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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Al final los genins no sabían de que se trataba lo que iban a cenar, la única información fue que iba a haber pan.

Mientras esperamos, ¿nos contaría acerca de su retiro? —Preguntó con cuidado.

Era un tema muy delicado, pero el peliblanco parece que supo elegir las palabras porque la otrora kunoichi no parecía disgustada con la cuestión.

Ah... eso... Oficialmente, voy a retirarme de las actividades culturales; pero, extraoficialmente, es solo una mentira: en realidad, me voy a ir de viaje. —Sentenció tan tranquila.

¿Cómo?

No entiendo. ¿Por qué no simplemente decirles que se tomara unas vacaciones? —El kazejin asintió ante la pregunta de su compañero, tenía la misma duda.

Las razones son varias: la primera, no quiero tener compromisos pendientes o gente buscándome para cualquier proyecto; la segunda, no son vacaciones sino un viaje para estudiar y aprender más de las distintas artes del continente; la tercera, es que así es más divertido. —Así dicho tenía sentido. —¿Ahora entienden?

Es comprensible, si la gente ya mata por conocerla si saben que va de viaje sería un verdadero incordio. Por simple curiosidad, ¿cuál es su destino? Si se puede decir claro está.
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… Por simple curiosidad, ¿cuál es su destino? Si se puede decir claro está.

¡He allí la gran interrogante! —dijo levantando el brazo al cielo.

Kazuma no pudo evitar sonreír ante aquel gesto tan dramático.

¿No sabe a dónde ir? —pregunto mientras se arrebujaba en la manta.

Quisiera ir a todas partes, pero no conozco mucho del continente —explico con algo de lamento—. Una amiga, fuente de mucha confianza, me ha asegurado que está en marcha un proyecto que revolucionara la forma de viajar, al punto que tendremos que modificar los mapas. Mientras que espero eso, he estado intentando planear un itinerario… Pero los libros dicen muchas cosas ambiguas. Los testimonios de la gente son una buena guía, pero no tengo mucha ocasión de hablar de esto por su propia naturaleza secreta.

Al rato llego una de las sirvientas con una gran bandeja. En la misma había una bolsa de papel que lucía llena y con algunas manchas, además de una tetera de peltre y algunos vasos a juego. La bandeja se ubicó en el medio de la mesa, dispuesta para que los comensales la alcancen y sirviesen ellos mismos. La bolsa contenía panecillos recién horneados, de diferentes rellenos; mientras que la tetera contenía leche caliente.

Adelante, sírvanse —dijo la maestra mientras partía en dos un pal dulce cubierto de frutas confitadas—. Se me ocurre algo, ¿Qué tal si ustedes me hablan de un buen sitio para viajar?
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¡He allí la gran interrogante! —Exclamó con su brazo en alto.

Si esto fuera hace un par de días se sorprendería de la actitud caótica de la marionetista, pero con el poco tiempo que llevaba en su mansión ya le había quedado bien clara su personalidad.

¿No sabe a dónde ir?

Quisiera ir a todas partes, pero no conozco mucho del continente. Una amiga, fuente de mucha confianza, me ha asegurado que está en marcha un proyecto que revolucionara la forma de viajar, al punto que tendremos que modificar los mapas. Mientras que espero eso, he estado intentando planear un itinerario... Pero los libros dicen muchas cosas ambiguas. Los testimonios de la gente son una buena guía, pero no tengo mucha ocasión de hablar de esto por su propia naturaleza secreta.

Entiendo... —En parte compartía la visión de Saki, el kazejin deseaba conocer todos los países y analizar sus realidades ya que eso es el mejor método para solucionar las injusticias de Ōnindo. Pero claro, el no era rico hasta decir basta y tampoco se podía permitir estar ocioso si quería menorar como shinobi.

Al rato entraron las sirvientas con la comida, eran una especie de panes con rellenos varios al horno y para beber había leche caliente. No tenían mala pinta para nada.

Adelante, sírvanse. —Entonces el de gafas cogió uno al azar, olían fenomenal y eso bastó para que su tripa rugiera levemente. —Se me ocurre algo, ¿Qué tal si ustedes me hablan de un buen sitio para viajar?

Y ante este ofrecimiento Takumi lo tenía claro.

No se sí ya lo conocerá, pero me veo obligado a recomendarle que visite Kaze no Kuni. Sobretodo ahora que está calmada la cosa antes de que vuelva a haber otro golpe de estado o guerra estúpida —Dijo con cierto tono de ironía y amargura. —Pero bueno, el Oasis de la Luna es precioso y el delta del Río del Oro es digno de admirar. Además, habiendo sido usted la mejor marionetista de la Lluvia disfrutará en Inaka con los talleres artesanales, el antiguo arte es algo que gracias a Dios aún no se a perdido por aquellas tierras.

Habló con melancolía de sus orígenes, echaba de menos vivir ahí, a su gente, su sencilla forma de vida... Pero eso era insostenible, hasta que la estabilidad y justicia se instalaran definitivamente en las fronteras del desierto no sería un buen lugar para una vida digna.
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No se sí ya lo conocerá, pero me veo obligado a recomendarle que visite Kaze no Kuni. Sobretodo ahora que está calmada la cosa antes de que vuelva a haber otro golpe de estado o guerra estúpida —Dijo con cierto tono de ironía y amargura. —Pero bueno, el Oasis de la Luna es precioso y el delta del Río del Oro es digno de admirar. Además, habiendo sido usted la mejor marionetista de la Lluvia disfrutará en Inaka con los talleres artesanales, el antiguo arte es algo que gracias a Dios aún no se a perdido por aquellas tierras.

Una vuelta a los orígenes de mi arte, ¿eh? —sopesó, tomando nota mental de aquello—. Creo que es algo que todo artista debería hacer en algún momento, una peregrinación.

Yo no conozco muchos lugares, aunque si la capital del Mori no Kuni, que es un lugar fantástico —agrego el peliblanco.

Conozco los principales centros urbanos, pero en mi viaje espero y sean secundarios. Quisiera probar una nueva faceta, inspirarme en lugares misteriosos y lúgubres, para luego pasar a las tradicionales vistas idílicas.

Ya veo… Puede que conozca un sitio que cumpla con eso —admitió Kazuma, decido a colaborarle con una opinión a la maestra—. En algún lugar del Paraje sin sol, oculto entre mares de niebla fría, agitada y cambiante existe un pueblo llamado Hanamura. Dicho pueblo no aparece en ningún mapa, y los nativos de la región le consideran un mal cuento o un sitio con el que jamás hay que relacionarse. Acercarse es peligroso, las bandadas de lobos merodeadores y las profundas zanjas ocultas dan fe de ello. Sin embargo, hay un par de señales que indican que se está cerca: una puede ser dar con los extensos campos de amapolas, y el otro es escuchar susurros en la neblina. Esto último es producto de unos espantapájaros ocultos en la bruma. Dichos espantapájaros poseen una especie de “campana de viento” cuyo sonido al agitarse es idéntico al de personas susurrando; puesto que dichos hombres de paja están con la intención de alejar a la gente, y como suelen estar ocultos a la vista resultan bastante persuasivos.

Estas bromeando, ¿cierto? —cuestiono la maestra—. ¿Ahora me dirás que sus habitantes son creaturas de la noche?

¿Qué? No, para nada —respondió con humor—. Su gente es relativamente normal, un poco aburrida y huraña; pero nada maligno o misterioso. Es solo que no les agradan los foráneos… Aunque durante las noches de misa y procesión el pueblo si suele volverse un poco espeluznante.
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Una vuelta a los orígenes de mi arte, ¿eh? Creo que es algo que todo artista debería hacer en algún momento, una peregrinación.

El de gafas sonrió levemente, le alegró ver que la maestra vio su propuesta de buen grado. Luego la marionetista explicó que buscaba lugares lúgubres y luego se centraría a vistas más agradables, pero los principales centros urbanos prefería evitarlos. Entonces el peliblanco habló de Hanamura, un extraño pueblo del Paraje sin Sol del cual contaban tenebrosas historias. La descripción que del kusajin hizo que un escalofrío le recorriera la espalda, esperaba no tener que acercarse hasta ahí.

Estas bromeando, ¿cierto? ¿Ahora me dirás que sus habitantes son creaturas de la noche? —La duda de Saki era normal, parecía un cuento para meter miedo a los niños más que la descripción de un lugar real.

¿Qué? No, para nada. Su gente es relativamente normal, un poco aburrida y huraña; pero nada maligno o misterioso. Es solo que no les agradan los foráneos... Aunque durante las noches de misa y procesión el pueblo si suele volverse un poco espeluznante. —Parecía que hablaba con conocimiento, o eso o era una historia opular muy conocida en el País del Bosque.

En Kaze no Kuni no contamos con pueblos fantasmales, lo más similar son las Minas de Akuma. El ambiente es extraño y las profundidades de la cueva son más misteriosas según te vas adentrando en ellas. Y aún se pueden ver las estructuras semienterradas por la arena de un yacimiento, probablemente de los últimos que ahí se asentaron.
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Ya veo, ya veo —dijo la maestra mientras apuraba un vaso de leche y un trozo de pan. Su mente parecía estar trabajando—. Escuchar opiniones como las suyas de verdad despierta mi sentido de la aventura.

Saki-san —llamo su atención el peliblanco—. Ya que estamos aquí, me gustaría tratar el motivo de mi visita.

Ya… Negocios, ¿cierto? —su gesto se arrugo un poco, le fastidiaban un poco esas cosas; pero viendo la buena voluntad de sus invitados se sentía más dispuesta a hablar—. Adelante.

Vera, en Kusagakure soy parte de un grupo (pequeño pero creciente) que trata de acercar las artes y la cultura a los ninjas —La maestra sonrió un poco, aquello si era mucho más de su interés—. Mi maestro, un marionetista, me conto que su arte no es que sea poco habitual; pero que si es poco conocido por la generalidad de los jóvenes. Es el caso contrario del kenjutsu o ninjutsu. Por eso, y con el patrocinio económico de unos cuantos amigos, me he dispuesto a colaborar en la creación de un museo de “herramientas e ingenios ninja”.

»Sera algo pequeño, al menos en principio, pero creo que sería una maravilla si pudiera facilitarle algunas de sus marionetas.

Saki se quedó pensativa un rato, como procesando la idea a la par que comía.

Tu también eres un marionetista, ¿Qué harías en mi lugar? —pregunto, dirigiéndose a Takumi.
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Entonces el de Kusa pidió permiso a la kunoichi para hablarle del motivo de su visita, algo de negocios parecía ser y pese a que esos temas parecían no agradarle mucho a ella aceptó que le hiciera la propuesta.

Vera, en Kusagakure soy parte de un grupo (pequeño pero creciente) que trata de acercar las artes y la cultura a los ninjas. —Parece que esto llamó la atención de la anciana maestra. —Mi maestro, un marionetista, me contó que su arte no es que sea poco habitual; pero que si es poco conocido por la generalidad de los jóvenes. Es el caso contrario del kenjutsu o ninjutsu. Por eso, y con el patrocinio económico de unos cuantos amigos, me he dispuesto a colaborar en la creación de un museo de “herramientas e ingenios ninja”.«La verdad es que suena interesante.»Sera algo pequeño, al menos en principio, pero creo que sería una maravilla si pudiera facilitarle algunas de sus marionetas.

Tu también eres un marionetista, ¿Qué harías en mi lugar? —Le preguntó al kazejin.

¿Mi opinión? —Se sorprendió de que alguien del estatus de Saki le preguntara siquiera.

Se quedó unos segundos meditando y bebió algo de leche caliente antes de disponerse a hablar.

Nuestra disciplina hoy en día se ve como un aspecto militar, pero en sus orígenes no dejaba de ser algo meramente artístico, las primeras marionetas fueron creadas por los habitantes de la extinta Sunagakure para hacer teatro con ellas. Siendo sincero lo veo una gran oportunidad para acercar el mundo de las marionetas al gran público y no tiene por qué mostrar únicamente el aspecto bélico, sino también el de las artes escénicas. Yo colaboraría en esta propuesta, —Se quedó callado unos instantes. —pero claro, yo soy aún un novato y usted es una eminencia en el campo. Seguro que sabe sopesar mejor que yo los pros y los contras.
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Aunque me agrada la idea, hay un inconveniente —repuso la maestra—. Generalmente, no tengo problemas en diseñar y vender una marioneta a algún coleccionista; pero de por medio siempre está un contrato en donde jura no revenderla a ninguna aldea o agrupación ninja. ¿Entiendes el porqué de esto?

No realmente —admitió el peliblanco.

Muchos de mis conocimientos sobre construcción de marionetas vienen de Amegakure, por lo que toda creación bélica consecuente le pertenece en parte (digamos que tienen las patentes militares) —explico, con la formalidad de un jurista—. Si le vendo, regalo o dono mis creaciones a alguien de otra aldea, definitivamente se van a contactar conmigo, por más retirada que este.

Ya veo —comprendió el peliblanco, mostrándose un poco decepcionado.

Era natural, no podía garantizar que una vez en la aldea sus compañeros no fueran a desmantelarlas para descubrir sus secretos con fines militares. El mismo se sentiría terrible por ello, por lo que se imaginaba a la maestra.
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Aunque me agrada la idea, hay un inconveniente. Generalmente, no tengo problemas en diseñar y vender una marioneta a algún coleccionista; pero de por medio siempre está un contrato en donde jura no revenderla a ninguna aldea o agrupación ninja. ¿Entiendes el porqué de esto?

No realmente

Muchos de mis conocimientos sobre construcción de marionetas vienen de Amegakure, por lo que toda creación bélica consecuente le pertenece en parte (digamos que tienen las patentes militares). Si le vendo, regalo o dono mis creaciones a alguien de otra aldea, definitivamente se van a contactar conmigo, por más retirada que este.

Ya veo.

Tenía razón, ceder material militar a otra aldea podía crear problemas innecesarios y para alguien ya retirado era un marrón en el que no tenía sentido meterse. Pero tal vez había alguna esperanza de que pudiera colaborar mínimamente.

Discúlpeme pero, ¿no habría posibilidad alguna de ceder alguna de sus obras que no tengan patente? Una marioneta muy básica la cual no tenga secretos que puedan ser revelados siquiera o alguna que haya elaborado desde su retiro tal vez.

Había que probar, la verdad es que era una oportunidad muy decente para expandir el arte de las marionetas.
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Discúlpeme pero, ¿no habría posibilidad alguna de ceder alguna de sus obras que no tengan patente? Una marioneta muy básica la cual no tenga secretos que puedan ser revelados siquiera o alguna que haya elaborado desde su retiro tal vez.

Puede que haya una manera —concedió mientras organizaba sus memorias—. ¡Ya se! Cuando comencé a percibir dinero me dediqué a comprar un montón de marionetas exóticas para estudiarlas.

Eso es bueno… Pero no se si tenga suficiente dinero como para pagar artículos de colección —le informo, siendo precavido.

No te preocupes, solo las tenía por cuestión de estudio y ya les saqué todo lo que pude —respondió, haciendo un gesto de aprobación—. Hay entre ellas varios ingenios raros y fascinantes.

¿De cuantas marionetas estamos hablando? —se atrevió a preguntar.

En principio eran veintiocho, pero sin contar las que destroce durante mis estudios deben de quedar unas once.

El rostro del peliblanco se ilumino de alivio, aquel era un numero lo suficientemente grande como para considerar su propósito cumplido.
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Puede que haya una manera. ¡Ya se! Cuando comencé a percibir dinero me dediqué a comprar un montón de marionetas exóticas para estudiarlas.

Eso es bueno… Pero no se si tenga suficiente dinero como para pagar artículos de colección

Takumi no había visto una marioneta de colección en su vida, pero había visto imágenes y descripciones en algún tratado de los que estudiaba, eran excesivamente caras y solían tener un sinfín de mecanismos extraños y complejos.

No te preocupes, solo las tenía por cuestión de estudio y ya les saqué todo lo que pude. Hay entre ellas varios ingenios raros y fascinantes.

Si al final el peliblanco conseguía llevarse esos artículos a la exposición el kazejin iba a hacer todo lo que pudiera por ir a verla, era una oportunidad de oro.

¿De cuantas marionetas estamos hablando?

En principio eran veintiocho, —Al del Remolino se le quedaron los ojos como platos, se podía esperar que fueran unas cuantas, pero eso era un número desorbitado. —pero sin contar las que destroce durante mis estudios deben de quedar unas once. —Un número mucho menor, pero no dejaba de ser una cantidad abrumadora al ser marionetas tan exclusivas.

Dios, eso es un gran número aun así. Seguro que le costó lo suyo reunir tal cantidad.
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Dios, eso es un gran número, aun así. Seguro que le costó lo suyo reunir tal cantidad.

Un poco, si —admitió con orgullo de coleccionista—. Están almacenadas, así que hay que revisarlas y prepararlas. ¿Crees que puedas tu encargarte de eso?

Por supuesto —se apresuró a decir el peliblanco—. Solo es cuestión de ponerme en contacto con un compañero que se hará cargo de lo concerniente al traslado.

Bien, bien —dijo la maestra mientras se limpiaba la boca con una servilleta—. Con eso resuelto, imagino que sus objetivos en esta ciudad han sido cumplidos, ¿cierto?
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Parecía que el peliblanco había cumplido su objetivo con gran éxito.

Bien, bien. Con eso resuelto, imagino que sus objetivos en esta ciudad han sido cumplidos, ¿cierto?

La verdad es que los objetivos de Takumi no eran muchos más que intentar conocerla, no tenía planeado ninguna exposición ni ninguna entrevista o similar. Ya se había llevado demasiado al combatir contra ella y ver una forma nueva de utilizar las marionetas, más como accesorios del propio ninja y no como un títere per se.

Por mi parte estoy más que satisfecho. —Concluyó para después mirar al kusajin.
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Bien —opino la maestra mientras se levantaba—. Aunque la bienvenida no haya sido la mejor, creo que su tiempo aquí ha sido entretenido, cuando menos.

Gracias a usted, Saki-san —correspondió el peliblanco con una reverencia.

A ustedes, chicos; son gente más interesante que aquella con la que suelo tratar —admitió—. Siéntanse libres de visitarme cuando quieran… Aunque no muy pronto, estaré ocupada con los preparativos de mi “retiro” y quien sabe cuánto tiempo me encontrare ausente.

» Hasta la próxima, Takumi-kun, Kazuma-kun —les arrojo mientras se marchaba a dormir.

A la mañana siguiente, en la entrada de la gran casa, Tamayo despedía a ambos jóvenes:

A pesar de los inconvenientes iniciales, espero que hayan disfrutado su estancia —sonrió—. Y gracias por haber animado a la señora, últimamente el trabajo le tenía bastante agobiada y aun no tenía claro que quería hacer…

»Aquí entre nos —comenzó, secreteando como una muchachita—, puede que ella no lo admita, pero creo que conocerlos le ha ayudado a decidirse a viajar.
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Bien. Aunque la bienvenida no haya sido la mejor, creo que su tiempo aquí ha sido entretenido, cuando menos.

Gracias a usted, Saki-san. —Agradeció el kusajin junto con una reverencia.

Muchas gracias por todo, ha sido una gran experiencia. —Realizó otra reverencia.

A ustedes, chicos; son gente más interesante que aquella con la que suelo tratar. Siéntanse libres de visitarme cuando quieran... Aunque no muy pronto, estaré ocupada con los preparativos de mi “retiro” y quien sabe cuánto tiempo me encontrare ausente. Hasta la próxima, Takumi-kun, Kazuma-kun. —Se despidió finalmente la otrora kunoichi.

Pasaron la noche allí y por la mañana los genins se disponían a volver a sus respectivos hogares. Tamayo fue la encargada de despedirles.

A pesar de los inconvenientes iniciales, espero que hayan disfrutado su estancia. Y gracias por haber animado a la señora, últimamente el trabajo le tenía bastante agobiada y aun no tenía claro que quería hacer... Aquí entre nos, puede que ella no lo admita, pero creo que conocerlos le ha ayudado a decidirse a viajar.

Esas palabras llenaron de alegría al joven de gafas.

Ha sido un placer colaborar con ustedes y con Saki-dono respecto a su marioneta y al viaje. Y si algún día ella necesita otro conejillo de indias para sus nuevas creaciones pueden llamarme, estaré encantado de colaborar.
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