20/10/2016, 20:14
Maar escuchó a ambos varones y asentía con un ligero gesto de su cabeza, con la cara inexpresiva, << Reiji. Ryoma, ¡Cuánta energía destila este hombre! Se parece a... >> Al terminar de hablar su superior los condujo hacia el tren, haciendo que la kunoichi se quedase helada y comenzó a avanzar como por inercia.
La jovencita había aprendido a mantener un margen de distancia con las personas. Si bien le agradaba estar en compañía, el contacto físico era algo que evadía en circunstancias normales, pero la mano firme del shinobi la había tomado por sorpresa sobre su hombro de tal modo que un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Aquél era un hombre apuesto, pero demasiado opulento y de mucha más edad que ella, así que seguramente su reacción no se debía a algún tipo de enamoramiento; si bien sentía que más que un sonrojo le iban a sangrar las orejas, se debía precisamente a que rara vez tenía ese tipo de contacto.
Pronto fueron ubicados en uno de los vagones y el líder del grupo siguió encorvado el camino hacia el siguiente vagón, sin olvidar dejarles una tarea algo complicada. Sólo hasta entonces la genin se percató de la razón por la que su compañero le había estado hablando en señas. Normalmente la gente la daba por sordomuda, aunque a ojos de Maar era algo ilógico, las personas asociaban una cosa con otra. Se había acostumbrado tanto a comunicarse con señas que pasó por alto la posibilidad de que Reiji también fuese mudo.
- ¡Vaya sorpresa! - La kunoichi hizo que sus dedos se desempuñaran a la altura de su pecho y se escuchó lejano el sonido de todas sus uñas al rasparse con la yema del pulgar. - Me parece que será imposible saberlo - Le comentó a su igual tratando de no mostrar el sentimiento de tristeza que la invadió, recordando fugazmente alguna imagen de su infancia y casi al instante el tren parecía que comenzaba a marchar.
Fingió una sonrisa y luego volcó la mirada a la silla del frente, estiró los pies tratando de desviar su atención y prosiguió - Pero tal vez yo pueda adivinar tu color favorito. - Le retó mirando disimuladamente los colores que él vestía.
La jovencita había aprendido a mantener un margen de distancia con las personas. Si bien le agradaba estar en compañía, el contacto físico era algo que evadía en circunstancias normales, pero la mano firme del shinobi la había tomado por sorpresa sobre su hombro de tal modo que un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Aquél era un hombre apuesto, pero demasiado opulento y de mucha más edad que ella, así que seguramente su reacción no se debía a algún tipo de enamoramiento; si bien sentía que más que un sonrojo le iban a sangrar las orejas, se debía precisamente a que rara vez tenía ese tipo de contacto.
Pronto fueron ubicados en uno de los vagones y el líder del grupo siguió encorvado el camino hacia el siguiente vagón, sin olvidar dejarles una tarea algo complicada. Sólo hasta entonces la genin se percató de la razón por la que su compañero le había estado hablando en señas. Normalmente la gente la daba por sordomuda, aunque a ojos de Maar era algo ilógico, las personas asociaban una cosa con otra. Se había acostumbrado tanto a comunicarse con señas que pasó por alto la posibilidad de que Reiji también fuese mudo.
- ¡Vaya sorpresa! - La kunoichi hizo que sus dedos se desempuñaran a la altura de su pecho y se escuchó lejano el sonido de todas sus uñas al rasparse con la yema del pulgar. - Me parece que será imposible saberlo - Le comentó a su igual tratando de no mostrar el sentimiento de tristeza que la invadió, recordando fugazmente alguna imagen de su infancia y casi al instante el tren parecía que comenzaba a marchar.
Fingió una sonrisa y luego volcó la mirada a la silla del frente, estiró los pies tratando de desviar su atención y prosiguió - Pero tal vez yo pueda adivinar tu color favorito. - Le retó mirando disimuladamente los colores que él vestía.