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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Por alguna extraña razón era la voz de Daru la que estaba redirigiendo la situación con aquel estúpido torneo montado por y para los Daimyos de los distintos países para ver quien tenía el mejor shinobi de entre la élite. Un medidor de egos por así decirlo donde los shinobi y las kunoichis éramos, simplemente, meras herramientas hasta el fin que todos buscaban, poder y tráfico de influencias. Sea como fuera, el brillo de la llave me cautivó por completo y antes de que Eri pudiese hacerse con su control, una de mis telarañas se había hecho con ella y la había desplazado hasta mi mano.

Debo advertirles sin embargo, que esta es la única habitación disponible. Y sólo tiene una cama de matrimonio y una cama infantil.

— Muy amable, señor

Guardé la llave después de comprobar el número de habitación en el bolsillo del chaleco.

»Me pido la infantil.

— Pues si quieres esa cama será mejor que te des prisa, no tengo ninguna intención de esperar a nadie. bastantes concesiones he hecho ya en lo que va de noche

Sin esperar nada ni nadie empecé a buscar donde estaba la susodicha habitación 124 con el claro objetivo de encontrar la dichosa cama con la que había estado soñando durante las últimas horas.



¤ Senpō: Kuromibōjin no Shiruku
¤ Arte Sabio: Seda de la Viuda Negra
- Tipo: Apoyo
- Rango: D
- Requisitos: Senjutsu 20
- Gastos: 6 CK/telaraña (1 telaraña cada 10 puntos en Senjutsu, máximo 5 telarañas) (divide regeneración de chakra)
- Daños: -
- Efectos adicionales: (Senjutsu 50) Se pueden redirigir las telarañas y hacerlas girar un máximo de 90 grados
- Carga: 1
- Velocidad: Instantánea (creación), Rápida (velocidad de movimiento)
- Alcance y dimensiones:
Sencilla creación de hilos de telaraña, estas pueden ser originadas o bien por los dedos de la mano o bien escupidas por la boca y puede llegar a alcanzar algo que esté a 10 metros. Al estar reforzadas en chakra tienen una resistencia digna de mención, siendo capaces de resistir el peso del usuario sin romperse. Aún así, cualquier daño por sección partirá en dos el hilo de telaraña. Resultan ser de increíble utilidad, desde apoyo para movimientos complicados y cabriolas hasta para sujetar un enemigo o la extremidad de este, para desestabilizarlo o hacerle mover en la dirección deseada. Las telarañas tienen la misma resistencia que cualquier otra telaraña y si es expuesta a cualquier fuente directa de fuego se quemará. Por otra parte, una vez se deje de aplicar chakra en ellas serán totalmente inservibles.

(Senjutsu 50) Alcanzado cierto nivel de maestría se puede cambiar la dirección de la telaraña al aplicar un impulso de chakra (5 CK).

Kumopansa puede utilizar esta técnica pero solo con tareas de apoyo, nunca para desestabilizar enemigos..
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Deportes ninja. Bah. Más bien un entretenimiento para Señores Feudales. «Bueno, supongo que para Señores... ya no.». Honestamente, Daruu no sabía ni por qué se le conocía tanto por haber ganado el torneo. Sinceramente, era lo menos destacable que había sucedido aquél día. Era lo último por lo que debería ser recordado.

Daruu suspiró y abrió las puertas del hotel. Desactivó el sello, y tras ellos, a unos metros, exclamó:

¡Me pido la grande! ¡Podéis compartir la infantil!
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La habitación era bastante amplia y, como el resto de la posada, bastante acogedora. Paredes y suelos de madera, con un pequeño cuarto de baño dividido por una simple puerta corredera de papel. Varios cuadros con pinturas del paisaje de Yachi, incluyendo el paisaje de los acantilados y el bosque, adornaban las paredes. Al fondo, y justo debajo de la única ventana que daba al exterior, una mesa con un jarrón con brillantes flores amarillas terminaba de adornar la habitación. Tal y como les había dicho el recepcionista, sólo había dos camas: una de matrimonio, con aproximadamente un metro y medio de ancho, y otra infantil, con sábanas con estampados de calabazas sonrientes. Junto a ellas, dos mesitas de noche con sendas lámparas sobre ellas.

Ahora, la cuestión que quedaba, y que dependía exclusivamente de nuestros protagonistas de la historia era: ¿quién se quedaría con qué cama?
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Como Amedama Daruu fue el primero en postear en llegar, tuvo tiempo de sobra para correr hacia la cama de matrimonio y echarse en plancha. Después de hacerlo, se arrepintió un poco por eso de que tenía una herida curándose en todo el pecho, y además el colchón no era del todo cómodo. El Hyūga rodó, gimiendo un poco de dolor, y se quedó un rato observando la habitación mientras sus compañeros entraban y se hacían a ella. Cuando el silencio fue lo más grande en aquella sala, dijo:

Todavía no me acostumbro. —Suspiró—. He estado varias veces al borde de la muerte, y todavía no me acostumbro. Nos entrenan desde ñinos a enfrentar estas situaciones. Me gustaría decir, irónicamente, que esta ha sido la peor, la vez que he estado más cerca. Pero no es así.

»No es así, y esa vez sí que fue horrible. Pero aún así...

»...no, todavía no me acostumbro.
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Una vez encontré el numero correcta en la puerta metí la llave en la cerradura y la giré para que el mecanismo hiciera su función y así poder abrirla. Al fin, ante nosotros teníamos lo que tanto habíamos anhelado: una jodida habitación con un par de camas que me parecían un auténtico paraíso. No tardé en adueñarme de la pequeña, posando mi espalda sobre sus sabanas.

— Así que este es el paraíso, ¿eh? — dije en un tono de broma.

Daruu, por su parte se había aprovechado para usar la cama grande, estirándose en ella y haciendo una reflexión sobre el hecho de que los shinobis enfrentaban a la muerte día tras día, misión tras misión y haciendo un breve recuento de sus situaciones de muerte que había logrado sortear.


— Supongo que nos e nos da mal. Lo de vacilar a la muerte, digo
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El estúpido de Yota se había dignado a hacer una de esas asquerosas telarañas antes de que ella tomase el objeto que abriría la puerta de su habitación. Puso los ojos en blanco, demasiado cansada para discutir más de lo necesario cuando escuchó a Daruu, más cerca.

Básicamente tras ellos.

Pues ya estamos todos. —Se dijo a sí misma, siguiendo a sus compañeros de habitación.

Llegó la última, descubriendo al amejin del grupo tirado sobre la cama de matrimonio, sin posibilidades de combatir por ella. Yota tampoco parecía haberla dejado opción ocupando la más pequeña, así que, tras un sonoro suspiro lleno de hastío, se dejó caer al suelo, sentándose con las piernas cruzadas y su cabeza apoyada en una de sus manos.

Escuchó como Daruu hablaba sobre haber estado al borde de la muerte. Ella también lo había estado, seguramente en menos ocasiones que él, pues normalmente se quedaba en la retaguardia, pero eso no quitaba que había presenciado casi asesinatos delante de sus ojos a sus compañeros.

— Supongo que no se nos da mal. Lo de vacilar a la muerte, digo.

O quizá es suerte lo que tenemos. Aunque estoy con Daruu, yo tampoco me acostumbraría... —volvió a suspirar—. Además, es agotador. Ojalá tuviéramos paz de ahora en adelante...

Se dejó caer contra aquel suelo de madera, frío y duro, pero era lo que había.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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¡¡Ahhhh, venga, no seáis así!! —exclamó Daruu, haciendo un hueco a su lado—. Que se venga quien sea. Pero que no me meta mano, que entre la chica esta de antes y Dat... —Se calló de golpe—. Que estoy muy solicitado y al final Ayame se va a pensar algo raro.

Se dio la vuelta y cerró los ojos. Ni siquiera le importó estar cargado con todo su equipamiento.

Bueno, tras pensárselo dos veces, se sentó en la cama y se desató los guantes y los portaobjetos. No quería activar el mecanismo de sus espadas en medio de la noche y cortarse un dedo. O algo peor.
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Daruu se quejó, dejando ver que, al echarse sobre la cama en plancha, claramente era una broma y que estaba dispuesto a compartir la cama grande. Eri trató de incorporarse mientras él pedía que nadie le metiera mano, que estaba muy solicitado y Ayame podría pensar algo raro. «Después de lo de hoy, normal que lo pensase...» Le dio la razón.

Tranquilo.

Levantó las manos a modo de paz. Luego se quitó su bandana de la cabeza, sus sandalias y se echó sobre la cama, demasiado cansada por todo lo sucedido para discutir con Yota sobre si debería él dormir con Daruu o ella. ¿Qué más daba? Lo único que quería era dormir en paz unas horas antes de volver a relatar todo lo ocurrido.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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¡¡Ahhhh, venga, no seáis así!!

Me estaba quitando las sandalias y la bandana de la frente además del portaobjetos y las armas que llevaba a cuestas parea dejarlas en alguna mesa o un armario cercano que encontrase. Lo que fuese que localizase primero.

Que se venga quien sea. Pero que no me meta mano, que entre la chica esta de antes y Dat... —Se calló de golpe—. Que estoy muy solicitado y al final Ayame se va a pensar algo raro.

Estuve a punto de decir que yo ya me había sacrificado antes dejando de lado a Kumopansa hasta en dos ocasiones y que era el momento e que otro se sacrificase ahora para compensar la balanza de los sacrificios de aquella noche. Pero no hizo falta. Eri ya había accedido a compartir lecho con el amejin.

«Vaya, Daruu el solicitado»

— Bueno, tratemos de descansar si os parece. Ha sido una noche demasiado larga

Y con eso me estiré de nuevo en la cama una vez que tenía mis cosas ordenaditas cubriendome con aquella sábana y con la vista clavada en el techo. Me parecía increíble que estuviésemos todos vivos. La verdad es que solo de pensarlo era de locos.
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La noche había cubierto Yachi y fuera de la Posada Cucurbita ya no se escuchaba más que el canto de los grillos. Una paz así era casi inimaginable, después de todo lo que habían pasado los tres shinobi. Poco a poco, el sueño terminó por arroparlos con delicadeza, y nada volvió a sobresaltarlos hasta la mañana siguiente.

La mañana del Día de la Cosecha había llegado. Y, si no habían tenido suficientes calabazas hasta el momento, les esperaban varias raciones más. En el desayuno, todo parecía hecho de calabaza: tarta de calabaza, bizcochos de calabaza, zumo de calabaza... De hecho, si alguien intentaba siquiera pedir algo diferente, se llevaría una mirada cargada de pesar y decepción.

Después de un abundante desayuno, que venía incluido dentro de la tarifa del hospedaje, Daruu, Eri y Yota se dirigieron al fin al hogar de Hada. En la entrada volvieron a encontrarse con Natsu y Mai, esta última con ojeras y ojos enrojecidos. La mujer apartó la mirada en cuanto vio a Daruu, y ni siquiera se dignó a darles los buenos días, pero Natsu les acompañó hasta la entrada de la morada, donde se puso firme y llamó a la puerta hasta tres veces. Al otro lado apareció, Aru, el diligente mayordomo, y con los mismos exquisitos modales que ya había mostrado en su primera visita, guió a los tres chicos hacia la misma sala donde se reunieron la primera vez.

Adelante, adelante. Pueden sentarse y esperar mientras aviso de su presencia a la señora. ¿Desean tomar algo mientras tanto?
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Eri fue la primera en despertar, quien se encargó de llamar a sus compañeros para no llegar tarde a su encuentro con la alcaldesa de Yachi, Hada. No sin antes disfrutar de un merecido desayuno creado a partir de calabazas, cortesía de la posada donde habían pasado la noche. Eri no dudó en coger fuerzas para el día siguiente, sobre todo de una tarta dulce de calabaza que estaba de rechupete. Una vez hubieran terminado sus compañeros, pondrían rumbo a su cita.

Allí se reencontraron con Mai, quien no tenía un buen aspecto. Eri saludó de forma cortés pero no recibió respuesta de la chica. Natsu fue más amable, guiándoles hasta la entrada donde dio paso a Aru para mostrarles el camino.

No gracias, es usted muy amable —declinó la Uzumaki con un asentimiento de cabeza. Demasiado había comido ya como para meterse algo más en el cuerpo.

Miró a sus compañeros, esperando por su respuesta.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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Por increíble que pareciese, dormimos toda la noche del tirón hasta que Eri amaneció y le dio por despertarnos tanto a Daruu como a mí. Aunque me hubiese quedado un buen rato más haciendo el manta y el vago, entendí que era hora de ponerse en marcha y poner rumbo a un desayuno que no esperaba en lo absoluto. No obstante, como suelo decir... cuando uno va de viaje por ahí debe adaptarse a la cultura y tradiciones del lugar así que traté de saborear aquel desayuno a base de calabaza porque... todo llevaba algo de calabaza.

Tras aquel desayuno tan particular los tres shinobis pusimos rumbo al ayuntamiento donde reportaríamos todo lo sucedido durante la jornada anterior en Yachi y cómo erradicamos de raíz los problemas de Yachi, lo cual no fue tarea sencilla, ni mucho menos. En la puerta de entrada, como en el día anterior yacían aquel chico que siempre cuidaba de la otra chica, la cual estaba jodidamente colgada de Daruu, su aspecto era visiblemente deplorable y no pude evitar sentir lástima.


— No merece la pena que te pongas así por nadie. Deberías pasar página y tratar de disfrutar de la vida. De hecho... Estos dos han dormido juntos — le dije al oído para evitar las represalias de mis compañeros de misión.

No pude evitarlo. Y aunque era cierto, no lo hicieron bajo la idea que claramente empezaría a sobrevolar la cabeza de aquella muchacha. El chico nos acompañó hasta la sala en la que en el día anterior Hada nos dio los detalles de la misión. Allí estaba su fiel mayordomo que nos ofreció algo para beber aunque, obviamente no estabamos muy por la labor de eso tras el tremendo desayuno que nos habíamos tomado.

— Oh, yo tampoco tomaré nada. Muchas gracias

Por ahora ya solo quedaba esperar a la llegada de Hada.
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Calabazas. Calabazas. Putas calabazas. ¡Todo estaba hecho con calabazas! Ya era suficiente tener que caminar por el pueblo con todas esas calabazas mirándoles, pero Daruu juró aquél día que si comía un solo trozo más de bizcocho de calabaza o tomaba un solo trago más de zumo de calabaza, se convertiría en el nuevo asesino en serie de Yachi.

El Hyūga pasó por la pueta sin dirigirle la mirada a ninguno de los dos guardias. Ya se había sentido suficientemente incómodo el día anterior. Él no lo supo, pero la sucia rata traidora de Yota había metido el dedo en la yaga de Mai. Quizás su subconsciente llegó a intuirlo, porque cuando subía las escaleras acompañado de sus compañeros de misión de Aru, le pitaba de forma molesta un oído.

Adelante, adelante. Pueden sentarse y esperar mientras aviso de su presencia a la señora. ¿Desean tomar algo mientras tanto?

Si tiene calabaza, no —cortó Daruu secamente, de inmediato, y tomó asiento. Cuando Aru se fue, dirigió la vista a sus compañeros—. Anoche fui a visitar a esa chica de la entrada. Me disculpé con ella. La pobre estaba completamente borracha —comentó para cortar el silencio incómodo—. Espero que se olvide pronto y levante cabeza. Creo que debería darle una oportunidad a ese otro chico.

»¿Habéis visto cómo me miraba? Odio ser el centro de atención, y entre la una y el otro... se nota a la legua que está coladísimo.
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El último en acceder a aquella especie de sala de reuniones fue Daruu que rechazó, al igual que los demás, el ofrecimiento. Especialmente si llevaba el ingrediente estrella de Yachi. La dichosa calabaza. No era para menos. Aquellos días todo tenía sabor a calabaza y uno tenía la sensación de que cualquier otro sabor era producto de la imaginación.

Anoche fui a visitar a esa chica de la entrada. Me disculpé con ella. La pobre estaba completamente borracha

Ah si, la chica de la puerta, la misma que montó el numerito de anoche cuando el amejin le dio... bueno, exacto, calabazas. Pero aquellos no fueron las calabazas que gustaban a nadie. En ocasiones tampoco eran plato de gusta para el que las daba.

Espero que se olvide pronto y levante cabeza. Creo que debería darle una oportunidad a ese otro chico.

Me senté en una de las sillas mientras seguíamos haciendo tiempo para que llegase Hada.

»¿Habéis visto cómo me miraba? Odio ser el centro de atención, y entre la una y el otro... se nota a la legua que está coladísimo.

— Supongo que te refieres a la chica del numerito de ayer, la misma que estaba en la puerta del ayuntamiento con un aspecto más bien tirando a lamentable. La verdad es que no sé qué ha visto en ti que no tenga el otro chaval. Supongo que para ella las apariencias importan más que nada, imaginate salir con un jōnin y todo un shinobi de Amegakure. sería el orgullo de su familia, seguramente

Saqué la petaca de mi pantalón y tomé uno de mis caramelos, luego la abrí y la ofrecí al amejin y a la uzujin.

— ¿Queréis uno? Prometo que no llevan calabaza
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Ante la declinación de los tres shinobi, Aru se fue y pronto Daruu comenzó una conversación mientras Hada venía. Les comentó acerca de lo ocurrido la noche anterior con aquella muchacha, su borrachera y una oportunidad con nosequién. ¿Cómo se había dado cuenta de tantas cosas en dos días?

Luego Yota añadió lo suyo. Eri suspiró mientras el kusajin sacaba cualquier cosa de sus bolsillos.

Es normal, ganaste hace poco el Torneo de los Dojos y eres un buen partido, como dice Yota —concedió la Uzumaki—. Es solo que, a veces, no podemos ir con un cartel donde ponga lo siento, tengo novia, o novio, pero ya me entiendes —se encogió de hombros—. Supongo que es lo que nos toca.

Terminó y cogió un caramelo de Yota para matar el tiempo.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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