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Hikaru preguntó el porqué una misión podría considerarse como entrenamiento, y Ken pareció comentarle algo a la pelirroja, pero Ranko no alcanzó a escucharlo. Se cohibió un poco, pero alcanzó a reunir fuerzas para contestar.
—B-bueno, sí. Un entrenamiento d-d-de búsqueda. Y disciplina. Creo. No s-sé qué le pasó al arma. Tengo que buscar a Kaoto-san y averiguarlo. A-además u-un shinobi debe de… debe de entrenarse en l-la dis… disciplina del cumplimiento d-d-de su deber.
La idea de infiltrarse y abrirse paso peleando le hizo ilusión a Ranko, pues luchar era aquello en lo que sobresalía. ”Sería interesante que fuese así. Siempre que no pusiera en peligro la integridad de la espada…”
Tanto Hikaru como Ken estuvieron de acuerdo en hacer equipo para lograr sus respectivos objetivos. Una oleada tanto de pánico como de emoción inundó a Ranko, quien no pudo hacer más que sonreír y sudar de los nervios. Luego prosiguió con su okonomiyaki. Una parte de ella disfrutaba la comida callejera (la cual estaba deliciosa, pero podría estar mejor), mientras otra parte gritaba en su mente. Ya había hecho una misión en equipo, junto con Inuzuka Etsu (y Akane) y Hanamura Kazuma. Había sido una misión oficial con pinta de ser muy fácil, pero que tuvo ciertas complicaciones. Sin embargo, al final todo resultó de excelente manera. Y ella logró pasar tiempo con un par de conocidos sin avergonzarse tanto.
Claro, esta vez, sería con dos desconocidos. Pánico total.
—G-g-gracias p-p-po-por la com… la com-mida. —dijo al terminar sus alimentos, juntando un par de temblorosas manos.
Ken no tardó en preguntar qué dirección deberían de tomar. Ranko llevó un nudillo a su mentón. Pagaría sus alimentos (incluyendo el agua que Hikaru le había ordenado) y esperaría a que todos hubiesen terminado antes de continuar la conversación.
—B-bueno… ¿han encontrado a-alguna pista? ¿Sobre Shaku-san o Akiyama-san? Y-yo… q-quise recuperar energía d-después de vi-viajar, a-a-así que no he comenzado en sí mi… ahm… mi búsqueda.
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A Hikaru no le pareció demasiado educada la apreciación de Ken sobre su nueva compañera de misión, más aún cuando ambos parecían bastante tímidos a la hora de relacionarse, así que simplemente lo escuchó en silencio antes de escuchar a su cohibida compañera “ Conoce antes a tus compañeros que la propia misión” le habían dicho en más de una ocasión en la academia y si alguna vez quería dirigir su propio equipo y guiar ella misma las misiones empezaba a ver la razón en aquellas palabras. - ¡Vamos amiga! Ya te veo más que preparada para esta misión, dudo que puedas entrenar demasiado porque vas a volver a casa con la espada antes de que te des cuenta.- sonrió la pelirroja con energía acabándose su comida con sus habituales prisas.
Era curioso como ella era la única que parecía estar molesta con aquel tipo de “misiones”. Entrenamiento había dicho Ken y Ranko. Suspiró un instante, no iba a empezar una discusión allí en medio cuando tenían algo que hacer y tenía que cohesionar el equipo, pero se negaba a aceptar que aquellas misiones fueran necesarias para llegar a ser un ninja.
Sopesó un instantes las opciones que tenía para empezar a buscar, ella apenas hecho avances y sus dos compañeros tampoco habían dado datos significativos y lo que era peor, por lo que había observado no parecían especialmente resolutivos así que para la pelirroja ella tenía que tomar una decisión - Yo tampoco tengo pistas sobre dónde se encuentra mi objetivo ¿Tú tienes algo Ken? Lo ideal sería encontrar primero al objetivo del que más información tengamos y aprovechar el trayecto para buscar información sobre el resto, si no es así, seguiremos buscando información después de comer. - dijo la pelirroja resolutiva. - Jefe ¿Usted conoce a alguno de los herreros que hemos nombrado? Nos haría un gran favor- Preguntó la pelirroja con su mejor sonrisa mientras esperaba a que sus compañeros terminaran de comer incapaz de permanecer demasiado tiempo sin hacer nada.
-Lo lamento señorita, suelo tener de clientes a mercaderes y herreros de la zona con poco tiempo para un descanso. Pero si le puedo decir que por esta zona no tienen sus puestos. - respondió el hombre rascándose la cabeza pensativo.
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Ken continuo con su comida escuchando hablar a ranko, le parecía muy tranquila y descuidada al no haber empezado a trabajar pero bueno él no podía criticarla, si ella quería empezar con su misión con el estómago llego eso tenía sentido aunque para él lo primero era el trabajo.
Lo bueno era que el sí tenía cierta información sobre el paradero del señor Shaku así que podía estar tranquilo y ayudar primero a las dos chicas, después de todo ¿Qué clase de hombre seria si atendiera primero sus asuntos en lugar de ayudar a unas chicas en los suyos? Seguramente no uno de los mejores por eso decidió simplemente negar con la cabeza para hacerlas creer que no tenía información en lo absoluto.
Termino de comer y pago manteniéndose en silencio, escuchando esta vez a la pelirroja quien parecía decidida a tomar el liderazgo, bueno a el no le molestaba eso, por lo menos el hombre que les sirvió la comida les dijo que ninguno de los tres herreros estaban por esa zona así que ahora sabían por donde no buscar.
- Si es así entonces deberíamos empezar en otra zona , quizás una con menos forjas e ir preguntando a los locales si conocen a alguno de los hombres que buscamos. – Comento aquello siendo ese el plan más simple que se le podía ocurrir, si iban a trabajar juntos no deberían de separarse, así que la idea era permanecer en grupo y recorrer la ciudad, el por su parte quería ser un caballero y ayudarlas a ellas primero con sus objetivos.
Como eran varios sujetos los que buscaban quizás debían simplemente ir preguntando por ellos, hasta encontrar a alguno de ellos. – Por mi pueden decidir ustedes que dirección tomar primero. – No tenía preferencia ni tenía prisa por completar su trabajo primero, es más quería conocer bien la ciudad y pasar el tiempo lejos de su molesto maestro.
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Hikaru no parecía querer aceptar que una misión tan sencilla pudiese ser de mucha utilidad como entrenamiento. Ranko no tuvo mucho conflicto con ésto, pues entendía que diferentes personas podrían ver las cosas de diferente manera. Su madre le había enseñado a ver cada oportunidad de mejorarse, por más ínfima que fuese. Se sintió halagada de que la pelirroja le dijera que estaba "más que lista", aunque no sabía si sería tan fácil como ella decía.
"Tal vez sí, tal vez no… No debería subestimar tanto un encargo. Especialmente si se viene desde tan lejos…" pensó la de la trenza, pero no le dio a Hikaru más que una sonrisa.
Todos terminaron sus alimentos y estaban listos para partir. Ranko se sorprendió de Ken, pues lo notó incluso más pasivo que ella misma. Hikaru, por otra parte, parecía tener más decisión, y comenzó por preguntarle al dependiente del local si conocía a los herreros mencionados. Desafortunadamente, no parecía ser tan fácil.
Después de agradecer por la comida, Ranko se llevó una mano a la barbilla, pensativa. En su primera misión, ya se había demostrado a sí misma que podía tomar la batuta cuando era necesario. ¡No podía quedarse atrás!
"Piensa, Ranko, piensa. ¿Cuál sería la mejor manera de encontrar un herrero en un pueblo de herreros? Si fuese una tienda, sería mucho más fácil: sólo habría que preguntarle al vendedor…"
—No a los productos… —soltó sin querer. Luego alzó la vista al dependiente, quien ya estaba recibiendo nuevos clientes —. D-di-disculpe… ¿Ha-hay algún tipo de… e-existe una… alcaldía? ¿O un registro d-de las forjas?
El dependiente arqueó una ceja, sin dejar de cocinar.
—Señorita, soy un cocinero. No manejo nada más que los instrumentos de esta cocina. No sé de registros, pero sé que este lugar comenzó como un asentamiento comercial
Dudo que se hayan dedicado a redactar una constitución. —El hombre le respondió con toda propiedad, mas Ranko sintió que su pregunta había sido una molestia.
—L-lo siento. Gracias. —Se dijo que valía la pena haberlo preguntado.
Ranko se apartó unos pasos del local y se ajustó la mochila a los hombros. Ken sugirió comenzar por un área con menos forjas y preguntar por los locales. Al parecer, ninguno tenía más información que un nombre, y estaban prácticamente en las mismas. Ranko adoptó su pose pensativa de nuevo.
—Akiyama, Kaoto, Shaku… —repitió la chica, tanto para sí misma como para sus compañeros —. S-si no tenemos más que eso, c-creo que no importa dónde comencemos. Ahm… ¿Q-qué tal…? ¿Qué tal que comencemos por alguna de las e-entradas de la ciudad, y-y nos separamos a razón de un local por… por cada uno? Así e-estaríamos preguntando en 3 lugares a la vez, p-pero no perderíamos rastro de… de a quiénes ya ha… habríamos pedido información, ni n-nos alejaríamos tanto e-en caso de que alguno encontrase algo s-sobre cualquiera de los tres…
No sabía qué pensarían los otros dos, pero Ranko pensó que era una idea muy factible. Cada quien preguntaría por los tres herreros, y no solo por el suyo, a como lo harían si trabajasen solos. Afortunadamente, la entrada oeste de la ciudad no estaba muy lejos de allí, por lo que podía ver. No se movería de su lugar sino hasta que todos estuviesen de acuerdo.
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No le sorprendió demasiado que Ken dejara la decisión en sus manos. ¿Dónde gastaría la energía aquel chaval? Solo le hizo confirmar más aún su determinación en intentar resolver aquello.
La kunoichi tuvo que disimular en su expresiva cara un gesto de sorpresa al ver a su nueva compañera reaccionar de aquella manera. Desde luego no podía subestimarla y el plan de búsqueda que había trazado no era descabellado en absoluto. Les daría algo de coherencia en la búsqueda empezar por uno de los extremos de la ciudad y a las malas acabarían peinando las calles con algo de orden si no encontraban información. - ¡Me parece una idea excelente Ranko!- exclamó con su habitual exceso de entusiasmo. - ¡No esperaba menos de una ninja hecha y derecha de Kasugakure!- continuó levantándose - ¿Tu estás de acuerdo Ken?- preguntó recordando que el pasivo chicho también formaba parte del equipo, “ Qué difícil es esto de trabajar en equipo” pensó para si misma la pelirroja intentando mantener su energía bajo control.
-¿Podría decirnos en ese caso donde se encuentra la puerta más cercana de la ciudad?- Pregunto con amabilidad al hombre, anotando mentalmente las anotaciones lo mejor que supo, aunque su hiperactiva mente ya estaba saliendo del local con sus características prisas mientras le daba las gracias al amable cocinero tanto por la comida como por las indicaciones. -!Muy bien¡ Una vez lleguemos a la puerta creo que lo mejor sería contar los locales de derecha a izquierda de la calle. Ranko, entrará en el primero, Ken, tú en el segundo y yo entraré en el tercero ¿Os parece bien? Así llevaremos un orden más o menos establecido. -
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Ken se sintió algo avergonzado de no estar siendo de mucha ayuda y no proponer buenas ideas al grupo sin embargo le gusto la iniciativa de ranko y se impresión bastante ya que esta demostraba que a pesar de su timidez podía tener buenas ideas y podía ser bastante útil para el grupo, quizás hasta más que él, dejándolo algo mal parado en comparación así que de verdad que se sintió avergonzado de no ser útil hasta el momento.
Luego de que las dos chicas hablaran el termino simplemente asintiendo ante la pregunta de hikaru de si estaba deacuerdo con el plan de ranko, por alguna razón no pudo responder con palabras en aquel momento, simplemente no le salio la voz.
- Mh… - Se aclaró la garganta, el plan le parecía bueno pero sin dudas pensaba que les llevaría bastante tiempo, al menos ya los tres habían comido y recargado sus energías eso les serviría mucho para la extenuante tarea que era buscar por local. – Es una gran idea, creo que no se me hubiera ocurrido algo mejor. – Dijo ken poco después de asentir con su cabeza, no quería parece un mudo o más tímido que ranko, y no era que tuviera miedo de hablar con esas chicas, simplemente era que el era un joven de pocas palabras y prefería no hablar sino tenía nada bueno que aportar.
- Entonces, vamos. – Volvió a sentir y dio una pequeña palmada con sus manos para demostrar que estaba algo animado tras eso esperaría que las chicas marcaran el camino para seguirlas caminando al lado de ranko ya que por alguna razón le daba miedo acercarse a hikaru, esa pelirroja lo intimidaba un poquito a decir verdad.
Mientras avanzaban por la calle intentaba mantener su vista en el camino pero le era difícil no mirar de vez en cuando a cada una de las chicas, cielos ojala le fuera más fácil hacer conversación así podrían evitar que el silencio se volviera incomodo pero ken no sabía ni que decir en esos momentos.
- Recuerden no dejar a nadie atrás – Dijo eso ya cuando estuvieron llegando a los primeros locales a los que visitarían, la calle a la que llegaron era amplia por ser una de las entradas de la ciudad, debía de medir unos 20 metros de ancho, claro que tenía mucha gente yendo y viniendo y algunos que otros carros con mercancía y cosas iban y venían cosa que era normal para una calle principal, tiendas de armas y herrerías podían verse a ambos lados pero como hikaru había dicho empezarían por el lado derecho, así que ken se detendría en el tercer local de ese lado para entrar en el separándose así de las chicas momentánea mente pero al estar adentro de lo que parecía ser una tienda de todo tipo de cosas forjadas, cayó en cuenta de que olvido los nombres de los sujetos que buscaban las chicas. Que mala situación tan vergonzosa tendría que ir con ellas para preguntarles de nuevo ¿Cómo hacer eso a estas alturas? Torpe ken, eso le pasaba por no prestar atención como se debe, se dio un golpe con la palma abierta en la cabeza pensando como afrontaría a las chicas cuando se reunieran en la calle.
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La pelirroja no sólo aceptó la idea de Ranko, sino que la felicitó por haberla pensado. La Kusajin sonrió ante el comentario de la chica. Hikaru parecía el extremo opuesto de Ken: su mente y cuerpo parecían estar a alta velocidad y con muchos ánimos, mientras que el chico parecía o demasiado tímido o demasiado indeciso. Ranko se sentía estar en algún punto medio del espectro, pues tenía muchas ganas de poner manos a la obra, solo que se le dificultaba un poco cómo expresarlo.
—G-gracias, Sarutobi-san.
La Uzujin no soltó las riendas y se apresuró a preguntar dónde quedaba la puerta más cercana. Después de una palmada por parte de Ken y un movimiento de cabeza por parte de Ranko, ambos siguieron a Hikaru hasta el lugar indicado. La chica también les dijo el orden en el que podrían buscar: Ranko primero, Ken después y Hikaru al final. Ken les dijo que no dejaran a nadie, a lo que Ranko contestó con una sonrisa tímidamente torcida y un pulgar arriba.
—M-me parece ba-bastante bien, Sarutobi-san.
Se puso a ello, entonces, y se dirigió al primer local. A pesar de que la calle tenía su buena cantidad de gente, la primera forja estaba prácticamente vacía. Una persona trabajaba al fondo del lugar mientras otra diseñaba sobre un gran pliego de papel algo que Ranko no alcanzó a distinguir del todo. La chica respiró profundamente, aunque le pareció que el aire del lugar calcinaba sus pulmones.
—¿Sí? Bienvenida, señorita. ¿Necesita ayuda? —le dijo el hombre del diseño después de un rato de estar parada sin hablar. Ranko se encogió de hombros de repente, y comenzó a jugar con sus manos nerviosamente.
—¡Ah! Ehm… S-sí, ahm… —Ranko se acercó hasta un punto donde no necesitase alzar mucho la voz —Yo…
—Señorita, disculpe —El hombre se apartó de la mesa de diseños y fue a con la chica. Había una mesa más entre los dos, una llena de herramientas y partes de herramientas rotas, nuevas y arregladas. El hombro apoyó ambas manos en el mueble, como si llevase esperando horas que le atendieran —, pero va a tener que hablar rápido. Si requiere la forja de alguna herramienta o utensilio, éste es el mejor lugar. ¿Busca una espada? Éste no es el mejor lugar.
—S-s-sí… D-digo, no… Yo… —La chica sacudió la cabeza, intentando sacarse la pena de la mente. Tenía que enfocarse, pues ya no era la misión de Ranko, era la misión de los tres —. S-s-sólo estoy… Estoy… —”Respira hondo, Ranko. Uno. Dos. Uno. Dos.” —. Estoy buscando a algunos herreros. Específicos. A-akiyama-san. Kaoto-san. Y-y… Y Shaku-san.
El hombre se llevó una mano a su corta barba, pensativo.
—Kaoto me suena, me suena. Akiyama no sé. Hay demasiados herreros aquí. Es difícil acordarse de todos, aunque yo sea uno de ellos. Hay muchos lugares para espadas, por eso hacemos herramientas aquí. Y por eso no estoy tan familiarizado con creadores de espadas, si es lo que buscas. Pero sí con Shaku Arai-sensei. Estamos de este extremo de la ciudad, por lo que estamos algo alejados, pero Shaku-sensei es muy famoso aquí. Aunque no sé dónde está su forja. No dudo que lo encontrará rápidamente, señorita. ¿Es todo?
—S-sí. E-entiendo. Muchas —Pero antes de que terminara, el hombre asintió y volvió a la mesa de diseño —gracias.
No obstante, Ranko le dedicó una reverencia. Luego salió del local y siguió por la calle, contando los otros lugares.
”Dos, Ken-san. Tres, Sarutobi-san. Uno, yo.”
Y Ranko entró en el cuarto local.
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7/07/2019, 02:51
(Última modificación: 7/07/2019, 02:56 por Sarutobi Hikaru. Editado 2 veces en total.)
La pelirroja sonrío amablemente -Hi-Ka-Ru. Una compañera debería de llamarme por mi nombre ¿No te parece? - le guiñó el ojo a la tímida Ranko antes de ponerse en marcha. Ahora trabajaba en equipo y se recordó a si misma por todo el camino que no valía de nada acelerar el paso, era una misión de búsqueda y atención al detalle, por lo que intento adecuar su paso al de sus compañeros en todo momento, intentando aparentar estar relajada en todo momento. “Algún día tendré que dirigir un equipo y es mejor empezar cuanto antes a practicar ” se dijo a si misma con ánimos.
La entrada más cercana a la ciudad no quedaba lejos y aunque la zona seguía oliendo al ocre olor de los hornos y las forjas, en aquella zona se atisbaban otro tipo de negocios y sobre todo mucha más gente de paso. Apretándose la bandana de la frente en un acto reflejo solo dijo: - ¡Empezamos!- antes de salir disparada hacia el tercer local con la determinación de un toro desbocado.
Entró en una forja pequeña, casi familiar, donde un señor muy entrado en años golpeaba con mano firme una gruesa barra de hierro calentada al rojo. - Disculpe. Estaba buscando a tres herreros, pero no soy de aquí y necesitaría ayuda, tal vez los conozca, son Akilyama-san, Kaoto-san y Shaku-san - enumeró rápidamente.
Si el hombre se hubiera dignado a levantar la cabeza de su trabajo habría visto como la kunoichi le regalaba una de sus mejores sonrisas. - Si no vas a comprar nada vete niña. Molestas. - La Sarutobi apenas pudo gestionar esa impertinencia, manteniendo unos instantes más la sonrisa. ¿No me has oído niña? Largo y no vuelvas a nombrar a ese bastardo en mi casa. continuó el hombre sin darle tiempo a reaccionar a los pocos segundos.
La pelirroja sintió como la sangre se le acumulaba en los mofletes y en la punta de las orejas, sintiendo ese calor característico antes de dar un golpe en la pequeña y antigua mes, dirigiéndose hacia la puerta hasta gritar en la misma sin poder contenerse. - ¡Maldito viejo maleducado! ¡Antes me corto el pelo con unas tijeras de madera antes que comprar en su tienda!-
Tuvo que respirar un par de veces una vez se alejó de aquel maleducado, contenta por haber podido contener la mayoría de las barbaridades que se le agolpaban en la boca pese al enfado, sintiendo como este iba remitiendo lentamente de sus mejillas conforme el aire de la calle la despejaba a pocos pasos de la puerta.
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Ken se detuvo a observar el interior de la tienda en la que se encontraba, la misma tenía unas grandes repisas en la que se podían ver todo tipo de espadas, escudos, hachas, mazos y todo tipo de armas de hierro parecía una armería, si justamente eso era, si alguien conocía a los mejores herreros de la ciudad debía de ser el dueño de una armería y esta parecía estar muy bien surtida, además tenía una buena ubicación en la entrada del pueblo lo que le permitía captar clientes recién llegados.
El único problema ahora era recordar los nombres de los dos herreros que buscaban las chicas, si tendría que hacer memoria.
Tras el exhibidor se encontraba un hombre de unos 40 años gordo y calvo, junto a el un viejo canoso de unos 70 años de cara muy amargada y un chico gordo de unos 20 años de cabello más o menos largo.
La tienda tenia algunos clientes pero aun asi tuvieron tiempo para saludar a ken cuando este se acercó al mostrador tras el cual estaban los ya mencionados.
- ¿En qué puedo ayudarte? – Pregunto el tipo calvo a ken, este trago saliva para luego responder. – Vera señor busco a unos herreros y una espada en particular. – Dijo ken y el anciano que aparentemente era el padre del señor calvo respondio. – No somos una guía de turistas, pero este es el lugar idea si quieres comprar espadas. – El hombre calvo no tardo en responder. – Tranquilo papá, es solo un chico no hay razón para no ser amables con el… ¿dime a quienes buscas y que clase de espada quieres? – Termino preguntándole el señor calvo.
- Por cierto, yo soy rikku, él es mi padre, el gordito de la esquina es shun lee, y esta es mi tienda de espadas y empeños. – dijo el hombre calvo presentándose con propiedad abriendo sus brazos para señalar que todo lo que veía era suyo.
Ken no sabía cómo tomar los comentarios anteriores del viejo pero el sujeto calvo parecía ser buena gente. – Bien, para empezar busco al maestro forjador shaku… y los otros son… - intentaba acordarse de los nombres pero no lo lograba. – [color=#FF4000]Akiya…sha o era akiyama y kaoro… o era kaoto.. algo así eran sus nombres, la espada que busco es de akiyama eso creo. – Comento ken sin estar seguro de haber dicho bien los nombres.
Una sonrisa se formó en el rostro del señor rikku y no tardo en contestar. – Shaku es una leyenda, los otros dos creo que también son herreros famosos, si son quienes creo que son… y sobre la espada no, no tengo espadas de ningún akiyama pero si tengo varias del maestro Shaku, si te interesan… por ser un chico tan joven interesado en las espadas podría hacerte un buen descuento por alguna espada de shaku. -
Ken levanto sus manos para negar, no buscaba comprar espadas del señor shaku sino encontrarlo. – No, no, solo quiero encontrar al señor shaku y a los otros herreros. – Diría ken.
El hombre calvo se molestó un poco. – En ese caso no puedo ayudarte, pero si quieres ganarte un dinero extra podría comprarte eso que traes allí. – Señalo la kodachi en la cintura de ken y este negó nuevamente, ya se estaba tardando mucho. – Eh, no gracias, tiene un valor sentimental para mí.. – Dijo eso declinando la oferta del señor rikku.
- Como quieras, de cualquier forma tengo muchas espadas de muchos herreros por aquí puedes dar un vistazo por si alguna te interesa. – Le dijo el calvo y ken asintió. – Gracias creo que vendre después, ahora tengo que encontrar a esas personas. – Y dicho eso salió a la calle, esperando ver allí a las chicas para decirles que no había tenido suerte pero que había encontrado una interesante tienda de espadas donde con algo de suerte podría estar la que buscaba ranko, después de todo, había la posibilidad de que hubiese sido vendida o empeñada por alguna extraña razón pero tendrían que perder tiempo investigando en esa tienda.
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Al pasar frente a los otros puestos, Ranko se topó con Ken, y un instante después con Hikaru, quien no parecía haber tenido una buena experiencia en su puesto
—S-sólo me dijeron… Saben de Shaku-san, p-pero no dónde está… —Tuvo la impresión de que sus compañeros no habrían conseguido mucha información —. ¡A-ánimos, son sólo los primeros locales!
Esperaría a escuchar los comentarios del resto, si es que tenían alguno. Luego iría a por el siguiente local.
La cuarta forja estaba un poco más llena de gente, lo que hizo que Ranko dudara el doble al entrar. A diferencia del primer lugar, no le prestaron atención para nada, pues todos estaban muy ocupados o entregando y recibiendo pedidos, o martillando, o discutiendo diseños. La Kusajin se acercó a la primera persona que creyó que trabajaba allí.
—D-Dis… Disculpe…
—¿Sí? ¿Algún encargo?
—N-no… Bueno, yo bus… buscaba…
—¡Ah! Buscabas a alguien que te hiciera algún encargo, ¿Verdad? Claro, ¿Qué tipo de arma quieres?
—Ahm… Eh… N-no e-es eso…
—Oh, no quieres armas. ¿Qué artículo necesitas, entonces?
Ranko soltó un gritito de desesperación. Respiró hondo un par de veces.
—¡Akiyama! ¡Kaoto! ¡Shaku! —dijo, cerrando los ojos y hablando tan rápidamente como pudo.
El hombre hizo la cabeza ligeramente hacia atrás, como si entendiera algo de repente.
—¡Oh, claro! ¡Buscas herreros específicos! Bueno, pues debes de dejar de buscarlos, porque aquí podemos hacerte lo que necesites, a un módico precio.
La chica negó varias veces con la cabeza. Su morada parecía dar vueltas, como si le marease estar en es situación. "Cielos..m No va a ser tan fácil como Sarutobi-san dijo…"
—N-n-n-n-no. S-s-sólo quiero e-encontrar. Encontrarlos.
El hombre pasó sus dedos por su barba.
—No sé si sea buena idea enviar a un cliente con mi competencia. No sé, no sé~
Acto seguido, el hombre regresó a lo que había estado haciendo antes, e ignoró la presencia de Ranko a partir de entonces. La kunoichi no supo entonces cómo insistir, pues aunque el hombre no había sido maleducado, no parecía que fuese a dar su brazo a torcer. Salió del local, cabizbaja, pensando que en realidad cada cabeza era un mundo.
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