12/11/2016, 22:23
Tan ensimismada estaba en su tarea que no se dio cuenta de su alrededor, concentrada en sanar la herida del pequeño moreno que seguía lagrimeando por miedo a que su madre se enfureciese con él.
— La próxima vez deberías tener cuidado, ¡no queremos que la herida se infecte! — Advirtió la joven sin perder la sonrisa.
— Chi... — Murmuró con las mejillas ligeramente encendidas el menor. — Gachias...
— De nada pequeño. — Negó mientras apartaba sus manos de la herida. — Ten cuidado la próxima vez, ¿vale?
— ¡Chiii! — Exclamó esta vez más feliz. — Ya no me duele tanto. — Informó mientras se miraba la herida, luego se levantó de un salto para tender a Eri su pequeña mano. La susodicha la aceptó de buena gana hasta que su mirada verdosa se topó con una figura que se encontraba a escasos metros de su posición.
Frunció ligeramente el ceño al no saber quién era aquella persona, hasta que sus ojos repararon en la bandana que reposaba en su frente. Al parecer era un shinobi de Amegakure tal y como alegaba el metal, aunque nunca lo había visto antes, ni si quiera en el Torneo... Aunque había llovido bastante de aquello. Entonces relajó su ceño y miró de arriba a abajo al joven que tenía delante, seguramente rondaría su edad más o menos; de vestimentas oscuras y un chaleco más claro. Podía destacar los ojos oscuros que mantenían una mirada serena hacia el pequeño que tomaba la mano de la de cabellos azules y ella misma.
— Buenos días. — Saludó de forma cortés mientras inclinaba su cabeza ligeramente hacia delante. — ¿Le puedo ayudar en algo?
— La próxima vez deberías tener cuidado, ¡no queremos que la herida se infecte! — Advirtió la joven sin perder la sonrisa.
— Chi... — Murmuró con las mejillas ligeramente encendidas el menor. — Gachias...
— De nada pequeño. — Negó mientras apartaba sus manos de la herida. — Ten cuidado la próxima vez, ¿vale?
— ¡Chiii! — Exclamó esta vez más feliz. — Ya no me duele tanto. — Informó mientras se miraba la herida, luego se levantó de un salto para tender a Eri su pequeña mano. La susodicha la aceptó de buena gana hasta que su mirada verdosa se topó con una figura que se encontraba a escasos metros de su posición.
Frunció ligeramente el ceño al no saber quién era aquella persona, hasta que sus ojos repararon en la bandana que reposaba en su frente. Al parecer era un shinobi de Amegakure tal y como alegaba el metal, aunque nunca lo había visto antes, ni si quiera en el Torneo... Aunque había llovido bastante de aquello. Entonces relajó su ceño y miró de arriba a abajo al joven que tenía delante, seguramente rondaría su edad más o menos; de vestimentas oscuras y un chaleco más claro. Podía destacar los ojos oscuros que mantenían una mirada serena hacia el pequeño que tomaba la mano de la de cabellos azules y ella misma.
— Buenos días. — Saludó de forma cortés mientras inclinaba su cabeza ligeramente hacia delante. — ¿Le puedo ayudar en algo?