—Claro, además, hace tiempo que estaba buscando a Nabi. Tengo que comentarle cierta cosa de vital importancia para la Villa Aunque me temo que eso tendrá que ser en… privado.

CHANCHANCHANCHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN. Desde luego Haskoz y yo no teniamos muchos temas de conversación por los que tuvieramos que hablar en privado. Las opciones se encontraban tan reducidas que solo podían ser dos cosas, la votación sobre qué kunoichi estaba más buena o cómo me las ingenie para que sus ropas de recambio de la última clase de Taijutsu olieran a perro mojado. Cualquiera de las dos opciones era un tema que prefería evitar.

—¿De nuevo lo de la votación? Va siendo hora de que lo superes.

— ¿Votación?

Vale, la cosa estaba peor de lo que pensaba. Noemi lo sabía y al llegar al barco Noemi parecía enfadada con alguien, ese alguien era Haskoz, quien ahora queria hablar conmigo en privado. El muy cabrón se había ido de la lengua para ganarse la confianza de su ligue, habíamos hecho un trato joder. Maldito traidor hijo de un chacal. Clavé la mirada en Haskoz y apreté los dientes, me contuve de hacer comentario alguno sobre el tema.

— Sí, hablemos en privado.

Por suerte, la rubia se llevó a Eri al otro extremo del navío. En cuanto se alejaron lo suficiente me giré hacia Haskoz y le agarré del cuello de la camiseta.

— ¿Nos has vendido, traidor? ¡¿Para marcarte un tanto ante Sakamoto?! ¿Cuanto le has contado? ¡¿Cuanto sabe?! ¿¡Se lo va a contar a Eri-chan!? Joder, Haskoz. Nos has jodido pero bien.

La violencia no iba a solucionar nada y me preocupaba más qué pensaría Eri-sama si ahora se enterara de que la mitad de los shinobis que conoce tienen pensamientos perversos con ella. Ahora que por fin había atraído su atención se iba a ir todo a la mierda, sabiendo como es Sakamoto le contará hasta los fueras de juego, los penaltis, las tarjetas.

¿Y si no solo era sobre la votación? ¿¡Y si lo sabía todo!? La única forma de salir impune era que el barco se hundiese. Daba dos pasos en una dirección y giraba en redondo para volver por donde había venido, y así estuve dando vueltas a mi mismo y a mi cabeza. Ganas de tirar a Haskoz por la borda intensifies.

—¿De nuevo lo de la votación? Va siendo hora de que lo superes.

—Dije cierta cosa de vital importancia para la Villa, no para tu… —ego. Pero, antes de que pudiese terminar la frase, Eri le interrumpió. Quizá fuese lo mejor. Lo mejor para sus maltrechas mejillas…

—¿Votación? —preguntó la pequeña de las kunoichis, con voz inocente. Haskoz la miró, sorprendido, para luego desviar la mirada hacia Noemi. Había entendido por ella que todas las chicas estaban al tanto de la votación ultrasecreta, pero parecía que no era el caso de Eri… A aquellas alturas, tampoco le importaba demasiado.

Pero no parecía ser el caso de Nabi, cuya habitual cara risueña se transformó de pronto en un rictus tenso. Cuando ambas kunoichis se alejaron para darles privacidad, Nabi le cogió del cuello, fuera de sí:

—¿Nos has vendido, traidor? ¡¿Para marcarte un tanto ante Sakamoto?! ¿Cuanto le has contado? ¡¿Cuanto sabe?! ¿¡Se lo va a contar a Eri-chan!? Joder, Haskoz. Nos has jodido pero bien.

La expresión de Haskoz no podía reflejar mayor indignación. ¿Él, un sucio traidor? ¿Y además por algo tan banal como reírle las gracias a una chica? Haskoz soltó una carcajada ácida, por no darle un cabezazo, y le dio un par de golpecitos con la punta del dedo índice en la sien.

—Piensa con esta cabecita tuya antes de decir estupideces, ¿quieres? ¿En qué cojones crees que me ayudaría contarle a Noemi que media Academia suspira por ella? ¿Hmm? Como si no tuviese bastante ego ya... —se quejó, pese a que, en cierto modo, sí lo había hecho—. Claro que no fui yo, joder. Pero sí, lo sabe. Lo sabe todo… o casi todo. Y no solo ella sino la mayoría de chicas. De hecho me sorprende que Eri no sepa nada. Escucha… —Haskoz le tomó por los hombros y le detuvo de seguir dando vueltas en círculos, como un paranoico—. Hay una rata entre nosotros, Nabi. Un sucio y asqueroso traidor. Juramos por la gloria de Uzu no revelar nada de esa votación, y esa promesa no duró ni lo que tarda un Kusareño en perder un combate. ¡Que ya es decir! —exclamó, alzando las cejas. Entonces se inclinó hacia él y bajó la voz—. ¿Y sabes lo que pienso? ¿Más allá de la traición? Pienso que si un shinobi no es capaz ni de mantener en secreto una nimiedad como esta, no se le puede confiar los secretos de una Aldea. Así que es nuestro deber como shinobis ocuparnos de él y enseñarle por las malas lo que es la lealtad… o lo que les pasa a los que carecen de ella.

»Te diré quién fue, e incluso por qué lo hizo, si quieres. Pero antes dime: ¿estás conmigo en esto o no?

Una mirada fulminante fue la que le dedicó Noemi al peli-blanco solo para indicarle que no terminase aquella oración o las consecuencias podrían ser atroces, al menos para él, a ella poco le importaba considerando el estado de ánimo que traía por culpa del chico.

De cualquier manera terminaría arrastrando a Eri a otra parte del barco donde la conversación de los shinobis no fuese audible, ni siquiera le interesaba saber lo que pudieran llegar a hablar de esa votación teóricamente secreta así que no daría demasiado detalle a la Yuki.

—Ignora lo de la votación, es una estupidez sin sentido. —Sería lo único que le diría con la intención de liquidar el interés que la contraria pudiera llegar a tener al respecto.

Y al final, la peli-morado si bien ahora la llamaba por el nombre, seguía usando esos honoríficos que usualmente se empleaban con desconocidos o gente que te resulta bastante indiferente si vamos al caso. «Supongo que un par de prácticas juntas no es suficiente para considerarlo amistad. »Pensaría la rubia tras suspirar pesadamente ya resignada de todo intento de convencer a la kunoichi contraria de dejar de llamarle con el “san”.

—Que nos hayamos graduado no significa que nos tengamos que distanciar sin más, ¿verdad? —Diría en un primer momento mirándola de arriba abajo. —Digo, ¿cómo te ha ido desde la graduación? ¿Has hecho algo interesante como kunoichi? —Sería lo primero que preguntaría, a final de cuentas Eri llevaba razón en algo y es que mucho no se conocían.

«Hubiese sido bueno haber prestado algo más de atención a los demás. »Se lamentaba la rubia mientras intentaba hacerse una buena idea de por dónde llevar la conversación, cómo último recurso tenía el preguntar lo que Haskoz le había pedido aunque no necesariamente iría a darle esa información a él.

—Ignora lo de la votación, es una estupidez sin sentido.

Eri asintió no muy convencida, pues la verdad que quería saber a qué se refería con lo de esa tal votación... Sin embargo luego se lo planteó dos veces antes de preguntar una segunda vez pues podría ser algún tema íntimo de Haskoz y Noemi y ella ahí ya no pintaba nada.

Así que se dejó llevar.

— Que nos hayamos graduado no significa que nos tengamos que distanciar sin más, ¿verdad? Digo, ¿cómo te ha ido desde la graduación? ¿Has hecho algo interesante como kunoichi?

— Tienes razón, Noemi-san. — Afirmó formando una sonrisa en sus labios. — Es bueno cuidar de los lazos que hemos formado, sino... Suelen romperse. — Afirmó mientras reposaba ambas manos detrás de su espalda mientras entrelazaba sus dedos, inclinándose un poco para asomarse al mar.

Pausó un momento mientras disfrutaba de la brisa marina, incluso se vio tentada de cerrar los ojos y dejarse llevar, pero en el último momento se contuvo pues podría parecer algo extraño ante los demás.

— He viajado. — Dijo al cabo de unos segundos. — Fui al Valle del Fin, al Puente Kannabi también... Incluso he estado en el Bosque de la Hoja. — Hizo una breve pausa al recordar lo que allí vio, algo que no debía revelar. — He... Estado intentando hacer misiones, pero no sé si las llevé bien o no, no me han dicho nada.

Se encogió de hombros mientras desviaba la mirada hacia el horizonte, luego suspiró, cerró los ojos, y se dio la vuelta para encarar a Noemi pensando que seguramente la vida de la rubia era muchísimo más interesante que la suya. Sí, había viajado y había conocido a mucha gente, pero tampoco había tenido experiencias nuevas y gratificantes como kunoichi.

A excepción de su viaje a la Hoja.

O lo que quedaba de ella.

— ¿Y tú?

El rostro del Uchiha cambió con mis palabras, pero mis dotes sociales no daban para averiguar al instante qué coño significaba, a eso hay que añadirle el hecho de que yo estaba más pallá que pacá en ese momento. Estaba nervioso, casi rozando la histeria. Estuve a punto de empezar a morderme las uñas, lo cual era un gran error, pues las uñas largas te permiten apuñalar a gente estando desarmado y abrir las latas de conservas en un periquete.

Entonces un sonido la mar de estridente y desagradable salió de la boca de Haskoz, me giré alarmado solo para verle como si se estuviera riendo de algo. ¿Eso había sido una risa? Porque hubiera jurado que el barco acababa de atropellar un delfín de Amegakure y éste se había quedado pegado y sufriendo y ese era un quejido de puro dolor amenio.

—Piensa con esta cabecita tuya antes de decir estupideces, ¿quieres? ¿En qué cojones crees que me ayudaría contarle a Noemi que media Academia suspira por ella? ¿Hmm? Como si no tuviese bastante ego ya...

— Touché.

Estaba pasando, empezaba a pensar en voz alta. Ese día no hacía más que empeorar para mí.

—Hay una rata entre nosotros, Nabi. Un sucio y asqueroso traidor.

— ¿No me digas? ¿De verdad? ¿Noemi no se enteró por el elefante que va anunciandolo? ¡¿Eres imbecil o qué?! ¡Ya he pillado que hay un traidor! Si no eres tú, ¿quien es, Haskoz? ¿QUÍEN?

Las dos primeras preguntas eran claramente sarcasticas. Joder, si Noemi lo sabía era jodidamente obvio que alguien se lo había dicho. Al parecer, el shinobi que tenía enfrente había seguido hablando mientras yo soltaba mi monologo, soltó un monton de palabras con consonantes de las que ni me enteré.

»Te diré quién fue, e incluso por qué lo hizo, si quieres. Pero antes dime: ¿estás conmigo en esto o no?

Pusó sus manos sobre mis hombros, deteniendome de mi paseo enfermizo. Yo coloqué las mias sobre los suyos, para estar a iguales.

— Haskoz, yo estoy con quien he estado siempre, Uzushiogakure. Ahora bien, el argumento de que el ego de Sakamoto es más grande que nuestros propios pensamientos y que Onindo, es un buen argumento. ¡Pero no es suficiente! ¿Qué pruebas tienes? ¡¿Quien es, Haskoz?! Si no me lo dices consideraré que eres tú. Un traidor a nuestra patría. ¡A nuestra santa villa!

¿Qué tienes, Uchiha? Dame información y despues negociaremos.

No estaba tan loco como para matar a nadie por traicionar una promesa de colegiales. Sin embargo, tendría que asegurarme de que ese mentecato no vuelve a tomarse el nombre de Uzushiogakure en vano.

—Está bien, te lo explicaré todo —unidos por ambos brazos como estaban Haskoz y Nabi, tan juntitos el uno del otro, a ojos de un tercero bien podía parecer que estuviesen a punto de…

¡Puaj! Haskoz se separó de pronto, asqueado de su propio pensamiento. Trató de recomponerse de sus pensamientos perversos y, tras unos instantes, continuó:

—Resulta que estaba en una cita con Noemi —empezó Haskoz, tratando de demostrar primero su inocencia a un Nabi que no hacía más que sospechar de él—. Ella hablaba de lo típico, ya sabes… De lo típico que suele hablar. —No quiso especificar más. Teniendo en cuenta que Nabi la acababa de describir a la perfección, sospechaba que no hacía falta—. Llegó cierto momento que me puso nervioso tanta confianza en sí misma y traté de… Bueno, lo típico, tirar un dardo por aquí, una bomba de humo por allá… Ponerla celosa, vaya. Así que cuando dejo caer, muy de manera indirecta, que a mí quien en realidad me gustaba en clase era otra… Va y me dice… —Ladeó la cabeza solo para comprobar que Noemi y Eri seguían a lo suyo, en la otra punta del barco, antes de continuar—. Va y me dice: “Pero si tú me votaste a mí en la votación esa que hicisteis los chicos”. Bueno, ya te imaginarás como me puse. Casi me da un infarto. Primero de todo, sabía que yo la había votado a ella. Y segundo, sabía de la existencia de la jodida votación. ¿Y sabes que más me dijo? Que a los dos días de hacerla ya se lo habían largado todo. A ella y a más de la mitad de las otras chicas. “Algunos de tus amigos son bastante bocafloja”. Palabras textuales, Nabi. Palabras putas textuales. ¿Y quién es el bocafloja en cuestión? Ah, esa sí que es buena. Si viviese en una alcantarilla sería el rey de las ratas. El ser más sucio y miserable que piso Onindo desde los albores de los tiempos. Feo como él solo y tan podrido por dentro que el estiércol acumulado en Ushi parece perfume en comparación.

»Sí, es justo en quién estás pensando —dijo, leyéndole la mente. Entonces, escupió las últimas palabras con todo el asco que pudo transmitir:—. Senju Riko, el traidor de toda una generación de ninjas.

Las palabras de la Yuki resonaban en la cabeza de la rubia que no sabía si tomarse eso en serio, aunque había que reconocer que si no era ella la que saludaba probablemente Noemi nunca se hubiese percatado de la presencia de otros dos ex compañeros de la academia.

Finalmente una breve explicación de cómo la contraria había invertido su tiempo tras graduarse llegó, no era realmente lo que Noemi esperaba y ni siquiera supo cómo interpretar lo referente a misiones cosa que dejó en claro cuando una de sus delgadas cejas se elevó por encima de la altura de la otra.

Pero no dijo absolutamente nada, al menos no en aquel preciso momento en que se quedó inmovilizada apreciando a su compañera, hasta que esta habló devolviendo la pregunta inicial.

—Poco después de la graduación solicité mi primera misión, una pesadilla con una cabra es lo que fue. —Confesó la Sakamoto dedicando una mirada de asco al mar. —Fuera de eso no hice mucho más que valga la pena mencionar aparte de un viaje raro al país del fuego y… —En ese preciso instante la chica decidió hacer una pausa no muy segura de sí continuar o no.

«¿Cuenta como algo de importancia esa cita rara? Supongo que sí porque así empezamos. »Pensaba seriamente la rubia cuya mirada seguía perdida en el mar y sus brazos se habían cruzado delante de su cuerpo realzando ligeramente su busto inconscientemente.

—Y una cita con Haskoz, la verdad es que no hice mucho más que eso y entrenar en casa, supongo que tú también habrás estado puliendo tus habilidades entre viajes. —Noemi hizo una pequeña pausa para volver a mirar a Eri a los ojos esbozando una sonrisa. —No querrás ser como Okura y seguir como genin el resto de tu vida, ¿verdad? —Agregó acompañando sus palabras con una risilla.

Ella al menos pretendía alcanzar a sus hermanos lo antes posible o mínimo morir en el intento.

«Con que Noemi también ha hecho una misión... Vaya, también ha tenido que lidiar con ovejas...»

Sin embargo la rubia hizo una pausa tras comenzar a relatar lo que ella misma había hecho, como si decidiese contarlo o no, ¿sería importante? ¿Algún secreto? ¿O no le daría importancia? La joven la miraba, expectante, curiosa, con los ojos bien abiertos mientras que la que la tenía en ascuas miraba al mar, tranquila, con su larga melena dorada ondeando al viento.

Si hubiera tenido una cámara de fotos le hubiera encantado guardar aquel momento, sin embargo se mordió la lengua tras sus pensamientos, ¿en qué narices pensaba?

—Y una cita con Haskoz, la verdad es que no hice mucho más que eso y entrenar en casa, supongo que tú también habrás estado puliendo tus habilidades entre viajes. No querrás ser como Okura y seguir como genin el resto de tu vida, ¿verdad?

«Así que una cita con Haskoz... Vaya...»

La joven titubeó entre girarse y mirar a Haskoz o mantener la mirada fija en Noemi, así que tragó un poco y esperó a que llegasen para intentar analizar un poco el asunto. ¿Una cita? Como lo que había pensado ella que estaban haciendo allí, pero... ¿Qué habría visto en Haskoz? No era que fuese... Feo, pero tampoco destacaba si no fuese por que era Uchiha, y tal, ¿saldría con él porque es Uchiha?

— He estado entrenando, sí, mira. — La pequeña hizo una pausa, movió su mano e hizo el sello de la liebre para, segundos después, crear una pequeña rosa de hielo en su mano izquierda. — Toma, para ti. — Se la tendió a la kunoichi que tenía al lado. — No durará mucho, pero al fin he logrado dominar algo de mi clan... — Una débil sonrisa se apoderó de sus labios, entre orgullosa y apenada pues en sus trece años de vida solo había logrado dominar una técnica del clan, mientras que su hermano había dominado prácticamente la mayoría.

Vi en su cara que iba a empezar un monologo, y me propuse dejarle con su monologo, sin dar vueltas. Sin embargo, el nerviosismo en mi era poderoso, así que empecé a añadir comentario a su monologo mientras él lo monologueaba.

—Resulta que estaba en una cita con Noemi. Ella hablaba de lo típico, ya sabes… De lo típico que suele hablar.

— De ella, supongo.

Me llevé el puño derecho a la boca para no empezar a morderme hasta el tuetano, apretando los dientes contra el nudillo.

—Llegó cierto momento que me puso nervioso tanta confianza en sí misma y traté de… Bueno, lo típico, tirar un dardo por aquí, una bomba de humo por allá… Ponerla celosa, vaya. Así que cuando dejo caer, muy de manera indirecta, que a mí quien en realidad me gustaba en clase era otra… Va y me dice… Va y me dice: “Pero si tú me votaste a mí en la votación esa que hicisteis los chicos”.

— ¡Joder, entonces ya lo sabe todo! Jooooooooooder.

Intentaba no expoliarme demasiado con mis breves interrupciones, pero era díficil como una misión de rango D para un Jounin amenio.

— Bueno, ya te imaginarás como me puse. Casi me da un infarto. Primero de todo, sabía que yo la había votado a ella. Y segundo, sabía de la existencia de la jodida votación. ¿Y sabes que más me dijo? Que a los dos días de hacerla ya se lo habían largado todo. A ella y a más de la mitad de las otras chicas. “Algunos de tus amigos son bastante bocafloja”. Palabras textuales, Nabi. Palabras putas textuales.

Ya no quería ni decir nada, me lleve la mano a los ojos, tapandomelos para no llorar. Traicionado antes de siquiera llegar a ser Chunin y por un compañero de villa, no cabía en mi de la frustración, incluso el viaje en barco con Eri-hime perdía importancia ante la opción de colgar de los huevos en el poste del centro del Jardín de los Cerezos a ese hijo de kuseño. Usé toda la voluntad que tenía, que no era mucha, pero era suficiente para no estropear un viaje romantico de dobles parejas a las islas del té. Debía contener mi poder.

¿Y quién es el bocafloja en cuestión? Ah, esa sí que es buena. Si viviese en una alcantarilla sería el rey de las ratas. El ser más sucio y miserable que piso Onindo desde los albores de los tiempos. Feo como él solo y tan podrido por dentro que el estiércol acumulado en Ushi parece perfume en comparación.

Cogí al vuelo todas las pistas que me lanzaba Haskoz, mi memoria no daba para mucho, y muchos de los de su graduación solo conocía sus caras y algo vago que podría ser su nombre. Con esa descripción, los que más me encajaban eran Ayame, el Uchiha ese que siempre estaba mu callao, y Kotezuma, un chaval que más que un shinobi parecía un samurai con tanto amor a las katanas. Claro que habían algunos vacios mentales sobre otros componentes de la misma graduación.

»Sí, es justo en quién estás pensando. Senju Riko, el traidor de toda una generación de ninjas.

Senju Riko, Senju Riko... Una parte de mi desconfiaba fuertemente de Haskoz, parecía seguro de ello, pero su fuente era Noemi, de quien tampoco me fiaba demasiado, y si... Noemi había nombrado a Riko, que era el tio más bueno de la generación de cuello para arriba, para poner celoso a Haskoz... Sin embargo, en ese momento me dejé llevar.

— ¿Riko? ¡¿Senju Riko?!

Moderé mi volumen al instante, me lleve de nuevo la mano a los ojos y la bajé lentamente mientras hacía fuerza hacia mi cara.

— ¡Que he hecho una misión con ese chico, ¡una misión, Haskoz!! ¿Cómo coño no pasaste una circular o algo? Que vivimos a tiro de piedra los unos de los otros, que hemos ido a la misma academia a pata durante años. ¡He depositado mi confianza en un shinobi del cual no nos podemos fiar! ¡¡Y me lo dices ahora!! ¿Quien más sabe esto? ¿Quien no lo sabe? ¿Lo sabe alguien? ¡He estado en el mismo equipo que él en los juegos! ¡¡Y ME LO DICES AHORA!! Eres el peor shinobi informando de la historia de los shinobis.

A excepción de la última exclamación, conseguí controlarme para susurrarlo todo, incluso las exclamaciones. Expiré y aspire, suspiré y desuspiré. Hasta que volví a sentir las orejas y los pies.

— ¿Y ahora qué?

Yo ya sabía qué iba a hacer, buscar a Riko, la confianza que tenía en él era la misma que tenía en Haskoz, uno de los dos estaba en el bando equivocado. O Haskoz se equivocaba con su acusación o Riko se equivocaba de villa, las traiciones son de amenios. Los kuseños aún no tienen huevos suficientes para traicionar a nadie.

—Puede ser que lo sea —reconoció Haskoz, ante la acusación de Nabi de que era el peor shinobi informando de la historia—. Pero, ¿y sí hay más Rikos entre nuestro grupo? Gente que quiera contárselo a alguna chica, ¿pero que por temor o lo que sea no se atreva? Si se lo contamos a todo el mundo, podemos provocar que esos indeseables ya no tengan razón alguna para retenerse, y se lo larguen a alguna de las pocas chicas que todavía no se haya enterado… como Eri. Por eso estoy siendo especialmente precavido.

El hecho de que, tras enterarse de la noticia, hubiese pasado el resto de días tonteando con Noemi tampoco ayudaba, claro, a buscar tiempo para informar debidamente a sus compañeros y camaradas. Pero no veía en qué iba a ayudar esa información a Nabi, así que se la ahorró.

—¿Y ahora qué? —preguntó Nabi, tras tratar de calmarse. El joven shinobi se lo había tomado peor incluso que Haskoz en su momento, cosa que ya era decir mucho.

Haskoz suspiró, mientras echaba la vista atrás: el puerto quedaba cada vez más lejos, mientras el pequeño barco atravesaba las olas crecientes y se iba adentrando en lo profundo del mar.

—Se lo conté a Uchiha Akame. Por el momento solo nosotros tres lo sabemos. Me dijo… me prometió —matizó, volviendo a clavar su vista en él—, que él mismo se encargaría de darle un castigo ejemplar —Haskoz miró de reojo a Noemi y Eri, que, al otro lado del barco, seguían charlando, aparentemente indiferentes a los quebraderos de cabeza que ambos shinobis se estaban enfrentando—. Pero ya sabes cómo es —continuó—, empieza a devorar un libro y se olvida de hasta respirar. Fíjate cómo es que el muy cabrón tenía un perro. Hachiro, se llamaba. Tan recatado y metódico como él. ¿Pues no va y se olvida de darle de comer y sacarle a pasear? ¡Y todo porque se puso a leer un libro sobre adiestramiento canino! O sea, ¡no me jodas! —exclamó, mitad sonriente, mitad escandalizado—. ¡El muy condenado dejó que se muriese de hambre mientras se pasaba día y noche leyendo sobre los mejores nutrientes para alimentar a su perro!

Hilarante y surrealista, propio de Uchiha Akame. No había mejores palabraspara definir aquello. Eran tan solo rumores, eso sí. Simples susurros que se oían aquí y allá en boca de algún alumno en la Academia. Nunca se había atrevido a preguntarle, así que no sabía si era cierto o no. Conociéndole, apostaría a que sí.

Ahora que recordaba, tenía la extraña sensación de que había sido él mismo quien había empezado aquel rumor... Apartó aquel insignificante pensamiento de la cabeza y se centró en lo importante:

—En definitiva, Akame no es de fiar para tal menester. Quizá tú y yo debamos asegurarnos y hacerlo por nuestra cuenta. Y oye, que si por casualidad recibe doble venganza, no seré yo quien lo lamente…

Si había algo que le gustaba de Eri era que nunca interrumpía nada de lo que se le decía, se mantenía en silencio escuchando atentamente lo que sea que se le dijera sin importar si era una estupidez absoluta y una vez que el narrador terminaba, apenas en ese instante era que la Yuki se atrevía a preguntar o responder de alguna otra manera aunque sus gestos eran bastante notorios. De cualquier manera, Noemi casi ni prestó atención a nada hasta terminar de hablar.

Lo que sí, como para darle un poco de espacio a la contraria, la rubia dio un paso atrás por si llegaba a presenciar algo más grande que lo que al final formó la peli-morado.

—Hey… Te quedó hermosa. —Dijo asombrada la Sakamoto.

Sin dudarlo ni un instante se acercó nuevamente y tomó la pequeña flor con extrema delicadeza para apreciarla más de cerca.

Fue entonces cuando la de ojos verdes alzó la vista para ver aquella débil sonrisa en el rostro de su interlocutora, cosa que no sabía si interpretar como frustración o algo del estilo por lo que no tardó en dedicarle una sonrisa de medio lado antes de intentar animarla aunque sea un poco.

—Estas cosas molan, a mí solo me enseñan a dar katanazos, imagina lo aburrido que es eso. —Soltó una suave risa justo tras terminar y devolvió su atención en la rosa que lentamente comenzaba a derretirse. —Tú al menos puedes hacer cosas monas de la nada.

¿Los chicos? A Noemi le trae sin cuidado lo que pudieran estar hablando, literalmente.

—Hey… Te quedó hermosa.

La joven kunoichi se sonrojó ante el halago de la rubia que tomó la flor con tanta delicadeza que Eri notó por primera vez en mucho tiempo que alguien apreciaba lo que hacía, por muy pequeño que fuese. Notó como los ojos verdosos de Noemi se volvían a posar en ella después de haber contemplado la flor de cristal para devolverle la sonrisa.

—Estas cosas molan, a mí solo me enseñan a dar katanazos, imagina lo aburrido que es eso. Tú al menos puedes hacer cosas monas de la nada.

— ¡Dar katanazos al menos es útil! — Corrió a responder la menor. — Es decir, imagínate que estamos luchando tú y yo. — Explicó primero para que la Sakamoto no pensase cosas extrañas. — Tu podrás luchar con tus katanas y yo... Yo te podría tirar flores de cristal a la cabeza. — Su tono era entre cómico y triste, cómico porque si te lo imaginabas era una gran escena de película de comedia y triste porque en parte era verdad. — Espero que mi hermano pueda enseñarme pronto más cosas...

Miró de reojo al mar, mientras que en su cabeza se materializaba la cara despreocupada de Ryu diciéndola que no se preocupara, que las cosas llegaban cuando tenían que llegar, luego suspiró.

— ¿A ti quién te entrena? ¿Algún día podría entrenar contigo? — Recordó con cierto mimo cuando Nabi se ofreció a ayudarla con la kodachi, pero Noemi tenía más práctica seguramente.

Haciendo memoria... Ahora había muchos detalles sobre el comportamiento de Riko que no encajaban, la traición con el Amegakuriense, la traición en los juegos, la traición en la misión. La niebla se despejaba en mi mente, se despejaba hacia la opción de matar a Riko, pero no había cambiado la clara idea de no ir a hacerle un bukkake con todos esos Uchihas. Si se tenía que encarar con él, lo haría en privado, o como mucho, con un testigo.

Por suerte, ya me había recuperado del fogonazo de ira y confusión que tan cruelmente me azotaba momentos antes. Ahora ya volvía a estar cuerdo.

—Puede ser que lo sea— Haskoz, Primavera de 217. Gran Uchiha, peor amante.

— Pero si me has dicho un momento que sí, que estabas segurisimo de que sí. Ahora me sueltas que "Puede ser". Haskoz, si sueltas que un compañero de Uzushiogakure es un traidor, lo mínimo que espero, lo mínimo, es que estes seguro de ello, que ya no que sea verdad, pero al menos, que tú sientas de corazón que es verdad. Con dudas no se puede ir a cazar traidores.

—. Pero, ¿y sí hay más Rikos entre nuestro grupo? Gente que quiera contárselo a alguna chica, ¿pero que por temor o lo que sea no se atreva? Si se lo contamos a todo el mundo, podemos provocar que esos indeseables ya no tengan razón alguna para retenerse, y se lo larguen a alguna de las pocas chicas que todavía no se haya enterado… como Eri. Por eso estoy siendo especialmente precavido.

— No me preocupa demasiado, ahora mismo Eri-chan está hablando con Sakamoto-san. ¿Qué crees que pasara? En algún momento se lo dirá y estaremos en la mierda, otra vez. Esa información ya está comprometida, si ahora mismo yo se lo digo a Eri-chan para que se entere por mi y no por cualquier furcio que pase, aka Riko, pues sera para mantener los mínimos que me queden de dignidad.

—Se lo conté a Uchiha Akame. Por el momento solo nosotros tres lo sabemos. Me dijo… me prometió, que él mismo se encargaría de darle un castigo ejemplar

Vaya, Uchihas yendo primero a contarselo a Uchihas. Despues me soltó una anecdota para aclarar que no confiaba en que Akame fuera muy digno de confianza en cuanto a sacar el culo de sus libros se refiere.

Pues recordando el día que nos explicaron las bases del chakra y los jutsus, no iba a ser yo quien se lo negara. El sensei le preguntó alguna tontería al Uchiha, que estaba tan absorto en comerse con los ojos el libro de texto que ni se enteró, viendo que le ignoraba, le lanzó una tiza que impactó con gran precisión en la frente del moreno, Akame la recogió y la usó para subrayar un termino del libro. Aún recuerdo sus llantos cuando lo echó de clase sin libro.

Mientras el contaba la anecdota sobre el perro condenado yo recordaba la mía propia, pero el resultado fue más o menos el mismo, una leve sonrisilla y el claro sentimiento de que Akame era más para la burocracia que la Taicracia.

—En definitiva, Akame no es de fiar para tal menester. Quizá tú y yo debamos asegurarnos y hacerlo por nuestra cuenta. Y oye, que si por casualidad recibe doble venganza, no seré yo quien lo lamente…

— Y se te ha ocurrido que era buena idea venir a contarselo al otro Senju de la promoción. Yo creo que Akame tampoco es de fiar, tanto libro le ha hecho debil a las armas de una kunoichi. Como decía el sabio Senju: "Dos tetas tiran más que dos carretas tiradas por dragones".

—Ehh… Sí, eso —Dudaba mucho que el Sabio hubiese dicho tal cosa, pero no era momento de discutirlo. Algo más le estaba llamando la atención—. Oye, no notas esto demasiado… —Haskoz miró a un lado y a otro, extrañado—. ¿Silencioso?

Nunca había navegado en un barco, pero se los imaginaba con hombres sudorosos dando brazadas en los remos y gruñendo, al capitán gritando improperios a sus hombres y, de vez en cuando, sonando alguna canción soez de boca de algún marinero.

Sin embargo, aquel parecía un barco fantasma. Por no haber, no había ni marineros. Es más, ¿dónde demonios se había metido el capitán? ¿Y el timonel? Porque ahora que se fijaba, ¡sobre el castillo de popa no había nadie al timón!

—Qué narices… —su murmullo se vio eclipsado por un trueno, precedido por un haz de luz. Un rayo había caído a no muchos kilómetros de allí, y el viento de pronto se levantó, arremolinándose en la cubierta del barco y empujando a los jóvenes gennins.

La Pequeña Blanca —el pequeño barco sobre el que navegaban— se estaba adentrando en una tormenta, y lo que era peor, hacia algo mucho más peligroso que se elevaba por encima de las furiosas olas que se estaban levantando. Algo que Haskoz y Nabi tenían complicado de ver en su posición, pero que las kunoichis, en plena proa, era difícil que no viesen: una enorme y afilada piedra que sobresalía por encima de la mar.

Y el barco se desplazaba justo en su dirección…

—¡Pero no es bonito! —Respondió rápidamente la rubia.

Como si eso fuese un buen argumento considerando que hablábamos de un par de kunoichis, pero ya no tenía caso retractarse de sus palabras, lo había dicho, demasiado convencida y no había forma de tapar eso. Pero sí que podía seguir la conversación como si nada…

—De momento se ocupa una de mis hermanas. —Fue lo primero que dijo tomándose un tiempo para pensar un poco mejor la respuesta ya que era bastante pobre en sí. —Es chuunin pero no es demasiado exigente, más adelante si ella no mejora lo suficiente podrían cambiarme de maestro, seguramente sea mi otra hermana que ya es jounin. —Detalló la Sakamoto aunque no tenía sentido que diera nombres ni nada por el estilo.

Además, la Yuki que tenía por delante le había preguntado algo más que le había dibujado una sonrisa a la rubia, pero en el instante en que iba a darle una respuesta un fuerte viento azotó a los pocos tripulantes del barco y allí fue cuando Noemi logró divisar una tormenta y por si fuera poco, también una gran roca que seguramente se ocuparía de destruir aquella pobre embarcación que se habían pagado por ahorrar algunas monedas.

—Eri… ¿Te parece si vamos con los chicos? —Preguntó tímidamente la de ojos verdes con un nerviosismo bastante notorio. —Digo… Mejor que nos mantengamos juntos… —Continuaría temiéndose lo peor.

««No creo que pueda aguantar parada sobre el agua hasta llegar a tierra de nuevo… »Razonaba la rubia quien prefería alejarse, aunque no iba a dejar a Eri completamente sola por lo que, si ella se lo permitía, la tomaría por la muñeca y la llevaría en la dirección en la que se hallaban los otros dos genins.

Podría haberles alertado o algo, pero estaba demasiado nerviosa con la idea de que tarde o temprano terminaría por caer al agua y... Ella no sabe nadar aún...