15/11/2016, 18:39
(Última modificación: 15/11/2016, 20:33 por Uzumaki Eri.)
—Buenos días, me disculpo por la interrupción.— Saludó el chico que les había estado mirando desde hace un corto periodo de tiempo, haciendo que Eri relajase el gesto y dejase de apretar la mano del infante, que lo miraba con cara de pena. —Mi nombre es Manase Mogura, shinobi de Amegakure y este joven debería ser el hijo de Arima Sei-san ¿No es así?
El chico asintió de forma lenta mientras bajaba su mirada, avergonzado, por otro lado, la joven movió su pequeña mano para añadir:
— Yo soy Mizumi Eri, y pertenezco a Uzushiogakure. — Se presentó, para luego girarse al pequeño. — Y este pequeñín ya está mucho mejor, ¿a que sí?
El chico giró su vista al shinobi de Ame, que se sumó.
—¿Se encuentra bien, joven?
— ¡Chii! Pero no se lo diga a mamá... Por favor. — Pidió mientras soltaba la mano de Eri y se acercaba a donde se encontraba el joven de nombre Mogura. Pero antes de que lograse hacer contacto con el genin, una suela impactó contra el recién llegado ninja de la lluvia, y un destello amarillo fue el causante de aquella técnica bien conocida por todos, e inesperada por muchos también; ya que la capucha que éste llevaba se cayó tras la sacudida.
Parpadeó varias veces para cerciorarse de que lo que acababa de ver no era Nabi de nuevo, hasta que...
— No te preocupes, Eri, el gran Nabi, salvador de galaxias, ha vuelto a salvarte del...
Fue cortado por la erupción del volcán, perdón; de su boca como volcán, ya que el movimiento de su estómago debió ser tal que cortó por lo sano diciendo que necesitaba desahogarse, y de qué manera... ¡Bingo! Sobre los pequeños y fríos pies de la joven de cabellos azules a la que, desgraciadamente, intentaba ''salvar'' de algo, pero todavía no sabía qué.
Presa de la ira que sentía contra el Uchiha, comenzó a bufar para reprimir sus ganas de estamparle un bonito sello con forma de puño en su mejilla, mientras él le recriminaba al que acababa de asaltar sobre genjutsus y cosas típicas de Nabi que ni en sus mejores pesadillas lograba explicar.
Pero lo peor no fue aquello, sino la aparición de otro ser.
— No le eches la culpa al pobrecillo, seguro que ha sido algo que has comido aquí...
Riko apareció en escena.
HAISO RIKO.
— Y creo que deberías ir a limpiarte eso, Eri.
— ¿Es que no puedo tener ni un solo día en paz? — Explotó cual bomba. — Lo primero, ¡sé cuidar de mí misma perfectamente! y segundo, ¿cómo se te ocurre bombardear mis pies? ¿Es que tienes pájaros en la cabeza? — Espetó clavándole agujas a Nabi con los ojos. — ¡Y Manase no ha hecho nada malo! — Alegó más tarde, aún bufando. — ¡Y ya sé que debería limpiarme eso! — Exclamó ahora dirigiéndose a Riko mientras despegaba los pies del suelo como podía y echaba a andar lo más digna posible con vómito en los pies. — ¡Dejadme en paz! — Y dicho aquello terminó por irse en la dirección que había venido para cambiarse el calzado y limpiarse sus pobres pies que no tenían culpa de nada.
El chico asintió de forma lenta mientras bajaba su mirada, avergonzado, por otro lado, la joven movió su pequeña mano para añadir:
— Yo soy Mizumi Eri, y pertenezco a Uzushiogakure. — Se presentó, para luego girarse al pequeño. — Y este pequeñín ya está mucho mejor, ¿a que sí?
El chico giró su vista al shinobi de Ame, que se sumó.
—¿Se encuentra bien, joven?
— ¡Chii! Pero no se lo diga a mamá... Por favor. — Pidió mientras soltaba la mano de Eri y se acercaba a donde se encontraba el joven de nombre Mogura. Pero antes de que lograse hacer contacto con el genin, una suela impactó contra el recién llegado ninja de la lluvia, y un destello amarillo fue el causante de aquella técnica bien conocida por todos, e inesperada por muchos también; ya que la capucha que éste llevaba se cayó tras la sacudida.
Parpadeó varias veces para cerciorarse de que lo que acababa de ver no era Nabi de nuevo, hasta que...
— No te preocupes, Eri, el gran Nabi, salvador de galaxias, ha vuelto a salvarte del...
Fue cortado por la erupción del volcán, perdón; de su boca como volcán, ya que el movimiento de su estómago debió ser tal que cortó por lo sano diciendo que necesitaba desahogarse, y de qué manera... ¡Bingo! Sobre los pequeños y fríos pies de la joven de cabellos azules a la que, desgraciadamente, intentaba ''salvar'' de algo, pero todavía no sabía qué.
Presa de la ira que sentía contra el Uchiha, comenzó a bufar para reprimir sus ganas de estamparle un bonito sello con forma de puño en su mejilla, mientras él le recriminaba al que acababa de asaltar sobre genjutsus y cosas típicas de Nabi que ni en sus mejores pesadillas lograba explicar.
Pero lo peor no fue aquello, sino la aparición de otro ser.
— No le eches la culpa al pobrecillo, seguro que ha sido algo que has comido aquí...
Riko apareció en escena.
HAISO RIKO.
— Y creo que deberías ir a limpiarte eso, Eri.
— ¿Es que no puedo tener ni un solo día en paz? — Explotó cual bomba. — Lo primero, ¡sé cuidar de mí misma perfectamente! y segundo, ¿cómo se te ocurre bombardear mis pies? ¿Es que tienes pájaros en la cabeza? — Espetó clavándole agujas a Nabi con los ojos. — ¡Y Manase no ha hecho nada malo! — Alegó más tarde, aún bufando. — ¡Y ya sé que debería limpiarme eso! — Exclamó ahora dirigiéndose a Riko mientras despegaba los pies del suelo como podía y echaba a andar lo más digna posible con vómito en los pies. — ¡Dejadme en paz! — Y dicho aquello terminó por irse en la dirección que había venido para cambiarse el calzado y limpiarse sus pobres pies que no tenían culpa de nada.