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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
¿Ranko se emocionaba tan fácilmente?

Con las palabras de Ayame, la Kusajin no pudo evitar imaginarse sobre un pilar de rocas, de brazos cruzados, mientras la Amejin estaba en un pilar similar a varios metros de ella. Estaban en un área rocosa, con riscos profundos, sin árboles ni personas o animales que pudiesen lastimar. Se imaginó sendas auras elevándose como llamas intensas mientras las miradas de las chicas se encontraban desafiantes a mitad del camino. Se prepararon para saltar, para lanzar el primer ataque en aquel devastador enfrentamiento y…

Algo de beber... ¡Ah, ya sé! ¡Sígueme!

Sí, Ranko se emocionaba tan fácilmente, en lo que a combates se refería.

Asintió y caminó tras Ayame. Sus zancadas eran más largas que las de la chica de la luna, pero no podía igualar qué tan rápido se movía ella. Afortunadamente no era una carrera. Llegaron a un lugar de helados y granizados.

”¡Ah! ¿Es que Ayame me tiene que llevar siempre a sitios monos, como a esa posada, Cucurbita?” Entonces Ranko ya no se las imaginó peleando entre riscos épicos, sino en un campo de flores de lavanda. Se mordió el labio para no reírse.

¡Oh, realmente se me antoja un helado! Uno muy grande, de hecho. —dijo con una gran sonrisa.

Ranko tomó un gran respiro antes de entrar a aquel lugar abarrotado para ocupar la mesa que quedaba libre. Sin embargo, apenas entrar, algo se sacudió en su cabeza.

”Aquí los hacen… los hacen de muerte.”

Un muy amargo recordatorio apareció en su mente. Era algo que no había querido mencionar, pero que tenía que decirle a Ayame. Se lo había prometido. Pero no lo haría todavía. Habían estado charlando muy amenamente como para echar a perder el día con una noticia tan horrible. No. No hablaría de ello.

Y co-co… ¿cómo es…? —Buscó rápidamente algún tema en el que pudiese resguardarse temporalmente —. ¿Cómo es Daruu-san?

”Ah, por los cielos, Ranko... Bueno, es mucho mejor hablar de ello que de aquel otro tema…”
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#47
¡Oh, realmente se me antoja un helado! Uno muy grande, de hecho —respondió Ranko, con una radiante sonrisa.

¡Pues marchando un helado gigante y un delicioso granizado!

Ya en la mesa, Ayame tomó una de las cartas y comenzó a ojearla con curiosidad. Entre sus hojas, todo tipo de helados, de cucurucho y de tarrina; de todo tipo de sabores, formas y tamaños; granizados coloridos gracias a siropes de mútiples sabores e incluso refrescos y zumos naturales. Si de algo estaba surtido El Refugio del Pingüino, era, precisamente, de cosas frías. Ideal para los veranos calurosos como aquel.

Y co-co… ¿cómo es…? ¿Cómo es Daruu-san? —tartamudeó su acompañante, y Ayame la miró con cierta curiosidad.

¿Físicamente, dices? —preguntó, ladeando la cabeza—. Pues... un poco más alto que yo, lleva el pelo recogido en una coleta -aunque se le despeina solo hacia arriba —Con una risotada, con sus dedos hizo como si le estuviesen creciendo picos o cuernos desde la cabeza—. Oh, y tiene los ojos prácticamente blancos. Puede que le hayas visto alguna vez, aunque sea de pasada.

Buenas tardes, señoritas, ¿ya saben qué va a ser? —preguntó un hombre que acababa de aparecer junto a ellas. Iba vestido de los pies a la cabeza con un traje blanco y negro y sobre la cabeza llevaba una graciosa gorra con forma de cabeza de pingüino.

¡Para mí un granizado de sandía, por favor! —pidió Ayame, cerrando la carta y dejándola a un lado.

¿Y para usted, señorita?
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#48
Ranko rió ante la descripción de Daruu y los picos de su cabeza, aunque no tan efusivamente como Ayame. No le sonaba como a una persona conocida, pero hubo algo que le hizo ruido. No lo comentaría sino hasta que hubiese revisado la carta y ordenado.

¿Y para usted, señorita?

Y-yo… Ahm… Uno grande. Un helado, quiero d-decir, un helado grande. D-e zarzamora, menta, pistache y fresa con crema. Con chispas de chocolate. N-no, mejor con... ahm… ¿Puede bañarlo con chocolate líquido?

Claro. Un helado gigante, entonces. —El hombre se veía más bien entretenido por la combinación de sabores.

¡S-sí! ¡Pues perfecto! Ah… Y chochitos de colores.

Estarán enseguida. —Después de escribir las órdenes, el hombre tomaría la carta y se retiraría.

L-lo siento si parezco… ahm… No sé. ¿Golosa? —Ranko se encogió de hombros —. D-desde que intensifiqué mi entrenamiento he estado comiendo más… —Se preguntaba si llegaría a estar incluso más alta con tanto alimento. Su madre decía que sí.

»¿Ojos blancos? —continuó con el comentario que Ayame había hecho sobre Daruu —. Jum… Sólo he visto a una persona con ojos blancos, creo… ¿Le pasa algo a los ojos de Daruu-san?

El tono de la Kusajin denotaría un poco de honesta preocupación.
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#49
Y-yo… Ahm… Uno grande. Un helado, quiero d-decir, un helado grande. D-e zarzamora, menta, pistache y fresa con crema.

«¿Todos esos sabores juntos? ¿Pero eso está bueno siquiera?» Se preguntaba Ayame, con los ojos abiertos como platos.

Pero Ranko no había terminado.

Con chispas de chocolate. N-no, mejor con... ahm… ¿Puede bañarlo con chocolate líquido?

Claro. Un helado gigante, entonces —asintió el camarero-pingüino, divertido ante la curiosa petición de la muchacha.

¡S-sí! ¡Pues perfecto! Ah… Y chochitos de colores.

Estarán enseguida.

Y, tras tomar nota de sus pedidos, el hombre se marchó.

L-lo siento si parezco… ahm… No sé. ¿Golosa? D-desde que intensifiqué mi entrenamiento he estado comiendo más… —se excusó la de Kusagakure, encogiéndose de hombros.

Pero Ayame soltó una carcajada y agitó una mano en el aire.

¡No te disculpes por eso! Ya tenemos algo en común —Le guiñó un ojo—. Aunque yo rara vez salgo del chocolate. Tantos sabores juntos...

Eso sí que se le había hecho raro.

¿Ojos blancos? —preguntó de repente, y a Ayame le costó algunos segundos darse cuenta de que volvía a inquirir sobre Daruu—. Jum… Sólo he visto a una persona con ojos blancos, creo… ¿Le pasa algo a los ojos de Daruu-san?

Ayame volvió a reír.

«Oh, no. Claro que no les pasa nada. Más bien al contrario. Malditos Ojos Blancos.»

No, que va —volvió a agitar una mano en el aire—. Tranquila, está bien sano. No está ciego, ni le pasa nada raro en los ojos: puede ver perfectamente.

No quiso dar información sobre el Byakugan como dōjutsu a propósito. Ella, como kunoichi, era la primera que guardaba celosamente sus técnicas bajo candado. Así que era decisión de Daruu el dar información o no.

Por cierto, ¿a qué viene tanta curiosidad por Daruu? ¿Hay alguna razón en especial detrás? —cuestionó, ladeando la cabeza con curiosidad.
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#50
A Ayame le pareció hilarante el tamaño y combinación de la orden de Ranko.

Oh, me gusta tener varios sabores a disposición —Ranko también rió, pues su comentario sonaba técnico, un tanto ridículo para hablar de helados —. ¡A-algunas combinaciones son interesantes!

Algo más que hizo reír a la chica de la luna fue la curiosidad de Ranko sobre Daruu y sus ojos.

”¡Oh, no! Ya comienzo a parecer metiche, ¿verdad? ¿Fui tan insistente en realidad?”

Ranko agitaría la mano un par de veces, como apartando la idea de alguna razón especial.

¡Ah! N-no, Ayame-san, s-sólo fue curiosidad. Mencionaste que era el shinobi más fuerte de nuestra generación y... p-pues… creo q-que me gustaría conocerlo… ¡S-siento si mi pregunta te incomoda! —Inclinó la cabeza a modo de disculpa, aunque luego rió nerviosamente.

”¿Otra vez? Hace ratito pasamos una situación así, pero al revés.” Se le hacía curioso lo parecidas que eran, hasta cierto punto.

Ayame-san también tuvo curiosidad hace rato, ¿no? S-sobre si tenía p-pareja... ¿Qué tal s-si…? ¿Que tal si te cuento lo q-que pasó con esa persona? Así estaremos iguales.

Ranko sonreía, sin tanto rubor como antes, con ojos sinceros. Sentía que tal vez le hiciera sentirse bien sacar esa experiencia de su pecho, y más compartirla con alguien como Ayame. Si ella estaba de acuerdo en escucharla, claro.
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#51
¡Ah! N-no, Ayame-san, s-sólo fue curiosidad —se excusó Ranko—. Mencionaste que era el shinobi más fuerte de nuestra generación y... p-pues… creo q-que me gustaría conocerlo… ¡S-siento si mi pregunta te incomoda!

¡Oh, no, para nada! —respondió Ayame, agitando la mano en el aire—. Sólo me ha parecido... Eso, curioso —culminó, encogiéndose de hombros.

Ayame-san también tuvo curiosidad hace rato, ¿no? S-sobre si tenía p-pareja... ¿Qué tal s-si…? ¿Que tal si te cuento lo q-que pasó con esa persona? Así estaremos iguales.

Pero antes de que pudiera responder nada al respecto, el camarero regresó con el pedido de las dos chicas.

Con permiso, señoritas —dijo, mientras le cedía a Ranko su colosal helado con su enorme diversidad de sabores diferentes y a Ayame su granizado bañado en el zumo rojizo de sandía.

¡Muchas gracias! —respondió Ayame, antes de que se marchara a atender a una mesa cercana. La muchacha le dio un primer tiento a su capricho, y no tardó en deleitarse con el fresco sabor de la fruta mezclado con el hielo.

«Fruta natural y no siropes azucarados, ¡perfecto!»

Ah, perdona, Ranko. ¡Me encantaría escucharte! —agregó, con una sonrisa afable.

La observaba con curiosidad, no podía negarlo. Pero no era esa curiosidad que podía llegar a tildarse de cotilleo. Sólo la curiosidad de una amiga.
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#52
Como era de sospecharse, aunque le costase admitirlo a Ranko, Ayame no se incomodó por la pregunta. Las órdenes de las chicas no se hicieron esperar, y la Kusajin se enamoró de su helado gigante.

G-gracias. —Inclinó levemente la cabeza ante el mesero y tomó la cuchara.

Parecía un postre para tres o cuatro personas, y eso le encantó a la de la trenza. Comenzó con dar una prueba a cada sabor individual, con cucharadas enormes, y el helado le refrescó todo el cuerpo cual ducha fría. Había sido la mejor de las ideas ir allí.

¡Me encantaría escucharte!

Ranko tragó.

”Ok, Ranko. Tú invocaste esta prueba, tú puedes. Respira.”

La chica jugueteó un momento con una cucharada de helado de pistache. Como había dicho antes, abrirse con Ayame podría ayudarle a sentirse mejor, a dejar aquella experiencia como lo que era: una vivencia con cosas positivas y negativas. Si seguía manteniéndola en el fondo de su corazón, le haría daño a largo plazo. La sonrisa de Ayame le inspiró.

El… El verano pasado fui a Yugakure. B-bueno, fui con mi hermana, Kuumi. Que-queríamos visitar las aguas termales y-y eso, claro. Y me topé… Ca-casi por accidente con una chica. A-Aburame Mei —Aunque Ranko evitó decir “hime” al final del nombre, no pudo evitar el rojo de sus mejillas. Sin embargo, la Kusajin no perdía su suave sonrisa. Estaba apenada, pero no lo suficiente como para dejar de hablar. Comió una cucharadita de helado —. E-era… Encantadora y… y… entendió m-mi… mi condición —Hizo un gesto con la mano, como si tirara de algo invisible atado a sus labios —, esto. N-no puedo… a veces… pues… hablar bien cuando no conozco a la persona. Me ayudó a calmarme y concentrarme y… Me entendió. ¡Inclusive combatimos y…! Mei-san era… era fuerte. Sentía… Sentía que podría luchar a su lado. ¡S-sé que suena tonto! N-no sé… Creo… Creo que eso es lo que busco en otra persona… N-no que sea alguien a quien yo proteja, o alguien que me proteja a mí, s-sino alguien que luche conmigo que nos protejamos la una a la otra y… ¡M-me sentía tan rara con ella!

Se vio de repente alzando la voz un poco más de lo normal, de la emoción. Ranko se encogió y comió varias cucharadas de helado antes de continuar, con voz más bajita.

Di-digo… Nunca había sentido eso y… No sabía cómo reaccionar. S-si era real o era solo… un capricho. De ambas. Fuimos a las termas y… ¡Oh, cielos!

Ranko esta vez enrojeció tanto que parecía que su sola aura derretiría la montaña de helado que tenía delante. Se cubrió los ojos con la siniestra.

B-b-bueno… A-a las t-termas y… P-pues… P-pues… B-b-bueno… Kuumi creía que y-yo estaba e-en un Genjutsu je j-je… Porque… Ahm... —Ranko bajó el volumen de su voz incluso más. A Ayame no le costaría identificar sus palabras, pues tenía buen oído, pero cualquier otro lo habría encontrado difícil —. M-mei-san era muy hermosa.

Se quedó callada largo rato, como si admitir eso fuese un pecado mortal. Luego, Ranko respiró profundamente, intentando espantar el rubor de su rostro. Quitó la mano de su cara, pero sus ojos estaban cerrados.

P-pasamos una noche hermosa, p-pero… A… A la mañana siguiente ya no estaba —Un dejo de tristeza se asomó en su voz —. M-me dejó una nota, me dijo que… que me esperaría en Yukio unos meses después, e-en cierta fecha. P-pero fui, esperanzada y… No estaba. Y esperé. U-un par de días. Y un poco más y… Y pues…

Ranko se encogió de hombros, con una sonrisa. Pero Ayame podría escuchar un ligerísimo quiebre en su voz.

Mei-san no apareció —Ranko suspiró pesadamente, como si dejara atrás un inmenso lastre —. N-no sé si… Si le pasó algo… O si hice algo mal o… O si Mei-san… Si e-en realidad nunca tuvo intención de reencontrarse conmigo…

Seguiría dándole cucharadas al helado, alternando entre sabores, como si fuese a ahogar su pena en aquel delicioso postre.
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#53
Ranko no respondió enseguida. En su lugar, jugueteaba con pequeños pellizcos de aquel enorme helado de varias bolas que parecía estar hecho para más de una persona.

El… El verano pasado fui a Yugakure.

«Yugakure... La Villa Oculta entre las Aguas Termales en el País del Rayo.» Repitió Ayame, con un mudo asentimiento. Ella no había estado nunca allí, pero lo cierto era que lo tenía apuntado en su lista de lugares a los que viajar en un futuro. Quizás con Daruu.

B-bueno, fui con mi hermana, Kuumi. Que-queríamos visitar las aguas termales y-y eso, claro. Y me topé… Ca-casi por accidente con una chica. A-Aburame Mei —explicó, con las mejillas encendidas.

«Oh, ¿una chica?» Ayame no pudo disimular su sorpresa, aunque enseguida se arrepintió. ¿Por qué tenía que sorprenderse de algo así? Era algo completamente normal y natural. De hecho, ella misma sospechaba que Yui-sama y Shanise tenían una relación que iba más allá de la de Arashikage y su Mano Derecha.

E-era… Encantadora y… y… entendió m-mi… mi condición...

¿Tu... condición? —repitió Ayame, genuinamente preocupada. ¿Acaso estaba enferma o...?

Esto. N-no puedo… a veces… pues… hablar bien cuando no conozco a la persona.

«¡Oh! ¡Habla de su timidez!» Ayame suspiró, aliviada.

Me ayudó a calmarme y concentrarme y… Me entendió. ¡Inclusive combatimos y…! Mei-san era… era fuerte. Sentía… Sentía que podría luchar a su lado. ¡S-sé que suena tonto! N-no sé… Creo… Creo que eso es lo que busco en otra persona… N-no que sea alguien a quien yo proteja, o alguien que me proteja a mí, s-sino alguien que luche conmigo que nos protejamos la una a la otra y… ¡M-me sentía tan rara con ella!

Te entiendo... —Ayame sonrió con dulzura. Lo que estaba describiendo Ranko, aquella confusión inicial, era precisamente lo que había estado sintiendo Ayame con Daruu cuando comenzaron a salir... o quizás incluso antes.

Pero la de Kusagakure se acababa de dar cuenta de que había alzado la voz demasiado, y se refugió en su helado. Cuando continuó hablando, lo hizo en voz más baja:

Di-digo… Nunca había sentido eso y… No sabía cómo reaccionar. S-si era real o era solo… un capricho. De ambas. Fuimos a las termas y… ¡Oh, cielos! —El rostro de la muchacha parecía estar a punto de estallar, como una olla a presión, y ni siquiera el helado parecía servir para enfriarla—. B-b-bueno… A-a las t-termas y… P-pues… P-pues… B-b-bueno… Kuumi creía que y-yo estaba e-en un Genjutsu je j-je… Porque… Ahm... M-mei-san era muy hermosa.

¡Jajaja! Ay... p... perdón —Ayame no había podido contener la carcajada por más tiempo. Apurada, se limpió las lágrimas de los ojos—. Es que me ha hecho demasiada gracia lo del Genjutsu. ¡Qué bueno! —Ayame la señaló entonces con la cuchara, algo más seria—. No, pero en serio. Cuidado con esas cosas, una vez conocí a una mujer que utilizaba las ilusiones para seducir a otros... Pero no, no era ninguna Mei —La alivió, con una nueva risotada.

Pero Ranko se había quedado muda, con los ojos cerrados y el rostro tapado con la mano. Ayame no podía entrar en su mente como lo podría hacer su padre, pero supuso que quizás se sentía profundamente avergonzada de aquella noche. Si llegaron hasta el nivel que sospechaba, y había sido su primera vez... Era una reacción de lo más comprensible.

P-pasamos una noche hermosa, p-pero… A… A la mañana siguiente ya no estaba —Un deje de tristeza se asomó en su voz, y la sonrisa se borró de los labios de Ayame inmediatamente, previendo lo que vendría a continuación—. M-me dejó una nota, me dijo que… que me esperaría en Yukio unos meses después, e-en cierta fecha. P-pero fui, esperanzada y… No estaba. Y esperé. U-un par de días. Y un poco más y… Y pues… —Ranko se encogió de hombros. Sonreía, pero era una sonrisa cargada de la más absoluta tristeza. Y su voz se quebró con las siguientes palabras—. Mei-san no apareció —Ranko suspiró pesadamente—. N-no sé si… Si le pasó algo… O si hice algo mal o… O si Mei-san… Si e-en realidad nunca tuvo intención de reencontrarse conmigo…

Ranko fue a echar mano de la cuchara para seguir devorando su helado, quizás para ahogar sus penas en él, pero Ayame estiró el brazo y se tomó la libertad de tomarla de la mano.

Tú no has hecho nada malo —le aseguró, mirándola con fijeza y toda la seriedad que pudo reunir—. No te culpes de nada, porque no has hecho nada malo. Mira... no conozco a esa Mei, la verdad. Pero creo que aunque desapareció, si se tomó la molestia de dejarte una nota para concertar una cita en otro sitio es que de verdad quería verte. Pero... es posible que le pasara algo. ¿No sabes de dónde es? ¿No tienes ningún método de contactar con ella?
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#54
Ayame le escuchó con suma atención, contestando y reaccionando de acorde, y hubo solo dos ocasiones en las que el pensamiento de Ranko se interrumpió, aunque brevemente.

La primera fue una breve pausa mental, cuando la Amejin se sorprendió de que estuviese hablando de una chica y no un chico. Ranko nunca había pensado mucho en ello. De hecho, hasta su encuentro con Mei nunca se había sentido atraída hacia nadie, e incluso después de ello no le prestaba demasiada atención a si se veía con un chico o con una chica. Claro, no había razón para que Ayame pensara eso, pues anteriormente le había deseado que apareciera alguien perfecto para ella.

La segunda fue cuando se rió de lo del Genjutsu. No le parecía una risa malintencionada, y estuvo, además, seguida de una precaución. Ranko asintió, comprendiendo su preocupación.

Ayame terminó por reconfortarla, tomando su mano y diciéndole que no había hecho nada malo, y que inclusive podrían intentar contactarla.

¡Oh, Ayame-san! —Ranko apretó la mano de la chica, sin hacerle daño, claro —. ¡Será posible que…! N-no… creo… creo que es mejor que no lo haga. Di-Digo… Sí me preocupa si Mei-san está bien, p-pero… ¿Y si no es eso? ¿Y si sí fue adrede? Quisiera… Quisiera dejar eso atrás. Te-tengo la impresión de que… Si la busco… ahm… no sé cómo decirlo...

Ranko bajó la mirada. Ayame podría sentir en la mano de la Kusajin que ésta se encontraba inquieta.

Recaeré. A-agradezco mucho que me hayas escuchado, Ayame-san —Le dedicó una inclinación de cabeza y una cálida sonrisa —. ¡S-se siente tan bien contarlo! S-solamente mi hermana Kuumi lo sabe. Si madre se enterara de… esa faceta mía… C-creo que entendería. P-pero padre… Creo que padre se molestaría. Y mucho.

Ranko se imaginaba a su padre dándole un discurso sobre la perpetuación de la antigua familia Sagisō de Kusagakure, y cómo la línea de sangre no debía ser interrumpida y eso. Ranko frunció los labios, pensando que cruzaría ese puente cuando llegara. Y un par de pensamientos casi aleatorios le llegó de repente y se combinó en su cabeza.

"Ayame-san dijo que había conocido a una mujer que seducía con ilusiones. Y yo dije que habíamos pasado una noche hermosa. En las termas. EN LAS TERMAS."

Ranko casi se ahogaría con la cucharada de helado que comía, y el cerebro se le congeló de lo rápido que tragó. Pero sus mejillas al rojo vivo derritieron cualquier helado que tuviese en su sistema. Soltaría a Ayame para agitar la mano frenéticamente frente a sí, como si quisiera ventilar su cada vez más sonrojado rostro.

¡¡M-Mei-san y yo n-n-no hicimos n-na-nada!! —Ranko no gritaba, pero sí hablaba a toda prisa, claramente alterada —. ¡Di-di-digo, sí hicimos co-cosas ju-juntas…! ¡P-pero no e-e-esas cosas! ¡P-por favor, n-n-no quiero que Ayame-san p-piense que a la primera y-yo… yo...! ¡Ni-ni siquiera hubo…! Ni siquiera hubo…

Ranko no supo si lo que seguía era triste o si era un alivio. Al menos su voz se calmó.

Un beso.
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#55

Cuando Ayame se sorprendió por los gustos de Ranko estaba pensando, no lo dijo en voz alta. Pero no pasa nada, es un detalle menor sin importancia xD


¡Oh, Ayame-san! —exclamó Ranko, apretando su mano—. ¡Será posible que…! N-no… creo… creo que es mejor que no lo haga. Di-Digo… Sí me preocupa si Mei-san está bien, p-pero… ¿Y si no es eso? ¿Y si sí fue adrede? Quisiera… Quisiera dejar eso atrás. Te-tengo la impresión de que… Si la busco… ahm… no sé cómo decirlo... Recaeré.

Ranko agachó la mirada, y Ayame la miró con lástima. Era cierto que después de tanto tiempo, podía suponer abrir una herida ya cicatrizada. Pero la alemana ver de aquella manera a la Kusajin, con el corazón hecho pedazos.

«Es su decisión, será mejor que no me entrometa más...» Decidió, con el corazón encogido.

A-agradezco mucho que me hayas escuchado, Ayame-san —añadió, dedicándole una inclinación de cabeza y una cálida sonrisa.

Es lo que menos puedo hacer —sonrió ella, cálida—. Para mí ya eres una amiga —le confesó. Y era sincera, pese a la situación tan complicada de sus dos aldeas.

¡S-se siente tan bien contarlo! S-solamente mi hermana Kuumi lo sabe. Si madre se enterara de… esa faceta mía… C-creo que entendería. P-pero padre… Creo que padre se molestaría. Y mucho.

Ayame entrecerró ligeramente los ojos. Comprendía su temor, había personas que no aceptaban ese tipo de relaciones a la ligera... Y cuando se trataba de sus propios padres...

Yo no conozco a tus padres personalmente, pero... —Ayame le devolvió un apretón de manos, intentando infundarle confianza—. Pero estoy segura de que, llegado el momento de contárselo, todo irá bien. Eres su hija querida, después de todo.

Pero de repente le pasó algo extraño a Ranko. Casi se atragantó con la cucharada que se acababa de llevar a la boca. Le soltó la mano de repente, y se abanicó el rostro, con pudor.

¡¡M-Mei-san y yo n-n-no hicimos n-na-nada!! —aclaró de repente, hablando a toda velocidad —. ¡Di-di-digo, sí hicimos co-cosas ju-juntas…! ¡P-pero no e-e-esas cosas! ¡P-por favor, n-n-no quiero que Ayame-san p-piense que a la primera y-yo… yo...! ¡Ni-ni siquiera hubo…! Ni siquiera hubo… Un beso —culminó, con una mezcla de lástima y una extraña calma en su voz.

O... Oh... —Los labios de Ayame formaron una O perfecta. La muchacha se había quedado congelada en el sitio, y según pasaban los segundos su rostro se fue tornando rojo. Tan rojo el fuego que ardía en sus mejillas—. Y... Yo... P... Parece que... M... Malinterpreté las cosas... L... ¡Lo siento...!

¡Y tanto que las había malinterpretado! ¡Había dando cien pasos por delante! ¿Qué pensaría Ranko ahora de ella? ¿Creería que ella era de ese tipo de personas?
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No respondo dudas por MP.
#56

Upsies. Como dijiste que “No pudo disimular la sorpresa” Sorry XD

”¿Malinterpretó…? ¡Entonces sí pensaba esas cosas!”

Por un rato, las chicas parecieron un par de antorchas por el color de sus mejillas, y Ranko pudo imaginar el helado y el granizado derritiéndose por completo solo con el aura ardiente de sus rostros sonrojados. La Kusajin pensó, sin embargo, que había sido más su culpa por no expresarse bien.

”Aunque eso de pensar que de buenas a primeras yo…”

Pero hubo algo que le ganó a la pena que sentía. Unos segundos después, Ranko comenzó a reír levemente, y se cubrió la boca con el dorso de la mano al darse cuenta de ello. “Una amiga”. Las palabras de la Amejin resonaron con fuerza en la mente de la chica de la trenza. Sentía una sensación cálida dentro de sí, una muy agradable. Realmente se sentía cómoda charlando con Ayame, a pesar de las constantes torpezas conversacionales que ambas cometían. Tal vez esa era la razón. Tiempo después, Ranko relacionaría a Ayame con Kazuma y con Rōga, pues sentía que podía abrirse mucho más con ellos que con otros compañeros. Con el espadachín por su alma de poeta y por su curiosa manera de ver el mundo, y cómo el no relacionarse bien con otros hizo que ellos dos se llevaran bien en un inicio, y el Yotsuki por el alto contraste con la personalidad de Ranko, que, a su vez, le inspiraba a llegar hasta donde ella quisiera. De la misma manera, sentía que podía contarle todo a Ayame.

”Contárselo…” pensó con un agudo pero breve dolor mental.

Lo… Lo siento. Quiero decir… —Paró de reír. Su cara seguía roja, pero su risa era amable y sincera —. N-no te preocupes. Ayame-san. E-está bien. Gracias, de nuevo. No sabes cuánto a-aprecio… poder hablar de esto.

¿Le apenaba que Ayame hubiese pensado eso? Claro que sí. Pero sabía que no había sido con malas intenciones. ¡Es más: ni siquiera lo había mencionado ella! Ranko comió más helado un momento, pero el peso de las malas noticias que eventualmente tenía que compartir le aplastaba. Tenía que buscar algo más para desviar la conversación.

Alzó la mirada a la chica de la luna y… fue en la luna que se detuvo por unos segundos, curiosamente. Tragó.

¿P-puedo preguntar por eso, Ayame-san? La luna en tu frente. ¿E-es… es un tatuaje?
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#57
Pero, entonces, Ranko rompió a reír. Era una risa tímida, pero a la vez una risa alegre. La de Kusagakure se cubrió la boca, y Ayame la miró, confundida. ¿Qué había dicho que fuera tan divertido? ¿Quizás el malentendido que había tenido?

«Bueno, al menos no se lo ha tomado a mal...» Sonrió, nerviosa.

Lo… Lo siento. Quiero decir… —dijo, y paró de reír, pero Ayame negó con la cabeza.

No tienes que disculparte por algo así —le aseguró, afable. Mejor eso a que se lo tomara mal por haber pensado algo así.

N-no te preocupes. Ayame-san. E-está bien. Gracias, de nuevo. No sabes cuánto a-aprecio… poder hablar de esto.

Pero Ayame agitó una mano en el aire.

¡Es lo que menos puedo hacer! —repitió—. Si puedo hacer cualquier cosa para ayudar, aunque sea sólo escuchar, cuenta conmigo para eso. Oh, y no te preocupes por nada: no le diré nada a nadie. Esto queda entre tú y yo —le aseguró, guiñándole un ojo.

Fue entonces cuando Ranko alzó la mirada desde su helado, y sus curiosos ojos dorados se fijaron en su frente.

¿P-puedo preguntar por eso, Ayame-san? La luna en tu frente. ¿E-es… es un tatuaje?

Oh, ¿esto? —respondió, señalándose la marca que refulgía en su frente. Cómo habían cambiado los tiempos: si le hubiese hecho aquella pregunta varios años atrás, Ayame habría murmurado cualquier excusa estúpida habría corrido a ocultársela. Pero ella ya no era así, ni volvería a serlo. Ahora lucía la luna azul de su frente con pleno orgullo. No había ya motivos para eclipsarla—. No, es una marca de nacimiento. Todos en la familia Aotsuki tienen una, de ahí nuestro apellido. Aunque no todos la tenemos en el mismo lugar, ni en la misma fase: mi padre sí la tiene en la frente, pero es una luna creciente; pero mi hermano la tiene en la palma de la mano y es un círculo azul que apenas se ve: es la luna nueva.
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No respondo dudas por MP.
#58
El apoyo de Ayame le hizo sonreír como nunca, pues estaba bastante contenta de haber encontrado una amiga tan buena en ella. ¡Y eso que era la segunda vez que se veían! ¿Estaría confiando demasiado muy pronto?

”No, puedo notar que Ayame-san es realmente sincera. Bueno… no lo puedo confirmar, pero no tengo dudas al respecto.”

La Amejin le prometió que mantendría aquella charla entre las dos. Ranko no consideraba que fuese algo realmente a mantener en secreto, excepto para con sus padres. Pero aceptó las palabras de Ayame con sumo cariño.

Gracias, Ayame-san. —repitió. Luego comió varias cucharadas más de helado. El postre ya estaba considerablemente más pequeño, como si el estómago de Ranko contara por tres, pero aún faltaba mucho por comer.

La chica le contó sobre la luna: una marca de nacimiento compartida por toda su familia.

¡Ooh! ¡Qué interesante! —La emoción se apoderó del rostro de la Kusajin, y estrellas aparecieron en sus orbes miel (bueno, al menos así se los imaginó ella) —. Suena tan místico. ¡Como una sirena venida de la luna! D-d-digo lo de sirena p-porque Ayame-san canta m-muy bien… —Tal vez Ranko leía muchas historias de ficción, pero totalmente podía imaginarse a Ayame como un hada o espíritu acuático, cantando a la luz de la luna llena en medio de un lago.

Jugueteó un momento con la parte del helado que ya estaba derritiéndose y luego comió otro poco. Estuvo a punto de preguntar por qué no había mencionado a su madre, pero se dijo que la chica había dicho “la familia Aotsuki”, y supuso que hablaba de la rama de su padre. Era obvio, entonces, que la madre de Ayame no tendría una luna. Se dio cuenta de otra cosa.

¡Ah, q-qué maleducado de mi parte! ¿Q-quiere Ayame-san un poco de helado? —Le apenó bastante no haberle ofrecido antes, cuando las esferas del postre estaban más... esféricas.
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#59
¡Ooh! ¡Qué interesante! —exclamó Ranko, con los ojos brillantes, y Ayame no pudo evitar sorprenderse al verla tan emocionada por su historia—. Suena tan místico. ¡Como una sirena venida de la luna! D-d-digo lo de sirena p-porque Ayame-san canta m-muy bien…

Ayame abrió los labios y los cerró, con un ligero temblor. Con las mejillas encendidas, apartó la mirada a un lado para que Ranko no se diera cuenta de que se le habían humedecido los ojos. A lo largo de su vida había recibido muchos motes al respecto de su luna: Alien, extraterrestre, bicho raro... Ninguno de ellos había sido agradable, todos ellos habían ido dirigidos con la clara intención de herirla. De niña, esos motes la habían llevado a acomplejarse hasta el punto de querer ocultarla del mundo todo el tiempo, a sentir miedo a mostrarla públicamente. Daruu la había ayudado a superar aquella época, pero seguía sin estar acostumbrada a que la gente se refiriera a su marca de nacimiento, y ahora, en el otro lado de la balanza, Ranko la estaba llamando sirena de la luna. Y lo estaba haciendo para halagarla, no para herirla.

Una temblorosa sonrisa aleteó en sus labios cuando volvió a mirarla.

Gracias... —Y lo decía de todo corazón. Las tímidas palabras de Ranko habían llegado mucho más lejos de lo que la kunoichi de Kusagakure podría sospechar jamás.

¡Ah, q-qué maleducado de mi parte! ¿Q-quiere Ayame-san un poco de helado?

Pero Ayame agitó una mano en el aire.

¡No, tranquila, con lo mío estoy servida! —Y tampoco estaba segura de si le iba a agradar la extraña mezcla de sabores que había juntado la de Kusagakure...
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#60
La Amejin se sonrojó y apartó la mirada. Ranko inclinó la cabeza, algo confusa.

¿Ayame-san? —Abrió la boca de nuevo para disculparse, pues tal vez lo que había dicho había ofendido a la chica de la luna, pero algo dentro la detuvo.

”No. No lo hagas. Tal vez esa es la razón por la que te sientes tan cómoda con Ayame-san, Ranko. Así como tú quieres ser amable con ella, así lo quiere ella contigo. Así como quieres causarle el menor disgusto posible, así lo quiere ella. Si no lo aceptas, será un gracias y perdón eterno.”

Unos momentos después, Ayame le mostró una sonrisa temblorosa y un agradecimiento, y Ranko contestó con una cálida sonrisa de oreja a oreja. La chica no quiso probar la mezcolanza de helados de Ranko, quien asintió como respuesta.

Si no se mencionaba nada más, Ranko seguiría comiendo, luchando contra el cambio de estado del postre para no acabar con un tazón de líquido. Cada tanto intercambiaría sonrisas con Ayame, alegrándose de habérsela encontrado, y de que ella hubiese aceptado su compañía por el día.
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