El Uchiha negó con el rostro. No había leído una novela con semejante nombre; tomó nota mental ello para hacerlo cuando retornarse a Kusagakure. Seguro que se le antojaba una lectura amena tras haber pisado el lugar auténtico.
—¿Estás seguro de que el autor no es uno de los cadáveres que había en el hoyo con los pinchos? —curioseó con tintes de humor negro.
»Sin embargo, hay algo que no me encaja...
Ralexion abandonó sus bromas para adquirir un semblante más serio e interesado al escuchar a Akame. Según este, carecía de sentido que la figurilla tuviera rasgos de lobo. El kusajin se encogió de hombros con actitud indistinta, al fin y al cabo no tenía ni idea del propósito o trasfondo del templo, ni las intenciones del genin de Uzu para con este.
No obstante, si nos ponemos puramente lógicos y directos, era cierto que no encajaba que un santuario con una serpiente enorme en la entrada tuviera en su interior un ídolo con cabeza de lobo.
—Bueno... se me ocurren dos cosas —respondió a su compañero—. O existe algún tipo de relación entre la serpiente y el lobo que se te escapa, o este templo esconde más de lo que parece a simple vista. Puede que incluso ambas, yo que sé. ¿No te parece extraño que una construcción de este tamaño solo tenga un pasillo y luego una cámara?
»Pero si vas a echarle un vistazo más de cerca a ese altar, mejor ándate con cuidado. Apesta exageradamente a trampa.
Nivel: 30
Exp: 45 puntos
Dinero: 50 ryōs
· Fue 40
· Pod 80
· Res 40
· Int 100
· Agu 60
· Car 40
· Agi 70
· Vol 60
· Des 70
· Per 60
Akame rió por segunda vez ante el chiste de su guía, que parecía tener un sentido del humor agudo y tan negro como sus ojos. «Quizás lo sea», se dijo después. En cualquier caso, el punto de vista de Ralexion no dejaba mucho lugar a malinterpretaciones. Allí había dos opciones claras; o bien el Uchiha de Uzu no había estudiado el tema tan a fondo como pensaba, o bien aquella sala no era el final.
Tras pensarlo unos instantes, Akame contestó.
—Probablemente se nos está escapando algo... Quizás haya algún pasadizo secreto tras estas paredes. Deberíamos revisar la sala —aventuró, convencido de que el ídolo con cabeza de lobo no tenía nada que ver en la simbología de Uróboros.
El Uchiha tomó entonces el lado derecho de la sala pentagonal y empezó a recorrer la pared desde la entrada hacia la derecha, en sentido antihorario. Caminaba despacio, pasando suavemente la mano por las aberturas y las grietas entre los bloques de piedra. «¿Y cómo demonios voy a saber si aquí detrás hay un pasadizo? Por las tetas de Amaterasu...»
En un momento dado extrajo su kunai del mecanismo oculto que llevaba bajo la manga derecha y empezó a tantear los huecos entre la piedra con la punta del arma, intentando intuir si tras ellos había alguna suerte de mecanismo. Continuó así hasta llegar a la primera pared derruida, tras la cual no había más que tierra, piedra erosionada y vegetación.
Parecía ser que el uzujin optó por la segunda opción. Entre tanto, Ralexion se cruzó de brazos y se limitó a observarlo. Akame estaba dispuesto a peinar hasta el último centímetro de la habitación, trabajo que le llevaría media hora como mínimo, dependiendo del escrutinio con el que el genin deseara llevar a cabo su tarea.
El Uchiha suspiró y desvió la mirada, que se topó con la figurilla sobre el altar. Parecía una desgracia esperando ocurrir, sin lugar a dudas, pero al mismo tiempo atrapaba su curiosidad. Caminó frente al primero de los escalones, dudando entre atreverse o no. «Hmm... ¿cuánto me darían por esto si lo vendo?», pensó.
Se decidió por un método intermedio. Sacó del interior de su portador de objetos el kunai y lo disparó contra la figurilla, la argolla por delante, para que la golpease y la tirara al suelo tras la peana sin necesidad de ir él de forma física hasta allí. Si hubiera dispuesto de clones habría mandado a uno, pero desgraciadamente no era el caso así que tenía que ser más rudimentario.
Así podía observar lo que ocurría al arrebatarle al altar su premio. ¿Saldría una roca tal y como esperaba? ¿Intentaría empalarlo algo? Se preparó por si las moscas...
Al menos no estaba sobre la plataforma. Era el punto de la sala que más propenso a ser atacado según su juicio.
Nivel: 30
Exp: 45 puntos
Dinero: 50 ryōs
· Fue 40
· Pod 80
· Res 40
· Int 100
· Agu 60
· Car 40
· Agi 70
· Vol 60
· Des 70
· Per 60
21/12/2017, 17:48
(Última modificación: 21/12/2017, 17:56 por Uchiha Akame.)
El sonido del acero rasgando el aire se vió sucedido por un sonoro clonk cuando el kunai golpeó la figura del hombre lobuno. El ídolo cayó de su pedestal y se golpeó varias veces contra la plataforma, recorriendo finalmente un breve trecho de escalones hasta detenerse a los pies de Ralexion.
«¿¡Qué cojones...?!»
Akame había alzado la vista al intuir un movimiento brusco por el rabillo del ojo, y observaba ahora a su guía con gesto atónito. Ambos genin se quedaron quietos y en silencio un momento, mientras el eco de los golpes del ídolo contra el altar resonaban en el pasillo, fuera de la sala. Un sentimiento de anticipación cada vez más grande envolvió al Uchiha, que flexionó las rodillas y se preparó para...
Nada. No hubo un derrumbamiento masivo, ni una trampa sorpresa que empalase a Ralexion por cinco sitios distintos. Todo se mantuvo en calma y silencio, justo como antes de que el kusajin retirase aquella figura de su pedestal. Ahora la tenía a los pies, y podía apreciarla con mayor lujo de detalles.
Era un ídolo de unos dos palmos de altura que representaba el cuerpo desnudo de un hombre con la cabeza de un lobo de fauces abiertas y unos genitales desproporcionadamente grandes para su anatomía. Ralexion podría apreciar sin dificultad que la figura estaba hecha de un metal mate y oscuro, probablemente hierro, aunque en algunos recovecos estaba bañada de una capa plateada y brillante, muy deteriorada por el paso del tiempo y la humedad. Pesaba lo suyo y no se distinguían juntas de unión por ninguna parte, por lo que se podía decir que era una pieza maciza.
—No parece que tenga nada de especial —dijo Akame, que había activado su Sharingan para examinar el ídolo—. Como decía, probablemente no sea más que un señuelo para saqueadores —apuntó con la satisfacción de no haberse equivocado.
—Ayúdame a peinar esta sala, ¿quieres? Debe de haber algo más...
Luego el Uchiha se dió media vuelta y empezó a examinar con curiosidad los restos del muro derruido; incluso se atrevió a levantar algunas rocas.
No era su intención ni mucho menos, pero el kusajin acabó causando un buen escándalo debido a su plan. Mas dadas las circunstancias agradeció con efusividad que solo se tratase de eso: ruido y más ruido. Con rostro de circunstancias le dirigió la vista al otro, para poco después llevarla al deseado premio que yacía frente a sus pies.
En primer lugar detectó el considerable peso del ídolo. «¡Oh, oh! ¿Y si está hecho de oro macizo? Geniaaaaaa- oh... espera... esto no es oro», la decepción podía palparse en sus facciones cuando levantó hasta la altura de su pecho la figura, donde pudo apreciarla con mayor detalle bajo la luz de las esferas flamígeras. Era, efectivamente, una efigie de un ser humano con cabeza de lobo y un desproporcionado aparato reproductor. Desde la distancia no había sido consciente de sus dantescas proporciones. «¡Wow! Pedazo de polla, ¿cómo puede tener un tipo tan bajito esta manguera? Seguro que es un engorro», reflexionó, completa y absolutamente pueril.
—¡Eh, Akame-san, creo que he encontrado la serpiente que buscabas! —exclamó, alzando con las dos manos el ídolo para que el otro Uchiha pudiera ver con claridad el grueso pene.
Sonrió con cándida sinceridad, pletórico, mientras reía entre dientes.
Por su parte, el escuálido uzujin le instaba a que se uniera a su tediosa búsqueda de un pasadizo secreto o algo similar. Ralexion resopló y dejó descansar el artefacto en el suelo. Con paso ligero subió los escalones del altar. Ahora que estaba —casi— seguro de que no habían trampas de las que preocuparse, deseaba echarle un vistazo desde cerca al mencionado.
No comprendía porqué iban a dejar una figura así allí y que esta no tuviera ningún tipo de significado. Incluso aunque se tratase de un señuelo, ya estaba la trampa mortal en el pasillo, así que, ¿por qué molestarse? ¿Se trataba de una broma extremadamente pesada dirigida a aquellos que lograsen sortear el hoyo? ¿Era simple y llanamente una figura religiosa sin valor material? Tantas preguntas y tan pocos híbridos de humano y canino con genitales capaces de convertir en gravilla las costillas de una mujer.
Nivel: 30
Exp: 45 puntos
Dinero: 50 ryōs
· Fue 40
· Pod 80
· Res 40
· Int 100
· Agu 60
· Car 40
· Agi 70
· Vol 60
· Des 70
· Per 60
Ralexion interrumpió por segunda vez su minuciosa búsqueda de pesquisas, y el uzujin resopló con visible molestia.
—¿Qué dices ahor...?
Las palabras se le atragantaron al Uchiha cuando vió el desproporcionado atributo masculino que lucía aquel ídolo entre las piernas, y rió junto con su guía cuando entendió el chiste.
—Tal vez fuese una burla de la gente que construyó este templo. Ya sabes, para posibles intrusos. Algo así como "esta pedazo de polla os acabáis de comer" —terció, riendo a pecho descubierto.
Hacía tiempo que no se reía de forma tan sincera, y durante unos momentos las carcajadas de ambos inundaron la sala, perdiéndose y reverberando en el pasillo que conducía a la salida.
Luego Akame se dio media vuelta para seguir hurgando entre las pierdas. Levantó una y se le cortó la risa de repente cuando un esquelo humano con el cráneo aplastado le saludó desde las cuencas vacías y repletas de telarañas de su rostro.
—La puta madre —murmuró—. Ralexion-san, aquí también hay restos humanos.
De repente, el Uchiha sintió la imperiosa necesidad de retroceder, y lo hizo con pasos lentos y calculados, como si temiese que en cualquier momento toda la sala pudiera venirse abajo. Pero nada de eso ocurrió. Ralexion, por su parte, examinó más detenidamente el altar. Era cilíndrico, construído en la misma piedra que el resto de la sala, y no parecía tener ninguna otra particularidad.
—¿Algo? —quiso saber Akame, que no paraba de mirar en todas direcciones.
Lo único que inundó la sala durante unos instantes fueron las sanas carcajadas de la pareja. Así fue hasta que Akame se topó con algo desagradable. El kusajin ya había finalizado su breve prospección cuando le llegó el aviso.
—Bueno bueno, ¿y a estos qué los mató? —preguntó a la par que bajaba del altar con un salto moderado, aterrizando junto al kunai que había lanzado en momentos anteriores— Espero que se quedaran atrapados, incapaces de superar el hoyo a la vuelta, y murieran de hambre. Porque si no...
...porque si no, había algo más esperándoles.
—¿Algo? —interrogó Akame.
Ralexion andaba recogiendo su arma, guardándola con raudeza. Negó con el rostro un par de veces.
—Nada raro ni en el ídolo ni en el altar. Ni huecos, ni palancas, ¡nada! —aseguró, hastiado— Aunque... hm... Akame-san, ¿no te pareció ver un hueco de algún tipo en la trampa con las estacas, al fondo? A estas alturas o exploramos otras posibilidades o echamos abajo estas paredes a base de técnicas, como prefieras.
Nivel: 30
Exp: 45 puntos
Dinero: 50 ryōs
· Fue 40
· Pod 80
· Res 40
· Int 100
· Agu 60
· Car 40
· Agi 70
· Vol 60
· Des 70
· Per 60
21/12/2017, 18:59
(Última modificación: 21/12/2017, 19:02 por Uchiha Akame.)
Ante la duda de Ralexion, que se preguntaba cómo podrían haber muerto aquellos esqueletos que Akame acababa de encontrar, el de Uzu se limitó a encogerse de hombros y señalar el muro derruido bajo cuyos escombros yacían los huesos.
— Supongo que a todo buen hijo de vecino le perjudica un muro de piedras del tamaño de jabalíes cayéndole encima —apuntó, con una risilla.
El kusajin bajó de un salto del altar por uno de los laterales, evitando las escaleras. Aterrizó con un sonoro clic y se agachó para recoger su kunai sin mayores problemas. Akame también se había dado por vencido en la búsqueda de un pasadizo secreto, pero justo cuando pensaba que su prometedora expedición acabaría ahí, su guía hizo un apunte de lo más inteligente.
— ¡Es cierto! —exclamó el del Remolino—. Yo también lo vi. No podría asegurarlo, pero parecía lo suficientemente amplio como para que cupiese una persona y...
Akame calló de repente, porque algo acababa de encajar en su cabeza. «Un momento, nadie aterriza con un "clic"...»
BROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM
La pared que estaba justo detrás de Ralexion empezó a derrumbarse de repente, como si el pentágono que formaba la base de aquella sala estuviera perdiendo uno de sus lados. Rocas, tierra y piedra se precipitaron en avalancha buscando engullir al kusajin bajo su abrazo mortal, de forma idéntica a como le habría ocurrido a los aventureros cuyos restos yacían al otro lado de la sala.
— ¡Ralexion-san! —trató de avisarle Akame, mientras corría hacia la salida, rodeando el altar.
No le gustaba la idea de internarse en un agujero angosto a nivel del subsuelo, pero no parecían contar con una opción mejor y Akame aprobó verbalmente su plan. Así estaba siendo hasta que su colocutor se vio interrumpido.
Ralexion no había sido consciente del sonido que presagió lo que estaba por venir. Para él se había camuflado con el chasquido de sus sandalias al tocar el impávido suelo de piedra. Estaba encarado a Akame cuando sintió el temblor a su espalda, seguido del ensorcedor bramido de la estructura derrumbándose.
Ladeó el cuello lo justo y necesario para captar por el rabillo del ojo lo que se le venía encima. Con gesto temeroso, el Uchiha se lanzó sin cuidado alguno en dirección a su congénere, en plancha con las manos al frente, como si la vida le fuera en ello. Porque le iba.
Fragmentos de la pared le golpearon al vuelo en la cadera y en la pierna izquierda, impactos que dejarían un buen moratón. Incluso cuando el muchacho llegó a aterrizar de mala manera contra el suelo, la gravilla, tierra y piedras que trataban de tragárselo lo alcanzaron, cubriendo de sus pantorillas para abajo. Afortunadamente para él no parecía que hubiera nada serio en aquella amalgama, en su mayoría se trataba de suelo y pequeños fragmentos, nada que aplastase huesos.
Ahí quedó Ralexion, con el rostro pegado al suelo, inmóvil.
Nivel: 30
Exp: 45 puntos
Dinero: 50 ryōs
· Fue 40
· Pod 80
· Res 40
· Int 100
· Agu 60
· Car 40
· Agi 70
· Vol 60
· Des 70
· Per 60
Previendo que no llegaría a tiempo para ofrecer físicamente ayuda a su congénere, y que la agilidad de éste quizá no fuese suficiente para evitar la avalancha de rocas y piedras, Akame juntó las manos en un particular sello.
—¡Kage Bunshin no Jutsu!
Sus ojos brillaron con el color carmesí del Sharingan cuando una copia idéntica a él apareció justo en el trecho entre su persona y Ralexion. El Kage Bunshin alargó los brazos para agarrar al kusajin de la camisa, y tiró hacia sí con toda la fuerza que pudo.
La maniobra no fue del todo exitosa, pues el genin de la Hierba fue golpeado por algunos fragmentos del muro que se derrumbaba, pero al menos bastó para que no quedase sepultado bajo los escombros. Cuando el derrumbamiento cesó, el silencio volvió a invadir la sala con una totalidad escalofriante.
—Joder, ¿estás bien? —preguntó Akame, agachándose junto a su maltrecho guía.
De repente hubo otro crujido, sucedido por un estruendo idéntico al de momentos antes. «¡Mierda! ¡Toda esta sala se está viniendo abajo!» Akame y su Clon de Sombras se apresuraron a levantar al kusajin, cargándolo en volandas entre los dos y echando a correr hacia la salida mientras las dos paredes restantes que se habían mantenido en pie hasta ese momento iniciaban también una secuencia de derrumbe destinada a sepultar por completo la sala pentagonal.
Al más puro estilo del protagonista de "Juro Jones y el Templo de la Balalaika", los tres genin saltaron hacia la salida en el momento justo antes de que el techo sobre ésta se derrumbase y ellos quedaran aprisionados.
Akame y su copia dejaron a Ralexion sobre el suelo del oscuro pasillo. El Kage Bunshin se esfumó y su creador se dejó caer sobre el piso, con la espalda apoyada en la fría pared de roca. El Katon que Akame había usado para alumbrar y calentar los alrededores también se había disipado con el estrés de la situación, de modo que durante unos momentos ambos shinobi quedaron en el silencio y la oscuridad de aquel pasillo.
El muchacho se mantuvo aparentemente inconsciente a lo largo de toda la dura experiencia. Akame y su clon cargaron con él y se aseguraron de que los dos Uchiha escapaban con vida de aquella desastrosa situación. Cuando todo terminó, la sala a la espalda del kusajin se había ido al infierno.
Akame se recostó, tratando de descansar. Ralexion quedó inerte hasta que comenzó a toser. Había inhalado una insana cantidad de polvo y su sistema exigía que se expulsase. Acto seguido el genin se dio la vuelta con cierta dificultad, quedando con la espalda contra el suelo y su nariz apuntando al techo.
—¿Akame...? —masculló entre carraspeos— ¿Qué ha pasado...?
Nivel: 30
Exp: 45 puntos
Dinero: 50 ryōs
· Fue 40
· Pod 80
· Res 40
· Int 100
· Agu 60
· Car 40
· Agi 70
· Vol 60
· Des 70
· Per 60
Al muchacho de Uzushiogakure le costó unos instantes recobrar la serenidad. Su respiración estaba sumamente agitada, notaba las gotas de sudor cayendo por su frente y el corazón le palpitaba a mil revoluciones por segundo. Aquel no era un buen estado físico ni mental para continuar con la expedición, de modo que Akame se tomó unos segundos para sí mismo, aislado de todo lo que sucedía en el exterior de su cabeza. Cerró los ojos en la oscuridad, trató de relajarse y respiró hondo hasta que logró acompasar su respiración y cesar el violento martilleo de su corazón.
Entonces, oyó la voz de Ralexion en mitad de la oscuridad. Había recobrado la consciencia.
—La sala se derrumbó sobre nuestras cabezas, Ralexion-san —explicó el Uchiha—. Antes de moverte, comprueba que no tienes nada roto. Creo que un par de cascotes te dieron de pasada antes de que pudiera sacarte de ahí.
Akame se levantó tras una rápida comprobación para asegurarse de que él mismo no estaba herido; y con apenas concentrar un poco de chakra Katon en su mano, la Linterna Resplandeciente volvió a manifestarse. «Nunca me alegraré lo suficiente de haber inventado este jutsu», se dijo el uzujin. Con aquella esfera ígnea iluminando los alrededores, Akame se acercó a Ralexion con intenciones de ayudarle a levantarse.
—¿Puedes caminar? Vamos, hay que seguir. Tenemos que comprobar ese hueco que dijiste, el del fondo del pozo con estacas.
—La sala se derrumbó sobre nuestras cabezas, Ralexion-san —percibió en un punto cercano a sí, en la oscuridad—. Antes de moverte, comprueba que no tienes nada roto. Creo que un par de cascotes te dieron de pasada antes de que pudiera sacarte de ahí.
Trató de moverse. De inmediato, un malestar generalizado —y muy desagradable— se le hizo obvio del torso para abajo. Gruñó de dolor según hacía en aras de incorporarse.
—Creo que roto nada, pero maldita sea como duele... —respondió a su compañero con ciertas dificultades.
Acto seguido, volvió a hacerse la luz. La técnica de la lámpara de Akame era indudablemente útil. Que pena que no tuviese a un genio dentro.
Pudo observar que sus ropajes se encontraban hasta arriba de polvo y algo rasgados, pero nada importante. Tampoco observó ninguna herida sangrante a simple vista. Barajó que habían debido de ser golpes secos, y precisamente lo fueron. Eran irritantemente molestos, pero podría haberle sido mucho peor.
Akame se aproximó para echarle una mano, y así hizo Ralexion, que le tendió la suya para que le ayudara a alzarse. El kusajin demostró no poder moverse con su soltura habitual, pero confiaba en que los daños asumidos no le convirtieran en una carga.
—Son solo rasguños, apretaré los dientes y no pasa nada —le aseguró—. Vamos a ello, tú delante, Akame-san.
Sí, ahora sentía todavía menos felicidad frente a la idea de internarse en un agujero tenebroso. No obstante, sabía que si tomaba la iniciativa solo retrasaría al uzujin, así que, después de todo, dos pájaros con una sola piedra.
Nivel: 30
Exp: 45 puntos
Dinero: 50 ryōs
· Fue 40
· Pod 80
· Res 40
· Int 100
· Agu 60
· Car 40
· Agi 70
· Vol 60
· Des 70
· Per 60
El de Uzu tiró con fuerza de su pariente hasta que Ralexion pudo ponerse en pie con un resoplido. Estaba cubierto de tierra, polvo y magulladuras, pero él mismo aseguraba que no había recibido ningún golpe demasiado fuerte. Aun así, con sólo verle caminar Akame ya pudo intuir que no estaba en plenas capacidades físicas. El propio kusajin lo admitió justo después. «Maldita sea, tenemos que andarnos con mucho ojo por aquí... No puedo permitirme cargar con la muerte de un Uchiha sobre mi conciencia».
—Está bien, bajemos por el hueco. Iré primero para despejar el camino —aseguró el del Remolino.
Los muchachos volvieron sobre sus pasos por el amplio pasillo principal hasta el pozo oscuro al fondo del cual estaban clavadas las estacas, afiladas incluso después del paso del tiempo y hambrientas de más víctimas. Akame utilizó sus habilidades como shinobi para descender caminando verticalmente por la pared del hueco, siempre alerta.
La profundidad de aquella trampa era considerable. Cuando le quedaban apenas cuatro metros para llegar al fondo, Akame vislumbró el hueco que habían visto antes; era un pasadizo de apenas dos metros de altura, y muy estrecho, que se internaba en la propia pared de roca. El Uchiha terminó el descenso colándose por el agujero con una sencilla pirueta.
—¡Hasta aquí es seguro! ¡Baja! —dijo, asomándose por el hueco del pasadizo—. ¡Ven hacia la luz!
Ignoró el dolor lo mejor que pudo. Era pasable, en su mayoría, con la única excepción del golpe que se había llevado en la pierna izquierda, el cual le obligaba a caminar con una ligera cojera que Ralexion trataba de disimular.
Akame estaba dispuesto a tomar la delantera y el uzujin no interpuso queja alguna. El genin quedó al borde del abismo, aguardando nuevas por parte del de Uzu, que en aquellos instantes se encontraba explorando lo inexplorado. Ralexion lo observaba con mirada inquieta según descendía por el hoyo en busca de la misteriosa galería.
Cuando dio con la referida, le indicó a viva voz que era segura y que podía descencer hasta allí. «Espero que no se derrumbe sobre nuestras cabezas...», reflexionó, confiando en que sus propios pensamientos no lo convirtieran en un cuervo de la tormenta.
—¡Ya voy!
Preparó una fina de capa de chakra en las plantas de sus sandalias y bajó de la misma manera que había hecho Akame. Ya frente al hueco en la piedra, hizo de tripas corazón y entró con una pirueta similar al uzujin. La punzada de sufrimiento que sintió en su figura al llevar a cabo el movimiento fue menor de lo que esperaba, aliviándolo.
Aterrizó agachado, junto a su compañero.
—¿Cómo demonios esperan que alguien llegue aquí si no es un ninja? Menudos arquitectos... —musitó, echando un vistazo al pasaje y la oscuridad de sus entrañas.
|