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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Se me acabaron las putas ideas, calvo.

¿Qué hacemos?

¿cómo salimos de aquí?


Las palabras del Hotzuki sonaron cada vez más lejanas, y con razón. Mientras hablaba ambos comenzaron a deslizar por aquel suelo invisible en el que estaban parados y empezaron a distanciarse cada vez más y más. Podrían caminar o correr pero nada le ganaría a la velocidad con la que se alejaban. Y entonces el entorno cambio.

El suelo comenzó a hacerse piedras, paredes se elevaban de la nada, un cielo azul oscuro estrellado empezaba a deslizarse arriba lejos de sus cabezas. Gente caminando aparecía entre ambos, ignorándolos, las luces a sus lados se iluminaban y al final de unos cuantos largos segundos estaban en lo que parecían las calles de la Uzushiogakure en la que paseaban hacia poco tiempo. Y la distancio que los separó se revirtió haciendo que rápidamente los cuerpos de ambos se juntasen al punto de chocar.

Puta— llegó a exclamar el calvo antes de sentir el impacto y caer del culo al piso al igual que su compatriota. La gente los miraría al pasar, a ellos y sus ojos rojos que lejos estaban de ser Uchihas. El lugar en el que estaban les era conocido porque allí estaban esos barriles, esos barriles que tapaban del otro lado la puerta hacia el bar del puto gordo extraño.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#32
Súbitamente, con si la dosis con la que le habían intoxicado tuviera otro nivel de dopaje más extremo, las palabras se fueron haciendo cada vez más y más lejanas, a la par de sus cuerpos. Todo a su alrededor comenzó a mutar y a cambiar, las paredes se alzaron y el suelo los tragó para escupirles poco después en otra realidad, alternativa, donde no podían haber estado al mismo tiempo.

Gente cruzándolos. Luego, la gravedad actuando de forma extraña y haciéndoles colisionar entre ambos nuevamente.

Kaido cayó al suelo, adolorido, y más confundido aún.

Extrañamente, no dijo nada. ¿Qué iba a decir? ¿y de qué iba a servir también? no es como si la droga fuera a consumirse con las palabras.
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#33
El calvo se quedó un rato largo en el suelo, confundido y desorientado. La poca gente que pasaba los miraba un poco asustados y distantes, nadie quería pasar cerca de los dos locos que se chocaban entre sí y terminaban en el suelo. Sin embargo, de entre los dos gennin, Karamaru sería el primero en saber donde estaban.

Allí...— dijo señalando con el dedo los barriles— Esa es la entrada al bar, por ahí pasé yo.

Buscó complicidad en la mirada del tiburón humano. No quería sentirse drogado ni loco, estaba seguro que era ese lugar por donde había empezado todo. El monje se levantó del suelo rápidamente y caminó en esa dirección, pispeando para ver la puerta del otro lado. Y allí estaba.

Absorto en la idea de seguir adelante y ver qué era lo próximo extraño que sucedería, porque ya se empezaba a acostumbrar a todo aquello, abrió la puerta para encontrarse nuevamente con las largas escaleras descendientes y poco iluminadas. Se embarcó en ellas, esperando que Kaido lo siguiera, y fue escalón a escalón cada vez más hacia abajo, pero esta vez no habría humo, ni olor a alcohol, ni voces de gente.

La sala en donde hacia nada se veía abarrotada de gente y ruido se encontraba vacía. Ya ni una silla, ni un bar, ni un barman con sus bebidas. Cual casa nueva solo era una cucha con piso, techo y paredes con un pasillo al fondo que llevaba a una puerta especial de entre las otras.
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#34
Por extraño que pudiera parecer, Kaido no estaba en condiciones de ser un líder durante aquella loca historia. Estaba demasiado desorientado y absorto en su propia ira como para poder tomar la elección apropiada que les sacase a él y a su compatriota de aquel embrollo. Por suerte, Karamaru decidió tomar la batuta y comenzó a avanzar hacia donde él creía que había comenzado todo, que era la puerta a un costado de un par de barriles. Su acceso daba hasta las escaleras que habían tomado al principio de todo, que una vez les llevó hasta lo que pareció en aquel entonces un sótano repleto de gente, bebidas, música y humo. Sobre todo humo.

De más está decir que no se sorprendió al ver que aquel lugar ahora estaba vacío a plenitud. Ni un alma en pena. Ni un sólo mueble. Nada.

Solo ellos dos, con el acceso hasta una única entrada. Una puerta que antes no había estado ahí.

—Te sigo, pareces saber mejor qué hacer que yo.
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#35

No dije que era la única puerta allí, ni que antes no estuviera xD

Karamaru echó la mirada hacia atrás para ver qué había sido de su compañero azulado. Poco había pensado en él hasta ese entonces y bien podría haber tomado otro camino por las calles de Uzushiogakure, pero allí estaba como buen compatriota diligente que parecía ser.

Vamos, si no me equivoco...— el calvo siguió caminando hasta aquella puerta al fondo del lugar, la única que habían cruzado estado cuerdos.

No sabía que esperar del otro lado. Ya no solo era el hecho de estar pasado de droga, según sus suposiciones, sino el poder encontrarse con aquel puto gordo nuevamente. Pero allí fue, tomó el picaporte y a paso lento se adentro en una oscura habitación.

Ni una sola lámpara ni vela ni ventana hacía que no los ojos no pudieran ver con claridad más allá de la luz que se filtraba de la salón principal. Sin embargo, el paisaje observable no cambiaba. Donde antes habían muebles, estantes y un escritorio con un mafioso detrás ahora había la nada misma, volutas de polvo moviéndose de aquí para allá con el ligero viento que el calvo había permitido entrar.

¿Nada?— se preguntó a si mismo mientras volvía a comprobar que el Hozuki siguiera a sus espaldas.
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#36
No sé, webón, ya yo estoy tan perdido como Kaido XDDD

—Nada —replicó el gyojin, quien yacía justo detrás de Karamaru. Tal como él, no veía sino el vacío con el que habían estado encontrándose habitación tras habitación. Lo que una vez vieron, ya no estaba ahí, ni el gordo, ni los asientos, ni el escritorio—. —aquí fue donde empezó todo. ¿Ves algo extraño?
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#37
El calvo levantó los hombros ante la pregunta de su compañero. Se adentro con dudas y a paso lento en la oficina del gordo y miró a su alrededor nuevamente. El resultado seguía siendo el mismo, nada a la vista.

No, nada.

Fue entonces cuando a Karamaru se le ocurrió una idea. Levantó el índice y miró sonriendo al tiburón humano. A paso rápido salió de la habitación y se dirigió a la puerta más cercana desde donde estaban. Tomo el picaporte y se tomó un segundo antes de abrir, si todo seguía igual del otro lado se tendría que volver a sí mismo.

La puerta finalmente se abrió y del otro lado lo esperaba lo mismo que en la oficina del dueño del bar. Una pequeña sala a oscuras que solo se iluminaba por la luz que se escapaba de la sala principal. Ni pelado ni pescado repetido se pudo ver aquella vez.

«¿Nada tampoco?»

Volvió a mirar a su compañero y repitió su gesto de incertidumbre; hombros y cejas en alto sin tener nada claro que decirle. Caminó de nuevo a la sala principal, allí donde hacia prácticamente nada vigilaba el barman a los dos gennin. Su objetivo era salir de aquel lugar y parecía ser que habían encontrado el camino, por raro que pareciera.

A ver, sígueme.— le pidió el monje a Kaido. Karamaru se dirigiría al exterior para enfrentarse al Sol nuevamente, para ver a poca gente pasar frente a ellos.

¿Y si las drogas pasaron? No sé, estamos afuera, ¿No? No creo que estas personas sean producto de nuestra cabeza...— hablaba lento y con dudas, sin creerse demasiado sus propias palabras y dudando de ellas.
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#38
Los ojos de Kaido se arrugaron una vez se encontró con el exterior. Sentía que llevaba una eternidad en el interior, y desde luego que haber podido salir así como así le resultaba, dentro de todo, extraño.

Arrugó el entrecejo y trató de comprobar lo que decía Karamaru. Que aquello no era producto de su imaginación.

Alzó la mano y trató de detener a algún transeúnte.

—Eh, tú, ¿qué hora es?
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#39
Kaido se adelantó al su calvo compañero al salir del extraño bar. El monje no lo siguió sin saber qué pretendía con tal decisión. El Hozuki detendría a una mujer más alta que él de cabellos y ojos oscuros de piel morena. Cubierta de ropa apenas se le podía ver el rostro con las luces que colgaban de los edificios.

Qué se yo...— respondió de mala gana aminorando el paso sin detenerse— ¿Medianoche? Más o menos, sí.

La mujer siguió de largo y volvió a dejar a ambos gennin solos entre la poca gente que pasaba. El cenobita se había acercado tras escuchar la pregunta de su compañero.

¿Y eso a qué vino? ¿Por qué la hora?— preguntó curioso.

«¿Acaso estará probando algo...?»
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#40
Kaido se volteó a ver a Karamaru y sonrió, por primera vez en todo el rato.

—Para ver si es real —dijo—. venga, creo que estamos fuera ya. Mejor vámonos al hotel.
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#41
Karamaru revoleó los ojos un poco dudoso pero al final decidido a creerle a su compañero. Podría ser real como no, pero el calvo tenía la misma sospecha, parecía ser que todo había pasado. Que las drogas, si es que fueron víctimas de ellas, habían cesado con sus consecuencias.

Mejor que si, no me gustaría seguir mucho tiempo por este barrio— respondió con un risa nerviosa rascándose la nuca.

Pero no me dirijo al hotel, tengo.... otro camino que tomar. Suerte y... espero que no nos crucemos en el torneo.

«Y bien que espero no verme con ninguno de Ame...»

Karamaru sacudió su mano al lado del rostro y comenzó a caminar silbando por lo bajo con las manos en los bolsillos. Se fue recapitulando todo lo que había pasado, al menos lo que se acordaba con claridad, y todo terminaba nuevamente como la última vez; pensando en lo raro que se veía Kaido con su extravagante piel azul.


Hace un último si querés y si no ya vamos pidiendo la exp Risa
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