Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
«Así que Raiton no Yoroi...», meditó Daruu, acariciándose la barbilla. Si algún día lograba dominar una técnica así, ¿podría llegar a superar a Ayame en velocidad? El muchacho la miró, entrecerrando los ojos. El fuego de una vieja rivalidad comenzó a arder en su interior. «Hablando de eso, ahora que tengo de nuevo el Byakugan, estoy deseando pelear de nuevo.»
Luego, Ayame pasó a relatar cómo se había enfrentado a Naia y cómo había transcurrido la pelea. Ambos no habían compartido muchas palabras acerca de ello desde la semana pasada, de modo que el relato le hizo sufrir como el primer día que lo escuchó. Aunque siempre había una parte en al que arrugaba la frente. La parte donde Ayame le devolvía una tras otra sus fechorías. «Lo entiendo, pero no deja de recordarme a lo que Yui debió de hacerle a Nioka...»
Datsue seguía impresionado por la historia.
—Joder, no podría imaginarme un final mejor para esa mujer. El karma divino estampado en toda su cara. —Ciertamente, Ayame le había sorprendido, y mucho, con la elección de aquel Genjutsu—. Bien… —miró a uno. Miró al otro—. Bien. ¿Y ahora qué? Os pegaréis una buena semanita de vacaciones, imagino. A reponer fuerzas.
Daruu se encogió de hombros y rio.
—Pues yo estaba todavía en rehabilitación y venía preocupadillo por ti, la verdad —dijo—. Y la rehabilitación me la has interrumpido, musculitos. ¿Ahora? No sé. Igual podríamos quedarnos alguna semanilla por aquí. Se está tan bien... —Miró a Ayame, y sonrió. El mundo era más bonito cuando llevabas una semana sin poder verlo. Y Hokutōmori, de todos los lugares...
Lamentablemente, Ayame no podía compartir aquella fascinación por la que Datsue había llamado "Armadura de Rayo". No podía hacerlo, puesto que era su mayor debilidad, su mayor enemigo. Como Agua que era, la electricidad no podía correr por sus venas. Era tan antinatural como sería ver fuego en mitad del océano. Y por eso, sólo pudo estremecerse ante el entusiasmo de sus dos compañeros.
—Joder, no podría imaginarme un final mejor para esa mujer —clamó Datsue—: El karma divino estampado en toda su cara. Bien… —añadió, mirando a uno y a otro—. Bien. ¿Y ahora qué? Os pegaréis una buena semanita de vacaciones, imagino. A reponer fuerzas.
—Pues yo estaba todavía en rehabilitación y venía preocupadillo por ti, la verdad —rio Daruu, encogiéndose de hombros—. Y la rehabilitación me la has interrumpido, musculitos. ¿Ahora? No sé. Igual podríamos quedarnos alguna semanilla por aquí. Se está tan bien...
Le dirigió una mirada significativa a Ayame, y ella se ruborizó. No era la primera vez que habían viajado juntos de aquella manera, pero aún así...
—Pero no hemos avisado en la aldea. Lo último que quiero es provocar la ira de Yui-sam... —Se le escapó, antes de darse cuenta y morderse la lengua. Ayame se volvió a Datsue—. Oye, y hablando de musculitos... ¿Cómo te ha dado por entrenar de esa forma de repente? —Sinceramente, y si le preguntaban al respecto, nunca había tenido a Datsue por alguien que le fuera la fuerza bruta. De no haber visto aquel cambio con sus propios ojos, no podría haberlo creído.
—Bueno, podéis teletransportaros allí, ¿no? Un par de sellos, al segundo estáis allí para dejar aviso, al segundo estáis de vuelta para una semana de descanso. —¡Si es que lo tenían perfecto! A no ser que Daruu no hubiese dejado una de sus marcas en Amegakure, claro. Lo cual… dudaba.
De estar él en su lugar dejaría un par, por si acaso.
—Ah, esa es una buena pregunta, Ayame. Una muy buena pregunta. Verás, no fue porque Aiko en su día me dejase por un morenazo con tableta y brazos como troncos, como se piensan algunos. No, no, ¡y no! —¡Para nada! ¡Rotundamente no! ¡Uchiha Datsue no caía tan bajo!—. No, lo que pasó fue que Hanabi, allá por Bienvenida, me retó. Bueno, yo le reté a él. Eso y lo que sucedió con Akame…
El rostro se le agrió de golpe.
—Estuve pensando. Pensándolo mucho. En mis fortalezas. En mis debilidades. Y entonces, pensé: ¿y sí convierto mi debilidad en mi fortaleza? ¿Y si potencio lo que nadie se espera que tenga? He llegado a un punto en el que me conocen demasiado bien. Así que quise enfocarme en algo que sorprendiese. En algo que nadie se esperase. —Se encogió de hombros—. Y aquí estamos.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
¿Avisar? ¡Acababan de ascender! ¡Acababan de eliminar a las enemigas más importantes de Amegakure desde hacía muchísimos años! ¡Sabían que Daruu estaba convaleciente! Bueno, vale, eso sí que puede que las preocupase, pero...
Sí, podían teletransportarse, pero a Daruu le pareció mejor idea...
—Un gato. Envío un gato diciendo que vamos a estar un rato de relax, y ya estáaaaaa. ¡Ayame, no te preocupes tanto! —dijo, haciendo un ademán con la mano como quitándole importancia.
—Oye, y hablando de musculitos... ¿Cómo te ha dado por entrenar de esa forma de repente? —se dirigió Ayame a Datsue. Daruu le miró.
La respuesta inicial hizo que no pudiera aguantarse la risa, pero cuando pasó a hablar de Akame, una adusta expresión vino y les conquistó a los tres.
—Es... un buen punto de vista —dijo Daruu, bajando la cabeza—. Algún día tendremos que enfrentarnos a ellos, ¿eh? —Se levantó de la silla y se acercó a Datsue. Rebuscó en su bolsillo y le hizo entrega de un objeto algo peculiar. Una pieza de shogi—. Aquí tienes. Guárdala bien. Y... si algún día sientes una especie de...llamada... no te resistas a ella. Significará que necesito tu ayuda. —Si se fijaba bien, no era un kanji típico lo que encontraría en aquella pieza, sino el flamante símbolo del Caramelo característico de Daruu, escrito con cuidado con sangre. Daruu y Ayame se sentían muy orgullosos de aquél artificio: habían mojado un pincel en sangre y lo habían usado para dibujar las marcas de forma más precisa.
La solución de Daruu seguía sin convencerla del todo, y así lo expresaba sus labios fruncidos a un lado. Un gato tardaría varios días en llegar hasta Amegakure, probablemente los mismos días que deberían gastar ellos si volvieran a casa, como debían hacer. Pero no añadió nada al respecto, ni siquiera a la propuesta formulada por Datsue. Porque ella no tenía ninguna marca en la aldea. Se le había olvidado hacerla. Bueno, en realidad sí la tenía: en varias de las celdas de la Torre de la Arashikage. Irónico, ¿verdad? Por lo que se limitó a rezar para sus adentros que la Arashikage; o peor, su padre, no los asesinara al regresar.
—Ah, esa es una buena pregunta, Ayame. Una muy buena pregunta. Verás, no fue porque Aiko en su día me dejase por un morenazo con tableta y brazos como troncos, como se piensan algunos. No, no, ¡y no!
—No... qué va... —susurró ella, con los ojos entrecerrados en una mueca de completa incredulidad. Ni Datsue, con toda esa labia que se gastaba, podría haberla convencido de lo contrario en aquel momento.
Daruu debía de pensar lo mismo, porque soltó una pedorreta que camuflaba una carcajada.
—No, lo que pasó fue que Hanabi, allá por Bienvenida, me retó. Bueno, yo le reté a él. Eso y lo que sucedió con Akame... —A los tres se les ensombreció el rostro al unísono—. Estuve pensando. Pensándolo mucho. En mis fortalezas. En mis debilidades. Y entonces, pensé: ¿y sí convierto mi debilidad en mi fortaleza? ¿Y si potencio lo que nadie se espera que tenga? He llegado a un punto en el que me conocen demasiado bien. Así que quise enfocarme en algo que sorprendiese. En algo que nadie se esperase. Y aquí estamos.
—Es... un buen punto de vista —comentó Daruu—. Algún día tendremos que enfrentarnos a ellos, ¿eh?
Ayame volvió a apartar la mirada. ¿Enfrentarse a ellos? A los Generales, vale, ¿pero a Akame y a Kaido? ¿Estaba hablando en serio? La muchacha tragó saliva con esfuerzo.
No se le pasó por alto el hecho de que Daruu se había reincorporado y se acercaba al Uchiha. Sabía lo que hacer, así que le acompañó y le imitó, rebuscando en su bolsillo para tenderle su propia pieza de shogi. La pieza de shogi de la Luna, según el kanji que rezaba en él.
—Aquí tienes. Guárdala bien. Y... si algún día sientes una especie de...llamada... no te resistas a ella. Significará que necesito tu ayuda.
—Y hablando de esto... ¿Hay alguna noticia? ¿Sobre los Generales o... sobre Dragón Rojo?
—Algún día tendremos que enfrentarnos a ellos, ¿eh?
Sí… Algún día. Y, hablando de eso, Daruu le hizo entrega de una pieza de shogi. Supo que encontraría el símbolo del Caramelo antes siquiera de mirarla. Porque cuando llegase ese día, iba a necesitar su ayuda. Porque cuando llegase ese día, no le iba a temblar la voz al susurrar las dos palabras mágicas.
—Sí, sí. La guardaré bien. Junto a las ganzúas. Ya sabes —le guiñó un ojo y rio—. Nah, es coña, es coña.
Pero entonces, antes de que pudiese guardarla, una segunda pieza cayó en su mano. La pieza de la Luna.
—Y hablando de esto... ¿Hay alguna noticia? ¿Sobre los Generales o... sobre Dragón Rojo?
—Ehmm… Noooooo. —Su mente tratando de conectar las ideas—. Pero, Ayame. ¿Por qué me das un…? ¡Nooo! ¡¡NNOOOOO!!
Cayó de espaldas contra la mesa, y por un momento fue una maraña de pies y brazos intentando recuperar la posición como un pez fuera del agua.
—¡No, no, no! ¡No me digas que…! ¡Tú también puedes teletransportarte! —exclamó, incrédulo—. ¡Vamos, no me jodáis!
¿Es que él iba a ser el único pobre diablo que cada vez que se quisiese mover de una punta a otra del mapa iba a tener que cruzarse todo el continente a pata? Daruu, Akame, y ahora… ¿también Ayame?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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—Ehmm… Noooooo. —balbuceó Datsue, como si parte de su mente se encontrara en realidad en otro mundo distante—.Pero, Ayame. ¿Por qué me das un…? ¡Nooo! ¡¡NNOOOOO!!
Exclamó. Ayame parpadeó, confundida ante su reacción.
—¿Qué ocurre? —¿Acaso había escrito mal su marca? Era imposible, no era difícil de recordar (sobre todo para ella) y ya lo había hecho en un montón de ocasiones.
—¡No, no, no! ¡No me digas que…! ¡Tú también puedes teletransportarte! —exclamó, incrédulo—. ¡Vamos, no me jodáis!
—¡Oh! —Sus labios dibujaron un círculo perfecto cuando lo entendió todo. No se había dado cuenta de que, hasta el momento, no le había hablado a Datsue sobre ello; aunque, al fin y al cabo, ella no era muy dada a hablar con otras personas sobre sus habilidades. Ella era más de mostrarlas en acción. Eso debía haber sido, no le había hablado al Uchiha sobre que ella también había aprendido a teletransportarse y no pudo evitar regodearse en ello. Sonrió, pícara y melosa, y canturreó hinchando el pecho con orgullo—: ¡No me digas que no te lo había dicho! Daruu y yo hicimos un intercambio de técnicas. Cosas de parejas, ya sabes —añadió, bromista.
—Sí, sí. La guardaré bien. Junto a las ganzúas. Ya sabes —le guiñó un ojo y rio—. Nah, es coña, es coña.
Daruu se había quedado con la cara pálida. Incluso si nunca aparecía exactamente en el sitio donde estaba la marca —sólo servía para ayudar a visualizar el lugar y para dirigir el cuerpo hacia aquél punto aproximado del espacio—, la horrible idea de aparecerse en los calzoncillos de Datsue le pareció un horror.
Ayame se acercó y le dio también su peculiar pieza de shogi. Y entonces Datsue se dio cuenta... de que ella también podía usar el Chishio Kuchiyose.
—Ehmm… Noooooo. —Su mente tratando de conectar las ideas—. Pero, Ayame. ¿Por qué me das un…? ¡Nooo! ¡¡NNOOOOO!!
Se echó contra la mesa de piedra y se tambaleó tumbado como una tortuga, enrabietado como un niño pequeño mientras Daruu, honestamente, se echaba unas buenas risas.
—¡No, no, no! ¡No me digas que…! ¡Tú también puedes teletransportarte! —exclamó, incrédulo—. ¡Vamos, no me jodáis!
—¡No me digas que no te lo había dicho! Daruu y yo hicimos un intercambio de técnicas. Cosas de parejas, ya sabes —se burló Ayame, socarrona.
Daruu se encogió de hombros.
—Tú haces cosas que jamás soñaría poder hacer —dijo Daruu, conciliador—. Como volver del otro barrio, por ejemplo.
22/10/2019, 21:15 (Última modificación: 22/10/2019, 21:16 por Uchiha Datsue.)
¿Un intercambio de técnicas? ¡Maldito amor platónico! Datsue sabía de los peligros, claro. El amor no siempre era eterno. Las rupturas llegaban a cualquier pareja y, luego, venían los lamentos. ¡Vaya que si lo sabía! De hecho, ahora que lo pensaba, fue toda una suerte que no hubiese hecho aquello con Akame. Solo de pensar en la posibilidad de que anduviese por ahí con uno de sus mejores jutsus hacía que se le revolviesen las tripas.
—Así que cosas de parejas… —farfulló.
—Tú haces cosas que jamás soñaría poder hacer —dijo Daruu, conciliador—. Como volver del otro barrio, por ejemplo.
—Hmm… —Sí, suponía que sí. Volver del Yomi estaba chulo, eso no podía negarlo. Pero, ¿teletransportarse a cualquier sitio a placer? ¡Eso te facilitaba la vida a diario!—. A ver, si yo me alegro. Ahora un General lo tendrá jodido para pillarte, Ayame. Y si yo un día necesito ayuda… —Más refuerzos para él—. Oye, no sé si os lo dije, pero tengo un sello comunicador con Juro. Pero claro, de poco sirve que me avise si estoy a kilómetros de distancia…
»Sería conveniente que le dieseis uno de estos a él también. Y así los Tres Grandes Jinchuurikis estarán unidos de verdad.
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22/10/2019, 22:30 (Última modificación: 22/10/2019, 22:39 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—Tú haces cosas que jamás soñaría poder hacer —dijo Daruu junto a Ayame, con un tono de voz conciliador. Después de echarse unas buenas risas costa del Uchiha, por supuesto—. Como volver del otro barrio, por ejemplo.
La sonrisa socarrona se borró instantáneamente del rostro de la kunoichi, que se volvió extrañada hacia Daruu y alternó la mirada con Datsue. ¿Había oído bien? ¿Había dicho que era capaz de volver de entre los muertos?
—Hmm… —farfulló el Uchiha, nada contento—. A ver, si yo me alegro. Ahora un General lo tendrá jodido para pillarte, Ayame...
«Si es que son capaces de alcanzarme.» Completó ella para sus adentros. Después de todo, había estado entrenando muy duro para mejorar aún más uno de sus puntos fuertes para que no volvieran a cazarla. Ni los Generales, ni nadie.
—Y si yo un día necesito ayuda… —siguió hablando Datsue—. Oye, no sé si os lo dije, pero tengo un sello comunicador con Juro. Pero claro, de poco sirve que me avise si estoy a kilómetros de distancia… Sería conveniente que le dieseis uno de estos a él también. Y así los Tres Grandes Jinchuurikis estarán unidos de verdad.
Ayame parpadeó ligeramente y miró a Daruu. Sólo al cabo de varios (y largos segundos) se dio cuenta de a lo que se estaba refiriendo el Uchiha.
—¡Ah! Sí, sí, por supuesto —se apresuró a responder, tratando de disimular su distracción—. Le daré una ficha si le veo, aunque lo cierto es que hasta el momento no me he cruzado demasiadas veces con él. De hecho, la última vez que le vi... O, mejor dicho, que le vio Kokuō, estaba contigo —añadió, repentinamente sombría.
Datsue les confesó que poseía con Juro otro de sus sellos de comunicación, y les pidió que, si podían, compartiesen con él otra pieza de shogi con sus marcas.
—¡Ah! Sí, sí, por supuesto —se apresuró a responder, tratando de disimular su distracción—. Le daré una ficha si le veo, aunque lo cierto es que hasta el momento no me he cruzado demasiadas veces con él. De hecho, la última vez que le vi... O, mejor dicho, que le vio Kokuō, estaba contigo —añadió, repentinamente sombría.
—Bueno, Ayame, anímate —dijo, y en un susurro añadió, para que sólo lo escuchasen ellos tres de pasar alguien por allí cerca—: ahora vuestra relación es algo más cordial, ¿eh?
»Respecto a las piezas de shogi, debemos tener algo de cuidado —dijo entonces dirigiéndose a Datsue—. Existe un límite de tiempo. Esas marcas dejarán de sernos útiles pasado un año. De hecho, para tranquilidad de tu querido Uzukage, la que dejé en el puerto de tu villa ya es inservible —rio.
—Entonces tu marca funciona parecido a mi sello-comunicador —les reveló también—. Diría que aguanta algo más que un año, pero no mucho más.
¿Cuándo se los había puesto a ellos? ¿Un mes y algo? Todavía tenían mucho margen. Con Juro, ya no tanto. Debería renovarle el sello la próxima vez que se viesen.
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—Bueno, Ayame, anímate —intervino Daruu, antes de añadir en un susurro—: Ahora vuestra relación es algo más cordial, ¿eh?
—Sí... eso es cierto —admitió ella, aunque no estaba del todo segura de su se refería a su relación con Kokuō o con Datsue. Fuera como fuese, en ambos casos era cierto. Pero las cicatrices de haber estado encerrada de aquella manera durante meses seguían sangrando de forma silenciosa e inevitable.
—Respecto a las piezas de shogi, debemos tener algo de cuidado —añadió Daruu, ahora dirigiéndose a Datsue—. Existe un límite de tiempo. Esas marcas dejarán de sernos útiles pasado un año. De hecho, para tranquilidad de tu querido Uzukage, la que dejé en el puerto de tu villa ya es inservible.
Ayame, pálida como la cera, se volvió hacia su pareja. "¿La marca que dejé en tu puerto, dices?", parecían querer decir sus alarmados y aterrados ojos.
—Entonces tu marca funciona parecido a mi sello-comunicador —reveló el Uchiha—. Diría que aguanta algo más que un año, pero no mucho más.
—Bueno, cuando veamos que se acerca el tiempo límite basta con que nos comuniquemos y quedemos para renovar las técnicas, ¿no es así? —dijo Ayame.
Nunca se atrevería a admitirlo en voz alta, pero entre la técnica de comunicación de Datsue y la de teletransporte de Daruu, los tres formaban un tándem de lo más particular y poderoso. Ayame se sentía mucho más segura sabiendo que los tenía al otro lado, sabiendo que podía contar con ellos ante cualquier eventualidad. Tan sólo deseaba resultar de la misma utilidad para ellos en cualquier momento de necesidad.
Al parecer, la técnica de comunicación de Datsue también tenía que ser renovada cada cierto tiempo. Por un momento, se sintió orgullosísimo de su madre. El Chishio Kuchiyose era una técnica muy particular, tanto que casi parecía emular el funcionamiento de un Fuuinjutsu. Y el tiempo —bueno, sobretodo Datsue, para ser sinceros— le había demostrado que las Técnicas de Sellado eran muy avanzadas y podían hacer cosas que hasta muchos ninjas, como Ayame, considerarían magia negra.
—Bueno, cuando veamos que se acerca el tiempo límite basta con que nos comuniquemos y quedemos para renovar las técnicas, ¿no es así? —dijo Ayame.
Daruu asintió.
—Bueno, aquí estamos —dijo Daruu rascándose la coronilla después de un pequeño e incómodo silencio—. ¿Os apetece tomar algo o qué? ¡Ay! —Un pinchazo en los ojos. Daruu se apartó, cerrando los párpados y siseando con la lengua y el paladar—. Ayame, ¿llevas las gotas que nos dio tu padre?
Puto Datsue. Ahora tendría que tener muchísimo cuidado con sus ojos. Qué cabronazo.
Datsue asintió, imitando a Daruu, ante el comentario de Ayame. Era vital mantener aquellas técnicas activas. Más en aquellos tiempos. Más con todo lo que estaba pasando.
Hablado y zanjado lo importante, Daruu propuso ir a tomar algo y relajarse un poco. Fue en ese momento cuando debió sentir un pinchazo en los ojos, pues cerró los párpados y se apartó siseando.
—¿Las gotas de tu padre? —preguntó, curioso, observando a Ayame.
Luego, recordó algo muy importante.
—¡Hostia, casi se me olvida!
Se sacó una pequeña coctelera del hombro —sí, del hombro, ventajas de saber fuuinjutsu—, cuyo interior estaba lleno de un polvo blanco. Le echó agua de su cantimplora y empezó a agitarla.
—Ah, estos suplementos ninjas son la hostia. Sobre todo cuando estás de viaje. No sé cómo llegaría al consumo de proteínas y calorías que necesito sin ellas. —Se lo tomó de tres sendos tragos. ¡Qué bien sabían tras un buen entrenamiento! Era gloria bendita—. Bueno, ¿qué? ¿Vamos a tomar algo entonces?
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