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6/09/2017, 16:34
(Última modificación: 6/09/2017, 16:34 por Uchiha Akame.)
Era una calurosa mañana de Verano aquella en la que Akame se encontró —bajo un frondoso árbol, junto a la orilla del Lago Partido—, en la necesidad de un pañuelo para darle lustro a la hoja de su recientemente adquirida espada. Había pasado de ronda —otra vez— en el Torneo, y sin tener que llegar a usarla; pero, por si acaso se presentaba la necesidad en futuros combates, quería que aquella pieza estuviese debidamente cuidada. O, al menos, que lo pareciese. Así que allí se encontraba, con la espalda apoyada en el tronco del árbol que le daba sombra —imprescindible si uno no quería morir de calor a esas horas de la mañana—, las piernas cruzadas y el ninjatō en su regazo.
El Uchiha daba ligeras pasadas con los bajos de su camiseta, de color blanco y sin mangas, pero la hoja de acero seguía pareciendo igual de roñosa. Suspiró. «Esto me pasa por comprar la primera espada que veo...», se lamentó para sus adentros. Y es que claro, al perder su apreciado Lamento de Hazama justo antes del combate contra Nabi, había tenido que agenciarse la primera espada que pudo encontrar. Nada barata —tenía que admitirlo— y de dudosa calidad, se la había vendido un tipo algo sospechoso en Sendōshi.
De modo que allí estaba, sopesando la empuñadura forrada de tiras de cuero que parecían a punto de aflojarse, mirando la hoja un tanto torcida y tratando de sacarle algo de brillo; sin éxito.
—¡Aaaah! Qué molestia.
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Sus días en el Valle de los Dojos estaban siendo de lo más aburridos, debía entrenarse solo, no recibía absolutamente ningún tipo de apoyo de su clan para fortalecerse, debido a que estaban ocupados con a saber qué cosa<<¿Con que podrían estar ocupados aquí? Solo vinimos a ver el torneo>> pensó algo fastidiado, ya había recorrido todo el valle varias veces entre tantas idas y vueltas buscando relajarse y encontrar algo distinto que hacer, con tanto tiempo libre, incluso había evolucionado en su habilidad para tallar la madera, su progreso era tal que incluso podía hacerlo mientras caminaba, aunque solía darse sus buenos golpes la mayoría de las veces por no fijarse en el camino.
Ahí iba el pelirrojo, a un paso bastante lento y con una escultura de madera a medio terminar en sus manos, hacia uno de los lugares donde más tiempo pasaba esos días, era el lugar donde más se relajaba y podía tallar sin tener muchas interrupciones, sin contar que al estar cerca del agua el calor no sería tan abrumante.
—¡Aaaah! Qué molestia.
Sus pensamientos y acciones fueron interrumpidas cuando escucho la voz de un joven no muy lejos de él, siguió el rumbo por el cual había oído la voz, hasta que una silueta comenzó a aparecer bajo un árbol mientras se acercaba, creía haberlo visto en algún lado, su rostro se le hacía enormemente familiar, como si lo hubiera visto hace no mucho tiempo, sobraba el mencionar que Haru admiraba a quienes participaban en el torneo, ya que algún mérito debían de haber tenido para estar ahí, sin contar que varios de los participantes lo habían dejado atónito por su actuación en el torneo, y si a eso le sumaba el hecho de que fuera un compatriota de su aldea, lo hacía admirarlo aún más, sin duda alguna, quien tenía a unos pocos metros era uno de los mejores genin de todo Oonindo, si es que no era el mejor, el mismo parecía estar lustrando una espada con ¿su ropa? Haru no sabía mucho del tema, pero al parecer los esfuerzos del Uchiha no estaban dando resultado.
Se quedó mirando en dirección a su compatriota, parado mientras su mente volaba pensando en cuantos años le tomaría a él alcanzar a alguien como Uchiha Akame, tal vez le tomaría toda la vida y aun así, jamás llegaría a compararse con él. Por su personalidad Haru siempre solía creerse menos que los demás, y su cobardía no lo dejaba superarse, en cuanto veía una dificultad casi siempre terminaba rindiéndose, tal vez esa sería una de las razones por la que no fue tomado en cuenta para el evento.
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El Uchiha se quedó mirando al chico pelirrojo y bajito que se le había acercado. Rápidamente lo identificó como un shinobi del Remolino —gracias a su bandana—; uno cuyo rostro no le era familiar. «Quizás sea un chuunin, o tal vez un gennin de la última promoción». Sea como fuere, Akame simplemente le saludó con un gesto de su mano derecha.
— Oye, shinobi-san —llamó—, no tendrás por ahí un pañuelo, ¿verdad?
Akame seguía sujetando la espada con su mano libre; llevaba, además, la bandana de Uzushiogakure anudada en la frente para ayudarle a recoger su pelo negro y largo en una coleta que le caía hasta la media espalda. Junto a él, apoyada en el tronco del árbol, su mochila militar de color caqui.
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El shinobi de cabellos negros alzo la voz intentando llamar la atención del pelirrojo que aún no era liberado por sus pensamientos.
—Oye, shinobi-san, no tendrás por ahí un pañuelo, ¿verdad?
El hecho de que el Uchiha llamara su atención lo sorprendió un poco, pues estaba tan metido en sus pensamientos que había ignorado completamente su entorno.
— Eh, ¿e-es a mí?— pregunto mientras miraba a sus lado para confirmar si no había alguien más— C-creo que sí, un momento— dijo haciendo una seña con su mano mientras se quitaba su mochila para comenzar a rebuscar dentro, no sin antes dejar a un lado la pieza de madera, siempre solía llevar ese tipo de cosas por si acaso, ya que se sentía algo incómodo el tener sus manos con aserrín todo el tiempo.
Después de 5 minutos de buscar y rebuscar en su bolsa, recordó que había regalado su pañuelo un par de horas antes, ya que él no iba necesitarlo en ese momento, solo que olvido cargar otro cuando volvió al cuarto que le habían proporcionado en la hostería para su estadía en los dojos.
— Emm...yo... ¡Lo siento mucho!— exclamo haciendo una pronunciada reverencia— Creí que te-tenía uno aquí, pero no lo encuentro— acoto aun en la misma posición— Perdón por hacerte perder el tiempo— al volver a su posición normal, reacomodo todo lo de la mochila, guardando la pieza de madera también.
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7/09/2017, 20:39
(Última modificación: 7/09/2017, 20:40 por Uchiha Akame.)
Akame asintió con una sonrisa cuando el muchacho le pregunto si se refería a él. «Parece un tanto despistado, quizás realmente se trate de un gennin recién graduado. Eso explicaría por qué no le he visto hasta ahora, habrá llegado para ver los últimos combates», pensó el Uchiha.
El aludido rebuscó muy amablemente en su mochila —dejando una figurita de madera que llevaba en la mano y que captó la atención del Uchiha— hasta finalmente confirmar que no tenía ningún pañuelo a mano.
—No te preocupes, ha sido un olvido mío. He comprado esta vieja espada hace poco y ni siquiera soy capaz de pulir la hoja. Parece un atizador más que un ninjatō.
Akame suspiró, decepcionado, y luego volvió a fijarse en el muchacho. Se disculpaba con tal diligencia que hizo sentir mal al shinobi, y al instante éste se puso en pie.
—¡Vaya, qué modales los míos! —admitió, rascándose la nuca con una sonrisa de embarazo—. Uchiha Akame, gennin de Uzushiogakure no Sato —se presentó, con una reverencia—. ¿Cuál es tu nombre, compañero?
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El Uchiha respondió restándole importancia al asunto, tal vez la tan exagerada disculpa del pelirrojo lo habría incomodado, tampoco era su intención, Haru siempre solía disculparse todo el tiempo hasta por la más mínima nimiedad, era algo involuntario.
— Ya veo— expreso al comprender la necesidad del pañuelo del shinobi, aunque para hacer brillar una vieja espada haría falta más que un paño.
El shinobi se puso de pie luego de un suspiro con notable decepción y procedió a presentarse muy educadamente con una reverencia.
— L-lo siento, tampoco me he presentado— respondió tomando la misma posición que su compatriota— Akaki Haru, también soy gennin, es un gusto Uchiha-san— no hacía falta explicar su procedencia ya que tenía la bandana colocada en su frente, le pareció extraño que el Uchiha lo hiciera, primero porque también portaba el protector en su frente, y segundo porque seguramente no habría nadie en los dojos que no lo reconociera, después de todo era uno de los pocos que aún se mantenían disputando el torneo, para Haru era como si estuviera frente a una celebridad, a pesar de tener el mismo rango, aunque de seguro no sería por mucho tiempo más.
— I-increíble, eres Uchiha Akame, ¿el del torneo verdad?—expreso con una notable emoción en su rostro, nunca lo había visto en Uzushio, pero ahora que lo tenía frente a él podía notar a simple vista la diferencia entre ambos.
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«Pero, ¿qué le ocurre a este muchacho? Parece realmente incómodo, aunque juraría que es la primera vez que nos vemos...» Akame arqueó una ceja ligeramente ante la actitud tan humilde del gennin, que no paraba de disculparse. El Uchiha volvió a restarle importancia con un gesto de su mano diestra y un "meh", pero sí que prestó atención al nombre que le daba aquel chico. «Akaki Haru... Ni idea. Debe ser de la promoción de Datsue-kun».
—Igualmente —correspondió el Uchiha—. Y no te preocupes, ¡somos compañeros de Aldea! Puedes llamarme Akame-san.
Sostuvo su espada de nuevo, examinando otra vez la empuñadura. Justo en ese momento se dio cuenta de que el pomo estaba agrietado, «me cago en...» De repente, las palabras de Haru le devolvieron a la realidad. Akame abrió los ojos como platos ante el comentario y la mirada, cargada de admiración, de su compañero gennin.
—Pues, eh, sí. El mismo —admitió, con una sonrisa a medias—. El Torneo está siendo muy interesante, aunque de momento no he podido batirme contra ningún rival de otra Aldea.
»¿Tú participas, Haru-san?
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A Haru le parecía una completa descortesía llamarlo por su nombre cuando acababan de conocerse, sin contar que él consideraba a Akame como un superior, en realidad consideraba como un superior a cualquiera que se haya graduado antes que él, no le molestaría que lo llamaran por su nombre, ya que muchos solían tener esa costumbre, pero él había sido criado con educación-más de la que tendría alguien normalmente- y nunca llamaba a alguien por su nombre hasta tener una relación algo más cercana.
— Si no te molesta preferiría llamarte Uchiha-san, n-no quiero ser descortés— expreso cabizbajo esperando que no le cayera mal, pues esa forma de dirigirse ya estaba arraigada en él.
Haru pudo notar que la atención de Akame se vio desviada por un instante hacia su espada, de seguro algo no muy bueno, aunque rápidamente centro su atención nuevamente en el pelirrojo, confirmando que se trataba del mismo Akame que actualmente participaba en el torneo y el mismo que se había desenvuelto tan bien sobre el tatami, aunque si, aun no se había enfrentado a alguien que no perteneciera a Uzushiogakure, pero eso no significaba que podían echar a menos las increíble batallas que había tenido.
La pregunta que acompaño la respuesta del Uchiha lo hizo avergonzarse, pues él no había sido siquiera considerado para participar en los dojos, y eso le pesaba mucho.
— Eh, yo...no..., no fui considerado para participar, aun no estoy a la altura de algo como esto— expreso contrariado de estar en ese lugar, para empezar él nunca había querido asistir como espectador, pero su padre lo obligo creyendo que algo aprendería viendo el torneo.
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Akame accedió a la petición de su compañero con un gesto desentendido que pretendía decir "como quieras", levantando ambas manos y sonriendo con amabilidad. Para él, dos compañeros del mismo rango podían permitirse ciertas licencias de camaradería —lo consideraba, incluso, positivo— pero si Haru se negaba, él no pensaba insistir.
Fuera como fuese, la conversación acabó yendo por unos derroteros que hicieron agachar la cabeza al Akaki, avergonzado. Akame trató de animarle lo mejor que pudo mientras confirmaba, para sí, sus teorías. Haru debía ser un gennin recién graduado y Uzumaki Gouna no había querido mandarle al Torneo. «Teniendo en cuenta la clase de gente a la que uno puede llegar a enfrentarse aquí, no me extraña. ¿Qué Uzukage querría perder a algún shinobi en un simple Torneo de exhibición?»
—No te preocupes por eso, Haru-san —dijo Akame, tratando de reconfortarle—. Nadie nace sabiendo. Entrena duro y mejorarás; cuando llegue el momento, estoy seguro de que Uzukage-sama te dará la oportunidad de demostrar tu valía.
El Uchiha terminó por envainar su ninjato en la vaina que reposaba junto al árbol, e invitó a Haru a cobijarse bajo la sombra del mismo con un gesto de su mano.
—Así que te graduaste hace poco, ¿cierto? ¿Estabas en la clase de Uchiha Datsue, Kageyama Koko y demás?
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El de cabellos negros no tuvo mucho problema en aceptar la forma en la Haru se refería a él, después de todo era una tontería, por más que sabía que la mayoría de los gennin solían tratarse de la misma forma entre sí, él no podía hacerlo, le incomodaba el dirigirse así ante un desconocido.
Las palabras de su compañero lo animaron, pero aun así él no podía dejar de sentirse inútil, podía verlo en los ojos de los miembros de su clan, y por sobre todo en los ojos de su padre, y la decisión de la Uzukage no había hecho otra cosa más que hundirlo más en ese foso de decepción, ya que a pesar de su reciente graduación, había gennins de su misma promoción que participaron y también se habían desenvuelto muy bien.
─ Si, ya tendré alguna oportunidad, me esforzare─ expreso tratando de convencerse a sí mismo de que algún día mejoraría.
Akame invito a Haru a colocarse bajo la sombra del mismo árbol donde el de ojos oscuros intentaba pulir la espada que ahora se encontraba guardada en su correspondiente vaina, el pelirrojo no se negó, ya que los rayos ultravioletas estaban tan sofocantes que parecían llamas, incluso viviendo en Uzushio en donde estaban algo acostumbrados al sol, no podía soportar lo pesado del ambiente.
Haru se sentó de manera ceremonial, como estaba acostumbrado, sobre la fresca hierba que crecía cerca del lago, si no estuviera en compañía de Akame, hace rato que estaría boca abajo sobre el césped.
─ Eh, sí, soy de su misma promoción, pero no estuve en su clase…eh…como decirlo, solo rendí el examen de graduación, fui educado por mi clan, la Uzukage lo autorizo así que no tuve que estar mucho tiempo en la academia─ expreso el joven mientras rebuscaba nuevamente entre sus cosas, solo que esta vez fue para sacar su cantimplora con agua─ ¿Quieres?─ indago el pelirrojo antes de destaparla.
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Parecía evidente que las palabras de Akame no habían conseguido llegar al corazón de su compañero y levantarle el ánimo. Al fin y al cabo, a él nunca se le habían dado bien esas cosas; ahora se sentía ridículo por haberlo intentado siquiera.
Se dejó caer sobre la fresca hierba de la orilla del lago, con la espalda apoyada en la pared y mirando cómo Haru tomaba asiento con exquisita educación, también bajo la sombra del frondoso árbol. Lo que le contó entonces el Akaki sí que sorprendió de verdad a Akame; ¿un gennin que no había pasado por la célebre Academia del Remolino? ¡Eso era raro de ver! «Tal vez por eso no está al nivel de rendir en el Torneo todavía... Meh», pensó el Uchiha, para quien su paso por la instrucción había sido una etapa ilusionante donde cada día podía superarse a sí mismo.
Lo referente al clan de Haru le intrigó de sobremanera. En cierto modo le recordó a lo que Habaki Karamaru, de Amegakure, le contó una vez; y no pudo evitar sentir una punzada de dolor en el orgullo. Él también había tenido un clan, pero ahora estaba roto y disperso.
—¿Y qué clan es ese? Nunca había oído hablar del apellido Akaki. Tus parientes deben ser muy diestros en el Ninjutsu si la Uzukage permitió que fuesen ellos quienes te adiestrasen, ¿me equivoco?
Nivel: 3
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Antes de que Haru pudiera responderle su pregunta, el Uchiha se posiciono de la misma forma que su mente había tratado de convencerle que se colocara, aunque ignoro su pensamiento, su padre le había dejado en claro la imagen que el clan quería mostrar, por lo que se sentía obligado a actuar siempre de determinada forma.
Akame pareció ignorar su ofrecimiento por lo que volvió su mano y procedió a hidratarse, después de todo no era un día en que alguien podría aguantarse la sed, y sin duda él no lo haría.
La pregunta sobre su clan fue algo que lo sorprendió, nunca se había interesado en saber sobre los inicios de su procedencia, en realidad nunca había pensado en ello.
─ Bueno, no son un clan muy importante, pero aun así tienen alguna influencia, no es que todos se adiestren en el clan, yo fui un caso especial, eso fue lo que me dijeron─ no sabía porque estaba diciendo eso, pero nunca le habían prohibido hablar de ello, a pesar de que muchas personas podrían desear su particularidad, como lo desearon de todos los usuarios anteriores, el no sabía nada sobre eso.
─ S-si no me equivoco, el apellido Uchiha ¿ta-también eran un clan en el pasado? He oído mucho sobre ese apellido─ expreso con algo de vergüenza, no quería inmiscuirse en un tema donde no debía meterse.
Nivel: 32
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Un par de días habían pasado desde el final de la segunda ronda del Torneo de los Dojos. Ayame había conseguido vencer en su combate, aunque, al contrario de como había pasado contra Ritsuko, en aquella ocasión no había salido ilesa. Nuevos vendajes cubrían su torso cuando salió aquella mañana de la rutinaria consulta médica que debían pasar todos los participantes para estar a punto para el siguiente combate. En realidad, no presentaba ninguna herida visible, pero las contusiones que había sufrido con aquella técnica acuática aún le molestaban un poco.
«Me lo ha apretado demasiado...» Se quejó para sus adentros, torciendo ligeramente el gesto y moviendo los hombros en un intento vano de acomodar las vendas.
Le habían recomendado descanso y reposo, pero Ayame no estaba dispuesta a cumplir con lo prescrito por el médico. Había pasado a los cuartos de final, tenía que entrenar para poder estar a la altura de los que habían pasado con ella. Con aquellos pensamientos se dirigió al sudoeste de Sendōshi y a través de los árboles que conformaban el bosque hasta que se encontró con un enorme lago. Sus aguas tranquilas estaban divididas por un puente de madera estrecho que las cruzaba de parte a parte, conectando las dos orillas. A Ayame se le puso la carne de gallina de sólo contemplarlo. Sus plan inicial había sido ponerse a entrenar, pero el sofocante calor del día y la caminata hasta allí la había hecho sudar copiosamente.
«No pasará nada si me doy un chapuzón y luego me pongo manos a la obra.» Se dijo, encogiéndose de hombros.
Se dirigió a la orilla más cercana, y tras cerciorarse de que no había nadie cerca se escondió detrás de unas rocas y se desvistió hasta quedar en ropa interior. Ni siquiera necesitaba el vendaje, así que no tardó en desecharlo sin demasiados miramientos. Después se metió en el agua directamente, y su cuerpo se estremeció ante la gélida caricia de las olas en su piel. Con un suspiro de alivio, Ayame se sumergió momentáneamente y después volvió a la superficie. Se dio la vuelta para quedar boca arriba y sus manos formularon un sello. El sello de la serpiente. Lentamente, el agua comenzó a penetrar en su cuerpo, reponiéndola, aliviando su dolor momentáneamente. Ayame era el agua, y el agua era parte de ella. No necesitaba más medicina que aquella. Estuvo un rato así, hasta que se cansó de mantener aquella posición y comenzó a bucear de aquí para allá, observando los peces y las carpas que se dejaban ver y cogiendo entre sus dedos alguna que otra concha que había quedado abandonada en el fondo del lago. Y, cuando volvió a subir a la superficie, escuchó voces en la lejanía.
«Maldita sea, ¿cuánto tiempo llevan ahí?» Se preguntó, hundiéndose hasta quedar sólo con los ojos por encima del agua y tapándose la frente con una mano.
Volvió a dirigirse a toda prisa a la orilla, se ocultó de nuevo detrás de las rocas y se vistió todo lo rápido que pudo, poniendo especial énfasis en anudar bien la bandana en su frente.
Sólo cuando estuvo lo suficientemente segura de estar más o menos decente, salió de su escondite y, mientras se escurría el pelo con las manos, dirigió una breve mirada a los recién llegados. Eran dos chicos que charlaban animadamente entre sí bajo la sombra de uno de los árboles, aunque uno parecía visiblemente más nervioso que el otro. Ambos tenían el pelo largo, pero el chico nervioso lo tenía pelirrojo mientras que el del otro era del color del ébano.
«Espera, a ese le conozco... creo...» Meditaba, con sus ojos clavados en el chico moreno. No estaba totalmente segura de si era él, pero creía haberlo visto entre los participantes del torneo. ¿Cómo se llamaba...?
Sus pensamientos se vieron bruscamente interrumpidos cuando sus pies tropezaron con una piedra en el camino. Ayame cayó al suelo con una exclamación, y no tardó en dar con sus rodillas en la tierra.
—¡Ay, ay, ay...! —se lamentaba, con la mano apoyada en el pecho y lágrimas en los ojos.
En ese momento echó de menos el vendaje.
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«¿Así que un caso especial?»
El interés de Akame por aquel chico se acababa de ver avivado. «Desde luego que tienes que ser especial si Gouna-sama permitió que no te adiestraran en la Academia», caviló el Uchiha. Su innata curiosidad, siempre hambrienta de nuevas historias, tenía los ojos fijos en Haru.
—¡En efecto! Veo que eres un shinobi culto. Los Uchiha son uno de los linajes más antiguos de Oonindo, un clan cuya historia está repleta de grandes hazañas, guerreros legendarios y técnicas tan poderosas que ningún otro ninja ha podido igualar.
Ahí estaba. Acababa de dejarse llevar de nuevo; le ocurría a menudo cuando le preguntaban sobre su clan. Luego quiso enmendarlo haciéndole un par de preguntas al Akaki —y, de paso, indagar más sobre cómo de especial era aquel chico—, pero alguien les interrumpió.
Akame se giró rápidamente para buscar el origen de los quejidos, y lo halló en una muchacha de pelo negro y ojos castaños que acababa de caer al suelo, junto a la orilla. El Uchiha se puso en pie, acercándose a la chica, hasta que vio en su frente la bandana de la Lluvia. Igualmente, ella vería la suya; el símbolo de Uzu lucía también en su frente.
—¿Estás bien, kunoichi-san?
Nivel: 3
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Haru se sintió algo raro, nunca había llamado la atención de nadie, es más, siempre solía quedarse sin tema de conversación a mitad de la charla formando ese ambiente incomodo, pero esta vez parecía haber encendido la curiosidad de alguien, el no consideraba algo muy importante el no haber asistido a la academia, pero al parecer, para él Uchiha sí que lo era.
A continuación, Akame pareció haberse emocionado hablando sobre su clan, sin duda era de los más importantes que habían existido y eso Haru lo sabía muy bien, había leído bastante en muchos libros sobre las grandes hazañas realizadas por esos ojos carmesí, incluso los cambios geográficos que habían logrado con sus ninjutsus.
Parecía que el chico continuaría con sus preguntas, pues la conversación estaba bastante entretenida para ambos, o al menos para Haru, lo que no solía ser algo normal, mientras que el Uchiha se interesaba en él, a Haru le interesaba mucho el saber más sobre uno de los linajes más importantes de Ōnindo, pero su charla fue detenida al momento que a unos pocos metros de ellos, cerca del lago, una chica de aproximadamente su edad pareció haberse tropezado liberando un sonoro quejido.
El Uchiha no tardó en reaccionar y se acercó con un reservado Haru siguiéndolo a sus espaldas, a pesar de haber sido solo un tropiezo, la joven lloriqueaba como si realmente se hubiera hecho daño, Haru se acercó y pudo notar la brillante placa de metal aun húmeda enseñando el símbolo de Amegakure en su frente, sus facciones cambiaron drásticamente enseñando una gran sorpresa en su rostro, sin duda podría notarse sin mucho esfuerzo<<¿Ella es?>> era increíble, en el tiempo que había estado en el valle, no se había encontrado con casi ningún participante del torneo, y ahora se encontraba con dos al mismo tiempo, y no solo eso, sino que ambos habían pasado la segunda ronda y sus papeles habían sido fenomenales, Haru extendió su mano algo dudoso para ayudarla a levantarse mientras repetía parte de las palabras de Akame─ ¿Es-estas bien?─ pregunto con su normal tartajeo.
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