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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Un pastel pensado para unas cinco personas había desaparecido bajo misteriosas circunstancias en una habitación cerrada, era imposible la entrada a la misma ya que la puerta tenía el pestillo, la ventana asegurada y con las cortinas cerradas, solo una persona en el interior del departamento y justamente, esta persona tenía rastros de chocolate en el rostro, adornando un poco más su ya moteado semblante.

¿Sería ella la culpable de la atrocidad contra el dulce universo de los pasteles? Sí, es sabido que sí así que no hace falta darle más vueltas al asunto.

Luego de que Akame la tirase abruptamente al suelo, ya no sabía cómo hacerle frente pero si llegaba a regresar en ese preciso instante era muy probable que terminase por darle un buen puñetazo en la cara.

En ese momento recordó que momentos atrás, una chica había llamado a la puerta y también había pasado una nota por debajo de la puerta que por algún motivo no se había dignado a levantar, seguramente por la ira y la depresión que le habían dado por lo ocurrido, pero ahora era un buen momento para aparecerse por los aposentos de aquella desconocida…

No había mucha necesidad de arreglarse demasiado, ni siquiera de peinarse un poco el cabello que tenía algo revuelto así que dejó la bandeja en la que había estado el pastel, fue hasta la cocina a buscar una bolsa con bollos dulces en la nevera y después, tras levantar y leer rápidamente la nota de la otra kunoichi, se dirigió a la puerta de Eri, solo por descarte ya que no había ninguna otra kunoichi según recordaba.

—¿Hola? —preguntó con tono neutro a la vez que llamaba a la puerta.

Hablar con otra del sexo femenino tal vez le sea útil para desahogarse un poco de lo que le acababa de ocurrir con el Uchiha.
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#2
Aquel día le estaba resultando tremendamente improductivo, es más; quería irse a dormir todo el tiempo que pudiese para que pasase pronto. Había visto a Datsue y hoy tampoco había sido el día en el que hablarían sobre lo del torneo, que claro; aunque ella ya tenía toda la información que necesitaba, quería hablar con él, algo dentro se lo decía, pero por otra parte su ego decía que le diesen por saco y que pasase página.

Su estómago rugió y ella se revolvió entre sus sábanas, pero no quería comer, no se lo merecía, ¡había hecho total ridículo allí! ¿Y su hermano? No habló con él, ni si quiera sabía si había venido a verla o no. «Aunque hubiera sido una pérdida de tiempo,» pensó «No se hubise perdido mucho.»

Sin embargo algo rivalizó con los sonidos poco normales que hacía su estómago vacío y demandante de comida, y eso fue la voz femenina —y neutra— de alguien fuera de su habitación. Rápidamente la cabeza de Eri se irguió y su cabeza trabajó a toda velocidad.

«¡Koko-san!»

Su cuerpo rodó y se dio de bruces contra el suelo, pero veloz se levantó y se apresuró a abrir mostrando una imagen a la persona que estaba allí llamando a su puerta un tanto desaliñada: sus ropas no estaban todas en sus sitios correspondientes —y no traía la túnica abierta que había dejado encima de la mesa y que había usado como excusa para hablar con la rubia— y el pelo lo traía revuelto, parecía incluso que se acababa de levantar de la cama.

Y eso tenía parte de verdad.

¡Hola! —exclamó Eri mientras sujetaba el pomo de su puerta, un poco indecisa por no saber qué decir —. ¡Kageyama Koko-san! E-estaba buscándote, creo que esto es tuyo...

Con paso apresurado volvió al interior de su habitación, la cual sí que se encontraba recogida a excepción de unos cuantos libros y pergaminos junto a algunos objetos personales de la joven sobre la cama y demás lugares; tomó su chaqueta y se la tendió a la joven rubia que estaba en la puerta.

L-lo encontré en tu puerta tirado...

Sabía que era mentira, todo era una mentira.

Pero sería una mentira hasta el final.
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#3
No había motivos para no hacerle visita a aquella chica que momentos atrás había llamado a la puerta, aunque tampoco tenía una buena excusa para no haberle atendido en el momento salvo tal vez decir que había estado durmiendo o similar, después de todo era un tanto dudable que no haya escuchado absolutamente nada desde el otro lado de la puerta.

Poco después de haber llamado a la puerta, un golpe se escuchó, como si hubiesen dejado caer algo al piso en el interior de la habitación pero pronto la puerta se abrió y una joven algo baja de estatura pero muy bonita se asomó del otro lado.

—Hola —alcanzó a saludar esbozando una sonrisa.

Pero antes de proseguir indicando que no se había dejado absolutamente nada perdido, la contraria prosiguió dejando en claro que sabía bien quien era y también, mostrándole una prenda que... Sin lugar a dudas le quedaría algo pequeña.

—Nop, no es mío —indicó tras estirar un poco la prenda con la mano que tenía libre.

Habrá sido de alguien más que pasaba, pero de la pecosa no podía ser ya que la chaqueta era algo corta para ella.

—Te llamas Eri, ¿verdad? Fuiste compañera de promoción de Noemi —este era un intento por entablar conversación con la de ojos morados, necesitaba hablar con alguien luego de lo que pasó—. ¿Cómo te fue en la pelea?

Realmente no sabía hacia donde llevarse la conversación, pero hasta el momento siempre le había servido sacar el tema de su hermana o en este caso, hablar sobre el torneo y que Eri estuviese alojada en uno de estos pequeños departamentos indicaba indudablemente que estaba participando, o en su defecto que su participación ya había terminado como la de la rubia.
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#4
La joven que tenía delante negó por completo que la prenda que ella había encontrado era suya.

«Y no me extraña, esto no le cerraría...»

Y no era para nada porque Koko tuviese unos kilos de más ni nada por el estilo, era por lo que le sobraba de talla en la parte de arriba de su cuerpo. Claro que Eri tenía, y bastante; pero no podía competir con la kunoichi que tenía delante. Eso y que tenía una extraña pero atrayente belleza, ¿serían sus pecas? ¿Su precioso tono de cabello? ¿Todo de ella?

El aura que transmitía era algo con lo que Eri no podía —ni estaba segura de que quisiese— competir.

—Te llamas Eri, ¿verdad? Fuiste compañera de promoción de Noemi —la de cabellos morados asintió tomando de nuevo la prenda que había tomado Koko segundos atrás —. ¿Cómo te fue en la pelea?

«Mierda.»

El tema del que no tenía muchas ganas de hablar.

Creo... Que este no es momento ni el lugar adecuados para hablar de eso —murmuró la joven mientras miraba a ambos lados de la puerta —. ¿Por qué no pasas y hablamos dentro? Tengo té, y algunas galletas que compré el otro día.

Y es que aunque no quisiese hablar del tema, quería simplemente charlar y tener la compañía de alguien. Se echó a un lado dejando espacio suficiente para que la kunoichi del remolino pasase dentro, invitándola con la mirada y una tímida sonrisa.
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#5
Ni siquiera sabría decir de quién podría ser aquella prenda, pero tampoco se le ocurrió a la rubia que la de menor estatura podría estarle mintiendo o algo parecido respecto a esa chaqueta, pero tampoco era algo grave, no era como si estuviesen escondiendo un cadáver o... ¿tal vez sí? Bueno, no era asunto suyo, era de Eri y ya se tendría que arreglar sola.

De cualquier modo, una de las preguntas que le soltó a la peli-morada en un intento por romper el hielo dio justo en un tema que no parecía serle de agrado. «Probablemente haya perdido también, aunque dudo que haya sido tan mala como yo »razonó al no ver que la joven que tenía delante estuviese golpeada ni nada, en cambio ella, la Kageyama, tenía la piel de un tno rojizo que dejaba en evidencia que preservaba las quemaduras de aquellas técnicas que le había tirado Akame durante la pelea.

—Permiso —comentó más bien por cortesía cuando pasó al interior de la habitación—. Tengo unos bollos dulces rellenos con crema —agregó sonriendo y alzando la bolsa que tenía en mano.

Entre las galletas y los bollos dulces Koko seguramente se decantaría por los bollos, aunque no iba a despreciar comida, jamás lo haría así fuera algo que le desagrada y menos si se trata de algún dulce o comida chatarra, de esa que los shinobis deberían evitar a toda costa para evitar problemas de salud y eso.

—Respecto de la pelea, si te sirve de consuelo, me dieron una paliza y no pude hacer nada al respecto —le dijo a Eri esbozando una media sonrisa nerviosa—. Y casi me quedo en evidencia frente al público también.

Con tanto fuego parte de su ropa se había hecho cenizas y justamente, un sector de la espalda de la chica había sido afectado así que con un mínimo movimiento se podría haber mostrado un tanto más de lo necesario.
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#6
Al parecer Koko había tenido una idea similar a la de Eri cuando mencionó que tenía bollos dulces rellenos de crema, y lo peor es que por dentro la de cabellos morados comenzó a sentir algo más de ganas de charlar con ella, e incluso robarle un par de aquellos bollos.

«¿Cómo sabrían los bollos hechos con galleta?»

Seguramente a galleta, pero ahí había bollos y galletas, no bollos de galletas.

Bueno, volviendo a lo que nos concierne, cuando la rubia pasó a su habitación Eri cerró la puerta con suavidad para no dar un portazo, ya que al estar acostumbrada a que la puerta de su casa tuviese problemas con el suelo y no cerrar bien, no dejaba de dar golpes al pobre cacho de madera sin querer.

—Respecto de la pelea, si te sirve de consuelo, me dieron una paliza y no pude hacer nada al respecto —mencionó la kunoichi de cabellos dorados una vez dentro de su habitación, haciendo que la atención de la otra fémina volase en su dirección mientras tomaba asiento en la cama, invitándola a sentarse allí ya que bueno, era más cómodo —. Y casi me quedo en evidencia frente al público también.

Vaya, Koko-san, no lo sabía... —alegó Eri mientras abría un poco la boca, claramente sorprendida por el atrevimiento de la rubia para contar aquello, y es que ella misma no sabía qué había ocurrido en los demás combates —. Yo... Bueno, fue corto, me tocó contra Datsue... Y bueno, te lo puedo resumir en... Uchiha —su tono de voz cambió a uno más serio, luego se levantó de la cama y fue a por dos vasos de barro para meter un poco de té verde en cada uno —. No me di cuenta de que... Bueno, que era Uchiha, ¿sabes? Fue un poco frustrante, al final acabó por clavarme un kunai por detrás, mira.

La de cabellos morados —que se encontraba de espaldas a Koko— se apartó su cabello y parte de su túnica para enseñar la venda que cubría el boquete que le había hecho Datsue. «Me va a quedar marca... Y cómo pica la condenada.»

Lo peor, sin lugar a dudas, fue lo que vino después... —prosiguió una vez consiguió verter el líquido en las tazas, luego acercó un pequeño taburete que tenía por ahí a la cama para dejar los vasos de barro y seguir con su relato —. En el kunai, no te lo pierdas... ¡Había un sello explosivo! ¿Te lo puedes querer? ¡Me quiso explotar! ¡A mí! ¡Una compañera de su propia villa! Y eso que el torneo era amistoso...

»Pero bueno, no te quiero aburrir con toda la historia... Que aunque dijese que no era ni el momento ni el lugar... Es que, bueno, nunca es malo contárselo a otra persona, desahogarse...

Suspiró y abrió la bolsa de galletas.

Perdón, Koko-san, también me gustaría saber algo de ti —pidió con una sonrisa, intentando disipar el rencor que aun guardaba al Uchiha —¿Contra quién te tocó? —preguntó, intentando enfocar en la rubia el tema de conversación.
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#7
Si con aquellas grandes verdades acerca de su pelea no lograba levantarle mínimamente el ánimo a la peli-morada, no lo lograría con nada, a no ser que como Akame pueda sacarle algo con un abrazo que con palabras era más que seguro que no lo lograría por la falta de tacto. Pero no parecía en necesidad de tal cosa, es decir, estaba hablando perfectamente y no se cortaba.

Curiosamente, la de menor estatura comenzó a abrirse un poco al respecto de su pelea, incluso mostró una venda donde supuestamente le habían clavado un kunai y que obviamente una marca le dejaría. También otros detalles que hicieron que la rubia soltase una ligera risa, no por burla hacia Eri sino más bien porque había enfrentado la misma suerte y se lo hizo saber una vez terminó de hablar.

—No te preocupes —alegó haciendo un gesto con la mano justo cuando tomaba asiento justo al lado de la chica—. Me tocó contra Uchiha Akame —hizo un especial énfasis en el apellido—. Me quemó viva con un par de técnicas de katon y mi ropa casi queda hecha cenizas ahí en plena pelea, también me clavó un par de shurikens en la espalda que si tocas… —en ese momento Koko se giró un poco para darle la espalda a la contraria.

En esa instancia estiró un brazo y señaló cerca de uno de los omóplatos y con el otro señaló del lado contrario y bastante más abajo, cerca de la cadera.

—Aquí y aquí, también tengo vendas y seguramente me queda marca. No tenemos suerte por lo visto.

Tras esos comentarios la chica se dio la vuelta una vez más para al menos no darle la espalda a la Yuki.

Ambas se enfrentaron a Uchihas y ambas terminaron mal y con al menos una marca que seguramente las acompañaría por el resto de sus vidas… Hablamos de cicatrices, obviamente. De todas formas, hablar solamente de aquel catastrófico encuentro seguramente no sería ameno para ninguna de las dos así que levantó la bolsa que se había traído.

—¿Un bollo?
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#8
«Y pensar que yo era la que había tenido peor suerte... A ella le tocó Akame, no sé quién es peor de los dos, la verdad.»

A ella habían intentado explotarla de la forma más literal de la palabra, pues a Koko parecía que querían tostarla cual rebanada de pan. Y para colmo también había recibido daños por arma como ella por la espalda —como ella—, y cuando le dio la espalda y la rubia enseñó los daños que había recibido, solo pudo pensar en que aquella kunoichi no era tan distinta a ella.

No, la verdad es que no tenemos suerte —coincidió con Koko mientras se llevaba una mano a su herida por inercia.

Sin embargo, allí estaban, pese a que habían perdido, pese a que quizá habían hecho el ridículo frente a un público no muy agradable, pese a que seguramente su Kage pueda estar decepcionada... Ambas estaban allí, hablando como dos adolescentes normales.

—¿Un bollo?

¡Oh! Claro, gracias —agradeció mientras tomaba uno de los bollos que ofrecía, con delicadeza se lo llevó a la boca y pegó un pequeño bocado que le supo a gloria, ¡Qué delicia! Era el mejor dulce que había probado en la vida —junto a los dangos, que eran sagrados para ella— vamos; si las nubes tuviesen sabor seguramente sabrían a aquel dulce relleno —. ¡Qué rico! ¡Están deliciosos! —dijo cuando ya no tenía dulce entre los dientes.

»Por cierto, ¿has vuelto a ver a Akame después del combate?
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#9
Ninguna de las dos kunoichis había tenido suerte con su contrincante y cada una se había llevado una marca que probablemente las acompañaría por el resto de sus vidas.

De cualquier manera podían darse el lujo de relajarse por unos días ya que no iban a tener que volver a pelear, al menos no para el asunto relacionado con el torneo lo cual, para Koko al menos que seguía con la piel ligeramente quemada, serviría para terminar de recuperarse —y tal vez darle un golpe a Akame la próxima vez que le vea—.

—¿Verdad que sí? —Secundó ante los halagos hacia el bollo dulce.

Se había encontrado una pastelería bastante grande en la que justamente también había comprado el pastel que ahora mismo su estómago digería.

Pero pronto la conversación daría un giro brusco, dando directamente en la llaga de la pecosa a la que rápidamente se le borró la alegre sonrisa.

—Sí, hasta hace un rato estaba con él —respondió con absoluta sinceridad—. Tuvo que irse por una urgencia pero... Todo en orden.

Mentira, se había ido de muy mala forma.
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#10
Ambas coincidieron de que los ricos —y condenados— bollitos estaban extremadamente deliciosos, así que en cuanto terminó el suyo, terminó por tomar otro y comerlo un poco más deprisa que el anterior. ¡Benditos dulces!

—Sí, hasta hace un rato estaba con él —dijo la rubia, y Eri se sorprendió al escuchar la sinceridad de sus palabras —. Tuvo que irse por una urgencia pero... Todo en orden.

Oh, vaya, ¿era grave? —preguntó preocupada al escuchar aquello —. A lo mejor estabas con él cuando pasé por tu habitación, aunque, bueno, puede resultar gracioso... —hizo una pausa mientras desviaba un poco la mirada —. Pensaba que cuando llamé no querías abrirme, aunque, claro, ¡no sopesé que estuvieses fuera!

Luego dejó caer su cabeza hacia delante.

Me siento muy estúpida por ello, lo siento, de verdad, es solo que desde que... Bueno, Noemi no está, he perdido prácticamente la relación con todas las kunoichi que conocía de Uzushio... —alegó mientras levantaba la mirada, con un brillo de tristeza en ellos —. Esto... Es cierto, eras familiar de Noemi, ¿no? ¿Sabes cómo está? —aquello iba cargado de curiosidad, pero también de culpabilidad, si ella se hubiera trevido a ir donde los Sakamoto no tendría que estar preguntando a terceros.
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#11
No fue hasta después de hablar que se dio cuenta de lo que podría interpretarse al decir ”estaba con él” teniendo en cuenta el contexto y demás, es decir, si Eri escuchó algo en el interior de la habitación de la rubia definitivamente podría sacar la conclusión de que ambos habían estado encerrados en la misma habitación, completamente solos y luego para no levantar sospechas de nadie Akame terminó por irse por la ventana. «Ca-ra-jo »Pensaba separando en sílabas sin motivo aparente.

—No, creo que tenía que ir a comprar algo antes de que el local cerrase —mintió con un tono neutro e intentando restarle toda la importancia posible al asunto.

Más preguntas al respecto y la chica se quedaría sin ideas y le costaría más mentir, ahí sería cuando la peli-morado seguramente terminaría por entender que le estaban mintiendo y de ahí podría sacar todas las conclusiones que se le antojasen. Tampoco era como si Koko fuese a admitir abiertamente que se había estado besuqueando con alguien a quien apenas si conocía.

Pero una vez más, su amada hermana la salvaba directa o indirectamente. Aunque como de costumbre, siempre el asunto siempre termina por derivarse en algo un tanto triste.

—Pero… —murmuró, frunciendo el entrecejo porque le daba cierta impresión de que habían dado por muerta a Noemi.

De todas formas, no se atrevió a interrumpir a su interlocutora, prefirió dejarla seguir hasta que concluyó todas las ideas y dejándole una duda que al responder seguramente podría alegrar un poco a la curiosa.

—Físicamente está bien, ya se ha recuperado —indicó desviando la mirada al techo de la habitación—. No ha estado muy feliz últimamente pero seguramente si se encuentra contigo se alegre aunque sea un poco, y es que desde que renunció perdió contacto con todo el mundo y apenas sale de la mansión.

Mientras hablaba, la pecosa comenzó a pensar en una buena manera de lograr un reencuentro, ya que no era tan sencillo entrar en contacto con aquellos nueve dentro de la residencia Sakamoto.

—Aunque sin invitación escrita, los guardias no te dejarán entrar, ni tampoco se plantearán el preguntar a nadie.

Hablando de aquel clan, las opciones eran pocas y la única que se le ocurría implicaba mediar a pesar de ser una exiliada.

—Los fines de semana, Noemi y otro de mis hermanos vienen a visitarme a mi departamento, para asegurarse que estoy bien y eso. Si quieres puedes venir alguna vez —al momento de decir eso la Kageyama se giró para mirar de frente a Eri—. Es la única manera que se me ocurre porque después de lo que ocurrió, Noemi prefiere no mostrarse demasiado y por ello casi no sale de su habitación siquiera. Para empeorar las cosas yo no tengo permitido el acceso a la residencia ni nada similar al clan así que el único contacto que tengo con ella es durante su visita los fines de semana o mediante mi otro hermano.

No hay más opciones, al menos si solo se habla con Koko, la exiliada. Si fuese alguien más dentro del clan probablemente las cosas serían muy distintas.
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#12
¡Oh! No, no pensaba que Noemi está... Bueno, que no está; vaya, solo que le ocurrió algo malo y por eso tuvo que dejar esta vida, la de shinobi, n-no me malinterpretes —pidió mientras se rascaba la nuca, la verdad es que no se había explicado bien, incluso parecía haberla dado por muerta.

Sin embargo Koko hizo gala de muy buena educación, dejó terminar a Eri para luego hablar ella sobre su hermana. Al parecer ella ya estaba bien, al menos físicamente hablando, y eso hizo que una pequeña parte de su corazón se alegrase al escucharlo. ¡Eso eran buenas noticias!

Sin embargo parecía que si no ibas avisando con mucha antelación, no podrías entrar en la mansión de los Sakamoto. Era entendible pues al ser una familia como ella y con el problema que había tenido Noemi, seguramente habían duplicado la vigilancia y sobre todo la seguridad.

Pero un rayo de esperanza brilló en sus ojos al escuchar como Koko mencionaba lo de que Noemi, junto a otros hermanos suyos; iban a visitarla a su apartamento.

¡C-Claro que me encantaría! Soy muy estúpida y debería haberle hecho una visita antes, pero me daba vergüenza, ¿y... Y si no era bien recibida? O quizá se haya enfadado por no recibir una visita... —suspiró mientras alejaba el bollito de su boca, dejando caer su cabeza hacia abajo —. ¿C-crees que está enfadada conmigo? Y-yo, bueno, quizá no sea tan importante pero... ¡Ya sé! ¡Le llevaré algún detalle! ¡En compensación por tener una amiga tonta!
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#13
Que Noemi estaba muerta ya era algo común de escuchar, no bonito pero sí común y es que no podía culpar a nadie de pensar en aquello si después de aquel día la chica nunca jamás volvió a ser vista fuera de la vivienda Sakamoto.

De todas maneras el malentendido fue aclarado y ahora Eri se mostraba sumamente alegre al escuchar aquellas posibilidades que la pecosa le había mencionado. Aunque no era nada seguro.

—No te preocupes por eso, ten en cuenta que no ha vuelto a salir por voluntad propia y seguramente entiendas un poco en cuanto la veas.

«Entenderás que no quiere que la vean como una lisiada »Concluyó en su mente, sin atreverse a dar los detalles o podría cargarse el buen ambiente que se había generado.

—Aparte que ella sí es bien tonta, podría haberse puesto en contacto con alguien, podría haber hablado contigo o algún otro amigo en lugar de encerrarse en su habitación a llorar como una pasmada —dijo algo fastidiada antes de tomar una galleta y engullirla.

No se llevaba mal con su hermana, pero habían actitudes que definitivamente no podía entender y esa era una de ellas, ¿por qué esconderse de sus amigos? Es cierto que ahora depende bastante de otros y que ya no podrá dedicarse al oficio de shinobi como los demás, pero había perdido dos miembros justamente por irse a cumplir una jodida misión de rango A que para colmo figura como cumplida… Puede darse por satisfecha con ello así no haya hecho absolutamente nada, después de todo no todos los genins tienen la posibilidad de colarse en una misión de semejante magnitud y regresar con vida.

Justo después de tragar la galleta, Koko centró su mirada en la peli-morada con una sonrisa.

—¡Ya le podrás decir lo que piensas cuando la veas! —Comentó alegre—. Es más, cuando viene a casa suele quedarse a pasar la noche, si quieres puedes quedarte y te pones al día con ella.

Total, la Yuki había demostrado tener cierto amor por los dulces y cualquier persona que amara los dulces definitivamente era buena persona. Al menos esa era la lógica de Koko.
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#14
—No te preocupes por eso, ten en cuenta que no ha vuelto a salir por voluntad propia y seguramente entiendas un poco en cuanto la veas.

Eri no dijo nada ante eso, no podía hablar mejor dicho, ella no sabía como la Sakamoto se encontraba, ni físicamente ni... Psicológicamente. Ojalá Haskoz...

«No, no pienses en él.»

Negó con la cabeza ligeramente para evitar que aquellos pensamientos se acercasen a su mente y miró a Koko, quien acababa de sonreír mientras la miraba.

—¡Ya le podrás decir lo que piensas cuando la veas! —Comentó alegre—. Es más, cuando viene a casa suele quedarse a pasar la noche, si quieres puedes quedarte y te pones al día con ella.

¡Qué guay! —exclamó poniéndose de rodillas en la cama de la emoción, tanto que casi se cae de ella, sin embargo luego se estabilizó un poco, lo suficiente para cambiar su semblante de excitación por otro un poco más decaído —Pero... ¿No seré una molestia? Es decir, es tu casa... Tu hermana... Yo solo seré una desconocida, ¡ni si quiera nos conocemos!

Frunció el ceño mientras volvía a sentarse con las piernas cruzadas.

¿Qué te parece si jugamos a un juego? Se llama el juego de las preguntas, va de que cada turno una le pregunta algo a la otra y la otra contesta... Así podemos conocernos mejor «Podría haber pensado otro nombre mucho mejor, pero en dos segundos creo que no tenía opción...»

Esperó por la respuesta de la Kageyama mientras tomaba un sorbo de su té, y aunque sonase infantil, estaba emocionada también por ello.
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#15
Hablar con aquella kunoichi era de lo más sencillo, con cada frase que soltaba también la acompañaba con alguna expresión que delataba lo que estaba sintiendo, así se contradijera con sus palabras.

—¿Molestia? Estás loca —le espetó acompañando a sus palabras con una breve risa—. A mi me da igual, después de todo eres amiga de Noemi y eso me es suficiente.

Fue entonces cuando la peli-morado propuso que ambas jueguen a un juego que probablemente, por su título, ya podría saberse perfectamente tanto las intenciones como la idea general del juego. Algo simple y ciertamente efectivo si intentamos relacionar a dos personas que solamente se llegaron a conocer por causa de un evento a gran escala.

—Por mi bien —aceptó imitando a la contraria para sentarse enfrentada a ella—. ¿Empiezas?
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