Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Daruu agachó la cabeza y arrugó la cara. Sintió un poco de asco. Esa forma de pensar era odiosa, y además, viendo la reacción de la chavala, lo más probable es que fuera así. Quizás sus compañeros lo decían por consolarle, pero no lo lograron. Se sentía fatal. Era la primera vez que tenía que rechazar a alguien. Claro que él era un caso particular.
Era la primera vez que tenía tanta atención sobre él.
—Venga, gracias. —Tomó un caramelo de Yota. Pero se lo pensó unos segundos. Como si...
Poco después de que los jóvenes mantuvieran su charla, la figura de Hada hizo acto de presencia en la sala de reunión. La mujer había recogido su pelo entrecano en un apretado moño sobre la cabeza, y ahora en lugar de la horquilla con forma de calabaza recogiéndole el flequillo llevaba un par de palillos sujetando el recogido. Obviamente, terminados ambos en una calabaza de gesto alegre y la otra enfadada.
—¡Oh, que alegría veros de vuelta sanos y salvos! —exclamó, dando una alegre palmada antes de tomar asiento a la cabeza de la mesa, tal y como hizo la vez anterior. Sus ojos acaramelados recorrieron la distancia entre los tres shinobi, y cierta mueca de decepción apareció en su gesto cuando vio que sus invitados habían rechazado, nuevamente, probar las deliciosas especialidades de Yachi. No comentó nada al respecto, sin embargo, había asuntos más urgentes que tratar—. Mis guardias ya me han comentado por encima que tenéis buenas noticias que contarme, ¡pero no les he dejado que me arruinen la sorpresa! Así que... ¿Y bien? ¿Distéis con la causa de las desapariciones? ¿Y los tres desaparecidos? Quiero saberlo todo, con todo lujo de detalles.
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31/07/2021, 13:51 (Última modificación: 31/07/2021, 13:53 por Sasagani Yota. Editado 2 veces en total.)
Ambos tomaron uno de aquellos dulces mientras trataban de pasar página con lo de la chica esa. No obstante, Daruu lo hizo con alguna que otra reserva. Tanto Eri como yo pudimos ver como se detuvo momentáneamente como si pasase algo o vete tu a saber qué. Finalmente se lo metió en la boca. Poco después llegó Hada ante la ansiada reunión.
«Por fin podremos acabar con esto» pensaba, con una sonrisa esbozada solo de pensar que aquello era el fin de la misión.
—¡Oh, que alegría veros de vuelta sanos y salvos!
Oh, sí. Sanos y salvos. Pero nos había ido de poco, muy poco de ir cayendo como si fuéramos moscas. Solo de pensarlo se me ponían los pelos de punta.
Mis guardias ya me han comentado por encima que tenéis buenas noticias que contarme, ¡pero no les he dejado que me arruinen la sorpresa! Así que... ¿Y bien? ¿Distéis con la causa de las desapariciones? ¿Y los tres desaparecidos? Quiero saberlo todo, con todo lujo de detalles.
— Creo que le han informado bien —di un rápido vistazo y vi que mis compañeros de misión no parecían muy por la labor de empezar a hablar.— Nos separamos para encontrar pistas en las tres ubicaciones donde se cometieron los tres. Yo por mi parte no encontré nada más que una casa desvalijada en la que apenas se encontró algún que otro rastro de sangre reseco en el hogar de Kuro Waka. Fue Daruu quien descubrió la pista que nos fue más útil, ¿noe s así?
Mi mirada se clavó en el rostro del amejin. De esta forma le di el relevo para que continuase con el relato de lo sucedido.
Hada terminó con la conversación al aparecer, vestida de ocasión para la celebración de la calabaza que se iba a llevar a cabo en Yachi. Tomó asiento y expresó una grata alegría al verles a todos bien, luego preguntó por lo sucedido a pesar de que los guardias podrían haber explicado lo ocurrido. «Quizá la chica no tenía ganas de decir nada...»
Yota fue el primero en hablar, explicándole lo que él había logrado ver. Luego quiso dar paso a Daruu, quien encontró realmente lo que les llevó a quien estaba detrás de todo, sin embargo; ella quiso añadir:
—En la ubicación de la desaparición de Taka Shigeru había un árbol partido, luego me encontré con una niña que dijo que su amigo Doro había desaparecido, y justo allí, el lugar donde Daruu había encontrado al... Culpable, estaba secuestrado el niño —explicó a grandes rasgos—. En pocas palabras: nos libramos de él. Está sellado en la cueva, por lo que quizá sería buena idea ocultarla por si a alguien se le ocurre volver allí.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
En su opinión, Hada mostraba una actitud demasiado alegre para el tema que estaban tratando. Daruu arrugó la nariz inconscientemente mientras sus compañeros hablaban.
—...el niño está a salvo —añadió Daruu, para aclarar el relato de Eri—. Sobre la cueva, deberíamos derrumbar la entrada, sino toda la maldita cueva. Ese monstruo no es el único de su especie. —Daruu bajó la cabeza y se apoyó las manos en la frente—. Durante otra misión, en el Cementerio del Gobi, yo y mi... —«Rōga...»—. Nos encontramos con un grupo de cultistas. Consiguieron resucitar a un... shinigami. —Hizo una pequeña pausa—. Podéis creerme o no, pero ese espíritu me poseyó y casi no lo cuento. Y parece ser que ahora anda haciendo algo similar con más gente.
»Aunque ese parecía más bien uno de los cultistas. Chicos. Necesito que estéis alerta. Y que notifiquéis a Uzushio y a Kusa que hay otro enemigo prioritario suelto. —Hablaba más para sus compañeros que para Hada—. Shiro Shinigami, el Purgador. Me resulta curioso...
Dirigió la vista hacia Hada.
»Dado que este es un tema de relevancia internacional, voy a solicitar ahora su colaboración. Cuando este... ser... resucitó, no paraba de repetir que éramos indignos, por ser mercenarios, por ser asesinos... pero su subordinado estaba matando gente aparentemente inocente. Niños. Un anciano —explicó Daruu, haciéndose entender con las manos—. Es algo que no termina de cuadrarme. Ese espíritu hablaba de purificar el mundo de gente indigna, y con los shinobi puedo llegar a entenderlo. Pero antes de poseerme a mí por accidente, trató de hacerlo con una niña por considerarla pura, inocente.
»¿Qué tendría en común esta gente para necesitar ser "purificada"? —declaró Daruu—. ¿Era un sirviente fiel del Purgador, o un loco al que sus poderes legados se le habían subido a la cabeza?
Yota fue el primero en hablar. Al parecer, los tres shinobi se habían separado para recabar información en las tres ubicaciones donde se habían producido las desapariciones.
Él, por su parte, no encontró mucho más que el hogar de Kuro Waka, ahora carcomido por el paso del tiempo y sin muchas más pistas que algún rastro de sangre reseca. Hada asintió, sombría. Aquello era lo único que habían encontrado sus propios guardias cuando habían llevado a cabo la investigación del antiguo veterano.
Eri, por otro lado, se había dirigido hacia el lugar donde había desaparecido Taka Shigeru. En el parque no encontró más que un árbol partido pero, al parecer, y fuera del conocimiento de Hada, aquella misma noche se había producido otra desaparición. La de un niño pequeño de la aldea al que alguien había secuestrado y al que, aparentemente, habían conseguido sellar en el interior de una cueva.
—¡Ay, no, el pequeño Doro! —exclamó, llevándose las manos a la boca con gesto de horror—. ¿Pero quién era ese monstruo? ¿Y qué es eso de que le habéis... "sellado" en una cueva?
Estaba claro que la pobre mujer estaba lejos de conocer las artes de los shinobi.
Pero fue Daruu el que complementó el relato de su compañera. Pero entonces comenzó a relatar una historia que parecía estar sacada de un libro de historias de terror. La historia de un culto dedicado a Shiro Shinigami, el Purgador. Hada escuchaba, con los ojos abiertos como platos y la piel pálida como la cera.
—U... Un shinigami... —balbuceó. Entonces rompió a reír. Una risa nerviosa, casi histérica—. Muy... ¡Muy divertido, sí! Pero... creo que deberías reservarte esas historias para la Noche de la Cosecha. ¡A los niños les encantará!
Daruu formuló varias preguntas a Hada al respecto de aquel supuesto shinigami y su relación con las víctimas.
—Creo que me he perdido en algún punto de la historia... —confesó, abrumada—. Mira, las gentes de Yachi son gente de bien. ¡No hay ningún indigno ni nada por el estilo! La pobre anciana, Waka, Shigeru... ¡Por no hablar de Doro! ¡Calabazas, es un niño travieso, quizás con la mano un poco suelta, pero jamás le haría daño a una mosca!
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Daruu se levantó con el ceño fruncido. Apretó los dientes y se cruzó de brazos.
—Mire, señora. Soy un shinobi, no un feriante ni un juglar —espetó el Hyūga—. Yo no cuento historias para que usted se lo pase bien. ¡Es información, y muy preocupante! Si no se toma el trabajo de proteger a los suyos en serio, al menos tómese el nuestro en serio.
»Ninguna estúpida fiesta está por encima de la vida de la gente. Me aseguraré de reportar cuales fueron sus prioridades a la Arashikage durante todo este calvario.
Daruu salió de allí hecho una furia. Aquella noche se había jugado la vida. Lo mínimo que podía esperar es que la responsable de la aldea le tratase como una adulta y no como una niña grande a la que el cargo le viene grande.
Al parecer a la alcaldesa le costaba retener toda la información que le estábamos haciendo procesar. Tanto fue así que le parecía hasta divertida.
«¿Qué cojones le pasa?»
Incluso a mí, que apenas vi mi vida peligrar del modo que sí lo hizo la de Daruu contra aquel Shinigami me resultaba de lo más atrevido el tomarse todo aquello como un cuento para asustar los niños en una noche de luna llena. Mis manos se movieron hasta mi frente, deslizándose hasta tapara mis ojos para emitir un profundo suspiro.
Normal que Daruu se pusiera como se puso. Había perdido el control y se estaba expresando con suma transparencia. Tanto fue así que se vio obligado a levantarse y largarse de la estancia.
— Joder, termina tu con las explicaciones, Eri
Tras un chasquido de lengua, me levanté y fui a por el amejin. Cuando di con él traté de detenerle agarrándole del brazo.
— Para, joder. —traté de decir con una voz lo más amigable posible.— Ya sé que Hada ha sido una gilipollas ahí dentro, pero acabemos esta misión como Rikudō-sennin manda. Luego ya informarás a tu aldea de que Yachi está regida por unos indeseables
Eri esperó a que Daruu explicara lo que él sabía, clarificando algo que ella no había dicho «Uy». Escuchó atentamente su relato más aquello que ella desconocía, llevándose una mano a la boca, tapando su creciente sorpresa al escucharlo.
«Debemos alertar a las villas inmediatamente.»
Sin embargo, Hada se lo tomó como una historia que contar durante las celebraciones, nada que necesitara realmente atención. Eri frunció el ceño, claramente ofendida por haber escuchado aquello de la máxima autoridad de Yachi, importándole un pimiento la vida de la gente de su propio pueblo.
Daruu se adelantó, cantándole lo que probablemente los tres shinobi habían pensado.
—Mire, señora Hada, esto es real, igual que las desapariciones y la muerte de su gente a manos de esos cultistas. Hay que hacer algo, pero para ello necesitamos seriedad, y usted no está colaborando de ninguna manera —Eri se puso recta, alejándose de su lado para marcharse, no sin antes añadir—: yo también notificaré su comportamiento, espero que mejore la próxima vez que nos veamos.
Eri se fue, dispuesta a encontrar a sus compañeros.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Lo que pasó a continuación dejó estupefacta a Hada, que contempló con los ojos como platos cómo sus invitados se iban levantando y se marchaban, claramente irritados.
—E... ¡Esperad! —exclamó, saliendo detrás de ellos. Sin embargo, se quedó en el marco de la puerta, repeinándose entre movimientos nerviosos de manos—. Comprendedme, por favor, estas tierras no están acostumbradas a las artes de los shinobi y... todas esas cosas extrañas. Hasta ahora habíamos sido un pueblo normal, con vidas normales. Es un poco difícil de asimilar... —Y lo seguía siendo, a juzgar por la expresión de su rostro—...que tenemos shinigami entre nosotros y gente secuestrando a nuestros vecinos para Kami-sama sabe qué. No era mi intención ofenderos de ninguna manera, y lo último que querría es que os marchárais de aquí con un regusto tan amargo. Si lo deseáis, podéis quedaros a la Fiesta de la Cosecha que se celebra esta noche.
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A pesar de su marcha, Hada salió como si su vida dependiera de ello de la estancia, tras ellos. Eri se giró, aún con el ceño fruncido, para enfrentarla.
— Entendemos que sea algo difícil de asimilar, sin embargo, esto es muy grave y no hay que tomarlo a la ligera —volvió a repetir, cruzándose de brazos—. Debería informar a sus guardias de la situación y mantenerse alerta aunque haya una celebración llevándose a cabo —pidió—. Gracias por la oferta, Hada-san, pero me temo que debo declinar. Mi deber ha concluido y he de informar a Uzushiogakure para ponernos manos a la obra con este asunto. De nuevo: gracias por su hospitalidad.
Se giró a sus compañeros, esperando por sus contestaciones. Ella ya había acabado.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Yota le detuvo del brazo. Daruu tensó todo su cuerpo durante unos segundos, luego respiró hondo y contestó:
—En realidad, la misión ya está terminada —dijo—. Pero como quieras. Eso sí, yo ya paso de hablar más con ella.
Justo entonces Hada salió tras ellos y, desde el marco de la puerta, lanzó una serie de excusas que Daruu para nada comprendió. Bueno, sí que comprendía los argumentos, pero era de esperar que hubiese reaccionado con miedo, o como mínimo con interés, si antes de aquello eran un pueblo normal, con vidas normales, como decía ella.
Es curioso. La gente creía en los dioses, les rezaba todas las noches, y ponían velas y otras ofrendas a los muertos de su familia. Pero claro, es mucho más fácil creer teóricamente y para lo que a ti te interesa en esas cosas que admitir que han sido muy reales durante una noche, y para mal.
—Yo no tengo el cuerpo para fiestas —zanjó Daruu, sin emplear más palabras de las necesarias—: marcharé enseguida e informaré a Amegakure. Además, sigue usted insistiendo en celebrar esa estúpida fiesta. Como mínimo debería haber un luto.
«Pero estoy seguro que usted sabe mucho más de gobernar que yo.»
—En realidad, la misión ya está terminada —dijo—. Pero como quieras. Eso sí, yo ya paso de hablar más con ella.
Era algo. Alguna cosa me decía que era mejor irse en paces, por decirlo de algún modo y en especial para el amejin puesto que compartían país con la gente de Yachi. De cualquier modo y sin tiempo para la reacción, eri también había cruzado la puerta y por su semblante lo debió de hacer de un modo aprecido al de Daruu.
«Joder, ¿es que no entiende nada?»
Las pelirroja se nos acercó ante mi perplejidad ante la incapacidad de manejar todo aquello por parte de Hada, quién también apareció tras la puerta con unos mínimos de voluntad de redirigir la situación a su favor.
Comprendedme, por favor, estas tierras no están acostumbradas a las artes de los shinobi y... todas esas cosas extrañas. Hasta ahora habíamos sido un pueblo normal, con vidas normales. Es un poco difícil de asimilar... —Y lo seguía siendo, a juzgar por la expresión de su rostro—...que tenemos shinigami entre nosotros y gente secuestrando a nuestros vecinos para Kami-sama sabe qué. No era mi intención ofenderos de ninguna manera, y lo último que querría es que os marchárais de aquí con un regusto tan amargo. Si lo deseáis, podéis quedaros a la Fiesta de la Cosecha que se celebra esta noche.
La primera en contestar fue Eri que le dio un discurso que tranquilamente podríamos haber dado cualquiera de os tres shinobi. El sentimiento cada vez estaba más generalizado y yo también iba a tener que informar de todo aquello a mi aldea.
—Yo no tengo el cuerpo para fiestas
«Ni yo, ni yo...»
marcharé enseguida e informaré a Amegakure. Además, sigue usted insistiendo en celebrar esa estúpida fiesta. Como mínimo debería haber un luto.
— Me temo que lo que dicen mis compañeros es cierto. No puede ignorar el problema de yachi. Ni por una festividad ni por nada, hay que tomar cartas en el asunto. comos mis compañeros voy a informar de todo lo sucedido a mi aldea, así que no voy a poder quedarme a las fiestas de Yachi
Las respuestas de los tres shinobi cayeron sobre Hada como tres jarros de agua congelada. La mujer hundió los hombros, con un pesado suspiro.
—Lamento que esa sea vuestra decisión. Marchad, pues. Y gracias por vuestro servicio, habéis salvado Yachi.
Pero no lo entendía. No podía hacerlo. No le habría extrañado tanto de Uzumaki Eri o de Sasagani Yota, pero de Amedama Daruu no se lo había esperado. Él era un shinobi de Amegakure, después de todo, compartían país, pero desde el principio se habían negado a probar los dulces típicos de Yachi y ahora se negaban a acudir a la tradicional Fiesta de la Cosecha. Se sentía herida en su orgullo, en su patriotismo de su aldea. Y aunque no lo dijera en voz alta, era evidente por su actitud que era así. Pero no podía obligarles a nada, por lo que lo mejor era que marcharan cuanto antes.
Al menos habían cumplido su misión con éxito, pero era probable que las relaciones de Yachi con las tres aldeas quedara un poco más... fría.
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