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Claramente Kaido había sufrido uno de esos llamados traumas de casi-morirse. Suceden cuando (ya veréis, os va a sorprender) casi te mueres y despiertas en la camilla de un hospital, con una fuerte luz blanca apuntándote en la cara. Crees que la luz es esa luz típica al final del túnel, pero sólo es la lámpara del techo. Claro que aquí no había lámparas, sino un gorila blanco enorme que reflejaba la luz como la nieve. Y tampoco un hospital. Era una estancia enorme, un iglú dentro de la montaña con un carámbano gigantesco colgando allá en el fondo.
—No, no estamos muertos. Esto es el final de la Senda, mira allí, ¿lo ves? El carámbano. —Señaló en su dirección—. Hibagon-san me salvó la vida. Pero claro, ahora quiere... Algo a cambio.
—NO, NO. Yo salvar vida gente buena siempre. Yo querer algo porque sí.
—Pero no me dejas salir hasta que te lo de. Así que en realidad...
—YO YA EXPLICAR. SI YO DEJAR IR SEÑOR PELOPINCHO, PELOPINCHO NO VOLVER. Y ENTONCES HIBAGON NO COMER PIZZA.
—Pues eso, que quiere una pizza.
—No tocar carámbano, Señor Azul. Yo quedar así después tocar carámbano. Yo ser samurái respetado antes. Yo quedar así. Chakra natural.
—No sé qué será eso del chakra natural, pero yo le hago caso.
—Yo aquí para evitar gente tocar carámbano. Yo bueno. Ahora, tú traer cosas pizza. Tú traer harina, tú traer tomate, JA-MÓN, queso y aceite. Y algo hacer fuego.
Daruu se encogió de hombros mirando a su compañero.
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—No, no estamos muertos. Esto es el final de la Senda, mira allí, ¿lo ves? El carámbano. —y allí a donde señalaba el ojos blancos estaba el famoso carámbano, tan helado como enorme; colgando en el fondo de la caverna —. Hibagon-san me salvó la vida. Pero claro, ahora quiere... Algo a cambio.
Allí Kaido se permitió dar un buen vistazo a su alrededor, por primera vez desde que hubo despertado. Estaban dentro de un iglú cuyo interior era irónicamente cálido. Esa misma calidez le había salvado la vida, y quien le habría llevado hasta ahí tendría que haber sido, desde luego, Hibagon-san. El héroe de la Senda, que no permitió que dos jóvenes genin perdieran la vida de manera tan fatídica ese día.
—YO YA EXPLICAR. SI YO DEJAR IR SEÑOR PELOPINCHO, PELOPINCHO NO VOLVER. Y ENTONCES HIBAGON NO COMER PIZZA.
—Pues eso, que quiere una pizza.
—¿Una... pizza?
—No tocar carámbano, Señor Azul. Yo quedar así después tocar carámbano. Yo ser samurái respetado antes. Yo quedar así. Chakra natural.
—No sé qué será eso del chakra natural, pero yo le hago caso.
—Está bien, está bien, te creo. Ya esta senda me ha intentado matar tres veces, prefiero hacerle caso al yque samurai.
—Yo aquí para evitar gente tocar carámbano. Yo bueno. Ahora, tú traer cosas pizza. Tú traer harina, tú traer tomate, JA-MÓN, queso y aceite. Y algo hacer fuego.
Kaido se levantó, y se llevó la mano al pecho.
—Ok, yo traer cosas para pizza, tú guiarme hasta la jodida salida. También yo traer anchoas, quedan muy buenas en pizza, ¿vale? —el pez se volteó hasta donde Daruu y le susurró—. ¿quieres que traiga a alguien más?
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—No anchoa. Anchoa salada, anchoa asquerosa. Tú no traer anchoa para pizza o PAM PAM en el coco.
—En eso él y yo estamos de acuerdo. Odio el pescado —asintió Daruu. Echó un rápido vistazo de arriba a abajo a Kaido—. Sin ánimo de ofender, claro.
—¿Quieres que traiga a alguien más? —le susurró Kaido.
—É'. NO SUSURRO. O PAM PAM EN EL COCO.
—Jejeje... Esto... Hibagon-san, ¿por que no ayudas a Kaido a salir de la montaña? Estoy seguro de que...
—Claro. Yo enseñar salida rápido.
Hibagon agarró a Kaido en volandas. Daruu estuvo a punto de decir algo, pero el gorila tenía una de esas miradas de alguien que acaba de decidir algo y no parará hasta que lo cumpla.
—Señor azul venir. Yo enseñar camino rápido.
Y se lo llevó por el túnel.
A pesar de que Hibagon podría, sin lugar a dudas, hacerle pam pam en el coco, lo cierto es que la forma en la que acurrucaba a Kaido en el brazo era como si sus huesos estuvieran hechos de cristal y tuviera miedo de romperlo. Además, el pelaje le resguardaba del frío, que sin duda sí notó nada más abandonar la estancia.
Unos minutos después, se encontraban al lado del puente derruido.
—Camino rápido —Aseguró Hibagon sin titubear. Mantenía agarrado a Kaido con todas sus fuerzas—. Cuando tú volver con cosas pizza, tú gritar en la entrada nombre Hibagon. Hibagon bajar a por ti. Subo rápido.
Lo alzó en volandas, sujetándolo con las dos manos.
—Tú mejor cerrar ojos y tapar nariz.
Hibagon lanzó a Kaido por los aires a una velocidad tremenda. El tiburón trazó un arco por los aires a toda velocidad y descendió rápidamente cientos de metros después...
CHOF.
En algún lugar de Hokutomori, Kaido aterrizó dando un zambombazo en un lago.
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Sin anchoas, le había quedado muy claro.
—Jejeje... Esto... Hibagon-san, ¿por que no ayudas a Kaido a salir de la montaña? Estoy seguro de que...
—Claro. Yo enseñar salida rápido.
—Coño, excelente. Un atajo. ¿Por dónde es?
Déjenme contarles de qué se trataba esa salida rápida. Y es que Hibagon-san no tardó ni medio segundo en coger a Kaido por el pescuezo y levantarle del suelo sin apenas esfuerzo, zarandeando al pobre escualo como si de un muñeco de trapo se tratase. Entre quejidos y súplicas, el gyojin terminó cubierto por el frondoso pelaje del Yeti japonés, aunque sus manos apuntarían directamente hacia Daruu, que no hizo más que observar atónito todo el proceso.
—Oye, espera, Hibagon. ¡Ey, qué haces, Hibagon! ¡Daruu, Daruuuuuuuuuuuu!
Sus gritos ahogados se perdieron tras salir del túnel.
Entre pasos retumbantes, el inmenso gorila de cinco metros llevó a cuestas a Kaido hasta el puente partido. Lo alzó por sobre su cabeza como una pelota de recreación y apuntó, sin clemencia, hacia el vacío. Un vacío al que Hibagon-san llamaba el "Camino rápido".
—Camino rápido —mientras trataba de explicar aquello, Kaido no hacía más que zarandearse con desespero
para intentar zafarse del agarre de Hibagon, sin éxito alguno—. Cuando tú volver con cosas pizza, tú gritar en la entrada nombre Hibagon. Hibagon bajar a por ti. Subo rápido.
—Hibagon, no, tú estar demente Hibagon. ¡Es un puto acantilado, coño, que me voy a matar cuando toque el fondo!
—Tú mejor cerrar ojos y tapar nariz.
Apenas le dio tiempo para responder cuando ya Hibagon le había tirado por los aires, haciéndole atravesar el viento como un cóndor. Kaido gritó hasta el punto en el que creyó haberse desgarrado la garganta, pero nadie pudo escucharle allá en lo más alto de la helada Cordillera de los Dojos, que fue testigo de una caída que para Kaido habría durado siglos y siglos.
Finalmente, quién sabe después de cuanto tiempo, el gyojin alcanzó al suelo. O el agua, pues su cuerpo se sumergió en ella y generó un estallido por sobre el lago que desde luego llamaría la atención de quienes se encontrasen meditando allí en el interior de Hokutomori.
Abandonar Hokutomori fue todo un desafío. Muchos se habrían preguntado cómo un pescado cayó del cielo, y por qué. Pero Hibagon había sido muy claro: quería ingredientes para pizza, no ayuda del exterior. Parecía haber aceptado su condición causada por ese supuesto chakra natural, y respondía sólo a uno de los impulsos más primitivos del hombre, y ese era el hambre.
Sendoshi fue su siguiente destino. Era el pueblo principal de los Dojos, por lo que le sería muy sencillo adquirir todo lo necesario para la elaboración de la pizza. De hecho, en un mismo sitio logró conseguir el aceite, el jamón y el queso. La harina sí que le tomó otra media hora, o más. Después fue a por el tomate, y finalmente, por una bolsa de carbón, o leña seca empaquetada.
Temía más que no pudieran encender el fuego allá arriba que por la pizza misma.
¡HIIIIIIIIIIIBAAAAAAAAAAAAAGOOOOOOOOOOOOONNNNN - SAAAAAAAAAAN
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14/08/2017, 18:39
(Última modificación: 14/08/2017, 21:24 por Amedama Daruu.)
Al cabo de un rato, Hibagon volvió. Tenía la sonrisa en el rostro de quien acaba de ser muy inteligente, claro, según uno mismo. Daruu miró temeroso al gorila cuando éste tomó asiento y le hizo despegar el culo y flotar en el aire dos segundos, antes de caer de nuevo por su propio peso sobre el suelo de piedra.
—Esto... Hibagon-san —dijo con cuidado.
—¿Sí, Señor Pelopincho-kun?
—Ese camino rápido del que hablaste... ¿de qué se trataba?
—Yo tirar Señor Azul por montaña. Así bajar rápido.
El corazón de Daruu bombeaba a toda velocidad. «Oh, no. Oh, dios mío. Ha tirado a Kaido por la cordillera. ¡Lo ha matado!»
—Tú tener cara susto. Tú tranquilo. Haber lago abajo. Señor Azul bien. Sólo un poco mareado.
Daruu tragó saliva, y rezó por que Kaido no hubiera aterrizado en otro punto, exactamente unos metros por delante, donde no había agua sino sólo la fría tierra. Se llevó las manos detrás de la cabeza y se tumbó, cerrando los ojos y cerrándose de cualquier forma a la realidad. «Ojalá sea cierto. Ojalá Kaido esté bien. Ojalá vuelva con los ingredientes, o moriré aquí dentro...»
No supo cuánto tiempo había pasado, pero Hibagon se puso de pie de golpe, atento a algo que parecía haber oído. Y con ello, hizo temblar toda la caverna, de modo que Daruu volvió a elevarse por los aires y a golpearse con la cabeza en el suelo.
—Ay, ay, ay... Hibagon-san, ¿es... es el Señor Azul?
—Ahora comprobar. Tú estar aquí. O yo buscar y...
—¿Pam pam en el coco?
—Tú caer bien. Sólo pam. Ahora volver, tú quieto.
Y se fue corriendo de nuevo por el túnel.
«No ha cerrado la entrada, claro que... Me ha dicho que le caigo bien. ¿Y ahora qué hago?», meditó unos instantes. «No. Seguro que antes de escapar me encuentra y... pam en el coco.»
«Además, probablemente obligaría a Kaido a quedarse en la cueva y prepararle la pizza. Y no confío que sepa hacerlo.»
Abajo, en la entrada de la cueva, Hibagon aterrizó con un sonoro PRRRRRRROM, sin hacerse ni un rasguño, pero derribando a Kaido. Se dio la vuelta y se señaló la espalda.
—Señor Azul coger cosas y agarrar fuerte a espalda. Viaje movidito.
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14/08/2017, 19:10
(Última modificación: 14/08/2017, 19:17 por Umikiba Kaido.)
Su llamado habría llegado hasta el tope de la cordillera, aunque bien haría en preguntarse cómo haría el Yeti para escucharle a tanta distancia. Pero, como todo aquello venía siendo tan surrealista; ya todo le parecía posible.
Y así lo certificó cuando de los cielos cayó aquella mole blanquecina, retumbando el suelo y haciéndole tambalear al escualo. Hibagon-san le dio la espalda al escualo, se la señaló, y dijo:
—Señor Azul coger cosas y agarrar fuerte a espalda. Viaje movidito.
—No me digas...
Suspiró, e hizo lo propio. Ajustó cada bolsa entre sí y se amarró el último nudo a la muñeca. Luego, saltó sobre la espalda de Hibagon y se aguantó de su cogote, apretándole con todas sus fuerzas.
«¡Es un águila! no, es un cóndor. ¡No, es Hibagon-san y el tiburón!» —y de nuevo, el ritual. Cerró sus ojos, trancó sus fosas nasales y dejó que el rey de la Cordillera le llevase, de nuevo, hacia lo más alto de la montaña.
Al final de la Senda del Carámbano.
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14/08/2017, 20:00
(Última modificación: 14/08/2017, 21:24 por Amedama Daruu.)
Kaido ató bien las bolsas, que pesaban considerablemente —no en vano había comprado ingredientes para satisfacer el hambre de un gorila blanco, peludo y gigantesco— y saltó sobre la espalda de Hibagon.
—¿Listo? Bien. Hibagon saltar.
FUOOOSSSSH. Hibagon flexionó unas piernas, y un instante después, los dos surcaban el cielo hacia arriba. Pronto dejaron atrás el puente partido y siguieron subiendo un poco más, y un poco más, hasta casi la cima... Y allá, en un remoto corte en la montaña, la bestia aterrizó. Pero no soltó a Kaido.
—Siempre aterrizar aquí porque Hibagon ser bruto y no poder controlarse —dijo Hibagon—. Ahora tenemos que bajar.
Dicho esto, no esperó ni un instante más para dar otro bote, esta vez hacia abajo, y aterrizar al lado de la salida del puente roto. A Kaido se le removieron los sesos. Si la harina se hubiera mezclado con agua, probablemente la masa se habría amasado ella solita del meneo. Hibagon corrió por el túnel.
Daruu estaba de pie frente al horno, pensando en un nuevo dilema que no habían considerado hasta el momento.
La caverna vibró. Daruu se dio la vuelta.
Allá estaba Hibagon, con una sonrisa enorme. Con un ademán de los brazos, se sacudió a Kaido de encima y lo estampó en el suelo. «Oh, dios, eso ha debido de doler». Las bolsas trazaron un arco en el aire y aterrizaron en sus brazos. Daruu quedó sepultado por ellas.
—Dios mío, Kaido... Has traído... Una cantidad industrial...
—Vosotros hacer pizza.
—Verás, Hibagon-san, hay un problema...
—Tú caer bien, pero poder dejAR DE CAER BIEN PRONTO Y PAM PAM PAM EN EL COCO E'.
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14/08/2017, 20:18
(Última modificación: 14/08/2017, 20:19 por Umikiba Kaido.)
—¿Listo? Bien. Hibagon saltar.
Una única flexión y un único impulso bastó como para que la pesada bestia y su copiloto rompiesen el aire por sobre sus cabezas y ascendiesen a por los cielos, y Kaido creyó por un momento —pasado ya el jodido puente— que seguirían así hasta llegar, posiblemente, a los linderos de la luna.
Por suerte o desgracia, Hibagon calzó en la cima de la cordillera, mucho más arriba de lo pensado. Luego miró abajo.
—Siempre aterrizar aquí porque Hibagon ser bruto y no poder controlarse. Ahora tenemos que bajar.
No había opción a reproche. Un mareado Kaido intentó sujetarse más fuerte, mientras Hibagon volvía a descender en un último salto. Cayó luego al otro extremo del puente partido, y avanzó; hasta superar el túnel e introducirse nuevamente en el iglú.
Cuando el Yeti le atizó en el suelo, Kaido se convirtió en una especie de masa gelatinosa y acuosa. Sus ojos eran dos torbellinos, arremolinados, que incluso le habrían podido identificar como shinobi de Uzushio.
—Dios mío, Kaido... Has traído... Una cantidad industrial...
—Vosotros hacer pizza.
—Verás, Hibagon-san, hay un problema...
—¿Y ahora qué? no me digas que tengo que bajar de nuevo. Caída, acantilado... ¡puagh!
Acto seguido, potó.
—Tú caer bien, pero poder dejAR DE CAER BIEN PRONTO Y PAM PAM PAM EN EL COCO E`
—Por Ame no Kami, hazle la pizza.
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El gorila, enfurecido, gritó mientras se aporreaba el pecho con los puños.
—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH. TÚ LIMPIAR POTA, SEÑOR AZUL, O PAM PAM PAM PAM PAM PAM PAM PAM EN EL COCO.
Daruu se escabulló hacia atrás, temeroso. La forma física de Kaido todavía no se había recompuesto.
—Hi-Hibagon-san. ¿Puedes quitarte de ahí? Yo... Voy a ayudar a limpiarlo...
—HOMBRE MALO POTAR EN CUEVA DE HIBAGON. HIBAGON HACER PAM PAM.
Daruu se apresuró a hacer unos sellos.
—Kaido, será mejor que te quites de ahí —dijo, e inmediatamente después arrojó un Mizurappa que se llevó el vómito de Kaido por el túnel. O al menos, lo disolvió. Hibagon pareció tranquilizarse un poco.
»¡Hibagon-san! Tienes que comprender que el Señor Azul solo intenta ayudarte. Por favor, sé comprensivo con nosotros. Además, si le haces pam pam, yo no te hago la pizza.
—Entonces pam pam tú.
—Entonces no hay pizza.
Hibagon pareció reflexionar, muy quieto, con su diminuto cerebro funcionando a toda velocidad.
—Vale. Pues hacer pizza ya. Venga.
—Como te iba diciendo, Hibagon-san, hay un pequeño problema —dijo—. Yo te puedo enseñar a hacer la pizza, pero la vas a tener que amasar tú. Con estas manos tan pequeñas no podría amasar una cantidad tan grande para ti, ¿entiendes?
—PERO YO NO SABER. YO HACER LA PIZZA MAL.
—Es muy sencillo. Sólo tendrás que seguir mis instrucciones. ¿Vale?
Hibagon asintió.
—Bien, Kaido. Arroja toda la harina ahí —dijo, señalando un lugar lejos del charco de agua y del vómito—. Luego, quiero que me ayudes a echar el aceite por encima, y le echaremos agua con un Mizurappa. Será más rápido que esperar que Hibagon-san consiga sacar agua líquida de por aquí...
—BIEEEN. Hacer pizza.
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El pam pam en el coco era lo que menos le preocupaba. Ahora tenía que luchar con un mareo terrible y con sus tripas alborotadas, que luchaban por mantener el poco desayuno que aún no había botado. Por suerte, Daruu parecía haberle cogido la mínima a Hibagon, a tal punto de que en un intercambio de amenazas, pam pam por aquí, y te quedas sin pizza por allá; ambos llegaron a un acuerdo. El Yeti cedió, y escuchó a las demandas de su chef personal.
—Como te iba diciendo, Hibagon-san, hay un pequeño problema —dijo—. Yo te puedo enseñar a hacer la pizza, pero la vas a tener que amasar tú. Con estas manos tan pequeñas no podría amasar una cantidad tan grande para ti, ¿entiendes?
—PERO YO NO SABER. YO HACER LA PIZZA MAL.
—Es muy sencillo. Sólo tendrás que seguir mis instrucciones. ¿Vale?
Para entonces Kaido había recobrado la compostura, y el color también. Volvió a ser tan azul como antes y su cuerpo se transformó nuevamente en carne y hueso. Luego, atendió a las instrucciones de Daruu y cogió los sendos paquetes de harina, vertiéndolos uno a uno en el lugar que Amedama pidió. Cuando hubiese una montaña absurda de la misma aguardaría a que Daruu comenzara a verter el aceite, y él copiaría lo que estaba haciendo.
—Ok, ahora el Mizurappa. A la de 1, a la de 2; a la de...
Formuló los sellos, infló el pecho; y dejó que la riada de agua saliera en dirección a la masa.
«¡Suiton: Mizurappa!»
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Kaido y Daruu extendieron el aceite por la harina, después de que el pez la arrojase al suelo, de la manera más uniformemente posible. Cuando hubieron terminado, Daruu se fue con Hibagon y señaló el montón de harina.
—Bien, Hibagon. Atiende. Ahora ponte ahí.
—¿Donde la harina?
—Exacto, donde la harina.
Había meditado durante un rato sobre cómo iba a explicarle a Hibagon como amasar una masa. Quizás no fuese la forma más óptima de hacerlo, pero seguro que lo comprendía...
—Ok, ahora el Mizurappa. A la de 1, a la de 2; a la de...
—¡Ahora, Hibagon! ¡Hazle pam pam en el coco a la harina!
Los dos genin infundieron la masa con harina, que empezó a apegotonarse. Hibagon lo miró, torció la cabeza interrogante durante unos segundos, y luego comprendió. Asintió, y en silencio, levantó los puños.
—HACER PAM PAM EN COCO.
Y empezó a golpear la harina. La golpeó y la golpeó con una furia increíble, tanto que la caverna se movía. La harina se pegaba en los puños gracias al agua e iba formando dos pegotes que, poco a poco, y como si el gorila fuese una panificadora gigantesca y asesina, se fueron entremezclando para formar una masa más consistente...
Nivel: 28
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Daruu era un tipo muy inteligente. No sólo se había ganado la confianza de una bestia antaña con pocos vestigios de humanidad, sino que le había pillado el toque a su vocabulario primitivo. ¿Qué mejor forma de hacerle entender el cómo tendría que convertir el gran montón de harina en masa sino con la única frase que había estado repitiendo una y otra vez durante toda la travesía?
Y efectivamente, Hibagon golpeteó aquel cúmulo de ingredientes como si no hubiese mañana. Fuerte como una aplanadora, dándole pam pam a los grumos de harina.
Más pronto que tarde, Hibagon habría "hecho" una de las masas más consistentes que alguien haya visto alguna vez. Y Kaido, como en ocasiones un buen hombre de negocios; comentó:
—Podríamos abrir una pizzería aquí arriba, Daruu. Nada mejor que un buen slice calentito para los que van cruzando la senda —sonrió, como si se tratase de una broma. No quería que Hibagon quisiera de pronto convertirlo a él en anchoas y echárselo a la pizza—. y bien: ¿ahora qué?
Los ingredientes, supuso él. Pero Daruu era el experto, así que tendría que esperar a sus indicaciones. Sin embargo, lo que más le preocupaba era el cómo iba a hornear semejante molde de masa. ¿Habría pensado el ojos blancos en ello?
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Pam, pam, pam, pam, pam en el coco que le daba Hibagon a la masa. Y entre los golpes y la excitación del mono gigante, al fin Kaido y Daruu pudieron hablar con algo más de libertad, sus voces amortiguadas por el martilleo constante de la bestia.
—Podríamos abrir una pizzería aquí arriba, Daruu. Nada mejor que un buen slice calentito para los que van cruzando la senda. Y bien: ¿ahora qué?
—Calla, calla. Que nos va a oír y se va a pensar que lo dices en serio, igual se ilusiona y entonces sí que estamos jodidos.
»Ahora deberíamos conseguir que pare de darle pam pam en el coco a la masa. Ya está suficientemente compacta. ¡Hibagon-san, no más pam pam! ¡¡NO MÁS PAM PAM!!
Hibagon detuvo poco a poco el golpeteo, como si su cerebro tardara varios segundos en procesar la orden.
—Ahora tienes que ponerla encima del horno. Luego le haces pam pam en el coco otra vez hasta hacerla un disco... Hasta hacerla PLANA —indicó, después de que Hibagon torciese el gesto sin entender—. Entonces ponemos la leña debajo, y... Bueno, tendrás que apañártelas para hacer fuego.
—Yo saber Katon.
—¿En... serio? —Esta vez fue Daruu el que torció el gesto, incrédulo.
—Oh, sí. Yo ser samurái en otra vida, pero aprender un par de trucos. Hibagon saber Katon. Muy pequeñito, pero Katon.
Daruu se encogió de hombros. Señaló al horno.
—Muy bien, pues... puedes empezar.
Hibagon cogió la masa, la hizo una pelota gigantesca y se acercó al gigantesco horno que, sin duda, pensó Daruu, estaría construído a base de pam pam en el coco sobre piedras enormes y una gran cantidad de sueños infantiles de gorila con chakra natural. Puso la pelota allá y le dio un buen pam que la convirtió en un disco muy fino. Luego, colocó la leña debajo.
—Y ahora, Katon de Hibagon.
El abominable hombre de la Senda respiró aire y exhaló una pequeña llamita que, sin embargo, fue suficiente para prender los leños.
—¿Y ahora?
—Y ahora echamos los ingredientes y el tomate, y a esperar.
Daruu y Kaido esparcieron bien los ingredientes. No pasó mucho rato hasta que aquél disco blanco se volvió doradito y empezó a desprender un olor delicioso.
—Jo, Hibagon. ¡Qué bien nos está quedando la pizza!
—Sí. Gracias por hacer pizza para Hibagon. Creo que Hibagon comer a partir de aquí. Vosotros ir.
—Pero... Creía que íbamos a compartirla... —Vale, sí, Daruu tenía muchas ganas de irse de allí arriba, pero ahora que ya habían llegado hasta el final, aquella pizza olía que te cagas, y honestamente le rugían las tripas.
—Mmh. ¿Dar pam pam en el coco y echar? ¿O dar pizza? —Hibagon caviló unos instantes, y Daruu fue retrocediendo hasta la entrada del túnel, sin dejar de clavar la vista en él—. ¡Ya sé! Gente buena ayudar. Por eso, yo comer pizza con Señor Pelopincho y Señor Azul. Pero pequeñito trozo eh.
Pasado un tiempo la pizza estaba lista y Daruu instó a que Hibagon la sacara de allí. Iba a sugerir buscar alguna herramienta para cortarla, o sacar incluso sus propios kunais, pero con su peculiar filosofía, Hibagon colocó su mano en vertical y le dio unos buenos pam pam en el coco a la pizza, dividiéndola en trozos irregulares, pero asequibles, más o menos del tamaño de una pizza hecha para un humano.
—Ahora comed un trozo, pero sólo un trozo. Si coger más trozos, yo dar un PAM por cada trozo que coger de más.
—Cla... claro... —dijo Daruu, quien se sirvió un trozo, e incómodo, empezó a saciar su hambre.
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—Calla, calla. Que nos va a oír y se va a pensar que lo dices en serio, igual se ilusiona y entonces sí que estamos jodidos.
—Mierda, cierto... mejor me callo, sí.
»Ahora deberíamos conseguir que pare de darle pam pam en el coco a la masa. Ya está suficientemente compacta. ¡Hibagon-san, no más pam pam! ¡¡NO MÁS PAM PAM!!
Hibagon se detuvo. Y cuando lo hizo, Daruu trató de explicarla el siguiente proceso: primero tendría que coger la masa, insertarla en el horno improvisado que Kaido no había visto hasta entonces, aplanarla como un disco, y dejarla ahí hasta que pudieran prender el fuego. El problema era que no tenían como.
Sin embargo, el que hubo sido alguna vez un samurai tenía un truco bajo la manga. Algo que habría aprendido durante su otra vida, antes de caer en la tentación de tocar aquel misterioso carámbano cargado de energía natural. Antes del incesante pelo blanco, antes de convertirse en una criatura mítica que gobernaba las altas cavernas de hielo del Valle de los Dojos; Hibagon había aprendido una técnica de Katon.
Y así pues, de su boca habría salido una pequeña llama, aunque suficiente para el cometido. Le leña cogió chispa y se envolvió en fuego, que empezaba a comer las primeras capas de madera.
—¿Y ahora?
—Y ahora echamos los ingredientes y el tomate, y a esperar.
Comandado por Daruu el chef, Kaido repartió los picadillos de ingredientes por su lado de la pizza, y luego se motivó a aguardar pacientemente a un lado de la cueva hasta que la masa estuviera lista. El delicioso olor no tardó en inundar el iglú, y Hibagon estuvo dispuesto a empezar a comer sin miramientos. Tanto que quiso despedir a los jóvenes genin, que ya no le eran de ninguna utilidad.
Daruu, sin embargo, quería probar su creación. Kaido también, desde luego, pero no iba a ganarse un Pam pam en el coco sólo por un mísero pedazo de pizza. El Yeti se lo pensó, no obstante, y argumentó que podrían coger sólo un pequeño trozo. Sino...
A regañadientes, Kaido cogió un pedazo pequeño, pero bien cargadito de jamón. Fue el primero en meterle un mordisco.
—¿A Hibagon gustarle pizza?
Nivel: 34
Exp: 152 puntos
Dinero: 2240 ryō
· Fue 40
· Pod 100
· Res 60
· Int 60
· Agu 80
· Car 40
· Agi 60
· Vol 60
· Des 100
· Per 80
—Esta ser mejor pizza Hibagon comer nunca —dijo Hibagon.
«El horno de piedra le da buen sabor, pero no nos hemos acordado de la sal. Menos mal que parece tener el gusto trastocado...»
—Vosotros. Amigos.
Aquél "Vosotros. Amigos." pilló muy de improvisto a Daruu, quien quedó prácticamente paralizado a medio masticar su trozo de pizza. Hasta ahora, no había sentido ni una pizca de cariño por aquél ser, pero si se paraba a pensarlo, el pobre había estado sólo durante años. Además, sólo quería pizza. Bueno, es cierto, estaba obligándoles a hacerle una pizza y tenía muy mal genio, pero seguía siendo cierto que aquella bestia había sido un hombre y ahora estaba totalmente solo. Era casi imposible sentir algo de pena.
—Gracias, Hibagon-san. —Al final, eso es todo lo que Daruu pudo decir, en voz queda, antes de seguir devorando aquella pizza sosa que ahora sabía a ilusiones y también un poco a tristeza.
Cuando hubieron terminado —Hibagon incluído, el bicho comía rápido—, Daruu se levantó y procuró poner toda la precaución del mundo en su voz cuando dijo:
—Ahora, Hibagon-san... ¿Podemos... marcharnos?
—Amigos poder marchar y venir a ver a Hibagon cuando quieran. Pero si venir traer ingredientes pizza. Yo ya saber cocinar. ¡Señor Pelopincho enseñar bien!
Daruu rio nerviosamente.
—Bueno, gracias, y... Bueno, ya nos vamos, esto... Pero en ese túnel hace frío. No tendrás alguna manta o...
—NO DECIR DOS VECES. HIBAGON LLEVAR SEÑORES POR CAMINO RÁPIDO.
—¡NOOOOOOO!
El Yeti los cogió como dos botijos y los alzó en el aire como si fueran plumas. Echó a correr a toda velocidad a través del túnel. Un frío invernal les golpeó en el rostro cuando salieron. Pero el trayecto no duraría demasiado. Eso no le tranquilizaba.
—¡No, Hibagon, de verdad, no hace falta que...!
—HIBAGON SIEMPRE AYUDAR AMIGOS.
En unos segundos estaban frente al puente derruído. Hibagón los alzó.
—VISITAR HIBAGON. O QUIZÁS HIBAGON VISITAR AMIGOS. ¿DONDE VIVIR?
—¿En... Amegakure? —Se sintió estúpido al decirle a Hibagon dónde vivía, como si aquella bestia fuese capaz de recorrer varios países sólo para ir a visitarlos.
—ESTÁ BIEN. UN DÍA VENIR VOSOTROS. OTRO DÍA IR YO. ADIÓOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS...
En un lago de Hokutomori, dos ninjas de Amegakure dieron un fuerte bombazo en las aguas de un lago.
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