Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Dios mío… —fue la respuesta que le brindó al chico en un murmullo inaudible.
No podía seguir hablando así fuera en voz baja delante de aquella chica de Amegakure, era una falta de respeto hacia ella que para colmo se había portado muy bien con un shinobi de Uzushiogakure. «Lo mínimo que puedo hacer es dedicarle la atención que merece »pensó ya mirando al frente, no sea cosa que termine por tropezarse al escuchar algún grito extraño desde atrás suyo, aunque ciertamente sintió un escalofrío por la espalda, de esos que dicen que te dan cuando alguien habla de ti. Pero no le dio mayor importancia.
La conversación con aquella otra kunoichi siguió su rumbo sin problemas, hablaron un tanto sobre el torneo y pronto Datsue aprovecharía para mencionar algunas cosillas aparte, seguramente algún método poco honorable para hacerse con más dinero aunque Koko en particular no era consciente de esta mala costumbre de aquel al que cargaba sobre su espalda.
De todas maneras, luego de un par de frases sueltas, el chico comenzó a removerse un poco incomodando a la rubia que prefirió ayudarle dando un pequeño brinco aunque sin soltarle, lo último que quería era pasarse con la fuerza del salto y mandarle a volar como podría haber hecho por error momentos atrás.
—¿Mejor? —Consultó ya segura de que lo tenía a una mejor altura.
Fue entonces cuando el chico decidió aclarar su comentario sobre la porra. Una apuesta, simple y sencillamente de eso se trataba y de paso dejó en claro algunas tendencias, como de que los shinobis de Kusagakure no valían tanto como los de Uzushio y de que probablemente la favorita para ganar era una tal Aiko. Pero Ayame se adelantó a la pecosa a la hora de preguntar…
—¿Por qué sólo un ryō por ella? —Preguntó, ni corta ni perezosa, a lo que la Kageyama básicamente respondió volteando apenas para poder mirar por el rabillo del ojo a Datsue detrás suya.
—¿Y tan mal ven a los de Kusagakure? —Consultó luego de un momento suponiendo que no era él quien había dado semejante fama a aquellos shinobis.
—Mucho mejor —respondió a Koko, ya más cómodo sobre su espalda—. Gracias.
Acomodado, y tras informarles sobre a cómo estaban las apuestas en la porra, la kunoichi de Amegakure se extrañó por el gran favoritismo que tenía su compañera de Villa. Datsue frunció levemente el ceño ante su pregunta, inquisitivo. ¿De verdad no conocía la respuesta, o estaba tratando de averiguar hasta qué punto sabía el Uchiha sobre los poderes especiales de Aiko? Su rostro reflejaba lo primero, pero después de todo era una Ameriense…
…y de los Amerienses era mejor no fiarse demasiado.
—Oh, pues… Bueno, seguramente ya lo sepas, siendo su compañera de Aldea y eso, pero… Fuentes totalmente fiables me informaron que la joven kunoichi no es tan joven como aparenta. —Investigó con la mirada a Ayame, buscando algún indicio de reconocimiento ante sus palabras—. Vamos, que la chica debe tener sangre Uzumaki corriendo por sus venas, porque me aseguran que hace tiempo pasó el siglo de vida…
»Alguien con tanta experiencia debe ser una diosa en el combate. Además —añadió, como si tal cosa, viniéndose arriba por la atención que estaba captando de ambas kunoichis—, es inmortal.
No creas que pasé de tu última pregunta, Koko xD Solo que después de lo que acabo de soltar sobre Aiko sospecho que va a dar para más de una reacción antes de que derives el tema hacia los Kusareños jaja
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Ante su pregunta, Datsue frunció ligeramente el ceño.
—Oh, pues… Bueno, seguramente ya lo sepas, siendo su compañera de Aldea y eso, pero… Fuentes totalmente fiables me informaron que la joven kunoichi no es tan joven como aparenta —explicó, con sus ojos clavados en ella—. Vamos, que la chica debe tener sangre Uzumaki corriendo por sus venas, porque me aseguran que hace tiempo pasó el siglo de vida… Alguien con tanta experiencia debe ser una diosa en el combate. Además —añadió, y por un momento parecía que saboreaba lentamente las palabras que acompañaban al suspense del momento—, es inmortal.
Con los ojos abiertos de par en par por la estupefacción, Ayame abrió y cerró la boca varias veces como un pez fuera del agua. Sin embargo, enseguida recordó algo que había sucedido varios meses atrás y estalló en carcajadas.
—¡Oh, no me digas que a ti también te la coló! —exclamó, risueña, mientras se limpiaba una lagrimilla con el dorso de uno de sus dedos—. A mí me dijo lo mismo el día que la conocí. Que si tenía ciento veinte años, que si no podía morir ni envejecer, que estaba a medias entre los vampiros y los seres humanos normales... Yo también estuve a punto de creérmelo, la verdad. Menos mal que en el último momento me dijo que era una broma...
Si no se lo hubiese dicho, a aquellas alturas seguiría temiendo que cualquier noche apareciera en el marco de su ventana para chuparle la sangre.
Luego de acomodar al Uchiha ya pudo proseguir la marcha sin problemas, de paso al acomodarlo a él, ella también se había quedado cómoda puesto que no sentía tanto el peso más allá de que en sí, el chico pesaba bastante poco dejando a la rubia un tanto preocupada. Pero ya podría ocuparse en otro momento de eso.
Curiosamente ahora estaban hablando cosas raras de una chica que tenía todos los años encima pero que se veía joven de todas formas, un relato que cualquiera que conociera a Shiona y un tanto de Uzumakis sabría que era muy factible, hasta que se agrega a esa longevidad la supuesta inmortalidad del ser. «¿Cómo te crees algo así? »Pensó la pecosa sin dignarse a abrir la boca, ni siquiera su rostro cambió al escuchar aquello, se mantuvo inmutable a pesar de que la de Amegakure estalló en risas.
—¡Oh, no me digas que a ti también te la coló! —Soltó la de cabellos oscuros, claramente burlándose del Uchiha que Koko iba cargando y —según ella— con buenos motivos.
De todas formas prefirió guardar absoluto silencio, después de todo, Datsue podría hacerle una maldad fácilmente desde su posición.
—¿Colármela? ¿A mí? —repitió Datsue, incrédulo—. Pero si se supone que soy yo el que… ¿Que era todo una broma, dices? Pero no… —negó con la cabeza, con la mirada perdida en el suelo—. Eso no puede ser. ¿Cómo sería capaz de engañarme después de haberla bes…? Quiero decir —se corrigió rápidamente, dándose cuenta que las mentiras tenían las patas muy cortas. Hacía tan solo unos instantes había asegurado no haberla conocido en persona—. ¡A la chica le clavaron una lanza en el corazón! ¡Todo el mundo lo vio! Aquí, en los Dojos. Pregunta a cualquiera y ya verás como conoce la historia. ¡Es inmortal! —repitió, más para convencerse a sí mismo que a ella.
Lo que de verdad le dolía no era haber sido engañado. Lo que de verdad le dolía era que, de ser cierto lo que decía Ayame, todas sus ilusiones y esperanzas en poder arrebatarle aquel poder a Aiko se verían rotas. Datsue el Inmortal, había empezado ya a llamarse, regocijándose en sus sueños. ¿Y Ayame le decía que era todo mentira?
Los nudillos se le volvieron blancos de tanto apretar…
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—¿Colármela? ¿A mí? —repitió Datsue, perplejo—. Pero si se supone que soy yo el que… ¿Que era todo una broma, dices? Pero no… —el chico negó con la cabeza, tenía la mirada perdida en el suelo y Ayame le miró de reojo. ¿Tanto le había afectado la broma de Aiko?—. Eso no puede ser. ¿Cómo sería capaz de engañarme después de haberla bes…? Quiero decir... ¡A la chica le clavaron una lanza en el corazón! ¡Todo el mundo lo vio! Aquí, en los Dojos. Pregunta a cualquiera y ya verás como conoce la historia. ¡Es inmortal! —repitió, casi a la desesperada.
Ayame alzó las palmas de las manos hacia el cielo y se encogió de hombros.
—Habrá estado haciendo la misma broma a la gente del valle y se lo habrán creído. Y ese rumor habrá llegado después a ti, imagino —resolvió, con simpleza—. ¿Cómo va a seguir viva después de que le atraviesen el corazón con una lanza? Deberías revisar esas fuentes fiables, Datsue-san —añadió, con una sonrisa burlona.
«Ni que fuera una Hōzuki.» Pensó, divertida con la idea.
—Pero no tienes de qué avergonzarte. A mí también me engañó. Y si no me lo hubiera desmentido poco después, aún a día de hoy seguiría pensando que es una terrorífica vampiresa, o algo así.
La conversación estaba fluyendo perfectamente sin ella, no hacía falta que aportase nada porque justamente Ayame hacía las acotaciones que se correspondían con lo que la pecosa pensaba salvo por alguna que otra cosa como lo de haberse creído alguna vez lo de que alguien sea inmortal.
La cosa empeoró en el momento en que Datsue mencionó lo de la lanza al corazón y es que… «¿Cómo te lo creíste? »Pensó, mas no dijo absolutamente nada, en su lugar le dedicó una mirada de pena por encima de su hombro.
Con la expresión de su rostro no harían falta las palabras y simplemente la kunoichi siguió la marcha sin pronunciar ni una sola palabra. No era necesario.
Por suerte a la distancia ya podían verse algunas de las construcciones dando a entender que estaban llegando al fin a destino.
—Habrá estado haciendo la misma broma a la gente del valle y se lo habrán creído. Y ese rumor habrá llegado después a ti, imagino —resolvió, con simpleza—. ¿Cómo va a seguir viva después de que le atraviesen el corazón con una lanza? Deberías revisar esas fuentes fiables, Datsue-san
Aquella última afirmación le sentó peor que una bofetada. Datsue era un mentiroso por naturaleza, pero si algo odiaba en el mundo, eso era que no le creyesen cuando decía la verdad. Aunque… ¿la decía? El Uchiha había visto con sus propios ojos —y no existía en Oonindo ojos más fiables que los suyos—, como una lanza atravesaba de parte en parte a la kunoichi. Sin embargo, ¿había sido aquello real? ¿O era tan solo un engaño? Una broma, como decía Ayame. Además, ¿por qué iba a decirle a él la verdad, un extranjero, y mentirle a su propia compañera de Aldea? No tenía sentido, y aún así…
—Bueno, ya hablaremos de eso cuando termine el torneo —zanjó malhumorado, tras Ayame mencionar que incluso le había intentado colar que se trataba de una vampiresa. Sintió un pequeño escalofrío en el cuello, recordando el pequeño mordisco que Aiko le había dado ahí tras el beso. Definitivamente, parecía reunir todos los requisitos para ser una—. Entonces, ¿qué opináis? ¿Tenéis a alguien por quien queráis apostar? —preguntó, volviendo al tema que realmente importaba—. Si tenéis curiosidad, luego os puedo decir cuánto han apostado por vosotras… Tengo toda la lista de apuestas apuntada en un pergamino. —«Vamos, vamos… Dadle dinero al tito Datsue…»
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—Bueno, ya hablaremos de eso cuando termine el torneo —zanjó Datsue, y por algún motivo que se le escapaba parecía realmente malhumorado—. Entonces, ¿qué opináis? ¿Tenéis a alguien por quien queráis apostar? —preguntó, volviendo al tema inicial—. Si tenéis curiosidad, luego os puedo decir cuánto han apostado por vosotras… Tengo toda la lista de apuestas apuntada en un pergamino.
Ayame torció ligeramente el gesto y apartó la mirada.
—No sé... —murmuró, indecisa—. Nunca he sido muy amiga de las apuestas. Y además —añadió, bajando aún más la voz y mirando a su alrededor por si hubiera alguien que pudiera estar escuchándoles—, ese es uno de los tres tabúes ninja. Ya sabes, como el alcohol y los... "desvaríos amorosos". ¿Verdad, Koko-san? —preguntó a su compañera de aldea, buscando la cooperación de la joven, que se había mantenido sumida en un profundo silencio hasta el momento.
La conversación seguía y los otros dos ni parecían haberse enterado que estaban ya llegando al poblado, era como si estuviesen completamente sumidos en aquello que a Koko al menos mucho no le interesaba justamente porque no iba a poner su dinero en apuestas así. Si al menos conociera a los participantes y supiera de las capacidades de cada uno tal vez, pero no ciegamente y a base de conjeturas hechas por el propio Datsue.
—Nop —contestó con firmeza la rubia ante la pregunta.
No iba a pagar nada, y menos ganas tenía de rebuscar en su portaobjetos por dinero mientras cargaba a alguien que… Siendo realistas y siguiendo con ciertos estereotipos, él debería de cargarla a ella pero así estaban las cosas.
Además, la chica iba a ayudarle con su problema alimenticio, ¿qué más podía pedir?
Fuera como fuere, Ayame pareció recordar que la pecosa estaba allí y le dirigió la palabra obligándola a desviar la vista del pueblo.
—Ah, sí —afirmó algo perdida—. Los vicios son malos, más si no sabes nada de los tipos por los que apuestas nada —agregó al menos desde su posición de absoluta ignorancia.
Aunque según lo que enseñaban en la residencia Sakamoto, al menos a los shinobis, técnicamente eso de los desvaríos amorosos eran todo lo contrario a un tabú, pero ella ahora es una Kageyama así que no debe de preocuparse por esas cuestiones que bien le harían recordar.
Todos los esfuerzos del Uchiha por sacarse unas cuantas monedas estaban resultando en vano. Ayame se escudó en los tres tabúes ninja, mientras que Koko reforzó el escudo, argumentando además que no conocía nada de sus oponentes. Aquellas kunoichis estaban resultando ser dos huesos muy duros de roer. Su inicial optimismo dejó paso a la realidad: todavía no había conseguido que nadie apostase en la porra, y, a aquel ritmo, no iba a lograrlo nunca.
Tendría que pasar a la ofensiva...
—Ah, pero sí te conoces a ti misma, ¿verdad Koko? —rebatió, al instante—. Podrías apostar por ti… ¿o no confías en ganar?
»Y sobre los tres tabúes, Ayame… Eso son más como pequeñas directrices. Además, esta es una porra de lo más amistosa —repitió, como si la palabra amistad fuese a endulzar la frase—. No tiene nada de malo, ¡sino todo lo contrario! Lo importante no es el dinero en sí, sino que con ello demostramos nuestra confianza en un compañero de aldea, en un amigo extranjero, o en uno mismo. Pero esperad, esperad. ¡Comprendo vuestras dudas! —añadió, antes de que le saltasen con otra excusa—. Dejad que os aconseje un poco, pues…
Rebuscó entre sus bolsillos un papel que siempre llevaba a mano. Tras encontrarlo, lo elevó por encima de la cabeza de Koko y lo desdobló varias veces, dando como resultado final una hoja de libreta bastante arrugada.
Candidatos a pertenecer a la cartera de clientes UltraSecreta:Uchiha Haskoz, Furukawa Eri, Sakamoto Noemi, Kurusu Ashito, Itami Rain, Uzumaki Ren, Uzumaki Akane, Uchiha Akame, Senju Haruka, Senju Nabi, Kaido, Kageyama Koko.
Desconfiar de:Senju Riko (según Kasumi, traicionó a toda la clase revelando la Votación Ultrasecreta) (Es un buen chico, sus compañeros le tienen envidia por tener éxito entre las chicas. Todavía sin confirmar que se pasará por la tienda). Sakamoto Noemi (temperamental y con signos de locura).
Sin embargo, hizo caso omiso a lo que allí estaba escrito —confiando en que ninguna de las dos sería capaz de leerlo desde su posición— y empezó a divagar:
—Bien, veamos… Ah, sí. En Uzu los más votados son Akame el Profesional y… yo —dijo, sin ningún tipo de pudor—. Si queréis saber mi opinión, creo que la apuesta segura en mi Villa es por mí. Pero esa ya es cosa vuestra, claro. En Kusa, un chico llamado Yota se lleva la mayoría de las apuestas. Muy temperamental, aunque dicen que es bastante bueno a pesar de ser Kusareño. En Ame… Ah, aquí está más repartida la cosa. Un chico llamado Kaido recibió un par de apuestas. Se refieren a él como el Tiburón, y dicen que da puñetazos capaces de reventar un muro de hormigón. También está Aiko, de quien ya os hablé… y Daruu. Dicen que posee un dōjutsu ancestral y que es muy habilidoso, pero se le provoca fácilmente y se deja llevar demasiado por las emociones —aseguró, recordando lo que le había dicho Akame sobre él—. ¡Oh, ¿y cómo no me di cuenta hasta ahora?! ¡Pero sí tú también estás, Ayame! —exclamó, señalando un punto en el papelito donde ponía “Akame”—. ¡Y de las más votadas, además! Aunque no recuerdo que mencionasen ningún poder especial respecto a ti… Debes de ser muy buena para que tanta gente confíe en ti, ¿eh?
«¡Marchando un cebo con extra de salsa y peperoni! Si de esta no pican, yo ya no sé qué más decir...»
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—Ah, sí —afirmó Koko—. Los vicios son malos, más si no sabes nada de los tipos por los que apuestas nada —agregó, y Ayame asintió con energía, de acuerdo con ella.
—Ah, pero sí te conoces a ti misma, ¿verdad Koko? —rebatió Datsue—. Podrías apostar por ti… ¿o no confías en ganar?
«La verdad es que no.» Pensó Ayame, aunque no le había preguntado a ella, y no pudo evitar esbozar una media sonrisa.
—Y sobre los tres tabúes, Ayame… —continuó el de Uzushiogakure—. Eso son más como pequeñas directrices. Además, esta es una porra de lo más amistosa. No tiene nada de malo, ¡sino todo lo contrario! Lo importante no es el dinero en sí, sino que con ello demostramos nuestra confianza en un compañero de aldea, en un amigo extranjero, o en uno mismo. Pero esperad, esperad. ¡Comprendo vuestras dudas! —añadió, antes de que rebatirle—. Dejad que os aconseje un poco, pues…
El muchacho, en aquella posición tan incómoda, rebuscó como pudo entre sus bolsillos. Poco después sacó un pequeño papel que elevó por encima de su cabeza y lo desdobló varias veces.
—Bien, veamos… Ah, sí. En Uzu los más votados son Akame el Profesional y… yo. Si queréis saber mi opinión, creo que la apuesta segura en mi Villa es por mí —comenzó, sin ningún tipo de modestia. Y aquello hizo reír a Ayame—. Pero esa ya es cosa vuestra, claro. En Kusa, un chico llamado Yota se lleva la mayoría de las apuestas. Muy temperamental, aunque dicen que es bastante bueno a pesar de ser Kusareño. En Ame… Ah, aquí está más repartida la cosa. Un chico llamado Kaido recibió un par de apuestas. Se refieren a él como el Tiburón, y dicen que da puñetazos capaces de reventar un muro de hormigón. También está Aiko, de quien ya os hablé… y Daruu —Ayame pegó un pequeño brinco al escuchar su nombre—. Dicen que posee un dōjutsu ancestral y que es muy habilidoso, pero se le provoca fácilmente y se deja llevar demasiado por las emociones.
—¿Qué...? —farfulló, con una risilla.
—¡Oh, ¿y cómo no me di cuenta hasta ahora?! ¡Pero sí tú también estás, Ayame! —exclamó, señalando un punto en el papelito donde ponía “Akame”—. ¡Y de las más votadas, además! Aunque no recuerdo que mencionasen ningún poder especial respecto a ti… Debes de ser muy buena para que tanta gente confíe en ti, ¿eh?
Ayame estaba perpleja, con los ojos abiertos de par en par.
—¡¿Qué?! ¡¿Yo también estoy?! —exclamó, con una voz aguda en la que intentaba por todos los medios contener la emoción—. ¡A ver! ¡Déjame ve...! ¡Ah!
Ni corta ni perezosa, se había puesto de puntillas y se había apoyado en el brazo del shinobi tratando de hacerlos bajar para poder dejarlos a su altura y ver el contenido del papel. A consecuencia de este movimiento, sus pies se enredaron en el último momento, y Ayame se abalanzó sobre Koko y Datsue. La pirámide humana se derrumbó en una algarabía de brazos y piernas enredadas. Y en el momento del impacto, Ayame hizo uso de su habilidad especial.
Y su cuerpo estalló en una explosión de agua, como un globo recién pinchado.
—Ah, pero sí te conoces a ti misma, ¿verdad Koko? —rebatió, al instante—. Podrías apostar por ti… ¿o no confías en ganar? —Dijo el Uchiha, muy seguro de haber escogido las palabras adecuadas para que la pecosa picase.
—Eso me da más motivos para no votar por mí —respondió a secas, igual o puede que más segura de lo que había estado Datsue a la hora de intentar provocarla para que apueste por sí misma.
Luego de eso comenzó el debate por los tabúes, que sí es malo que si no, etcétera, para ella al menos no eran malos mientras no se convirtiesen en un vicio, después de todo si te ponías a apostar constantemente terminarías perdiendo dinero que podrías haber usado en armamento nuevo y otras cosas de vital importancia, como… ¿Comida tal vez?
Pero nada, salieron los asuntos de las apuestas, para lo cual Datsue se tuvo que remover un tanto detrás de la kunoichi que se sintió un tanto incómoda por la fricción que se vio obligada a aguantarse hasta que, al fin, un papel le rozó algunos mechones de cabello aunque ella ni se percató. Tampoco sentía curiosidad por intentar ver lo que tenía escrita aquella nota.
No así Ayame, quien emocionada por saber que alguien apostó por ella prácticamente se le vino encima obligando a la pecosa a frenarse en seco. «Se me… Están cansando las piernas »pensó en silencio esperando a que le permitiesen proseguir y…
—¡Hey! —Se quejó intentando mantener el equilibrio.
¡Fuerza! ¡Mucha fuerza que ella no tenía! Era lo que le hacía falta para mantenerse y eso.
¡PLAF!
—La puta que lo… ¿Y Ayame? —Algo no estaba bien, era obvio.
Dejando a un lado que estaba empapada, dejando a un lado que había caído con sus sesenta y seis kilos de peso sobre su compatriota que probablemente estaría convaleciente y con una nota empapada y ya sin tinta. También dejando a un lado que… No tenía sentido que le haya caído agua encima si el día estaba jodidamente soleado…
—¡Puta madre! —Exclamó sentándose allí mismo, sobre el pobre Uchiha aplastado.
Se podría haber movido pero no, mejor era buscar a la de Amegakure desaparecida sin esforzarse más que moviendo la cabeza en cada dirección posible por si la veía corriendo. Pero no. «¿Dónde está?»
Ilusionada, Ayame había empezado a chillar como una kunoichi que acaba de conseguir un autógrafo de Datsue el Intrépido. Un chillido extremadamente agudo, pero potente al mismo tiempo. Un chillido que penetró en sus oídos como un kunai y le trasladó a otro tiempo, a otro espacio…
… Miró hacia arriba un segundo y se quedó maravillado. El recorrido había sido largo, lleno de peligros, trampas y desvíos que harían perder la cabeza a más de un hombre. Pero allí estaba él, en el final del camino, donde el tesoro más antiguo del mundo aguardaba paciente a su llegada. Pero entonces…
… un rugido aterrador, un chillido proveniente del inframundo. Era Izanami, que loca de rabia amenazaba a su esposo con segar mil vidas si no le abría la puerta del Yomi.
—¡¡¡¡AIKO-SAAAAAAAAAAAAAAN!!!!
—¡A ver! ¡Déjame ve...! ¡Ah!
Rugido y exclamaciones se entremezclaron en su cabeza, mientras la imagen de una cebolla se dibujaba en su retina… Una retina cuya luz recibida se filtrada por el sharingan. El sharingan de dos aspas.
Cuando se quiso dar cuenta, estaba ya en el suelo, empapado de cabeza a los pies y con Koko encima. No había tiempo para la caballerosidad y los modales… tiró a Koko de un fuerte empujón, levantándose como un resorte y fulminando con la mirada a todo ser viviente en busca de Ayame. La cuestión era… que no estaba.
«Pero, ¿qué cojones…?» De pronto se fijó en el agua, en el pequeño charco que se acababa de formar en el suelo. «¿Es mi imaginación o está impregnado de chakra?»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Un enredo de exclamaciones y maldiciones precedió a la inminente caída provocada por la pobre y torpe kunoichi de Amegakure. Un estallido de agua en el momento del impacto empapó a los genin y Koko cayó encima de Datsue. Pero de Ayame... no había ni rastro. El Uchiha no tardó en quitarse a la rubia de encima como si no fuera más que una molesta piedra, con sus ojos clavados en el charco que había quedado como única prueba de lo acontecido.
Y de repente, el agua se movió. Se movió como si tuviera vida propia, alzándose sobre sí misma, aglutinándose y girando hasta conformar de nuevo la silueta de la desaparecida Ayame. El agua se transformó en carne, y la muchacha, aún de rodillas, se llevó una mano a la cabeza con gesto dolorido.
—Ay, ay, ay...
Fue consciente entonces de lo que había pasado y, alarmada, se reincorporó con las manos en alto.
—¡Ay, lo siento, chicos! ¡No quería...! —comenzó a disculparse, pero entonces reparó en Datsue y en sus ojos. Sus iris, antes oscuros, ahora habían adquirido un fascinante y al mismo tiempo color carmesí como la sangre. Lo más peculiar era, sin duda, que dos tomoe giraban en torno a la pupila—. ¿Qué... qué les pasa a tus ojos, Datsue-san?