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15/03/2016, 20:30
(Última modificación: 15/03/2016, 21:50 por Himura Ren.)
¿Soledad? Ese tan solo era el primer sentimiento que se sentia al estar en ese estado; el tiempo en ese estado era completamente irreal, los segundos parecian milenios que hacian crecer hasta la muerte por vejez de una secuoya. Un simple sentimiento negativo, por pequeño que fuera, creaba un torrente de emociones demenciales que hacian estremecerse incluso al mas fuerte de mente; provocando en gente de poca fuerza mental, una demencia incontrolable. Los gritos de terror de Len inundaron no la sala, ni el piso, si no casi el edificio entero; algunas tuberias vibrarón, alguna incluso que solo necesitaba un pequeño empujón, cayo al suelo; a la vez que el seguia gritando de dolor.
Durante un instanté, cesó.
Matamé -Fue las unicas palabras que se escucharon tras un aterrador silencio que siguio a la tempestad ensordecedora en la que estaba metido.
Cortamé el cuello, justo aqui -Sus palabras no tituveaban, parecia totalmente otra persona, aquel joven de escasa edad, joven y de piel fina, acariciaba su propio cuello con uno de sus indices, pidiendo la muerte como si se tratase de clemencia.
Acaba ahora con mi sufrimiento, te lo suplico, no quiero que vuelva... -Bajo un mar de lagrimas, en las que apenas se podia discenir casi el color de sus ojos azul marino intenso, su cuerpo temblaba del terror. ¿Que habia pasado? Finalizada su petición, un hombre de gran complexión entro en la sala, iba vestido como cualquier ninja de elite de aquella villa, su pelo era oscuro y largo, con una gran coleta en la cogorota, tenia un rostro bastante maduro y la bandana de la aldea colgando de su cuello; miró a los lados sorprendido, hasta ver a Len tendido en el suelo de rodillas frente a Katomi, suplicando su muerte.
¿Q-Que ha pasado aquí? ¿Has sido tu chaval? -Comentó mientras caminaba hacia Len tras entrar por la puerta hasta colocarse a su lado, se arrodillo detras suya, para darle asistencia, extendiendo un poco los brazos.
P-Por favor... Usted seguro que tiene experiencia... Máteme rapido e indoloramente... -Sorprendido por la petición que formulaba nuevamente mientras giraba su rostro desesperanzado y con gesto de mirar al vacio.
¿Q-Que te ha pas-? -Preguntó nuevamente cuando colocó una mano sobre el joven genin de cabellos canoso. - Ha sido... Mierda ¿Como se le ocurre hacerle esto al pobre? ¡Todavia le falta demasiado! -Susurró de una manera tan leve, que el viento se llevo las palabras, convirtiendolas en unas palabras mudas, que nadie escuchó en la sala. Paso la mano por la frente de Len hasta su boca, tapandole los ojos en su recorrido, y quedando este insconciente; desplomandose hacia atras, y siendo recogido por el mismo que le habia hecho dormir.
Perdona -Comentó a Katomi ante su repentina aparición y asistencia; con preocupación en su rostro y una gran seriedad, miró a Katomi detenidamente unos segundos. No.. Es imposible que haya sido esta chica, tiene que haber sido obra suya sin lugar a dudas... Tal vez sepa algo...
Una gota de sudor frió, recorrio la frente del carismatico ninja que puso a dormir a la bestia sin princesa. Miró a los lados, observando la puerta y el gentirió que se habia formado. "¿Que ha pasado?" "¿Que ha ocurrido?" "Alguien gritaba sin cesar" se podia escuchar desde la puerta el cuchicheo de la gente.
Sera mejor que llevemos al muchacho a que descanse en un lugar mejor, necesito que vengas conmigo. Hay algo que debo preguntarte... -Aún de rodillas, con el cuerpo de Len reposando entre sus brazos, su cabello rozaba su puro rostro palido, acariciando levemente su nariz, a la espera de la respuesta de la joven de similar melena. Buscaba respuestas, pero no unas cualesquiera, buscaba algo en concreto. Buscaba al actor oculto de esta extraña escena.
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17/03/2016, 23:39
(Última modificación: 17/03/2016, 23:40 por Aiko.)
La chica quedó por un instante alejada, su primera pretensión había sido acudir a abrazar al chico, pero ese pensamiento se desvaneció mas rápido que la espuma de una cerveza barata. El chico comenzó a gritar de nuevo, y en ésta ocasión tenía un propósito fijo y bien claro. Quería que le ayudasen, y no precisamente con las tareas del cole, o con la masa del pan. El chico pedía a voces que le ayudasen a acabar con su vida, quería terminar su partida a éste juego donde no hay "continue".
Pese a que quería agarrarle al principio, ahora la idea que recorría su jovial mente era la de guantearlo hasta que recobrase la normalidad. Evidentemente, si es que la tenía. No lo había visto actuar normal ni por unos segundos, y eso ya era una clara señal de lo evidente.
Quizás fuese a dejar caer un suspiro de resignación ante tan disparatada situación, o a golpearle directamente, cuando de pronto una tercera persona hizo acto de presencia. Se trataba de un hombre hecho y derecho, de cabellera larga y oscura atada en una coleta, evidentemente de Amegakure según reflejaba la bandana atada a su cuello, y cara de pocos amigos. Al menos Katomi lo vio con esos ojos.
La discusión que mantuvo con el chico pareció ser de besugo a besugo, mas el besugo rey ganó. Paso la mano por el rostro del chico, y éste cayó desplomado al suelo. La mirada de Katomi se clavó en el hombre, aunque era obvio que lo habá hecho por el bien del chico. Sin demasiada demora, llamó la atención de la chica mientras tomaba el cuerpo inconsciente del joven. Cuando lo llegó a tomar, le pidió a Katomi que lo acompañase, que quería preguntarle algo.
¿Preguntarme algo? ¿A mi? ¿Por qué?
No llegaba a entenderlo, cerró los puños inconscientemente, y desvió por un instante la mirada hacia los sacos de boxeo. De nuevo volvió la mirada hacia el hombre, y dejó caer ésta vez si un suspiro.
—Se me está acumulando el entrenamiento. No tengo mas tiempo que perder con un chico medio tarado o su profesor. Yo no le he hecho nada, si lo hubiese hecho estaría reducido a cenizas.—
Quizás su respuesta había sido tosca, pero ciertamente no le gustaba meterse en marrones tan raros. Ya tenía bastante con lo suyo, como para inmiscuirse en mas movidas. Era un pensamiento algo egoísta, pero las prioridades estaban en salvar a su madre de ese abusador, el resto podía esperar.
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La locura que se habia creado en la sala por fin cesó cuando aquel robusto ninja dejo dormido a Len entre sus brazos, con un gesto tan simple como el de una caricia. ¿Que es lo que habia pasado? ¿A que vino aquella repentina alteración, que rozaba la locura tan derrepente?.
— Se me está acumulando el entrenamiento. No tengo mas tiempo que perder con un chico medio tarado o su profesor. Yo no le he hecho nada, si lo hubiese hecho estaría reducido a cenizas. — Contestó la chica al ninja de avanzada edad, parecia ser un miembro de elite, o algo asi; sus manos eran algo toscas y por algunas zonas se podian discernir alguna cicatriz, seguramete acontecida por alguna misión. La respuesta tajante y fria de Katomi, hizo incomodarse al maduro hombre, con un gesto de disgusto en el rostro, mostro sus dientes en forma de enfado y enojo; respondiendo acontinuación a esta.
— Maldita cria... ¿Acaso no tienes respeto ni codigo moral por tus compañeros?... Perros faldeos... Todos sois iguales... — ¿Iguales? ¿No es el tambien un ninja como el que mas? ¿Que clase de contestación es esa? Dejo reposar a Len en el suelo con cuidado y despues se acerco a Katomi despacio, quien miraba de reojo los sacos magullados con los que habia estado entrenando, antes de que el albino joven interrumpiera su entrenamiento. Sin intención de intimidarla, pero sin evitar hacerlo por sus gestos, refunfuño un poco, antes de dirigirse a ella nuevamente.
— Solo queria que me respondieras a un par de preguntas, no tienes porque ser tan puñeteramente borde — Mal sonante y tosco, debido a su enfado, comenzo a parecer una disputa familiar; por lo que la gente interesada comenzo a desalojar la puerta hasta que solo quedaron ellos nuevamente. — Tsé... Maldita Sea... Ya ha conseguido lo que ha querido... -Entre los dedos de una de sus manos, estaba aquel papel que Len habia enseñado a la joven kunoichi buscando respuestas, pero del papel, salia un extraño humo de diferentes colores, los mismos con los que estaba pintado. Se dirigió a la salida, donde se detuvo un instante antes de salir, la miro nuevamente con desagrado, y se marchó finalmente.
Durante todo lo acontecido, Len seguia reposando en el suelo durmiendo a pierna suelta cuando el extraño hombre se marchó; se acurrucó de un lateral, y se puso en postura fetal en el mismo rincón donde le habian dejado, parecia que incluso dormido, o involuntariamente, no queria seguir molestando a quien comenzaba a considerar una nueva amiga.
— Lo siento... Katomi... — Susurró en sueños con una dulce y tierna voz, que haria derretir el mas frío corazón, mientras sus manos estaban cerca de su propia boca, y sus cabellos caian lentamente por la misma gravedad.
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El comentario de la peliblanco pareció caer como cien piedras en el estómago del shinobi experimentado. Éste se levantó, y comenzó a vociferar contra la chica. La tachaba de perro faldero, de no tener honor o código moral, y de ser igual al resto... Pero se equivocaba abismalmente. La chica estaba siguiendo su código moral a la perfección, no estaba traicionando sus principios por dejar a un compañero a cargo de un shinobi de mayor experiencia. Además de que no era una de sus prioridades, lo estaba dejando en buenas manos... o al menos eso pensaba.
Asqueada por el comentario, se giró de manera tosca mientras elevaba la cabeza. Realmente la había ofendido con ese comentario, y aunque era un superior, no pensaba mostrar respeto a una persona que se alzaba a gritos de esa manera con un subordinado sin llevar siquiera la razón.
—Juhmp!— Resopló mientras terminaba de girarse.
Sin demora, comenzó a andar un poco, aunque a paso tenso. De hecho, el profesor siguió quejándose en esos momentos, palabras que realmente no afectaron a la chic, pues a palabras necias... la respuesta es obvia, oídos sordos. Continuó alejándose, y terminó por escuchar la puerta. El hombre se había ido, o esa había sido su impresión. Katomi terminó decidiendo que era hora de continuar con el entrenamiento, sobretodo ahora que se había ido ese hombre, y se había llevado al sujeto loco. Ese maldito rubio era tan guapo como problemático.
Los orbes rojos de la chica se fijaron en el saco de boxeo, y su mente se liberó por un instante. Ahora solo quedaba continuar con su adiestramiento físico, y nada mas importaba. Quizás mas tarde le dedicase un rato a leer un poco sobre finanzas. Su rutina parecía decidida.
Sin embargo, sus planes se vieron frustrados ipso facto. Una voz algo reconocible llamó su atención, pedía perdón claramente. La chica quedó helada, paró en seco, y se mantuvo en esa posición por un instante.
DIOS! No puede ser... me deja a la altura del betún por no preocuparme por ese chico, y coge el menda y se pira dejándolo inconsciente en el suelo. De verdad, que cada vez comprendo menos a las personas.
Katomi giró de poco a poco, observando que evidentemente ese chico aún continuaba allí, y el individuo que se las hacía dar de experimentado no estaba a su lado. Dejó caer un suspiro realmente profundo, y tras ello se llevó la diestra hacia la frente. Poco a poco deslizó su mano por su frente, llegando hasta el principio de su cabellera, y continuando por ésta recogiendo sus pelos y direccionandolos hacia detrás.
—Chico... en serio, estás como una regadera.— Sentenció la peliblanco.
Tras haberse dejado de rodeos, la chica no volvió a mostrarle sonrisa alguna. Pese a su belleza exterior, realmente parecía haberlo clasificado como un peligro andante.
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El rapido revuelto ocurrido en la sala de entrenamiento, junto con la extraña experiencia que solo sufrio el joven canoso; le dejo agotado fisicamente, lo que le haria quedar dormido sobre el suelo de la sala varias horas si nadie lo llegase a molestar. Para el pobre Len, todo habia sido como un soliloquio, solo que sus gritos no caian en oidos sordos; la experiencia para el ya comenzaba a resultar familiar; la oscuridad cernirse sobre la habitación, engullendo la luz mientras la temperatura, y en ocasiones, una bajada de temperatura abismal, haciendo que exhalase vapor de agua y no pudiera ver mas haya de sus propias narices. Exhausto por los acontecimientos, Len siguio tumbado en un lateral de la habitación acurrucado respirando apaciguadamente.
— Chico... En serio, estas como una regadera
Comentaba la joven kunoichi Katomi, mientras acariciaba su pelo recogiendoselo hacia atras; Len le habia fastidiado todo el entrenamiento a Katomi sin ni si quiera quererlo. Como si fuera el beso de un principe de cuentos de hadas con la princesa durmiente, las palabras de Katomi hicieron despertar un poco a Len, el cual abrio los ojos levemente, mirandola tumbado en el suelo. Tras una pausa, Len se sintio algo avergonzado y decepcionado.
— Mm... ¿H-Ha ocurrido... verdad?... -Susurraba brevemente mientras miraba el suelo, acarició la tarima del suelo con uno de sus dedos con los ojos algo llorosos, como si fuera a romper a llorar. Sabia que no era culpa suya lo ocurrido, sabia que no predecirlo; pero tampoco sabia como evitarlo o que es lo que lo causaba.
— Perdoname Katomi-san... -Comentó algo apenado, sin llegar a mirarla en ningun momento a los ojos.
«Otra vez estoy molestando a alguien... Solo soy un estorbo...» Es lo unico que podia pensar, las palabras resonaban en su cabeza como el eco en unas grandes montañas, haciendo que perdiera la noción de lo que estaba ocurriendo asi como ese brillo tan caracteristico en sus ojos, mostrandose como dos esferas azules, casi opacas, como si su vitalidad hubiese sido arrebatada.
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Con ojos inundados en lágrimas, el chico preguntó si de nuevo había sucedido. No había remedio, al parecer era algo que acostumbraba a pasarle, o que al menos le había pasado ya en alguna que otra ocasión. Quizás era hora de que fuese al médico, y comenzase a medicarse. La locura si se pilla a tiempo es posible de tratar, o ese pensaba la kunoichi. Toda enfermedad, a sea mental o física, debe tener un remedio.
Mientras que su cabeza divagaba en un montón de absurdas ideas, el chico de ojos color cielo pidió de nuevo perdón. Casi parecía dispuesto a llorar, y entre una cosa y otra... a la chica le palpitó el corazón. Qué le iba a hacer, ella no tenía un corazón de piedra, por mucho que lo intentase.
—Ainsss!—
Y ni tan siquiera le dio tiempo a suspirar al chico que ya tenía los brazos de la peliblanco a su alrededor. La chica se había aproximado a toda velocidad, apachurrandolo.
—Si es que... así no hay quien entrene. Qué cosa mas mona!— Se quejó mientras lo tenía entre brazos.
Sin mas, le propinó un beso en la frente. Quizás lo pillase por sorpresa, pero eso poco le importaba.
—No pasa nada, Len, pero por favor... dejame continuar con mi entrenamiento.—
Tras ello, volvió a sonreír. Lo soltó, sin hacerlo de forma tosca o brusca, y le acarició la cabeza. No sabia qué mas decir, o hacer. Su corazón le decía una cosa, pero su cabeza se empecinaba en otra bien distinta. Un auténtico jaleo psicomotriz.
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Todavia algo desorientado, seguia contenplando el suelo, sin darse cuenta de que sus palabras, no habian sido los susurros que el conocia en sus noches en vela, habian llegado a oidos de alguien y al percatarse de que se le acercaban, se recompuso un poco del suelo algo extrañado. Sin previo aviso, Katomi abrazó al joven de cabellos incoloros, al cual sin querer, se le escaparon algunas lagrimas de sus ojos, cayendo al suelo al ser sin poder hacer nada. La sorpresa e incredulidad, bañaron aun mas el corazón de Len.
— Si es que... así no hay quien entrene. Qué cosa mas mona! — Comentó la kunoichi mientras le tenia en brazos con un tonó ligero de queja, pero sin embargo de calidez. Mas solo hizo que los ojos del joven se entrecerrasen un poco mas, con la cabeza ligeramente acurrucada bajo el mentón de Katomi; trago saliva, pues aun se sentia culpable por lo ocurrido.
— No pasa nada, Len, pero por favor... dejame continuar con mi entrenamiento. — Le besó en la frente, y le acaricio el pelo tras soltarle con delicadeza, haciendo que se sonrojase sus tiernas mejillas sonrosadas; este a su vez posteriormente, se acarició con una mano la zona de la frente donde le habian besado, como si añorase algo.
— M-Mmhm... D-De acuerdo Katomi-san... — Sin querer comenzo a llamarla asi, pues para él, la comenzo a casi tratar como si se tratase de su hermana mayor, pese a no sacarle una gran diferencia de años. — I-Intentare no darte mas problemas... Si puedo ayudarte en algo pidemelo... —Sus sonrojadas mejillas aun persistian, y una tierna voz salio de él, formulando una petición, que sono casi como otra disculpa. Se arregló un poco el pelo tras lo ocurrido, ya que lo tenia tan desordenado, que casi le tapaba los ojos.
Len se levantó del suelo, quitandose algo de la suciedad que se le habia pegado tras estar en el suelo; esbozo una sonrisa de felicidad e inocencia, mostrando sin querer uno de sus colmillos. No solo esperaba no resultar mas molestia a la kunoichi que sin querer, a quien sin comerlo ni beberlo, molestó desde un principio el entrenamiento, si no que esperaba ser capaz de impresionarla, y conseguir un alago por muy pequeño que fuera la ayuda que hubiera ofrecido.
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El chico parecía una especie de camaleón humanizado. Tenía una facilidad tremenda para cambiar de colores, especialmente al rojo. Por suerte para este pequeño camaleón, la chica no había mostrado frialdad alguna, y hasta le había abrazado. Tenía suerte de que la chica fuera de esas maneras.
Tras haberlo soltado, y acariciado la cabeza, el chico afirmó que le ayudaría en todo lo posible, si es que podía. La verdad, Katomi no supo ni qué responder a eso. ¿Cómo la ayudaría a entrenar? No tenía sabía como, pero si que tenía una ligera de cómo podía empezar. No molestándola, eso era una buena manera de empezar.
—Muy bien.—
Sin perder mas tiempo, la chica se dirigió hacia el saco de boxeo. Se movió con parsimonia, pero decidida. Una vez se colocó frente al saco, blandió sus puños en alto, y adoptó una posición defensiva. Se tomó su tiempo en ello, alzando los puños con suavidad, moviendo sus piernas hasta tomar cierta linealidad, y flexionándolas para tomar una buena estabilidad.
No tardó tras tomar su posición en lanzar el primer puñetazo. El saco se torció como si hasta le hubiese dolido, con un rotundo sonido en el mismo golpeo. Había sido un puñetazo directo con su diestra, y a éste le siguió un croché de izquierda. El segundo golpe no fue tan certero como el primero, pero no era de extrañar, la zurda era su mano menos hábil. Se retiró un paso, dio otro hacia su izquierda, y alzó su pierna para golpear el costado del saco. El golpe fue rotundo, y el saco se movió de nuevo tanto o mas que con el primer golpe.
En cada golpe, la chica soltaba una bocanada de aire, intentando aliviar la respiración y soltar la tensión. Uno de los más básicos trucos del arte de taijutsu, así como seguramente de cualquier tipo de combate cuerpo a cuerpo. Sin mas, continuó su festival de golpes contra el saco de boxeo, ante la mirada del rubio.
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Con la esperanza de no molestar, se hizo a un lado, pegandose a una de las ventanas de la habitación sobre la que golpeaba la lluvia, algo mas que habitual en aquella villa, mientras Katomi se acercaba a uno de los sacos con los que llevaba tiempo entrenando antes de que el dulce chico hiciera aparición. Miró algo apenado a Katomi mientras ella sacudia el saco, golpe tras golpe, como una dura cascada; hasta posteriormente quedarse algo embobado perdiendo la mirada.
Tras darse cuenta de que se estaba casi quedando embelesado sin pensar en nada, sacudio la cabeza ligeramente agitando sus cabellos, se acaricio la frente brevemente algo todavia aturdido.
— Sigh... Menos mal que yo no soy ese saco... — Susurró de manera casi imperceptible mientras una gota de sudor frío, recorrio uno de los laterales de su rostro con los ojos entrecerrados por la impresión de como repartia patadas y codazos.
Tras ello, pego la espalda a la pared, dejandose caer de manera resbaladiza hasta el suelo, con las piernas algo flexionadas, miró al frente, perdiendose un poco en sus pensamientos. Mientras Katomi seguia repartiendo leña al saco como si descargase toda su mala uva con intención de casi matar a alguien, Len se dedicó a mirar pensando en sus cosas y apuntar algunas anotaciones en una pequeña libretita. Paso un buen rato, comenzando a atardecer, a lo que instintivamente, Len respondio a su medio ambiente con un largo bostezo con los ojos cerrados mientras estiraba sus brazos, una lagrima brotó de uno de sus ojos, acariciandoselo para quitarla mientras le hablaba a la kunoichi de cabellos palidos con una tierna voz.
— Katomi neeeeeeeeeeee-chan — Apodandola como si fuese su hermana, con la confianza del que se conoce desde toda su vida cuando su encuentro habia sido casual — Se hace tarde. ¿No estas cansada ni tienes hambre? — Miró por la ventana algo adormilado dando otro nuevo bostezo que se tapo con la mano.
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Golpe tras golpe, el saco no desistía en volver a su sitio una y otra vez. Casi parecía masoquista, aunque no tenía opciones de elegir si volver o no... no estaba vivo, por lo que esa era la única excusa que lo salvaba de tal adjetivo. Tras cada acometida, de manera disimulada, la chica observaba al rubio. El joven, parecía haber tomado de nuevo la calma, y no hacía mas que apuntar en su libreta cosas, y bostezar. Quizás se aburría, aunque no era de extrañar, observar un entrenamiento ajeno no es algo demasiado prometedor. Al menos eso pensó la chica.
—Ainsh...— Replicó en uno de sus golpes.
En éste caso, no era por cosa de la respiración, era por resignación. Al cabo de un buen rato, los golpes no dejaron de sucederse. La chica no tomaba descanso alguno, aunque había alguien que sí que se lo había tomado. El joven se había dejado caer por la pared, casi tocaba el suelo con el culo. Parecía mas que aburrido, cosa que la chica ya había notado hacía rato.
Sin mas, la llamó como si se tratase de su hermana. La chica quedó perpleja por un instante, e instintivamente dejó de golpear el saco, así como acudió a localizar al rubio con su mirada. No tardó en decir lo que pensaba, preguntaba si no estaba cansada a aquella que acababa de apodar hermana sin venir a cuento. Curiosamente, lejos de enojarse, le sacó una risa a la chica.
—Si que estoy algo cansada... supongo que está bien con el entrenamiento por hoy.— Contestó con la mano tras la nuca. —Aunque debería tomar una ducha antes de ir a comer. Si me esperas en la entrada, termino rápido y vamos a tomar algo.—
Dejada en el aire la propuesta, la chica tomó sus pocas pertenencias que reposaban en el suelo de la sala, justo al lado del saco. Lo hizo lento, esperando la respuesta del chico ante su propuesta. Evidentemente, aceptara o no, debía tomar una ducha. Fuese o no fuese a ir a comer fuera, su cuerpo se lo pedía.
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Mientras los golpes de Katomi cesaban brevemente en fuerza y velocidad, Len pensaba que su idea habia calado con la esperanza de poder incharse a comer dulces nuevamente; aunque simplemente la manera de dirigirse hacia la chica de cabellos blancos, es lo que habia realmente importado. Replicó casi como farfullando, mientras Len esbozaba una sonrisa sincera y calmada para posteriormente, aceptar su invitación.
— Si que estoy algo cansada... supongo que está bien con el entrenamiento por hoy. Aunque debería tomar una ducha antes de ir a comer. Si me esperas en la entrada, termino rápido y vamos a tomar algo. — Respondió al joven que no tardo en aceptar sin pendarlo.
— ¡Genial! ¡Por supuesto que te espero Nee-chan!— Un ligero rubor se dibujó en sus mejillas por la emoción.— ¡Te espero en la entrada del edificio! — Tal vez el tambien hubiera debido entrenar, es posible, de hecho era su intención despues de preguntar sobre aquella extraña marca, pero ya tenia excusa para todo el dia asi que por mas que alguien le insistiera en que hiciera sus ejercicios, lo máximo que iba a conseguir era escucharlo refunfuñar.
Una ola de calidez baño su corazón en el momento que Katomi le propuso ir a comer algo juntos; la soledad con la que convivia, para el era simplemente algo horrible y desesperante, tras la perdida de su único ser querido, lo que casi mas detesta en el mundo, es llegar a una casa, que tiene las luces apagadas casi siempre sin nadie mas que él para dar calor al pequeño hogar. Recogió algunas cosas suyas que todavia estaban por el suelo, y salio fugaz por la puerta lleno de alegria y vivacidad mientras extendia una mano despidiendose de Katomi para reencontrarse con ella nuevamente en un breve tiempo.
Una vez en la entrada del edificio, Len esperaba algo impaciente contando el dinero de su monedero, sentado en uno de los varios bancos que habia en la planta baja. Movia los pies hacia delante y atras, que le colgaban por su reducida estatura sin perder su sonrisa junto al brillo de sus ojos.
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Ante la respuesta de la chica, el joven reaccionó como si le hubiesen anunciado que era ganador de algún tipo de premio y se había vuelto multimillonario, una cosa alocada. Afirmó que la esperaba en la puerta del edificio, y tras tomar todas sus posesiones allí residentes, salió dirección hacia el hall del edificio. No perdió un solo segundo, la emoción lo invadía. Quizás se emocionó demasiado, o simplemente nunca había tenido que esperar a una chica mientras se arreglaba. Todo el mundo sabe que la belleza no se puede simular, pero es cierto que para sacarla a relucir es necesario tomarse su tiempo.
La kunoichi tomó una dirección similar a la del chico, pero poco después se desvió de su rumbo. El baño femenino se hallaba cerca, pero tomaba otra parte del ala este del edificio. Tras un breve rato caminando, llegó hasta el baño. Se desvistió rápidamente, y no perdió tiempo alguno en adentrarse en una aguas que rozaban la temperatura del mismo infierno. Enjabonó su cuerpo, así como su cabellera, y tras ello se aclaró con la misma brevedad; es decir no demasiada. Tras el enjabonado y aclarado, bañó su cuerpo en crema hidratante, y cerró el grifo de la ducha.
—Qué buen baño...
Realmente adoraba las altas temperaturas.
Tomándose su tiempo, la chica se dirigió hacia la taquilla que le pertenecía dentro de esos vestuarios, y tomó la ropa limpia. Se vistió apresuradamente, y se enrolló una toalla en la cabeza, asegurando toda su cabellera en el interior de la misma. Tras ello, tomó su neceser y se dirigió hacia uno de los espejos. No desperdició tiempo, se puso una base de maquillaje sencilla, un poco de colorete, y se pintó los labios en un color carmín intenso. No necesitaba mas, su belleza ya era palpable, aunque le gustaba destacarla con esos pocos detalles.
De nuevo se dirigió hacia su taquilla. Guardó la mochila con el neceser y sus productos cosméticos, así como la ropa que había usado para el entrenamiento, y la dejó en la taquilla hasta que regresase al día siguiente. No se la iba a llevar a comer fuera, pasaba de llevar la mochila a todos lados.
« Nota mental: Recoger la mochila mañana temprano y poner la ropa a lavar. »
Terminó de secarse la cabellera con un frenético agitado de la toalla que tenía en la cabellera, y dejó la toalla secando en el lateral de su taquilla, en una pequeña percha que tenía ese propósito. Su pelo no había secado del todo, cosa normal, pero al menos solo había quedado un poco húmedo. Lo repeinó hacia detrás pasando por la mitad derecha de su cabeza, y dió por terminada la ducha.
Tras asegurarse de que estaba bien un par de segundos frente al espejo, la chica tomó camino hacia el hall del edificio, donde aguardaba Len. Desde el inicio del pasillo, comenzó a ver su inconfundible cabellera. Al llegar a una distancia considerable, alzó la mano en un cordial saludo.
—Ya terminé, Len.—
Ya podían acudir a esa improvisada cita.
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Tras terminar de mirar su dinero, guardo con cuidado un pequeño monedero de color oscuro en el que llevaba monedas sueltas. Calderilla seguramente, que querria quitarse de encima como pudiera pero aun asi, era una cantidad de dinero asquible. Miraba a la puerta mientras esperaba a la kunoichi de pelo blanco, viendo como, para variar, llovia sin cesar. Acarició uno de sus hombros, como intentando darse calor con un pequeño rubor en las mejillas.
— E-Espera un momento... ¿Esto se puede considerar? ¿Una cita?.... — En ese momento, escucho la voz de Katomi proveniente del interior del edificio, quien intentaba llamar su atención moviendo la mano. Por una vez, intentó no perder los papeles y no montar una escena de las suyas, debido a la vergüenza que paso por su cabeza al pensar en lo que estaba ocurriendo. Su cuerpo se puso derecho nada mas oir la voz de Katomi y se giro lentamente a saludarla mientras una gota de sudor frío, recorrio un lateral de su rostro, saludandola a ella tambien sin levantarse del banco.
— Mierda... Y como puñetas se supone que debo actuar... No... Piensa bien... — Conversaba consigo mismo mientras la kunoichi se le acercaba — ¿Como puñetas va a ser una cita? Es decir... Es imposible
— ¡H-Hey! — Contestó con una temblorosa, para posteriormente, darse cuenta de que iba algo arreglada y ponerse mas nervioso aún, haciendo que se ruborizase algo mas.
— MIERDA — Se mordió el labio levemente para no gritar — IGNORALO, IGNORALO. YA SÉ QUE ESTA PRECIOSA, PERO IGNORALO. SOLO SOIS DOS AMIGOS QUE HAN SALIDO A... A COMER ALGO... DEJA DE DAR TODO A ENTENDER CON SEGUNDAS INTENCIONES.
Una vez estuvo cerca de él, este se levanto aun nervioso haciendo gestos de direcciones con las manos — P-Podriamos ir a... O-O tal vez tambien... Y-Y tambien e-esta... — Se atropellaba las palabras a si mismo, hasta que se dio cuenta de la tonteria que estaba haciendo, mirando a consecuencia de ello al suelo todavia sonrojado haciendo que se juntasen sus propios dedos indices.
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Lejos de parecer enfadado porque la chica hubiese tardado tanto, Len parecía mas bien nervioso por alguna extraña razón. Tartamudeo en el saludo de re-bienvenida, y se veía mas tieso que un koala en una fiesta harto de speed. Cuando intentó indicar hacia donde ir, de nuevo se hizo mas que apreciable su intenso nerviosismo. No terminó tan siquiera una sola frase, era incapaz de decir nada con sentido.
« ¿Qué le pasa a éste ahora...? »
Sin embargo, la chica no se lo tomó para nada a mal. Quizás los nervios le estaban jugando una mala pasada, quizás se había encontrado con alguna ex-novia o algo en el tiempo que ella había vuelto de la ducha... a saber.
—Si, está bien el primer sitio que dijiste.— Confirmó alzando la mano en dirección a la salida.
No había sido capaz de tomar una directriz, puesto que el chico no había dicho el lugar, obviamente iba a ir donde se le antojase. No por nada en especial, si no porque así al menos ella estaría relajada en un sitio conocido, al menos así uno de los dos estaría relajado y capaz de sostener la situación. No era una mala idea.
—La verdad es que en la venta de Tori-tori se come genial, ¿has ido muchas veces por allí?
Conforme iba hablando, no cesaba en su caminar. Entonaba un paso suficientemente lento como para que el chico la siguiese a su vera, intentando no parecer ajena y tosca. Quizás en algún momento se arrepintiese, pero en cualquier caso, absolutamente todo es buen combustible para una buena llamarada.
¿A qué iba a temer?
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Aun algo atolondrado y algo perdido en sus pensamientos, ligeramente aislado de lo que estaba ocurriendo en el exterior de su mente, su vergüenza seguia torturandole con un leve rubor y temblor por todo el cuerpo.
— Si, está bien el primer sitio que dijiste. —Señalo la salida con el joven aun nervioso. Sus palabras hicieron que se siguiera perdiendo en sus pensamientos.
— Ayyy... Que hago... Me cae demasiado bien como para perder por fin un amigo... — Se tapó la boca con una de las manos cerradas mientras la otra la acercaba a su palpitante corazón acelerado por una confusión la cual solo el tenia en su mente.
— La verdad es que en la venta de Tori-tori se come genial, ¿has ido muchas veces por allí?
En ese momento, Len se dio cuenta de que Katomi ya habia inciado el camino, por lo que algo nervioso, la siguio primero con un paso veloz, hasta ponerse a su lado, caminando entonces de manera mas tranquila y relajada. Miro brevemente a Katomi quien le sacaba casi una cabeza a él, respondiendo a su pregunta tras acariciarse los labios en gesto pensativo.
— U-Uhm... La verdad... No estoy seguro... No recuerdo bien los nombres de los lugares, pero sin embargo no me oriento mal del todo si se el lugar exacto... Supongo que es bastante raro ¿no? — Acarició su nuca, mientras soltaba una timida risa.
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