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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Los dojos del combatiente era un mar de gente a esas alturas del torneo, si bien el publico se renovaba conforme las fases habrían avanzado, posiblemente la gente que fuese quedando fuera del evento se irían volviendo a sus correspondientes hogares. Pero otro grupo de gente, los fanáticos de las peleas, estarían cada vez mas ansiosos de ver como se daban los últimos puñetazos, pero para eso faltaba, aunque era un detalle que el shinobi de la Lluvia ignoraba totalmente.

Mogura no estaba realmente seguro de como iba el torneo, ni cuanto faltaba para que finalizara. Lamentablemente aun no tenia conocimiento de quienes iba a ser las estrellas del momento pues no había estado atento a los combates, pero se sentía curioso sobre los resultados.

Es como cuando te pierdes el partido pero igual te interesa saber que hicieron los jugadores y como terminó el marcador...

Pensaba para si mismo en un momento de tranquilidad mirando la gente pasar de un lado a otro, como si estuviese vigilando la zona ¿o buscando a alguien quizás?. No estaría demás darle un respiro a esos samurai que poca y nada ayuda le habían tendido en aquel asunto que tuvo en el restaurante.

A fin de cuentas no pueden tener ojos en todos lados...

El joven ninja se encontraba sentado en un banco de madera en un rincón de lo que parecía ser un punto comercial un tanto artesanal, no parecían ser productos para la gente adinerada sino mas bien para la gente de clase media y trabajadora de los campos. El paisaje era bastante colorido pues todos parecían tener un toque personal en su vestimenta en vez de seguir la moda del momento como harían los ricachones de las partes altas de la zona.

Mogura cubría su cabeza del sol con un sombrero de paja tradicional, al igual que él mucha gente parecía llevarlo por fines prácticos. Podría ser que destacara un poco llevando sobre su ropa aquel haori de un color azul oscuro el cual si uno llegaba a apreciar de espalda dejaba ver el símbolo de la aldea oculta de Lluvia bordado en la parte próxima a la nuca. La primavera eterna hacía su efecto en él, ya que proviniendo de un lugar donde siempre esta cayendo agua y haciendo frió, el cambio de clima casi que lo obligaba a estar echándose viento todo el tiempo con el abanico de papel que tenia en su mano.
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#2
¿Planeas seguirme a todas partes el resto del día? —Se le podía sentir un tanto incomodo.

¡Por supuesto, Kazuma-sama! —era consciente de la situación de su señor—. ¿De qué otra forma se puede evitar que se meta en más problemas innecesarios?

La guardiana se encontraba notablemente molesta por el actuar reciente del joven, por su falta de autocontrol principalmente, y no era para menos con lo que había sucedido hacía unos días.

Naomi había visitado el hospital con la intención de acompañar al Ishimura, que iba ser dado de alta aquel día. Grande fue su decepción cuando se encontró con una habitación vacía y con un chisme que aseguraba que el joven se había marchado en horas de la mañana. Lo peor de todo aquello es que no sabía qué dirección pudo haber tomado, pero conociendo a su protegido, y su forma de pensar, era casi seguro de que iría en busca de problemas.

«¿Cómo culparla por estar así? Su disgusto está totalmente justificado» Podía comprender el sentir de la joven, pero aquello solo conseguía hacer que se sintiera más culpable.

Primero lo buscó durante algunas horas en los alrededores, pero en vista de que encontrarlo de aquella manera sería imposible, decidió esperarlo en el hospital. Se mantuvo ansiosa y preocupada en aquella amplia resección durante horas que se hacían eternas. Finalmente el joven de cabellos blancos se dignó a aparecer, pero lo hizo siendo transportado en una camilla pues portaba heridas que le impedían caminar por cuenta propia. Ya lo habia visto asi en varias ocasiones, pero sentia que jamás llegaría a acostumbrarse lo suficiente como para no alterarse.

«Debo admitir que no esperaba que las cosas terminaran así... Conmigo derrotado de aquella manera» Lo trataron de emergencia, y pesar de que estaba lleno de cardenales y cortés, su vida no corría ningún riesgo, según el médico. Pese a que estaba lejos de morir, el cuerpo le dolía lo suficiente como para poner las palabras del sanador en duda.

Solo estoy dando un paseo, no tienes de qué preocuparte. —le aseguro con rostro solemne, pero aun así la criada se mantenía a paso firme tras él, desconfiando no de sus palabras, sino de su impulsivo actuar.

Lo sé, Kazuma-sama —contestó con amabilidad trabajada—, pero me aseguro de que se mantenga así, no se sabe en qué momento le provoque arrojarse a una pelea sin sentido y entonces haga falta el detenerlo.

La de ojos color ciruela le conocía bastante bien, pero en aquella ocasión estaba herrando un poco el tiro. El de tez morena también entendía su forma de pensar, y sabía que ella estaba esperando a que él fuera corriendo tras aquel sujeto que lo había mandado de vuelta al hospital. Le dolía un poco admitirlo, pero aunque le hubiera gustado tener su revancha… Aún era demasiado débil como para hacerle frente a aquel monstruo. Ahora que estaba más calmado podía comprender aquello, aunque era algo que no le gustaría admitir frente a su cuidadora.

«Parece absolutamente determinada a no perderme de vista —sabía que aquel día no habría manera de librarse de su cuidado—, y no puedo buscar problemas con ella observando mis movimientos, por lo que… No hay de otra…» Aquel tendría que ser un día de “Relajación”

Se decanto por visitar la zona comercial, quizás ver las artesanías y las mezcla de colores y formas le ayudaría a relajarse y alejar su mente de pensamientos sombríos. El día era bastante caluroso y la gran cantidad de personas hacia un poco incomodo el transitar por las calles estrechas. Llevaba ropa adecuada; un guarda camisa negro, una gorra del mismo color y unos pantaloncillos kaki bastante frescos, pero aun ya se encontraba falto de aliento luego de media hora bajo el sol.

«Necesito descansar, parece que aun estoy un poco débil.» En ese momento lo mejor era buscar un sitio en el cual sentarse a recuperar el aliento.

Con permiso, señor. —Al final se decanto por el único banquillo al cual le quedaba un puesto desocupado, uno que tendría que compartir con alguien que, por su sombrero de paja y su abanico de papel, se podía suponer que también estaba descansando del golpe de calor.

Naomi se mantuvo cerca de él, de pie y sin quitarle el ojo de encima. Ese dia habia tomado medidas para asegurar el buen comportamiento de su señor. Una de ellas fue el despojarlo de Bohimei, de manera que le fuera imposible escapar, pues sabía que no iría a pelear abandonando su katana. Al final Kazuma tuvo que admitir que era una buena idea, el tener lejos los tentadores susurros de su espada le ayudaria a estar mas tranquilo.
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#3
Como cuando uno sale de la casa por primera vez en el día, sus ojos deben acostumbrarse a la luz, hasta entonces no se podría llegar a apreciar con claridad el paisaje. La vista del shinobi podría decirse que había logrado adecuarse a la del lugar, ver a la gente yendo y viniendo sin preocuparse porque se mojen sus cosas pues a fin de cuentas no llovería durante los siguientes minutos ni horas, puede que tampoco los siguientes días.

Una primavera que se ha extendido bastante, como el invierno en Juego de Kages.

Los comentarios al margen se los guardaba para si mismo, no quería quedar como un loco hablando solo.

No se le escapó el detalle del muchacho que avanzaba hasta él, un poco abatido por el clima del lugar ¿seria que también venía de un lugar donde no acostumbraban a las temperaturas del País del fuego? no podía saberlo con exactitud, de igual manera y su piel no era pálida sino algo un poco mas allá de un buen bronceado y además...

Me he cruzado con bastantes personas con el pelo blanco este ultimo tiempo... ¿cuál será la razón?

No recordaba exactamente el número justo... pero ya tenía que empezar a contarlas con los dedos de una segunda mano posiblemente.

Adelante, por favor.

Contestó en un tono de cortesía y respeto acompañado de una fina y relejada sonrisa, parecía que a fin de cuentas ese muchacho también buscaba un momento de descanso en medio de su jornada. Bajo su sombrero de paja él se encontraba protegido de la influencia directa de los rayos solares y seguramente bajo su gorra el chico también, pero recién se sentaba y seguramente tendría calor.

Puede que te sirva un poco de viento.

Dijo extendiéndole el abanico cerrado, podría sobrevivir un rato sin él. Y por su parte podría serle de utilidad al peliblanco o a su guardaespaldas.
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#4
Adelante, por favor —respondió con amabilidad—. Puede que te sirva un poco de viento. —Aseguró, mientras le ofrecía aquel abanico de papel que estaba usando.

Gracias, señor. —Dijo, girándose para verle la cara, pero el sombrero se lo impidió y tuvo que conformarse con un atisbo de sonrisa.

El joven de cabellos blancos relajo su postura y estiró sus extremidades. Dejó que el peso de su cuerpo se apoyara en el espaldar de madera mientras que desplegaba el abanico para darse aire. La brisa le cayó de maravilla, le encantaba sentir aquellos delicados dedos invisibles que le acariciaban el rostro y que le revolvían el cabello. Antes de darse cuenta se estaba abanicando enérgicamente, disipando el calor que le tenía mareado. Se encontraba bastante mejor, y estaba a punto de devolver el artefacto, cuando de repente su mano se acalambro, y con un leve quejido lo dejó caer al suelo.

Lo siento, señor. —Se disculpó mientras lo recogía, pues al parecer se había ensuciado un poco.

Se encontró a sí mismo bastante avergonzado, no por el insignificante hecho de dejar caer aquel instrumento de delicado papel, sino porque sus, generalmente hábiles y confiables manos, se habían comportado de manera torpe.

Su falta de coordinación se presentaba como un mal pasajero pero inevitable. Aquello como resultado del combate “mortal” (porque ciertamente creía que sería a muerte) que había librado hacía unos días. No había recibido ninguna herida en sus brazos que justificara tal descoordinación, más bien fue el resultado de llevar su joven, y aun en entrenamiento, cuerpo más allá del límite de sus actuales capacidades.

«Qué sentido tiene vigilarme estando en este estado —no podía evitar sentirse vulnerable—, aunque quisiera, no podría esgrimir a Bohimei. Incluso dudo que puedo arrojar adecuadamente un shuriken si se presentase la necesidad.» Puede que las lesiones físicas de aquella batalla sanarán pronto, pero las heridas psicológicas lo acompañarian un largo tiempo.

Espera… —el de Uzushio se encontraba agachado y se le ocurrió levantar la mirada para encontrar el rostro de quien le acompañaba en el banco—. No eres un señor, eres un chico de, por lo que puedo ver, más o menos mi edad.

»¿De dónde eres? —le pregunto mientras le devolvía el abanico—. Digo, parece que no estás acostumbrado al clima cálido de esta región.

Naomi hizo un pequeño gesto de tos que denotaba lo inadecuado de la pregunta del joven, pero en aquel momento Kazuma se encontraba más interesado en aquella persona que en las típicas cortesías sociales, aunque su forma de expresar duda era un poco seca y repentina.
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#5
El peliblanco había aceptado el abanico, el cual despues dejaría caer al sucio suelo del lugar, de haber sido Mogura uno de esos orgullosos samurai que paseaban por las calles mostrando sus poderosas espadas seguramente lo hubiese tenido que retar a un duelo por haber herido su puraido. Pero no era samurai, ni tenia espadas, ni tenia intenciones de retar a nadie por tirar al piso su abanico accidentalmente.

No pasa nada, no pasa nada...

Dijo extendiendo su palma hacía el frente y haciendo un movimiento de lado a lado como abanicando el aire, un gesto comun de despreocupación.

Cuando el shinobi se agachó a recoger el objeto, logró ver correctamente debajo del sombrero, descubriendo el rostro de lo que no era una persona adulta si no mas bien la de un joven como él y sería ahí cuando la forma en la que se había estado refiriendo a su persona cambiaría un poco.

Oh... supongo que se me pasó el hecho que estaba cubriendo demasiado mi rostro...

Exclamó en contestación al comentario del muchacho para luego acomodarse un poco mejor el sombrero de paja, echandolo ligeramente hacía atrás para que se le vea con más claridad la cara pero aún así estando protegido del sol.

Vengo del país de la tormenta, así que creo que es normal que el clima llegue a ponerse un poco agresivo con mi persona...

Dejó escapar una mueca ligeramente avergonzada, a fin de cuentas era un ninja y tenía que estar acostumbrado a los diferentes climas en los que podría llegar a desempeñarse. Tomó el abanico y comandó con él hondas de viento hacía su rostro.

En Amegakure normalmente llueve mucho más.

Comentó delatando su procedencia exacta y posiblemente también su profesión.
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#6
Oh... supongo que se me pasó el hecho que estaba cubriendo demasiado mi rostro...

«Bueno, puede que solo haya querido pasar desapercibido.»

El de blanca melena le observo curioso, mientras se volvía a sentar en su lugar. El chico se acomodó el sombrero, ocultando un poco menos su rostro, y procedió a pasar por alto lo sucedido con el abanico. Al Ishimura aquello le alivió un poco, si hubiera sido uno de esos viejos y orgullosos samuráis, probablemente le hubiese arrojado un desafío por mancillar su honor al ensuciar una reliquia familiar.

«No es como si tuviera problemas en aceptar un desafío, hasta podria ser emocionante, pero probablemente Naomi no me lo permitiría.» —Su guardiana seguía cerca, sin quitarle el ojo de encima.

Vengo del país de la tormenta, así que creo que es normal que el clima llegue a ponerse un poco agresivo con mi persona... —Dejó escapar una mueca ligeramente avergonzada, y Tomó el abanico y comandó con él ondas de viento hacía su rostro—. En Amegakure normalmente llueve mucho más.

Te entiendo —aseguro con cordialidad mientras volvía a su posición de descanso—, yo soy de Uzushiogakure, así que tampoco estoy acostumbrado al clima cálido de este país.

Más que no estar aclimatado, era que aquel día en particular resultaba bastante caluroso. Se imaginó que sería aún más difícil para aquel muchacho con el que ahora estaba conversando, por lo que había escuchado, Ame era un lugar donde la lluvia, el frío y la humedad estaban siempre presentes. En contraste Uzushio si solía tener sus temporadas cálidas y frías a intervalos regulares... Pero seguía siendo menos cálido que el país del fuego.

Esto… Si eres de Ame y estas aquí, imagino que eres un ninja —dedujo rápida y simplemente—. ¿También has venido para participar en el torneo de los dojos?
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#7
El muchacho de pelo blanco decía ser de la aldea oculta del Remolino, un lugar bastante alejado del País de la Tormenta, prácticamente en medio se encontraba el País del Fuego en toda su extensión. Mogura no había salido mas allá de su aldea durante sus últimos años y no recordaba haber salido del país antes tampoco, hasta el momento en que llego al torneo.

No es de extrañarse que por estas fechas el lugar se este llenando de ninjas de las diferentes aldeas.

Contestó acompañando sus palabras de una ligera reverencia en señal de afirmación, era un shinobi de la Lluvia y no había tanta necesidad de esconderlo, los tiempos de paz eran algo que ciertamente podían permitir ese tipo de interacciones.

Me hubiese gustado estar en el torneo, pero me temo que no he tenido oportunidad de representar a Amegakure en esta ocasión.

Dijo para luego abanicarse un poco el rostro, lo mas probable en caso de haber logrado entrar al torneo es que hubiese quedado fuera muy pronto, no era precisamente un lugar para un medico.

¿Qué hay de ti? Sería correcto asumir que siendo de Uzushiogakure también eres un shinobi ¿no?

La curiosidad le había picado y para poder rascarse tenía que hacer preguntas, tenía que aprovechar el momento, el torneo del Dojo del Combatiente y los vientos de paz que soplaban brindaban aquel tipo de oportunidades.

¿Viniste a ver el torneo como yo?
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#8
¿Qué hay de ti? Sería correcto asumir que siendo de Uzushiogakure también eres un shinobi ¿no? —se mostraba amable y quizás hasta curioso. Era una actitud bastante despreocupada, teniendo en cuenta que era de Ame y que la tensión política entre las aldeas era intensa últimamente—. ¿Viniste a ver el torneo como yo?

De hecho… —se detuvo un momento a pensar lo que iba a decir, pero pronto se dio cuenta de que no había motivo para ser precavido, pues leyendo el periódico se podría saber incluso más de lo que él pudiera decir—. Yo vine a presentarme como participante, pero como fui derrotado en la primera ronda, supongo que ahora solo soy un espectador más.

Ciertamente, ahora no era más que un mero observador, pues su tiempo como participante había terminado. Aunque… ¿Cuántos combates había visto? Ninguno, en realidad. No le fue permitido ver la primera ronda pues estaba participando en ella, y mientras que transcurría la segunda, se encontraba recluido recuperándose de sus heridas en aquel confinante hospital.

«Por lo menos tengo que asegurarme de no perderme los últimos dos combates.» Si, porque faltaban dos. Poco tiempo luego de la visita que le hizo a Juro, se enteró de que su compañero tendría que participar en un combate adicional para determinar quién ostentaria el tercer puesto.

También estaba el hecho de que deseaba ver la final, no solo porque en ella estaba participando una compañera de villa, nada menos que quien le venció en combate, sino porque deseaba ver el desenlace de la apuesta que había hecho con aquel Uchiha. Deseaba verlo perder, aunque también cabía la posibilidad de que fuera él quien perdiera...

Por cierto… —exclamó casualmente—. Mi nombre es Ishimura Kazuma, ¿Cuál es el tuyo?
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#9
Si es que existía un periódico donde estarían saliendo los resultados del evento, Mogura no lo había leido y por supuesto no lo habría tenido en sus manos siquiera. Al escuchar que el muchacho del Remolino fue un participante del torneo, un pequeña chispa encendió la llama de su curiosidad en el shinobi y aunque perdió un poco de intensidad al instante en que diría que lo dejaron fuera del evento bastante temprano, seguiría brillando.

Mi nombre es Manase Mogura, un gusto Kazuma del Remolino.

Contestó para luego hacer una pequeña reverencia como acostumbran los formalismos. Una parte esencial de una conversación con un desconocido normalmente suele ser la presentación, y con eso podría decirse que ya habían dicho lo básico. Ambos eran shinobi, uno de Amegakure y otro de Uzushiogakure, uno había ido a ver el torneo y se perdería casi todo y el otro a competir.

Espero no ser descortés al preguntar esto pero... ¿cómo fue tu combate en el torneo?

Sentía mas curiosidad que ganas de respetar los formalismos, y puede que por algún lado pudiese justificarse ir y preguntar ese tipo de cuestiones. Para una persona como él, que se había perdido el torneo casi por completo, tener la oportunidad de encontrarse a un participante y que este le contase de primera mano como fue su combate era una situación bastante tentadora.
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#10
Mi nombre es Manase Mogura, un gusto Kazuma del Remolino.

Esto... El gusto es mío... Mogura de la lluvia. —Contesto, un poco dudoso en su hablar.

Le era un poco extraña aquella referencia sobre su lugar de origen en el nombre. En varias ocasiones había encontrado aquel designativo, en libros que narraban viejas historias, como en juego de kages, pero jamás se le había presentado la oportunidad de usarlo. Esto último era porque en general aquello se aplicaba a las personas que no tenían apellido, los bastardos por ejemplo, al no poseer aquella herencia, típica de padres a hijos, se les agregaba el de “donde fuese” al nombre.

Cof, cof… —Naomi se mostró un tanto ofuscada luego de escuchar aquello.

«Vamos, no es para tanto, quizás es lo que se acostumbra en sus tierras —le dijo con la mirada mientras se giraba hacia ella—. Aunque… Karamaru también es de Amegakure y utiliza los honoríficos y los apellidos de manera correcta… Bueno, tampoco es como que me importen mucho esas formalidades.» Pero a la Miyazaki si le importaba, ella era una señorita formada en la etiqueta y en los modales, y era consciente de que para las personas de alta cuna, como su joven protegido, negar su linaje era un insulto atroz y un golpe bajo.

«Está bien —le insistió con sus grises ojos. El de cabellos blancos provenía de la alta sociedad y había vuelto a la misma, pero su días en las calles le quitaron todo deseo y pretensión de seguir las insulsas normas de la vida burguesa—, pero… debería ser cuidadoso respecto a referirse de aquella forma a uno de los samuráis de esta ciudad.»

Los samuráis eran, moralmente y en pocas palabras, extremadamente orgullosos y delicados con lo que a su linaje o apellido se refiere. Hablarle de esa manera a uno de esos guerreros podía significar enfrentarse en un desafío a muerte con el honor de su clan en juego. El propio Kazuma, con su personalidad libre, había tenido roces con algunos apasionados amantes de la formalidad absoluta en aquella misma ciudad.

Espero no ser descortés al preguntar esto pero... ¿cómo fue tu combate en el torneo? —Preguntó repentinamente, haciendo que el de ojos grises perdiera el hilo de pensamiento que llevaba.

Esto… No, no es que seas descortés —solo era que la pregunta lo había agarrado con la guardia baja—. Siendote sincero, creo que fue uno de los más cortos y menos vistosos… Pero fue bastante interesante a nivel de estrategia… Aunque mi desempeño tampoco fue el mejor… —su rostro se ensombreció un poco al imaginar el regaño que le daría Shiori-sensei—. Y… No sé qué más contarte, jejeje.

Podía darle algunos detalles y descripciones, pero no le era posible hacerlo sin exponer las tácticas y habilidades de Eri. Ciertamente podría leer algunas cosas en la prensa, pero la información que podía dar un contrincante era mucho más clara y profunda. Estando su compañera de villa aún en torneo, le pareció que sería poco adecuado el proporcionar, a un no participante nativo de Ame, información que pudiera dar ventaja alguna a su rival en la final… (No es que pensara que el chico pudiese ser un espia o ¿si lo pensaba?) Aunque le seguía conviniendo que ganara la muchacha de la aldea oculta de la lluvia, todo por aquella apuesta inviolable.
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#11
Puede que se debiese al contexto en el que se habría cruzado con el shinobi, y porque no sabía nada de su linaje, que habría ofendido a su acompañante. Mogura era perfectamente consiente de las formalidades con las que había que tratar a la gente de cierto nivel social, simplemente se le habría escapado de los labios esa forma de llamarlo. De ser aquel muchacho un samurai, ese insulto le habría venido de perlas para retarlo a un duelo en ese mismo lugar, prácticamente un motivo idéntico al de dejar caer un abanico que tendría un valor ¿sentimental? muy alto.

Será mejor que preste un poco más de atención, no parece que le haya causado mucha gracia el tono en el que hablé...

Pensaba desviando ligeramente la mirada hacía la fémina que intentaba discretamente llamar la atención del peliblanco. No era ninguna ciencia nuclear ni nada por el estilo, era simplemente respetar las cosas que ya sabía como eran para evitar problemas con gente que no debía tenerlos, como era aquella muchacha que acompañaba a Kazuma.

El joven Ishimura relataría brevemente y sin mucho detalle que su combate había sido muy corto y no hubo mucho que mostrar, pero rescataba un nivel de estrategia interesante. Normalmente una persona que cuenta con tan poca información comenzaría a rellenar los huecos en su imaginación con conclusiones propias, pero el joven Manase preferiría no hacerlo.

No tiene mucho caso especular sobre los por qué del combate, hay demasiadas cosas que no se como para tener un dato claro, como por ejemplo, el rival de Kazuma, sin saber eso no hay mucho que se pueda hacer.

Concluyó para si mismo rápidamente sin darle mas vueltas al tema y dando por terminado el tosco avance en el tema.

Me parece, Ishimura-dono, que estas siendo demasiado humilde contigo mismo...

Al nombrar de esa forma al chico de melena blanca, desvió ligeramente sus ojos hacía la muchacha que lo estaba guardando. ¿Sería una forma aceptable para dirigirse a su protegido?. Volvería su mirada hacía su compañero de banco entonces para decir su comentario.

... creo que me hubiese gustado poder haber estado ahí para ver ese "interesante nivel de estrategia".

Dijo con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro mientras en su mano armada con el abanico dibujaba un arco que iba y venia con el fin de aventarse aire en la cara.
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#12
Me parece, Ishimura-dono, que estás siendo demasiado humilde contigo mismo... —de pronto su tono se había tornado mucho más formal, como si hubiera captado la molestia que yacía en la guardiana del peliblanco—. Creo que me hubiese gustado poder haber estado ahí para ver este "interesante nivel de estrategia".

Gracias, pero estoy seguro de que si observas los combates restantes quedaras satisfecho, pues con toda seguridad serán un espectaculo mucho más complejo y vistoso que los presentados en la primera ronda.

Naomi pudo percibir como una fugaz ojeada inspecciono sus facciones, pero únicamente se limitó a desviar la mirada. No es algo que pudiera saberse a ciencia cierta, pues permanecía en silencio, pero de alguna manera parecía que su malestar había disminuido, al menos un poco. «Cielos… Parece que va estar con ese humor por un largo rato, será mejor que trate de contentarla un poco, pero, ¿Como hacerlo?»

Las personas seguían yendo y viniendo en un flujo lento pero constante, como un río cuando el invierno comienza formar hielo sobre su superficie. Pero aquel sitio estaba lejos de ser un lugar frío y fresco, el calor comenzaba a agobiar de nuevo a Kazuma, y podía sentir como frías gotas de sudor emanaban de su cabeza para luego correr por sus largos mechones antes de evaporarse. Se le hacía extraño que los días de primavera fueran tan calurosos en aquella ciudad, en su país solían ser mucho más templados y ventosos, pero el inclemente cielo de aquel día se negaba incluso a proporcionar unos minutos de aquella suave brisa estacional que tanto aliviaría a las personas que caminaban bajo el esplendor de Amaterasu.

«Que calor… —no le gustaba quejarse ni consigo mismo, pero su condición, sumada al clima, le impedía relajarse o abstraerse como lo hiciera usualmente—. No me sentía tan acalorado desde que Tatsuya y yo casi nos quemamos vivos con aquel sello ardiente, si me quedo en este banco terminare derritiéndome…»

De pronto algo llamó su atención; Un sonido metálico y tintineante, una campana para atraer a la gente, perteneciente a un pequeño puesto rodante que vendía raspados. Levantó la vista y entonces lo vio, aquel trozo de hielo translúcido y goteante, con aquella corriente helada y fresca a su alrededor. Más allá de que la mera imagen le pareciera idílica, despertó en él un recuerdo que le llevaría a lo que podría ser su mejor idea en todo el día.

Quisiera seguir conversando contigo… Manase-dono —aseguro mientras se quitaba la gorra para sacudir el exceso de sudor—, pero mi salud actual no me permite estar tanto tiempo bajo un sol tan poco amigable. Además, parece que nos golpea a ambos con igual fuerza.

Por supuesto que quería largarse de aquel sitio antes que su cuerpo se “soldara” al banco debido al calor, pero con Naomi cerca no podría proceder con semejante descortesía. Sin embargo, aquello estaba dentro de las proyecciones su plan para contentarse con la Miyazaki, todo era parte de su perfecto plan.

Dicho eso… —se levantó y acomodó la gorra en su sitio, donde al menos le protegía el rostro—. Si es de su agrado, ¿Qué le parece si le invitó a tomar algo refrescante? De camino divisé una especie de heladería con un ambiente muy agradable, ideal para descansar a gusto mientras continuamos conversando.

»¿Que dices? ¿Aceptas mi invitación? «Y por supuesto, ¿Ser parte mi plan también?»
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#13
Lo que había planteado con palabras el muchacho de pelo blanco, es lo que tenía en la mente el de pelo negro. Realmente esperaba que los últimos combates fuesen algo de que hablar, un buen recuerdo con el cual volver a su aldea y por qué no también, que sirviese como inspiración en su entrenamiento para sus facultades que iban mas allá de la medicina.

Esos últimos realmente trataré de no perdérmelos.

Comentó el shinobi mientras se abanicaba con movimientos amplios a una velocidad no tan rápida, para evitar que se le cansara la mano. No podía estar seguro de que era lo que prefería, si los constantes chaparrones de Amegakure o el brillo de la diosa Solar, después de todo en sus tierras siempre estaba yendo de un lado a otro con un paraguas y en el país del fuego no había dejado su sombrero de paja y el abanico en ningún momento.

Ah... puede que algún día encuentre un lugar donde el clima sea perfecto...

Cerró los ojos un segundo para poder entrar en comunión con su lugar soñado y puede que coincidiera bastante con la brisa helada que acarreaba el vendedor de raspados que había avistado Kazuma. Sería ahí entonces que las palabras de su compañero de banco lo devolverían a la realidad de la cual había querido escaparse.

Salud actual... ¿le habrán enviado al hospital después de su combate?

Pensaba mientras asentía con su cabeza ante los comentarios certeros que había hecho. La invitación siguiente le vendría como anillo al dedo aunque visto por otro lado también estaba como arrinconado, por un lado estaba aquel incidente en la casa de té con Tatsuya y Riko que lo dejaría sin poder darse tantos gustos y por el otro estaba la etiqueta, la muchacha seguro se molestaría si Mogura rechazaba la propuesta.

Se supone que uno no debe rechazar las invitaciones de los nobles... o algo así venía todo el tema...

Considerando el clima que estamos teniendo el día de hoy, me temo que no tengo otra alternativa mas que aceptar su generosa oferta, Ishimura-dono.

Contestó a la invitación que le habían hecho, de una forma educada como sabía hacerlo y acompañando sus palabras con una respetuosa reverencia. Un helado no vendría mal con un día como aquel, y además era gratis, no podría haber alguien que se negara.
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#14
Considerando el clima que estamos teniendo el día de hoy, me temo que no tengo otra alternativa más que aceptar su generosa oferta, Ishimura-dono. —Se había escuchado un poco forzado, pero seguía siendo la respuesta que deseaba escuchar.

Bien —se permitió esbozar una tenue sonrisa—, pongámonos en marcha. El lugar del que te hablo se encuentra cerca, a una calle de distancia cuando mucho.

Se levantó y comenzó a caminar mientras le hacía un gesto a Mogura para que le siguiera. La supuesta heladería no se encontraba lejos, pero con tanta gente caminando de un lado para otro existía la posibilidad de que su acompañante se perdiera en aquella marea humana. Naomi se colocó detrás de él y se sincronizó con sus pasos para no quedarse rezagada.

Bastaría con que Mogura no perdiese de vista a ambos durante aquel trecho.

Puede que fuese por el incesante calor que el trayecto se le había hecho un poco más largo de lo esperado, o también pudo ser porque se tenía que mover esquivando a las personas que caminaban en sentido opuesto al suyo. La sensación de que la caminata había valido la pena se vio incrementada intensamente cuando ambos, el genin y su guardiana, se detuvieron. Ahora estaban frente a un edificio cuyo aspecto serio y tradicional dificultaba el saber qué propósito tenía. La única pista era un letrero, en la parte superior, con los kanjis para helado y un letrero de tela, cubriendo la entrada, con enormes y elegantes trazos que decían “Exquisito y refrescante”.

Hemos llegado, este es el sitio del que hablaba. —Aseguro girándose para hablarle a Mogura, si es que este aun seguía detrás de él.
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#15
En aquel punto de encuentro donde los caminos de varias personas se cruzaban, era difícil escuchar con claridad si alguien estaba hablando en un volumen que se considera normal. Lo bueno para los shinobi era que en el banquito, si bien no evitaban escuchar la cacofonía de la multitud trabajadora, podían llevar una charla como gente civilizada.

Hai.

Contestó sin mas al comando del peliblanco. Se puso de pie y seguidamente mantuvo una distancia prudente para poder seguirlo sin que la muchedumbre se lo llevara como un barco de papel la corriente de un río en medio de una tormenta. Fueron varias las veces en las que tuvo que moverse de formas raras para que alguien no golpeara su sombrero, podría habérselo quitado pero hacía demasiado calor para su gusto y prefirió no hacerlo.

Kazuma se detuvo entonces frente a un lugar que tenía todas las de ser la heladería que había mencionado, probablemente habían llegado a su destino, el shinobi de la Lluvia entonces terminaría deteniéndose a una corta distancia tanto del peliblanco como de su guardiana. Un grupo de chicos pasaron corriendo y gritando eufóricamente junto a los ninja en el momento en que el Ishimura pronunció sus palabras lo cual le impidió a Mogura entender lo que había dicho.

¡¿Qué?!

Preguntó levantando un poco la voz y abriendo su abanico para luego acercarselo a la oreja como si eso le fuese a permitir escuchar mejor lo que diría el chico.
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