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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#91
El condenado frío era lo único que realmente estaba conteniendo a la kunoichi, de lo contrario hubiese llegado mucho más rápido y tendría la cabeza echando humo de la furia que le estaba ocasionando los comentarios esos de Datsue, aunque realmente era cosa de su propia imaginación… Supuestamente.

—Espero que esté en casa… —Dijo para sí misma en lo que se acercaba a la puerta principal de la vivienda, ignorando aquella silueta de la ventana.

Así de sencillo, ignorando prácticamente todo a su alrededor la rubia golpeó unas cuantas veces la puerta en un intento por llamarle la atención a alguien, cuanto antes realizara ese interrogatorio antes podría ir a por el borracho y de ahí a la posada a sacar sus propias conclusiones. Pero va, dependía de que la mujer se dignase a hablar.
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#92
Apoyó el culo en la madera y se sentó frente a su compañero de profesión. Apoyo sus brazos sobre la mesa, inclinando su cuerpo hacia delante e ignoró por completo las muecas faciales de Datsue.

«Shinogi-To.... Shinogi-To.... ¡PERO SI ESO ES AME!»

La duda del calvo ahora era si responder su pregunta o generarle una a él pero sin problema alguno se podía disponer a hacer las dos. Pero era de buena educación comentar primero que hacía él aquí antes de decir cualquier otra cosa.

La verdad que me dirigía a Notsuba. Todavía tengo al caballo fuera esperandome, me siento un poco mal por haberlo dejarlo ahí con este frío. Pero bueno, otra cosa no podía hacer.

Cuestión que estaba en mi aldea y me encontré con hombres disfrutando de una buena discusión. Uno quería llevar unos jarrones a Notsuba y el otro no quería aceptar el trabajo, y para hacer un buen acto decidí ayudar. Aunque a decir verdad, no creo que pueda irme hoy, la idea era salir de aquí al alba pero a como están las cosas.


El calvo hizo una pausa. Se quedó reflexionando en si de verdad valía la pena quedarse en ese pequeño pueblo tratando de ayudar a encontrar un asesino. Era su deber y debía de conseguir una amistad con la rubia, esas dos cosas no se podían negar, pero tampoco quería faltar a su palabra al hombre que había dejado días atrás en Ame.

«Aunque tal vez un día más no lastime a nadie.... supongo....»

En fin, ¿Qué te lleva a Shinogi-To si se puede saber?
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#93
Cuando Karamaru empezó a relatarle su periplo hasta allí, Datsue se arrepintió de haber preguntado. No era la épica aventura que habría esperado oír.

En fin, ¿Qué te lleva a Shinogi-To si se puede saber?

No se puede —respondió Datsue, más cortante de lo que había pretendido. ¿Pero qué iba a decir? ¿La verdad? ¿Que planeaba hacer una estafa en plena capital de su país? Imposible. Podría haber mentido, por supuesto. Inventarse cualquier historia para salir del paso. Pero acababa de despertarse, tenía el estómago vacío y la cabeza medio adormilada—¡Yoshi! —exclamó, al ver al posadero acercándose a la mesa. Era su oportunidad perfecta para cambiar de tema—. ¡Qué buena pinta tienen esas tostadas!

Oh, ¡exageras! —El posadero puso las tostadas frente a Datsue y tomó asiento—. Bueno, ¿y entonces qué? —Se frotó las manos y les sonrió a ambos. Parecía emocionado—. ¿Alguna teoría?

Datsue dio un mordisco a la crujiente tostada y habló con la boca llena:

Bueno… No sé Karamaru, pero las sospechas de Noemi y yo recaen en el tipo ese… el borracho… ¿Cómo se llamaba?

Arashi. Sinceramente, no creo que…

Eso, Arashi… —le interrumpió—. Por celos. Y también… —Recordaba que Noemi también había situado al sacerdote como sospechoso—. El sacerdote. Ese tal…

¡¿Hiromi?! Por Amateratsu, no. ¿Cómo iba a ser él? Es un gran hombre, un…

Tranquilo, hombre. Digamos que es un testigo a tener en cuenta. Por ahora tenemos muy poca información, entiéndelo. Tenemos que investigar más. ¿Tú qué opinas, Karamaru? —preguntó, aprovechando para pegar otro bocado a la tostada.

...

Noemi escuchó unos pasos, como alguien bajando de una escalera. Luego, el chasquido metálico característico al abrirse una cerradura. Y la puerta se abrió.

Hola —dijo una mujer, con una sonrisa amable dibujada en sus labios. Tenía los cabellos negros, recogidos en un moño con una aguja, los ojos cristalinos como el Río de la Cascada y la cara redondeada. Sus labios, pintados de rojo, destacaban sobre una piel blanca, maquillada. Y era guapa. Muy guapa—. ¿Querías algo? —preguntó, con voz aterciopelada.
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#94
Por fortuna para la de Taki la dueña de casa no tenía problemas auditivos y no estaba ocupada ni nada por el estilo que le imposibilitara el abrirle la puerta. Así fue como Noemi se vio cara a cara con la supuesta viuda que curiosamente no presentaba nada en el rostro que pudiera dejar en claro que estaba justamente, lamentando la pérdida de aquel hombre.

—Hola, tú eres Emiko ¿Verdad? —Consultó con una expresión seria, luchando de paso por no ponerse a temblar frente a la chica.

~Si lo hubiese mandado a Datsue seguramente se estaría babeando el maldito. ~Pensó en silencio la kunoichi mientras pensaba que diablos decir o hacer con aquella mujer.

—Necesito hacerle unas preguntas respecto al asesinato de Ryoma, como podrá apreciar por la bandana en mi cuello soy una kunoichi, supongo que Hiromi le habrá notificado de esto. —Decía tratando de sonar tranquila cuando realmente tenía unas hermosas ganas de apalizar al Uchiha.
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#95
El calvo abrió los ojos y se sorprendió al saber que no podría conocer los motivos de la entrada d un extraño a su propio país. Obviamente eran asuntos privados y se podía esperar ese tipo de respuesta, la posibilidad estaba ahí, pero igualmente Karamaru se sintió raro al recibir algo que no esperaba. Ya era agua vieja y una cosa en la que no había que pensar, y menos cuando las tostadas para el de Taki estaban listas.

Apareció Yoshi, saliendo de la cocina y atravesando la barra, para llegar a su mesa y entregar el pedido del joven de Taki. Sin formalidades el barbudo se sentó y comenzó, finalmente, la ansiada charla. El pelado guardó silencio unos instantes y dejó hablar a los otro dos hombres. Y de esa manera se llevó una sorpresa.

«Tienes los mismos indicios que yo obtuve, supongo que es un logro. El malhumorado de Arashi y el viejo raro»

¿Tú qué opinas, Karamaru?

En algún momento el silencio del monje debía de terminar y así lo prefirió Datsue que ya reclamaba su opinión. Y el problema es que no era nada del otro mundo, tenía la misma información que podían tener aquellos dos.

En primer lugar, Yoshi supongo que deberías de olvidarte por lo menos por un rato de algunas cosas que conoces de Hiromi y Arashi. Pueden ser lo que no crees.

Hizo una pausa, se terminó el té con un último sorbo y continuó.

Y Datsue, estoy exactamente con las mismas dos personas. El borracho tenía una actitud de la cual desconfié apenas lo vi. Me apreció raro pero lo perdí de vista cuando fuimos a casa del muerto.

Y con Hiromi traté de hablar y fue en vano. A pesar de haberlo encarado de mala manera no quiere decir nada de nada. Así que supongo que ambas opciones son igual de viables.


Esa era la verdad, la verdad era que el calvo no sabía nada. Todo quedaba en las manos de Datsue y Yoshi, que tal vez podría llegar a tener algo de información extra sobre esos dos hombres.

Aunque...- interrumpió Karamaru cualquier posible respuesta- Si sabes donde vive ese tal Arashi le podemos dar una visita, ¿No?
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#96
Datsue no pudo estar más de acuerdo con el primer comentario de Karamaru, en la que instaba al posadero a mantener al margen sus sentimientos hacia sus vecinos mientras estuviesen investigando. Uno de ellos tenía que ser el responsable, a narices. No había lugar para poner la mano en el fuego por todos ellos.

Seguidamente, Karamaru ratificó sus palabras. Él tenía las mismas sospechas. Era normal. No había mucho más de quién sospechar, por el momento. Finalmente, el calvo sugirió hacer una visita al borracho. Casualmente, Datsue pensaba lo mismo.

Pues precisamente quedé con Noemi en eso. Ella visitará a la mujer de la víctima, para ver si ha visto algo. Y yo planeaba ver al borracho. Voy a avisarla de que vamos y partimos.

Cogió la última tostada que quedaba, con la idea en la cabeza de regalársela a Noemi en un gesto galán, y subió por las escaleras impaciente por verla. Toc, toc, toc.

No hubo respuesta.

Toc, toc, toc. Otra vez silencio. Nervioso, entreabrió la puerta con lentitud.

Todavía no estás… —Datsue se quedó a cuadros. Noemi había desaparecido. Corrió hasta la ventana, abierta, y se asomó por el alféizar. Ni rastro.

Un escalofrío recorrió su espalda. Había… ¿escapado? Aquello no tenía sentido. ¿Por qué iba a hacer una cosa así? Pero entonces, la única opción que quedaba era…

¿La han raptado? —La tostada se partió bajo su puño. Quizá se estuviese precipitando. Quizá había una explicación lógica para todo aquello. Pero en aquel instante la mente del Uchiha era un caos de pesimismo. Y de furia. Como alguien le hubiese hecho algo...

Bajó corriendo por las escaleras. La mirada encendida por el Sharingan. Entonces, cuando los ojos de Karamaru y Yoshi se posaron en él, tan solo pudo decir:

Noemi no está.

...

Emiko asintió ante su primera pregunta, confirmando su nombre.

—Necesito hacerle unas preguntas respecto al asesinato de Ryoma, como podrá apreciar por la bandana en mi cuello soy una kunoichi, supongo que Hiromi le habrá notificado de esto.

Los orbes azules de Emiko apenas descendieron para comprobar que decía la verdad respecto a la bandana, sin perder la sonrisa.

Me lo comentó hace un poco, sí. —Sonrió de nuevo—. ¿Quieres pasar?

Emiko se echó hacia un lado y la invitó a entrar. Recorrió un pasillo estrecho y abrió una de las puertas correderas, que conducía a la cocina. Era bastante pequeña, con una mesa en el centro para albergar a cuatro personas y bastante luminosa, gracias a las ventanas que daban al jardín.

Desplazó una silla hacia atrás y le indicó con un gesto amable a que tomase asiento.

¿Un té?
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#97
~Algo no está bien. ~Pensó Noemi en lo que se llevaba una mano a la cadera a la espera de que terminase con el análisis. Por suerte no llevó mucho por la ubicación de la bandana shinobi.

—Muchas gracias. —Soltó cordial mientras ingresaba a la vivienda y se hacía a un lado para permitir el paso a la dueña, en ese instante se llevó la mano que tenía en la cadera a la boca, a simple vista se había estado mordiendo un poco la uña del pulgar.

Se quedó a un lado de la puerta a la espera de que la dueña de casa la guiase y finalmente ambas llegaron a la cocina donde le habían ofrecido asiento a la de Taki, con gusto aceptó la invitación y se sentó en aquella silla.

—No, gracias, será rápido. —Afirmó desviando ligeramente la mirada a la ventana para ver un poco del jardín. Luego la devolvió a la fémina.

—Así que… Emiko, ¿podrías ponerme al tanto del tipo de relación que Ryoma tenía contigo y también con Arashi? —A estas alturas le daba igual tocar nervio, además que llevaba en claro que la mujer no lamentaba para nada la muerte de Ryoma.

~No tiene ojeras y los ojos impecables…
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#98
Las miradas se cruzaron varios segundos entre los hombres de la mesa que pensaban que decir. Yoshi solamente había tragado saliva y permanecido en silencio por las palabras del calvo y solo quedaba Datsue para romper ese lúgubre momento. Por suerte, no se haría esperar ni comenzaría una discusión ni choque de ideas.

Estaba decidido que irían a ver al borracho ya que al parecer el barbudo no tenía nada que objetar. Al monje no le pareció del todo correcto lanzar a Noemi sola nuevamente pero si Datsue estaba de acuerdo no había con qué refutar su pensamiento. En pocos minutos ya se habían organizado sus tareas como grupo experimentado, solo quedaba el aviso a la rubia y todo se pondría en marcha.

El de Taki se alejó de la mesa tras la aclaración de que iría a buscar a su compañera y rápidamente subió las escaleras.

«Parece que empezaste con el pie derecho con Datsue, ¿Verdad Karamaru?»

El cenobita se dedicaba a pensar en cosas que le subiesen un poco el autoestima mientras el silencio dominaba el momento solitario del shinobi y el posadero. Uno mirando puntos lejanos del edificio, moviendo sus ojos de aquí para allá y el otro haciendo golpecitos en la mesa y silbando en un tono bajo canciones de buen ritmo.

Pero fueron minutos que pasarían con rapidez y más pronto que tarde el calvo volvía a ver los pies del morocho bajar por las escaleras. Sin compañia. Unas palabras resonaron en la cabeza del pelado que se pondría de pie rápidamente listo para la acción.

Noemi no está.

Vamos, hay que salir a buscarla.

Los sigo.


Se quedo parado en su lugar esperando que Yoshi los guiará a la casa donde debía de estar Noemi o que Datsue saliera primero por esa puerta para encabezar una búsqueda a gran velocidad por el pueblo. Sin embargo, la emoción del momento no impidió a Karamaru detectar algo en su shinobi acompañante. Sus ojos habían cambiado, el negro azabache que el recordaba con completa seguridad se había esfumado y dos orbes rojos iluminaban su rostro.

Curioso, muy curioso.
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#99
Un viento helado, de esos que cortaban la piel y atravesaban los huesos, recibió a Datsue nada más abrir la puerta. Se había olvidado de coger la túnica, que descansaba en algún rincón de su habitación original. Esa en la solo había entrado para dejar sus cosas, portaobjetos incluido. Incluso su mecanismo oculto de kunai, al igual que el propio kunai.

Pero si en verdad habían raptado a Noemi, la velocidad en la que actuase resultaba vital.

¿Cuánto había pasado desde que la había dejado sola en la habitación? Cinco minutos, como mucho. Y con tanta nieve… ¡Ajá! Había un hueco en la nieve bajo la ventana de la habitación de Noemi, y unas pisadas que conducían camino arriba. Datsue corrió hacia ellas. Pese a no ser muy ducho en rastreos, era obvio que pertenecían a una única persona. ¿Serían las de ella? ¿O las de un posible secuestrador?

No había tiempo para pensar.

Yoshi, quédate aquí —dijo, al ver que el posadero ya estaba vistiéndose con torpeza una chaqueta y pretendía salir con ellos a la persecución—. Solo nos retrasarías. —Yoshi pareció balbucear algo, pero Datsue no dio tiempo a réplica. Sus ojos teñidos en sangre ya estaban fijos en Karamaru—. ¡Vamos!

Datsue siguió calle arriba, recorriendo el mismo camino que Karamaru y Noemi habían hecho la noche anterior, siguiendo las pisadas, ahora entremezcladas con muchas otras. Le ardían las orejas por el frío y la bandana que había dejado colgada al hombro estuvo a punto de caérsele por la inercia. Colocó la placa sobre el cuello e hizo un nudo rápido tras la nuca.

¿Cuál es tu especialidad, Karamaru? —preguntó, a mitad de carrera—. ¿Eres más de distancias cortas o largas? —Si tenían que luchar, Datsue quería saber qué tipo de compañero tenía a su lado.




Mientras tanto, la conversación entre ambas mujeres seguía su curso, ajenas a todo el revuelo que se había montado por ellas. O por una de ellas, más bien.

Tras Noemi rechazar el ofrecimiento de té, Emiko se sentó al otro lado de la mesa, dando la espalda a la ventana, y empezó a jugar con el dedo con un mechón que tenía suelto, distraída. La pregunta de Noemi no se hizo esperar. Simple pero directa, como el cuchillo de un matarife.

Emiko pareció avergonzarse, desviando la mirada a la mesa.

Ryoma era muy buen amigo mío… y también de mi marido. Me ayudaba mucho con el cultivo, los animales… El año en que la peste se cebó con nuestros cultivos, él siempre nos invitaba a cenar a su casa. Era un gran hombre… Yo le quería mucho. —Sus ojos se clavaron en los de Noemi—. ¿Quién querría matar a un hombre tan bueno?
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Tras rechazar la oferta de la mujer Noemi soltó la primera pregunta con la que con un poco de suerte tendría justificada su sospecha hacia el borracho pero lamentablemente la mujer parecía querer negar todo por lo que lo mencionó como un simple amigo y compañero. ~¿Esconderás las infidelidades hasta el final? ~Se cuestionaba en silencio la kunoichi que terminó por cruzarse de brazos mientras formulaba una próxima pregunta.

¿Quién querría matar a un hombre tan bueno?

Soltó la mujer, obligando a la rubia a descartar la pregunta que ya se le había ocurrido así que tendría que encarar por otros lados. —Entiendo… —Soltó Noemi que se le terminaban rápido las ideas.

Luego de un momento de silencio se le ocurrió al fin algo que podría ayudarle de alguna manera, tal vez claro. —A todo esto, ¿cómo se llevaba tu marido con él…? Si tuvieron algún tipo de discusión fuerte unos días antes del homicidio o alguna cosita que parezca mínima quiero que me la mencione también. —Sentenció al fin la kunoichi. —Y por curiosidad... ¿Hay algún motivo por el que tu marido y tú vivan tan... Separados...? —Agregó a los segundos recordando lo que había visto en el mapa de Datsue.

~No lloraste, tampoco ayudas con el asunto este del funeral y seguramente no me dices todo… Demasiados motivos para pensar que fuiste tú… ~Aunque hayan sido cinco minutos con suerte la chica ya estaba bastante convencida de que la mujer que tenía delante era la culpable de todo.
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El pelado siguió los pasos de Datsue hasta la puerta de salida. Los recibió una fuerte ráfaga de aire frío, pero nada que Karamaru no pudiese aguantar en el fragor de una persecución o búsqueda. Estaba tan mentalizado en salir rápido que ni vio a Yoshi prepararse para salir, hubiese sido todo un estorbo si ninguno de los dos shinobi se hubiese dado cuenta.

En una corta pero precisa orden el de Taki dirigió la palabra al posadero y le dejó plantado en su lugar, sin saber que hacer. Estaba con el abrigo a medio poner y su compañero tenía razón. Los iba a retrasar demasiado.

Karamaru comenzó a moverse lo más rápido posible cuando dos orbes rojos lo miraron y le dieron la primer orden: "¡Vamos!"

Comenzaron a recorrer a gran velocidad el mismo camino que horas había recorrido con Noemi. Tal vez hasta se podían distinguir las pisadas que habían realizado. Ahora, las únicas huellas que marcaban en ese momento eran las de Datsue y las del cenobita que lo seguía por detrás siguiendo las mismas pisadas que su compañero hacia.

Siendo rápido de mente y sin perder ningún segundo el shinobi morocho ya se preparaba para lo peor. Combatir.

Cuerpo a cuerpo es en lo que trato de desarrollarme. Deja que te diga que estoy a tus ordenes, si hay combate puedes organizar los movimientos.

Pero hay algo curioso...
- Karamaru tal vez rompía el silencio habitual que se daba en momentos de estilo, pero la curiosidad fue más fuerte que su voluntad- Esos ojos... los recordaba negros y profundos...
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Cuerpo a cuerpo es en lo que trato de desarrollarme. Deja que te diga que estoy a tus ordenes, si hay combate puedes organizar los movimientos.

Un buen chico, Karamaru. Cierto era que había estado a punto de soltarle un Goukakyuu a bocajarro la anterior noche, pero tenía que reconocer que empezaba a caerle bien. ¡Un tipo que podía actuar de carnaza y que además se ofrecía a acatar sus órdenes! ¿Qué más se podía pedir?

Si además de eso no fuese tan inoportuno, sería su aspirante a amigo perfecto.

Pero hay algo curioso... Esos ojos... los recordaba negros y profundos...

Los pasos de Datsue se ralentizaron.

Dicen que los ojos de los tigres brillan de un color verde cuando quieren matar. —Probablemente fuese mentira. Por un instante, la mirada entre Datsue y Karamaru se cruzó, y el shinobi de Ame pudo atisbar un asomo de sonrisa en la boca del Uchiha—. Probablemente a mí me pase igual. —Como no estaba seguro que lo primero fuese mentira, Datsue se aseguró soltando otro embuste. Después de todo, tenía una reputación que mantener.

»Esa era la casa de Arashi, ¿no? De la esposa de Arashi, quiero decir —se corrigió rápidamente, recordando el mapa que le habían hecho. Efectivamente, Karamaru se encontraba en el mismo sitio que la noche pasada. A su diestra, la casa del difunto. A su izquierda, el hogar de Emiko—. Las pisadas llevan hasta ahí… No hay duda —cada vez el temor de que la hubiesen secuestrado era más bajo. Todo parecía indicar una huida por la ventana, por muy rocambolesco e inexplicable que sonase—. Voy a intentar verla a través de las ventanas, a ver si hay suerte y es todo un malentendido. Espérame aquí un segundo.

El Uchiha saltó la corta valla que cercaba la casa y rodeó el corral que había junto a ella, por la izquierda. Luego, y aunque no tuviese mucho sentido ponerse de puntillas en plena nieve, lo hizo, y dobló la esquina de la casa, desapareciendo de la vista de Karamaru…




¡Chsst! ¡Chsst! —alguien hacía señas a Karamaru para que se le acercase. Una anciana, de cabellos blancos y arrebujada en abrigos de piel. Tenía la espalda encorvada y los ojos nublados, quizá por las cataratas. Una de sus manos reposaba en un simple palo, una vara que podría haber cogido de cualquier rama caída y que le servía de bastón. La otra, enguantada, le hacía gestos para que se le acercase.




Emiko pareció sonrojarse ante la pregunta directa y contundente formulada por Noemi, en la que se preguntaba por qué había tanta distancia entre marido y mujer. Aunque con las mejillas tan empolvadas, era difícil de asegurar.

Pues… supongo que nos estamos dando un tiempo —respondió, con la mirada baja. Luego sonrió, como tratando de quitarle importancia—. Y no, que yo sepa no discutieron. Además, al vivir tan separados apenas nos veíamos últimamente. Y Ryoma era un hombre bastante solitario. Apenas bajaba al pueblo…

Fue entonces cuando, tras el hombro de Emiko, Noemi pudo ver a Datsue asomándose a la ventana…




... No podía creérselo. Estaba indignado. Él todo preocupado por si le había pasado algo y ella tan tranquila conversando con Emiko. Solo le faltaba el té y las pastas.

El Sharingan desapareció de sus ojos, y el vaho que producía su respiración le sirvió para empañar el cristal lo suficiente como para escribirle un mensaje a Noemi con el dedo, que, tras pensárselo un segundo, optó del cabreo a tirar por la ironía:

«¿Tan malo he sido anoche en la cama para escapar por la ventana?»


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Las reacciones que tenía Emiko eran tan pero tan… Incomprensibles que Noemi no pudo evitar alzar ligeramente una ceja al verla responder a ello algo cabizbaja, del rubor ni hablemos que estaba completamente cubierto por vaya uno a saber cuántos kilos de maquillaje volviendo imposible verle la piel directamente.

—Entiendo… ¿Podría…? ¿Eh…? —La pregunta que estuvo a punto de hacer se esfumó totalmente de su amarillenta cabeza. ¿Motivo? Allí un chico asomado por la ventana como niñito curioso. ~¿Datsue…? ~Una mueca desaprobatoria se dibujó en el rostro de la kunoichi que se mantuvo por un momento con la mirada en el cristal, aunque luego de un rato, esperando que Emiko ni se alterase ni nada por el estilo a causa de aquella pequeña pausa.

—Por casualidad, ¿te has estado viendo con Ryoma estos últimos días…? Me refiero a visitas, paseos y cosas así. —Consultó finalmente, no iba a soltarle lo de la infidelidad, al menos no de buenas a primera.

Pero en ese segundo de distracción el Uchiha en la ventana tuvo la maravillosa idea de escribir algo en el cristal empañado. Una pregunta que dejó totalmente descolocada a la rubia e incluso le dio un tick en el ojo izquierdo mientras mantenía la mirada fija en ese mensaje. ~¡Pero si te echaste a dormir! ~Pensó la chica incapaz siquiera de despegar la mirada de la ventana. Inclusive se podía apreciar un ligero rubor en sus mejillas a causa de su propia imaginación tal vez.

Luego de un rato finalmente la Senju volvió la mirada a la mujer. —Disculpa… —Soltó algo cabizbaja intentando contener sus ganas de lanzarle una silla a Datsue.
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El calvo podía llegar a ser un poco inocente y tonto en algunas ocasiones, pero tampoco era tan tarado como parecía para no darse cuenta que su acompañante no estaba respondiendo a la pregunta con total sinceridad. Karamaru no confiaba en su respuesta y sabía que algo raro sucedía con sus ojos, algo raro y curioso.

Pero tras sus palabras se demostraba el enojo y la ira, en su carrera por sobre la nieve ya denotaba, según su propia boca, un deseo de matanza. ¿Acaso tanto le importaba su compañera de aldea? ¿Tan buena relación tenían? Lo importante es que era un ser querido, de eso el cenobita estaba seguro, y por eso mismo era su deber ayudar.

«Esa es la casa del muerto, supongo que Datsue no habrá venido todavía»

Cuando estaba por guiarlo a la casa del difunto el de Taki se dirigió directamente al hogar que se encontraba enfrente, se había dado cuenta de las huellas que Karamaru había pasado de largo.

Se acercaron y siguiendo en su veloz carrera cruzaron la valla y se separaron. Karamaru recibió la orden y se quedó exactamente enfrente a la puerta de entrada.

Espérame aquí un segundo.

Pasó más de un segundo, pero apenas Datsue se escapó de la vista del monje este escucho sonidos. Una voz pacífica y femenina lo llamaba, y al girar la cabeza, Karamaru vio a una mujer de alta edad que lo llamaba con las manos y la voz. Sin acercarse, y sin esperar que las mujeres que estaban dentro de la casa lo escuchasen, levantó la voz y se comunico con la anciana.

¿Qué ocurre?

Serían unos pocos metros, pero el cenobita no quería alejarse del lugar designado por su compañero shinobi, se tenía que ganar una confianza que no desbarataría cualquier mujer.
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Uou. Parece que he dado en el clavo. Por una vez, era él quien incomodaba a Noemi. Por una vez, era él quién provocaba el rubor en sus mejillas. Era comprensible. A tanta distancia y con un cristal de por medio, los encantos de la kunoichi perdían la fuerza necesaria como para nublar la mente del Uchiha.

Datsue empezó a borrar la frase con el dorso de la mano cuando de pronto…


... Emiko miró atrás, quizá al percibir la mirada desviada de Noemi. La kunoichi pudo ver como, en el último suspiro, el Uchiha se agachaba a tiempo para desaparecer de su vista.

Disculpa… —dijo Noemi, ante una Emiko que ya volvía a mirarla. No parecía haberse dado cuenta del pequeño visitante que había en el jardín, ni del mensaje a medio borrar. O al menos no dio muestras de ello.

Pues… No —respondió al fin—. Desde que mi marido y yo nos dimos un tiempo… Lo cierto es que no nos volvimos a ver mucho… —Sacó un espejito redondeado que guardaba en un bolsillo interior de su kimono y se miró el rostro con el reflejo. Un perfil, luego otro… Acto seguido se pasó tras la oreja el mechón que le quedaba suelto y guardó el espejo—. ¿Hay algún sospechoso? —preguntó, volviendo a fijar la mirada en Noemi.

...

Como Karamaru no hizo gesto alguno de moverse, la pobre anciana tuvo que recorrer la distancia que los separaba: Primero una pierna, luego el bastón, luego otra pierna. Parecía que andaba a cámara lenta. Además, era cuesta arriba, y la nieve parecía dificultarle todavía más el avance.

Un minuto más tarde, llegó junto a él. El shinobi de Ame le sacaba al menos una cabeza de altura.

Lo vi —Karamaru captó un olor nauseabundo en su dirección, como si la anciana no se hubiese duchado en meses—. Hace dos noches, con una botella en la mano y borracho —Hizo un gesto para que se le acercase más, y Karamaru sintió ganas de vomitar en caso de hacerlo—. El asesino.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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