de tu espada porque no puedes usarla de ninguna otra forma.
En otras palabras, Noemi perdió la visión por lo que duró ese maldito destello por lo que prefirió dar un salto hacia atrás para prevenir algún ataque y de paso lanzar un corte horizontal por las dudas.
—¿Valía la pena gastar tu dinero así? —Soltó burlona mientras lentamente abría los ojos para buscar a su contrincante, donde sea que estuviese luego de eso.
Estado de Noemi
—PV:
100/100
–
—CK:
110/110
–
Inventario:
Bandana ninja (Cintura)
Portaobjetos (Glúteo izquierdo)
Wakizashi x6 ((Una en diagonal en la espalda, dos en cruzadas en forma de X en la espalda baja y otras dos a cada lado de la cadera) (Una en mano)
La bomba de luz hizo su efecto, y cuando Haskoz abrió los ojos, pudo comprobar, con una sonrisa, que Noemi había quedado cegada. Sin embargo, no se regodeó en ello, pues todavía quedaba lo más difícil. Su diestra voló hacia su portaobjetos como un rayo, mientras sus ojos calculaban el punto donde debía lanzar su próximo objeto. Su próxima trampa. Medio metro más adelante o atrás y podía dar al traste con su improvisado plan, pero eso no era algo de lo que se preocupaba. Por alguna razón, siempre se le había dado bien calcular distancias a ojo.
Lanzó una bola, muy parecida a la hikaridama, hacia el cielo, todo lo alto que pudo, con la intención de que trazase un arco por encima de Noemi y cayese a sus espaldas, a unos ocho metros de distancia, aproximadamente.
Tres.
Acto seguido, el Uchiha corrió hacia ella, al mismo tiempo que la kunoichi daba un salto hacia atrás y lanzaba un tajo al aire. Haskoz nunca había tenido intención de atacarla directamente tras la bomba de luz, y, por lo tanto, no le dio.
Dos.
—¿Valía la pena gastar tu dinero así? —soltó burlona, mientras entreabría los ojos. En ese momento pudo ver a Haskoz, a no más de un metro de distancia y sonriendo. Tenía las manos en los oídos.
Uno.
—Sí.
¡BOOOM!
La bomba sonora acababa de caer a espaldas de Noemi, soltando un desgarrador sonido que obligaba a todo aquel que estuviese cerca a taparse los oídos de forma inconsciente, a no ser que quisiese quedarse sin tímpanos. Noemi tendría que hacerlo también, según creía Haskoz, momento en el cual tendría que soltar la katana...
Momento en el cual sería vulnerable…
Estado de Haskoz
• PV:
135/150
–
• CK:
60/60
–
Sharingan activado
Inventario:
Hitai-ate [Cuello]
Portaobjetos [Lateral derecho de la espalda, a la altura de la cadera][9/10]
Bomba sonora x1 (Usada)
Bomba de humo x1
Bomba de luz x1 (Usada)
Hilo shinobi 1/3
Paquete de 15 makabishi x1
Kunai x1
Shuriken x3
Daño recibido
Daño causado
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Visto y considerando que no había recibido ningún tipo de golpe ni nada por el estilo, deducía que con el ataque que lanzó a ciegas había frustrado cualquier intento del Uchiha por acortar distancias, pero se daría cuenta que no fue así en el momento en que entreabrió los ojos, tenía que haber un muy buen motivo por el que el chico estuviese tan cerca y para colmo riera de esa manera.
—¿Qué…? —Apenas alcanzó a pronunciar la kunoichi que un ensordecedor ruido proveniente de sus espaldas la interrumpió.
Automáticamente como si le hubiesen dado un golpe soltó la espada y se cubrió los oídos tan fuerte como podía, lo que no quitaba que el ruido todavía le retumbase en la cabeza y una mueca de dolor se le dibujase en el rostro.
Lo peor no era el dolor por el ruido ensordecedor, era que tenía al chico justo delante suyo y no podía atacarle. Pero sí gritarle algo.
—¡Que te den! —Chilló con la voz más aguda que pudo en un intento por dejarlo sordo igual a lo que él le había hecho a ella. Obviamente no iba a poder hacerlo.
Estado de Noemi
—PV:
100/100
–
—CK:
110/110
–
Inventario:
Bandana ninja (Cintura)
Portaobjetos (Glúteo izquierdo)
Wakizashi x5 ((Una en diagonal en la espalda, dos en cruzadas en forma de X en la espalda baja y otras dos a cada lado de la cadera)
Y cuando la katana de Noemi cayó de sus manos, tal y como había predicho, para llevarse las manos a los oídos, la sonrisa de Haskoz no pudo ser más grande. Era como una jugada perfecta al shogi. Un jaque al rey en la primera jugada.
Ella trató de vociferarle algo. Con todo aquel estruendo no entendió una mierda, pero intuía el fondo del mensaje. Probablemente nada bonito.
Acto seguido, decidió poner punto y final al entrenamiento. Sin pensárselo más, la embistió como un toro, agarrándole ambas muñecas y tirándola de espaldas contra el suelo. Todo el peso de su cuerpo cayó sobre el de ella, inmovilizándola. A su vez, sus manos, como la mejor de las trampas, seguían aprisionando las muñecas de ella. Entonces acercó su rostro al de Noemi.
—¿He ganado? —preguntó, con la respiración levemente entrecortada. Una pregunta con una sencilla y corta respuesta, que quería oír de boca de la kunoichi.
Estado de Haskoz
• PV:
135/150
–
• CK:
60/60
–
Sharingan activado
Inventario:
Hitai-ate [Cuello]
Portaobjetos [Lateral derecho de la espalda, a la altura de la cadera][9/10]
Bomba sonora x1 (Usada)
Bomba de humo x1
Bomba de luz x1 (Usada)
Hilo shinobi 1/3
Paquete de 15 makabishi x1
Kunai x1
Shuriken x3
Daño recibido
Daño causado
· Placaje: 5 PV + (20/10) = 7PV
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