11/10/2016, 13:59
Riko se percaató de cómo su compañero escuchaba atentamente todas y cada una de las palabras de su historia, sin interrumpirlo y tratando de comprenderle. Cuando el rastas acabó, Nabi sacó a relucir algo que, a pesar de ser lo más lógico, el moreno no había llevado a cabo, avisar a su kage acerca de este evento.
— Pues... El caso... Verás... Soy idiota. — Afirmó el muchacho. — No le he contado esto a la Uzukage-sama... — Terminó por decir.
— Así que tú tampoco sabes lo que ocurrió, pues algo tuvo que pasar... porque lo de después... No fue algo normal, tuvo que pasar algo gordo. ¡Y no sabemos de qué se trata, Riko!
Desde luego al rubio no le faltaba razón, algo muy gordo tuvo que ocurrir para justificar todo lo que pasó después de la aparición del monstruo y prácticamente nadie sabía nada acerca de ello. Riko se limitó a guardar silencio, pues no sabía que contestar a su compañero, por lo que éste prosiguió, no sin antes bajar su tono de voz.
— Desaparecieron ¿cuantas? ¿Cientos de personas? ¿Miles? ¿Cientos de miles? Y aquí estamos nosotros, vivitos y coleando. ¿No te quema?
El rastas miró a su compañero y esta vez si que iba a contestar.
— Claro que me quema, es decir, yo estuve muerto, y de un momento a otro, dejé de estarlo, ¿por qué? No dejo de darle vueltas... — Dijo el joven, mostrando la gran confusión que le atormentaba.
Aún era incapaz de pensar en el porqué de todo lo sucedido aquel día, y, por lo que estaba comprobando, no era el único.
— Pues... El caso... Verás... Soy idiota. — Afirmó el muchacho. — No le he contado esto a la Uzukage-sama... — Terminó por decir.
— Así que tú tampoco sabes lo que ocurrió, pues algo tuvo que pasar... porque lo de después... No fue algo normal, tuvo que pasar algo gordo. ¡Y no sabemos de qué se trata, Riko!
Desde luego al rubio no le faltaba razón, algo muy gordo tuvo que ocurrir para justificar todo lo que pasó después de la aparición del monstruo y prácticamente nadie sabía nada acerca de ello. Riko se limitó a guardar silencio, pues no sabía que contestar a su compañero, por lo que éste prosiguió, no sin antes bajar su tono de voz.
— Desaparecieron ¿cuantas? ¿Cientos de personas? ¿Miles? ¿Cientos de miles? Y aquí estamos nosotros, vivitos y coleando. ¿No te quema?
El rastas miró a su compañero y esta vez si que iba a contestar.
— Claro que me quema, es decir, yo estuve muerto, y de un momento a otro, dejé de estarlo, ¿por qué? No dejo de darle vueltas... — Dijo el joven, mostrando la gran confusión que le atormentaba.
Aún era incapaz de pensar en el porqué de todo lo sucedido aquel día, y, por lo que estaba comprobando, no era el único.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»