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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
La respuesta de Aiko fue más de lo que Akame pudo soportar. Estaba acostumbrado a todos aquellos sermones sobre el honor y la gloria, la justicia y la fama de los ninja. Era un mantra muy repetido en la Academia de Uzushiogakure; a él, por suerte, le traía sin cuidado. Su honor y orgullo iban más por lo profesional, la satisfacción del trabajo bien hecho y de forma eficiente, que de preocuparse porque hubiese un pobre menos en Oonindo. Al fin y al cabo, la injusticia existía desde que el mundo era mundo, y dudaba mucho que un shinobi —menos aún uno de tan bajo rango como ellos— pudieran hacer algo por remediarlo.

Así pues, hizo rodar sus ojos con gesto cansado y se limitó a restar importancia a la determinación que exhibía Aiko.

Puedes jugar a los superhéroes todo lo que quieras. Yo prefiero hacerlo siguiendo los cauces establecidos para estos casos.

La muchacha le recordaba a uno de esos personajes con poderes sobrenaturales que se dedicaban a intentar salvar el mundo por afición. Akame había leído muchas de esas historietas, pero incluso a su corta edad tenía claro que no guardaban ningún tipo de similitud con la realidad.

Sea como fuere, Datsue y Aiko continuaron debatiendo sobre si el verdadero objetivo de todo aquello hubiese sido el ayudante de Rokuro Hei. Akame no lo tenía tan claro, y desde luego no podía importarle menos. Era la historia del muerto vivo lo que ocupaba sus pensamientos.

No llegué a verle la cara —admitió Akame—. Pero uso una técnica de Elemento Viento para mandar... ejem, volando, a nuestra heroína.

El Uchiha soltó una breve carcajada, divertido con su propio chiste, y siguió a Datsue fuera del hostal. Una vez allí, se encontró deshaciendo el camino de la noche anterior y volviendo a la enorme plaza donde se habían citado para la misión con su compañera Noemi. El lugar estaba abarrotado, como siempre, pero aun así los muchachos pudieron abrirse camino entre la multitud de yamirienses, carros cargados de mercancías, nobles con séquito al completo y demás.

El templo de Yamiria estaba situado al final de una estrecha callejuela que pasaba desapercibida a simple vista. De no ser por la referencia que el mesero le había dado a Datsue —una casa de color azul y amarillo, que destacaba sobre las habituales tonalidades de las fachadas de Yamiria—, probablemente nunca la habrían encontrado.

En la puerta del lugar se congregaba una gran multitud muy variopinta; desde acaudalados yamirienses, hombres y mujeres de gesto altivo y vestidos con sus mejores galas, hasta simples artesanos, comerciantes, taberneros y demás populacho que llevaba puesto lo mejor que había podido comprar con sus paupérrimos ingresos.

Una vez dentro, el ataúd dentro del cual estaba el cadáver de Ishigami Takuya estaba dispuesto sobre un pedestal, en el centro de la amplia sala principal del templo. Un sacerdote vestido con una túnica negra y blanca recitaba oraciones en voz baja mientras los asistentes iban pasando, uno a uno, a presentar sus respetos frente al ataúd. Muchos quemaban algo de incienso, como era la tradición, y la mayoría dejaba un pequeño donativo económico en un sobre blanco con lazo dorado.

Akame, por su parte, se limitó a quedarse ligeramente apartado del lugar. Sus ojos azabache se movían con expectación, como si el muerto fuese a levantarse en cualquier momento.
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#62
Akame apresuró a intentar burlarse del comentario heroico de la chica. Su manera de pensar distaba mucho de la del genin, y éste no tuvo dilaciones en hacerlo público, confirmando sus prioridades. Como bien había dicho la chica, no estaba allí para entablar una disputa, ni mucho menos...

Es un país libre... «Puedes hacer lo que te venga en gana...»

Datsue afirmó, casi convencido, de que probablemente el asesino del señor que había ostentado el cargo de ayudante del gran artista no era el shinobi que había ayudado a escapar al tipo con cara de rata. Según deducía, los tiempos no llegaban a coincidir, el que había asesinado a ese segundo hombre lo había hecho en mitad de la confusión del primer asesinato, concretamente cuando el cadáver de éste se había alzado. Ésto era un dato que anteriormente no había analizado bien la chica. El cadáver del hombre no había sido mas que una distracción, un alzamiento no muerto de unos escasos segundos donde aprovecharon para eliminar al verdadero objetivo.

«¿Quizás fue algún tipo de técnica para manipularlo? No estuvo vivo, si no que lo usaron como títere...»

Tras esa información tan valiosa, el chico comentó que no le había dicho nada en referencia al susodicho shinobi. Que le podían facilitar algún dato, aunque descartaba casi por asegurado que éste hubiese podido estar en dos lugares al mismo tiempo. Eso sí, hizo hincapié en que eso de no ser que éste supiese de algún jutsu avanzado, en cuyo caso realmente estaría jodidos.

Su compatriota fue el primero en responder, confirmando que no habían visto el rostro del shinobi, así como informando que éste había usado una técnica de elemento viento, con la cuál había atendido a la heroína. No tardó en reírse de su propio chiste, como si hubiese sido un buen chiste. La chica sin embargo no rió, y no porque no lo hubiese pillado, si no porque no tenía la menor pizca de gracia.

Akame, deberías meditar sobre dejar la profesión de shinobi y dedicarte a la comedia... —se burló en ésta ocasión la chica.

La conversación la verdad es que no terminaba de ser fructífera, al menos con Akame. ¿Dejaría de lado sus tonterías y se centraría en su objetivo, pese a que fuese distinto al de la kunoichi? Solo el tiempo lo diría...

Entre tanto, el trío lalala salió de la posada, y terminó callejeando hasta lograr encontrar el lugar indicado por el mesero. El sitio estaba abarrotado, no cabía ni una aguja. Un montón de conciudadanos que mostraban sus respetos a la familia, vestidos con sus mejores galas. Akame permaneció bastante alejado de la muchedumbre, al igual que Aiko, que observaba con detenimiento si había rastro alguno de alguna evidencia. Lamentablemente, no sabía muy bien qué era lo que debía buscar...
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#63
Datsue no pudo evitar estallar en sonorosas carcajadas cuando Aiko bromeó sobre Akame y su vocación para la comedia. No creía que existiese en Oonindo persona menos apta que él para tal trabajo, y por eso le resultó tan gracioso imaginárselo.

Estoy con ella —aseguró, todavía entre risas, continuando la broma—. Me parece que Aiko ha dado en el clavo con tu verdadera vocación…

Pero las bromas dejaron paso al silencio, levemente teñido por los cuchicheos, cuando los tres gennins se adentraron en el templo de Yamiria. En el interior, el ambiente estaba cargado y espeso, con ese aire viciado carácterístico de cuando se congregaba mucha gente junta en un espacio cerrado, mezclado con el olor a incienso. Había personas de toda clase social, y es que la muerte, por lo que podían comprobar, era para todos igual. No diferenciaba al bueno del malo, ni al rico del pobre. No discriminaba, sino que era igualitaria y justa.

En el centro, sobre un pedestal, el Uchiha divisó lo que le había traído hasta allí: el cadáver de Ishigami Takuya. Sin pensárselo dos veces, y aunque sus dos compañeros parecían más cómodos alejados del tumulto, el Uchiha hizo cola para presentar sus respetos al muerto. No llevaba ni incienso ni monedas, pero confiaba en que nadie le llamase la atención por ello.

Cuando le llegó su turno, trató de inclinarse sobre el ataúd, simulando un rezo, y un destello rojizo iluminó su mirada, buscando la herida en el cuello del muerto. Mas su sharingan también quería comprobar otra cosa. Quería comprobar que en verdad estaba muerto, y que ningún chakra seguía circulando por su sistema circulatorio…
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#64

Por cierto, visto el éxito de la norma en otros temas, la implemento también en este (si os parece bien). Sin turnos, 72 horas para postear todos, etc.

Si el tiempo es un problema, podemos ajustarlo a más plazo. La cosa es quitar el orden de turnos que me parece que no aporta nada y es un coñazo XD


El velatorio prosiguió su curso mientras dos de los ninjas aguardaban pacientes en una esquina. No había nada sospechoso, o al menos, nada que a ellos les pareciese sospechoso. Muchos invitados, rostros llenos de tristeza —real o fingida—, ofrendas al muerto y a su familia, pésames y oraciones entonadas por el sacerdote. Olor a incienso y a muerte.

Akame recorría el templo con la vista, examinando cada detalle que le pareciese mínimamente interesante. Y en efecto, había algo que a él le chirriaba en toda aquella ceremonia.

Parece que Ishigami-san era un hombre bien relacionado —dijo, en voz baja, Akame—. Aquí hay tanto gente acaudalada como yamirienses humildes. Se ve que el tipo se codeaba con todos los estratos sociales de la ciudad, pero, ¿por qué? Si tenía dinero suficiente para comprarse lujosas ropas, ¿por qué dignarse a confraternizar con la mugre?

Las preguntas iban dirigidas, claro, a Aiko. Ambos estaban lo bastante cerca como para que ella pudiera escucharle en susurros, y el Uchiha tampoco quería alzar más la voz. Ya daban bastante la nota allí, captando las miradas curiosas o molestas de más de un invitado, como para hacerse notar más aún.

Por su parte Datsue se acercó para presentar sus respetos al muerto. Disimuladamente activó su Sharingan para "escanear" el cadáver, pero no halló nada que no pudiese verse a simple vista. Ishigami Takuya estaba muerto y bien muerto.

Un rumor empezó a crecer en la entrada del templo, y Akame estiró el cuello para intentar divisar el origen. Justo en ese momento acababa de entrar una figura conocida; Rokuro Hei, el maestro músico, con su negro samishen en brazos. Parecía muchísimo más viejo que la noche anterior, con el rostro surcado de arrugas y los ojos hinchados de no dormir. No le acompañaba ninguno de sus ayudantes —ni el herido ni los otros—, y apenas ingresar en el velatorio el hombre buscó a la viuda para presentar sus respetos.

Me gustaría tocar una pieza en honor a la memoria del fallecido, dadas las... Terribles circunstancias de su muerte. Si a usted le parece bien, claro —se le oyó decir, a lo que la mujer asintió con gravedad, enjuagándose las lágrimas.
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#65
El Uchiha suspiró, con un deje de decepción, al comprobar que efectivamente el muerto estaba bien muerto. Por un momento había creído que quizá había sido todo un engaño, una simulación de su propia muerte debido a un plan mayor. Pero no era así, y el Uchiha tendría que reconsiderar sus, hasta ahora, erróneas teorías.

El destello rojizo desapareció de su mirada, recobrando sus habituales ojos oscuros, con una casi imperceptible tonalidad anaranjada. Era la mirada de un joven zorro al que todavía le quedaba mucho por aprender, pero que suplía su falta de experiencia con mucho ingenio y cara dura.

Luego, se hizo a un lado para dejar pasar al próximo en la fila, y fue entonces cuando apreció un súbito cambio en el ambiente. El silencio, interrumpido por suaves murmullos, pasos y palabras de consuelo, se vio totalmente eclipsado por unos crecientes cuchicheos que se extendieron por toda la muchedumbre como solo los rumores podían hacerlo. El responsable de aquel alboroto no era otro que Rokuro Hei, con apariencia mucha más vieja y demacrada que la noche anterior, y que se dirigió directamente hacia una mujer que a duras penas podía contener las lágrimas.

«Debe ser la viuda…»

Sin embargo, el Uchiha no consideró que era buena idea ir a interrogar a la mujer en aquel momento. Estaban en plena ceremonia, con las emociones a flor de piel y demasiado expuestos al público. Mejor dejar aquello para más adelante. Rokuro Hei, sin embargo… Todavía no se daba por vencido con su antigua teoría, aquella en la que creía que el ayudante del músico había sido el verdadero objetivo de todo aquel entuerto.

Decidido a aprovechar la oportunidad, atravesó la marea de gente como una saeta cortando el viento, y echándole más cara que ingenio, se plantó frente a él.

Quisiera darle personalmente mis condolencias por su ayudante, Rokuro Hei —dijo, haciendo una pequeña inclinación con la cabeza. No lo había dicho con voz especialmente alta, pero sí lo suficiente para que las personas próximas a él le escuchasen—. Me dijeron que cayó con una herida muy fea cuando se produjo la estampida. No se pudo hacer nada por él… ¿cierto? —preguntó, con un falso tono de preocupación y aflicción en su voz.
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#66

Por mi O-kei


La ceremonia había dado comienzo seguramente hacía no demasiado tiempo. La gente continuaba dando el pésame a la familia, donde la pobre viuda destacaba con su desconsolado llanto. Las lágrimas que recorrían su rostro no eran mas que un leve pico de ese iceberg que debían ser sus sentimientos en ese momento. Pero, tampoco podía dejarse llevar por éstos sentimientos, pues sus hijos sufrirían aún más de verla así. Seguramente hacía de tripas corazón, como bien decía su padre para éste tipo de situaciones...

A la vera del genin de Uzu, sendos chicos inspeccionaban con la mirada en busca de algún detalle interesante. Sin embargo, nada parecía querer llamar la atención. Todo sucedía con toda la calma y normalidad que éste tipo de sucesos podían concurrir. Pero Akame susurró algo que al parecer le había extrañado, un detalle quizás algo extraño.

¿Por qué ese hombre se codeaba con gente de alto y bajo estatus social?

La verdad, a la pelirroja tampoco le extrañó tanto. Al parecer el hombre había estado haciendo tratos con un tipo llamado jefe, una especie de mafioso. Era casi seguro que había conseguido escalar su estatus desde lo mas bajo, y los que allí se encontraban de familias humildes, no eran mas que antiguos conocidos...

La verdad, creo que la gente que no encaja entre los ciudadanos de alta clase social eran antiguos amigos de ese hombre... supongo que ganó dinero y reputación a base de sus negocios con ese criminal con el que se codeaba, y de ellos que esté aquí la gente altruista. Sin embargo, el resto son seguramente los que verdaderamente le conocían.

La chica intentó encaminar la charla con el mismo volumen de tono. Después de todo, tampoco querían destacar mas de lo que ya lo estaban haciendo. Casi todas las miradas se extrañaban de la presencia de los tres genin, puesto que nadie les conocía. Datsue entre tanto, aprovechó para acercarse a ver al muerto.

De pronto, los susurros, puchicheos y miradas fueron hacia otro extremo del escenario. Rokuro Hei había hecho aparición, demacrado y claramente afectado, como si llevase al menos una semana sin dormir y comer. Éste propuso a la viuda dedicarle una canción, en disculpa por lo sucedido. La viuda afirmó que podía proceder, mientras que trataba de borrar las lágrimas que surcaban su rostro.

Sin embargo, Datsue parecía indispuesto a dejar que eso sucediese. Presto y raudo, se presentó ante el genuino músico, y le lanzó unas palabras casi inaudibles para la pelirroja —a causa de la distancia— que seguramente dejarían sin habla a mas de uno de los presentes.

Aiko permanecía con la vista de rapaz desde su posición, cautelosa y expectante.
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#67
Akame asintió, convencido ante el hábil razonamiento de Aiko. «Sí, es más que probable. ¿Fue por eso que le asesinaron? ¿Un ajuste de cuentas? Si nuestro amigo contable ganó tanto dinero trabajando con el tal Jefe, ¿por qué joderlo ahora?».

El músico miró a Datsue con aire distraído, como si no estuviese allí. Era la clase de mirada que la gente muy famosa dedicaba a los Don Nadie, a los fans y a los borrachos que se les acercaban después de una actuación para invitarles a copas. Sin embargo, cuando el joven Uchiha habló, logró sin lugar a dudas captar la atención del maestro. Éste enarcó una ceja, confuso, y se rascó la barbilla con la mano derecha.

¿Condolencias? —musitó—. ¡Ah, te refieres al bueno de Takeshi! —exclamó, y justo después se tapó la boca al darse cuenta de que había hablado demasiado alto—. No fue nada, se asustó y quiso salir por la puerta principal. Yo intenté avisarle de que había demasiada gente, pero no me escuchó...

»Una señora le pasó por encima calzando uno de esos... tacones, esos que tienen el talón largo y afilado. Le hizo varias heridas pero nada mortal, por supuesto.

Rokuro sonrió tímidamente. Había algo en su mirada vidriosa, en su pulso poco firme y... En su aliento. Tan de cerca, Datsue pudo percibirlo perfectamente; aquel tipo apestaba a alcohol.

Si me disculpas, muchacho... —se excusó el músico, pretendiendo deshacerse de Datsue para llegar hasta el sacerdote que estaba oficiando el velatorio.

Entretanto, los ayudantes del sacerdote cerraron la tapa del ataúd y el orador cesó sus cánticos. Todos los invitados se voltearon hacia Rokuro Hei, que estaba plantado junto al sacerdote y el féretro, con su shamisen en las manos.

El señor Rokuro-dono ha tenido la gentileza de ofrecerse a tocar una canción en memoria del difunto —anunció el sacerdote.

Los invitados callaron, y el maestro empezó a tocar. Tal y como había sucedido la noche anterior, la suave melodía invadió rápidamente hasta el último rincón de la sala. Era una música singular, como ninguna otra que nadie allí hubiese escuchado. Las notas se entrelazaban en una coreografía perfecta, un ritmo pausado y taciturno que lograba lo que conseguía; expresar la tristeza de su autor. Incluso los gennin notaron como de repente la pena los invadía y su corazón era más pesado. Aquella melodía les hizo volar, volar muy lejos de allí, hacia sus recuerdos más tristes...

De repente, un golpe seco los sacó de su ensimismamiento. Akame parpadeó, todavía absorto y confuso, buscando el origen de aquella interrupción. El samishen de Rokuro todavía seguía llenando el ambiente de suaves notas musicales, pero había algo que impedía al Uchiha sumirse de nuevo en aquel trance. Otro golpe.

Venía del ataúd.

Un tercero. La multitud empezó a darse cuenta de lo sucedido, y cuando la tapa se abrió a la fuerza y los dedos embalsamados de Ishigami Takuya sobresalieron por la rendija, estalló el caos.

La viuda se desmayó y cayó directamente en los brazos de sus dos hijos, que la sujetaron a duras penas. El sacerdote tomó un puñado de incienso y lo echó directamente sobre el féretro, entonando unos salmos con voz aterrorizada. Los invitados entraron en pánico y cólera a la vez. Algunos gritaban, otros increpaban al sacerdote y sus ayudantes, y la mayoría corría buscando una salida.

¡Yokai, un yokai!

¡Le han embalsamado vivo!

Pronto los ninjas fueron arrastrados por la frenética multitud y tendrían que luchar por no ser derribados. En mitad del caos, Aiko fue capaz de ver como el hombre con cara de rata hacía acto de presencia. ¿O tal vez había estado allí todo el rato? Sea como fuere, el sicario no tardó en agarrar a Rokuro por el cuello y arrastrarle hacia fuera por una de las salidas laterales del templo.
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#68
Datsue pareció entablar conversación con el músico, pero éste no parecía atenderle para cuando lo hizo. Sin embargo, al final consiguió recabar su atención, para bien o para mal. Lamentablemente, Aiko no llegaba a escucharlos, ni sabía leer los labios, algo que tarde o temprano debería aprender...

Aiko y Akame por su parte seguían expectantes, atentos a cualquier tipo de señal. De pronto, y bajo la mirada de al menos un centenar de personas, el encargado del velatorio promovió con palabras que darían paso a la actuación del gran y célebre músico. Todo el mundo guardó silencio, y las notas del mágico instrumento comenzaron a deleitar a todos los presentes con una sinfonía en la que a cortos y delicados golpes, iba narrando la tristeza de su prodigioso autor. Los acordes hacían que cualquier persona allí presente no pudiese mas que realzar ese sentimiento latente, aunque para muchos exteriorizado en esos duros momentos. Las lágrimas se desprendían a modo de cascada de la pobre viuda, aunque no era la única que había caído en un triste y meloso llanto. Hasta Aiko tenía los ojos brillantes, intentando contener su emoción, sus ganas de llorar.

¡PUM!

Un golpe que para nada tenía que ver con la música resonó, rompiendo la armonía por un instante. El silencio no hizo mas que agravar la tensión, una tensión que rápidamente se vería interrumpida.


¡PUM!

Un segundo golpe, un golpe desesperado. Alguien solicitaba ayuda, a porrazos contra alguna especie de madera. Aiko buscó con la mirada, incrédula, intentando averiguar qué sucedía en esa sala donde los nervios de todos estaban a flor de piel. Todos parecían contener la respiración. En mitad de esa ceremonia, todo parecía estar tramando lejos de lo esperado.

¡PUM!

El tercer golpe ya alarmó a una gran cantidad de gente, los cuales no pudieron evitar fijar la mirada en el ataúd. Éste vibraba, como si estuviese siendo golpeado frenéticamente desde su interior. Una primera voz avisó, por si alguien aún no lo había notado, de que el muerto estaba vivo.

De pronto, toda la tensión del momento se vio liberada en fulgor de pánico, donde no importaba cómo pero había que salir de allí. La viuda, desolada, cayó desmayada y por suerte los hijos pudieron tomarla antes de que se abriese la crisma contra el suelo. La gente corría como pollos sin cabeza, sin saber bien a donde ir. Chocaban los unos con los otros, gritaban... parecían estar absoluta y completamente locos. Como si el fin del mundo concurriese en ese mismo instante, y fuesen privilegiados espectadores.

La chica mantuvo la calma tanto como pudo, e intentó mermar los golpes y empujones recibidos mientras alzaba la mirada en pos de encontrar a la pobre viuda. Sin embargo, no pudo encontrarla, en su defecto encontró algo que realmente no esperaba encontrar allí...

«¡¡Cara de rata!!»

Su mirada se clavó tan certeramente como pudo al darse cuenta de quién era, no obstante, moverse por el lugar era realmente difícil, por no decir imposible. A su lado debiere estar Akame, pero éste si que tendría esas graves limitaciones. La chica comenzó a volatilizarse, deshaciéndose en un centenar de papeles.

¡Akame! ¡Cara de rata está allí! —informó a su aliado temporal, sin alzar demasiado la voz, aunque realmente sus palabras tampoco resaltarían demasiado entre tanto grito.

Terminada su transformación en papeles, una nube de éstos comenzaría a abrirse paso entre la gente, eludiendo de buena manera la muchedumbre y recortando las distancias para con el asesino. De entre todas esas hojas de papel, la chica creó un avión, los cuales eran realmente rápidos. Con éste aprovecharía para diezmar la distancia hacia su objetivo, y poco antes de que éste impactase o pasase a su vera, lo convertiría en una mariposa que con sigilo intentaría plantar en su espalda o entre sus ropajes.

Sin duda, la habilidad de la chica en ésta situación era un tanto favorable, pues avanzar sin ser retenida por las personas que huían del ataúd sería drásticamente difícil.
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#69
El Uchiha arrugó la nariz, asqueado, cuando Rokuro Hei abrió la boca, transmitiéndole no solo su explicación respecto a Takeshi sino también su mal aliento. Un aliento impregnado con el inconfundible olor a alcohol.

«Madre Amateratsu… ¿Casi muerto por el tacón de una mujer? Ya hay que tener mala suerte. Aunque bueno, al menos sobrevivió. Se debió desmayar o algo, porque yo lo vi quieto como una piedra. Parecía bien muerto el tipo»

Si me disculpas, muchacho...

El Uchiha asintió con un movimiento seco, como un señor feudal haría con su súbdito para darle permiso para retirarse. Ya que él le había tratado como un Don Nadie con un gesto vanidoso nada más verle, Datsue se tomaba su pequeña venganza particular. Tras su pequeño desquite, trató de reencontrarse con Akame y Aiko. Sin embargo, los había perdido de vista, y el mar de gente que los separaba no le ayudaba en su búsqueda. Cuando se quiso dar cuenta, Rokuro Hei ya estaba tocando…


… La muchedumbre se convirtió en meras sombras para su vista; las notas musicales, en una voz áspera, tan oxidada como un viejo hierro a la intemperie. Una voz que le acusaba, rencorosa.

Eras su socio —le decía—. Eras su socio y faltaste a tu promesa. Ahora ya no hay nada que hacer.

«Por tu culpa» añadía una vocecilla cruel en su cabeza, completando las palabras del viejo hombre. «Por tu culpa, por tu culpa, por tu culp… ¡PUM!»

Datsue dio un pequeño respingo, sobresaltado. ¿Qué había sido aquel último…?



¡PUM!

Poco a poco, como si hubiese sido cegado con una hikaridama y estuviese recobrando la visión, las sombras desapareciendo, dejando en su lugar figuras con forma y color. Todo eran caras de confusión, de incomprensión… y de miedo. Caras que miraban en una única dirección. «Pero, ¿qué cojones…?»

¡PUM!

Los dedos del muerto —y Datsue se había asegurado bien de ello— sobresalieron por la rendija del ataúd. Aquello fue el detonante. El pistoletazo de salida que provocó la estampida. El Uchiha se vio arrastrado, literalmente, por una corriente furiosa que solo buscaba concentrarse en un único punto: la puerta de salida.

Había empujones, codazos, insultos por hacerse con un mísero hueco y adelantar posición. Alguien cayó justo en frente de Datsue. Alguien que se vería muy pronto pisoteado y aplastado por una muchedumbre entrada en pánico, de no ser porque Datsue el Intrépido se encontraba allí…

… para ser el primero en pisotearle.

¡Sálvese quien pueda! —rugió, totalmente contagiado por el miedo del resto. Al diablo con quedar bien con Aiko, al diablo con su curiosidad y al diablo con su deber como shinobi. Él se iba de allí cagando leches.
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#70
En mitad del caos, Akame oyó los gritos de su compañera kunoichi y rápidamente dirigió su atención hacia donde ella le indicaba. En efecto, allí pudo ver al sicario que la noche anterior había rajado la garganta de Ishigami Takuya. «¿Se lleva al músico? ¿Por qué?».

No había mucho tiempo para preguntas. Alguien le empujó desde un lado y casi le hizo caer al suelo. La gente estaba en pánico y llovían empujones, patadas y codazos de todos lados. El Uchiha, rápido, trató de deshacerse de la multitud saltando directamente hacia la pared más cerca. Allí usó sus pies y su dominio del chakra para adherirse a la superficie de piedra del templo, y correr horizontalmente en dirección a la salida por la que acababa de salir el Cara de Rata.

Aiko, por su parte, se libró del engorro de la muchedumbre aterrorizada al deshacerse en un montón de papeles que avanzaron flotando por el aire. Además, consiguió colar una de sus mariposas en la ropa del criminal antes de que éste se diera a la fuga.

Datsue, por su parte, se dejó llevar por el pánico generalizado y corrió hacia la salida principal. Se llevó toda clase de empujones, pisotones e insultos, y tardó varios minutos en salir.

Fuera del templo, algunos asistentes huían aterrorizados, otros pedían auxilio y algunos curiosos que se habían acercado al lugar fueron a buscar a la guardia de la ciudad. No vería ni rastro de Aiko ni de Akame allí fuera, pero sí podría recordar cómo los había visto correr en dirección a una de las entradas laterales del templo, que daban a otras calles.




Shinobi y kunoichi corrieron por el callejón. Akame suspiró, decepcionado, cuando al salir ambos pudieron comprobar que la callejuela estaba desierta.

¡Otra vez! ¿¡Pero cómo demonios es posible, por todos los dioses!? —bufó, cabreado, el muchacho—. ¡Apenas lo hemos perdido de vista medio minuto! ¿Qué es, un fantasma?

Lo que Akame no sabía, y Aiko sí —gracias a su pequeña espía de origami—, era que no estaban persiguiendo a ningún fantasma. Aquel tipo era una rata, y como rata había huído por las alcantarillas, utilizando la entrada que había justo al final de aquel callejón. Cada vez se alejaba más, pero con ayuda de su mariposa Aiko sería capaz de localizarle.

Ahora la decisión era de ella. ¿Perseguir al tipo por todo el alcantarillado, o buscar a Datsue, organizarse y luego ir a donde quiera que se hubiese escondido?
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#71
La nube de papeles consiguió deslizarse entre las personas con algo mas de facilidad de lo que Akame podría arrastrar. Por suerte, éste tampoco perdió demasiado tiempo, y a base de usar la caminata vertical se adhirió a la pared e intentó seguir el ritmo. En mitad de la escaramuza, la chica consiguió ejecutar a la perfección su plan, una obra maestra que había improvisado de buenas a primeras, pero que sin duda no decepcionaba pese a la falta de tiempo para su planeamiento.

«¡Bien!»

Tanto acame como el torrente de papeles salieron casi a la par, persiguiendo por bien poco al tipo con cara de rata y al músico que había secuestrado. Sin embargo, al salir no vieron mas que sus propias sombras y una calle vacía. No parecía haber rastro alguno del tipo con cara de rata, y tampoco de la nueva víctima.

El chico blasfemó la situación, preguntándose como era posible eso. Apenas lo habían perdido de vista unos segundos, y ya no había ni rastro. Pero, lejos de enfadarse, la pelirroja sonrió. Tenía al tipo con cara de rata justo donde quería, delatando su posición y su posible guarida. No quedaba mas que bajar al alcantarillado y rescatar al músico. La chica, con una sonrisa de oreja a oreja, buscó a su alrededor, e irónicamente perdió lo que buscaba.

Datsue...

Diablos, ¿dónde demonios se ha metido ahora Datsue? Vayamos a por él... el hombre con cara de rata no tiene donde esconderse, lleva una de mis mariposas en sus ropas. —informó a Akame.

Sin demora, la chica se enzarzó a la carrera, mientras que su cuerpo se iba descomponiendo en un nuevo torrente de papeles. Ésta vez no desapareció por completo, tan solo hizo una gran señal de papeles —una columna de éstos— para indicar claramente cuál era su posición.

¡DATSUEEEEEEEE!

Comenzaría a buscar rápidamente a su otro compañero, seguramente con ayuda de Akame. Ahora podían perseguir al maldito tipo con cara de rata hasta el mismísimo infierno, o al menos hasta su maldita guarida. Fuere como fuere, el tiempo apremiaba, no era mas que cuestión de tiempo que el músico fuese una víctima mas...
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#72
Todo era un caos, una estampida de decenas de personas cuya única escapatoria era la pequeña entrada del templo, donde la gente se acumulaba y concentraba, presa del pánico, intentando hacerse un hueco donde no lo había para pasar. El Uchiha, arrastrado por tan fuerte marea, respondía a los empujones con más empujones, y a los insultos hacia su persona con insultos hacia la madre de quien se los obsequiaba.

Con más de un moratón en el cuerpo por los incontables codazos, el Uchiha escapó finalmente de aquella trampa humana. La luz del sol le recibió con alegría, tranquilizándole, diciéndole que todo estaba bien, que todo era normal…

… Pero no, nada estaba bien. Y mucho menos normal. Un muerto acababa de intentar salir de su tumba. Por supuesto que no estaba bien.

«Puto loco de los huevos… ¿Por qué no se muere de una vez y nos deja tranquilos? Dos veces lo he visto levantarse muerto, las dos mientras sonaba de fondo la música de...»

¡DATSUEEEEEEEE!

La voz de una chica en apuros le devolvió a la realidad. Alzó la mirada al cielo y vio una columna de mariposas elevándose tras el templo. Le había parecido ver cómo la joven kunoichi salía por una puerta lateral en medio de todo el caos, acompañada por el Profesional. Pero parecía que con un profesional no le bastaba. Ella necesitaba a Datsue, el Intrépido, y aquella era su oportunidad para ser el héroe y conquistar a la princesa. Solo había un problema…

… no se le daba bien ser el héroe. No, al menos, cuando el peligro era real.

«Vamos, Datsue, vamos… Solo es… un muerto andante, ¿eh? Has visto muchas pelis de eso. Una puñalada en la cabeza y asunto resuelto. Pero que no te muerda… Joder, que no te muerda o estamos perdidos.»

Rezando a todos los Dioses que conocía, el Uchiha se adentró de nuevo en el templo, y, más asustado que un Kusareño en combate, realizó el Sunshin no jutsu para alcanzar la otra puerta. Nada quería ver, ni nada saber, del muerto en su tumba. Una vez de vuelta al exterior, casi sin aire por el súbito gasto de chakra, localizó la columna de Aiko y corrió por el callejón que le conducía hasta ella.

¡Aiko! —exclamó, al encontrarla—. ¡No temas, Datsue el Intrépido ya está aquí! —rugió, hinchando el pecho, tras asegurarse que no había ningún peligro inminente. Luego desvió la mirada hacia Akame—. Estaba… Ejem, ayudando a esas pobres personas a salir del templo. De no haber estado ahí no me extrañaría que alguno hubiese muerto pisoteado por el resto, como casi le ocurrió al ayudante de Rokuro Hei.

»En fin —añadió, contada la milonga—, ¿cuál es la situación?
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#73
«¿Una de tus mariposas? ¿De modo que no sólo puedes mandar a tus mascotas de origami a que vigilen el cielo, sino que también puedes usarlas como puntos de rastreo? Por todos los dioses... Las habilidades de esta kunoichi son increíbles», pensó el Uchiha mientras se lamentaba de que Aiko perteneciese a Amegakure. ¡Qué útiles podrían ser sus técnicas para el Remolino! Akame nunca había visto nada semejante. «Y sin embargo anoche se te escaparon...»

Tanta confianza y tranquilidad tenía Aiko en sus mariposas, que incluso decidió dejar la persecución por el momento. El Uchiha enarcó una ceja, escéptico tras el fracaso de la noche anterior, pero decidió callarse. Al fin y al cabo, él estaba allí por el asunto del Muerto vivo, ¡y vaya si se encontraba satisfecho! Había visto, con sus propios ojos, como un tipo al que habían degollado la noche anterior intentaba levantarse de su propia tumba. «Una historia digna de ser contada, desde luego».

Siguió a la kunoichi de Ame, bordeando el templo, hasta encontrase con Datsue. Su compañero Uchiha parecía muy golpeado, su ropa estaba completamente arrugada y su respiración acelerada. Akame se acercó, poniéndole una mano sobre el hombro izquierdo.

¡Vaya, Datsue-kun, era cierto! ¡Un muerto no-muerto! —exclamó el Uchiha, jovial—. Había oído muchas historias y cuentos sobre esto, ¡pero nunca lo había visto con mis propios ojos! ¿Cómo puede ser? —añadió después, llevándose la mano al mentón con gesto pensativo.

Parecía que el hecho de que aquel sicario con aspecto de roedor se les hubiese vuelto a escapar —esta vez, llevándose a un civil consigo— no importaba en absoluto a Akame.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#74
Para cuando la chica intentaba alcanzar a encontrar al shinobi descarriado, la chica comenzó a tramar ciertas ideas que sobrevolaban por su cabeza con cierta liviana y fugaz frecuencia. Por mas que lo pensaba, empezaba a ver parte de lo que sucedía, o de lo que ella entendía que sucedía. Casi cuando iba a sacar una deliberada hipótesis, Datsue les encontró. Alegó que no tenía ya nada que temer, pues "Datsue el intrépido" había llegado. Se disculpó, pues según decía se había limitado a evitar que las personas allí presentes aplastasen y pisoteasen a las más débiles, como había pasado en el concierto la anterior noche. Sin mas, preguntó cual era la situación.

Akame, alucinando por la secuencia de película de zombies que había vivido, no pudo sacar otro tema de conversación que no fuese ese mismo. Pero, lejos de distraer a la chica, sus palabras no hicieron mas que labrar más la hipótesis que barajaba. ¿Cómo había sido posible que el muerto se moviese?

La cosa no era el cómo lo había hecho, si no el porqué. Esa era la verdadera pregunta, no la que rondaba la cabeza del chico. Sus gestos habían comenzado cuando la música estaba en su clímax, y el hombre con cara de rata lo había secuestrado... esas cosas debían de estar relacionadas, no podían ser sucesos tan aleatorios, ni por asomo.

Akame... ¿te diste cuenta de que el muerto solo respondió cuando la música sonaba? El músico tiene algo que ver, y ha sido el objetivo del hombre de rata, que en ésta ocasión lo ha secuestrado, no matado. —lanzó su hipótesis al chico. —¿No crees que es demasiada casualidad?

La chica miró a Datsue, mientras que su pilar de papeles iba desapareciendo poco a poco. Sin embargo, no todos, un papel se posó en su mano diestra, y tomó la forma de una de sus mariposas.

Por suerte, Datsue, logré que una de éstas se acoplara a sus ropas, y ahora mismo podría seguirlo hasta el fin del mundo. No tiene sitio donde esconderse. —afirmó, totalmente convencida.

»Lo único malo es... que me voy a terminar de estropear el kimono... Cara de rata se ha metido por las alcantarillas, su cara no hace mala fama a sus acciones...
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#75
¡Vaya, Datsue-kun, era cierto! ¡Un muerto no-muerto! Había oído muchas historias y cuentos sobre esto, ¡pero nunca lo había visto con mis propios ojos! ¿Cómo puede ser?

Joder, ¡te lo dije! —exclamó, en respuesta a Akame—. Te dije que se había levantado, tío. ¡Y ahora una segunda vez! Es como si Izanami no le dejase entrar en el Yomi, joder…

Aiko, por su parte, tenía otra teoría. Una mucho más verosímil, aunque no por ella menos fantasiosa. Aseguraba, con convicción, que Rokuro Hei tenía mucho que ver con todo aquel entuerto. Que su música era la responsable. «Por Shiona, chiquilla. Serás un encanto de chica y todo eso, pero lo tuyo no es pensar. Esa es la mayor tontería que he oído en mi…»

¡Joder, tienes razón! —exclamó de pronto. La música había seguido sonando tras el asesinato, y había sido ahí cuando el muerto se había levantado por primera vez. En esta segunda ocasión, el vínculo estaba todavía más claro. «¿¡Cómo no se me había ocurrido!?»

Por suerte, Datsue, logré que una de éstas se acoplara a sus ropas, y ahora mismo podría seguirlo hasta el fin del mundo. No tiene sitio donde esconderse.

Oh, pues qué bien… —no lo dijo muy entusiasmado. ¿Por qué razón en el mundo se iba él a jugar el pellejo persiguiendo a un loco sicario? «Dinero», pensó rápidamente. Pero allí no había mayor recompensa que la de saciar su curiosidad sobre aquel creciente misterio. No era suficiente…

Lo único malo es... que me voy a terminar de estropear el kimono... Cara de rata se ha metido por las alcantarillas, su cara no hace mala fama a sus acciones...

Estropear tu… —el Uchiha no pudo evitar pasear su mirada sobre la esbelta figura de la kunoichi, y rápidamente un rubor subió hasta sus mejillas—. ¡P-pues es una verdadera lástima! ¡Porque es un kimono muy bonito, ya lo creo yo que sí! Pero estamos hablando de un asesino… y de hacer justicia, ¿no? Es un sacrificio que todos debemos hacer… Sí… ¡A-adelante, Aiko! ¡Guíanos hasta Cara de Rata! ¡Yo te cubro las espaldas! —afirmó, dándose un puñetazo en el pecho con rabia.

«Jodeeeer... Me voy a arrepentir de esto, tío. Me voy a arrepentir de esto. Creo que ya lo estoy haciendo, me cago en Kusagakure…»
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