13/11/2016, 02:04
Era una mañana fria como la madre que la pario. De esas mañanas de invierno que lo único que quieres es quedarte bajo las reconfortantes y calentitas sabanas de tu cama, pero de esas típicas mañanas en las que NO puedes quedarte en tu mullidito colchón a ver pasar el día.
¿Qué que hacía Nabi en una aldea de cultivadores de cosas verdes que salen del suelo? La respuesta era obvia, se había perdido. Él buscaba el sueño carnivoro de Ushi, la tierra de los animales que se comen, donde a las vacas las alimentan con pollo y a los pollos con cerdos, así como a los cerdos con vacas. El lugar donde se reunen todos los animales comestibles para comerse entre ellos, un lugar de ensueño para él.
Sin embargo, la noche anterior apareció por pura suerte ante un cartel que ponia Minori, y supuso que Minori significaba Incomestible en algún idioma antiguo y profundo al ver aquellos campos tan llenos de cosas que no comer. El frio le sugirió amablemente que buscara un sitio para pasar la noche o se levantaria con los genitales hechos un cubito de hielo.
Y ésta, queridos amigos, es la historia de como nuestro querido amigo rubio, acabó cenando un caldo con cosas de colorines flotando que no se dignó a dar nombre, pues las verduras no merecen tales cosas como nombres. Lo peor de todo es que pagó por dicha sopa, lo impensable, pagar por verdura. Pasó la noche entre sudores frios y temblores por haber traicionado a su Dios Pollo-sama de esa forma, para a primera hora de la mañana partir a Ushi.
Poco sospechaba nuestro protagonista que al día siguiente se perdería en aquella villa de vegetarianos que era como un laberinto construido para que no puedas escapar jamás y acabes pasando tus días en un campo cultivando ese insulto a la evolución humana.
Se paseaba tranquilamente maldiciendo aquella aldea mentalmente cuando vio una melena peliazul pegada a una muchacha tetuda curando a un niño. Si juntaba todos esos hechos, tenía que ser Eri. El niño estaba tirado en el suelo, sufriendo del tremendo dolor y un shinobi de Amegakure estaba de pie mirandoles con una mueca de extrema maldad en la cara. Y parecía que Eri estaba demasiado concentrada curando al crio como para matar a esa mala bestia.
Oh dios santo, tenía que actuar rapido. Unas sabias palabras acudieron a su mente turbada por la conmoción "Agitar y golpear, Dynamic Entry"
Así, el fatidico dia en que su suela se encontrara con un genin de Amegakure llegó, y cien virgenes gozaron como nunca habían gozado, y cien monjes rezaron como nunca habían rezado, y cien tigres comieron trigo en un trigal como nunca habían comido. Las profecías que se produjeron en el más oscuro averno se cumplieron, dando paso al nacimiento de un heroe.
Mientras volaba hacia su objetivo, la capucha de su capa de viaje desveló su hermoso y amarillento cabello, revelando la identidad oculta del salvador del día. Una vez conectado el golpe, si conectaba, él caería ante Eri con una soberana elegancia poniendo las dos pies en el suelo.
— No te preocupes, Eri, el gran Nabi, salvador de galaxias, ha vuelto a salvarte del... — justo en ese instante el Uchiha recordó que una cena asquerosa había precedido un desayuno horripilante, y aquel ataque había sido sorpresa tanto para el Amegakuriense como para su estomago.
El retortijón se convirtió en un liquido caliente ascendiendo por su gargante y exigiendo ser libre. Nabi se dobló sobre sí mismo echando dicho liquido, que aún tenía trazas de cosas verdes, sobre los pies de la peliazul. En ese momento, la sabiduria del universo le dijo dos cosas a Nabi, que estaba muerto y que estaba muy muerto.
— ¿Cómo has hecho esto, extraño ninja malvado de la lluvia, si ni me has tocado? ¿Has usado algún ataque de sonido o de viento o de materia invisible? ¿Qué clase de Genjutsu ha sido?
Tenía que desviar la atención al enemigo común para sobrevivir, aunque ya estaba muerto.
¿Qué que hacía Nabi en una aldea de cultivadores de cosas verdes que salen del suelo? La respuesta era obvia, se había perdido. Él buscaba el sueño carnivoro de Ushi, la tierra de los animales que se comen, donde a las vacas las alimentan con pollo y a los pollos con cerdos, así como a los cerdos con vacas. El lugar donde se reunen todos los animales comestibles para comerse entre ellos, un lugar de ensueño para él.
Sin embargo, la noche anterior apareció por pura suerte ante un cartel que ponia Minori, y supuso que Minori significaba Incomestible en algún idioma antiguo y profundo al ver aquellos campos tan llenos de cosas que no comer. El frio le sugirió amablemente que buscara un sitio para pasar la noche o se levantaria con los genitales hechos un cubito de hielo.
Y ésta, queridos amigos, es la historia de como nuestro querido amigo rubio, acabó cenando un caldo con cosas de colorines flotando que no se dignó a dar nombre, pues las verduras no merecen tales cosas como nombres. Lo peor de todo es que pagó por dicha sopa, lo impensable, pagar por verdura. Pasó la noche entre sudores frios y temblores por haber traicionado a su Dios Pollo-sama de esa forma, para a primera hora de la mañana partir a Ushi.
Poco sospechaba nuestro protagonista que al día siguiente se perdería en aquella villa de vegetarianos que era como un laberinto construido para que no puedas escapar jamás y acabes pasando tus días en un campo cultivando ese insulto a la evolución humana.
Se paseaba tranquilamente maldiciendo aquella aldea mentalmente cuando vio una melena peliazul pegada a una muchacha tetuda curando a un niño. Si juntaba todos esos hechos, tenía que ser Eri. El niño estaba tirado en el suelo, sufriendo del tremendo dolor y un shinobi de Amegakure estaba de pie mirandoles con una mueca de extrema maldad en la cara. Y parecía que Eri estaba demasiado concentrada curando al crio como para matar a esa mala bestia.
Oh dios santo, tenía que actuar rapido. Unas sabias palabras acudieron a su mente turbada por la conmoción "Agitar y golpear, Dynamic Entry"
Así, el fatidico dia en que su suela se encontrara con un genin de Amegakure llegó, y cien virgenes gozaron como nunca habían gozado, y cien monjes rezaron como nunca habían rezado, y cien tigres comieron trigo en un trigal como nunca habían comido. Las profecías que se produjeron en el más oscuro averno se cumplieron, dando paso al nacimiento de un heroe.
Mientras volaba hacia su objetivo, la capucha de su capa de viaje desveló su hermoso y amarillento cabello, revelando la identidad oculta del salvador del día. Una vez conectado el golpe, si conectaba, él caería ante Eri con una soberana elegancia poniendo las dos pies en el suelo.
— No te preocupes, Eri, el gran Nabi, salvador de galaxias, ha vuelto a salvarte del... — justo en ese instante el Uchiha recordó que una cena asquerosa había precedido un desayuno horripilante, y aquel ataque había sido sorpresa tanto para el Amegakuriense como para su estomago.
El retortijón se convirtió en un liquido caliente ascendiendo por su gargante y exigiendo ser libre. Nabi se dobló sobre sí mismo echando dicho liquido, que aún tenía trazas de cosas verdes, sobre los pies de la peliazul. En ese momento, la sabiduria del universo le dijo dos cosas a Nabi, que estaba muerto y que estaba muy muerto.
— ¿Cómo has hecho esto, extraño ninja malvado de la lluvia, si ni me has tocado? ¿Has usado algún ataque de sonido o de viento o de materia invisible? ¿Qué clase de Genjutsu ha sido?
Tenía que desviar la atención al enemigo común para sobrevivir, aunque ya estaba muerto.
—Nabi—