25/03/2017, 00:42
Aiko soltó su pregunta evasiva, intentando alejar el tema de su entreversada mente, y lo consiguió con creces. Ayame por su lado comenzó a alegar que ella también lo pensó, pero de pronto fue interrumpida en pos de completar esa frase. Su hermano, tajante y seco, concluyó que no había ningún tipo de evento en el recinto. Lo dijo de manera tan tosca y firme, que era imposible darle negación alguna a su sentencia. Sin embargo, ésto no hacía mas que despertar su interés en él, por ridículo que pudiese parecer.
«¡Mierda!»
Sin duda, había avanzado un par de pasos para retroceder otros cuatro.
Dejó de lado un poco el tema de la concentración de personas en el recinto, y se enfocó mas en dar un punto de vista externo a la relación de los hermanos. Sin quererlo pero pretendiéndolo, o viceversa, dejó caer que se parecían tanto como una gota de agua a un mamút en monopatín —Nada— y que por ello había malinterpretado la escena.
Ayame no tardó en revelar que para nada se trataba de un abuso de poderes, que su hermano se había ofrecido a ayudarla a consecuencia de que en ese día no tenía clases. Sin duda alguna, aún tenía intenciones de aprobar el examen, costase lo que costase. A su argumento, Kori afirmó con un gesto frío afirmativo. El chico sabía gastárselas muy bien haciéndose el interesante, no cabía duda. Ayame tampoco tardó en presentar que no era la pelirroja la primera en confundir que no fuesen hermanos, al parecer era algo bastante común.
«No me extraña...» Pensó, pero se guardó el derecho a exponerlo en voz.
—Entiendo...
Para cuando quisieron dar crédito a lo que sucedía en el estadio, la tensión era mas que palpable. El par de idiotas que peleaban espada y armas en mano, había llevado la confrontación a un nivel demasiado elevado, que rompía con el buen rollo del lugar. Entre ellos, un calvo se hacía pasar por superhéroe, y valiente se disponía a separar la trifulca con una amenaza o algo similar. Kori desapareció de buenas a primeras, buscando sin lugar a dudas algo del estilo.
La pelirroja dejó caer un suspiro largo y tendido, mientras que Ayame pareció tomárselo algo mas serio. De buenas a primeras, la de cabellera color azabache inquirió la atención de "Mariko", preguntando si debían ir.
«¿Mariko?»
Aiko volvió el rostro hacia Ayame, y alzó una ceja a la vez que mostraba una ligera mueca de intriga. —¿Mariko? —Preguntó extrañada. —Es Aiko... jajaja... —De nuevo, tomó aire, y lo dejó caer en un suspiro. —Y si, creo que deberíamos ir, aunque no creo que vaya a ser necesaria nuestra intervención.
La pelirroja tomó una radiante sonrisa en el rostro, y pese a haber dicho que si que debía moverse, no lo hizo. De pronto, sus piernas comenzaron a resquebrajarse, a desenvolverse en unas cuantas decenas de folios. Tras sus piernas, siguieron su torso, brazos y finalmente su rostro. Las hojas de papel flotaron por el aire de manera antinatural, y a la velocidad que una persona normal hubiese acudido al sitio, el remolino de folios hizo similar.
Al llegar al sitio, las hojas se arremolinaron las unas sobre las otras, haciendo aparecer a la pelirroja justo al lado del chico que portaba la wakizashi. Su pose, estirada y arrogante, quedaba a escasos dos metros del susodicho chico. En su diestra empuñaba una espada que parecía estar hecha de papel, y que de hecho lo estaba. Con el arma amenazaba el cuello del chico, su mirada no era menos.
—Estáis jodiendo mas de la cuenta, enanos. —Escupió la chica, para mandar su amenazante mirada al otro. —Si no dejáis las gilipolleces, vais a terminar en una puta cajita de pino. —De nuevo, su amenazadora mirada se enfocó en la del que principalmente ejercía presión.
«¿Serán tan idiotas como para enfrentar a todos?»
Quizás la presencia de la pelirroja no era de lo mas intimidante, pero si que era cierto que su capacidad expresiva era de lo mejorcito que había. Tan solo esperaba que el asunto no se fuese de manos...
«¡Mierda!»
Sin duda, había avanzado un par de pasos para retroceder otros cuatro.
Dejó de lado un poco el tema de la concentración de personas en el recinto, y se enfocó mas en dar un punto de vista externo a la relación de los hermanos. Sin quererlo pero pretendiéndolo, o viceversa, dejó caer que se parecían tanto como una gota de agua a un mamút en monopatín —Nada— y que por ello había malinterpretado la escena.
Ayame no tardó en revelar que para nada se trataba de un abuso de poderes, que su hermano se había ofrecido a ayudarla a consecuencia de que en ese día no tenía clases. Sin duda alguna, aún tenía intenciones de aprobar el examen, costase lo que costase. A su argumento, Kori afirmó con un gesto frío afirmativo. El chico sabía gastárselas muy bien haciéndose el interesante, no cabía duda. Ayame tampoco tardó en presentar que no era la pelirroja la primera en confundir que no fuesen hermanos, al parecer era algo bastante común.
«No me extraña...» Pensó, pero se guardó el derecho a exponerlo en voz.
—Entiendo...
Para cuando quisieron dar crédito a lo que sucedía en el estadio, la tensión era mas que palpable. El par de idiotas que peleaban espada y armas en mano, había llevado la confrontación a un nivel demasiado elevado, que rompía con el buen rollo del lugar. Entre ellos, un calvo se hacía pasar por superhéroe, y valiente se disponía a separar la trifulca con una amenaza o algo similar. Kori desapareció de buenas a primeras, buscando sin lugar a dudas algo del estilo.
La pelirroja dejó caer un suspiro largo y tendido, mientras que Ayame pareció tomárselo algo mas serio. De buenas a primeras, la de cabellera color azabache inquirió la atención de "Mariko", preguntando si debían ir.
«¿Mariko?»
Aiko volvió el rostro hacia Ayame, y alzó una ceja a la vez que mostraba una ligera mueca de intriga. —¿Mariko? —Preguntó extrañada. —Es Aiko... jajaja... —De nuevo, tomó aire, y lo dejó caer en un suspiro. —Y si, creo que deberíamos ir, aunque no creo que vaya a ser necesaria nuestra intervención.
La pelirroja tomó una radiante sonrisa en el rostro, y pese a haber dicho que si que debía moverse, no lo hizo. De pronto, sus piernas comenzaron a resquebrajarse, a desenvolverse en unas cuantas decenas de folios. Tras sus piernas, siguieron su torso, brazos y finalmente su rostro. Las hojas de papel flotaron por el aire de manera antinatural, y a la velocidad que una persona normal hubiese acudido al sitio, el remolino de folios hizo similar.
Al llegar al sitio, las hojas se arremolinaron las unas sobre las otras, haciendo aparecer a la pelirroja justo al lado del chico que portaba la wakizashi. Su pose, estirada y arrogante, quedaba a escasos dos metros del susodicho chico. En su diestra empuñaba una espada que parecía estar hecha de papel, y que de hecho lo estaba. Con el arma amenazaba el cuello del chico, su mirada no era menos.
—Estáis jodiendo mas de la cuenta, enanos. —Escupió la chica, para mandar su amenazante mirada al otro. —Si no dejáis las gilipolleces, vais a terminar en una puta cajita de pino. —De nuevo, su amenazadora mirada se enfocó en la del que principalmente ejercía presión.
«¿Serán tan idiotas como para enfrentar a todos?»
Quizás la presencia de la pelirroja no era de lo mas intimidante, pero si que era cierto que su capacidad expresiva era de lo mejorcito que había. Tan solo esperaba que el asunto no se fuese de manos...