Tributo

[Himura Ren]

Todos los pensamientos y dudas parecieron entonces desvanecerse en un gigantesco mar. La grisácea y densa niebla que cubría sus pensamientos y su capacidad de raciocinio se desvanecia a un ritmo alarmante. No pudo contener las lágrimas, pero esta vez no le molestaban los ojos de tanto llorar, si no que sentía alivio. Tanto en su cuerpo, como en su ser.

Antes de que la rubia pudiera levantar la cabeza, Ren se arrodillo frente a ella abrazandola con fuerza, pasando los brazos por detrás de su cabeza y apoyando la suya propia sobre una de sus claviculas presionando. Con una mano acariciaba la parte superior de la nuca de Hana de forma temblorosa mientras con la otra se aferraba a la espalda de su camisa.

— N-No vuelvas a hacerme esto... P-Por favor te lo pido...

Lloraba sin parar de vibrar su cuerpo, por la falta de aire y desconsuelo que estaba sufriendo. Por volver a tenerla a cualquier precio. Mientras la viera feliz, mientras pudiera volver a ver su sonrisa, seguiria siendo su hermana o lo que hiciera falta.

[Himura Hana]

Ren se arrodilló a abrazarla y Hana prácticamente cayó sobre su pecho, siendo agarrada por las manos de la morena. La rubia contestó devolviendo el abrazo e intentando no manchar demasiado a su hermana, pues no dejaba de llorar y moquear.

— N-No vuelvas a hacerme esto... P-Por favor te lo pido...

— No lo haré... Intentaré ser fuerte... — o morir de las primeras, pensó Hana, algo tocada ya por toda la tristeza que la rodeaba.

Ese era todo su plan. Intentar sobreponerse a todo lo que estuviese por venir por el bien de todos, del suyo, del de su villa, el de Ren... Era su deber y, esta vez, estaba dispuesta a cumplirlo. Si la amejin no se movía, tampoco lo iba a hacer ella. No quería romper el momento pero tenía que decirle que empezase a cuidarse. Se arrepintió un poco de no haber traido su horno de lava, podría haberle cocinado algo mientras charlaban.

[Himura Ren]

Respiro con fuerza sobre ella, manchando su bonita ropa con sus lágrimas una y otra vez además de algo de moco. Olia igual que la última vez, un suave y dulce aroma a melocotón que no podía olvidar. Por segunda vez en meses, volvería a dormir a pierna suelta después de tanto tiempo. No podia soltarse, se sentía pegada a ella como si fueran los polos opuestos de dos potentes imágenes.

Pasaron varios minutos, y al fin los llantos parecieron desaparecer de una vez por todas. Sabia que no sería igual que antes, que no volvería a ser lo mismo su relación pese a haberse reconciliado de una pelea que no habían llegado a tener. Pero su corazón se sentía en paz y calma, solo quería quedarse ahí.

Deshizo el abrazo, pero solo cuando Hana respondiera de la misma forma.

— L-Lo siento... T-Tengo un aspecto horrible y... Acabo de terminar una misión — y esta vez, sus intensos ojos azules si buscarían los dorados de Hana, recuperando un brillo en ellos que parecía haberse perdido por siempre.

[Himura Hana]

Los minutos que Ren se pasó pegada a ella llorando hicieron mella a un nivel incluso más profundo de lo que Hana había esperado en primer lugar. Si hubiese reaccionado violentamente o a la defensiva, podría haberlo encarado mejor. Pero verla completamente deshecha, debil, ojerosa y llorando pegada a su hombro solo realzaba lo insensible que había sido con ella.

Hana había dejado de llorar hace rato, porque no sentía que fuese su turno de llorar, era el de Ren, que había estado cargando con sus sentimientos a solas contra su voluntad. Cuando ésta hiciese ademan de separarse, la dejaría ir suavemente, con delicadeza.

— L-Lo siento... T-Tengo un aspecto horrible y... Acabo de terminar una misión

— No tienes por qué discuparte, soy yo la que ha sido una hermana terrible. Ni siquiera me siento digna de regañarte por haberte descuidado. — le dedicó una debil sonrisa triste.

No quería preocuparla, realmente no quería, pero ahora mismo se sentía como la persona más desgraciada del universo. Ver a Ren en ese estado y comprobar que había sido completamente por su culpa, la estaba destruyendo.

[Himura Ren]

La tomo de una mano, posando una encima y la otra por debajo, para luego llevársela hasta su mejilla. Sus ojos todavía estaban bañados en lagrimas, y las que recorrían sus sonrojadas mejillas lo hacían brillando con la luz natural del entorno, la misma que parecía dar un tono calido sobre la piel de la morena, mientras esbozaba una sincera y amplia sonrisa de oreja a oreja.

— N-No puedo estar m-más feliz de volver a estar contigo, Hana-chan — podia verse con esa extraña delicadeza y cuidado que estaba mostrando un poco sus dientes entre su sonrisa.

Se le escapó en algún momento una muy breve carcajada. Hace tan solo un instante pensaba en huir, tal vez golpearla de la rabia, pero ahora no quería separarse de ella, ni lo más mínimo. Se puso en pie con dificultad, pues todavía su cuerpo no se había recuperado de haber llorado con tanta intensidad, y no le soltó la mano en ningún momento.

Hana se veía tan cuidada el último dia que la vió; su precioso cabello dorado en cascada adornado por unas trenzas como si fueran una diadema, sus ojos de tono similar, una ropa limpia y pulcra... Y ella, con ropa que llevaba desde hace dos o tres días hasta para dormir, el cabello descuidado, un rostro de cansancio marcado por las ojeras, y un físico en un estado que parecía empezar a tener un pie en la enfermedad.

[Himura Hana]

Ren atrapó su mano y la llevó a su mejilla, haciendo que Hana sintiese la humedad y el calor que emanaba.

— N-No puedo estar m-más feliz de volver a estar contigo, Hana-chan

Las palabras y la sonrisa de Ren no hizo más que profundizar en el dolor que sentía Hana en su corazón. Las lágrimas que estaba intentando aguantar comenzaron a salir, dejando un ardiente rastro por su mejilla.

— ¿Cómo puedes perdonarme sin más? No, no puedes hacerlo, gritame, odiame. Fui... Fui débil, fui una cobarde y después ni siquiera pude afrontar lo que hice. Y en mi intento de... de engañarme... te hice daño. Te hice mucho daño. — no había cortado el contacto visual hasta ahora, que había apartado la mirada para limpiarse las lágrimas con la mano que tenía libre.

— Y... Y... ahora, que ni siquiera te tienes en pie, me perdonas sin más. No... No es justo... No me lo merezco...

Había desviado la mirada al suelo pero en ningún momento había apartado su mano de la de Ren.

[Himura Ren]

Era cierto, realmente el no haber respondido a aquellas cartas le había causado mucho daño anímicamente. Se pasaba los días esperando el correo, cada vez que volvía, revisaba siete veces el buzón. En ocasiones, se acercó hasta las oficinas a preguntar por si se había extraviado alguna carta suya, o había llegado algo cuando no había nadie en casa. Pero nunca recibió contestación.

Pero ahora mismo su frágil corazón no tenía espacio para protestar o quejarse.

— Bueno... Hasta cierto punto yo también creo que tengo algo de culpa... — La cogía con cuidado con sus manos los dedos de ella. — Supongo que sí que tienes razón, q-que deberías compensarme de alguna forma...

Soltó sus dedos, desviando la mirada al suelo y frunciendo el ceño, pensativa mientras una mano acariciaba su propia nuca. ¿Qué podía pedirle? Solo saber que fue un malentendido, por su parte, y que, por otro lado, ella tampoco habría podido ayudarla por la distancia y la estricta seguridad de las villas. Por otro lado, aquel jarrón de agua fría parece que la había vuelto menos impulsiva, al menos un poco, siendo capaz de recapacitar un poco las situaciones antes de lanzarse al peligro.

¿Pero qué podía pedirle a cambio?

[Himura Hana]

— Bueno... Hasta cierto punto yo también creo que tengo algo de culpa... Supongo que sí que tienes razón, q-que deberías compensarme de alguna forma...

Ren tenía un poder para sacarla de sus diatribas de golpe y sin frenos. Por desgracia era con las tonterías que decía. En cuanto dijo que ella tenía parte de la culpa, Hana puso ambas manos en las mejillas de la amejin, haciendo algo de fuerza y obligándola a subir la cabeza, mirándola a los ojos.

— Tú no tienes culpa ninguna, por ahí sí que no voy a pasar. Ha sido cosa mía. Y no quiero que pienses, digas o sopeses que haya tenido algo que ver contigo. Soy yo que soy una idiota cobarde. — a pesar de la seriedad en su rostro, las lágrimas no dejaban de caer.

Entonces un grave ladrido le hizo soltar los mofletes de Ren, saltando hacia atrás del susto. Copito se había puesto en pie y parecía estar cansado de la escena.

— Copito, por Shiona-sama, ladra más bajo que estamos aquí al lado. — volvió a acercarse a Ren para cogerla de la mano para que no se escapase. — Hay una posada más adelante en el camino, seguro que la dueña de Copito está ahí y así comes algo y te das un buen baño.

Le sonrió levemente aún con la cara empapada y los ojos rojos.

[Himura Ren]

La morena hizo una mueca, viendo que Hana se negaba a aceptar que no todo lo sucedido era culpa suya. Ren también podría haber sido menos negativa, haberse dedicado a buscarla una y otra vez y dar con ella de una forma u otra. Pero la rubia lo rechazaba en absoluto.

— Uhm... De acuerdo

Dejaría que ella liderase la marcha, yendo solo un paso por detrás mientras le sujetaba un par de dedos de la mano con algunos suyos. Desvió entonces la mirada, y se abstrajo en únicamente aquella imagen, sonriendo con un rosado rubor sobre su pálida piel. Pese a que no había pasado más allá de unos meses, a Ren se le hizo tan largo como varios años. Pero allí estaba, igual de dulce y cariñosa con ella como en antaño. Ya tuvieron otra pelea en otro momento y lo solucionaron, por lo que pensaba que esto solamente era otro bache más.

[Himura Hana]

No había mucho más que Hana quisiera comentar, porque cualquier tema que pudiese sacar iba a ir ineludiblemente a rebotarle en la cara y matarla. Pero en algún momento tendría que hablar con ella y era mejor temprano que tarde. Así que abrió la boca y empezó a hablar.

— Y... ¿qué tal por casa?

Podía ser la peor forma de empezar esa conversación en concreto, pues viendo el aspecto de Ren era evidente que todo había estado mal. Apenas se tenía en pie. Estaba segura que hasta el panadero le había dicho que ella era una mala perra y que debería olvidarla. En su caso, lo había tenido más fácil, no había nadie en casa para decirle nada.

Todavía quedaba un trecho hasta el lugar en cuestión así que un poco de chachara era lo ideal, si no fuese porque había desaparecido medio año sin dar señales de vida, claro.

[Himura Ren]

Se llevó su mano suelta a la nuca, apretando un poco con suavidad. ¿Y que le decía? ¿Que se había tirado meses llorando, comiendo comida y bebida basura y que no había tocado su bokken desde casi el mismo tiempo?

— P-Pues... La Arashikage falleció y... Bueno, supongo que el desorden de mi habitación, es un poco también un reflejo de la incertidumbre que hay ahora en las calles de la Lluvia... — A lo mejor esa no era la mejor forma de continuar la conversación, definitivamente no era una opción viable, y aun así lo hizo. Al menos poco después se dio cuenta de su error.— U-Uhm... Y... Yo... Eeehm...

Desde luego no tenía mucho más interesante que contarle, ni siquiera estaba ayudando a Nanashi en la cocina más allá de salir al callejón lateral a tirar la basura. Tal vez si Hana se abría un poco a hablar, conseguiría que ella también lo hiciera.

[Himura Hana]

— P-Pues... La Arashikage falleció y... Bueno, supongo que el desorden de mi habitación, es un poco también un reflejo de la incertidumbre que hay ahora en las calles de la Lluvia... U-Uhm... Y... Yo... Eeehm...

Hana asintió quedamente. Ren parecía afectada por el tema. Seguramente la aldea entera lo estuviese, aún recordaba como se había puesto ella por la muerte de Shiona-sama. Bueno, ella tal vez se ponía muy sentimental muy de golpe con mucha facilidad, pero era normal que una aldea lo pasase mal por la muerte del kage.

— Sí, lo sé. Datsue nos lo contó en su discurso de... ¿coronación? Ahora es Uzukage, ¿sabes? El mismo Uchiha Datsue que peleó en el torneo. Kage... Bueno, pues el discurso que dio fue increible. No lo recuerdo muy bien, la verdad, pero me caló a un nivel muy profundo. Fue por eso que decidí dejar de ser una niña llorona y asustadiza y... — se acabó de secar las lágrimas con su manga, ya totalmente empapada. — Estoy trabajando en ello, jeje.

Sonrió levemente, recordar el discurso de Datsue, al menos las partes que recordaba, la había puesto más estable emocionalmente. Ciertamente había magia negra en las palabras de su nuevo kage.

[Himura Ren]

Eso significaba que si no hubiera sido por Datsue, tal vez Hana no se hubiera armado de valor para volver a ser una kunoichi. Y no solo eso, si no que además puede que no se la hubiera vuelto a encontrar en ningún lado, incluso puede que ni la hubiera encontrado aquel día allí en el lago. Al parecer dio un profundo discurso, que levantó los ánimos de todos los presentes, pero si hubiera sido otra persona, tal vez no la hubiera inspirado así y seguiría para Ren en paradero desconocido. Una parte de ella se sentía muy agradecida por la nueva Sombra que protegía el País del Remolino.

Pero, por otro lado, sentía un fuerte sentimiento de celos. ¿Cómo podía competir contra Datsue? ¿Cómo podía competir contra, no solamente el que fue finalista en el torneo de los dojos, sino uno de los que peleo con uñas y dientes contra los Dragones Rojos de los que ella únicamente pudo huir? Y si solo fuera aquello, pero es que además era uno de los pocos jinchurikis sobre Oonindo. ¿Cómo podía competir contra él? ¿Cómo se puede combatir a un Dios?

Ren desvió un poco la mirada, algo molesta, y apretó de forma inconsciente sus ambas manos. ¿Era admiración lo que salía de la boca de Hana cuando lo mencionaba o tal vez... ?

— B-Bueno, tú puedes ocuparte de eso, mientras yo... Uhm... Mientras yo intento volver a saber como empuñar un arma — sonrió tontamente, y con un más que claro gesto de preocupación en su rostro.

[Himura Hana]

— B-Bueno, tú puedes ocuparte de eso, mientras yo... Uhm... Mientras yo intento volver a saber como empuñar un arma

Hana se asomó por el lado opuesto de Ren, viendo el bokken que llevaba siempre consigo.

— Veo que aún llevas tu arma emblematica. Seguro que la manejas bien todavía, si no, podemos entrenar cuando quieras. — Hana le dedicó una sonrisa sincera.

Ahora que se le había bajado un poco la culpabilidad, volvía a ver la vida a color. Siempre que estuviese con Ren, podía ayudarla a volver a tener un poco de la forma física. Claro que... ella no era precisamente un ejemplo de constitución.

— Y dices... que acababas de acabar una misión, ¿no? — se paró un segundo para girarse a Ren. — ¿Volverás a tu villa, entonces?

[Himura Ren]

Ojalá pudiera decirle que seguía teniendo algo de habilidad, que no fuera zarandear el arma como recién salida de la academia. ¿Pero aquello era una invitación?

— ¡O-Oh, si! ¡M-Me encantaría entrenar! — Cualquier cosa que le pidiera lo haría, ahora mismo era casi como ese perro que estaban intentando llevar de vuelta con su dueño, solo que era una cachorrita. — S-Si, i-iba a irme directa a casa hasta que te encontré... ¡P-Pero puedo quedarme un tiempo! ¡H-Hace tanto q-que no nos vemos! ¡D-Dijimos de ir a Yukio y también...! O-Oh bueno... Ahora eso es imposible...

Ese asqueroso zorro sarnoso le había arruinado el único plan y escapada que tenía en mente. Y tampoco es que pudiera quedarse demasiado, no llevaba mucho más que aquella zarrapastrosa ropa. Pero ansiaba estar con ella, salir a algún sitio como tiempo atrás, comer o cenar algo, ver las estrellas juntas o lo que le pidiera.