Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Apenas salir del despacho, Ranko soltaría un suspiro mientras tomaba el documento de nuevo.
—Estar con la señora Morikage es inspirador… y abrumador… —Guardó el pergamino entre sus cosas. Se sentía bastante emocionada y ligeramente nerviosa, aunque había algo que le hacía sentir levemente decaída.
”Debe ser el tipo de encomienda… Nunca he hecho nada de infiltración. Creo que soy más guerrera que ninja. No sé si podré mantener la fachada lo suficiente. ¡Sería una heroína deshonesta si llevara una vida de mentira!”
Le sonrió a Daigo. La misión señuelo muy posiblemente le levantaría mucho los ánimos, en especial si era con un compañero de combate como el boxeador.
—P-por supuesto, Daigo-san. Podremos planear qué técnicas demostrar en el Dojo de la Tortuga.
Ranko asentiría alegremente y seguiría al peliverde a donde fuese.
«¿Planear las técnicas que demostraremos? Yo pensaba en quedar para hablar sobre...» pensó el joven, que pronto cayó en que quizás Ranko estaba evitando hablar de ello.
— ¡Claro!
Daigo se giró para guiar a su compañera hasta su casa, donde podrían hablar con privacidad sobre la misión.
— No dejes que la responsabilidad te abrume. —Se giró para verla con una sonrisa mientras andaban—. ¡Mientras seamos un equipo no tendremos ningún problema!
Al rato, los genin llegaron a una pequeña casa de madera y bambú que apenas parecía mantenerse de pie. El chico saludó al abrir la puerta y entrar, esperando luego un par de segundos para comprobar que nadie le respondía antes de invitar a Ranko a pasar dentro.
— ¿Has desayunado? —Preguntó mientras se dirigía a la cocina—. Voy a por algo de comer.
» Sobre la misión. Creo que estaría bien que quedásemos aquí todos los días después de entrenar, que hasta tarde nunca hay nadie.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
—¡Claro, Daigo-san! —Levantaría el puño con muchos ánimos —. ¡Hay q-que demostrar que los Kusajin somos hermanos en la lucha!
La chica reiría mientras seguía al peliverde hasta su casa. Era una vivienda sencilla, humilde, totalmente opuesta a lo que Ranko estaba acostumbrada. Por supuesto, esto no le importó, y entró alegremente cuando Daigo le invitó.
—Oh, no, no tuve tiempo. A-aunque sí empaqué algunos bocadillos de emergencia. Por si acaso —La kunoichi sacó de entre sus cosas un pañuelo envuelto y al abrirlo mostró algunas barras de cereal y frutos secos, pero también dos onigiri —. N-no sabía a qué nos enviarían...
Ranko esperó en la sala de estar en lo que Daigo iba a la cocina.
—N-no sé... ¿No será sospechoso si nos ven ve-venir juntos siempre? ¿Podría pensarse q-que planeamos algo? —Ranko se rascó el mentón, pensativa.
— ¡Okay! —Respondió el chico cuando Ranko le informó que ya traía algo de comer.
Saliendo de la cocina con una manzana en la mano, Daigo fue a sentarse en un colchón frente a una mesita baja, invitando a su compañera a sentarse mientras discutían.
— No sé qué tan raro sería. De todos modos ya pasamos juntos la mitad del día. —Rio—. Pero querría evitar hablar de esto mientras entrenamos, por si acaso.
Le pegó un mordisco a su manzana y tragó antes de volver a hablar.
» También deberíamos pensar en lo que haremos si acaban contactando solo con uno de nosotros primero.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Daigo volvió con una manzana. Por alguna razón, Ranko esperaba que el chico apareciese con una comida completa, y no una fruta, pero no le hizo tanto caso. La chica aceptó la invitación a sentarse.
—Sí, ci-cierto. Hemos estado entrenando más desde el Torneo. Tienes razón… Tal vez… ahm… —Ranko alzó la vista al cielo mientras se rascaba el pómulo derecho, pensativa —. Podríamos usar una frase clave. Kuumi está emprendiendo en diseño de ropa, ¿Recuerdas? ¿Qué tal que lo usemos de código? Si contactan a alguno primero, éste le dirá al otro "Kuumi ya lanzó su línea de botines." Hasta podremos preguntar al otro cuándo sucedió sin que suene sospechoso. ¿Te parece?
Ranko sonrió ante la genialidad de su idea. ¡Ah! ¡Ahora se sentía toda una ninja de infiltración! Esperaba recordar el código, si es que Daigo lo aceptaba.
— ¡Esa es una gran idea! —Exclamó el chico—. Quizás deberíamos idear más de esas. Así podríamos tener conversaciones enteras en clave.
Se llevó la manzana de una mano a otra mientras pensaba.
— Podría preguntarte qué tal llevas el entrenamiento del Máximo Esfuerzo para preguntarte si has conseguido alguna pista o algo y... entonces podríamos quedar en otro sitio para hablar de ello.
Entonces, el chico pareció recordar algo y sonrió ampliamente, con algo de orgullo.
— ¡Hablando de eso. Ya he aprendido a hacer el Hitoshin!
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—¡Sí, sí! Lo de la ínea de botines será si nos contactan, lo del Máximo esfuerzo será por cualquier otra pista. ¿Qué tal…? —El recuerdo de una alta y musculosa mujer pelirroja llegó a su mente, lo que le arrancó un levísimo tono rojizo a sus mejillas —. ¿Q-qué tal que hablemos d-de la visita de Violeta cuando querramos sugerir ir a ver a la Morikage? V-Violeta es una Kusajin que conocí hace tiempo, en el País del Viento. Cuando lo de tu cartel de se busca, precisamente…
La expresión de Ranko se tornó incluso más emocionada cuando Daigo mencionó el Hitoshin, aunque tardó unos segundos en comprender que no se trataba de un código.
—¡Oooh, fabuloso, Daigo! Cuéntame, ¿Qué tal se siente? ¡Ah! ¡Eres la primera persona que conozco que se anima a aprender mi técnica! ¡Qué alegría! —Ranko dio un par de aplausos silenciosos, con una cara de contento y una pizca de pena.
— ¡Pues no sé por qué no me animé a aprenderla antes! —Dijo Daigo—. Creo que es súper útil para cualquier artista marcial.
Se llevo una mano a la barbilla mientras se preguntaba si había algo que olvidaba.
— Y con lo de Violeta-san, creo que ya tenemos todo lo que necesitamos para entendernos sin que nos pillen, así que... ¿quieres ir a entrenar?
Con todo relativamente listo, a los jóvenes no les quedó de otra más que seguirse preparando y continuar con sus vidas como hasta ahora hasta que llegase el día acordado.
Y cuando llegase el día, Daigo confiaba en que el día los encontraría preparados.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Eran las tres menos cuarto de un Mizuyōbi cualquiera, para casi todo el mundo, menos para Tsukiyama Daigo y Sagiso Ranko. Los muchachos caminaban hacia el Dojo de la Tortuga Ciega, una de las sedes de la academia más apartadas, si es que en Kusagakure había algo a lo que se le pudiera llamar academia. La Academia, como tal, era más una institución que un sitio en concreto. Muchos dojos, como este, dedicaban su esfuerzo en educar al menor número de alumnos posible.
Se les había indicado que el dojo estaba en la parte norte de la villa. Este, en concreto, estaba muy, muy al norte, tras atravesar el bosque, al filo de los acantilados. Hacía un día particularmente gris, impropio de Kusagakure, pero no extravagante, bien entrado el invierno. El viento del mar venía frío, y el aire bufaba con la fuerza de Fūjin.
Aunque habían tenido que pedir indicaciones, una vez se despejó el terreno de árboles y escucharon las olas romper contra las rocas, allá abajo, el dojo se les reveló sin que tuvieran que prestarle atención. Pues el pintoresco edificio de madera tenía por tejado una concha de tortuga gigante. Uno podría haber asegurado que le faltaba unas gafas de sol para que hiciese honor al nombre.
—¡¡VAMOS!! ¡¡ENTRENAMIENTO DE MÁXIMO ESFUERZO!! —Los gritos del sensei de la academia surcaron el viento sin problemas en aquella despejada y llana protuberancia hacia el mar. Debía de ser alguien muy severo, o alguien muy emocionado. Una de las dos.
La entrada al dojo estaba precedida de unas escaleras de madera. Una en cada lado, dos alumnas balanceaban las piernas, sentadas, mientras comentaban tranquilamente cosas normales. Normales.
¿Normales?
—¿Sabes? Kūmi ya lanzó su línea de botines.
—¡No! ¿De verdad? ¡Moku Kūmi! ¡Te las verás conmigo! ¡Seré mejor diseñadora que tú, ya lo verás! —Diseñadora. Pues se había equivocado de academia.
Daigo y Ranko no llegarían a llamar a la puerta. Los gritos cesarían apenas comenzaron a acercarse. Y la puerta se abrió de golpe. Allí, un señor encorvado con una barba larga y puntiaguda y unas cejas también extraordinariamente en caída —que les recordaron a las de Senju Yubiwa, otrora miembro de la aldea— les recibió con una sonrisa. Vestía una túnica blanca y de un color púrpura muy claro, de estilo oriental, con broches dorados en el centro; calzaba unas botas marrones y las mangas de la chaqueta parecían tan largas que apenas podían verle la punta de los dedos. Se frotó las manos y les devolvió una mirada ausente. Ojos blancos, que parecían ver más allá de ellos. Habían encontrado al ciego. Ya no le hacían falta las gafas de sol al dojo.
—Sagiso Ranko, Tsukiyama Daigo —dijo, con voz calmada—. Bienvenidos. Llegáis a punto para la demostración. Enseñadle a estos zoquetes de mis alumnos cómo se lucha de verdad. ¡Máximo esfuerzo! —Sin más explicación, y sin darles un nombre por el que referirse a él, el tipo se dio la vuelta y caminó hacia el centro de la sala, sorteando los... trémulos cuerpos... de sus alumnos. Eran al menos seis, todos magullados y balbuceando—. ¡Vamos, vamos, volved a las sillas! ¡Estos chicos os van a demostrar cómo se pelea! —Señaló al fondo de la clase. Unas cuantas sillas estaban dispuestas pegadas a la pared. Los niños se levantaron; algunos se arrastraron, hacia sus asientos. Y les miraron con pena. Con mucha pena. Como si se estuvieran... ¿compadeciendo?
—Cuidado, por favor... —susurró uno de los niños al pasar a su lado.
El maestro les hizo una reverencia. Aunque no estaba mirándoles a ellos, sino a una pared que tenían al lado. Por lo visto, no se ubicaba muy bien.
—Adelante. Demostradle al viejo Zaofu que todavía quedan buenos luchadores en esta aldea de perdedores, ¡ñejejejeje! —El ciego adoptó una pose de combate algo extraña, una mano adelantada hacia adelante, la otra con el codo retraído hacia atrás. Mostrándoles las palmas de las manos. Bueno, a ellos no, a la pared que tenían al lado.
Pero Daigo sintió algo, muy dentro de sí. Algo que le perturbó enormemente. ¿Dónde había visto...?
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A pesar del opaco día que era aquel Mizuyōbi, los ánimos de Ranko ardían intensamente. Después de un no muy pesado pero proteínico almuerzo, se encontró con Daigo y le saludó alegremente con una cada vez menos formal reverencia. Vestía una blusa similar a las de siempre, esta vez turquesa, de mangas hasta los codos. Sus pantaloncillos, también eran ligeramente más largo, llegando hasta la rodilla. Sus guantes y zapatos eran verde azulado, y su gargantilla, con una pequeña perla de jade, era del mismo color que su blusa. Entre charlas sobre movimientos y ejercicios practicados durante los días pasados, arribaron al lugar. Ranko se asombró al ver el techo del dojo, y su emoción aumentó incluso más.
Sin embargo, al llegar al sitio, un sentimiento extraño recorrió su espalda. Entre los gritos de ”¡Máximo esfuerzo!” y los chismes sobre la línea de botines de una tal Moku Kūmi, la de la trenza se tornó un tanto nerviosa. No. Muy nerviosa. Era como si un curiosamente cruel dios del destino se les opusiera lentamente. ¿Habría alguien escuchado su código? ¿Qué probabilidades había?
—D-Daigo… —Fue lo único que alcanzó a susurrarle antes de que el viejo, quien luego se presentaría como Zaofu, les abriera la puerta. A pesar de sus ojos, no parecía del todo ciego, como si supiera dónde estaban y quiénes eran. ¿Era eso de que al no poder ver se potencian los demás sentidos?
Los alumnos, ya apaleados, parecían advertirles. ¿Les advertían que tuviesen cuidado de no lastimar al maestro o de no salir lastimados ellos mismos? Al verlos en tan mal estado, Ranko supuso que no podían desestimar la fuerza de aquel maestro.
—¡E-entendido, maestro Zaofu! —Ranko le dedicó una profunda reverencia, luego se dirigió a su compañero —. ¿Listo, Daigo?
Ranko se posicionaría del otro lado, frente al maestro, pero dejándole espacio al peliverde. Adoptaría la pose del Conejo Blanco, con la pierna y brazo derechos flexionados, el puño diestro apuntando al cielo, y la pierna y brazo izquierdos estirados, paralelos. La postura de Zaofu se le hizo extraña, no en sí por la posición en sí, sino porque no les apuntaba a ellos. Ranko miró al boxeador, ligeramente consternada, pero devolvió los ojos al anciano un instante después. La chica mantendría su postura hasta que Daigo se preparara, y no actuaría sino hasta después del peliverde.
Shuriken x 3 [Corte superficial 8PV, Corte/impacto 12PV]
Kemuridama [Consumible, 6m de humo por 2 turnos]
Hilo shinobi [Consumible, 10/10m]
Ōkina Hyōrōgan [Consumible, +10CK/turno hasta 50CK]
C-Ranku no Kibaku Fuda [Consumible, 30PV, 1.5m radio]
¤ Wakizashi (a la espalda, a la altura de la cadera, empuñadura hacia la derecha) [Mango/vaina 12PV, Corte superficial 18PV, Corte 22PV, Penetración 30PV]
«Espero que esto no sea ningún presagio...» pensó Daigo, viendo el cielo antes de encontrarse con Ranko.
No es como si en Kusagakure nunca se nublase el cielo, pero en un día tan importante como aquel, todo parecía ser motivo de preocupación para Daigo.
«Da igual. Mientras nos esforcemos al máximo todo irá bien».
Y eso harían, de eso estaba seguro. ¡Incluso el maestro del dojo parecía estar de acuerdo! Y habían un par de estudiantes que muy amablemente les recordó a los genin uno de sus códigos secretos, y... todo era absurdamente extraño.
Daigo se preocupó, mucho, pero se esforzó en no mostrarlo y simplemente asentir cuando Ranko dijo su nombre, nerviosa.
El maestro, quien por sus ojos probablemente fue el que le dio nombre al dojo, les abrió la puerta incluso antes de que pudiesen tocar, como si los hubiera estado esperando.
— ¡Buenos días! —Saludó con una sonrisa, disimulando sus nervios.
Los chicos pasaron sorteando los cuerpos de unos estudiantes que, heridos y preocupados, les advirtieron que tuvieran cuidado, antes de irse de vuelta a sus asientos en cuanto se los ordenó su maestro.
Una vez el lugar estaba despejado, el anciano adoptó una postura terriblemente familiar antes de pedirles que le mostrarán lo que tenían.
— ¡De acuerdo! —Exclamó el boxeador, antes de dar un par de saltitos en el sitio mientras todas sus extremidades empezaron a arder en verde—. No lo subestimes, Sagisō-chan. Estoy seguro de que el maestro Zaofu puede ver mejor que tú y yo juntos. —Le susurró a Ranko antes de asentir para hacerle saber que ya estaba listo.
Sin esperar un segundo más, el peliverde salió disparado hacia el anciano para dar un pequeño paso hacia la izquierda y lanzarle un rápido golpe hacia el mentón...
O eso quiso hacer ver, pues imaginándose que el maestro sería mucho más hábil que él, detuvo el ataque y permitió que su sombra lo terminase por él mientras daba un corto salto hacia atrás para evitar un contraataque de forma preventiva y tomar impulso hacia adelante para golpearlo directamente en el estómago.
Hitai-ate (Brazo derecho)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte derecha de su cadera)
Kusari x2 (enrollados a la cadera)
Portaobjetos 2/10
Chīsana Makimono (Botín)
Chīsana Hyōrōgan x1
¤ Hachi ¤ Abeja - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos:Taijutsu 40 - Gastos: 5 CK (golpe) - Daños: 8 + Destreza/10 - Resistencia del oponente/10 PV por golpe - Efectos adicionales: El usuario será capaz de lanzar un máximo de (Destreza/10 + Agilidad/20) golpes, con un máximo de 8. - Carga: 2 - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
El usuario, luego de tomarse un par de segundos para concentrar su chakra en sus cuatro extremidades, se lanza hacia su rival para golpearlo con gran agilidad mientras se mueve alrededor suyo y lo persigue. Con la contra de que para poder conseguir tal agilidad en pies y manos tendrá que sacrificar una gran cantidad de fuerza por golpe, aún así estos golpes no son inesquivables o imbloqueables, pues la fuerza de esta técnica no reside en su velocidad neta, sino en el poco tiempo de recarga que hay entre cada golpe y los distintos ángulos en los que se pueden lanzar.
Mientras dure la técnica, las extremidades del usuario dejarán escapar un aura del color de su chakra que parecerá estar ardiendo.
¤ Nise no Ito ¤ Falsa Intención - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos:Taijutsu 45 - Gastos: 15 CK - Daños: - - Efectos adicionales: (ver descripción) - Carga: 1 - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
El usuario vitaliza su cuerpo momentaneamente para cancelar un movimiento o técnica de Taijutsu antes de que se realice, dejando tan solo una sombra que acabará de realizar dicho movimiento de forma completamente no dañina, permitiendo al usuario realizar otro movimiento en su lugar.
Para realizar esta técnica el usuario debe tener, como mínimo, uno de sus pies en alguna superficie.
¤ Ushi no Totsugekii ¤ Embestida del Toro - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos:Taijutsu 25 - Gastos: 30 CK - Daños: 50 PV - Efectos adicionales: - - Carga: 3 - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: 5 metros
Esta técnica consiste en acumular una gran cantidad de chakra visible en la pierna y el puño de un lado del cuerpo, impulsándose con la pierna cargada de chakra y golpeando con el puño, liberando todo el chakra que tenía acumulado. Es posible realizar la técnica una segunda vez, utilizando las extremidades del otro lado, aunque el gasto de chakra puede agotar al ejecutor.
Alterador (Tora) En esta versión, el usuario acumula todo el chakra posible en la pierna, sin cargar nada en su brazo. Al liberarse todo ese chakra, el ejecutor saldrá disparado a una velocidad considerablemente más alta de la presentada en la técnica original.
Si el usuario decide golpear a esa velocidad (30 PV), se romperá los huesos de la mano y el brazo siempre y cuando su resistencia sea inferior a 60.
Alterador (Jolt Counter): En esta versión el usuario divide el chakra que potenciaría una pierna entre ambas, utilizando una de ellas para impulsarse un máximo de 2 metros hacia atrás antes de utilizar la otra para impulsarse un máximo de 3 metros hacia adelante y golpear.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
9/12/2020, 21:40 (Última modificación: 9/12/2020, 21:44 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Cuando Daigo despegó los pies del suelo, la pelea había comenzado, y para el maestro Zaofu, que jugaba con lo inesperado, eso significaba activar su Byakugan. La táctica de Daigo siempre resultaba algo sorpresiva, pero Zaofu era de la antigua escuela de Kenzou: uno nunca era tomado por sorpresa si siempre era más rápido en prepararse. Y para él, el peliverde no era más que un saco de plomo, pisando fuerte pero torpemente el suelo, renqueando de forma estúpida hacia él. Su sombra, nada más que el breve reflejo de un pájaro sobre la impertérrita superficie de un lago.
No reaccionó al golpe fantasma, volteándose directamente hacia el muchacho. Vino el segundo, y Zaofu solo tuvo que usar el pie izquierdo como pivote para voltearse. Tomó el antebrazo de Daigo con la mano izquierda, la nuca con la derecha y le reventó la nariz contra el muro a su espalda. Se retiró con un par de pasos ágiles. Sus pies apenas rozaban el suelo, como si el mero acto de caminar fuera una falta de respeto al tatami.
—Lento y patoso. Muchas luces, ¿pero eso en qué te convierte? —escupió, sagaz—. ¿En el cartel de un prostíbulo en Shinogi-to?
—Cuento con ello. —dijo la kunoichi ante el comentario del peliverde. Era claro que un maestro de artes marciales sería mejor que ellos, y que era bastante posible que ocultara muchos más trucos que ambos genin.
El boxeador se lanzó, y Ranko avanzó detrás. Él usó su técnica de falsa proyección, para luego lanzar su potente Toro. Zaofu fue más rápido que el chico, y lo tomó del brazo para estamparlo contra la pared.
”Es de esperarse, un maestro contra dos estudiantes…”
Mientras el anciano retrocedía y le espetaba algunas palabras a las cuales Ranko no prestaría mucha atención, la chica arremetió para lanzar una patada giratoria alta, cargada de chakra. Aprovecharía el impulso para lanzar una segunda patada, esta vez, baja.
—¡Senpū! —exclamaría. No buscaría retroceder, sin importar el resultado de su ataque, sino que intentaría recortar distancias para tener siempre a su contrincante al alcance.
Shuriken x 3 [Corte superficial 8PV, Corte/impacto 12PV]
Kemuridama [Consumible, 6m de humo por 2 turnos]
Hilo shinobi [Consumible, 10/10m]
Ōkina Hyōrōgan [Consumible, +10CK/turno hasta 50CK]
C-Ranku no Kibaku Fuda [Consumible, 30PV, 1.5m radio]
¤ Wakizashi (a la espalda, a la altura de la cadera, empuñadura hacia la derecha) [Mango/vaina 12PV, Corte superficial 18PV, Corte 22PV, Penetración 30PV]
De la misma forma que a Daruu en su momento, la finta del peliverde no sorprendió ni por un instante al viejo Zaofu, quien rápidamente reaccióno girando sobre sí mismo para estampar al boxeador contra una pared antes de hacer una dolorosa, pero real observación sobre su estilo.
«¡Es rápido!»
Negándose a que el dolor le afectase demasiado, Daigo se giró para encarar al anciano mientras sonreía emocionado, ignorando que tenía la nariz reventada. Pues la verdadera determinación del chico se mostraba precisamente cuando peleaba contra alguien así de fuerte.
Acercándose a Zaofu, el boxeador pudo ver a su compañera preparando una técnica que él ya conocía bastante bien, pues ya había pasado meses recibiendo patadas parecidas por su parte.
«¡Esta es nuestra oportunidad!»
Corrió hacia su rival desde el lado contrario que Ranko, buscando lanzar una patada circular baja hacia su pantorrilla mientras se agachaba para evitar que la primera patada de la Sagisō le impactara si Zaofu llegaba a esquivarla.
Inmediatamente después, el joven aprovechó el giro de la patada para saltar, utilizando la inercia para potenciar un fuerte puñetazo descendente que buscaba impactar en la cabeza del Hyuuga.
Hitai-ate (Brazo derecho)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte derecha de su cadera)
Kusari x2 (enrollados a la cadera)
Portaobjetos 2/10
Chīsana Makimono (Botín)
Chīsana Hyōrōgan x1
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Una patada alta a su derecha. Una patada circular baja hacia su pantorrilla. Así, el equipo Daigo-Ranko quería hacerle una pinza al maestro Zaofu. Poco habían vivido en Kusagakure todavía si pensaban que un kusajin huiría de los golpes en lugar de darlos. El hombre extendió los brazos hacia ambos lados y emitió dos potentes ráfagas de chakra: Daigo fue lanzado de nuevo contra la pared y se golpeó la cabeza, y Ranko se vio desequilibrada, apoyada como estaba en una sola pierna. Su cocorota dio de lleno contra el suelo del tatami.
—¡Débiles! ¡Débiles! ¡Esto es lo que el nuevo Gobierno de la villa os hace!