12/11/2016, 19:07
Con un nuevo día de invierno llegando, la familia Arima y su invitado se dispuso a desayunar. Una comida caliente que los llenase de energía para poder realizar las diferentes tareas que demandaba la vida en el pueblo. Los más jóvenes serían los primeros en terminar y pronto se desentenderían de toda responsabilidad para salir a juguetear.
¡No se vayan a lastimar o van a ver!
Advirtió la fémina a cargo del cuidado del hogar.
No creo que pueda acompañarte a la estación, Mogura. Debo ir a ver al viejo Arima.
Dijo Sei mientras terminaban de tomar el desayuno en aquella pequeña mesa que compartían. Parecía ser que le tocaría llegar solo hacía su carruaje metálico para poder volver a su hogar pero no era nada preocupante.
Me sentiría mal abusando de su generosidad molestando de esa forma, estoy seguro de que encontraré el camino de regreso a la estación sin problemas.
Incluso dentro de un ambiente tan intimo como lo podría ser el calor de una informal comida en una casa de familia a principio del día, Mogura no perdía su etiqueta al hablar.
Ya en las calles, el shinobi ya se encontraría caminando con su atuendo usual y sobretodo de cuero, su destino era la estación cuando sus oídos captarían un par de voces.
Vamos a hacer un pequeño truco para que tu herida sane y tu mami no se enfade contigo, ¡pero tienes que confiar en mí!
¡Chii!
El shinobi había llegado a presenciar el truco de la kunoichi peliazul. Aquel truco no parecía ser otra cosa que la técnica básica de curación. Por otro lado, la identidad del infante lo tuvo un segundo pensando.
¿No es ese el hijo de Arima-san?
De una forma u otra, Mogura se quedaría de pie siendo testigo de la escena.
¡No se vayan a lastimar o van a ver!
Advirtió la fémina a cargo del cuidado del hogar.
No creo que pueda acompañarte a la estación, Mogura. Debo ir a ver al viejo Arima.
Dijo Sei mientras terminaban de tomar el desayuno en aquella pequeña mesa que compartían. Parecía ser que le tocaría llegar solo hacía su carruaje metálico para poder volver a su hogar pero no era nada preocupante.
Me sentiría mal abusando de su generosidad molestando de esa forma, estoy seguro de que encontraré el camino de regreso a la estación sin problemas.
Incluso dentro de un ambiente tan intimo como lo podría ser el calor de una informal comida en una casa de familia a principio del día, Mogura no perdía su etiqueta al hablar.
Ya en las calles, el shinobi ya se encontraría caminando con su atuendo usual y sobretodo de cuero, su destino era la estación cuando sus oídos captarían un par de voces.
Vamos a hacer un pequeño truco para que tu herida sane y tu mami no se enfade contigo, ¡pero tienes que confiar en mí!
¡Chii!
El shinobi había llegado a presenciar el truco de la kunoichi peliazul. Aquel truco no parecía ser otra cosa que la técnica básica de curación. Por otro lado, la identidad del infante lo tuvo un segundo pensando.
¿No es ese el hijo de Arima-san?
De una forma u otra, Mogura se quedaría de pie siendo testigo de la escena.