El escudo, las espadas y los cerezos silvestres

[Uchiha Datsue]

Datsue negó con la cabeza. Por supuesto, no era tan sencillo como eso. Casi nada lo era.

—Lo que pienso, Yuu —dijo, con todo el tacto posible—, es que vives dentro de una ilusión. El Genjutsu más poderoso de este mundo es el que uno se pone a sí mismo. A veces lo hacemos para protegernos de un dolor inimaginable. Un dolor que no podemos soportar.

»Fue algo necesario. Pero es la hora, Yuu. Es la hora de que ejecutes el Kai.

[Yamikami Yuu]

¿Que significaba todo eso? ¿Que es lo que quería decirle? ¿Que sus padres no estaban vivos? ¿Que habían muerto y estaba completamente sola? Yuu retrocedió un paso, llevandose las manos al pecho mientras sus ojos se ponían vidriosos, apunto de romper a llorar. Sus manos temblaban, de la misma forma que lo hacían sus labios.

— N-No... ¿Q-Que quieres decir? ¿Q-Que toda mi vida se basa en una fantasía? — protestó tartamudeando, sintiendo como le faltaba el aire y cada vez respiraba de forma más agitada. Se podía palpar en sus ojos una expresión de terror, mezclada con desesperación y una angustia que le oprimía el pecho. La garganta también le molestaba, de la misma forma que tenía una extraña sensación en el paladar. — ¡M-Mis padres están ahí, lo sé! ¡Confían en que me haga fuerte, y consiga encontrar la forma de acabar con este demonio!

[Uchiha Datsue]

Datsue negó con la cabeza, apesadumbrado. Hubiese preferido que aquella conversación la tuviese con un psicólogo, alguien experto y acostumbrado a tratar con semejantes traumas. El Uchiha no tenía ni idea de cómo abordar el tema, pero, ya metido en el fango, no le quedó otra que ser honesto.

No iba a ser él quien perpetuase algo que, claramente, le estaba haciendo daño.

—Tus padres están enterrados en una tumba, Yuu —dijo, con más contundencia de la que hubiese querido—. Lo siento mucho, pero murieron cumpliendo una misión para Shiona-sama. Tienes que empezar a aceptarlo, Yuu. Créeme, sé que existen mentiras más dulces que la realidad, pero cómo sigas manteniéndolas, se convertirán en ceniza en tu boca. Cuando más tardes en dar el paso, más duro será el golpe.

[Yamikami Yuu]

Sus ojos se vaciaron, y el peso de las palabras la hundieron más de lo que cualquier otra persona que conociera hubiera podido hacerle mella en ella. Se llevó una mano al cuello, y poco a poco empezó su respiración, empezó a agitarse con la mirada puesta en ninguna parte. Pese a que miraba al frente, no era capaz de procesar nada de lo que sus ojos veían. Respiraba de forma sonora y pesada, y pasó a llevarse una segunda mano sobre la anterior. Estaba empezando a sudar, y comenzó a mirar aterrada a los alrededores.

— N-No... N-No es verdad. N-No lo és. T-Tú... ¡T-Tú no eres Datsue-sama! ¡Él sabe que no es así! ¡I-Impostor! — parecía querer presentar batalla, pero en su lugar sus piernas caminaban hacia atrás, temblando ligeramente.

[Uchiha Datsue]

Datsue se levantó, apoyando las manos en la mesa.

—¿De verdad crees que existe alguien en este mundo capaz de hacerse pasar por mí, Yuu? Puedo ser derrotado. Puedo caer. Puedo equivocarme. Pero si algo tengo claro en esta vida es que… soy inimitable —en aquella ocasión fue la vanidad y el orgullo quien habló por él—. Tómatelo con calma, Yuu. Sé que es mucho que digerir de golpe. Tómate una semana libre, ¿de acuerdo? Y hazme caso, acude al Programa de Apoyo y Terapia de las Fuerzas Armadas. Te hará bien.

El demonio que ella creía tener en su interior perfectamente podía ser un trastorno de identidad disociativo, típicamente causado por un fuerte trauma en la niñez. Pero nadie mejor que una psicóloga para diagnosticarla y tratarla. Datsue, después de todo, tan solo tenía unos vagos conocimientos sobre psicología. Ahora que era Uzukage, era algo en lo que quería instruirse un poco más. Si es que sacaba tiempo entre tanto papeleo y burocracia. Empezaba a pensar que...

... empezaba a pensar que le hacía falta un buen secretario para quitarse trabajo de encima.

[Yamikami Yuu]

Aquella presencia que tan solo su propia existencia expelía era colosal frente a una chica tan frágil de mente como lo era Yuu en aquel momento. ¿Hasta dónde podría llegar a extender esa aura si hacía uso de su propio poder? ¿Y si a ello le sumara a Shukaku? Era una presencia auténticamente monstruosa, y eso la hizo comprender que nada ni nadie podía llegar a imitarlo, y que era la única persona en el mundo con esas capacidades.

— S-Si... D-De acuerdo... — Añadió levantándose del suelo bastante intimidada.

Miró, sus propias manos, las cuales temblaban, completamente confundida, ahora que el mundo que ella misma había creado en sus pensamientos, seguramente eran tan solo una ilusión. Un reflejo en un espejo, y Datsue cogió la piedra más grande que encontró y la arrojó con saña contra el cristal. Todavía tenía que darle las gracias, aunque ella no lo supiera, pues podría haber reventado los restos que quedaban anclados al marco e incluso destrozar este a basa de patadas.

Por las manos de sus dedos cruzaron algunos de sus papeles, entrelazándose por los dedos y acariciando alguno su rostro.

— Entonces... ¿Estos poderes son míos? ¿Yo soy quien hace esto? Me siento tan desorientada y confusa que no... No se que hacer. M-Me había mentalizado en hacerme fuerte para acabar con esto y... Pero si no existe... ¿Qué hago ahora con mi vida? ¿Cuál es mi objetivo?

No miraba a Datsue a la cara directamente, seguía observando los papeles de sus manos y parecía estar a punto de romper a llorar. Yuu no era estúpida, podía entender un poco lo que estaba pasando, ayudado de un intachable poder de convicción por parte de su Kage, tan solo seguía siendo una niña.

[Uchiha Datsue]

Datsue sintió que algo parecido a felicidad afloraba en su pecho. Hayato, Hana, Yuu… Quizá, después de todo, sí estaba aportando algo a sus ninjas con aquellas entrevistas. Y desde luego, con gente como Umi, él también estaba aprendiendo de ellos.

Lo que parecía una batalla perdida empezaba a tomar otro color. Yuu se estaba replanteando las cosas, aceptando una parte de ella a la que no se había atrevido a mirar desde la muerte de sus padres. Bueno, quizá la palabra aceptar era precipitada. Más bien, la estaba mirando de reojo. Evaluándola.

Y con ello, venían las preguntas. ¿Y ahora, qué?

—Eso es algo que debes descubrir por ti misma, Yuu —Datsue rodeó la mesa, dando pasos lentos hacia ella, y le colocó una mano sobre el hombro—. Pero, decidas lo que decidas, estaré aquí para apoyarte. ¡Incluso si el camino que escojas sea devolver la bandana! Eres joven, tienes derecho a equivocarte. A cambiar de rumbo. A experimentar. Pase lo que pase, decidas lo que decidas, estaré aquí.

[Yamikami Yuu]

Yuu seguía intentando procesar lo sucedido mientras aquella figura autoritaria terminaba de intentar encauzarla. Realmente no necesitaba mucho más para empezar a intentar labrar su camino; era una chica lista, podía averiguar por si misma que actitudes y que cosas que hiciera eran peligrosas o tóxicas para su propia salud. Aquella ilusión y fantasía que había ideado, no tenía porque serlo, pero debía de empezar a diferenciar y tener conciencia de lo que pasaba a su alrededor.

Renunciar a ser ninja era una decisión que podía llegar a ser muy grande y dura, pero no era algo de lo que debiera avergonzarse. Datsue tenía razón, todo el mundo tiene derecho a equivocarse y a tener una segunda oportunidad. Eso la hizo sonreir levemente, y tras decirle que no estaba sola, no pudo terminar de esbozar una con sinceridad a la vez que algunas lágrimas caían de sus ojos.

— G-Gracias, D-Datsue-sama. Haré todo lo que pueda, pero creo que me verá más de una vez por aquí — añadió con una sonrisa entre sus lágrimas.

Aquellas palabras la animaron, y puede que tal vez necesitara volver en más de una ocasión para recordar que su futuro no estaba escrito como sus historias, sino que era una hoja en blanco de las muchas que era capaz de genrar. Y en una de esas, sería capaz de crear su propia historia. Al fin y al cabo, parece que el prólogo estaba a punto de terminar.

[Uchiha Datsue]

Una sonrisa sincera afloró en los labios de Datsue.

—Que así sea entonces, Yuu. Que así sea.

Se sentó de nuevo en el sillón de cuero, más que satisfecho con aquella charla. Tras la despedida con Yuu, Datsue empezó a ojear el expediente del próximo entrevistado.

¿A qué reto se enfrentaría ahora?

[Hirai Akira]

Salió de su casa e inhaló profundamente. Un respiro. Un soplo de aire fresco. Parecía renovado.

—Taratatá taratatá. — Tarareaba un ritmo que no podía sacar de su cabeza. Los que lo veían en la calle podían pensar que estaba muy feliz o loco, tal vez ambas.

Entre la confianza y la distracción, poco le movía de qué lo etiquetaba la gente que lo veía. Más nervios sentía por lo que estaba a punto de hacer. Había sido citado por el actual Uzukage, sin tener mucha idea del porqué. Tenía casi seguro que no podía ser nada de gravedad, intentaba nunca meterse en ningún lío. Por lo que era una oportunidad de conocer a una de las mayores figuras que podía tener Uzushio. Con algo de suerte, y si el tiempo del Uchiha era el suficiente, podía llegar a sacarle alguna historia para agregar a uno de sus diarios. De lo contrario, ya le era suficiente con simplemente conocerle.

Todo eso que tenía en mente, además de ese ritmo que no paró de tararear, le hicieron llegar al Edificio mucho más rápido de lo que esperaba. Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba cruzando aquella puerta que estaba casi todo el día abierta. Detuvo su canturreo y se dirigió directamente hacia la recepción.

Aguardó sentado y paciente su turno. Por suerte andaba bastante cómodo, vistiendo su camiseta sin mangas, algo holgada, lisa y de color blanca. Abajo unos pantalones negros y las botas ninjas. Con sus dedos jugaba con uno de los pendientes que le cuelgan de la oreja.

«¿Debí traerle algo al Uzukage como muestra de aprecio? No quería parecer irrespetuoso, no traje nada. Pero, ¿y si piensa que soy irrespetuoso por no traer nada? Ni sé como se procede en este tipo de reuniones ¿Es como si estuviera tratando con mi jefe? No lo sé...»

Nuevamente, sus pensamientos le ayudaron a acelerar el tiempo de alguna manera. Otra vez, se le había hecho rápida la espera para ver a Datsue-sama y ya tenía en frente la puerta hacia aquella oficina. Tocó dos veces, firme y claro.

—Permiso. — Musitó dulce, algo agudo y con seguridad.

Abrió la puerta lentamente y esperando la afirmativa por dentro. En el caso de esta, se metería al despacho y observaría como era allí.

[Uchiha Datsue]

Un chico un año mayor que él pero varios centímetros más bajo —para Datsue, esta puntualización era importante— entró en su despacho. Su nombre era Hirai Akira, y por lo que había podido averiguar leyendo su expediente, había sido captado por Ikki. Al parecer, se había especializado en la rama del Senjutsu, algo que al Uchiha le parecía de lo más interesante.

—Akira, buenos días. Por favor, toma asiento —dijo, mientras se preguntaba si la barbilla de aquel tío sería mejor que la suya. «Sin duda podría copar las portadas de varias revistas de modelos. Pero, ¿mi barbilla? ¡No hay ninguna como la mía!»—. He decidido llamarte porque… Bueno, me gustaría saber si te encuentras a gusto en la Villa. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

[Hirai Akira]

Cruzó la puerta y vio lo bonito que era aquel despacho, seguramente daba gusto trabajar en un lugar así. Aunque, con la cantidad de papeleo que tiene que manejar un Kage, quizá se lo pensaba unas cuantas veces. Allí sentado estaba el Rokudaime Uzukage. No sabía si era su voz o tan solo su porte, pero tenía un algo que le imponía bastante respeto, aunque no sabía bien que era. No era un típico fan, su forma de ser le ayudaba bastante a no obsesionarse con las personas. Pero si le hacía sentir algo de nervios su presencia.

—Buenos días, Uzukage-sama. Un gusto conocerle. — Dijo luego de cerrar la puerta. Después dio una reverencia. Formal, pero no tanto como para hacer sentir incómodo a nadie.

Tomó asiento, se cruzó de piernas, apoyó sus manos en las rodillas y, con algo de calma, pudo mostrarse más tranquilo ante él.

—Oh, ¿por mí? No... no lo sé la verdad. — Bajo ningún concepto creyó que la reunión era solo para eso. Lo tomó bastante desprevenido. —No me puedo quejar de nada. Casi que ni tuve problemas desde que vivo acá.

Por unos momentos se quedó pensativo, buscando en su memoria algún recuerdo que le diga lo contrario. Pero, sinceramente, no había nada que en verdad le moleste tanto como para que el mismísimo Datsue deba intervenir. Supuso que era algo más general, como si fuera una gran encuesta y así localizar problemas colectivos que tenían los ninjas en Uzu.

Desde su lado, no tenía nada que reprochar.

—Por ahora, vengo bastante encaminado con mi vida aquí y no hay nada que me esté molestando realmente. — Sonrió sin mostrar los dientes.

[Uchiha Datsue]

Datsue suspiró de alivio.

—Que sepas que eres la primera persona en mucho rato que me dice eso —Por aquel despacho habían pasado toda clase de ninjas. Pero la mayoría, de una u otra forma, necesitaba ayuda con algo. O tenía alguna queja al respecto de cómo funcionaba el sistema en Uzu. Datsue sabía que no era perfecto, y había varias cosas que quería cambiar con el tiempo. Pero recibir tantos inputs le estaba empezando a abrumar un poco—. ¿Ninguna queja respecto a la Villa, entonces? ¿Nada que crees que deba mejorar?

»Aprovecha que hoy es tu día de suerte. No verás a un Kage volver a preguntar algo así en mucho tiempo. Como sabrás, soy nuevo en este cargo, y quiero ideas frescas para realizar ciertos... cambios. Estamos entrando en una nueva era, después de todo.

[Hirai Akira]

No le sorprendía ser de los pocos que no presentaban quejas. Lo mencionó Datsue, no todos los días tu Kage viene a preguntarte si tienes algún problema. Aunque su actitud era real y sincera, no se paró nunca a pensar lo malo de la aldea. Puede que inconscientemente ese pensamiento le haga solo ver un lado de la moneda, ignorando por completo la otra cara.

—Que decirte. — Llevó la mano a su barbilla, disimulando que tenía algo en mente, siendo la realidad todo lo contrario. —No me parecería justo quejarme de nada de Uzu.

Estando en juego la pose pensativa que estaba mostrando, por lo menos iba a tener que decir algo para no quedar mal. No iba a ser algo al azar, sino algo que si sentía que le podía faltar a la villa.

—Tal vez, crear más espacios donde haya negocios. Más restaurantes, más bares, entre otras cosas. Porqué no, un poco de vida nocturna también, sin excederse.

[Uchiha Datsue]

¡Ja! Ampliar la oferta nocturna, menudo granuja.

—¿Ocio nocturno? ¿Bares? Pero, la mayor parte de la población es ninja, y un ninja no debería distraer su mente y estropear su cuerpo con aficiones tan perjudiciales. Porque, tú no eres de esos… ¿verdad?

Su tono había sido serio. Su expresión, dura. Sus ojos, dos taladros que le penetraron el alma. Fue entonces cuando se echó a reír.

—¡Tranquilo, me estoy quedando contigo! —exclamó, liberando la tensión en una sonora carcajada—. Bueno, al final eso es oferta y demanda. Pero le echaré un ojo.

»¿Qué tal llevas tu entrenamiento? Veo en tu expediente que escogiste el camino del Senjutsu. Por lo que he oído, una rama muy complicada. Muy pocos llegan a dominarla por completo.