30/09/2016, 00:54
Es fácil mirar a la gente y hacer juicios rápidos sobre ellos, sus presentes y sus pasados, pero es asombroso el dolor y las lágrimas que esconde una sola sonrisa. Lo que una persona muestra al mundo es sólo una minúscula faceta del iceberg escondido de la vista. Y la mayoría de las veces, esta marcado con grietas y cicatrices que recorren todo el camino hasta los cimientos de su alma.
Tres días atrás:
Sentado junto a la ventana de su habitación el joven Yamanaka parecía concentrado mientras leía su cómic de los Amerangers, pero bajo aquella mascara de indiferencia se escondían la soledad y el dolor. Su paso por la academia le había dejado en su corazón una cicatriz que difícilmente algún día podría cerrarse. Pero lo que mas le dolían no eran los golpes que había recibido casi a diario. No le molestaban las bromas constantes sobre su defecto, mucho menos le molestaban los insultos. Lo que afligía aquel corazón era la soledad.
La madre del joven interrumpió la lectura dando un par de golpes en la puerta abierta de la habitación, para así llamar su atención.
—Cariño, desde que dejaste la academia prácticamente no has salido de casa, solo sales para hacer los recados y entrenar, estamos preocupados
El joven marco con un separador la pagina del cómic en la que se encontraba y lo aparto a un lado. Otra de las partes malas de la mudez, es que no podías sostener nada mientras hablabas.
—"No molesto a nadie quedándome aquí a leer ¿Que puede haber ahí fuera que me interese a parte de la lluvia constante?"
—Alguien de tu edad necesita hacer amigos, entrenar con ellos, salir por ahí a divertirse
—"Esto es divertido, la gente de ahí fuera no lo es"
—Esto no puede seguir así, tu padre se ha puesto en contacto con un amigo suyo, va a formar un pequeño grupo con genins para entrenarlos y enseñarles a trabajar en equipo y te van a incluir
—"No quiero hacerlo, prefiero trabajar yo solo"
—Las cosas no funcionan así en este mundo, te guste o no algún día tendrás que trabajar con mas personas, y es una orden, iras y harás amigos
—"Pero yo no..."
—No hay peros que valgan, vas a ir te guste o no. Dentro de tres días conocerás al amigo de tu padre, iremos a Shinogi-To, y partirás de viaje con tus nuevos amigos, me ha dicho que os va a mandar un encargo y que viajareis hasta las islas del té, vete preparando
—Si mama...
Shinogi-To, Estación de tren
El joven muchacho de amegakure había sido llevado hasta aquel lugar en contra de su voluntad. Muy en contra. Sin embargo el muchacho no podía oponerse a las ordenes de un superior, o mejor dicho, quien mandaba en su casa era su madre, y sus ordenes no se podían desobedecer. Y si ni siquiera el padre del joven Yamanaka era capaz de contradecirla cuando se le metía algo entre ceja y ceja, mucho menos podía hacer Reiji.
Y allí se encontraba, en una abarrotada estación de trenes, junto a un hombre del tamaño de un armario, con el pelo castaño, los ojos azules y una espesa barba que cubría gran parte de su rostro. Ademas iba vestido con una camiseta blanca ajustadisima que le marcaba hasta el ultimo de sus músculos, unos pantalones negros y unas botas negras. Aquel era el supuesto amigo de su padre. Y era tres veces Reiji.
—¡Animate muchacho! —Dijo dándole una palmada en la espalda que casi lo tira al suelo, y eso era suave...—Os vais a divertir mucho y seguro que os hacéis amigos unos de otros, no debería de tardar en aparecer alguien mas, que si no te mandare a ti solo a hacer todo el trabajo
—"Ojala"
—¡Ese es el espirito muchacho, ojala os hagáis todos amigos y trabajéis en equipo como dios manda
"Ojala no venga nadie y me toque trabajar a mi solo, por que, quien sabe a quien mas habrán enviado a hacer estas cosas, seguro que ninguno entiende lenguaje de signos y me dejan atrás y solo como hacían en la academia, esto tiene el mismo futuro que hacer una misión de infiltración vestido completamente de rosa
El muchacho había llegado el primero por que su madre había insistido en que no podía llegar tarde, pero su exageración había conseguido que llegaran incluso antes que aquel enorme mastodonte. Y ahora tenia que esperar junto a él a que llegara alguien mas.
"Al menos, pese a su apariencia de grandullón descerebrado, parece conocer el lenguaje de signos..."
Tres días atrás:
Sentado junto a la ventana de su habitación el joven Yamanaka parecía concentrado mientras leía su cómic de los Amerangers, pero bajo aquella mascara de indiferencia se escondían la soledad y el dolor. Su paso por la academia le había dejado en su corazón una cicatriz que difícilmente algún día podría cerrarse. Pero lo que mas le dolían no eran los golpes que había recibido casi a diario. No le molestaban las bromas constantes sobre su defecto, mucho menos le molestaban los insultos. Lo que afligía aquel corazón era la soledad.
La madre del joven interrumpió la lectura dando un par de golpes en la puerta abierta de la habitación, para así llamar su atención.
—Cariño, desde que dejaste la academia prácticamente no has salido de casa, solo sales para hacer los recados y entrenar, estamos preocupados
El joven marco con un separador la pagina del cómic en la que se encontraba y lo aparto a un lado. Otra de las partes malas de la mudez, es que no podías sostener nada mientras hablabas.
—"No molesto a nadie quedándome aquí a leer ¿Que puede haber ahí fuera que me interese a parte de la lluvia constante?"
—Alguien de tu edad necesita hacer amigos, entrenar con ellos, salir por ahí a divertirse
—"Esto es divertido, la gente de ahí fuera no lo es"
—Esto no puede seguir así, tu padre se ha puesto en contacto con un amigo suyo, va a formar un pequeño grupo con genins para entrenarlos y enseñarles a trabajar en equipo y te van a incluir
—"No quiero hacerlo, prefiero trabajar yo solo"
—Las cosas no funcionan así en este mundo, te guste o no algún día tendrás que trabajar con mas personas, y es una orden, iras y harás amigos
—"Pero yo no..."
—No hay peros que valgan, vas a ir te guste o no. Dentro de tres días conocerás al amigo de tu padre, iremos a Shinogi-To, y partirás de viaje con tus nuevos amigos, me ha dicho que os va a mandar un encargo y que viajareis hasta las islas del té, vete preparando
—Si mama...
Shinogi-To, Estación de tren
El joven muchacho de amegakure había sido llevado hasta aquel lugar en contra de su voluntad. Muy en contra. Sin embargo el muchacho no podía oponerse a las ordenes de un superior, o mejor dicho, quien mandaba en su casa era su madre, y sus ordenes no se podían desobedecer. Y si ni siquiera el padre del joven Yamanaka era capaz de contradecirla cuando se le metía algo entre ceja y ceja, mucho menos podía hacer Reiji.
Y allí se encontraba, en una abarrotada estación de trenes, junto a un hombre del tamaño de un armario, con el pelo castaño, los ojos azules y una espesa barba que cubría gran parte de su rostro. Ademas iba vestido con una camiseta blanca ajustadisima que le marcaba hasta el ultimo de sus músculos, unos pantalones negros y unas botas negras. Aquel era el supuesto amigo de su padre. Y era tres veces Reiji.
—¡Animate muchacho! —Dijo dándole una palmada en la espalda que casi lo tira al suelo, y eso era suave...—Os vais a divertir mucho y seguro que os hacéis amigos unos de otros, no debería de tardar en aparecer alguien mas, que si no te mandare a ti solo a hacer todo el trabajo
—"Ojala"
—¡Ese es el espirito muchacho, ojala os hagáis todos amigos y trabajéis en equipo como dios manda
"Ojala no venga nadie y me toque trabajar a mi solo, por que, quien sabe a quien mas habrán enviado a hacer estas cosas, seguro que ninguno entiende lenguaje de signos y me dejan atrás y solo como hacían en la academia, esto tiene el mismo futuro que hacer una misión de infiltración vestido completamente de rosa
El muchacho había llegado el primero por que su madre había insistido en que no podía llegar tarde, pero su exageración había conseguido que llegaran incluso antes que aquel enorme mastodonte. Y ahora tenia que esperar junto a él a que llegara alguien mas.
"Al menos, pese a su apariencia de grandullón descerebrado, parece conocer el lenguaje de signos..."