Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Eri se acercó al destartalado escritorio. Sobre él, y aparte del polvo, no había más que un fragmento de pergamino doblado un par de veces sobre sí mismo. Si tenía algo escrito en él, desde luego no iba a poder leerlo sin tocarlo.
Mientras tanto, Nabi estaba intentando llamar la atención de la kunoichi con sendos golpecitos con el dedo.
Vale, bien, muy lista ella si intentaba leer algo a través del papel. Fallo de principiante, y seguramente los nervios tenían un gran papel en aquello. Resignada, tomó el papel de la mesa con cuidado por si acaso ésta se deshacía en pedazos y lo abrió para descubrir si había algo dentro de él escrito.
Mientras tanto, Nabi empezó a darle toques con su dedo. Ella le chistó un momento, esperando para ver si lo que tenía el interior de aquello era importante.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri me chistó mientras miraba un trozo de pergamino como si fuese un niño recien nacido haciendo breakdance. Incluso lo cogió como si fuese un niño recien nacido que se ha partido algo haciendo breakdance, intentando que no se rompa nada más.
Pero me había chistado, ¡a mí! ¡Qué poca vergüenza! Empecé a golpearla con ambos dedos indices a toda velocidad para llamar su atención, cuando se girase, inevitablemente, le señalaría la capa de la culpabilidad.
17/05/2018, 18:56 (Última modificación: 17/05/2018, 18:57 por Aotsuki Ayame.)
Al final Eri se vio obligada a tomar el pergamino. Pese a su recelo inicial, no ocurrió nada ni cuando lo cogió ni cuando lo desdobló para que quedara a la vista su contenido. No era más que un mensaje, escrito con una caligrafía más bien tosca pero clara:
«A las diez en el puerto.
Recuerda el trato.»
Y mientras Nabi seguía intentando llamar desesperadamente la atención de su compañera, el reloj de la pared seguía con su peculiar tictac.
Cuando desdobló el papel mientras aguantaba como Nabi seguía dándole toques en la espalda, pudo comprobar su interior con una esperanza un tanto en vano sobre dónde encontrar a Doro.
«A las diez en el puerto.
Recuerda el trato.»
Se mordió el labio inferior y levantó la mirada aprisa, tendiéndole rápidamente a Nabi el pedazo de papel para que éste lo leyese.
—¡Mierda! —alegó, nerviosa —. ¡Nabi, son las diez y media! —exclamó, moviéndose de un lado a otro —. ¡Tenemos que ir al puerto! ¡Ya!
Miró a su compañero, que segundos antes le había estado señalando lo que parecía ser la túnica del guardia. Ella corrió a mirar la prenda, y, presa del pánico, volvió a girarse.
—¡Vámonos! —urgió al Inuzuka, mientras se disponía a bajar las escaleras a toda prisa, destino: el puerto de Taikarune.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Ni puto caso, en eso se resumía lo que acababa de pasar en esa habitación. Al final, Eri fue corriendo a la prenda que le estaba señalando, que si llega a ser un asesino con un bijuu apuntándonos amenazadoramente ya estaríamos más muertos que Shiona-sama.
—¡Mierda!. ¡Nabi, son las diez y media!. ¡Tenemos que ir al puerto! ¡Ya!
No entendía la relación entre todos aquellos conceptos, pero si Eri lo decía sería por algo. Así que corrí escalera abajo, Stuffy, que estaba rascandose la cabeza tranquilamente al pie de la escalera, se alarmó y empezó a ir de un lado a otro esperando un informe.
— ¡Al puerto! ¡Que son las diez y media!
El can ladró afirmativamente y los tres salimos por patas en dirección al puerto con Eri al frente.
Conscientes de lo precaria de su situación, los dos shinobi se abalanzaron hacia el exterior de la vivienda. Con las prisas, Eri no llegó a ver nada notable en la capa que colgaba de la percha antes de salir de la habitación y, esta vez por suerte para ambos, ninguno de los dos llegó a tropezarse en las escaleras.
Volvieron al abrigo de la noche y, tan rápido como pudieron, se dirigieron a toda prisa hacia el puerto de Taikarune. Aún así el trayecto les costó otros quince minutos, en parte porque Eri tenía que frenar el ritmo para que Nabi no la perdiera de vista, pero sobre todo porque al llegar a la avenida principal de la ciudad volvieron a verse ahogados por la densidad de la multitud. Pero al fin llegaron, y, para alivio de ambos, el puerto volvía a estar mucho más calmado. Aunque ambos oyeron con claridad las emocionadas voces de una niña que exclamaba que estaba deseando ver los fuegos artificales que se harían a media noche...
Eri no fue capaz de ver nada más allá de lo que tenía en la cabeza, por eso abandonaron rápidamente aquel lugar, ni si quiera viendo lo que Nabi le había pedido que inspeccionaran.
De nuevo fuera bajo las luces del lugar y la noche, corrieron hacia el puerto. La primera parte del trayecto fue bien, aunque Nabi era más lento de lo que recordaba, y después se vieron inundados de nuevo por la multitud, pero tras unos largos e intensos quince minutos, por fin pudieron llegar a su destino, el cual no parecía muy transitado, por lo cual podrían investigar tranquilamente.
Claro, que eran las once menos cuarto, así que probablemente ver a Doro iba a ser misión casi imposible.
—¿Ves a Doro-san por algún lado, Nabi? —preguntó a su acompañante una vez recuperase el aliento tras la carrera —. Si no se han movido deberían estar por aquí... O eso o ya se han ido —murmuró, algo apenada. Quizás si se hubieran dado más prisa...
—Si no, busquemos por las cercanías, ¿quieres que nos separemos? —sugirió ella, pensativa —. ¿Crees que Stuffy recordará el olor de Doro?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri prácticamente voló el tramo que no estaba infestado de gente, que fue corto. Después nos volvimos a encontrar en la misma situación de antes, entre codazos y empujones de una muchedumbre festiva.
No tardamos demasiado en llegar al puerto, pero en una misión cualquier tiempo era demasiado tiempo. Mi compañera pelirroja miró de un lado a otro, viendo lo mismo que yo, no había ni rastro del tal Doro. Eri me preguntó si veía algo y ante mi negación gesticulada con mi cabeza procedió a preguntar si Stuffy recordaba el olor.
Miré al can, que ladró positivamente y se puso a olfatear los alrededores.
— Dice que recordarlo lo recuerda, otra cosa es que encuentre el rastro aquí.
Y ahí nos quedamos, a ver que nos decía Stuffy. Mientras él hacía lo suyo me paseé por los alrededores a ver si desde otra perspectiva encontraba alguna pista reveladora, sin perder de vista a Eri y a Stuffy.
27/05/2018, 21:04 (Última modificación: 27/05/2018, 21:15 por Aotsuki Ayame.)
La mar en calma en una noche de verano, con la luna llena reflejándose en sus aguas y creando caprichosos destellos, un barco surcando las olas y alejándose en el horizonte siguiendo la línea de la costa hacia el suroeste, otras tantas incontables barcas amarradas en el puerto... Aquello fue todo lo que vieron los dos genin cuando llegaron a su destino.
Nabi le dio una orden a su perro: rastrear el olor de Doro en aquel lugar. Sin embargo, y pese a las palabras del can, había pasado demasiado tiempo desde que había captado el olor del hombre y ya no era capaz de recordarlo.
«Stuffy: Inteligencia 10; +10 turnos desde que captó el olor de Doro.»
Pese a todo, no todo se les acababa ahí. Porque lo vieron allí, a unos veinte metros de distancia siguiendo la línea del paseo marítimo: alguien les miraba y la luz de la luna desveló el terror reflejado en su rostro mientras abrazaba un extraño bulto contra su pecho. La distancia que los separaba y la oscuridad de la noche no les permitieron reconocerle, pero sin duda alguna se trataba de un hombre. Un hombre que, con un gemido ahogado, se dio media vuelta y echó a correr como alma que llevaba el diablo, tratando de escapar hacia el amparo de las tinieblas.
La esperanza de Eri residía en la capacidad de Stuffy para recordar el olor de Doro. Sin embargo y para su desgracia, el perro no había sido capaz de recordarlo. Se hundió entre sus hombros, bastante apenada por lo que aquello conllevaba, pero antes de darse la vuelta e irse por donde había venido, algo llamó su atención.
Una mirada entre la oscuridad, una persona que parecía ser un hombre les observaba desde lejos, y tras darse cuenta de su situación pareció querer huir de la escena.
—¡Nabi, a por él! —rugió la kunoichi. Podía tratarse del ladrón, o de Doro, o incluso de los dos, ¿por qué huía? Seguramente porque era el culpable, los inocentes no solían huir de un lugar así.
Tenía que pensar rápido para que no huyese, tenía que hacerlo... Corría, corría, le perseguía y... El sello del carnero apareció en su mano, teletransportándose lo más cerca que pudo del probablemente ladrón de la Pata de Bronce. Acto seguido realizó una secuencia de sellos que acabaron otra vez en carnero, y de la palma de sus manos salieron dos cadenas directas a atrapar al hombre rápidamente.
- Hitai-ate [De diadema]
- Sakura no Tanken [Sellada en la palma de la mano izquierda]
- Portaobjetos básico [5/10] [Cinturón, parte derecha]
Shuriken (x2)
Kunai (x1)
Kemuridama (x1)
Veneno común (x1)
¤ Sunshin no Jutsu ¤ Técnica del Parpadeo Corporal - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Ninjutsu 40 - Gastos:
14 CK/20 metros
52 CK para huir de un combate
- Daños: - - Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos - Sellos: Carnero/una mano - Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.
¤ Uzumaki no Shibari ¤ Atadura de Uzumaki - Tipo: Apoyo - Rango: B - Requisitos: Uzumaki 50 - Gastos: 35 CK (impide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:(Uzumaki 80) El usuario no necesita estar en contacto con las cadenas para inmovilizar al objetivo - Sellos: Tigre → Liebre → Carnero - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Las cadenas pueden llegar hasta los 8 metros de distancia
El chakra del clan Uzumaki puede manifestarse en forma de cadenas de chakra espectral, por eso el usuario es capaz de de lanzar dos largas cadenas de ambas palmas de las manos hacia su objetivo, de tal forma que quedará atrapado entre las cadenas (máximo 3 turnos) sin ser capaz de realizar ningún movimiento mientras el usuario y el adversario estén conectados. Sin embargo si el usuario pierde la concentración, o el objetivo sufre algún daño, las cadenas se desharán y la inmovilización perderá todo su efecto. El usuario deberá tomar las cadenas con ambas manos mientras la técnica esté activa, y no podrá ni mantener ni realizar ninguna técnica aparte de esta propia.
(Uzumaki 80) El usuario lanza las cadenas hacia su objetivo y lo inmoviliza por dos turnos completos, sin necesidad de estar en contacto con las cadenas para lograr dicha inmovilización, sacrificando alcance (pueden llegar hasta los 5 metros de distancia).
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Ante la negativa de poder seguir el rastro olfativo, nos quedamos a la espera de que pasase algo. A lo lejos un hombre les miraba con autentico pavor reflejado en su rostro. Miré a Stuffy para asegurarme que no se estaba comiendo una caca o haciendo alguna de sus guarradas que le había dicho cien veces que no podía hacer un público, pero solo estaba rascándose.
Entonces el hombre empezó a correr y Eri y yo nos lanzamos a la carrera tras él, sin embargo, ella era más rápida y además hizo un Sunshin así a quemarropa, como si no costasen. Mi primer impulso fue seguirla, pero hacer una técnica de movimiento instantáneo era dejar a Stuffy atrás y parecía que Eri lo tenía controlado.
Le lanzó unas cadenas mágicas y todo, si aquel hombre no era shinobi, crudo lo tenía para escaparse. Y si se escapaba, yo estaría tras el en un parpadeo corporal. ¿Lo pillas?
Los dos genin, como activados por un resorte, no tardaron ni un instante en lanzarse a la carga contra el escapista. Eri no tardó en adelantarse a Nabi y a su perro, que trotaba tras ellos como buenamente podía. Sin embargo el hombre era rápido, y para alcanzarlo terminó por recurrir a una técnica de movimiento instantáneo que la posicionó justo tras su espalda. Tras entrelazar las manos en tres rápidos sellos, de las palmas de sus manos surgieron dos cadenas constituidas por energía.
Aunque no por ello menos físicas.
Con un gemido ahogado, el hombre quedó completamente atrapado entre las cadenas de la Uzumaki y lo que llevaba en sus brazos cayó al suelo con un sonido seco. Se trataba de una bolsa perfectamente atada para evitar que su contenido se desparramara, pero para él fue como si lo hubieran tirado al mar. Fue entonces cuando pudieron estudiar la identidad del hombre...
Que resultó ser el guardia perdido.
—¡NO, POR FAVOR, NO! —aullaba Doro, revolviéndose de forma inútil entre sus ataduras tratando de alcanzar la bolsa con la más auténtica desesperación pintada en sus facciones.
Que satisfacción sintió cuando sus cadenas apresaron el cuerpo del fugitivo, el cual dejó caer al suelo el objeto que llevaba entre sus brazos como si fuera un bebé recién nacido. El objeto en cuestión parecía estar envuelto en una bolsa atada de forma muy minuciosa, y en su interior pedía a gritos que fuese la pata de bronce.
Ya que claro, aquel hombre no era nadie más que Doro, el guardia.
—¡NO, POR FAVOR, NO!—chilló el hombre, intentando deshacerse en vano de las cadenas para coger la bolsa.
—¡Ni lo sueñes! —respondió ella, sujetando firmemente sus cadenas —. ¡Nabi, toma la bolsa! ¡Puede ser la pata! —pidió a su compañero.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
31/05/2018, 19:12 (Última modificación: 31/05/2018, 19:12 por Inuzuka Nabi.)
—¡NO, POR FAVOR, NO!
El pobre hombre pedía clemencia al mismo tiempo que las cadenas le mantenían preso, por un momento pensé que las cadenas iban a partirlo en múltiples cachitos e iba a quedar todo ensangrentado, pero al parecer se limitaron a mantenerlo atrapado. Aún así no me molaba mucho la idea de que Eri pudiese invocar cadenas mágicas de las mismas palmas de sus manos.
Corrí hasta quedar al lado de la pelirroja y después me acerqué andando hasta la bolsa, la desaté con rapidez y examiné su contenido, quedando perridifuso.
— Madre del amor hermoso.
Stuffy por su parte se quedó cerca del Doro enseñándole los dientes como advertencia por si se le ocurría librarse usando alguna técnica prohibida o algo.