— ¡Oh! ¡Muchas gracias, jefe! ¿Cuál es esa promoción especial? — Preguntó emocionado el de rastas.

Esa era la pregunta que se hacían los tres, Juro solo saludaba por ser educado, que era lo que enseñaban en la villa. Al lío, el hombre sonrió de buena gana y señaló a un cartel que había en la derecha, el cuál estaba adornado con boles llenos de fideos de colores estravagantes, y en cuyo centro había otro bol, de rebosante comida y salpicaduras de sopa por todas partes.

Pero eso no les decía mucho.

— ¿Y la promoción es...? — Preguntó.

— ¡Ah! Pues lo típico: si logras comerte el especial de la casa en menos de treinta minutos... ¡Es gratis! Si no... Son dos mil trescientos ryos. — Explicó abiertamente, mientras los dos ancianos asentían sin dejar de comer.

''No puede ser tan complicado... ¿Habrá truco? ¿Algún tipo de veneno? Lo dudo mucho... ¿Y extreñimiento? Hubo una época en la que muchos pacientes venían por problemas de tránsito...''

Miró a sus compañeros, señalándoles con la mirada el cartel.

—¿Y un plato normal?

—¿No os atrevéis? Bueno, un plato normal son quinientos ryos... — Mencionó con un tono de decepción.

El tendero sonrió abiertamente ante la pregunta de Riko, y rápidamente señaló un cartel, que, a pesar de que para el hombre debería ser suficiente como para los jóvenes hubieran entendido cuál era la promoción, no fue el caso, y buena prueba de ello fue la pregunta de la peliazul.

— ¿Y la promoción es...?

Riko asintió, pues tampoco tenía muy claro qué era lo que estaba ofertando el hombre, pues un cartel lleno de boles de fideos y en el centro un superbol de fideos, más grande de lo que el rastas podría haber imaginado no le solucionaba mucho las dudas.

— ¡Ah! Pues lo típico: si logras comerte el especial de la casa en menos de treinta minutos... ¡Es gratis! Si no... Son dos mil trescientos ryos. — Dijo, como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

Riko quedó perplejo, aquello podía salir, o muy mal, o muy bien.

— Dos mil... trescientos... ryos... — Susurró el de rastas visiblemente sorprendido.

Miró a sus dos compañeros y notó como Eri les miraba señalándoles el cartel, dando a entender que no sabía que hacer, y rápidamente la chica preguntó por un plato normal, el de toda la vida.

—¿No os atrevéis? Bueno, un plato normal son quinientos ryos...

El moreno notó el tono de decepción que tenía el tendero, pero claro, aa saber que tipo de plato sería el especial para valer 2300 ryos...

— ¿Nos dejas pensarlo un momento? — Dijo al tendero, y rápidamente se volvió a sus compañeros, echándoles un brazo por encima de los hombros a cada uno, haciendo que las tres cabezas se juntasen. —¿Qué os parece chicos? 2300 ryos es mucho dinero... Pero si lo hacemos bien podemos comer gratis... — Susurró el de rastas para que solo los dos genins pudieran oírle.

Ante la pregunta de Riko, el tendero, con la misma sonrisa que había mantenido desde que habían llegado - quizá incluso aún más ensanchada - les señaló un cartel al lado del negocio, en el que se podía ver varios boles de comida. Sobre ellos destacaba un enorme bol lleno de comida. Juro inclinó la cabeza, sin comprender demasiado bien.

— ¿Y la promoción es...?

— ¡Ah! Pues lo típico: si logras comerte el especial de la casa en menos de treinta minutos... ¡Es gratis! Si no... Son dos mil trescientos ryos. — Dijo, como si tal cosa.

Juro abrió los ojos más de lo normal. Miró a Eri, quien era la que se supone que iba a pagar. ¿Cómo le iba a pedir algo así a la pobre chica? Era demasiado, incluso para su generosidad. Eso sí, si lo lograban, comerían por la gorra y Eri no tendría que pagar nada. Era una apuesta arriesgada. De fondo, Riko asimiló el concepto poco a poco, repitiendo lentamente las palabras dichas por el hombre.

Eri optó por la opción más sencilla. Quizá resignada a no atreverse a pagar tanto, o quizá simplemente por curiosidad, preguntó el precio de un plato menor. El tendero respondió con clara decepción que valían quinientos ryos. Haciendo cuentas, entendió enseguida la diferencia.

"Es decir, si vamos a lo seguro le saldría a unos mil quinientos ryos. Si nos arriesgamos comeremos todos gratis, y si fallamos, la diferencia sería grande. No es moco de pavo."

Ante la indecisión de Juro para dar una respuesta, y las dudas de Eri, Riko tomó la palabra.

— ¿Nos dejas pensarlo un momento?

Rápidamente, agarró tanto a Juro como a Eri pasando sendos brazos por sus hombros, y los atrajó hacia si. Tres cabezas pensantes estaban juntas ahora.

—¿Qué os parece chicos? 2300 ryos es mucho dinero... Pero si lo hacemos bien podemos comer gratis... — les dijo en un susurro, para no ser oído por el tendero.

—Me gustaría saber que ingredientes lleva ese plato especial, solo por si acaso... — admitió Juro, algo desconfiado. Procuró mantener el mismo nivel de sigilo que Riko — No se si deberíamos arriesgarnos, podría ser una trampa para que paguemos más. ¿Tú que opinas, Eri?

— ¿Nos dejas pensarlo un momento? — Dijo al tendero, quien frunció el ceño al encontrarse con la espalda del de rastas que rápidamente se volvió a sus compañeros, echándoles un brazo por encima de los hombros a cada uno, haciendo que las tres cabezas se juntasen, Eri miró con ojos inocentes al chico, ya que no tenía ni idea en qué estaba pensando.

—¿Qué os parece chicos? dos mil trescientos ryos es mucho dinero... Pero si lo hacemos bien podemos comer gratis... — Susurró el de rastas para que solo los dos genins pudieran oírle.

— Me gustaría saber que ingredientes lleva ese plato especial, solo por si acaso... — admitió Juro, algo desconfiado. — No se si deberíamos arriesgarnos, podría ser una trampa para que paguemos más. ¿Tú que opinas, Eri?

Eri miró a Riko, luego a Juro, y suspiró. Se había ofrecido pagar y tampoco le costaba mucho aquellos mil quinientos ryos que costaban los tres platos en conjunto ya que había ahorrado bastante dinero y por un capricho no se iba a morir, pero por otra parte, si se arriesgaban y ganaban, ella guardaría ese dinero y se irían de allí sin gastar un mísero ryo.

Y quien no arriesga...

— Bueno, todavía tenemos tiempo... — Susurró para darse la vuelta y mirar al tendero que los miraba con recelo, aclaró su garganta y comenzó. — Disculpe, señor, ¿nos puede decir qué ingredientes están en el plato especial?

El hombre pareció pensárselo dos veces llevándose la mano al mentón, luego señaló un bol de color verde oscuro y comenzó a relatar:

— El especial de la casa lleva trozos de cerdo, huevos duros, ajo, perejil, jengibre, todo esto en la sopa, claro... Y fideos, además de verduras varias. — Explicó inchando el pecho. — Un plato de fideos como cualquier otro... Claro está...

Eri abrió los ojos más de lo normal, ¡si era un plato normal! Pero, ¿dónde estaba el truco? No lograba descifrarlo.

—¿Y qué le hace tan especial? No se ofenda, es que lo veo tan... Normal, sin ofender, de verdad.

—Oh, pues que tiene un ingrediente ''especial''... Y es una ración doble. — Explicó mientras se daba la vuelta y exponía un bol lleno de un caldo humeante con una cantidad inmensa de fideos, dos huevos duros sin abrir, puerros y toda clase de verduras, todo a lo grande. — Si ganáis, ¡os lleváis el bol de recuerdo y os pongo en la pared de quienes lo han conseguido! Por desgracia solo lo consiguió aquel Akimichi... No recuerdo su nombre. — Alegó. — ¿Qué, os animáis?

Al parecer Riko no era el único que parecía no fiarse demasiado de aquella extraordinaria oferta, es decir, no podía llegar a ser tan fácil ahorrarse 2300 ryos, tenía que ser un plato desmesuradamente grande y con algún ingrediente que hicera demasiado pesado el poder comérselo de una forma rápida.

Tanto juro como Eri estuvieron de acuerdo en que primero debían conocer los ingredientes de los que contaba aquel misterioso plato, por lo que, y tomando la sartén por el mango, la peliazul se dirigió claramente hacia el tendero.

— Disculpe, señor, ¿nos puede decir qué ingredientes están en el plato especial?

El hombre, no sin antes pensarlo, comenzó a relatar uno a uno los ingredientes que formban parte del plato especial.

— El especial de la casa lleva trozos de cerdo, huevos duros, ajo, perejil, jengibre, todo esto en la sopa, claro... Y fideos, además de verduras varias. — Explicó inchando el pecho. — Un plato de fideos como cualquier otro... Claro está...

Aquello ya empezó a crispar un poco al rastas, en cuento escuchó la palabra huevo, supo que era posible que no fuera posible que participara en aquella aventura, su némesis, su antagonista de toda la vida había hecho acto de presencia, y siend un plato especial que formaba una oferta tan concretaa no sabía si sería posible pedir que se lo quitaran, pero aún así había que intentarlo.

—Oh, pues que tiene un ingrediente ''especial''... Y es una ración doble. — Explicó mientras se daba la vuelta y exponía un bol lleno de un caldo humeante con una cantidad inmensa de fideos, dos huevos duros sin abrir, puerros y toda clase de verduras, todo a lo grande. — Si ganáis, ¡os lleváis el bol de recuerdo y os pongo en la pared de quienes lo han conseguido! Por desgracia solo lo consiguió aquel Akimichi... No recuerdo su nombre. — Alegó. — ¿Qué, os animáis?

Riko entonces cogió aire y se dispuso a hablar.

— Yo... esto... no se muy bien como pedirlo... Resulta que no puedo comer huevo, ¿sería posible pedir un plato especial de esos sin huevo? — Preguntó el muchacho algo tímido. — Si es posible yo si me arriesgaría. — Hizo una breve pausa y tras ella miró a Eri, y bajó la voz. — Si no puedo lo pago yo, ¿vale?

Juro se sintió aliviado cuando escuchó que sus compañeros se sentían igual de reticentes acerca del plato como él. Eri decidió cortar por lo sano, y antes de arriesgarse, preguntar acerca de los ingredientes.

— Disculpe, señor, ¿nos puede decir qué ingredientes están en el plato especial?

— El especial de la casa lleva trozos de cerdo, huevos duros, ajo, perejil, jengibre, todo esto en la sopa, claro... Y fideos, además de verduras varias. Un plato de fideos como cualquier otro... Claro está...

"¿Hmm?"

Antes de poder preguntar, Eri se le adelantó nuevamente, alegando que no entendía lo especial. El hombre explicó sin ningun tipo de reparo.

—Oh, pues que tiene un ingrediente ''especial''... Y es una ración doble. Si ganáis, ¡os lleváis el bol de recuerdo y os pongo en la pared de quienes lo han conseguido! Por desgracia solo lo consiguió aquel Akimichi... No recuerdo su nombre.¿Qué, os animáis?

Juro clavó su mirada en sus compañeros, haciendo una mueca. No entendía nada, pero no le parecía que una ración doble por si sola fuese a desanimar a alguien. Y si había tan poca gente que lo había conseguido...

"Solo puede ser que el ingrediente especial es algo horrible. Un super picante o algo así..."

Cambió el peso de las piernas de un lado a otro. Por alguna razón, tenía la certeza de que iban a ser timados, o de que estaban a punto de ello. Pero no podía evitarlo o advertirlos solo por una desconfianza suya. Era muy frustrante. Jugueteó con sus muñecas.

— Yo... esto... no se muy bien como pedirlo... Resulta que no puedo comer huevo, ¿sería posible pedir un plato especial de esos sin huevo? Si es posible yo si me arriesgaría. Si no puedo lo pago yo, ¿vale?

A Juro se le atragantaron las palabras. Dio un hondo suspiro.

— Si os arriesgais todos supongo que yo también... — dijo, mirando a Eri — Con las mismas condiciones. Pero claro, si Riko tiene ese problema y el huevo es muy importante, siempre podemos coger un plato normal y olvidar esto...

Era un intento tonto, lo sabía. Pero ya no sabía que más hacer. Sus principios de prudencia se habían ido completamente al traste con esto.

— Yo... esto... no se muy bien como pedirlo... Resulta que no puedo comer huevo, ¿sería posible pedir un plato especial de esos sin huevo? — Preguntó el muchacho algo tímido. — Si es posible yo si me arriesgaría. — Hizo una breve pausa y tras ella miró a Eri, y bajó la voz. — Si no puedo lo pago yo, ¿vale?

Eri frunció la nariz, si él se arriesgaba a comer tal cantidad de comida ella no se iba a echar hacia atrás, sin embargo, ella había recomendado el sitio, así que ella pagaba, así de claro.

Pero antes de abrir la boca, Juro también habló.

— Si os arriesgáis todos supongo que yo también... Con las mismas condiciones. Pero claro, si Riko tiene ese problema y el huevo es muy importante, siempre podemos coger un plato normal y olvidar esto...

— ¡No te preocupes, hijo! — Exclamó el dueño mirando a Riko con una sonrisa. — Contigo podemos hacer una excepción, ¡nada de huevo! Además, tenemos unos fideos especiales para eso. — Alegó mientras viajaba su mirada sobre los tres. — Entonces, ¿os pongo tres?

— ¡Claro! Yo por mí me apunto, y si no podemos, pago yo, a la próxima ya pagará Riko. — Sugirió guiñándole un ojo. — Venga, que podemos hacerlo. — Alegó, sentándose en uno de los taburetes libres, mientras que los demás clientes terminaban sus boles y se despedían del jefe.

— ¡Si incluso tenéis el local para vosotros solos! — Añadió el dueño con una sonrisa.

Ante las palabras del rastas, Juro pareció revolverse un poco, y rápidamente susprió hondamente.

— Si os arriesgais todos supongo que yo también... — dijo, mirando a Eri — Con las mismas condiciones. Pero claro, si Riko tiene ese problema y el huevo es muy importante, siempre podemos coger un plato normal y olvidar esto...

El ambiente era algo tenso, se estaba jugando mucho dinero allí, y no era algo muy común entre gente tan joven estar en un dilema en el que se pusiera en juego tal cantidad de capital, pero un día es un día, y un reto es un reto, y no pensaba echarse para atrás, siempre y cuando no hubiera ningún problema con su alergia.

— ¡No te preocupes, hijo! — Exclamó el dueño mirando a Riko con una sonrisa. — Contigo podemos hacer una excepción, ¡nada de huevo! Además, tenemos unos fideos especiales para eso. — Alegó mientras viajaba su mirada sobre los tres. — Entonces, ¿os pongo tres?

A Riko se le iluminó la cara, aunque para ser honestos era algo muy común por lo que la mayoría de restaurantes disponían de alimentos adecuados para personas con intolerancia al huevo.

— ¡Claro! Yo por mí me apunto, y si no podemos, pago yo, a la próxima ya pagará Riko. — Sugirió guiñándole un ojo. — Venga, que podemos hacerlo. — Alegó, sentándose en uno de los taburetes libres, mientras que los demás clientes terminaban sus boles y se despedían del jefe.

Riko miró a la peliazul, algo apurado, pero no pensaba discutir sobre aquello, por lo que, rápidamente, sonrió y asintió, dando a entender que aceptaba las condiciones de su compañera de villa, y acto seguido miró a Juro, que era el que había estado mas dubitativo, esperando una respuesta.

— ¡Si incluso tenéis el local para vosotros solos! — Añadió el dueño con una sonrisa.

El moreno miró a su alrededor y comprobó como los clientes que se encontraban allñi a su llegada se habían levantado y se iban a la vez que Eri se sentaba, y se apresuró a acompañarla en la mesa.

— Venga chicos, que podemos con ello, ¿eh? — Animó el rastas a sus compañeros. — Cuanto más rápido comáis, más comida os entra en el estómago. — Afirmó levantando el pulgar de su mano derecha, aunque realmente no estaba seguro de que esto fuera verdad, pero lo había escuchado toda su vida.

Antes de que Juro pudiese acabar la frase, el tendero contrataco con otra sarta de buenas palabras:

— ¡No te preocupes, hijo! — Exclamó, con la sonrisa de un depredador a punto de cazar a su presa. — Contigo podemos hacer una excepción, ¡nada de huevo! Además, tenemos unos fideos especiales para eso. — Alegó mientras viajaba su mirada sobre los tres. — Entonces, ¿os pongo tres?

"Mierda..."

Aunque el hombre parecía muy amable, y todo parecía a su favor, Juro no podía evitar quitarse esa sensación de que andaban dando saltos sobre terreno quebradizo.

— ¡Claro! Yo por mí me apunto, y si no podemos, pago yo, a la próxima ya pagará Riko. — Juro suspiró. Aquí cada loco iba con su tema— Venga, que podemos hacerlo.

Eri trató de animarles con su habitual buen humor, que no inspiro demasiado en Juro en esta ocasión. Riko también le miró, notando quizás sus dudas. En ocasiones él mismo se consideraba el más prudente de sus compañeros, él que no hacía ninguna locura. De hecho, su hermana se había burlado más de una vez por esa actitud, que lejos de hacerle parecer maduro solo le hacía aburrido.

Dio otro suspiro. Que problemático era todo.

— Vale, vale, estoy dentro — dijo, sin mirar al tendero directamente. No iba a darle esa satisfacción.

Juro acompañó a sus compañeros y ocupó los taburetes vacíos, al tiempo que el resto de clientes terminaban sus platos y desaparecían del lugar.

— ¡Si incluso tenéis el local para vosotros solos! — Añadió el dueño con una sonrisa.

No es que a Juro le hiciese una especial ilusión, pero no podían negarse ya, con sus dos amigos tan emocionados. Tal y como la mosca espera a la araña, atrapada ya en su tela, Juro esperó a que la situación siguiese su curso.

— Venga chicos, que podemos con ello, ¿eh? — dijo Riko, sin siquiera adivinar los funestos pensamientos de Juro — Cuanto más rápido comáis, más comida os entra en el estómago.

— Si... — Forzó una sonrisa —. Lo conseguiremos, seguro. Solo necesitamos un poco de determinación...

— Vale, vale, estoy dentro.

— Venga chicos, que podemos con ello, ¿eh? — Animó el rastas a sus compañeros. — Cuanto más rápido comáis, más comida os entra en el estómago.

''Al menos no soy la única que me he apuntado...''

Sus pensamientos la llevaron a sonreír al de rastras, que ya se acompañaba sentado a su lado, luego levantó su pulgar a Juro, intentando también trasmitirle buenas vibraciones para la locura que estaban dispuestos a cometer entre los tres.

— Si... Lo conseguiremos, seguro. Solo necesitamos un poco de determinación...

''O un estómago más grande...''

El jefe amplió incluso más su sonrisa - y eso que Eri estaba segura de que ya había llegado a sus límites - y con unos rápidos movimientos los tres ya tenían cada uno un bol con adornos por todos lados, de un color diferente para cada uno; rebosante de sopa, fideos, toda clase de verduras y especias, y huevo - menos Riko -, y con un chasquido de dedos anunció:

— ¡Tenéis treinta minutos comenzando desde ya! ¡Qué aproveche!

Y el reloj comenzó a correr.

Los tres shinobis habían formado equipo, los tres estaban dispuestos a cometer aquella locura que les llevaría a comerse un plato que, seguramente, tendría un tamaño exageradamente grande, por lo que Riko ya estaba pensando que aquel día lo más probable es que no fuera a cenar.

— Si... Lo conseguiremos, seguro. Solo necesitamos un poco de determinación...

Dijo Juro, aunque para ser sinceros, se notaba que no estaba del todo convencido de aquello, pero a pesar de todo allí estaba, al pie del cañón ,junto a sus dos compatriotas.

El dueño del local pareció alegrarse de la decisión que los tres jóvenes acababan de tomar, y rápidamente colocó tres boles hasta arriba de sopa, listos para comer.

— ¡Tenéis treinta minutos comenzando desde ya! ¡Qué aproveche!

Riko, sin tiempo que perder, echó mano a los palillos, los separó e instantáneamente comenzó a engullir fideos, verduras y cualquier alimento sólido que se encontrara en el bol, ni si quiera había hablado, simplemente quería terminar aquel plato lo antes posible, quería batir el récord y terminarlo no en 30 minutos, si no en 15 si era posible.

El hombre mayor les sonrió siniestramente por última vez, y después sirvió tres boles enormes de sopa con todos sus ingredientes, listo para prepararse.

Juro sintió como se le revolvía el estómago. Trató de no pensar en lo mucho que le iba a doler cuando terminará con esa enorme comida, si es que podía.

— ¡Tenéis treinta minutos comenzando desde ya! ¡Qué aproveche!

"Vamos, vamos..."

Ignorando el miedo que le dieron las palabras finales de aquel hombre, Juro se armó de valor y abrió los palillos. Perdió unos segundos en hacerlo, y se lanzó a toda velocidad a por el plato. Cogió los primeros fideos y los engulló con rapidez, disfrutando cálida sensación que producía el fideo en su paladar. Empezó a tragar todo lo que encontró a su paso, a la mayor velocidad que su escuálido cuerpo le permitió.

A su lado pudo sentir como Riko engullía a una velocidad pasmosa. Aunque no era una competición, no quiso quedarse atrás; iba a terminar ese bol, por el bien de todos.

Los demás no perdieron el tiempo y se tiraron como locos a su bol, devorando todo lo que tenían a su paso. Riko tenía ventaja y es que contaba con menos ingredientes que Juro y que ella, pero no le importaba lo más mínimo. La verdad es que sentía que se llevaba preparando para algo así durante toda su vida, ¿quién, sino, se había comido todas las tartas que habían salido mal de su vecina? Se sintió incluso halagada ante sus pensamientos.

Tomó sus palillos y los separó a la par que Juro. Luego, con delicadeza, separó todos los ingredientes que no eran fideos en un lado, cerró los ojos, inspiró, los abrió, y ya era tarde para todo.

Primero empezó a comer todo lo que no era ni sopa ni pasta, arrasando por todo lo que se encontraba en el bol, incluso el ingrediente mejor escondido. Tenía la suerte de que pudiese saborear todo porque en verdad estaba exquisito, pero no era el momento de pensar en sabores, no, ¡ella tenía que terminar pronto para no tener que pagar ese maldito plato de fideos!

''Eri, tranquila, no es una competición.''

Se lo repetía mentalmente mientras acababa con el huevo de todo el plato, sin embargo su parte competitiva había salido a relucir y sus ojos, traicioneros, se habían desviado hacia el bol de Riko. ¡Llevaba un montón ya y ni llegaban al cuarto de hora! Tenía que demostrar que ella también podía, vaya que sí.

Aunque le iba a costar sus días de entrenamiento intensivo para bajar todo lo que cogería en ese puesto de fideos.

— ¡Quince minutos! — Anunció el dueño mientras se dirigía a un nuevo cliente que se había sentado justo al lado de Juro, ordenando un plato normal. Sus ojos viajaron por los tres gennin y rió por lo bajo, ¡les recordaba a él cuando era un poco más joven! Sin embargo, la cabellera azulada de la única fémina del lugar logró llamar su atención, más se mantuvo en silencio mientras degustaba aquel rebosante bol.

Eri sintió un par de ojos sobre ella y se dispuso a levantar la vista, sin embargo su interior chilló un sonoro ¡no!, por lo cual se obligó a sí misma a seguir con la pasta que quedaba en el plato, ya que con los demás ingredientes fuera de combate, solo le quedaba eso y el caldo.

—¡Quedan cinco minutos!

''¿Ya? ¡Cómo pasa el tiempo!''

Bebió un poco del caldo para digerir mejor los fideos y volvió a la carga, ya sin mirar a ninguno de sus lados o si quiera al jefe del puesto. ¡Estaba dispuesta a superar aquel maldito reto, aunque no pudiese comer en tres días!

Terminó con los fideos y tomó el bol entre sus manos para beberlo lo más rápido posible, dejando el bol sobre la mesa y llevando sus manos al estómago.

—¡Terminé! — Chilló, dejando escapar un sonido bastante desagradable por la boca. — Uy, perdón... ¿La emoción? — Alegó, sonrojándose mientras desviaba su mirada hacia los otros dos gennin.

La carrera había comenzado, una carrera algo particular, no competía con sus acompañantes, si no que, en este caso, los tres genin competían contra el tiempo y contra aquel bol rebosante de comida, pero, al momento de empezar a comer, todo lo demás perdió importancia, solo existían él y la comida, ni si quiera prestaba mucha atención a sus camaradas.

El rastas engullía más que comer, pero era lo que aquella situación demandaba, no tenían demasiado tiempo, por lo que ni si quiera saboreó todo lo que se metía a la boca, de hecho había veces que tragaba sin prácticamente masticar.

Y así llegaron al intermedio de los quince minutos, y en ese momento, Riko se tomó un respiro, para ver lo que le quedaba, y para ver cómo les iba a sus compañeros. En su bol ya prácticamente no quedaba mucho más que fideos, caldo y algún que otro trozo de carne, por lo que estaba casi seguro de que lo conseguiría. Cuando desvió su mirada hacia Juro y Eri vio que ellos tampoco iban nada mal, así que sonrío, pensando que era muy posible que los tres lo consiguieran.

—¡Quedan cinco minutos!

En ese mismo instante, el de rastas dio el último sorbo al bol, dejándolo sin una mísera gota del caldo que hacía veinticinco minutos prácticamente rebosaba del mismo. Soltó el bol sobre la mesa, provocando un ruido que llamara la atención del dueño, para que se percatara de que había terminado, mirándole sonriente, y acto seguido miró a sus acompañantes.

''Vamos chicos, que vosotros podéis.''

Y efectivamente, Eri lo consiguió, y acto seguido desvío su mirada hacia ellos, y el de rastas ya la estaba mirando, sonriendo y con el símbolo de la victoria hecho con los dedos. Ahora toda la atención se centraba en Juro.

Juro tragó, tragó y tragó. Durante veinte cinco minutos, no miró a nadie ni se giró para comprobar cómo iban sus compañeros. No, ahí solo estaban él y el plato…, y la mesa y la silla, pero ellas no contaban. Solo él y el plato.

Digirió los fideos, agradeciendo que el caldo no estuviese ardiendo. Devoró todo el contenido, mezclándolo con los trozos de carne sobresalientes. Su principal objetivo había sido eliminar los trozos más superficiales, tales como el huevo, cuya textura toleraba bajo cierto límite, para quitárselos cuanto antes. Después había pasado a devorar los fideos a la mayor velocidad que su cuerpo le permitía sin vomitar.

—“Si voy entremezclando mi estómago tardará más en cansarse”

Quizá ese fue su único pensamiento racional, además del de “Come, Come, Come” que se repetía mientras realizaba su enorme hazaña.

¡Quedan cinco minutos!

La exclamacíon del tendero le sacó del trance. ¡Tenía que darse prisa!

—¡Terminé! — Chilló Eri, a lo lejos, con voz de camionera — Uy, perdón... ¿La emoción?

Le quedaba poco, muy poco. Solo un par de fideos, el caldo…

“¡Vamos, vamos, ¡Vamos!”

Bebió el caldo con apremió, vaciando el bol poco después de que Eri anunciase su victoria. Trató de que no se le escurriese por sus débiles manos, y lo depositó sobre la mesa, ya vacío. Lo había conseguido.

— Terminé… — exclamó, con las pocas fuerzas que le quedaban.

Trató de poner un gesto de victoria, pero solo pudo llevarse las manos al vientre, dolorido. El empacho que eso le iba a provocar iba a durarle horas. Sonrió a sus compañeros. Parecía que todos lo habían logrado a tiempo.