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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
>>Hueco de rol para nuevos<<

Ahora que oficialmente has demostrado a Kusagakure que eres una ninja totalmente funcional, lo suficientemente hábil como para llevar a cabo misiones, me puedo permitir encargarte una.

Su madre la había llamado en secreto, cuando su padre estaba fuera por negocios, y su hermana estaba de compras. Sagisō Komachi le entregó con su único brazo, el izquierdo, un pergamino enrollado. Ranko, sorprendida, lo tomó con cierta timidez y lo desenrolló. El contenido era breve, pero fue suficiente para confundir a la chica.



(-) Hoja perdida


Solicitante: Sagisō Komachi
Lugar: Los Herreros(Planicie del Silencio)

Encuentra y recupera a Shunkashūtō.

P-pero madre… —Alzó la vista hacia su progenitora —. Ésta es tu letra. Y ni siquiera está sellado por Morikage-sama.

Komachi tomó con su mano la pipa kiseru que había estado prensando fuertemente entre sus labios. Rió suavemente.

Minucias. Detalles. No todos los deberes te serán entregados de manos oficiales, Ran-chan. Algunos pueden salirte al paso de la nada, y serás tú quien decida si te corresponde a ti o no cumplirlo. Quiero que estés preparada para todo, así que te doy esta misión, si decides aceptarla, a manera de entrenamiento. Considérala una misión super-extra-oficial y secreta.

Ranko bajó la mirada hacia el pergamino. Pasaron unos segundos antes de que la chica de la trenza asintiera, con una mirada firme en su rostro.

¿Quién es Shunkashūtō?


Y hela allí, a la entrada de la Ciudad de los Herreros, acalorada y cansada, con una blusa verde, sin mangas, una mochila al hombro, y una misión en la cabeza.

“Es una espada.” le había contestado su madre, hacía ya días “La encargué en los Herreros hace un tiempo, y debían entregármela la semana pasada, pero no he recibido noticias del fabricante. Es una espada especial, por eso te la confío, Ran-chan. Búscala y tráela. Y no la desenvaines."

Ranko suspiró. Había mucha gente en es ciudad. Demasiada. Más que demasiada. La kunoichi apretó sus puños y dio un paso hacia adelante. Luego dudó. No dudó sobre buscar la espada o su voluntad de ir varios días al sureste de Ōnindō, sino de su habilidad para encontrar el arma.

"Siendo honesta… No me sorprendería que pasara más tiempo armándome de valor para preguntar que lo que llevo de viaje… Creo que debería de descansar primero."

Caía la tarde, y la decisión de buscar un lugar para comer y recuperar energías se forjó en su mente. Esperaba no quedarse demasiado allí. Le incomodaba el bullicio de las urbes, mas parecía que a ellas les encantaba incomodar a Ranko.
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#2
La joven kunoichi acababa de llegar a la ciudad de los herreros apenas cargada con una pequeña bolsa de viaje, su discreto kimono corto y su bandana que ahora la . Pese a haber realizado la marcha relativamente rápido, no había podido evitar distraerse varias veces en el camino, pues era la primera vez que tenía la oportunidad de alejarse tanto de la aldea, una situación que su curiosidad e inquietud naturales no habían podido dejar pasar por alto, contemplando el anodino paisaje de las llanuras del silencio con un asombro y curiosidad desbordantes para la absoluta nada que mostraban para el resto de viandantes.

Una vez en la ciudad, incluso para la pelirroja el calor se hacía bastante desagradable, el calor desprendido de las decenas de forjas, liberados por los ensordecedores martillazos lo hacían un ambiente muy diferente a los bucólicos y tranquilos campos en los que se había criado.

Mientras observaba con una sonrisa curiosa y amable a un rudo herrero que martilleaba una espada en uno de los puestos de la calle, pensó de nuevo en la misión que le habían encomendado “Encontrar la forja de Akiyama y encargar un cargamento de shuriken y kunais de entrenamiento para la Academia de las Olas. ” Un pequeño gesto de hastío e impaciencia se formó en el rostro de la joven. “Cuando imaginaba ser kunoichi me imaginaba realizando misiones que ayudaran a mejorar la aldea y el país ¿Pero aquello?” Se volvió a preguntar suspirando antes de mover la cabeza enérgicamente un instante, debía alegrarse de que aquella misión pudiera ayudar a otros niños a formarse en las artes shinobi, tal vez incluso alguno de los kunai que encargara serían para otra joven de la aldea sin recursos con los que empezar a entrar, pensó más contenta acariciando un instante los suyos propios escondidos bajo su falda.

Un grosero movimiento de sus tripas le indicó no obstante que ya era tarde y aún no había comido por lo que decidió darse un instante para buscar un lugar donde comer y recuperar energía, luego tendría toda la tarde para buscar a su proveedor, al fin y al cabo, era una misión sencilla.

Se sentó en puesto ambulante de comida, saludando con su más agradable sonrisa a la pareja de cocineros, pidiendo un plato de yakisoba, esperando que aquella misión no le doliera demasiado a su ya dolorida economía. -Seguro que está delicioso – respondió cuando le tendieron el cuenco.
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#3
Un nuevo dia iniciaba con una nueva aventura para el pequeño ken, este recibió esa misma mañana una encomienda por parte de su maestro.

- Ve a la ciudad de los herreros, busca al maestro shaku arai y entregale esto, dile que vas de mi parte. – Dijo el mayor entregándole a ken una pequeña bolsa con una buena cantidad de monedas que parecían ser el pago por un trabajo anterior.

-Eh, maestro, no debería usarme para pagar sus deudas, debería estar entrenándome. – Dijo ken protestando, no le gustaba tener que hacerle los mandados al mayor pero asi era la vida de un discípulo.

- ¡Silencio! Tonto pupilo, no me renieges un samurái nunca debe renegarle a su maestro, ve y has lo que te digo o consigue otro maestro. – Contesto el mayor sin darle opción a nada.
Ken solo hizo una mueca de molestia con su boca y se cruzo de brazos solo para luego inclinar la cabeza diciendo que si, era una molestia tener un maestro tan estricto pero esa era la vida de un aprendiz, además al menos la encomienda no era nada muy complicado.

- Al menos podre conocer la ciudad de los herreros. – Pensó en esos momentos.

Y así como asi se aventuro a su viaje pidió permiso para salir de la aldea y emprendio el camino el solito hacia aquella ciudad de herreros que parecía tener cierto renonmbre, seria emocionante conocer un lugar así.

Se colgó al hombro un pequeño bolso con agua y comida para un día ya que el tacaño de su maestro no le dio dinero para el viaje, sin embargo por suerte contaba con algo de dinero propio por si surgia algún gasto.

Ken vestia su indumentaria típica, kimono azul, hakama blanco, obi, sandalias ninja y en su cintura del lado izquierdo colgaban sus dos preciadas espaditas, una de madera otra una kodachi, también llevaba su porta armas con kunais y churikens, y por supuesto no podía faltarle la banda ninja de su aldea en su frente, casi oculta por los mechones rojizos que caian en esta.

Recorria la ciudad mostrándose maravilado con tanto metal y sonido de martilleo, a demás de las calles llenas de hombres casi tan rudos y fornidos como su propio maestro pero ninguno se veía en tan buena forma como el maestro de ken, no ese señor se encontraba en un nivel diferente, quien lo viera en persona quedaría maravillado con sus grandes brazos y su gran estatura.

Ken por el contrario contrastaba con este paisaje de hombres grandes, el era un chico de poquito mas de un metro y medio de alto, con cabello largo y recogido y casi tan delgado como una escoba, es que quien lo viera pensaría que era alguien muy frágil en especial por su piel tan blanca casi de muñeco de porcelana.

En fin, tuvo que armarse de valor para empezar a preguntar por la herrería del maestro shaku, no seria muy fácil encontrar a ese maestro herrero en una ciudad tan grande, cielos eso podría tomarle todo el día.
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#4
Ranko deseó haber llevado un abanico. No era como que cada casa fuese una forja, pero así se sentía. Movió su mano para intentar refrescarse, mas solo se echó aire caliente al rostro. Suspiró, un poco de mala gana, mientras se adentraba más en la ciudad.

No tardó en encontrar la manera de cumplir su primera misión secundaria: encontrar dónde comer: un puesto de comida ambulante casi vacío. Había poco más que una chica de cabellos rojos, además de los dos cocineros. Ranko tragó saliva y se ajustó la mochila a los hombros.

”¿Debería? No, creo que no es absolutamente necesario… O tal vez sí lo es. Madre lo ha dicho: “No puedes cumplir una misión de manera apropiada si no tienes el estado apropiado”. ¿Lo dijo? Bueno, no sé, pero el punto es que si no te alimentas bien, no rendirás al máximo… Además, tal vez ellos te ayuden a encontrar la espada que buscas. Sí, sí. Todo sea por el bien de la… ahm... misión.”

Apenas había dado un paso hacia el lugar cuando notó a otro pelirrojo (o casi pelirrojo) cerca de allí. Al pasar a su lado, le pareció escuchar que buscaba a alguien específico. Ranko sonrió para sí misma. Pensó que, entonces, tal vez no era la única con un destino similar. Convencida de que podría cumplir su cometido, se acercó a pasos cortos al puesto de comida y tomó asiento a dos lugares de la chica de cabellos de llama. Quiso carraspear para llamar la atención de los cocineros, pero solo salió un raro ruido agudo de su garganta.

¡Bienvenida! ¿En qué le podemos ayudar? ¿Qué se le ofrece?

Aquellas personas eran tan amables, pero tan directas, que Ranko tardó casi un minuto entero en lograr acomodar las palabras de su boca.

U-u-un… Ah, ¡buenas…! Bu-buenos días. Qui… Quisi… Quisi… era… Quisiera un… O… oko…

”¡Agh! ¿Tenías que pedir algo con un nombre tan largo? ¡Ahora creerás que tienes problemas intelectuales, o algo así!”

¿Okonomiyaki? —Le ayudó uno de los cocineros, sin perder la calma, pero sin detenerse. Ranko asintió, aliviada.

D-de mochi. Per… Perdón. Gracias. D-disculpe.

La kunoichi se llevó la mano al rostro, llena de pena, pero los cocineros pusieron manos a la obra rápidamente. Ranko dio un vistazo hacia la izquierda, hacia la pelirroja a dos espacios vacíos de distancia y su yakisoba. Se veía delicioso. Luego, dio un vistazo hacia la derecha, y divisó al chico que acababa de ver unos segundos antes, quien continuaba su búsqueda.

Suspiró con un dejo de desesperación, intentando tranquilizarse en aquella gran urbe de metal.
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#5
- Si estoy de visita en la ciudad – respondió la pelirroja con su sonrisa natural al cocinero mientras mantenía una relajada conversación con ellos, esperando hacer más amena su comida y que pudieran ayudarla a encontrar al armero que estaba buscando.
La conversación se interrumpió adecuadamente cuando una chica, evidentemente extranjera, aquellas mochilas de viaje prácticamente chillaban que una persona no era de la localidad, debería tenerlo en cuenta para sus propios viajes y misiones en el exterior de la aldea. Fingió centrar su atención en su plato mientras los cocineros “entablaban” una conversación con la recién llegada, haciendo que la joven kunoichi escondiera una sonrisa incipiente comiendo de sus palillos. “ Pobre chica, debe de estar pasándolo regular viajando sola y con esa timidez ” pensó jugando unos instantes con su comida, dejando que su mete divagara de un pensamiento a otro durante unos instantes.

- Espero que vengas con dos compañeros a comer, sino, no entiendo estos dos asientos de distancia- Empezó una conversación Hikaru con la sonrisa más simpática de su repertorio dirigida a la joven que esperaba su comida. - No te preocupes, todas estamos un poco desubicadas cuando estamos lejos de casa – intenta tranquilizarla la pelirroja teniendo la misma sensación que cuando se le da comida a un pequeño cervatillo, temiendo que cualquier de sus comunes movimientos o aspavientos la hicieran salir corriendo en dirección contraía de la que pretendía y con la altura de aquella chica, posiblemente le bastaran dos saltos para lograrlo, observó la pelirroja sintiéndose muy bajita en aquel instante. - ¿De dónde vienes? – preguntó sin perder su sonrisa, observando por el rabillo del ojo, como los movimientos de otro chico le hacía pensar que lo complicado en aquella urbe era encontrar a una persona autóctona por la calle visto lo visto.
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#6
Se encontraba a pocos metros del puesto de comida donde estaban las dos chicas, la verdad todavía no las había notado aunque si sintió el aroma de la comida recién hecha, eso le despertó un poco el apetito pero agito su cabeza para concentrarse en su objetivo.

Se detuvo frente al local de un herrero que estaba calentando algo de metal en su forja, se le acerco le llamo la atención aclarándose la garganta antes de hablarle. – Disculpe, busco a un herrero su nombre es Shaku Arai ¿de casualidad lo conoce? -

El corpulento hombro se le quedo viendo con una de sus cejas levantadas y no tardó en responderle. – Claro todos conocemos a la leyenda del maestro shaku, aunque escuche que ya no forja espadas así que no deberías hacerte ilusiones. -

Ken se sorprendió por su golpe de suerte aunque era el tercer herrero que consultaba, sonrió y negó con la cabeza. – Solo necesito saber dónde se encuentra. ¿podria decirme dónde vive? -

El herrero dejo salir una risa corta y le contesto. – Hubieras dicho eso desde el principio, el maestro shaku vive al otro lado de la ciudad, en la casa mas apartada, cerca del templo budista, ahora tengo que seguir trabajando asi que apártate. – El hombre saco del fuego la barra de metal para ponerla sobre un yunque y empezar a martillarla sacando chispas asi que el pequeño ken tuvo que alejarse con rapidez.

- L..Lo siento. – Respondió eso al apartarse, ahora sabia a donde dirigirse pero como el olor de la comida le había llamado la atención decidió ir hacia el puesto, parecía buena idea comer algo antes de seguir con su búsqueda.

Se detuvo a unos pocos metros al ver a dos chicas que estaban en el pequeño local de comida, notando como solo quedaban libres los puestos que estaban entre ambas, cielos que incomodo, tendría que sentarse en medio esa idea lo intimidaba un poco pero bueno si quería comer tendría que arriesgarse a sentarse en el medio.

Trago saliva y termino de acercarse, sentándose con rapidez en una de las sillas sin decir palabra alguna, solo miro primero a la chica de piel morena a la que le sonrió de forma leve ya que no pudo hacer más, no le salió la voz para saludar.

La morena era algo alta así que lo dejaba bastante mal en cuanto a estatura pero eso no lo molestaba, solo lo acomplejaba un poco.

Por el otro lado vio a la chica pelirroja, esta obviamente le llamo más la atención por su cabello tan llamativo pero también porque era realmente atractiva, de nuevo no le salió la voz para saludar así que se limitó a ver al señor que atendía el lugar para hacer su pedido.

Se aclaró la garganta para poder hablar en un tono que el mayor pudiera escucharle. – Ehm… Quiero un takoyaki, sí, por favor. – De todos modos le salió una voz algo baja así que repitió por si había sido escuchado. – Un takoyaki, sí. – Resulto que el hombre si lo escucho la primera vez así que se sintió algo ridículo.

- Enseguida joven. – Le contesto quien atendía el local, una vez que escucho eso asintió con la cabeza y coloco sus manos en la barra.

No sabía cómo actuar en una situación como esa, ya que durante su infancia poco o nada había interactuado con chicas, y tampoco lo hizo mucho durante su paso por la academia ninja así que estaba en una situación que se le hacía muy difícil de afrontar. Solo mantuvo su mirada baja y al frente y comenzó a darle golpecitos a la barra con sus dedos mientras tarareaba.
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#7
Antes de que pudiese tranquilizarse, la chica pelirroja le habló. Le dijo que esperaba que trajese a dos compañeros, pues de otro modo no había razón para dejar tales espacios entre ellas. Luego le dijo que compartía el sentimiento de estar desubicada. Ranko tragó saliva. Asintió y, obligada por la presión social de… pues… socializar, así como por los consejos de su madre ("Si no le tienes miedo a una batalla, ¡No debes temer una conversación tampoco!" le había dicho alguna que otra vez), se movió un espacio en dirección a la chica.

Ah-ahm… Yo… Yo ve… veng…

Su garganta se cerró de la nada. Tosió un par de veces, mas luego optó por señalar la bandana de Kusagakure que portaba al cuello.

D-del norte —Logró decir. Luego miró la bandana que la chica llevaba a la frente, y pudo ver el símbolo de la espiral —. T-tú… Tú eres de aquí.

Por alguna razón, aquella frase no salió en tono de pregunta, sino cual si fuese una afirmación. Ranko bajó la mirada a la suerte de barra que era parte del puesto, y se enfocó en un punto microscópico en ella.

¿Y tú?

De repente, el rostro de Ranko enrojeció intensamente.

"¡Nooooo! ¡Acabas de decirle que es de este país! ¿Por qué preguntarías de dónde es?" se reprendió mentalmente. Ranko no era tonta, pero las situaciones sociales no le dejaban pensar bien.

Afortunadamente (o desafortunadamente, nunca lo supo), el chico que estaba buscando a un herrero se acercó y se sentó en el espacio entre la pelirroja y la de la trenza. Le dedicó una sonrisa a Ranko, quien se la devolvió muy torpemente, con las mejillas ardiendo. El chico se volvió para ordenar y luego para ver a la pelirroja.

Mientras el chico tarareaba y tamborileaba sobre la barra, Ranko se aferraba a ésta, intentando descubrir si podía volverse invisible de la nada. Algo que le hizo calmarse levemente fue el okonomiyaki de mochi que el cocinero le entregó en un plato.

La chica suspiró con un dejo de desesperación.
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#8
Hikaru siguió mostrando su afable rostro a sus ahora dos acompañantes, manteniendo ofrecida su sonrisa. Cuando el muchacho se sentó entre ambas lo miró no obstante con una mezcla de extrañeza y molestia. Interrumpir una conversación ya comenzada de aquella manera y ni siquiera saludar ni intervenir en ella ¿En qué diablos pensaba aquel chaval?

Con su inquietud habitual tuvo que columpiarse sobre la silla para volver a tener contacto visual sin tener que meter su largo flequillo en los fogones. -¿Te encuentras bien? ¡Jefe! Podría ponerle a mi amiga un vaso de agua por favor – pidió de manera educada antes de reanudar la conversación. - ¡Una ninja de Kusagakure! ¡Estás realmente lejos de casa! - contestó efusivamente la kunoichi olvidando la visible timidez de su interlocura - Tiene que ser un asunto muy importante si te lleva tan lejos de casa. ¡Ojalá tuviera yo misiones así de emocionates! – continuó olvidándose momentáneamente de la comida que tenía sobre la barra. - Es una suerte poder volver a viajar libremente, seguro que tu viaje dará sus frutos rápidamente- La pelirroja hizo una pequeña pausa para escuchar la extraña duda de la muchacha - Si, soy de aquí pero aún no he tenido oportunidad de salir demasiado de la aldea-

En aquel momento observó el rostro del mucho al que llevaba varios minutos dándole vueltas, acercándose con actitud curiosa, mirándolo intensamente - ¿Eres de Uzushiogakure? preguntó directamente tal vez demasiado cerca para ser una distancia correcta, con los ojos fijos en la bandana de su frente, al menos lo que sus pelos dejaban ver.
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#9
Ken estaba en su propio mundo, concentrándose solo en sus pensamientos par no mirar mucho a las dos lindas muchachas que lo rodeaba pero era inevitable que estas le llamaran la atención, después de todo era un chico y una persona al fin y al cabo.

Escucho con sorpresa a la pelirroja dirigiéndose a él, preguntándole si era de uzushio, ante lo que volteo a verla para asentir con su cabeza. – Si, así es, si. - ¿Por qué tantos si? Quizás los nervios, de estar cerca de dos lindas chicas pero decidió hacerse de valor y hablar presentándose primero que nada.

- Me llamo Ken, soy apenas un genin, sí. – Diría eso de forma breve solo para después mirar a la otra chica, la morena. –No pude evitar escucharlas hablar, ¿dices que vienes de kusagakure? ¿Cómo es por allá? – No quería que pensara que la estaba ignorando y que se sintiera excluida por eso le pregunto aquello, además ella le daba curiosidad mas que nada por ser de otra aldea ninja.

Como sea después de eso volvió su mirada a la pelirroja, quien todavía estaba bastante cerca lo que lo obligaba a estar inclinado en la dirección contraria. – Eh, ¿y tú eres?... ¿también eres de uzushio? – No pudo evitar preguntarle eso ya que podía ver en parte su banda y solo alguien de la aldea reconocería con tanta rapidez el símbolo de la misma, a menos claro que fuera de otra aldea y ya conociera gente de uzhushio. Y claro la pregunta no estaba de más ya que la pelirroja no había dicho su aldea de procedencia, solo que era de ese mismo país.

Por otro lado le parecía curioso y tierno que la morena fuera algo tímida pese a su gran estatura, así que no podía simplemente ignorarla. – No hay razón para estar nerviosa, pero si te hace sentir mejor yo también lo estoy, si, je. – Termino de decirle eso a la chica de verde dejando escuchar una leve risa.

Pronto tendría su comida frente a él, así que no tardaría en tomar una de las bolas takoyaki. - ¿Qué las trae por aquí? Si no les molesta que pregunte… - Dijo eso para luego meterse la bola en la boca y comerla lento, saboreándola mientras esperaba que las chicas dijeran algo más.
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#10
”¿Amiga?” ¿Todos tenían que ser tan amables en tierras lejanas? No se quejaba de ello, pero reafirmaba su sentir de rareza, de no ser lo suficientemente seria o hábil socialmente para comunicarse de forma normal. Tomó la paleta que fungiría como cubierto y cortó el okonomiyaki por la mitad, con cierta lentitud.

Se notaba que la chica era muy extrovertida, y no tardó en llenar a Ranko de comentarios y preguntas, como su lugar de origen, si estaba en una misión, y lo bonito que sería pasear por el mundo. La pelirroja no había dicho su nombre, así que Ranko tomó la iniciativa para presentarse. O al menos eso imaginaba, pues Ken, el chico, se presentó. Era un genin de Uzushiogakure, el mismo lugar del que venía la chica. Él también le preguntó sobre su aldea, y de cómo era, y también comentó que él estaba nervioso como ella.

”No. No me hace sentir mejor. Lo siento…” pensó, mientras giraba el plato y partía el okonomiyaki de nuevo, resultando en cuatro partes. Respiró profundamente antes de hablar.

S-sí. M-mi nombre es Ra-Ranko. Sagisō Ranko, de… de Kusagakure no Sato. Es muy… árbol. ¡Digo! Hay muchos árboles. E-es bastante bonito y… y s-sí, está algo lejos. Muy lejos. Yo… —Dudó por un momento. Había estado hablando mientras lanzaba miradas relámpago cada dos por tres a la chica y al chico, y fijando los ojos por largos ratos sobre su comida y sobre el vaso de agua que la pelirroja le había pedido. Pensó que no era del todo prudente darles su razón de estar allí, pero tampoco había razón para mentirles, en realidad —. V-vine en un encomienda esp… especial —Luego se dirigió a la chica, intentando verla detrás de Ken —Gra… gracias por su… ahm… por sus buenos de-deseos. E-espero que pueda… espero que l-logre salir en av… en aventuras. Pronto.

Ranko cortó un pedacito del platillo y lo llevó a su boca. La comida callejera era un placer que pocas veces se permitía. Tal vez porque muchas veces las cosas estaban o muy condimentadas o muy fritas.

"Pero esto está bastante bien."

La chica tragó y, después de unos segundos, habló de nuevo.

Me… ahm… M-me pareció oír que est… — Temía que la tomaran como metiche, pero era de lo poco que creía podría hablar —. Que está b-buscando a alguien, Ken-san…

No continuaría su frase, pues la idea se le había cortado en la mente mientras hablaba. Esperaba que el chico continuase. No quería meterse en asuntos de otros, pero le parecía de mala educación dejarlos hablando al aire.
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#11
La kunoichi se llevó de nuevo su comida a la boca para descansar la sonrisa “Son las personas más habladoras de esta ciudad” pensó para si misma agotada de intentar mantener aquella conversación activa más de cinco minutos. Suspiró dentro del bol, no todo el mundo podía ser tan extrovertido como ella, seguro que a aquellos dos les estaba haciendo un favor al sentirse de repente dentro de una conversación, estaba segura que en pocos minutos estarían lo suficientemente cómodos como para acabar una frase con soltura con ella. “ No todos los días conozco a dos ninjas comiendo un rico plato de comida” se respondió a si misma más animada, volviendo a mirar a ambos acompañantes que parecían querer contestarle.

- ¡Encantada de conocerte Ranko!- respondió con su exceso de energía natural la pelirroja -Yo me llamo Sarutobi Hikaru. Ojalá pudiera ver todos esos árboles, seguro que es precioso. - respondió con el tono más alto de lo normal ante la perspectiva de ver lugares tan alejados, tal vez en una misión especial que por fin le permitiera sacar todo su potencial como kunoichi. - ¡Una misión especial, suena especialmente divertido y emocionante! Me seguiré esforzando en mis misiones y pronto no tendrás más remedio que darme una a la altura de mis facultades. - respondió igual de animada la pelirroja con la mejor de sus sonrisas.

-¡Claro que soy de Uzushio! – respondió casi indignada, gesticulando y quitándose sus rebeldes pelos de la frente para que su bandana quedara a la vista. Aquel genin le sonaba, estaba casi segura de que aquel muchacho le sonaba incluso de la academia, aunque si hablaba tanto como en aquella ocasión era bastante complicado que hubieran intercambiado alguna vez más de una palabra, suspiró resignada. -Vengo a hacer un encargo a uno de los herreros de la ciudad, nada importante la verdad. – suspiró de nuevo pensando en el día que le encargasen una misión de verdad.
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#12
Estaba claro que ni ranko ni ken eran muy conversadores pero al menos los dos intentaban seguir la conversación con la joven pelirroja que era la que mantenía la iniciativa y el fuego vivo por decirlo de ese modo.

Ken por su parte volvía a comer una bola de tu takoyaki mientras que escuchaba hablar a la chica más alta, le parecía algo graciosa su forma de hablar tan enredada pero también le parecía algo tierna. Se le dibujo una sonrisa divertida al escucharla equivocarse al decir que kusagakure era un árbol pero entendió que se refería a que habían muchos árboles y sin dudas se imaginaba que fuera un lugar bastante agradable para estar a parte de bonito claro.

- Me imagino, a mí me gustan los bosques… - No se le ocurrió nada mejor que decir en el momento, le gustaban los sitios cercanos a la naturaleza.

Tras eso la escucho decir que venía por una encomienda especial cosa que le impresiono aunque no pudo evitar preguntarse ¿Qué podría ser? Bueno, no quería ser demasiado metiche pero tenía que preguntar, quizás hasta podría ayudarla pues eso le gustaba hacer.

- ¿De qué se trata tu encomienda? Quizás pueda ayudarte. – Dijo en esos momento con voz algo baja volviendo a verla, pensando que parecía estar muy incómoda, no pudo evitar entonces levantarse de su asiento para tomar el mismo y moverlo hacia atrás y así no quedar tan en el medio, sino que quedando algo apartado en la barra, así no estorbaría para que ellas se hablaran, lo siguiente que hizo fue tomar su plato y cargarlo con una mano mientras que con la otra iba agarrando los takoyaki que se comería.

Tras eso escucho decir a Ranko que le pareció oír que el buscaba a alguien, ante lo cual asintió varias veces. – Si, busco a un viejo herrero famoso… Debo entregarle algo de parte de mi maestro. – Dijo eso brevemente para luego poner su atención en la chica pelirroja, esta lo intimidaba un poco por alguna extraña razón y la verdad no sabía muy bien cómo hablar con ella y no podía mirarla directamente, su mirada vagaba del cabello de esta a su rostro y de allí bajaba hasta el suelo aunque no sin antes detenerse un poco más debajo de su rostro pero no por mucho tiempo.

La escucho decir poco antes que su nombre era sarutobi hikaru, ¿Sarutobi? Conocía ese apellido era un clan más o menos conocido, también la escucho afirmar que si era de uzhushio ante lo cual dejo ver su banda apartando los mechones de cabello que cubrían su frente, vaya, que bien oculto lo tenía pero bueno él ya se lo había imaginado.

- Eh, seguro podrás conseguir misiones importantes, yo también quiero eso aunque ahora me concentro en mi entrenamiento. – Le comento sobre lo que esta dijo antes sobre conseguir misiones a la altura de sus facultades, claro que él también quería hacer cosas importantes para su aldea pero antes que eso tenía que mejorar como ninja o eso sentía.

Por otro lado, Hikaru también parecía buscar a un herrero o bueno eso había dicho, a lo mejor fuera el mismo que el buscaba o uno diferente pero bueno no había razón para no averiguarlo.
- ¿A quién buscas? Yo busco al maestro Arai Shaku… Seria increíble si ambos buscáramos al mismo señor… - Dijo eso sonriendo algo nervioso, de nuevo no podía verla a la cara, simplemente no tenía el valor de hacerlo, mantener la mirada con las chicas lindas siempre le resultaba algo muy difícil.

- Mm, ya que los tres somos de aldeas aliadas ¿Por qué no trabajamos juntos? Sería una buena oportunidad… - Sugirió en ese entonces, no era malo que el único chico en el lugar tomara la iniciativa y ofreciera trabajar en conjunto con las chicas, eso debería de hacer un verdadero hombre en una situación como esa.
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#13
Fue algo curioso que ambos entendieran lo que Ranko había querido decir sobre los árboles, y que ambos consideraran la posibilidad de que fuese un lugar hermoso.

"Porque lo es. Al menos para mí" pensó mientras comía más de su okonomiyaki. La chica se presentó como Sarutobi Hikaru, ante lo cual Ranko hizo una reverencia a como pudo, pues Ken estaba entre las dos. La de la trenza intentaba no mantener el contacto visual por mucho tiempo, pero tampoco intentaba ignorarlos, y respondía amablemente cuando lo requería.

Tal era el destino que lo que los llevaba a Los Herreros eran sendas misiones: Hikaru tenía que hacer un encargo y Ken tenía que encontrar al maestro Arai Shaku. La morijin decidió que, ya que ambos habían compartido sus encomiendas, era justo confiarles de qué trataba la suya.

Y-yo vengo a buscar un objeto. Un.. un sable que madre encargó hace un tiempo, pero nunca llegó. Madre creyó que sería l-la situa… la situación correcta pa-para que yo… ahm… para que entrenara. N-no es una misión como tal… Bueno, no una oficial, realmente… —Negó la cabeza en dirección a Ken —. ¡S-sí! ¡Habría si-sido muy conveniente! P-pero yo est… estoy buscando a alguien más. A… a un… ahm… un herrero llamado Kaoto Kiseikin.

Recordó las palabras de su madre. "Hay un millar de herreros allá. Naturalmente. Encontrar a Kaoto tal vez no sea fácil en demasía. Pero será entretenido, y tal vez aprendas una que otra cosa sobre espadas."

Sopesó lo que Ken decía. Era cierto que sus metas eran similares y que las aldeas eran, por el momento, aliadas. Todo parecía que podría funcionar.

Bu-bueno… Podría considerarla una… u-una misión personal, Sarutobi-san. Nunca… ahm… Creo que no debería d-d-de subestimar l-los retos personales. Creo —dio un bocado más a sus alimentos y un trago a su agua, luego se dirigió al chico —. N-no es una mala idea, Ken-san. Creo. P-podríamos hacer un equipo.

El corazón de Ranko dio un salto. Ya había estado en un equipo antes, y recordaba que casi moría de la pena. Allí, en los herreros, no estaba por morir, pero sus mejillas parecían tan rojas como las forjas de los artesanos. No sabía de dónde había sacado la fuerza para sugerir un equipo. Así que regresaría a seguir comiendo su okonomiyaki tan silenciosamente como pudiese, a menos que los otros dos coincidieran.
Pensamientos (Plum) Diálogos (PaleVioletRed)

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#14
“Ya va hablando más, parece que incluso tarda menos en construir una frase” quiso pensar la pelirroja con optimismo pensando de Ranko se encontraba mucho más a gusto gracias a su bombardeo de preguntas y respuestas con el fin de crear una conversación, tanto si la muchacha quería como si no. - ¿Por qué ibas a entrenar viniendo a recoger un sable?- preguntó con cierta indiscreción la pelirroja - No es que tengas que luchar o infiltrarte para conseguirlo ¿No? Eso lo haría una misión memorable…- se perdió la pelirroja en su propia frase, hastiada hasta el extremo de misiones que podría hacer cualquier persona sin un entrenamiento como el suyo.

Volvió a suspirar mientras daba dos grandes bocados a su comida - En una ciudad con más herreros que habitantes hubiera sido una coincidencia maravillosa. Yo estoy buscando la forja de Akiyama. Pero no tengo más información al respecto.- dijo con una sonrisa a sus dos acompañantes.

- ¡Un equipo parece una gran idea! ¡Seguro que entre todos encontramos a nuestros respectivos objetivos en poco tiempo!- respondió con su exceso de energía característico. Si era un aburrimiento de misión al menos podría no hacerlo sola y tres personas siempre buscaban mejor que una, aunque dado el nivel de conversación de sus compañeros tal vez sería mejor que ella fuera la encargada de preguntar a desconocidos. Tal vez si hacía especialmente bien aquella misión incluso podría encomendarle alguna misión que no estuviera relacionada con cebollas.
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#15
Ken se quedaría escuchando con atención como ranko explicaba que venía en busca de un sable que su madre nunca recibió y como esta pensó que era buen momento para que hiciera esta misión que le serviría como entrenamiento. ¿Entrenamiento? Se quedó pensando por unos segundos, seguramente era por su timidez, ya que al buscar a un herrero la misión trataba más que nada de hablar con extraños y por lo que podía verse a simple vista, la morena no era nada buena hablando con extraños. En ese sentido aquel trabajo sí que debía de ser difícil para ella y de cierta forma ken podía entenderla ya que a el también se le dificultaba hablar con las personas.

Por otra parte la escucho decir que el herrero que buscaba se llamaba kaoto kiseigin, una lástima que no fuera el mismo que el buscaba pero bueno, eso ya sería demasiada casualidad, pero fue bueno escucharla decir que estaba de acuerdo con su idea de trabajar juntos como equipo así que no tardó en responder mostrándose ya más animado.

- ¡Sí! Sera fantástico. – No podía evitar entusiasmarse después de todo podría hacer equipo con una ninja de kusagakure y con una compañera de aldea, y lo mejor las dos eran chicas, así podría intentar superar su timidez con el sexo opuesto.

La otra chica por su parte no precio entender cuál era el entrenamiento de ranko en esa misión por lo que ken no pudo evitar acercarse a ella para murmurarle por lo bajo con una mano al lado de su propia boca de que iba la cosa. – Pues ella es tímida, el entrenamiento debe ser sobre aprender a hablar con extraños. – Le dijo eso a Hikaru en tono bastante bajo para que solo ella lo escuchara, aunque tan pronto hizo eso se apartó de ella volviendo a acomodarse en su asiento.

Por otro lado escucho a hikaru decir que hubiera sido maravilloso que estuvieran buscando al mismo herrero pero no, ella buscaba la forja de un tal akiyama, así que también buscaba a alguien diferente pero al menos esta también estaba dispuesta en hacer equipo entre los tres para ayudarse con sus trabajos.

- Entonces está decidido. – Dijo brevemente mostrándoles una sonrisa a ambas chicas, cielos se sentía afortunado podría trabajar de cerca con dos lindas chicas ninjas, eso no era algo que se diera todos los días, realmente era una gran oportunidad para él.

-Si me vieras maestro… - Pensó en esos momentos para luego seguir comiendo lo que quedaba de su takoyaki.

Al terminar de tragar el bocado que se llevó a la boca segundos antes no pudo evitar seguir hablando. – Entonces ¿iremos todos juntos? ¿Qué dirección quieren tomar primero? – Como hombre estaba dispuesto a hacer primero las búsquedas de las chicas, así que dejaría que estas decidieran que rumbo tomar primero, aunque si le tocaba decidir a él, no dudaría en escoger.
Hablo - Pienso
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