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La punta de la Uchigatana dejaría de amenazarle, la fémina además agacharía ligeramente la mirada y llegaría a murmurar algo. Algo que Mogura llegaría a percibir de una forma, pero que no tardaría en descartar.
La mujer les daría la espalda y comenzaría a llevar sus pasos en una dirección.
«¿No va a decirnos nada...?»
No pudo evitar pensar el joven médico. Pero antes de que pudiese reparar en lo que estaba sucediendo realmente...
...sintió el helado beso del metal abriéndose paso por su espalda hasta llegar al otro lado y mostrarse finalmente con un atuendo rojo, rojo sangre. Un gemido de dolor se vería ahogado por el efecto que tendría el sentir la espada atravesarlo. Su rostro se frunciría en una mueca de profundo dolor y por un momento quizás sentiría que se estaba a punto de desmayar.
— ¡Un médico que llega tarde es un médico inutil!
Después de escuchar esas palabras. La katana de la mujer saldría del cuerpo de Mogura. Solo entonces su postura se vería alterada, de manera inconsciente su pierna avanzaría para evitar que el cuerpo cayera como consecuencia de echar el peso del mismo hacía el frente. Su cabeza se agacharía y sus manos tomarían su pecho, donde se suponía que debía estar la herida abierta.
Pero no habría nada.
En ese momento sus ojos buscaron a la mujer, y verían entonces los orbes del color del fuego con aquellas particulares formas rodeando el iris. La mirada misma de un demonio que le observaba con fiereza. Tuvo que apartar la vista, llevándola al piso mismo.
— Seguidme ¡y rapidito que hay un montón de heridos!
Mogura seguiría con la cabeza gacha incluso habiendo escuchado aquella orden. Necesitaba realmente un momento para entender lo que había sucedido. Una de sus manos bajaría hasta su rodilla para ayudarse a mantener la estabilidad mientras recuperaba un ritmo normal de respiración.
«Una ilusión...»
De haber sido de otra manera estaría escupiendo sangre en el piso.
«Un llamado de atención era menester...»
Y él se había puesto al frente del grupo porque sabía que era así.
«Pero usar un puto genjutsu...es pasarse.»
Cerró con fuerza sus manos. De ninguna manera aprobaba esa clase de comportamiento por parte un superior para con sus subordinados. Estaba molesto, no solo con la idea de que la mujer a la que debía obedecer acababa de torturarlo, sino con la idea de que estuvo a punto de responderle.
Respiró profundamente y se recompuso. Llevó entonces una mano hasta su cabeza y acomodó su peinado.
No perdamos tiempo.
Se limitaría a decir, al aire mismo si es que sus compañeros le habían dejado atrás por miedo a recibir una puñalada verdadera.
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Karamaru se sintió completamente ignorado cuando la mujer bajó el arma y se dio media vuelta. Parecía ser que habían tardado demasiado y no quería desperdiciar más tiempo, y por eso el calvo se apresuró en acercarse y seguirla de cerca, pero tras pestañear simplemente desapareció. La mujer ya no estaba, se había esfumado y, para mala suerte de Karamaru, se giró para confirmarlo con sus compañeros.
Y allí estaba ella.
Tras Mogura la pelirroja se alzaba con mirada infernal, delante de Mogura la punta de la espada dejando gotear la sangre al suelo. Fue un segundo donde el monje se paralizó, no entendía qué mierda estaba pasando, pero tenía que actuar para salvar a su compañero incluso si la vida le fuese en ello. Pero en cuanto trató de despegar el pie del pasto para comenzar la acometida, un dolor intenso lo clavó aún más con la tierra impidiéndole el movimiento. Cayó con la rodilla al suelo para luego girarse y ver que aquella misma mujer estaba tras él, con la misma puta espada. Un grito, un movimiento, un pestañeo, y Karamaru daba unos pasos más por el envión que llevaba.
Pero que...
Se paralizó nuevamente en el lugar, mirando a su alrededor, la espalda de la pelirroja y los rostros de sus compañeros. Mogura extenuado y su pie, que tardó en acordarse de él, impoluto. Dolía, sí, dolía como la puta madre y le iba a costar bastante seguir el ritmo de aquella mujer, pero al menos no tenía una ventana para ver directamente los bichos que pasaban por debajo de su extremidad.
«Puta madre, pero si yo no soy médico...» trató de animarse mientras marcaba su dolor con gestos faciales a medida que movía el pie sorprendido de la ilusión en la que se había metido. Entonces unas palabras lo sacaron de su enfrascamiento, unas palabras temibles que no quería contradecir.
Seguidme ¡y rapidito que hay un montón de heridos!- el cenobita miró a sus compañeros una vez más con cara de "¿Qué mierda esta pasando?" y se apresuró, rengueando, a ponerse al lado de su superior.
¿No va a haber ningún informe de campo? Señorita...- hablaba con una sonrisa forzada y un tono amable, tratando de averiguar su nombre y ganarse un poco de buen trato de su parte.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
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Mogura no tardó en sacar el pergamino y enseñarlo para acreditar que eramos los ninjas designados para el deber, se presentó y luego se disculpó por la tardanza, no supe sí hablaba por él explicitamente o por el grupo en general, pero Karamaru no tardó en meter la pata abriendo su bocota, mi sangré se heló por un segundo cuando escuché que me tiraba todo el muerto a mi, pero al ver que la chica ni se inmutó le lancé una mirada de odio, de muerte.
"Maldito, me las vas a pagar." Tensé mi mandíbula, estaba enojado por su estupidez y no tenía porque ocultarlo.
Di dos pasos rápidamente cuando la chica del chaleco empezó a andar, pero luego me detuve en seco al ver que no estaba al frente, la busqué con mis luceros y dí con ella justo cuando ya era muy tarde, mis ojos se abrieron de par en par al ver el metal atravesar el tórax de Manase, tragué en seco. "Lo sabía, llegamos demasiado tarde y era una trampa." Justo en el momento en que iba a actuar, otra pelirroja salió al costado del calvo y noté la presencia de una tercera a mi lado, lo que supe después fue de un intenso dolor que inició en mi pie y recorrió toda mi pierna, la espada me había atravesado, la sangre brotaba y mi cuerpo estaba sintiendo el miedo del asunto.
Parpadeé para asimilar la situación y actuar, no moriría ahí, o por lo menos no tan fácil, no obstante, todo volvió a la normalidad repentinamente, la chica estaba caminando, alejándose de nosotros, mi respiración estaba aumentada y mi cuerpo sudaba más de lo normal, sentí que mi corazón saldría de mi cuerpo en cualquier momento y luego miré a Mogura quien parecía necesitar un poco de aire, estaba seguro, por lo que pude notar, que todos habíamos estado envueltos en la ilusión.
La kunoichi dio un orden y no dudé en seguirla, pero cuando apoyé mi pie izquierdo sentí la punzada recorrer hasta mi pierna, tensé mi mandíbula, y seguí dando los pasos evitando afincar el pie afectado lo menos posible. La frase típica de mi homologo salió a relucir y el calvo pedía el reporte de la situación, por mi parte me mantuve en silencio y traté de olvidar el dolor para seguir adelante y no perder el rastro de la femenina.
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Mogura, a pesar de su capacidad para recobrar la calma tras haber sido apuñalado, se vería incapaz de despegar una de sus manos del pecho o al menos, tendría que tocarselo muy a menudo por la impresión de que estaba desangrandose.
Keisuke y Karamaru por su parte cojearían, marcadamente además, por lo que su agilidad se vería claramente afectada durante un tiempo. Así que Karamaru no lograría alcanzar a su superior, apenas podría mantener su ritmo sin recortar ni agrandar la distancia que los separaba.
Si no apretaban el paso los otros dos pronto se quedarían atrás. Por suerte el camino no era especialmente largo y en unos minutos la kunoichi se pararía delante de una cueva con los brazos cruzados esperando de nuevo a los genins con exhasperación. Una vez estuviesen los tres, si conseguían llegar los tres, hablaría.
— Entrad de uno en uno y pegaos a la pared de la izquierda, PASE LO QUE PASE no os separeis de la pared. Y, por dios, no os pareis.
Una vez dicho eso, daría un paso al lado permitiendoles el paso a la cueva, y de paso anunciandoles que ella no iba a ir delante. La entrada a la cueva tenía unos cinco metros de alto y diez de ancho.
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La kunoichi siguió avanzando demostrando el camino, no obstante, por la previa afección a mi estado psicológico y a sus secuelas, no pude avanzar al ritmo normal, no podía afincar mi pie del todo, sentía un terrible corrientazo que recorría toda mi pierna por lo que intentaba de apoyarla lo menos posible, y eso hacía que me fuera quedando un poco más atrás, sin embargo, mis otros compañeros no es como sí estuvieran del todo bien.
Poco a poco pude ver la imagen de una gran cueva que se acercaba a nosotros. "¿Estarán ahÍ?
Cuando llegamos a la entrada de la caverna nos estaba esperando la femenina con ambos brazos cruzados, demostraba una imagen de impaciencia, unos segundos más tarde nos explicó haciendo énfasis en lo que debíamos hacer y seguir, lo dejó todo muy claro, asentí demostrando que lo capté todo y luego procedí.
Me acerqué a la entrada y me pegué a la pared de la izquierda, empecé a caminar hacia el interior y luego decidí que iría tocando la pared rocosa con mi mano, me sumergiría en el interior de la montaña y avanzaría, no al paso habitual, pero me mantuve en movimiento.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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El camino siguiente no sería precisamente más sencillo después de haber salido de la ilusión, sentía algo en el pecho, como si de verdad estuviese herido y la sangre quisiese salir. Ese algo realmente le molestaba, pero hacía su mejor esfuerzo por ocultarlo tras su usual mirada seria.
— Entrad de uno en uno y pegaos a la pared de la izquierda, PASE LO QUE PASE no os separéis de la pared. Y, por dios, no os paréis.
Diría la fémina después de que ella y el grupo llegasen a la entrada de una cueva. La mujer se haría entonces a un lado y el primero en ingresar sería Inoue Keisuke.
Con el aventurad Keisuke al frente, Mogura se aseguraría de ir a una distancia segura de él, un par de metros por detrás. El interior de la cueva era realmente amplio, algunos metros de altura y una luz bastante amplia.
El joven médico de Amegakure avanzaba cuidando sus pasos, que estos no se detuviesen en ningún momento, y a la vez, que su compañero no activase alguna trampa o algo por el estilo.
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Si le diesen una moneda por cada vez que aquella mujer lo ignoraría, Karamaru estaba seguro que se iría de la misión con más dinero que las tres grandes aldeas juntas. No solo le costaba seguir el paso raudo que imponía la superior, si no que era lo suficiente amargada como para no bajar el ritmo y dejarlo a él, sus palabras y sus compañeros perdidos atrás.
«Tiene suerte de ser linda, porque si no......»
Tiene suerte de ser mi superior, y de ser seguramente mucho más fuerte que yo- Karamaru se reía solo con sus susurros mientras caminaban todos a vaya el calvo saber donde. Minutos después se enteraría que estaban por entrar dentro de un agujero gigante frente a ellos, una cueva, y un agujero tal vez no tan gigante.
La orden se dio firme y con voz femenina, Keisuke siendo el primero en pegarse a la pared izquierda, Mogura siguiendole unos metros atrás, y el calvo a una distancia simétrica cerraba el trío de gennin.
Tengo una duda, señorita.....- se dio cuenta que seguía sin saber su nombre, y era mejor solo saltear esa pregunta y seguir mirando hacia delante- ¿Podría explicarme qué se significa "PASE LO QUE PASE"? ¿Qué podría pasar?
Su voz era dudosa, demostrando que tenía miedo a la respuesta, pero trataba de disimularlo lo mejor que podía. Necesitaba hablar lo más posible, tenía que sacar la concentración al dolor de su pie y esa era una muy buena manera de hacerlo si es que la fémina estaba con ganas de conversar.
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Keisuke y Mogura se metieron en la cueva sin pensarselo dos veces, y aunque parecía extenderse en tamaño conforme se adentraban no habían pasado por alto las puntiagudas y alargadas estalactitas que colgaban sobre sus cabezas. Tal vez por eso su superior les había ordenado ceñirse a la pared, donde era más seguro. Tal vez ellos dos ya habían dado por supuesto que alguna razón lógica habría. Y tal vez, pero solo tal vez, hubiera otro genin que no entendiera la gravedad del asunto.
No solo balbuceó de mala manera una replica maleducada hacia ella, sino que despues de recibir una orden directa y que sus dos compañeros la acataran todavía decidió pararse y preguntarle a una persona claramente más fuerte y aún más claramente enojada con ellos.
La mujer posó un mano sobre la calva del genin, sin presionar al principio. Inmediatamente empezaría a sentir un calor alarmante en su brillante cabeza, entonces esa mano apretaría levemente, lo justo para que no pudiera escabullirse y el calor aumentó considerablemente.
— Las dudas... ¡al foro de dudas!
Acto seguido y en un instante, la pierna de la kunoichi pareció impactar de lleno contra las costillas de Karamaru, mandandolo volando al interior de la cueva a una velocidad alarmante. Por suerte, el daño que había recibido el calvo de aquel golpe era nulo, aunque el impulso había sido tremendo y una rafaga de aire se extendió por la cueva haciendo temblar todas las estalactitas.
Además, el calvo no rebotaría contra el suelo haciendose una cantidad de rasguños incontable, sino que para cuando tuviera contacto con la superfície horizontal, ésta sería liquida. Ese liquido empezaría a tragarle sin dejarle siquiera concentrar el chakra o entender lo que estaba pasando. Solo podría ver como se hundía en medio de desesperación y gritos ahogados.
Tanto Keisuke como Mogura sabrían lo que había pasado, más por las voces que por la vision, pues con adentrarse minimamente en la cueva se cortaría casi toda la luz que recibían del exterior y el interior estaba más oscuro que el sobaco de un grillo. Oirian el grito de la desconocida y sentirian el viento removerles de arriba abajo y provocar la caida de algunas estalactitas. Escucharían algo solido caer en algo liquido y las últimas burbujas que provoca el solido al ser completamente tragado por el liquido.
Tras todo eso, un suspiro exhasperado desde la entrada y el silencio habitual en una cueva. Gotas cayendo del techo, algún que otro animalillo de cueva en la lejania y poco más. Pero no oirían a Karamaru. ¿Qué iban a hacer? Las ordenes de esa mujer eran claras y su trato a los inferiores que desobecen tambien.
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Mis pies me siguieron adentrando en el interior de la cueva, pude ver como parecía ampliarse y en su techo como iban apareciendo una gran cantidad de agujas de roca que amenazaban en caer en cualquier momento, o eso me pareció, me mantuve bastante pegado a la pared, porque lo había dicho la kunoichi, y porque ya había visto la razón de su orden. No obstante, los segundos de calma después de la tormenta duraron poco, pude escuchar la voz de Karamaru al fondo, no sabía con exactitud que había dicho pero un murmullo lejano llegué a captar y poco después como su cuerpo volaba a gran velocidad hacia el interior de la cueva, no había visto el final del túnel pero seguramente el calvo estaría allí mucho más rápido que todos, la pregunta era ¿estaría bien?
"Siempre complicando las cosas" Suspiré con resignación.
Repentinamente todas las estalactitas vibraron con el augurio de caer en cualquier momento y no pude hacer nada más que voltear a ver hacia Mogura y quizá un poco más allá, mi cara de sorpresa le diría todo a Manase, más preferí seguir caminando un poco más rápido y alerta por sí alguna de las lanzas rocosas se lanzaba contra el suelo de la cueva. Avancé en silencio y con cierto temor de que nosotros fuéramos los siguientes. Fue cuestión de segundos para que la poca luz que nos guiaba fuera desapareciendo casi en su totalidad, mis orbes casi no podían ver nada pero se escuchaban voces, voces lamentándose.
El crujir de una de las estalactitas advirtió su precipitación tras el grito de la única chica presente, pero en vez de escuchar el choque contra el suelo rocoso, ésta se hundió en un líquido, líquido que no había visto, tampoco escuchado hasta que la roca cayó. "¿Habrá un lago subterráneo por aquí?"
Seguí avanzando pero no tan rápido como antes, no lograba ver casi nada, mantuve el contacto de mi mano con la pared y mis pasos fueron más cuidadosos. Sentí cierta humedad y logré escuchar algunas gotas caer desde lo alto, pero no lograba ver ni oír al calvo, la situación parecía ir de mal en peor. —Mogura, casi no veo nada, ten cuidado.— Murmuré lo suficientemente alto para que me escuchara, para que escuchara mi tono de duda e indecisión.
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Mientras ambos ninjas médicos avanzaban en el interior de la cueva, un dudoso Karamaru ponía a prueba nuevamente la paciencia de la superior. Claro estaba que esta mujer era totalmente ajena a tal concepto y, por tanto, el calvo tendría que pagar las consecuencias de sus actos.
Unos gritos en el ingreso de la cueva dieron lugar al ruido de un algo cayendo en un algo un poco más liquido. Seguidamente el lugar temblaría ligeramente y las afiladas rocas del techo dudarían en dejarse caer o no sobre lo que sea que hubiese debajo.
Mogura no tenía intenciones de unirse a Karamaru en donde fuese que hubiese caído ni tampoco volverse un alfiletero. Keisuke en un momento se voltearía para verle y no vería mucho mas que la seria expresión de un ninja que bien podría decirle algo que él ya habría escuchado demasiadas veces: "No perdamos tiempo, Inoue Keisuke".
—Mogura, casi no veo nada, ten cuidado.—
Comentaría el pelirrojo sobre la situación que enfrentaban, la luz se hacía cada vez más escasa al punto de que ya casi no se veía nada.
No perdamos tiempo, Inoue Keisuke.
Al final tuvo que soltarlo, si estaban adentrándose en una oscura cueva siguiendo la pared, o bien les caería una estalactita en la cabeza y sus problemas se terminarían ó llegarían a un lugar donde al menos hubiese una mendiga fogata y con un poco de suerte para ellos, algunos heridos que atender.
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3/11/2017, 22:32
(Última modificación: 3/11/2017, 22:34 por Inuzuka Nabi.)
Keisuke andaba con cuidado, con mucho cuidado, tanto, que estaba retrasando notablemente la marcha. Hasta que cuando fue a dar un pequeño paso, en vez de suelo solido, atravesó la tensión superficial de una superfície de agua y su pie bajó y bajó sin llegar al final. Para cuando se diese cuenta de que ese lago, o lo que demonios fuera, no tenía fondo, o por lo menos, no alcanzable por su pierna, la propia agua ya no le dejaría salir.
Tendría tiempo de sobra para advertir a su compañero antes de que el estanque tirara de él hasta tragarselo por completo, unos cuantos segundos para articular un par de frases.
Sin embargo, antes de que Mogura pudiese hacer nada como huir, ayudar o rezar a algún dios, sintió una suela de sandalia shinobi en su espalda y voló hasta caer en medio de la masa de agua, que esta vez fue más rápida y absorbió al shinobi de inmediato. La persona misteriosa que había chascó la lengua y siguió preparando las defensas del cuartel.
__________________________
Cuando Karamaru se estuviera recuperando del vortice de eventos que estaba viviendo aquel día, algo bastante pesado caería sobre él, aplastandolo contra el suelo. Ese algo pesaba como Keisuke, se quejaba como Keisuke y se llamaba Keisuke. Cuando se quitase a Keisuke de encima, si es que lo hacía, algo más caería encima suyo. Algo más educado pero igual de pesado.
Delante del trio de genins estaba sentado un hombre con chaleco de Amegakure, que le acreditaba como su superior y un pañuelo bandana que le confirmaba como shinobi. Tenía un pelo del mismo color que la paja y aparentemente la misma textura, que le llegaba a la altura del cuello. Sus ojos esmeralda identificaron a los genins en un santiamen y su jefe les sonrió.
— ¡Hola!
Les saludó levantando una mano. Vestía una camiseta de manga larga azul, por debajo del chaleco, y unos pantalones cortos negros, parecía que llevaba varios días con la misma ropa, tenía destrozos varios y suciedad acumulada.
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5/11/2017, 01:39
(Última modificación: 14/11/2017, 03:29 por Karamaru.)
Karamaru ya sentía que lo estaba ignorando nuevamente, y si es que al final su suposición sobre posibles ganancias podría terminar siendo cierta. Pero no lo había ignorado, simplemente no habló, le tocó la calva como cual niño pequeño. Y como tal, Karamaru sonrió, esperaba una respuesta cordial y una respuesta con tono de maestro, pero lo único que obtuvo fue un horno en su cabeza. Su cara comenzó a mostrar signos de duda al principio, luego de preocupación, y para cuando la mujer gritó algo que el shinobi no pudo entender por estar más preocupado en su cabeza que en sus oídos, ese rostro se transformó en desesperación y sus manos comenzaron a golpear el antebrazo de la mujer.
Soltame, te dije que me suelta, p...- sus pies golpeaban intercalados en el suelo como si se estuviese meando, pero los de la señorita golpeaban algo más blando. Las costillas del monje.
Su torso iba por delante, sus extremidades por detrás, y la imagen de sus tres seguidores se hacia cada vez más pequeña. Se quería tocar el pecho, sentir el dolor del golpe, pero no solo no podía mover el brazo sino que tampoco sentía aquel dolor esperable. Y para cuando tocó el piso luego de recorrer muchos metros con un aire que cortaba su espalda, no tocó el piso.
Se sumergió en agua, o algo parecido a agua, o algo líquido, solo entendía que era líquido y que lo estaba chupando cual arenas movedizas. Se movió agitó los brazos, las piernas lo más que podía, trató de juntar las manos para realizar técnicas pero no podía hacer nada. ¿Sería aquella su muerte? ¿Moriría solamente por una pregunta inocente? Al menos después de todo podría estar contento, había hablado para olvidarse del dolor del pie, y en ese momento en el que sentía como se quedaba sin aire y como su cuello se comprimía, en lo último en lo podía pensar era en aquel maldito pie.
«Dioses, ayúdenme» fue lo último en lo que llegó a pensar, o lo que creyó que era lo último.
Tras el líquido y la falta de aire finalmente tocó el piso que antes no. Fue un golpe duro y seco, suficiente dolor como para hacer un combo perfecto con el sufrimiento que acaba de tener. No se podía levantar, se tomaba el cuello con ambas manos y tomaba bocanadas de aire como nunca en su vida. Había sentido la muerte, había sentido que se iba y pasó minutos en el suelo que para él fueron horas. Horas donde apenas podía respirar y donde su corazón latía tan rápido que bien podría habersele salido del pecho.
Y sin sentirse mejor, y para hacer un combo más apetitoso, un masa pesada cayo sobre él, haciendolo estirar sus brazos y piernas y pegar su cuerpo contra el piso. Poco después llegó el segundo golpe, sin siquiera haberse podido sacar el primero, y entre ambos lo aplastaban lo suficiente para que ese ahogo volviera, para que su pecho se apretase tanto contra el suelo que no podía ni moverlo.
Entre tantos problemas, y entre tantos sin entender, no advertiría al hombre en las cercanías, ni sus palabras.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
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La oscuridad era lo único que lograba percibir, y aunque mis pupilas se dilataron al máximo y traté de forzar mi vista lo más que pude no logre captar nada más, por lo que tuve que seguir bajo las ordenes de la kunoichi, caminé a paso lento y con indecisión, con un poco de nerviosismo porque no se escuchaba la voz de Karamaru, porque no veía a nadie, porque no lograba encontrar a algún herido, nada... Incluso Mogura se mantuvo en silencio ante mi advertencia, haciendo gala de la inútil frase que siempre decía, pura pérdida de tiempo.
Unos segundos más adelante el piso ya no era sólido, una masa líquida estaba justo debajo de mis pies, ahora tenía sentido los sonidos que había escuchado, pero ¿cuando llegaríamos? Y mi mayor miedo me invadió, no podía seguir caminando, la masa viscosa me engullía, no era un líquido normal, no podía salir de ahí, cada movimiento que hacía parecía hundirme más, la lucha me desgastaba más y más. —Mogura, el piso! Es una trampa, no puedo...— Traté de advertirle, pero mi boca se silenció cuando mi cuerpo fue totalmente envuelto, cerré mis ojos y mi boca, no respiré, no me movía, no hacía nada.
Tragué grueso mientras sentía como seguía descendiendo, no podía respirar, la situación era desfavorable, por no decir que era la peor en la que me había encontrado, parecía morir, mi corazón y mi mente se habían aliado para hacer el hecho más traumático, mil y un pensamientos recorrieron mi mente, como sí se tratase de una despedida indirecta.
Repentinamente mis pies se encontraron en el aire, los podía mover con facilidad, hice un esfuerzo por mantener el poco aire que quedaba en mis pulmones hasta que descendí totalmente, fui liberado de aquella masa viscosa y lo primero que hice fue dar una bocanada de aire que hizo que me recuperara el aliento. No me importó estar cayendo, lo realmente importante era que me encontraba vivo y respirando, hasta que... Slap!
Mi cuerpo cayó de lleno en una masa carnosa y poco agradable, pero por lo menos no era el suelo, me había salvado de un terrible golpe contra el concreto. Mis ojos se fueron adaptando poco a poco a la nueva iluminación del área y fue entonces cuando me di cuenta de que me encontraba sobre el calvo, eso era karma, por soplón y lengua floja, sonreí con cierta satisfacción y tardé un poco en reparar en el asunto. —Oh, lo sien... Manifesté con un tono jocoso dándome un postín para levantarme, no obstante, mis segundos de gloría duraron poco cuando una tercera persona descendió, mi cuerpo quedó estampado del de Karamaru como sí fuera una barajita, el condenado Manase cómo pesaba, nuevamente me estaba quedando sin aire y mi rostro palidecía.
Me escurrí hacia un lado para liberarme de aquella prisión humana, di una gran bocanada nuevamente, inspiración que mi cuerpo agradeció. —Sí que pesas...— Alcancé a decir.
Ahora que caía en cuenta había algo que me incomodaba, a parte de la horrible situación que acababa de vivir, una mirada aguda se posaba en mi persona y posiblemente en mis otros dos acompañantes, me incorporé rápidamente cuando vi su chaleco y su protector, él era rubio y ojos verde esmeralda. "Aquí viene el otro chaparrón" Temí internamente, pero solo se escuchó un simple "hola" seguido de un saludo con la mano.
—Hola...— Saludé de la misma forma levantando la diestra, aunque en mi tono se podía sentir la duda e incertidumbre. Tras prestar un poco más de atención a su figura di con el detalle que su ropa estaba sucia y estaba arañada, faltaban algunos trozos, la imagen en sí era un poco deplorable.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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El pobre hombre esperó pacientemente a que los chicos se recuperasen de la caida antes de empezar a hablar, esperó tanto que la mujer que los había guiado hasta ahí llegó hasta ellos sin que hubiera empezado a hablar. Su expresión era neutra, sin enfado ni odio de ningún tipo, cayó mojada y cuando tocó el suelo ya estaba practicamente seca, aunque parecía que le salía vapor de la misma piel, dandole un aura bastante intimidante.
— Aquí los tienes, espero que no les dejes irse de rositas como siempre.
— No creo que tú les hayas dejado llegar hasta aquí sin castigarlos, por eso te mandé a buscarlos. Ahora ya podremos centrarnos en lo importante.
— Algún día tu blandura nos costará algo más que unos arañazos.
Frunció el ceño, claramente ofendida con él o con el mundo y salió por una de las puertas de la habitación a toda prisa. El hombre suspiró y encaró a los chicos, que aún no se habían quitado los unos de encima de los otros. Por suerte, uno de ellos sí que reaccionó y se deslizó fuera del bocadillo humano.
Keisuke podría observar que era una habitación simple, sin más decoración que algunas sillas apoyadas contra la pared, en una de las cuales estaba esperando su superior. Despues vio que esa estancia tenía dos salidas en forma de puertas y si echara un vistazo al techo, vería que no era de piedra ni de nada solido, sino que era de agua, lo cual tenía sentido porque habían entrado por ahí. A pesar de ser una superfície recta como cualquier otra, la luz no se comportaba de la misma forma que cuando choca contra una pared de verdad, además de que estaba algo revuelta por el paso de los chicos por ella.
— Me encantaría poder dejaros descansar para recuperaros del viaje, pero vamos cortos de tiempo así que si podeis prestarme atención, os lo agradecería.
Era un tono suave, sin el tono de imposición que usaban la mayoría de superiores al dirigirse a ellos. Y era exactamente eso lo que despertaba en los genin una necesidad imperiosa de contentarle, como si desobedeciendole no se jugasen un castigo sino una decepción.
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Mientras salía del emparedado humano pude escuchar un cuarto ruido tocar el sólido suelo, su voz resonó inconfundible y entonces supe que era ella, ¿quien más? Era un alivio saber que había venido con nosotros, lo importante fue lo que ocurrió a continuación, una breve charla entre ambos, como sí de una discusión muy sutil o un reproche mejor dicho, aparentemente aquel sujeto era más amable.
Una vez recuperé el aliento noté como la pelirroja salió de la habitación fue cuando pude detallarla un poco más, habían dos puertas, una habitación común y con algunas cuantas sillas en las paredes y luego la mirada subió prácticamente sola, miré el techo con cierta curiosidad y pude saciar un poco de ella.
"Supongo que ha de ser la salida y que ante las otras dos puertas deben haber dos salas más, ahí deben estar los heridos..." Me dije tratando de predecir lo que podría ocurrir.
Me acerqué un poco a él y me mantuve firme, esperé a que mis compañeros se alineasen a mi lado costado. —Tiene toda nuestra atención.— Expresé con seriedad mientras esperada sus ordenes.
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen
Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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