25/02/2017, 20:30
Conforme las manecillas de un reloj que no existía iban avanzando, más gente iba entrando a aquella sala principal del torreón. No había ningún torneo ni nada parecido, simplemente un montón de jóvenes entusiastas.
¡Esta vez no habrá ningún senpai o profesor que pueda venir a salvarte!
Gritó con ánimos de intimidar a su oponente, era uno de los dos ninjas que estaban siendo rodeados por el genterio cercano a las gradas. Un joven de una larga melena castaña recogida en una cola de caballo a efectos prácticos para el entrenamiento.
Al único que salvaron fue a ti.
Sin dejarse llevar por las palabras de su oponente, respondió con un tono que no parecía estar manejado por las a veces incontrolables emociones de los jóvenes reclutas. Seguidamente se acomodó la bandana que mantenía a raya una desmechada cabellera negra, se notaba en su atuendo que había largas horas de práctica más que nada por lo gastadas que estaban en algunas partes.
No demoraron mucho más en dar inicio al duelo de entrenamiento, golpes y patadas eran lanzadas, bloqueadas y desviadas por igual, no era mentira decir que en combate cuerpo a cuerpo estaban relativamente al mismo nivel.
Aiko, quien disfrutaba de su bocadillo, llegaría a una distancia que le permitiría tener una vista privilegiada del combate y del par que habían buscado un lugar cerca de ellos.
El par en cuestión serian Ayame y Kori quienes se preparaban para dar inicio a su propio entrenamiento. A menos que estuviesen sordos, habrían escuchado con claridad las palabras del par que estaban peleando.
Cercano al lugar donde había elegido Keisuke para descansar, había una diana de tiro que parecía haber sido dejada atrás momentos previos a su llegada, diana que sin duda algunas sería la mejor opción para Reika. Una diana para prácticar su lanzamiento de shuriken y un sujeto desconocido que tenia un tobillo luminoso ¿Qué podía salir mal?
Hablo - Pienso