Abrazame fuerte o no lo hagas

[Himura Hana]

— Cuanto... ¿Cuánto tiempo llevas con esta nueva familia? —

Kazuo tenía ya la cerveza entre sus manos pero no se animó a dar ni un solo trago. La preocupación inundó su rostro cuando vio a Ren darse cuenta de la gravedad de la situación. La herida era más reciente de lo que ella se pensaba, tanto para Hana como para Kazuo.

— Hace un par de años. Tuve un percance en una misión y caí inconsciente y muy malherido. Kirie... Bueno, mi mujer me recogió y me llevó a su granja. Desperté sin memoria alguna y decidí quedarme allí para pagar mis deudas con esa familia. Una cosa llevó a la otra y está embarazada de nuestro segundo niño.

Se quedó toqueteando la jarra sin mirar directamente a nadie ni a nada.

[Himura Ren]

Ren mantuvo la mirada durante un largo rato, algo que pudo hacerse fácilmente incómodo debido al silencio por parte de ambos. ¿Había tenido amnesia? Si aquello que contaba era verdad, no podía culparlo, era completamente incapaz de ejercer un juicio mínimamente claro en su mente.

— No... No lo sé... Lo siento, pero no se que es lo que deberías hacer, ni mucho menos que es lo que debería hacer yo respecto a esta información — desviaría la mirada a la mesa, como si intentara buscar la respuesta en los surcos de la madera. — Por última vez, ¿dónde está Hana?

[Himura Hana]

— No... No lo sé... Lo siento, pero no se que es lo que deberías hacer, ni mucho menos que es lo que debería hacer yo respecto a esta información Por última vez, ¿dónde está Hana?

Kazuo la miró largo y tendido, como si intentase saber exactamente qué decirle él. ¿Había siquiera conseguido algo? Al menos sabía que no era buena idea presentarse delante de Hana, cosa que ya intuía.

— No te preocupes, con tu reacción ya veo un poco cómo está todo. Al menos sé que mejor no aparecer. Hana está en la estación, por eso había que salir de ahí cuanto antes. Se ha distraido un momento y he podido acercarme a ti antes de que te viese. Sigo siendo un ninja, al fin y al cabo.

Pegó un largo trago a su jarra, dejando que se diluyesen sus preocupaciones en su bebida, que estaba hecha especialmente para eso.

[Himura Ren]

Ren volvió a apretar sus uñas contra la carne, mientras apretaba los labios a la vez.

— ¿Y ya?... ¿Y ya esta?... ¿Sabes lo que acabas de hacer? ¿Que se supone que debo hacer ahora con esta información? ¡¿Que coño se supone que deob hacer ahora?! — golpeó la mesa bastante alterada, sus ojos centelleaban apunto de romper a llorar mientras su voz y labios temblaban. — ¡¿Y yo que coño hago ahora?! ¡¿Se supone que debo hacer como si no supiera nada, como si nada de esto hubiera ocurrido?!

Poco a poco su respiración empezó a agitarse también, y el sudor le recorría sus mejillas por culpa del enfado.

— ¿¡Me calló y si posteriormente lo descubre, arriesgarme a que me odie por no haberselo contado!? ¿¡O llevarte con ella y ver como posiblemente su corazón se destroce!? ¿¡Que se supone que debo de hacer ahora, eh!?

Jamás pensó que podría odiar a alguien de la misma forma que odiaba a su padre biologico, pero aquel hombre, lo consiguio.

— Eres igual que mi padre. No quiero volver a verte — se levantó todavía algo temblorosa, con un nudo en el cuello y un amargo sabor que tenía desde que entro en aquella cafetería.

[Himura Hana]

Tal y como Kazuo había sospechado, todo eso no era más que una carga para Ren. Había esperado que ella le ayudase de alguna forma a entrar mejor que simplemente apareciendo y diciendo 'Hey, soy tu padre muerto que no estaba muerto solo desaparecido'. Sin embargo, Ren se había mostrado casi ofendida por la idea siquiera. Así que simplemente había decidido dejarla ir y pensar algo por su cuenta. Pero eso solo la ofendió más.

— ¿Y ya?... ¿Y ya esta?... ¿Sabes lo que acabas de hacer? ¿Que se supone que debo hacer ahora con esta información? ¡¿Que coño se supone que deob hacer ahora?! ¡¿Y yo que coño hago ahora?! ¡¿Se supone que debo hacer como si no supiera nada, como si nada de esto hubiera ocurrido?!

Como adulto, era su deber mantener la calma. Agarró la jarra y la levantó para que cuando Ren golpease la mesa no tirase nada. Hizo una leve señal con la mano a la camarera para que no se preocupase.

— Calmate, Ren. Entiendo que estés enfadada, pero no lo pagues con esta cafeteria ni con esta gente. Dile a Hana lo que tengas que decirle, no te reprocharé nada.

— ¿¡Me calló y si posteriormente lo descubre, arriesgarme a que me odie por no haberselo contado!? ¿¡O llevarte con ella y ver como posiblemente su corazón se destroce!? ¿¡Que se supone que debo de hacer ahora, eh!?

El hombre suspiró. Aunque la cosa se había torcido de la forma más terrible, decidió seguir adelante con el plan.

— Te voy a dar un mapa, donde está mi granja marcada. Haz lo que quieras con él. — le dejó un pergamino encima de la mesa, sin decirle nada más siguió bebiendo de su jarra.

[Himura Ren]

Dejó un papiro enrollado sobre la mesa, esperando a que esta lo tomara. Podría simplemente dejarlo ahí, callar en sus pensamientos y corazón todo lo que había pasado en ese momento. Pero ella no se lo merecía, Hana no se merecía eso. Tomo el rollo, y acto seguido se levantó marchándose de aquel lugar, con un colosal peso sobre su espalda, directa hacia la estación. No podría mentirle, y mucho menos podría ocultarle nada.

«¿¡Por qué!? ¿¡Por qué esto ahora!? ¡Después de tanto tiempo, después de tanto sufrimiento, por fin puedo volver a ver su sonrisa, y vuelve a aparecer un problema enorme a la vuelta de la esquina!»

Acababa de volver a ver brillar el sol, y las nubes de tormenta volvían a cernirse sobre ella. ¿Pero qué podía hacer? Apenas podría siquiera mantenerlo en silencio por mucho tiempo, no tenía la voluntad emocional para algo así. Y el hecho de que pasara más tiempo podría llegar a ser más doloroso para ella, y si se callaba por demasiado tiempo, Hana seguro que la odiaría por habérselo ocultado. ¿Qué debía hacer? Solo quería pasar una agradable semana con ella, salir a cualquier lado a divertirse, comer junto a ella, ver las estrellas, y hablar de cualquier cosa sin preocupación hasta acabar dormida la una sobre la otra.

Y ahora, no podría disfrutar de eso en toda la semana. Ren volvería a la estación, llorando mientras se apoyaba con fuerza la mano sobre la frente a la vez que se mordía el labio inferior. Pasara lo que pasara, lo único que no quería, era que el amor de su vida no sufriera.

[Himura Hana]

Hana había estado esperando desde primera hora en la estación, era el día acordado, así que debería cruzarse con Ren en la estación. Sin embargo, los trenes, especialmente los largos, no eran precisamente puntuales y sus retrasos no eran de unos minutos.

Así que Hana iba y venia entre los puestos de comida y la estación. Apañando sus nervios como podía. Tenía planeado cada segundo de lo que podía ser su última semana sobre Onindo.

Ren la vería de espaldas, con un palo en la mano que tenía una enorme nube rosa en la punta, mientras Hana tenía la vista clavada en los trenes que llegaban.

[Himura Ren]

Entre lloros fue capaz de verla. Hana estaba de lado, comiendo un esponjoso algodón rosado de azúcar, como el sol que era entre las nubes de tormenta, adornadolas y restandoles ese gran peso que suponían. Ren acaricio sus ojos con la punta de los dedos, quitándose las lágrimas y sorbiendo para su interior algo de mucosidad. Respiro con profundidad, para tranquilizase y mentalizarse un poco pues, pues no quería preocuparla al verla de nuevo así, mientras. Se lo acabaria contando, Ren sabia que no podría aguantar mucho ocultando eso, pero tampoco sabia si aquel hombre de verdad era su padre, pues ahora se había dado cuenta de lo poco que conocía sobre ella.

Avanzaria ahora más relajada hasta ella, no haría un esfuerzo por ocultarse y si Hana ladeaba un poco la mirada la veria. Cuando estuvo a su lado, simplemente le dio un mordisco a la nube.

[Himura Hana]

Hana tardó en darse cuenta de que Ren estaba acercándose en dirección opuesta a los trenes y para cuándo lo hizo ya le había robado parte de su algodón de azúcar.

— ¡Eh! Es mío. Si quieres uno haz la cola como todas. — infló los mofletes un segundo antes de deshacerlo y mirar tras Ren. — ¿De dónde vienes? Pensaba que aún no habías llegado. — preguntó sonriente.

Y finalmente le dedicó una mirada a Ren. Se fijó en ella un segundo y supo instantáneamente que había estado llorando.

— ¿Estás bien?

[Himura Ren]

Era dulce, suave y agradable al sabor. Tal vez ella también debería comprar unl

— ¿Eh? Oh, no es nada, m-mas tarde te lo contaré — respondió acariciando con una mano otra vez uno de sus ojos, pues pensaba que tal vez todavía le quedaba alguna lagrima y por eso la había descubierto. — ¿Llevas mucho rato esperándome? Lo siento si es así... ¿Donde vamos a ir? ¿Tienes algo en mente?

Miró un poco a los alrededores, fijándose en los puestos de los alrededores por si algo de comida llamaba su atención.

[Himura Hana]

— ¿Eh? Oh, no es nada, m-mas tarde te lo contaré

— Oh, está bien. — decidió no insistir pero eso no quería decir que no estuviese dándole vueltas a qué podía ser.

¿Habría pasado algo en Amegakure? Bueno, lo de Yui aún era reciente, tal vez era eso. O su padre le había dicho algo antes de salir. Tal vez acababa de leer alguna noticia de la inevitable guerra, al fin y al cabo, el país de la tormenta era uno de los más afectados.

Fuese como fuere, cuando Ren estuviese preparada para contárselo, la consolaria. Ahora no podía hacer nada más que seguir.

— ¿Llevas mucho rato esperándome? Lo siento si es así... ¿Donde vamos a ir? ¿Tienes algo en mente?

— Por supuesto que tengo algo en mente, aguanta. — le pasó el palo del algodón de azúcar y sacó un pergamino, Ren podría ver que había una lista enorme de cosas que hacer. — Encontrar a Ren, hecho. Ahora... ¡Vamos al mercado de armas! Hay de todo, a lo mejor ves una espada que te guste. Yo he estado pensando en coger también un arma, pero no quiero más espadas. Ya tengo la Kodachi que me regalaron mis padres y es suficiente para apañarme. Quiero un arma grande y poderosa.

Mientras hablaba guardó el pergamino y agarró de la mano libre a Ren, dejándole el algodón de azúcar a ella.

— ¿Un hacha? ¿Tú qué crees?

[Himura Ren]

No pudo evitar soltar una pequeña carcajada ante la primera tarea de su lista, interponiendo su mano delante de su boca algo ruborizada. Después, no dudo en mencionarle el buscarle una espada de verdad a Ren; cualquiera que la conociera sabría que aquello le gustaría, pero viniendo de Hana le ilusiono incluso más.

— ¿Un... Hacha? — Sin duda alguna no era lo que esperaba como primera opción, pensaba que buscaria algo más pequeño o elegante.

Ren alzo un poco la cabeza, mirando pensativa al cielo con los dedos extendidos sobre su barbilla y cuello. ¿Un hacha? ¿Una pequeña tal vez, de mano que se puede arrojar? Tal vez eso no estuviera tan mal, Hana no parecía querer mejorar tanto su físico como Ren. Pero no pudo evitar imaginarla blandiendo un hacha enorme, casi tan grande como ella. El contraste era bastante curioso pero sobretodo...

— De alguna forma es un tanto mono... — hablo de forma inconsciente bajando la cabeza, sin mirarla a ella y con la mano cerrada de forma pensativa tapando su barbilla y boca

[Himura Hana]

Hana se alegró de que sus planes hubiesen hecho que Ren se olvidase de lo que fuese que la estaba preocupando.

— De alguna forma es un tanto mono...

La sonrisa se contrajo y puso los brazos en jarra.

— ¡No es mono! Es intimidante. Imaginate un hacha tan grande y fuerte que si interpones tu espada la destruya como si fuese un mondadientes. Eso es lo que quiero. — siguió andando con la cabeza bien alta, orgullosa de su idea.

[Himura Ren]

Definitivamente lo había dicho en voz alta, y Hana no tuvo ningún problema en escucharla, lo que la hizo mantener un poco el rubor y gracias a su reacción no perder la compostura.

— Y-Ya, es solo que siendo tan bajita e imaginarte con un hacha colosal... Solo por la diferencia de altura se me hace... Curioso, esperaba que buscaras otra cosa — paso una de sus manos sobre el hombro contrario masajeandolo un poco incomoda, pues seguramente lo mal interpretaría. — Entonces... ¿Dejamos nuestras cosas en algún sitio y damos una vuelta?

[Himura Hana]

— Y-Ya, es solo que siendo tan bajita e imaginarte con un hacha colosal... Solo por la diferencia de altura se me hace... Curioso, esperaba que buscaras otra cosa

— ¡Yo no soy tan bajita! Tú eres muy alta. Y puedo levantar un hacha perfectamente.

Hinchó las mejillas y apartó la mirada, ofendida por el comentario de Ren. Claro que podía levantar un hacha, y todas las que quisiera, puede que no fuese absurdamente fuerte como lo había sido Ren, pero aún era una kunoichi.

— Entonces... ¿Dejamos nuestras cosas en algún sitio y damos una vuelta?

Y todo se derrumbó. Eso no estaba en la lista. Ella, con toda su inteligencia, toda su planificación, no había pensado en que Ren viniese cargada.

— Se me había olvidado. Yo qué quería tenerlo todo planeado y se me olvida que hay que ir a dejar tus cosas. Vamos va. — cambió la dirección, casi arrastrándose, hacia su hostal.