— ¡O-Oh, si! ¡M-Me encantaría entrenar! S-Si, i-iba a irme directa a casa hasta que te encontré... ¡P-Pero puedo quedarme un tiempo! ¡H-Hace tanto q-que no nos vemos! ¡D-Dijimos de ir a Yukio y también...! O-Oh bueno... Ahora eso es imposible...

Hana alzó su mano libre para negar con ella.

— No te preocupes, podemos ir a otro sitio. O ir a Yukio cuando hayamos echado a Kurama. Pero, sí, claro, yo también tengo unos días antes de tener que volver. Así que si quieres podemos entrenar.

Se quedó parada hasta que Ren le confirmase que realmente iba a quedarse con ella unos días, sin soltarla. En un primer momento había pensado que podía tratarse de un sueño, Ren estaba ahí, la había perdonado sin un segundo pensamiento y ahora quería que entrenasen juntas para poder resarcirse de los errores que había cometido con ella.

Sonrió con un leve rubor en sus mejillas, y posteriormente asintió con la cabeza energicamente.

— ¡S-Si, claro! A-Aunque no llevo más ropa de lo que llevo encima por el hecho de que iba a venir y v-volver... — añadió, mirando de reojo al gran animal que las acompañaba.

En la posada tendría tiempo para acicalarse y arreglarse, pero después debería volver a ponerse esa misma ropa. Aunque eso poco le importaría, prefería estar un poco más en condiciones si iba a salir con ella a algún lado. No quería que por estar a su lado, Hana sintiera vergüenza ajena. Ya solventaría el tema de la ropa de una forma u otra cuando estuvieran bajo un techo en una habitación calentita.

— ¡S-Si, claro! A-Aunque no llevo más ropa de lo que llevo encima por el hecho de que iba a venir y v-volver...

Hana hizo un gesto con la mano para restarle importancia.

— No te preocupes. Siempre llevo mudas extra selladas en mis pergaminos, seguro que tengo algo que... — le echó una mirada a Ren antes de acabar su frase, haciendo una breve pausa. — te valga.

Pero rápidamente se dio cuenta de que era improbable que pudiese ponerse una prenda suya. Ren había crecido incluso más que antes. En los dojos ya le sacaba media cabeza de altura y varios dedos de busto, ahora ya ni tenía sentido comparar.

Mientras que Hana era un tapón y apenas tenía una sola curva, Ren era prácticamente una modelo de pasarela. Le sacaba una cabeza y tenía unas curvas bien marcadas, ahora algo difuminadas porque estaba en los huesos.

— Si no seguro que podemos limpiar tu ropa ahí mismo.

Era una de las pocas soluciones que le veía, la verdad.

Cogió parte de sus prendas pellizcándolas, para mirar más detenidamente su camisa. Estaba llena de arrugas y tenía extrañas manchas que hacía que diferenciase algunos tonos de negro. Asintió dubitativa, esperando que no les llevara más tiempo del necesario estar a la intemperie. El pelo de la morena caía hasta un poco más allá de sus hombros, pero no lo tenía recogido, sino que en los extremos estaba algo rizado por el descuido general que tenía encima.

— H-Hace poco fue año nuevo... ¿Sabes? En Amegakure solemos celebrarlo con un espectáculo de fuegos artificiales

Decirle que ese año se lo había pasado tumbada en su cama, comiendo un par de bollos precalentados, no era algo que necesitase saber.

— H-Hace poco fue año nuevo... ¿Sabes? En Amegakure solemos celebrarlo con un espectáculo de fuegos artificiales

Oh, sí, el año nuevo. En general, cualquier celebración para Hana era un día de estar en casa y, si eso, hacer limpieza. No necesitaba cocinar para nadie, pues todas las familias estaban reunidas y cocinaban juntas. Tampoco había nadie con quien pasarlo, pues ella no tenía ninguna familia y aunque la invitasen, siempre declinaba educadamente. Lo último que quería era estar ahí sentada sintiendo que no tenia nada que ver allí.

— Ya, me imagino. En Uzushiogakure se hacen festivales en el Jardín de los Cerezos, es precioso. Los recuerdo de cuando era pequeña, pero los últimos a los que fui... fueron dificiles. Mi madre estaba enferma y mi padre cansado, apenas podían sonreir. En cualquier caso, el último lo pasé recogiendo el desván. Celebraciones familiares y ser huerfana es lo que tiene, jaja.

Forzó una sonrisa triste. Sin duda, Ren era tan mala como ella sacando tema de conversación. Parecía que estuviesen compitiendo por ver quien metía a la otra más en el barro.

El hecho de que Hana también era huérfana, volvió a su mente como si nunca hubiera estado antes ahí. Era por ello, y por el hecho de compartir apellido por el que formaron esa idea de hermandad. Ren tenía al fin y al cabo a Nanashi, y Oda era ya prácticamente como su abuelo. ¿Pero Hana tenía a alguien más que no fuera ella? Por como hablo del actual Uzukage, parecía algo de relación con él. Podría preguntarle por eso luego a la noche, cuando fuera un momento más íntimo. Pero le preocupaba más el saber sobre sus padres y como vivía.


— Bueno... Para el siguiente podríamos intentar ir a algún lado juntas y celebrarlo por nuestra cuenta — no se dio cuenta de la magnitud de sus palabras hasta que termino la frase, para sonrojarse violentamente apartando la mirada. — S-Si quieres claro.

— Bueno... Para el siguiente podríamos intentar ir a algún lado juntas y celebrarlo por nuestra cuenta S-Si quieres claro.

— No. — fue una negativa directa y tajante. — ¡Acaba de empezar el año! No quiero esperarme todo el año para poder celebrar algo juntas. Celebraremos el festival de los Cerezos, no sé si te dejarán entrar en Uzushiogakure, sino ya buscaremos un sitio donde haya cerezos y lo celebramos.

Apretó la manita endeble de Ren con más fuerza y tiró de ella para andar más rápido, solo para mostrar su determinación. No tardaron en ver la posada a un lado del camino. No era muy notoria, pero tomaba una buena parte del terreno. Solo tenía dos plantas, siendo la superior notoriamente más pequeña que la inferior, que era muy amplia.

— Buenas tardes, Uruko-chan. — saludó Hana antes incluso de acabar de entrar en el lugar.

La puerta estaba abierta de par en par antes de que las chicas se asomasen siquiera y justo enfrente de ellas había un mostrador y una chica de la altura de Ren tras este, tenía un pañuelo en la cabeza y su pelo marrón, recogido con él, le llegaba hasta poco más abajo de los hombros.

— Oh, Hana-chan. ¿A quien traes ahí?

— Ah, sí, Copito. Nos lo hemos encontrado en el Lago, ¿sabes de quien es? — se giró para dejarle ver al enorme perro, a pesar de que no era necesario pues era perfectamente visible igualmente.

Éste ladró un par de veces antes de irse a toda prisa por detrás del mostrador.

— ¿Copito? Oh, pero si es Mochi. Su dueña es una señora que vive al oeste, está algo mayor para mantener a raya a este salvaje. — empezó a acariciarle sin dejar de mirar a las muchachas. — Pero me refería a la chica.

— Sí, es Ren, mi hermana. — la presentó alzando la mano que tenía agarrada con total naturalidad. Ya ni se molestaba en explicar nada. Era su hermana y punto. — Vamos a necesitar un baño y limpiar su ropa, si puede ser. No tiene que ser con urgencia, ya le dejaré algo mio.

La chica miró a Hana, después miró a Ren y sus ojos verdosos fueron de nuevo a Hana.

— Ya, claro, sin problema. Si necesitais ropa, os puedo dejar alguna mía. Entonces, ¿vais a querer otra habitación? Justo se acaba de liberar la de al lado.

— No, estamos bien.

— Pero si tu habitación solo tiene una cama individual, ni siquiera tienes sofa.

Hana fue a abrir la boca de nuevo y la cerró rápidamente, girandose a Ren. Tal vez estaba siendo demasiado autoritaria.

— Tienes razón. ¿Qué dices, Ren? No quiero que duermas incomoda.

Aquel autoritario y tajante no, la dejo clavada en el sitio. "Ya esta, la cagué" pensó en automáticamente. Pero las palabras posteriores la volvieron a sacar de su precipitado error. No dejaba de ponerse en la peor situación cuando el tema giraba en torno a Hana desde lo de los dojos. Reforzado además por un apretón en su mano, negándole el que separara su mano, solo pudo mirar a estas.

— Suena maravilloso, me encantaría — asintió emocionada, y con un poco de temblor en la voz.

Finalmente, alcanzaron la posada, y Hana le prestó más importancia al perro que a ella cuando preguntó la dueña. Pero la naturalidad con la que acontecieron las palabras, le dejaba claro que debía empezar a dejar a un lado tanta preocupación y mal creer. Le costaría, sin duda, pero trabajaría en ello.

— H-Hola — dijo alzando la mano que tenía libre, algo recatada.

Intercambiaron un par de palabras, y Ren lo que hizo a cambio fue intercambiar la mirada con el gran perro, hasta que Hana la llamó sobresaltada.

— ¿E-Eh? Y-Yo... — La idea de que durmieran juntas en la misma cama le encantaba, pero eso sería aprovecharse de su condición con el pacto de hermandad que habían hecho.

Aquello no estaba bien, si ambas compartían el mismo sentimiento no sería un problema, pero por ahora solo era unidireccional por parte de Ren.

— E-Estaré bien con cualquier cosa, no te preocupes Hana — quiso quitarle hiero al asunto, moviendo un poco la mano de un lado a otro. — Al fin y al cabo ha sido algo de improviso

— E-Estaré bien con cualquier cosa, no te preocupes Hana. Al fin y al cabo ha sido algo de improviso

La sonrisa de Hana flaqueó durante un segundo antes de volver a su plenitud.

— Claro, sí, danos otra habitación. — no tenía nada claro qué había querido decir Ren, pero no parecía muy entusiasmada con tener que compartir cama, y tenía sentido, así que mejor asegurar.

— Uhm... por supuesto, tengo libre la del final del pasillo. Ten la llave y acomodaos, ahora os aviso para el baño. — sacó de debajo del mostrador una llave y se la pasó a Hana

— Graciaaaas. — contestó alargando el final mientras se llevaba a Ren hacia su nueva habitación.

La arrastró por el pasillo, sin aflojar el agarre ni un momento, doblaron una esquina y después fueron hasta el final del mismo. Allí estaba la habitación 5, que era el mismo numero que había en la llave que tenía Hana, abrió y pudo ver sus nuevos aposentos. Una cama individual a un lado y un pequeño escritorio con una silla al otro, con una ventana entre medias. No había absolutamente nada más en la habitación. Era algo completamente de paso, pero sobrevivirían.

— Bueno, ¿qué te parece? No es muy grande. — finalmente, le soltó la mano, en el marco de la puerta, a la espera de que entrase y probase la cama o la silla o la ventana.

Tras que le dieran las llaves, Hana tiró de ella con fuerza mientras apretaba su mano. Ren volvió otra vez a mirar su unión, y se dejó llevar con un rosado rubor en sus mejillas hasta el final del pasillo. Detrás de la puerta, solo había una pequeña cama acompañada de un escritorio y una silla, en una habitación no muy grande.

— No te preocupes, así está bien — respondió esbozando una débil sonrisa, llena de satisfacción al sentir momentáneamente que todo volvía a ser como antes hasta cierto punto.

Ren avanzó al interior, y se sentó en la cama, apoyando las manos a sus lados y haciendo algo de fuerza con su cuerpo para probar cuan cómoda era, por lo que se balancearía ligeramente. Después, se tumbó con las piernas en la misma posición, estirando los brazos hacia los lados y mirando al techo, dejando escapar un largo suspiro de alivio.

— No te preocupes, así está bien

Acto seguido, Ren fue a la cama y se sentó, comprobando la comodidad de la misma. No era ni muy dura ni muy blanda, tampoco era demasiado comoda ni demasiado incomoda, era la tipica cama que te encontrarias en cualquier posada de paso. Tras eso se tumbó mirando al techo y suspiró.

Hana se quedó en la puerta, demasiado consciente de lo que hacía y decía.

— ¿Quieres que te deje un rato para ti?

Cuando Ren decidió que mejor tener una habitación propia, Hana pensó que la había estado atosigando. ¿Y si llega a meterla en la misma habitación que ella en contra de su voluntad? Se estaba pasando de ocuparle el espacio personal.

Ren se incorporó casi de inmediato, algo nerviosa y alterada.

— ¡N-No, no! ¡Claro que no! E-Es solo que estaba un poco cansada de tanto caminar — negó viendo que Hana había malentendido la situación. — Pero si quieres vamos a algún lado cuando este algo más arreglada. Es como más de medio dia asi que hasta el anochecer tenemos algo de tiempo

Movía las manos algo nerviosa, haciendo diferentes gestos con estas y acompañándolo de una desdibujada sonrisa con sus cejas levantadas en señal de preocupación. Seguramente aceptara cualquier cosa que le propusiera.

— ¡N-No, no! ¡Claro que no! E-Es solo que estaba un poco cansada de tanto caminar. Pero si quieres vamos a algún lado cuando este algo más arreglada. Es como más de medio dia asi que hasta el anochecer tenemos algo de tiempo

Hana sonrió levemente, algo aliviada pero con un ligero malestar aún molestandola en el estomago.

— Sí, claro. Podemos entrenar o pasear y hablar un poco, si quieres. No hay mucho más que hacer por aquí... — había un leve tono triste en su voz.

No conseguía saber exactamente de qué era, pero tampoco se lo podía quitar de encima.

— Chicas, el baño ya está caliente y le he dejado una muda a Ren-san en el vestidor. — se escuchó por el pasillo.

Hana se giró para mirar el pasillo por inercia al oír la voz y después volvió a encarar a Ren, aún algo alicaida.

— Ves a bañarte, te esperaré aquí. — se apoyó contra una de las paredes del pasillo, dandole paso a su hermana.

Si iba a recepción le dirían donde estaba el baño y podría asearse tranquila.

Esta asintió, algo agradecida. Le molestaba bastante estar en ese estado delante de ella, pero sobretodo le avergonzaba. La morena se levantó, y se dirigió hasta la puerta, sintiendosé algo incomoda ante la respuesta de Hana.

— Lo de hablar suena bien ¿t-te veo aquí después? — dijo antes de pasar por el marco de la puerta, y reculando cuando dio un par de pasos en dirección a los baños. — U-Uuuhm... ¿Podrías después ayudarme con el pelo? M-Me cuesta un poco secarlo

Se giró levemente, mirándola por un momento a los ojos y después desviando la mirada avergonzada. Solo respondería asintiendo a lo que dijera, antes de marcharse a donde le habían indicado. Algo dentro de su interior se removía, pensando que cuando saliera de la ducha, no estuviera.

— Lo de hablar suena bien ¿t-te veo aquí después? U-Uuuhm... ¿Podrías después ayudarme con el pelo? M-Me cuesta un poco secarlo

— Claro, cuando acabes sal y vente aquí. Estaré... aquí. — volvió a sonreirle levemente.

Esperó a que se marchase y estuviese fuera de vista para entrar y sentarse en la cama. Algo estaba mal y no sabía muy bien el qué. No le gustaba que Ren hubiese pedido una habitación aparte. Antes no lo habría hecho. ¿Se habría enfriado su hermanadad? Bueno, sí, claro, era algo normal, llevaban meses sin hablar siquiera, ¿cómo no iba a enfriarse? Y sin embargo, no era capaz de quitarse aquel peso del pecho.

Al fin y al cabo, era culpa suya que ella prefiriese mantener la distancia. Tendría que respetarlo, por mucho que doliese.