3/08/2016, 22:57
"Lo típico de que te levantas un día a eso de las dos y media del mediodía después de haber sufrido un sueño donde un Uzukage muerto te visita en sueños y te llama mal shinobi del remolino por no haber visitado las emblemáticas Islas de Té que tanta alegría le dan a esa villa. Alegría en forma de té de todos los colores. Así que te levantas, comes algo antes de salir, tardas una hora en encontrar a tu guía espiritual, llegas al puerto de tu querida villa y pillas el primer crucero con todo incluido que sale hacia la isla más grande de ellas.
Después te plantas en la parte más alta del barco, que a saber como se llama, y te pones a pensar en los pobres shinobis de otras villas que tienen que hacer más trasbordos que un atún mientras bebes por una pajita tu sabroso cóctel. Dios, qué aburridos son los barcos.
Narrar mentalmente su día solo le consiguió unos segundos de entretenimiento, por suerte, actuaban tres grupos diferentes de teatro y opera en el mismo barco. Así se entretuvo durante el par de días que duraba el viaje por mar. Porque para su desgracia, era bastante imposible y peligroso practicar su Doton cuando no había tierra ni suelo de ningún tipo.
Pero algún día tendría que visitar uno de los dominios de su tan extenso y poderoso país, más poderoso que extenso, pues en Uzushiogakure se premia la calidad por encima de la cantidad.
Nabi tal vez era demasiado impulsivo, bueno, para que engañarnos, Nabi ES demasiado impulsivo. Por eso, el entusiasmo, o más bien el presagio, que lo habían llevado hasta aquella isla se disipó en cuanto puso un pie en ella. Si no se orientaba en su villa, como demonios iba a hacerlo en ese enorme trozo de tierra flotante. El barco amarró en el puerto principal de la isla, el cual tenía un enorme y hermoso camino que iba directo a la Capital, tardando como mucho unas horas si se hacía todo a pata. Por lo que el rubio tardó un día entero en llegar, intentó detenerse lo justo para recuperar el aliento en las pequeñas aldeas que rodeaban la importante ciudad.
Llegó por los pelos, medio muerto de sed y de hambre, fue directo a algo fresco. Algo de color frío, como un hombre azul y apescado que caminaba por en medio del gentío.
— Agua...
Aún tenía la fuerza necesaria para seguir consciente y buscar alguna forma de encontrar liquido sin recurrir a un transeúnte, pero es que era azul, como el agüita de los ríos y de los lagos.
Después te plantas en la parte más alta del barco, que a saber como se llama, y te pones a pensar en los pobres shinobis de otras villas que tienen que hacer más trasbordos que un atún mientras bebes por una pajita tu sabroso cóctel. Dios, qué aburridos son los barcos.
Narrar mentalmente su día solo le consiguió unos segundos de entretenimiento, por suerte, actuaban tres grupos diferentes de teatro y opera en el mismo barco. Así se entretuvo durante el par de días que duraba el viaje por mar. Porque para su desgracia, era bastante imposible y peligroso practicar su Doton cuando no había tierra ni suelo de ningún tipo.
Pero algún día tendría que visitar uno de los dominios de su tan extenso y poderoso país, más poderoso que extenso, pues en Uzushiogakure se premia la calidad por encima de la cantidad.
Nabi tal vez era demasiado impulsivo, bueno, para que engañarnos, Nabi ES demasiado impulsivo. Por eso, el entusiasmo, o más bien el presagio, que lo habían llevado hasta aquella isla se disipó en cuanto puso un pie en ella. Si no se orientaba en su villa, como demonios iba a hacerlo en ese enorme trozo de tierra flotante. El barco amarró en el puerto principal de la isla, el cual tenía un enorme y hermoso camino que iba directo a la Capital, tardando como mucho unas horas si se hacía todo a pata. Por lo que el rubio tardó un día entero en llegar, intentó detenerse lo justo para recuperar el aliento en las pequeñas aldeas que rodeaban la importante ciudad.
Llegó por los pelos, medio muerto de sed y de hambre, fue directo a algo fresco. Algo de color frío, como un hombre azul y apescado que caminaba por en medio del gentío.
— Agua...
Aún tenía la fuerza necesaria para seguir consciente y buscar alguna forma de encontrar liquido sin recurrir a un transeúnte, pero es que era azul, como el agüita de los ríos y de los lagos.
—Nabi—