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Tatsuya se recostó en un árbol de frente en dirección a Kazuma, respiraba agitado por el exceso de esfuerzo. Se dejó deslizar lentamente por el tronco hasta terminar sentado. Soltó al pequeño jabalí que aunque lo estuvo cargando durante todo el trayecto también parecía fatigado, el animalito simplemente se quedó ahí planchado en el suelo con las patitas estiradas. Le causó gracia al genin de Takigakure ver al jabato ahí echado de esa manera, una leve sonrisita se dejó ver en su rostro a causa de ello. Poco a poco su respiración se normalizaba, pero el resto de su cuerpo no daba para más.
—¿Sabes? —Tatsuya levantó su mirada para poner atención al ninja de Uzushio—. Creo que ya estamos cerca de abandonar este sitio, pero por hoy no creo que podamos movernos más—.
-Ya había notado que nos encontrábamos en los lindes del bosque, por eso quería acelerar el paso- Pausó y respiró hondo. -Pero tal y como dices, no creo que ninguno de nosotros este en condición de seguir- Añadió molesto.
En medio de todo eso Tatsuya hizo algo que parecería sin sentido en esos momentos, sí, tomó su katana y la desenvainó, sacó aquel pañuelo que suele cargar y se puso a frotar suavemente el filo de la espada. Ponerse a limpiar su arma cuando acababan de huir de una posible bestia hambrienta en medio de una jungla donde quizás hubieran más peligros no era algo muy lógico que se diga, pero era una maña que no podía controlar. Estaba estresado y para aliviarse recurría a ello, con cada pasada por el plateado metal se tranquilizaba un poco más. Esta costumbre suele relajarle cada que se ve envuelto en situaciones tensas, pero de no poder hacerlo termina estresándose más empeorando su estado, es una costumbre tan arraigada en él que difícilmente podría dejarla.
Se quedó en silencio un rato, aquella costumbre ya era normal para él, aunque sus padres le suelen decir que debe dejarla. Si bien ya le había comentado la noche anterior a Kazuma sobre su "condición" no sabía como reaccionaría el peliblanco ante la situación. Aunque el ninja de Uzushio por suerte no vería su peor cara. Después de un rato se permitió suspirar y guardar el arma cuando su inexplicable necesidad se vió satisfecha.
-No creo que esta noche logremos dormir tranquilamente- Rompió el silencio. -El animal que escuchamos nos ha de estar persiguiendo- Aseveró.
Aún no anochecía, pero la oscuridad del lugar provocaba que se le antojara cerrar los ojos, aunque le costaba mantenerlos cerrados sin que la imagen cadavérica de aquella sombría cabaña invadiera su mente. Aquella bestia atormentada debía estarles pisando los talones, probablemente se encontraba desesperada por comer algo. El ninja de Takigakure no tenía muy claro que podrían hacer al respecto.
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—No creo que esta noche logremos dormir tranquilamente —Rompió el silencio—. El animal que escuchamos nos ha de estar persiguiendo. —Aseveró.
—En esta situación no hay mucho que podamos hacer —de su bolso sacó un par de botellas con agua e hizo que una de ellas rodará hasta su compañero—. Si algo aparece para atacarnos tendremos que enfrentarlo, dado que huir en medio de la noche no es una opción.
La tenue luz del crepúsculo aún otorgaba un poco visión en aquel oscuro lugar. Pero la noche estaba cerca, con todos los peligros que esta pudiera traer. Kazuma no estaba seguro de que era aquello que les perseguía, pero estaba demasiado cansado como para pensar en ello. Por los momentos solo le interesaba dormir un poco y reponer sus energías.
«Me gustaría saber qué es lo que está tras nosotros y porque —tomo un sorbo de agua y sintió como su sediento cuerpo lo agradecía—. Teniendo en cuenta que según los aldeanos aquel jabalí era el mayor peligro de esta región, es poco probable que nos lleguemos a encontrar con algo peor que eso.»
Mientras apreciaba como la luz se hacía cada vez más escasa, repasaba en su mente lo que el Takanashi había hecho hacía unos momentos. Tomar su arma y limpiarla en silencio. Aquello probablemente fuera una de esas costumbres que adoptan los usuarios de la espada. Hacía mucho había leído que el darle mantenimiento a su arma ayudaba a los guerreros a mantenerse tranquilos y concentrados.
«Quizás también debería tener un hábito similar —Aunque era capaz de mantener la calma solo controlando su respiración—. Aunque a Bohimei no le hacen falta cosas como sacarle filo o limpiarla, creo que podría decirse que literalmente es un arma pura.»
El peso del cansancio comenzaba a ser más fuerte que él y trataba de arrastrarlo a un bien merecido sueño. Pero era consciente de que no podía bajar la guardia en aquel sitio, más aún luego de escuchar aquellos rugidos lamentables que parecían seguir su rastro. Por suerte no tendría que pasar aquella jornada solo. Colocó su confiable arma sobre su regazo y procedió a relajar la espalda en busca de un poco de comodidad.
«No tengo idea de que podría aparecer en medio de la noche o de qué forma podría atacarnos, pero sin importar lo que sea lo enfrentaremos juntos.» —Dejó que aquel consuelo se asentara en su mente mientras cerraba los ojos.
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18/04/2016, 18:52
(Última modificación: 18/04/2016, 19:02 por King Roga.
Razón: Un espacio...
)
Antes de que pudieran darse cuenta ambos shinobis se estaban durmiendo, Tatsuya estaba cabezeando pero lograba espabilarse de rato en rato. No tenía hambre después de ver el putrefacto cuerpo, tampoco tenía energía para levantarse a acomodar el sitio, ya le daba igual dormirse en ese rústico tronco bajo el cobijo de los sombreros de los hongos. Sin embargo por muy cansado que estuviera no era capaz de conciliar el sueño debido a la espectativa de que algo los estaba acechando, no lo podía pasar por alto.
-Kazuma-san, ¿sigues despierto?- Preguntó en voz alta en caso de que no fuera así. -Creo, que deberíamos hacer guardia, turnarnos para vigilar en caso de que algo aparezca y que así no nos tome por sorpresa-
Le parecía la mejor opción, si ambos intercalaban vigilia y sueño podrían estar más atentos a lo que pudiera ocurrir. Además alguien tenía que estar pendiente de que el jabato no se fuera por ahí sólo en medio de la noche, aunque por ahora el animalito se les había adelantado en ese asunto de dormir, un instinto se sobrepuso al otro.
-Talvez dormir con el sueño cortado no nos permita reponernos del todo, pero no quiero correr riesgos sabiendo que hay una fiera afuera- Dijo Tatsuya para luego bostezar.
Cuando estas cansado el tiempo pasa volando, y una vez más la oscuridad reinó, no podían saber si habia luna o estrellas. Se escuchaba a los grillos cantar armoniosamente en la noche, en esa parte del bosque había mas vida que en las profundidades, lo cual significaba también que había mas peligros. Aunque ya habían sobrevivido a lo peor, sólo les quedaba salir de ahí de una vez por todas.
"¿Qué serán esos misteriosos hongos negros...?" Meditaba mientras su mente se iba perdiendo en el mundo de los sueños.
Ni siquiera el ardor en los dedos de sus pies sería suficiente para mantenerlo despierto. A lo lejos se escuchaba el hulular de un búho, cuyo cantar parecía una canción para arrullarlos. El jabalí bebé emitía un ronquido tierno que se mezclaba con los demás sonidos del bosque, alguno que otro ratón correteaba alegremente entre los hongos. Aunque todo parecía tranquilo, una sensación de peligro llegaría hasta los shinobis, algo acechante, algo rondaba entre la maleza....
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—Kazuma-san, ¿sigues despierto? —Preguntó en voz alta en caso de que no fuera así.
—Más o menos —aseguro, bostezando.
»Creo, que deberíamos hacer guardia, turnarnos para vigilar en caso de que algo aparezca y que así no nos tome por sorpresa.
—Está bien —la preocupación de su compañero le parecía completamente válida—. Yo haré la primera ronda y daré la alarma si algo se acerca demasiado.
El Ishimura se levantó de donde había estado descansando, con intenciones de mantener la guardia. La tarea se le presentaba como algo difícil, pues el término de observador resultaba solo un decir, dada la situación. En aquella oscuridad solo podría confiar en su sentido del tacto y del oído, los cuales no estaban a plena capacidad a causa de sus heridas y del cansancio.
—Tal vez dormir con el sueño cortado no nos permita reponernos del todo, pero no quiero correr riesgos sabiendo que hay una fiera afuera —Dijo Tatsuya para luego bostezar.
—No hay problema —se dio un manotazo en el cuello para matar alguna alimaña—. De todas formas puedo aprovechar la tranquilidad reinante para poner en orden mis pensamientos.
Para cuando se dio cuenta, su compañero yacía dormido, quedando únicamente los ruidos nocturnos para hacerle compañía. Mientras permanecía de pie y con los ojos cerrados, permitía que su oído captara cada una de las sinfonías que le llegaban. Los grillos con sus cantos agudos, los roedores corriendo entre la maleza e incluso el inquietante y lejano ulular de un búho.
«Quizás es por la forma en la que llegue, por todo lo que ha pasado o por mi falta de experiencia en sitios hostiles… Pero he de admitir que este lugar tiene cierta belleza y encanto que se manifiestan de formas terribles y brutales.»
Puede que fuera por su charla interna o porque parte de su mente ya se encontraba dormida, pero lo cierto es que un nuevo peligro se cernía sobre ellos. Más claramente sobre el más pequeño, aquel lechoncito que ahora se encontraba arrebujado en el cálido costado de Tatsuya. Puede que tuvieran una oportunidad de defenderse, pero todo dependería de si el Takanashi lograba percibir al agresor primero.
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Antes de que pudiera darse cuenta el shinobi de Takigakure se había quedado dormido junto al pequeño Jabato, al final el sueño venció a esas horribles visiones que tenía respecto a lo ocurrido en el día. Sin embargo esos recuerdos no tardarían en volverse pesadillas en su cabeza. Dentro de su mente se encontró a si mismo en la cabaña, pero al entrar en ella se le hizo mucho mas espaciosa y oscura, la puerta se cerró tras de sí y el cuerpo putrefacto que allí se encontraba se puso de pie. Los ojos de Tatsuya no verían ninguna mirada en esas cuencas vacías, en vez de eso dos luces rojas brillaban detrás de la cadavérica mujer, pronto un resoplido se le hizo familiar y la silueta del gran jabalí se dibujó alrededor de esas luces que no eran otra cosa sino sus ojos.
Pero aquel resoplido que en su mente escuchó el Takanashi en realidad era uno de esos bramidos en forma de lamentos que habían oído antes en su trayecto, su cerebro sólo le dió forma dentro de su cabeza. Pero aquel sonido sería bastante claro para el shinobi que aún se encontraba en estado de vigilia, cuando el rugido sonó en el bosque el resto de criaturas vivientes acallaron ante aquella prescencia.
Sus pisadas eran pesadas y lentas, en medio de la oscuridad sin la bendita luz de Tsukuyomi aquel andar se tornaba amenazador. Lo que hace unos momentos era una sinfonía nocturna ahora era sólo silencio, interrumpido únicamente por el acecho de la criatura, cada vez estaba más cerca, y con cada metro que se acercaba más claro era el sonido del animal. Pronto el Ishimura sería capaz de percibir el movimiento entre la maleza, no así Tatsuya que seguía sumergido en sus pesadillas.
Aunque la figura que se asomaría era igualmente atroz que la que en sus sueños se dibujaba; confirmando las sospechas que Tatsuya tenía en un inicio, un oso era su perseguidor, pero no uno común. Este oso era grande y negro, tan negro que su pelaje difícilmente se podía distinguir entre las sombras, pero había que destacar que su apariencia era famélica y enfermiza, como si no hubiera comido en semanas, aún así se mostraba amenazante.
El animal no cambió su actuar al ver al ninja de Uzushio, era probable que el oso lo hubiera visto mucho antes que el shinobi al oso. Pero sus pasos pesados seguían acercándose lentamente, caminaba recto hacia el joven peliblanco. Pronto se dejaría ver su cara demacrada, con un líquido negro brotando de sus ojos igual de opacos y una espuma amarilla brotando de su hocico. Avanzaba sin importarle nada, en su enfermedad, aquella bestia estaría desesperada por alguna presa, y aún estando débil tenía sus tétricos ojos sin brillo fijos en el chico de ojos grises.
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20/04/2016, 17:50
(Última modificación: 20/04/2016, 17:54 por Hanamura Kazuma.)
La sinfonía nocturna de aquella parte del Bosque de Hongos le mantenía despierto y relajado, pues entre ninguno de los sonidos se alcanzaba a percibir amenaza alguna. Ya habían pasado unas cuantas horas desde que comenzó su vigilia y por lo calmado que estaba todo se permitió creer que la noche pasaría sin problemas, o al menos eso parecía.
De algún lugar oculto entre las sombras un resoplido en forma de lamento le alcanzó. Inmediatamente abrió su ojos, que ya estaban parcialmente acostumbrados a la oscuridad. Al principio se concentró en determinar de dónde provenía el ruido, pero la serenata de las otras formas de vida se lo impedía.
«Veamos, ¿Dónde estás?» —Se encontraba bastante calmado a pesar de la situación de incertidumbre.
Como si no solo quisiera responderle si no también intimidarle, un rugido sacudió la noche e hizo que las inmediaciones se sumergieran en su silencio atemorizante. El bramido le sorprendió un poco, pero ahora al menos había silencio como para poder concentrarse.
Pudo escuchar las pisadas lentas y aquel sonido ahogado que hacían al aplastar ramas y al hundir el suelo blando. Lo peor de la situación es que se escuchaban claramente, pero aun así era difícil saber de dónde venían. Se le hizo obvio que se estaba enfrentando a un depredador que sabía moverse entre los árboles.
Pronto hubo un cambio; Ahora no solo se escuchaban sus pisadas, sino que también un jadear lento y desesperante. Luego se dejó percibir el esperado y familiar sonido de un cuerpo desplazándose a través de la maleza cercana. El Ishimura se puso en guardia y se colocó al frente del sitio por donde estaba seguro que saldría aquella bestia.
De entre las sombras emergió una figura tan negra como las mismas. Resultaba lo suficientemente grande como para que el de blanca cabellera retrocediera para tomar distancia. Pese a todo la amenaza de su aproximación, la imagen de aquella bestia resultaba más lastimera que atemorizante. Pues su silueta se podía percibir famélica y enfermiza, aunque su masa corporal seguía siendo de temer.
En cuanto estuvo más cerca lo pudo apreciar; Se trataba de un oso o al menos lo que solía serlo. La criatura se mostraba completamente enfermiza, con una hedionda espuma amarilla brotándole del hocico y unos ojos hundidos los cuales parecían lagrimear una sangre oscura y espesa. El shinobi hizo contacto visual con él y entendió que no se marcharía hasta comer algo, pues el retirarse igual significaba morir de hambre.
—Ya veo —dijo susurrando—. Parece que estás sufriendo mucho y se ve que solo quieres alimentarte —elevó a Bohimei y retiró la capa de chakra que la mantenía sin filo. La esgrimió un par de veces en el aire y disfruto del sonido que hacía al cortarlo—, pero aquí solo has de encontrar una muerte segura.
Su suave voz parecía no haber llegado hacia ninguna parte, pues el oso reinicio su andar lamentable.
Kazuma sudaba pero no por el miedo o los nervios, ya que en todo caso el jabalí había resultado un oponente mucho más aterrador, si no por el calor nocturno que inundaba su cuerpo. La bestia fue la primera en atacar; Lanzó un zarpazo hacia el costado del espadachín, pero este lo evito y contestó haciéndole un corte en la pata.
Pero aquello había sido una finta, pues luego arrojó su otra garra contra el rostro del joven. El impacto le dio de lleno y le hizo retroceder unos pasos en silencio. La bestia se mostró confiada, esperando ver entre las sombras los girones de carne desgarrada en aquella cara.
—Bushido: Kikai —Dijo mientras se levantaba como si nada, con un rostro que no tenía rasguño alguno—. Creo que eres el oponente ideal para probar una nueva técnica en la que he estado trabajando.
La negra criatura pareció percibir el desafío y en medio de un resoplido feroz se arrojó a por el Ishimura. Este por su parte hizo lo mismo, corriendo en busca de un curso de colisión. En cuanto cada uno estuvo al alcance del otro, comenzó el enfrentamiento silencioso. Aquel monstruo se irguió con sus impresionantes tres metros y abrió sus patas delanteras de par en par. Eran tan grandes que abarcaban casi todo el perímetro del joven. Entonces se comenzó a agachar con la mandíbula abierta mientras sus extremidades se cerraban en un abrazo mortal. Todo mientras mantenía sus negros orbes en los luceros grises de su presa.
—Has perdido —susurro con calma mientras iniciaba el balanceo de su arma y mientras la oscuridad y la muerte se cernían sobre él—. Kumo-Ryuu: Mizakugiri.
Su espada inició un feroz y veloz movimiento desde su izquierda. Lo primero en ser rebanado fue la pata derecha, seguido por aquel grueso cuello y culminando con la pata izquierda. Todo en un solo movimiento silencioso de menos de un segundo, cuya forma de media luna acabó por completo con aquella bestia. El cuerpo cayó de forma pesada mientras que a sus pies se forma un enorme charco de sangre caliente y maloliente.
«Hum… —se dijo mientras sentía como el silencio volvía a ser llenado con los sonidos de bosque—. Salió bastante bien para ser la primera vez que la uso en combate.»
La mañana y la poca luz de esta le mostraría a Tatsuya una escena un tanto perturbadora. A unos metros de donde estaba durmiendo se encontraba lo que en vida parecía haber sido un oso, o al menos eso se podía intuir, pues le faltaba la cabeza y la mitad de las patas delanteras, que tampoco parecían estar por ninguna parte. Aquel cuerpo mutilado yacía sobre un pequeño lago de sangre negra y viscosa.
No muy lejos de él, en el árbol que ya había tomado con anterioridad se encontraba durmiendo Kazuma. Quien no se había tomado la molestia de despertar a Tatsuya para cambiar el turno de vigilia.
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A pesar de los terrores nocturnos que sufrió aquella noche Tatsuya durmió como nunca, no suele tener el sueño particularmente pesado o ligero, lo cierto es que el cansancio que sufrió ese día le hizo mantenerse con los ojos cerrados. Se enfrentó una vez a aquel jabalí gigante dentro de el mundo onírico, se enfrentaba el sólo a la bestia sin ayuda, y claramente iba a perder en esas condiciones hasta que una silueta, como la de un fantsma gris cortó la cabeza de la bestia en sus sueños. Justo en esos momentos un empujoncito le hizo despertar.
El pequeño jabalí le estaba dando toponcitos con la cabeza, como cuando lo encontró la primera vez. "Fue, sólo un sueño..." Aún se encontraba medio dormido, no había ni abierto bien los ojos, mantenía el izquierdo cerrado mientras se acostumbraba a la ténue luz que apenas se llegaba a filtrar a través de las hojas y hongos. Pero algoble hizo ponerse en alerta, un olor le hizo salir de su estado de somnolencia, uno familiar pero no por ello menos desagradable.
-...Ahhh... Ah.. Ahh...- El aire que daría forma a sus palabras se quedaba ahogado en su garganta así que no fue capaz de decir nada.
La peste de esa sangre negra y maloliente impregnó sus fosas nasales, pero esta vez lo que tenía enfrente era el cadáver de alguna cosa peluda sin brazos ni cabeza frente a él. Buscó con la mirada en los alrededores y divisó aquello que hacía falta en el cuerpo, era la cara de una bestia enferma y decrépita semejante a un ursino. No tenía ni la más remota idea de que había pasado.
"¿Qué paso aquí y cómo fue que no me desperté?"
Ante aquella escena se quedó un poco alterado, después de todo se suponía que tomarían turnos para hacer guardia pero Kazuma no lo había despertado, vió que el ninja de Uzushio se encontraba dormido como sí nada en el tronco cercano, inmediatamente se levantó y caminó hacía el Ishimura. Lo tomó de los hombros y lo sacudió para despertarlo.
-¡Kazuma-san!, ¡Kazuma-san!- Insistía mientras trataba de hacerlo reaccionar. -¿¡Qué ocurrió y que es esa cosa!?- Ni los buenos días ni nada, estaba muy nervioso para formalidades.
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21/04/2016, 00:14
(Última modificación: 21/04/2016, 02:39 por Hanamura Kazuma.)
Se encontraba soñando con Naomi, con ella y con una de sus deliciosas tartas. En su mundo de sueños incluso podía sentir lo caluroso del horno cuando se sentaba a esperar frente a este. En el mundo real el calor lo estaba haciendo sudar y un pequeño río de saliva se escapaba por la comisura de sus labios.
—¡Kazuma-san!, ¡Kazuma-san! —Una voz le llamaba mientras su cuerpo era sacudido—. ¿¡Qué ocurrió y que es esa cosa!? —Ni los buenos días ni nada, estaba muy nervioso para formalidades.
El Ishimura se levantó lenta y calmadamente, para luego comenzar a desperezarse. Por un instante lo había olvidado, pero pronto cayó en cuenta de lo que había pasado durante la noche. No tuvo que hacer esfuerzo alguno para recordar, pues aquel enorme cadáver que estaba frente a él era ya bastante familiar. Cuando le había visto pensó que era un oso, pero su mutilado estado actual, era difícil decirlo con certeza.
—Esto… —Trataba de buscar las palabras adecuadas para explicarse—. Esa cosa se acercó durante mi guardia así que la despache —sí, eso lo resumía bastante bien—. Su cuerpo era muy pesado así que tuve que dejarlo aquí, aunque parece que los carroñeros se llevaron las patas y se comieron parte de la cabeza.
Aquella bestia se veía mucho peor en la claridad, al igual que el desastre de sangre que había dejado. Y aquello le hizo recordar el resto.
—¡Ouch!, se me olvidó despertarte —dijo palmeándose la frente—. Lo siento, es que gaste mucho chakra y estaba cansado, así que me senté un instante y lo siguiente que supe fue que me estabas despertando.
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Sí el cerebro de Tatsuya fuera una computadora en estos momentos su mente se habría quedado completamente en azul y tendría que reiniciar porque no podía procesar la información. Pero como no lo era simplemente se quedó perplejo ante la reacción del Ishimura, que con toda la tranquilidad del mundo le contaba los hechos. El ninja de Taki estaba boquiabierto con esa explicación, tuvo que usar su mano para poner su quijada en su lugar.
-A ver, a ver, vamos por partes- Dijo mientras se restregaba los ojos con los dedos. -¿Me estas diciendo que una bestia salvaje quería convertirnos en su cena?- Continuó ya más atento. -¿Y que te peleaste con ella sin que me diera cuenta?-
La anéctoda le resultaba inverosímil, aunque ya pensándolo bien era creíble que esa criatura fuera la que los había estado persiguiendo desde que salieron de la cabaña. No estaba enojado con Kazuma por el hecho de que no hizo el cambio de turnos, de hecho lo había obviado por completo. Volteó a ver al cuerpo desmembrado y se fijó en el negro charco de líquido vital, recordaba que el jabalí gigante también tenía esa misma coloración de sangre, pero, a todo esto tenía una duda más, una que le carcomía el pecho, lo que más le intrigaba...
-¿CÓMO RAYOS HACES PARA ESTAR TAN CALMADO?- Preguntó con cara de sorpresa.
Desde el ataque del búho, pasando por la pelea contra el jabalí hasta la casa abandonada vió como el Ishimura mantenía el temple, no así Tatsuya que con lo vivido en esos casí tres días estaba hecho ya un manojo de nervios. Suspiró y caminó hacia el árbol, el jabato lo seguía curioso con la mirada moviendo su cabeza al ver pasar al joven de cabellos negros. Se sentó como si estuviera resignado, sacó la ninjatou, y una vez más realizó su ritual con la espada...
-En serio, ya, quiero irme de este lugar- La calma de Kazuma era la desesperación de Tatsuya. -Por los dioses, por favor, ya quiero regresar al pueblo HOY- Remató.
Ya había tenido suficientes emociones fuertes para el resto de su vida (aunque siendo un shinobi era probable que a futuro le pasen cosas peores), para como iba la cosa era como sí cada día tuviera que lidiar sí o sí con alguna bestia gigante y amenazadora "Y no me pienso esperar a que aparezca el bicho de la cuota del día". No habían ni cenado, pero tenía la esperanza de que sí llegaban al pueblo temprano podrían comer algo más que hongos, no era que supieran mal pero simplemente no se llenaba con tan misera porción.
-No creo que tardemos demasiado, además espero que el herborista que mencionaste sepa aclararnos el secreto detrás de esos hongos negros- Mencionó de la nada.
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—A ver, a ver, vamos por partes —Se le podía notar alterado por aquello que se le contaba— ¿Me estás diciendo que una bestia salvaje quería convertirnos en su cena? —Continuó ya un poco más calmado—. ¿Y qué te peleaste con ella sin que me diera cuenta?
—Bueno, sí, eso básicamente resume lo que aconteció. —Respondió como si estuviese hablando de algo cotidiano.
El de ojos dispares volteo a ver los restos mortales de lo que hace unas horas fuera un oso feroz. Con el cansancio y la adrenalina, Kazuma no había notado el particular olor hediondo y el color oscuro de la sangre que manaba del cuerpo mutilado. Una escena sin duda alguna perturbadora, al menos para Tatsuya. En ese momento lo único que intrigaba al peliblanco era el saber qué animal pudo haber carroñando la cabeza y llevarse los brazos, pues lo había hecho tan silenciosamente que nadie se dio cuenta.
—¿CÓMO RAYOS HACES PARA ESTAR TAN CALMADO? —Preguntó con cara de sorpresa.
—No sé, costumbre quizás. —Respondió tranquilamente.
El joven de cabellos negros se retiró hacia un árbol cercano para darle mantenimiento a su arma. Kazuma le dejó ir sin más, pues se veía que aquello conseguía calmarlo un poco. Para el Ishimura su capacidad de mantener la calma era algo normal y no era tan destacable como muchos pudieran pensar.
«Puede que sea porque me gustan estas cosas.» —Aquello era lo más cercano a la verdad.
Se suele decir que nos tomamos con calma aquellas cosas que nos son cotidianas. Como el viejo pescador que se mantiene tranquilo en medio de las aguas furiosas. Para aquel de ojos grises, aquellas eran cosas que le solían ocurrir con frecuencia desde muy joven. Le agradaba que fuera así, pues era la costumbre y era la forma en que mejor vivía su vida.
—No creo que tardemos demasiado, además espero que el herborista que mencionaste sepa aclararnos el secreto detrás de esos hongos negros. —Mencionó de la nada.
—Yo también espero que así sea —contesto mientras preparaba lo necesario para ponerse en marcha—. Entonces pongamos en marcha —invito a Tatsuya a levantarse y a que dirigiera la caminata—. La vegetación de esta zona es mucho menos densa, así que el camino debería ser mucho más suave a partir de ahora.
La luz del sol mañanero se colaba entre las hojas e iluminaba parcialmente el sitio donde estaban. Pronto los carroñeros se verían atraídos por los restos del oso y para ese entonces ellos ya debían de estar lejos de ahí. También estaba el hecho de que con aquel amanecer, prácticamente se había terminado las provisiones, así que no les quedaba más alternativa que llegar al poblado más cercano ese mismo dia.
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Tatsuya estaba terminando de pulir su arma una vez más, pensó que había actuado como un pesado y aunque Kazuma no se mostraba incómodo con ello debía controlarse mejor pues otras personas no le tendrían la misma consideración. Cuando terminó su labor se ajustó la ninjatou al cinturón, tomó el paquete de hojas con hongos y por último se dispuso a tomar al jabato. El animalito se encontraba escarbando en el suelo, quizás buscando algo para comer, pero entonces el ninja de Taki lo tomó entre sus brazos para llevárselo pues Kazuma ya lo estaba esperando.
-Vámonos- Dijo e inmediatamete saltó hacia lo alto.
Así se puso al frente para guiar a su compañero, quizás no era del todo necesario pues en esa parte ya no era tan.complicado orientarse. El musgo de los árboles ya no era tan marcado y la luz alumbraba mientras saltaban entre las ramas. Quizás el único inconveniente era que habían pasado poco más de doce horas sin comer ni beber, sumado a sus heridas aquello podía lentearlos pero fuera de ello no tendrían mayor distracción.
De cuando en cuando a la hora de saltar sobre el sombrero de un hongo gigante alguno que otro resultaba tener un efecto trampolín que los hacía rebotar bastante lejos. Esto le pudo haber parecido divertido a Tatsuya pero no era el momento adecuado para ello y dudaba que en otra ocasión lo hiciera pues con las vivencias ocurridas no se le antojaba volver a aquel lugar nunca más. Mientras el pequeño jabalí se había hecho bolita quizás por el miedo a las alturas, no era normal aquel zangoloteo para una criatura terrestre.
"Al fin"
Sonrió aunque el Ishimura no podría verlo, estaba feliz de ver que estaban cerca de salir del bosque. El cantar de los pájaros y el revoloteo de algunas mariposas a sus alrededores parecían darles el adios, sin duda una despedida un poco extraña considerando el terror que experimentaron en ese lugar. Un ciervo corrió abajo de ellos para luego esconderse en los matorrales, mientras se escuchó una especie de eructo por parte de un oso que alzó la cabeza al verlos pasar por lo alto, incluso Tatsuya creyó ver un... un... una cosa rara entre la maleza que se escabulló de su vista.
"¿Qué fue eso?"
Por un instante pensó en preguntarle a Kazuma si había visto lo mismó que él, pero se retractó creyendo que quizás el hambre y el cansancio le habían jugado una mala pasada. Al final lograron salir del Bosque de los Hongos, pronto ya sólo quedaba caminar hasta el pueblo, se moría de hambre y esperaba que alguien ahí pudiera ayudarle con el ardor de los dedos de sus pies. Divisó el poblado a lo lejos y no dudó en comunicarle su satisfacción al ninja de Uzu.
-Llegamos, por fin llegamos- Comentó aliviado.
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—Llegamos, por fin llegamos. —Comentó aliviado.
Kazuma no recordaba la última vez que un simple pueblecito le había parecido un lugar tan hermoso. El bosque de verdad los había puesto a prueba; Llevándolos a situaciones y peligros más allá de lo imaginable y presentándoles misterios oscuros y extraños. Era curioso, pues en el último tramo, en que la vegetación era cada vez menos densa, sintió como aumentaba su emoción y su energía. A lo ultimo tuvo un arranque de vitalidad y adrenalina que le llevó a salir disparado de entre la arboleda.
—¡AL FIN! —Gritó, para luego dejarse caer sentado frente a la entrada del pueblo.
En eso una anciana que iba saliendo se les quedó mirando como si fueran fantasmas. Inmediatamente la reconoció; Era la vieja que alborotó a los pobladores y lo metió en aquel embrollo. La mujer se dio media vuelta y salió corriendo hacia el interior del pueblo.
—¿Sabes? —Se dirigió a Tatsuya en tono casual—. Me parece que no esperaba que regresara con vida, jejeje.
Pero aquello tenía sentido, pues ahora entendía porque los pobladores tenían tanto miedo de aquella bestia. Además, teniendo en cuenta lo salvaje y brutal que era aquel bosque, era natural el pensar que unos jóvenes como ellos terminarían perdiendo la vida. Pero lo cierto era que habían logrado su cometido y era momento de que todos lo supieran.
La anciana regresó con un par de sujetos que les miraban asombrados. Ninguno se atrevió a hacer preguntas. Solo les ayudaron a caminar hasta la pequeña plaza central, lugar donde la gente se había comenzado a reunir. De repente se alejaron un poco y tanto el Takanashi como Kazuma se vieron rodeados por un número creciente de pueblerinos.
«Ya veo…» —Comprendió que era lo que estaban esperando.
El Ishimura dejó caer pesadamente su bolso en el suelo y luego se agacho para tomar algo de adentro. Para cuando se levantó lo hizo sosteniendo el enorme trozo de colmillo grisáceo que el de ojos dispares había tomado del jabalí. Seguidamente lo arrojó sobre unos cuantos adoquines y el fuerte sonido dio fe de lo pesado y sólido que era.
—¡LA BESTIA HA MUERTO! —Rugió con toda la fuerza que su lastimado cuerpo le pudo proporcionar.
Y ante aquellas palabras el pueblo entero prorrumpió en vítores y aclamaciones. Con un rugido que hacía pensar que tenían mucho tiempo sin motivo alguno para celebrar. Puede que para aquellos Shinobis hubiese sido una jornada infernal, pero para los habitantes de aquel lugar olvidado por los dioses significó la salvación de su modo de vida.
—¡ESTA NOCHE HABRA UN FESTÍN PARA NUESTROS SALVADORES! —Gritó con fuerza un hombre y la multitud no tardó en apoyar su moción.
—¡Creo que debemos visitar al médico antes presentarnos a tal celebración! —Bramo con menos fuerza, pero aun así todos escucharon.
Las personas del pueblo los vieron y guardaron silencio por un instante. Estaban llenos de golpes, cubiertos por varios tipos de mugre, se veía que tenían múltiples picaduras y sarpullidos y que cargaban sus ropas hechas jirones. Pareciera que por un instante todos los habitantes se hicieron conscientes de las dificultades que habían pasado, pues ellos conocían aquella arboleda mejor que nadie y sabían a lo que habían enfrentado ese par de jovencitos.
—Por supuesto, no dejaré que se mueran en medio de la cena. —Una mujer salió de entre la multitud y sus palabras hicieron reír a todos.
Luego de escuchar algunas palabras se hizo obvio que era la encargada médica del lugar. Se veía un poco joven para ser médico, pero aún así todos los presentes demostraron tenerle mucho respeto. Se colocó detrás de ambos jóvenes y comenzó a llevarlos hacia la clínica mientras la gente se dispersaba y sumía al pueblo en una gran actividad.
«Bueno —Kazuma observó a Tatsuya—, aún tenemos varios asuntos pendientes, pero por ahora creo que deberíamos descansar y recuperarnos.»
Resultaba un pensamiento acertado; El curar sus heridas, permitirse una buena cena y tener un noche de sueño les permitiría estar en condiciones para continuar con lo que tuvieran que hacer.
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En cuanto salieron del bosque Tatsuya se espantó al ver a Kazuma saltar de repente y lanzar un grito como de victoria, por unos segundos soltó al jabato que también se espantó y tuvo que agarrarlo en pleno vuelo. Le pareció que a pesar de la actitud calmada y seria que mostraba Kazuma este seguía siendo un niño al final de cuentas. No podía culparlo, el también estaba feliz de que pudieran salir del bosque, de hecho si hubiera tenido unos tres o cuatro años menos Tatsuya también habría hecho lo mismo. Una señora se les quedó viendo y ante la escena pareció ir a avisar de su llegada al resto de pobladores.
—¿Sabes? —Se dirigió a Tatsuya en tono casual—. Me parece que no esperaba que regresara con vida, jejeje.
-Que poca fé nos tenían- Dijo como si estuviera desilusionado.
Pronto la señora regresó junto a unos hombres y acompañaron a los shinobis hasta el centro del pueblo. El pelinegro se sentía algo incómodo al ver como la gente se aglomeraba a su alrededor y los veían con extrañeza. No le agradaban las multitutes y menos que se le quedaran viendo de la manera que lo hacían, se sentía apenado y el rubor llenó sus mejillas, mientras el jabato observaba con interés a la gente.
Kazuma entonces sacó el trozo de colmillo de jabalí y lo mostró como un trofeo ante todos los presentes, quienes de inmediato empezaron a vitorearlos proclamándolos como sus héroes. Tatsuya bajó la mirada pues se sentía muy avergonzado en medio de la algarabía, no estaba acostumbrado a los halagos y menos a una ovación de tal magnitud, aunque pronto cesó pues debían ir a que el médico los atendiese.
Por un momento sintió la mirada de Kazuma, y Tatsuya se la devolvió. "Aún queda un misterio por resolver". Y con esta idea se dispuso a seguir a la señorita que parecía ser la médico del lugar.
Una niña se acercó para ver al jabato, de seguro le había parecido tierno pero el joven debía acompañar a Kazuma y a la doctora. La joven los llevó a una clínica un poco pequeña, a su llegada Tatsuya vió a un anciano acercarse con lo que parecía ser su portaobjetos, cayó en cuenta de que se trataba del posadero del lugar donde se habia alojado.
-Joven, usted olvidó esto el día que se marchó, estuve a punto de venderlo en caso de que no volviera- Dijo sin ningún remordiento el sujeto.
-Puuueeesss... Graciasss- No sabía si indignarse o no por el hecho de que no les hubieran tenido confianza en que volverían.
Se puso a revisarlo sacando una por una las shurikens especiales de su clan a ver si estaban completas, no podía darse el lujo de perderlas pues aunque se podían reponer su padre seguramente lo regañaría. Al ver que estaban cabales suspiró de alivio, ahora sólo tocaba que la doctora los ayudase con sus heridas. A Tatsuya no le preocupaban demasiado las heridas en sí, sino el extraño salpullido provocado por haber entrado en contacto con los hongos misteriosos, sus dedos a estas alturas se mostraban ya levemente despellejados y le ardían horriblemente.
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No tardaron mucho en ingresar a la clínica, un lugar un poco más grande de lo que se pudiera esperar conseguir en aquel pueblo. En cuanto ingresaron, un par de señoras les rodearon y comenzaron a examinarlos. Su inspección era minuciosa y fue la que determinó que el joven de ojos dispares fuera atendido primero.
—Necesitamos asegurarnos de limpiar la herida para luego suturar. Tráiganme antisépticos, gasas e hilo y aguja —dijo mientras sus dos ayudantes se ponían en marcha y mientras ella preparaba una mesa—. Y tú, ven y acuéstate en la mesa para que pueda atenderte.
Antes de que pudiera responder, ambas señoras comenzaron a insistirle al joven de cabello negro para que siguiera las instrucciones de la doctora. Por su parte, Kazuma se dispuso a sentarse en una silla que tuviera la suficiente cercanía como para poder observar a su compañero.
—Listo —exclamó en cuanto termino con el Takanashi—. Ahora el chico de cabello blanco, veamos que tienes.
El Ishimura se sentó sobre la mesa y dejó que la doctora le examinara como quisiera. El examen tomó un poco más que el de su compañero, pues necesitaban identificar la magnitud del daño interno. Le pidieron que respirara de varias formas y que inflara el pecho mientras escuchaban sus latidos y palpaban su abdomen.
—Vale, recibiste un buen golpe, pero por lo visto no tienes nada roto —aseguro para alivio de su paciente—. Con un vendaje abdominal bastará para que te recuperes.
Pronto le pusieron una especie de gel y envolvieron su torso con largos vendajes que formaban una especie de faja bastante apretada. Una de las enfermeras le comentó algo a la doctora y luego salió de la habitación. Para cuando regresó lo hizo con un poco de ropa típica de la región, pues lo que traían puesto había quedado inutilizable. La doctora les dio un vistazo más a ambos y se dio media vuelta hacia una estantería con libros cercana.
—Quizás por aquí haya algo… —Se dijo mientras revisaba algunos escritos—. Es primera vez que veo un sarpullido tan agresivo como este ¿Saben qué fue lo que se los provocó?
—Esto… —Kazuma observó a Tatsuya y procedió a hablar—. Fueron unos hongos de color negro con manchas amarillas.
—Hum… —Cerró la enciclopedia en sus manos y se giro hacia ambos—. No conozco ese hongo que me describen, así que solo puedo darles un ungüento para el sarpullido en general —de una mesa cercana tomó un botecito que le entregó a Tatsuya—. Les aliviará mientras que se les pasa, pónganselo luego del baño… Que por cierto, falta les hace.
Luego de unos chequeos más, los chicos ya se encontraban con su necesidad médica cubierta. En el pueblo comenzaban a preparar una hoguera central que serviría para el festín de dentro de unas horas. Solo les quedaría compartir un poco de comida con los aldeanos y luego podrían irse a dormir.
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Antes de que pudiera protestar la doctora y las que parecían ser sus enfermeras obligaron a Tatsuya a acostarse en la mesa para que pudieran suturarle la herida. Le pusieron anestesia local y luego procedió a hacer los puntos necesarios, lo hizo con bastante rapidez, de hecho Tatsuya se sorprendió por ello. Cuando estuvo listo fue el turno de Kazuma, se sintió aliviado al escuchar que su compañero no recibió demasiado daño.
Cuando la doctora preguntó por las posibles causas de sus erupciones cutáneas ambos shinobis se vieron a las caras, el Ishimura le explicó a la doctora y esta respondió con extrañeza. Siendo quizás la única médico del pueblo debía conocer todos los posibles efectos que podían llegar a causar los hongos del bosque, si ella no sabía que eran esos hongos negros entonces se trataba de una variedad desconocida hasta la fecha. La doctora entonces le entregó una especie de pomada al chico del ninjatou, además dándoles indicaciones de uso.
Tatsuya se levantó de la mesa poco a poco, se sentía mucho mejor. -Le agradezco enormemente por atendernos señorita- Reverenció a la joven galena. -Seguiremos sus indicaciones-
Tomó la ropa que las asistentes habían traído previamente para luego dirigirse a la salida, el ninjade Uzushio también llevaría sus prendas. Al salir de la clínica vió que le habían colocado una correa al cerdito como si de un perrito se tratase, además de que lo habían amarrado a la rejilla de la ventana para que no se escapase. Le pareció gracioso pero práctico, así ya no tendría que andarlo cargando de un lado para otro.
-Kazuma-san, debemos encontrar un lugar para alojarnos- Luego de que aquel posadero le dijo que casi vende su portaobjetos pensó en buscar otro lugar mas agradable y cómodo.
-¡Pues ya no tienen que buscar que aquí estoy yo para servirles!- Interrumpió un hombre sin darle tiempo al Ishimura para contestar. -¡Pueden venir a mi hostal!, no puedo dejar en la calle a los héroes que nos salvaron de aquella bestia, ¡Síganme!- Más que seguirlo ambos ninja fueron empujados por aquel sujeto hasta el mentado negocio sin que pudieran objetar al respecto.
Era un lugar bastante agradable a la vista, la fachada estaba ornamentada cómo si se tratase de una especie de castillo con decoración tradicional y aunque no fuera muy lujoso destacaba entre la sencillez de las demás edificaciones del pueblo. Tatsuya estaba un poco confuso al respecto, y miró a Kazuma esperando que el supiera que hacer. Pronto el dueño los invitó a entrar, el lugar tenía ambiente relativamente agradable y los adornos no eran demasiado exagerados.
-¡No tienen que pagar por su estadia!, pueden quedarse el tiempo que deseen, espero disfruten del lugar, con su permiso- Dijo sonriente para luego irse al interior del sitio.
Pronto una jovencita vestida con un yukata se les acercó y reverenció para recibirlos. -Sean bienvenidos, soy el ama de llaves- Su voz era un poco mas grave de lo que se esperaría de su apariencia. -Disponemos de habitaciones en solitario con baño privado cada una o si lo prefieren una grande con camas separadas, sólo deben decirnos que opción desean- Dijo amablemente.
La situación tan repentina hizo que el Takanashi se quedara en blanco por un momento, a esas alturas despues de tanta hospitalidad se sentiría mal si rechazaba la oferta, pero quería escuchar que tenía que decir el Ishimura al respecto.
-Dejaré que mi acompañante decida- Contestó mientras miraba a Kazuma.
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