10/03/2017, 16:43
Mogura prestaba atención a lo que ocurría en aquella arena, puntualmente lo que pasaba en el combate de aquellos chicos. No era una persona que esperaba verse en ese tipo de confrontaciones muy seguido, era un médico, lo que observaba realmente era los golpes que se daban los oponentes.
Supongo que si son simples moretones será relativamente fácil tratarlos...
Especulaba el joven médico esperando no tener que vendar a nadie ni hacer un torniquete, con un poco de suerte tampoco tendría que amputar ningún miembro.
Como había pasado en otros puntos del torreón, nuevos grupos se iban formando, conocidos y desconocidos se reunian para socializar y enfrentar una jornada de entrenamiento juntos. La mortal e inmortal pelirroja se había encontrado con la joven Aotsuki y su hermano, el Aotsuki blanco. Por otro lado Keisuke habría dado el primer paso e invitaría a Reika a entrenar lanzamiento de armas arrojadizas.
Dentro del perímetro, donde se estaba llevando a cabo aquel entrenamiento-duelo, parecía que las cosas se empezaban a acalorar. Los golpes empezaban a tomar cierta contundencia, los oponentes optaban por desviar las patadas y puñetazos pues parecía que tenían mayor potencia de lo usual, posiblemente a causa de la intervención del chakra de los usuarios.
Llegado un punto se hizo una pequeña pausa, ambos ninja se encontraban separados por una distancia considerable pero aún se mantenían dentro del área delimitada por la gente. Uno de ellos, el de cabellera castaña, llevaría una de sus manos hasta su portaobjetos y tomaría tantas shuriken como pudiese. El otro chico deslizaría su palma dentro de la manga de su otro brazo y después de un sordo puff sacaría una espada corta. El fin de aquella wakizashi no era otro que el de bloquear las armas arrojadizas que su oponente le estaba lanzando mientras que a su vez avanzaba dando cortos pasos con la intensión de cerrar la distancia que los separaba.
Supongo que si son simples moretones será relativamente fácil tratarlos...
Especulaba el joven médico esperando no tener que vendar a nadie ni hacer un torniquete, con un poco de suerte tampoco tendría que amputar ningún miembro.
Como había pasado en otros puntos del torreón, nuevos grupos se iban formando, conocidos y desconocidos se reunian para socializar y enfrentar una jornada de entrenamiento juntos. La mortal e inmortal pelirroja se había encontrado con la joven Aotsuki y su hermano, el Aotsuki blanco. Por otro lado Keisuke habría dado el primer paso e invitaría a Reika a entrenar lanzamiento de armas arrojadizas.
Dentro del perímetro, donde se estaba llevando a cabo aquel entrenamiento-duelo, parecía que las cosas se empezaban a acalorar. Los golpes empezaban a tomar cierta contundencia, los oponentes optaban por desviar las patadas y puñetazos pues parecía que tenían mayor potencia de lo usual, posiblemente a causa de la intervención del chakra de los usuarios.
Llegado un punto se hizo una pequeña pausa, ambos ninja se encontraban separados por una distancia considerable pero aún se mantenían dentro del área delimitada por la gente. Uno de ellos, el de cabellera castaña, llevaría una de sus manos hasta su portaobjetos y tomaría tantas shuriken como pudiese. El otro chico deslizaría su palma dentro de la manga de su otro brazo y después de un sordo puff sacaría una espada corta. El fin de aquella wakizashi no era otro que el de bloquear las armas arrojadizas que su oponente le estaba lanzando mientras que a su vez avanzaba dando cortos pasos con la intensión de cerrar la distancia que los separaba.
Hablo - Pienso