Entrenamiento sorpresa

[Uzumaki Eri]

A mi pupila Hana,

¿Cómo estás? Llevo semanas sin saber de ti. Salí un par de veces de la villa pero acabo de regresar, así que te escribo para solicitar tu presencia el primer día de primavera en la Academia de las Olas, por la mañana. Tranquila, ese día no hay clase por lo que tendremos la academia prácticamente para nosotras. Tengo que comentarte algo muy importante.

Te espero allí.

Uzumaki Eri.

Levantó su utensilio de escritura y miró la carta. Era tan mala para aquello como lo recordaba. Suspiró y echó un ojo a su papelera, llena de hojas arrugadas y desperdigadas hasta el fondo del objeto. Con pesadez, se levantó de su escritorio, descalza, y dobló la carta, dejándola cerca para enviarla esa misma mañana.

Esperaba de verdad que se presentase.

• • •

Eri estaba vestida con una sencilla túnica cerrada de mangas cortas, cerrada. Sus pantalones eran largos, atados bajo sus botas ninja. Tenía recogido el poco cabello que tenía en una simple coleta a su lado derecho y esperaba apoyada sobre las vallas que rodeaban el campo dedicado al entrenamiento de los estudiantes. Consultó el cielo, pensando si llegaría pronto, pues no había puesto hora.

«De verdad que nunca aprenderé.»

[Himura Hana]

El mensaje de su sensei se le asemejaba a las amenazas en las historias del mercado negro, cuando quedaban en un sitio recondito para pasarse la mercancia y siempre acababa en una sangría. Sobre todo la parte final, en la que Eri le decía que tenía que comentarle algo importante.

No especificaba hora, así que Hana asumió que era a primera hora. Estaba tan nerviosa que apenas durmió, comprobando constantemente la hora. Cuando empezó a amanecer decidió que para esperar en casa, mejor esperar ya ahí. A pesar de que el calor empezaba a invadir los días, siendo ya primavera, Hana seguía vistiendo manga larga, para ella hacía demasiado frio incluso a la luz del Sol.

La única diferencia con su vestimenta habitual es que había decidido llevar el pelo recogido en dos pequeñas coletas traseras, una a cada lado. Salió de casa sin desayunar y sin pasar por el baño de los nervios.

Al llegar a la Academia fue directa a los campos de entrenamiento, donde suponía que querría ir su sensei, dudaba que fuese a llevarla a un aula a explicarle como funcionaban los elementos. Pasaron cinco minutos, después diez y finalmente concluyó que era tonta por ir tan pronto. A la media hora su vejiga despertó, quejandose como siempre. Decidió ir un momento al baño, no tardaría mucho y ya sería casualidad que justo llegase Eri cuando ella estaba miccionando.

La casualidad se rió en su cara cuando al volver del baño se encontró a la pelirroja esperandola. Suspiró antes de llamar a su sensei con una sonrisa.

— ¡Eri-sensei! — empezó a recorrer la distancia que las separaba con una sonrisa.

Lo cierto era que en el fondo se alegraba de que la Uzumaki se hubiese tomado la molestia de buscarla tras ella no aparecer en unas semanas. No estaba progresando demasiado con los libros que le había dado y ella le había dicho especificamente que volviese cuando lo entendiese, así que...

[Uzumaki Eri]

— ¡Eri-sensei!

Eri se giró en cuanto escuchó la dulce voz de Hana, que parecía más contenta de lo habitual. La kunoichi mayor la encaró con una sonrisa igual de amplia que la de la rubia, realmente alegre por ver a su pupila, aunque... ¿Se había hecho dos coletas?

—¡Hola, Hana! —saludó una vez la susodicha se hubiera acercado lo suficiente. Tras ello, la dio dos palmaditas en la cabeza a modo de saludo—. ¿Qué tal? ¿Cómo has estado durante este tiempo? ¿Has hecho ya alguna misión? —comenzó a cuestionar, evaluándola ya desde el principio.

A veces sentía que la que necesitaba lecciones era ella y no su rubia pupila, contenta como la que más, ahora sometida a un interrogatorio. No sabía ser sensei y mucho menos de una chica con la que más o menos se llevaba dos años. Pero allí estaba, y lo cierto es que la comenzaba a tener mucho aprecio.

Solo esperaba no cagarla con ella al igual que había ocurrido con Riko.

[Himura Hana]

La Uzumaki volvió a ponerle la mano encima de la cabeza a modo de saludo. Como si solo por ser un poco más alta que ella ya pudiese tratarla como a una enana. Ya vería cuando pegase el estirón

— ¿Qué tal? ¿Cómo has estado durante este tiempo? ¿Has hecho ya alguna misión?

A veces, Hana pensaba que era demasiado curiosa y que hacer tantas preguntas no era bueno, después hablaba con su sensei y se le pasaba. Aunque era refrescante saber que había más gente con más preguntas que respuestas aparte de ella.

— He estado bien, en cuanto a las misiones, sí que he hecho unas cuantas, todas D, claro. Pero en tu mensaje decías que habia algo importante de lo que hablar, ¿qué es? — normalmente Hana hubiese imitado a Eri, lanzando un aluvión de preguntas alrededor de la primera, pero sentía que no le iba a gustar la respuesta.

Normalmente lo que se cataloga de importante suele acompañarlo responsabilidades, cosas inevitables o papeleo. Hana no gustaba de ninguna de esas cosas.

[Uzumaki Eri]

— He estado bien, en cuanto a las misiones, sí que he hecho unas cuantas, todas D, claro. Pero en tu mensaje decías que habia algo importante de lo que hablar, ¿qué es?

«Ah, directa al grano», aquello aliviaba a Eri de sobremanera, al saber que su pupila seguramente, en lo importante, iría al grano y no revolotearía alrededor de temas sin importancia. Eri dejó su apoyo momentáneo en la valla y se acercó a Hana, borrando parcialmente su sonrisa.

—Habrás escuchado que van a celebrar un torneo, ¿verdad? —preguntó la Uzumaki—. ¿Qué opinas sobre los torneos?

[Himura Hana]

—Habrás escuchado que van a celebrar un torneo, ¿verdad? ¿Qué opinas sobre los torneos?

Hana cazó la indirecta que flotaba en el aire. Ahora sabía la dirección de la conversación pero no el sentido. ¿Quería que se apuntase o quería impedirlo? Tragó saliva, ninguna de las dos opciones la satisfacía. Iría con lo que decidiese su sensei.

— Bu-bueno, se supone que es la segunda edición del Torneo de los Dojos ¿no? El que ganó el jinchuriki muerto de Uzushiogakure. — por si la sutileza no estaba suficientemente muerta. — Mi opinión...

Su opinión era que no tenía opinión. Nunca había pensado en los torneos. Cuándo lo escuchó lo borró rápidamente de su mente, ¿con qué cara se iba a presentar a un torneo al que se presentaba gente como Eri, Datsue o Ayame?

— Creo que están bien, siempre que sea amistoso y la cosa no escale como pasó aquí. Es decir, yo no querría que muriese nadie por un simple espectáculo.

Podía sentir que se había pasado en algo, puede que fuera muy brusca con el jinchuriki muerto o su opinión fuese muy endeble o sencillamente no mostrase suficiente seguridad, pero no tenía ni idea de lo que esperaba su sensei así que tal vez hubiese hecho algo bien.

[Uzumaki Eri]

— Bu-bueno, se supone que es la segunda edición del Torneo de los Dojos ¿no? El que ganó el jinchuriki muerto de Uzushiogakure

—Uchiha Akame —puso nombre la kunoichi pelirroja, cruzándose de brazos mientras la miraba, pensativa—. No está tan muerto como se creía, Hana, pero eso deberíamos hablarlo en otro sitio.

Pronunciar el nombre de Akame siempre la dejaba un mal sabor de boca en el paladar al saber que, uno, no estaba muerto aun habiéndole llorado; y dos, ahora era un traidor a la villa. Pero no quería recordar que había fallado en su intento de búsqueda y captura del Uchiha, por lo que focalizó toda su atención en la rubia que tenía delante.

— Creo que están bien, siempre que sea amistoso y la cosa no escale como pasó aquí. Es decir, yo no querría que muriese nadie por un simple espectáculo.

—Creo que tienes una visión del Examen de Chunin algo complicada —atinó a decir, rascándose la mejilla—. Pero bueno, los torneos son una pequeña excusa para que cada villa enseñe que tiene buenos ninjas en los que confiar, no se trata de ganar, Hana, sino de demostrar que eres una buena kunoichi —explicó, levantando su dedo índice—. Por eso he pensado que sería bueno inscribirme de nuevo y demostrarle a Uzukage-sama que sigo siendo una buena jounin.

Tras la charla que tuvo con el herrero de Uzushiogakure, recordó que quería ser ninja por algo y no quería quedarse atrás, demostrando que todavía tenía mucho que enseñar y que dar a quienes lo necesitasen.

[Himura Hana]

—Uchiha Akame. No está tan muerto como se creía, Hana, pero eso deberíamos hablarlo en otro sitio.

Asintió, sabiendo que su sensei no se tomaba bien las insistencias fuera de lugar. Pero... no parecía muy contenta de que Akame estuviese vivo. Solo había una posible explicación, ahora era un exiliado. Tenía una cantidad abrumadora de preguntas pero debía dosificarlas o Eri clavaría su cabeza en una estaca por pesada.

—Creo que tienes una visión del Examen de Chunin algo complicada. Pero bueno, los torneos son una pequeña excusa para que cada villa enseñe que tiene buenos ninjas en los que confiar, no se trata de ganar, Hana, sino de demostrar que eres una buena kunoichi. Por eso he pensado que sería bueno inscribirme de nuevo y demostrarle a Uzukage-sama que sigo siendo una buena jounin.

— Yo no asistí al examen, estaba de luto en esa época. Pero por lo que contaba la gente, los jinchurikis perdieron la cabeza y después los shinobis perdieron la cabeza, hubo caos, cientos de heridos y muchas historias truculentas alrededor. — entonces se dio cuenta de que Eri no le había preguntado nada de eso. — Quiero decir, me parece genial que te presentes, Eri-sensei. ¿Podré ir de invitada tuya? ¡Yo quiero animarte!

Se había quitado un peso de encima al saber que Eri solo quería informarla de que se iba a ir al Torneo. Tal y como ella había pensado, ¿qué iba a hacer ella ahí cuando se presentaban jounins? Al mismo tiempo que la aliviaba, se decepcionaba un poco, ella también quería demostrar que era una buena kunoichi, pero bueno, siempre tendría las misiones para eso.

[Uzumaki Eri]

— Yo no asistí al examen, estaba de luto en esa época. Pero por lo que contaba la gente, los jinchurikis perdieron la cabeza y después los shinobis perdieron la cabeza, hubo caos, cientos de heridos y muchas historias truculentas alrededor.

Eri volvió a rascarse la cabeza, pero esta vez sin saber bien qué decir. Primero, porque acababa de decir que estaba de luto sin inmutarse, pero la última vez que estuvo en el hospital casi entra en pánico. ¿Lo habría superado ya?

Y bueno... Ella solo sabía lo que había ocurrido tras su ida por boca de Nabi, que se tiró y unos kusajines lo atacaron porque sí. No entendió del todo la razón, de ninguno, pero ella no podía decir nada, ya que tras haber podido controlar a Ayame, esposó a Daruu.

¿Por qué siempre terminaba pensando en eso?

— Quiero decir, me parece genial que te presentes, Eri-sensei. ¿Podré ir de invitada tuya? ¡Yo quiero animarte!

—Eso te iba a decir, tú vendrás conmigo —la señaló, poniéndola un dedo en el pecho—. Como participante.

[Himura Hana]

—Eso te iba a decir, tú vendrás conmigo . Como participante.

Como siempre que se quedaba en blanco, abrió la boca para volver a cerrarla un segundo más tarde sin decir absolutamente nada. ¿Qué podía decir? No es como si Eri le estuviese dando opción, la estaba informando de que iba a ir.

— Perfecto. — en ese momento, miraba al infinito, hacia un punto indefinido entre la bandana de Eri y la academia.

Tenía una expresión completamente ida, ella estaba pero su mente estaba haciendo recordatorio de todos los ninjas con los que se había cruzado tanto en la villa como fuera que podrían reventar su cabeza como si de un limón maduro se tratara. Tras unos segundos de divagación, levantó la mano a la altura de su cabeza con el indice alzado.

— Pero... ¿puedo rendirme si me toca un jounin como tú o Datsue? Un despiste vuestro son cinco vidas mías. — miró a Eri, pálida e intentando ocultar las múltiples muertes que había envisionado en su subconsciente.

[Uzumaki Eri]

— Perfecto.

Eri la miró, dubitativa, al haber perdido la sonrisa y mirar al infinito como si su vida acabase de repente. ¿Acaso no querría? ¡Era un maravilloso momento para enseñar lo que había aprendido!

— Pero... ¿puedo rendirme si me toca un jounin como tú o Datsue? Un despiste vuestro son cinco vidas mías.

Su rostro, pálido, hizo que terminase de entender a lo que se refería. Entonces levantó ambas manos.

—¿Qué? ¡No! —corrió a corregirse la Uzumaki, nerviosa por lo que hubiese pensado su alumna—. Tú te inscribirías en rango genin, claro, quiero decir, no tendrías que combatir contra personas tan experimentadas —explicó—. Solo si quieres, claro.

[Himura Hana]

—¿Qué? ¡No! Tú te inscribirías en rango genin, claro, quiero decir, no tendrías que combatir contra personas tan experimentadas . Solo si quieres, claro.

— Ah. Oh... — el color volvió a su rostro como las lluvias en Ascua. — Entonces sí, claro, genial. Pero...

De nuevo, dudaba a la hora de soltar la bomba. No había nada que hacer más que sincerarse y esperar que Eri la ayudase antes de matarla, después no le serviría de mucho.

— Bueno, aparte de los entrenamientos de la academia, no tengo nada de experiencia en el combate. Creo que si me apuntase daría bastante penita más que nada. — intentaba ser realista sin pasarse de deprimente, pero era la verdad y no le quedaba más que asumirla.

Puede que fuese más avispada que la media, pero en combate primaba más cosas como saber pelear y tal.

[Uzumaki Eri]

— Entonces sí, claro, genial. Pero...

Pero, siempre había un pero con ella. Eri se preparó para lo peor, un: no puedo ir, me matarán simplemente con un kunai o, no soy lo suficientemente fuerte, o, quizá se me rompa la cabeza con tanto darle vueltas a todo. Quizá lo estaba exagerando bastante, pero el caso era que con Hana, siempre había que esperar el pero.

— Bueno, aparte de los entrenamientos de la academia, no tengo nada de experiencia en el combate. Creo que si me apuntase daría bastante penita más que nada.

Pero Eri, algo más lista de lo que se pensaba su alumna —o eso esperaba—, levantó de nuevo la mano, dispuesta a responder a aquello.

—¡Por eso no te preocupes, mi querida Hana! —exclamó, señalando al edificio de donde la chiquilla había venido—. Hoy combatirás, pero no contra mí, sino contra otro chico que se graduó a la par que tú.

—¡Ya era hora, Eri-san! —exclamó una voz desde detrás de ellas, apareciendo con el cabello tan despeinado como siempre y una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Qué hay, Hana? ¡Cuánto tiempo! —saludó el Senju.

Tanaka Hiroki se había graduado con ella pero sin destacar mucho, y seguramente, lo que más recordaría ella eran su mechón rojo y sus pecas. Vestía con su sudadera azul y sus pantalones marrones que de costumbre solía usar, y una pequeña lanza asomaba a su espalda.

[Himura Hana]

—¡Por eso no te preocupes, mi querida Hana!

Oír a Eri usar la expresión "no te preocupes" y llamarla "querida" en la misma oración le puso los pelos como escarpias a la genin. Estaba claro que no iba a llegar viva al torneo.

— Hoy combatirás, pero no contra mí, sino contra otro chico que se graduó a la par que tú.

—¡Ya era hora, Eri-san! ¿Qué hay, Hana? ¡Cuánto tiempo!

Hana se giró a la voz, que era la de un chico de pelo negro que se acercaba sonriente. La rubia tuvo el segundo escalofrío. Siempre asociaba a Hiroki con los días de lluvia, recordando uno especialmente señalado en el que una tormenta azotaba la villa en pleno invierno y el chico se movía bajo la lluvia más contento que un pez en el agua, nunca mejor dicho. Ella ese día había salido de casa a regañadientes con más capas de una cebolla.

Y encima, "Eri-san" pero "Hana" a secas. Frunció el ceño, al menos a este sí podía pegarle y además alegremente.

— Buenos días a ti también, Hiroki-san. — dijo con todo el retintín del mundo. — ¿Y de qué os conocéis vosotros?

[Uzumaki Eri]

— Buenos días a ti también, Hiroki-san —Eri arqueó una de sus cejas, notando algo de recelo en las palabras de su pupila— ¿Y de qué os conocéis vosotros?

—¿No lo sabes? ¡Eri-san me va a ayudar con mi control de chakra y el elemento rayo! ¡Es una experta! —exclamó, tan enérgico como siempre—. Por fin podré superar a ese estúpido de Ryota —continuó con su discurso, como siempre, entusiasta, hasta que se giró a Eri—. ¿Ella también es tu pupila, verdad?

Eri suspiró, hablaba, como siempre, de más.

—Ya lo hemos hablado, Hiroki, solo porque te lo debo por lo de la ropa... —dijo una avergonzada Eri. Luego encaró a Hana—. Sé que os conocéis, así que creo que no hace falta presentaciones ni nada, así que os diré para qué os he reunido aquí —se preparó, poniéndose frente a ambos—: Quiero que tengáis un combate.