14/11/2016, 12:58
Sin comerlo ni beberlo, el ninja del remolino había acabado en aquel pueblecito. No había hecho falta que nadie le dijera que la población de aquel lugar se dedicaba casi exclusivamente a la agricultura, pues ya desde lejos se veían los campos de cultivos de todo tipo de hortalizas y verduras.
Y, como ya era costumbre en casi todos los viajes que el rastas realizaba de un tiempo para acá, el artífice de dicho desplazamiento era Kurohiko, que en aquella ocasión había decidido visitar a unos familiares suyos que vivían en aquel pueblo, por lo que, en cuanto Riko se enteró, decidió acompañarle, no quería ser una molestia, por lo que el muchacho prefirió pasar la primera noche en una posada, mientras que su acompañante se quedó con sus familiares.
La noche pasó a una velocidad de vértigo, y, por qué no decirlo, a una temperatura demasiado baja, había tenido que dormir con dos mantas encima para no pasar frío. En cuanto se despertó, el muchacho se arregló un poco, se lavó la cara y se aventuró a las calles de aquel poblado, total, no tenía nada mejor que hacer por lo que decidió que pasear por el pueblo era la mejor opción.
Poco tiempo después de salir de la posada, y con el abrigo abrochado hasta arriba, pues el frío que hacía no era ni medio normal, se topó con una máquina expendedora de comida y bebida, y, como no había desayunado, dedcidió comprarse algo, al menos, algo para beber.
Riko paseaba dando pequeños sorbos de sus Cola-Loca, una bebida que estaba muy de moda últimamente.
De repente, a lo lejos, distinguió algo que era muy familiar, una joven de pelo azul verdoso estaba agachada, hablando con un crío que parecía no estar muy contento y otra persona, a la que no podía distinguir del todo, pero, qué más daba, era Eri, seguro, por lo que, con paso tranquilo se fue acercando a los tres.
Lo que el moreno no se esperaba era la aparición de un invitado más, un encapuchado que se había lanzado a la carrera en dirección hacia Eri y los otros. Riko, entendiendo que podía ser peligroso, echó a correr también tratando de evitar que el misterioso personaje hiciera daño a alguien, pero, para su sorpresa, en medio del vuelo, la capucha se le quitó, y aparecieron los rasgos de Uchiha Nabi, aquel rubio al que le faltaba un tornillo por lo menos.
''Ya estamos...''
Riko se acercó a la escena, Nabi comenzó a vomitar y no solo eso, si no que lo hizo sobre los pies de Eri, y echaba las culpas al otro, que se encontraba de espaldas al de rastas por lo que no podía distinguirle.
— No le eches la culpa al pobrecillo, seguro que ha sido algo que has comido aquí... — Dijo el joven cuando se encontraba a una distancia adecuada para que le escuchara claramente. — Y creo que deberías ir a limpiarte eso, Eri. — Propuso el chico señalándole los pies a la peliazul. — ¿Queréis un poco de Cola-Loca? Es muy buena por las mañanas.
Y, como ya era costumbre en casi todos los viajes que el rastas realizaba de un tiempo para acá, el artífice de dicho desplazamiento era Kurohiko, que en aquella ocasión había decidido visitar a unos familiares suyos que vivían en aquel pueblo, por lo que, en cuanto Riko se enteró, decidió acompañarle, no quería ser una molestia, por lo que el muchacho prefirió pasar la primera noche en una posada, mientras que su acompañante se quedó con sus familiares.
La noche pasó a una velocidad de vértigo, y, por qué no decirlo, a una temperatura demasiado baja, había tenido que dormir con dos mantas encima para no pasar frío. En cuanto se despertó, el muchacho se arregló un poco, se lavó la cara y se aventuró a las calles de aquel poblado, total, no tenía nada mejor que hacer por lo que decidió que pasear por el pueblo era la mejor opción.
Poco tiempo después de salir de la posada, y con el abrigo abrochado hasta arriba, pues el frío que hacía no era ni medio normal, se topó con una máquina expendedora de comida y bebida, y, como no había desayunado, dedcidió comprarse algo, al menos, algo para beber.
Riko paseaba dando pequeños sorbos de sus Cola-Loca, una bebida que estaba muy de moda últimamente.
De repente, a lo lejos, distinguió algo que era muy familiar, una joven de pelo azul verdoso estaba agachada, hablando con un crío que parecía no estar muy contento y otra persona, a la que no podía distinguir del todo, pero, qué más daba, era Eri, seguro, por lo que, con paso tranquilo se fue acercando a los tres.
Lo que el moreno no se esperaba era la aparición de un invitado más, un encapuchado que se había lanzado a la carrera en dirección hacia Eri y los otros. Riko, entendiendo que podía ser peligroso, echó a correr también tratando de evitar que el misterioso personaje hiciera daño a alguien, pero, para su sorpresa, en medio del vuelo, la capucha se le quitó, y aparecieron los rasgos de Uchiha Nabi, aquel rubio al que le faltaba un tornillo por lo menos.
''Ya estamos...''
Riko se acercó a la escena, Nabi comenzó a vomitar y no solo eso, si no que lo hizo sobre los pies de Eri, y echaba las culpas al otro, que se encontraba de espaldas al de rastas por lo que no podía distinguirle.
— No le eches la culpa al pobrecillo, seguro que ha sido algo que has comido aquí... — Dijo el joven cuando se encontraba a una distancia adecuada para que le escuchara claramente. — Y creo que deberías ir a limpiarte eso, Eri. — Propuso el chico señalándole los pies a la peliazul. — ¿Queréis un poco de Cola-Loca? Es muy buena por las mañanas.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»