14/03/2017, 00:58
Para cuando la pelirroja interrumpió la conversación, o inicio de entrenamiento, la cosa parecía comenzar a caldearse bastante. El chico tenía un semblante realmente frío y de pocos amigos, pero tenía algo que realmente incitaba a quererlo. ¿Sería quizás ese aire de malote? ¿Quizás esa actitud rancia hacia su hermana? ¿Ese despecho? No lo comprendía del todo, pero realmente ya tendría tiempo en otro momento para labrar una hipótesis escrita de unas centenas de hojas. Antes de darse cuenta, ya había saltado a la presentación, interrumpiendo a ambos, y conociendo el nombre del ejemplar masculino de la familia Aotsuki. Por suerte o desgracia, era familiar de la chico, no cosa de que ésta joven tuviese mas dotes ligando que la pelirroja.
Por un momento casi deja caer un suspiro de alivio, delatandola en el acto, pero se resistió ferreamente. Sonrió, pareciendo algo avergonzada ante su comentario tan ridículo, pero poco tiempo le faltó a la pequeña para lanzarle una pregunta. Sin pelos en la lengua, indagó sobre la causa por la que ésta estaba allí.
—Pues... no sé. Comencé a andar, pillé unos bollitos, escuché a mucha gente por aquí, y una cosa llevó a la otra, la otra a la una... y en fin, aquí estoy. —Confesó algo avergonzada, mientras se llevaba las manos a la nuca.
»La verdad es que hoy hay bastante gente aquí. ¿Habrá algún tipo de competición o algo? —Inquirió la chica. —Por cierto, siento haber interrumpido la discusión... No era mi intención, pero tampoco pude evitar meterme en medio. No pensé que fuerais hermanos... sois tan diferentes... Casi te confundí con alguien que se metía con Ayame.
No demasiado lejos de éstos, la trifulca que había comenzado con duros golpes no siguió si no en aumento, llegando ahora a armas demasiado afiladas y mortíferas. Las amenazas no había caído en un balde roto, tenían verdaderas intenciones en cumplirlas. Pero ésta trifulca sin duda no llegaba a destacar tampoco demasiado, en todos lados habían de éstas, en mayor o menor grado.
«Mmmm... parece bastante mayor, quizás 20 años... ¿Será posible que me reconozca? Yo no le recuerdo... pero... ufff... Que polvo tiene...» La chica de pronto se puso mas roja que un tomate. Su mente divagó desde una esquina lógica y esquemática, hacia lo mas surrealista y alocado. «¡Idiota! ¡Deja de pensar esas tonterías! Aunque... si que lo tiene, ¿eh?»
—Vosotros... ¿Habéis venido a entrenar? —Preguntó con un tono algo menos confiado.
«Bien, pedazo de idiota... arreglado...»
¿Debía pegarse un tiro, o bien salir corriendo? Dios, las hormonas la estaban matando poco a poco...
Por un momento casi deja caer un suspiro de alivio, delatandola en el acto, pero se resistió ferreamente. Sonrió, pareciendo algo avergonzada ante su comentario tan ridículo, pero poco tiempo le faltó a la pequeña para lanzarle una pregunta. Sin pelos en la lengua, indagó sobre la causa por la que ésta estaba allí.
—Pues... no sé. Comencé a andar, pillé unos bollitos, escuché a mucha gente por aquí, y una cosa llevó a la otra, la otra a la una... y en fin, aquí estoy. —Confesó algo avergonzada, mientras se llevaba las manos a la nuca.
»La verdad es que hoy hay bastante gente aquí. ¿Habrá algún tipo de competición o algo? —Inquirió la chica. —Por cierto, siento haber interrumpido la discusión... No era mi intención, pero tampoco pude evitar meterme en medio. No pensé que fuerais hermanos... sois tan diferentes... Casi te confundí con alguien que se metía con Ayame.
No demasiado lejos de éstos, la trifulca que había comenzado con duros golpes no siguió si no en aumento, llegando ahora a armas demasiado afiladas y mortíferas. Las amenazas no había caído en un balde roto, tenían verdaderas intenciones en cumplirlas. Pero ésta trifulca sin duda no llegaba a destacar tampoco demasiado, en todos lados habían de éstas, en mayor o menor grado.
«Mmmm... parece bastante mayor, quizás 20 años... ¿Será posible que me reconozca? Yo no le recuerdo... pero... ufff... Que polvo tiene...» La chica de pronto se puso mas roja que un tomate. Su mente divagó desde una esquina lógica y esquemática, hacia lo mas surrealista y alocado. «¡Idiota! ¡Deja de pensar esas tonterías! Aunque... si que lo tiene, ¿eh?»
—Vosotros... ¿Habéis venido a entrenar? —Preguntó con un tono algo menos confiado.
«Bien, pedazo de idiota... arreglado...»
¿Debía pegarse un tiro, o bien salir corriendo? Dios, las hormonas la estaban matando poco a poco...